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Vecinito 2

en Trios

Empecé a besar a Ulva, mi esposa en el cuello, mientras con las yemas de los dedos acariciaba unos centímetros por debajo del sobaco, justo donde se encontraba el comienzo de aquellas enormes mamas. Después poco a poco mi caricia se hizo más intensa.

 

Según me explicó Ulva después, el contraste de mis rudas manos acariciándola suavemente y las finas manos del jovenzuelo estrujándole la ubre con saña, junto con los toqueteos en su intimidad, la hicieron venirse a raudales.

 

-¡¡Me corro cerdos!!!.. aaaah... marranos... aaaaaaaah. - gemía Ulva

-Puta... - le dije al oído groseramente - ¿Te gusta tener dos tíos a tu disposición?

-Lo que quiere es ver como nos lo montamos tú y yo – dijo Pablito mientras se levantaba, al tiempo que se quitaba la camisa y empezaba a bajarse el pantalón - ¡Y yo quiero follármela!

-Creo que todos quedaremos satisfechos. - comenté sin dejar de besar el cuello de mi esposa ni de acariciar sus grandes senos - ¿Estáis preparados?

-Creo que si – dijo Pablo, con algo de miedo reflejado en su rostro

-Pues yo me he quedado en la gloria, no se si aguantare hasta que acabéis los dos.

-Pues vas a tener que aguantar. – ordené mientras termina de quitarle la bata. - Vamos al dormitorio estaremos más cómodos.

 

Ayudé a ponerse ne pie a mi esposa, asiéndola por debajo de las tetorras, al tiempo que ella terminaba de quitarse la bata. Mientras ella no le quitaba la vista de encima a Pablo que materialmente se arrancaba el pantalón. Me tomé un par de segundos para observarlo. Era el típico chico que promete, el cuerpo estaba casi totalmente lampiño. Era delgado pero empezaban a marcarse músculos que sin duda serían espectaculares. Su tieso bálano estaba erguido, húmedo de mi saliva, cimbreaba golpeándole justo por encima del ombligo con cada movimiento del muchacho.

 

Zarandeé las tetas de Ulva sacándola de su ensoñación. La empujé con suavidad por delante de mi, llevándola al dormitorio. En los cinco metros que nos separaban de la puerta del mismo, la sobé a modo por todas partes: Las abundantes tetas, el arrugado vientre, el inberbe pubis, las no muy generosas nalgas. Insistí en mis tocamientos en el pubis, mientras uno de mis dedos acariciaba la hendidura entre las dos nalgas y se insinuaba en el agujero trasero,

 

Incluso sin mirar sentí la presencia de Pablo detrás de nosotros, ansioso por no poder tocar a mi esposa.

 

En nuestra alcoba la amplia cama, de un metro y medio de ancho, solo dejaba sitio para una mesilla y solo un par de palmos para pasar. Así que, desde la misma puerta, giré y empujé enérgicamente a mi hembra que cayó riendo sobre el edredón. Gateé sobre la cama y me tumbé al lado derecho de Ulva. Los dos miramos a la puerta donde nuestro joven amante nos miraba sin saber por donde empezar.

 

Pasaron unos segundos, sin que ninguno de nosotros dijera o hiciera nada. De repente Pablo se movió con la velocidad el rayo, gateó rápidamente por la cama, besando a mi esposa desde el ombligo, hasta colocarse en horcajadas sobre su barriga, entonces se alzó, cogió las tetorras de mi mujer con fuerza, y situó su cimbel entre las dos mamas apretándolas con fuerza. Me sorprendió su brusquedad y que sobresaliera el cipote hasta medio comino entre aquellas tetazas y el cuello de Ulva.

 

-Follame fuerte las tetas... llename la cara de leche... - oí decir a mi mujer - ¿O prefieres correrte en mi boca?

-¡Si!, ¡si! ¡Me voy a correr en tu caraaaahhh...!, ¡en tu bocaaahh!, ¡Que tetas tienes...!, ¡pero que tetas tienessss...!, ¡aaaahhh!

-Tiene buenas tetas la puta esta ¿eh, Pablito...? - dije presa de la excitación y la rabia contenida - ¡Bañale la cara... las tetas... la boca con tu leche...!, ¡hazlo tú que a mi nunca me ha dejado...!. ¡Eres una puta perra Ulva!

 

Ulva me miró entre excitada y asustada. Ella sabia que lo de correrme de esa manera era algo que siempre le había pedido, pero hasta en las circunstancias más excitantes la respuesta había sido: no.

 

Para no estar quieto mientras Ulva le hacía la paja rusa a Pablito yo empecé a manosear aquella vagina, prestando especial atención a la pipa de carne de la parte superior. Yo hubiera empezado un cunnilingus, pero supongo que me excitaba más ver a mi esposa cubierta de semen. No quería perderme la corrida del muchacho.

 

-Correte vida... llename con tu leche... pero recuerda lo que hablamos, después se la chupas a Jose.

