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Desnudo ante mi amiga

en Hetero: General

Hace pocos meses, me fuí con una amiga de viaje a ver Roma. Para situarnos, diré que esta amiga, la conozco desde hace algunos años, y con ella suelo quedar una o dos veces al año para vernos y comentar las cosas, pues guardamos buena relación desde la facultad.

El primer día, visitamos los foros romanos y el coliseo, y no paso nada entre nosotros. Fuimos a cenar a la noche, y todo fué bien. El segundo día, después de dar una vuelta por el centro y comer en un restautante, volvimos a primera hora de la tarde al hotel.

Cómo estabamos con calor, yo me fuí para la ducha, mientras ella se relajaba. Pero al poco llamó a la puerta, y me dijo que se estaba haciendo pis y que tenía que entrar. Obviamente no la iba a dejar que se meara encima, así que le dije que pasara.

En ese momento, yo me estaba aclarando, así que estaba en la ducha todavía, mojado, y quitandome el jabón. Hay que decir también que la mampara de la ducha era de cristal transparante con lo que me podía ver entero, lo largo que soy. Así que ella entró, y se sentó en la taza a orinar, mientras yo terminaba.

En un momento dado, cerré el grifo y me giré hacia ella, para pedirle una toalla. Ella estaba todavía sentada terminando, me miró a los ojos y asintió, pero al bajar su mirada pude ver como daba un buen repaso a mi cuerpo desnudo. Luego, tranquilamente, alcanzó una y me la acercó.

- Espero que no te haya importado que estuviera desnudo - le comenté

- No, tranquilo, el desnudo es algo natural, y no eres el primer chico que veo desnudo. Si a ti no te molesta, a mi tampoco- contestó

Y así, volvimos a la habitación, y nos sentamos a charlar, yo desnudo en el borde de la cama y ella frente a mi, en una cómoda butaca. Comentábamos como habia ido el día y lo que íbamos hacer el siguiente. Yo ojeaba un mapa, para trazar la ruta del día siguiente, y a veces la pillaba mirándome el pene.

Estar desnudo frente a mi amiga, el calor, mi piel húmeda por la ducha, y sus frecuentes miradas a mi sexo... no tardé en tener una medio erección.

- Se te está poniendo morcillona - no tardó en comentar ella. Yo me hice el sorprendido, miré hacia abajo y me la agarré

- Oh, pues sí - le dije mientras la palpaba con mi mano y se terminaba de poner dura del todo - es que hace mucho calor - añadí y seguí ojeando el mapa.

Ella se inquietó al verme desnudo y erecto a un escaso metro de distancia. Yo podía notar como cada vez estaba más nerviosa y supongo que excitada, porque sus miradas a mi miembro erecto eran más frecuentes y largas.

- Bueno, me voy yo también a la ducha - dijo en algún momento que rompió el trance en el que estabamos sumidos. Mi amiga, se desnudo en su lado del cuarto, y paso hacia la ducha, dejando la puerta abierta. Obvia decir que yo también la miré, cuando pasó desnuda ante mi, en dirección al cuarto de baño.

Cuando terminó de la ducha, salió de la habitación envuelta en una toalla y con el pelo mojado. Me encontró igualmente desnudo, tal y como me habia dejado, todavía en semi erección, preparando la ropa del día siguiente.

Se acercó a mi y me dijo sonriendo de forma muy cálida:

- Todavía estás así - mientras decía eso, estiró una mano y agarró mi pene y lo presionó varias veces para comprobar lo duro que estaba. Al hacer eso mi miembro ganó tod la dureza posible, y se hinchó del todo en su mano

La tenía junto a mi. Ella miraba mi pene, que presionaba con su mano, y sonreia. Llegados a ese punto, le pedí que me dejara ayudar a secarla, y le desaté la toalla que tenía anudada tapando su cuerpo. Ella se dió lentamente la vuelta y comencé por secarle la espalda. Mientras lo hacía, mi pene erecto rozaba su espada y trasero, pues estábamos muy juntos.

Cuando volvió a darse la vuelta, nos besamos. La estreché en mis brazos y nuestro cuerpos se juntaron en un apasionado abrazo. Entonces pasamos a la cama, la tumbé y comencé a hacerle un masaje por los pies. Tomé uno y lo levanté mientras masajeaba la planta y separaba sus piernas. Tras masajearla ambos pies, piernas y muslos, volví a besarla y entonces fuí bajando por su cuello, pechos, abdomen con mi lengua, hasta deternerme en su sexo, donde introduje mi lengua en una dulce humedad que me esperaba. Lamí aquel manjar hasta que se vino en mi boca. Luego hicimos el amor durante varias horas aquella tarde.

Los días entonces pasaron rápido, nuestras escapas por la ciudad, se hacían más cortas, y terminaban con una sesión de sexo en nuestra habitación del hotel. Una de las tardes, nos entregamos al sexo oral, yo se lo hice durante algo más de media hora, se vino dos veces, y luego ella hizo lo propio haciendome acabar dos veces con su preciosa boca.

El último día, al volver de la visita a la ciudad, nos duchamos juntos. Yo enjaboné todo su cuerpo, fué delicioso palpar sus senos enjabonados, y frotar su sexo con mis dedos llenos de espumoso jabón. Ella enjabonó el pene, y lo frotó hasta que se puso duro del todo. Notar como sus manos resbalaban con el tacto del jabón sobre mi pene erecto era tremendamente placentero. Sus grandes ojos se posaban en mi pene mientras lo hacia y sonreia de forma picara. Luego le pasó agua para quitarle el jabón y se lo llevó a la boca. Tras aquello, me tumbé en en suelo de la ducha y ella me montó, se introdujo mi pene y estuvimos haciendo el amor bajo el agua templada.

Fué un viaje muy especial, nunca ovlidaré Roma, y la forma en que comenzó todo, quedándome desnudo frente a mi amiga.