-¡Lo que qui... erassss....goditaaaaah!, ¡ya!.. ¡Yahhh...! ¡mmmmmm....!

 

Pablito tensó todos los músculos de su cuerpo, echando la cabeza hacia atrás y dando un profundo mugido, disparó tres grandes andanadas de esperma que fueron a repartirse por la cara, el cuello y la boca abierta de mi mujer.

 

Entonces Ulva hizo algo que me excitó y me irritó aún más, se restregó la joven simiente por la cara, lamiéndose después las palmas de las manos y tragándolo todo. La hubiera violado allí mismo, siempre rogándole que me hiciera algo así y jamas lo conseguí. Tuve que emplear todo mi control para no dejar salir a la bestia que siempre he notado en mi interior. Lo que hice fue dejar la masturbación que estaba haciendo.

 

Tras el orgasmo Pablo resoplaba profundamente y a los pocos segundos se dejó caer al lado derecho de Ulva, mientras ella seguía lamiéndose los dedos manchados de esperma.

 

-Me doy una ducha rápida y vuelvo, que no sé porque has parado de pajearme Chuchi – dijo mi mujer mientras se ponía de pie - No valláis ha hacer nada sin mi, eh cerditos

-Tranquila, – contesto Pablo tratando de controlar su respiración – tardaré un rato en poder hacer algo... je, je,je... ¡Pero como me gustan tus tetorras!

 

Mi mujer salió rumbo al baño dedicándonos una sonrisa, mostrándonos morbosamente sus blancas nalgas. En ese preciso instante parte de mis celos salieron a la luz y, tumbado de lado, mirando a Pablo con rabia le dije:

 

-Vosotros dos ya os habéis corrido una vez, ahora me toca a mi

-Que quieres que hagamos – dijo el jovenzuelo con pánico en su mirada - ¿No esperamos a Ulva?

-De momento empieza a tocarme – dije conteniendo mi ira, al tiempo que cogía su mano derecha llevándola a mi entre-pierna.

 

Pablo asió mi instrumento, que en ese momento estaba a su máxima expresión, pero lo hizo con miedo, rodeando el carajo con toda su mano, por la base, sin efectuar apenas presión y sin ningún movimiento. Mi ira era muy dificil de controlar

 

-¡¿Que pasa tío?! - casi grité - ¡¿Es que nunca te has hecho una buena paja?!, ¡¡Meneamela, como cuando te pajeas tú!! - al ver su cara suavicé mi voz - ¡Como si te la hicieras a ti mismo!

 

El jovenzuelo soltó mi verga y dirigiendo los temblorosos dedos a su boca escupió en ellos para luego devolver la mano hacia el glande y frotarlo dulcemente con ellos. La sensación fue tremenda, aquellos finos dedos acariciaron mi glande de una manera espectacular, subiendo y bajando los dedos por el borde del mismo haciendo que uno de ellos hiciera círculos sobre el frenillo.

 

-Joder que gusto. Mmmmm... sigue así.... más despacio... puedo aguantar.... así t-toda la noche... no conseguirás que me corra...

-¿Es que no quieres venirte o que?

-No... aún no...

 

A los cinco minutos de aquella sabrosa paja Ulva volvió a aparecer en la puerta. Iba secándose con una toalla, la cual, apenas nos vio, dejo caer al suelo.

 

-Veo que no me habéis esperado

-Yo no quería... - balbuceó Pablo soltando mi cipote – pero él me dijo... lo siento...

-No lo sientas. Vamos, empieza a chupársela. Quiero ver como lo haces.

-Venga chaval – dije yo deseando notar sus labios en mi polla.

-Creía que teníamos un acuerdo... - sentenció Ulva secamente – me follarías tanto como quisieras este fin de semana pero harías todo lo que yo te dijera... Vamos empieza a mamársela.

-Yo... - continuó el muchachito con sus balbuceos – no sé... no sabré hacerlo.

-Este maricón y yo te enseñaremos.

 

El que me llamara maricón tan abiertamente, hizo que me arrepintiera de haber tomado la decisión de explicarle todo mi pasado a Ulva, con la ira martilleando mis sienes, agarré al chaval por la nuca y le forcé a bajar a mi aparato. Luego me froté el cipote con su cara y grite.

 

-¡Vamos, joder! ¡Metete mi polla en la boca!...

 

Al notar sus labios abriéndose para rodear mi polla, le solté la nuca y empecé a susurrar.

 

-Aaaahh... sssiiii.... dale fuert-fuerteeeeeh.... aaaahhh

 

En realidad tampoco estaba siendo una felación tan buena. El buen chaval se limitaba a tener el glande dentro de su boca, a jugar con su lengua en el frenillo, sacaba y metía de su boca solo un par de centímetros de mi barra de carne. Lo que si me estaba gustando mucho era intensa fuerza de succión que empleaba.

 

Pablito se movió sin sacarse mi humanidad de la boca, hasta quedar tumbado boca abajo. Al mismo tiempo, mi mujer subió a la cama, sentándose apoyada en el cabezal, separando las piernas tanto como pudo colocando su pierna izquierda encima de la zona lumbar del chico.

 

En mi posición podía ver perfectamente la expresión de vicio de aquella hembra, su chocho completamente abierto, sus dedos frotando aquella sucia y brillante raja. Me fijé, también, en el blanco en inberbe culito de Pablo. Sin poder resistirlo pasé mi brazo izquierdo por debajo de su pierna, tocando con la mano aquellas prietas nalgas. En otra situación habría intentado penetrar aquel ano con un dedo, pero no quería asustar al chico, para todo habría tiempo, de modo que seguí amasando sus nalgas.

 

-Siem-preeeeeh quisissss... quisiste un... t-trió – dijo mi mujer mientras se pajeaba cada vez más intensamente – pero esperabas que fuera con otra mujer ¿Verdad, maricon?

-Sssiiiiii... -dije entre dientes, contrayendo mi esfinter para tratar de retrasar la eyaculación – pero ¿si lo quieres así?.

 

Con cierto esfuerzo y algunas explicaciones conseguí que Pablito doblara las piernas apoyando sus rodillas en la cama, de ese modo, colocándome yo debajo de él, quedamos en la posición del 69, con el encima de mi.

 

Me tomé un momento para mirar lo que me iba a comer, así, fláccido, tal y como estaba tendría la longitud y el grosos de mi dedo anular. Si no lo hubiera visto empalmado hubiera dicho que tenia un verdadero problema de tamaño.

 

Sin pensármelo más me introduje aquella carne el la boca, jugando con mi lengua por toda la punta, haciendo que Pablito mugiera de gusto, mientras yo notaba como cada vez que mugía sus dientes se insinuaban alrededor de mi capullo.

 

Aquella carne no tardó mas de 20 segundos en empezar a crecer, al minuto ya no me cabía en la boca y al poco esta en su rigidez máxima. El notar en mi bálano los dientes del chico era ya un continuo así que decidí meterle un dedo en el ano sin previo aviso.

 

-¡No...! - dijo el chaval quitándose mi glande de la boca - ¡Por el culo no...!

-¡Como que por el culo no! - dije con mi ira mal contenida. - Prefieres coño ¿Verdad? ¡Pues vas a tener coño?

 

Empuje a Pablito hasta tumbarlo boca arriba en la cama, como pude tiré de las pierna de Ulva, que me miró con una mezcla de excitación y miedo, hasta colocarla tumbada y bien abierta de piernas. En ese momento perdí todo el control, la parte más oscura de mi salido a flote haciendo que mi voz sonara pastosa y que en mi mirada se encendieran las llamas del infierno.

 

-¿Quieres follártela?, pues fóllatela, ¡Ahora!

-Ven aquí hombreton... – dijo Ulva abriendo los brazos, invitando al jovenzuelo a penetrarla – follame con esa pollaza tan joven.

 

En menos de lo que tarda en recordarse Pablo ya estaba encima de mi mujer, chupándole los pechos, mientras ella guiaba la hombría de aquel muchacho a su cálida funda.

 

Yo no me quedé parado y de rodillas, apoyándome en el cabezal de la cama, colocaba mi carajo hora entre el pezón de mi esposa y la boca del chico, hora en la boca de Ulva.

 

Pasaron largos minutos en los que todo fueron suspiros, el único que cambiaba de posición, de una boca a la otra era yo. La reciente corrida del muchacho y la ansiedad de mi mujer hicieron que tardaran bastante en aproximarse al orgasmo.

 

-Me va a venirrrr... - masculló Pablo entredientes – La noto en la puntaaah... mmm.....

-Agu-aguanta un p-pocooooh... que me vengo yo tambiennnn...

 

Pero mi demonio interior tenia preparada su propia venganza y con la misma voz pastosa dije:

 

-Al que se corra le doy por el culo con esta.

 

Los dos pararon de moverse y yo, sujetándome la polla por la base, empece a golpear las caras de los amantes con ella tan fuerte como pude. Las caras de ambos literalmente fueron de pánico. La única vez que intente el sexo anal con Ulva, tuvimos que dejarlo porque no paró de llorar de dolor, y eso pese a prepararle el culo más que adecuadamente. Y Pablito no estaba muy por la labor

 

-¿Que pasa? - dije con una actitud sadica – Estas cosa o se hacen del todo o no se hacen. Seguid moviéndoos. ¿No queríais follar? ¡Pues follad! ¡Joder! ¡Venga! Este fin de semana nos prepara muchas sorpresas.

 

Empezaron unos movimientos parsimoniosos, sin pasión. Con un susurro de mi voz fue suficiente para que le pusieran más empeño, más intención.

 

A Ulva, como buena fémina no le costaba contener el orgasmo, no así al muchacho al que se le veían los denodados esfuerzos por contener la eyaculación. Me impacienté, quería correrme y se me ocurrió algo más divertido. Gateé hasta los pies de la cama bajándome de la misma y dije:

 

-Ahora voy a daros la espalda, de improviso me giraré y....

 

(CONTINUARÁ)