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Un problema muy inusual

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UN PROBLEMA MUY INUSUAL

Hacía dos años que había notado mi problema. No había querido ir nunca al médico, ya que me daba un poco de vergüenza. Pero ahora, después de este tiempo, había decidido que no podía seguir así y que tenía que consultar mi problema con un experto.

Llamé a la puerta del doctor, que acto seguido me invitó a entrar.

-Cuénteme señor, cual es su problema.

-Verá. La verdad es que es un problema un poco embarazoso.

-No se preocupe. Usted sabe que lo que pase aquí se quedará entre nosotros.

-De acuerdo. Lo que me pasa es que cuando tengo una erección, por algún motivo no puedo correrme.

-Pues eso es un problema muy inusual, la verdad. ¿Usted dice que no eyacula?

-Exacto, ese es el problema.

-¿Cuántos años tiene usted?

-23.

-¿Cuándo fue su primera erección?

-A los 13 años.

-¿Y nunca ha eyaculado usted?

-Creo que cuando era adolescente, durante mis masturbaciones si lo lograba, pero en estos últimos años no he podido.

-¿Ha mantenido relaciones sexuales en este tiempo?

-Sí.

-¿Este hecho suponía algún inconveniente?

-Supongo que no, pero siempre estaba la sensación de no acabar.

-Bien, creo que puedo ayudarle.

-Gracias, haré lo que sea, quiero curarme lo más rápido posible doctor.

-De acuerdo le someteré a una terapia algo brusca pero imagino que efectiva.

-Lo que sea doctor.

-Primero tengo que conocer su orientación sexual.

-Soy hetero.

-De todos modos usted se someterá a una terapia sexual con los especialistas más jóvenes y guapos que ahora mismo tengo: la señorita Lucía, de 27 años y el señor Diego de 26. Puede que aunque sea hetero ayude una sesión con un hombre. Mañana comenzará la sesión, que durará seguramente unas 3 o 4 horas, así que venga descansado y con fuerzas.

-Aquí estaré.

Me marché de la consulta bastante satisfecho con el doctor, aunque un poco temerosos por el tratamiento.

Al día siguiente llegué puntual al lugar que me había citado el doctor. Después de llamar a la puerta, me llevaron directamente a una habitación grande con una gran cama de matrimonio que era lo único que ocupaba la sala, en el centro. Me dieron instrucciones de tumbarme en el centro sin hacer nada más que esperar.

Al cabo de unos minutos entraron una chica y un chico, ambos en bañador. Los dos eran guapísimos y estaban buenísimos, por lo que supuse y rogué que fueran Lucía y Diego.

La chica era alta, aunque no parecía más alta que yo. Tenía una melena larga y rubia y unos ojos azules, muy bonitos. Tenía unas buenas tetas que iban a juego con su cuerpazo delgado y con curvas.

El chico era algo más alto que la chica, seguramente de mi altura. Tenía el pelo castaño oscuro y unos ojos de un color marrón oscuro que hacían buena combinación con su impresionante cuerpo. Tenía los músculos muy bien definidos y marcados: pectorales, abdominales, bíceps... Además debajo de su bañador rojo, a juego con el de ella, se podía intuir una gran polla.

La chica fue la que habló.

-Nosotros somos Lucía y Diego como ya habrás supuesto y vamos a llevar a cabo tu terapia. Como eres hetero empezaré yo y después él. Si esto no sirve tendremos que cambiar de tratamiento. ¿Preparado?

-Claro.

Entonces Diego salió de la habitación y Lucía se aproximó, muy sensualmente a mí. Meneó sus caderas y todo su cuerpo, produciéndome gran excitación, hasta que llegó a mi altura y me besó. Fue un beso impresionante, largo y mucha lengua. Después del cual me dijo:

-Tú no hagas nada, déjate hacer.

Y yo así lo hice. Ella se quitó el bikini, dejando sus tetas al aire, colgando ante mí y después empezó a desvestirme. Me quitó primero la camiseta y empezó a besarme los pectorales. Me chupó los pezones hasta que se pusieron duros como piedras. Yo ya hacía rato que me había puesto duro, cosa que se notaba mucho. Ella siguió bajando con la los labios lentamente por mis abdominales hasta llegar al pantalón, que me quitó enseguida. Después estuvo tocando el enorme bulto de mi entrepierna hasta que me quitó mis ajustado bóxers y empezó a lamerme los huevos dejando el plato fuerte para el final. Yo me estremecía de placer mientras lo hacía, hasta que paró y me dijo:

-Ahora puedes empezar a actuar.

Dicho esto empezó a chuparme la polla, poco a poco, lentamente. Así que yo me puse de rodillas y empujé su cabeza contra mí, haciéndole tragar aquel trozo de carne. Estaba tan excitado que empecé a acelerar el ritmo hasta que ella me dijo que parara y colocó mi polla entre sus tetas, haciéndome sentir genial., pero sin lograr ningún resultado. Así que decidí que era el momento de empezar.

Me aparté un poco de su lado y me senté, invitándola a hacerlo encima de mí. Ella se sentó con cuidado, soltando suspiros de placer mientras empezaba a moverse. Yo aproveché y empecé a comerle sus enormes tetas. Entonces aumentamos mucho el ritmo haciéndonos gemir a los dos. Yo me tumbé boca arriba mientras le tocaba las tetas y ella se movía encima de mí dando rienda suelta a su placer.

Después, cambiamos de postura y decidí ponerme encima para dar más ritmo. En un rápido movimiento me puse encima de ella y mientras la besaba empecé de nuevo a penetrarla. Esta vez ella gemía con más fuerza y se notaba que se iba a correr pronto, pero no lo hizo puesto que ya tendría mucha experiencia con los hombres.

Ya llevábamos algo más de una hora desde que empezamos así que quise cambiar otra vez de postura. Salí de la cama y tiré suavemente de ella, hasta que estuvo cerca de mí. En esa postura comencé a besarla otra vez y poco a poco volví a penetrarla. El ritmo era lento por lo que, la cogí con mis brazos de forma que la agarraba por el culo y la espalda y ella quedaba suspendida, agarrada a mí con los brazos y las piernas. Como no pesaba mucho permanecí así, penetrándola con rápidos movimientos hasta que con una pequeña señal me dijo que la llevara a la cama. Yo así lo hice, y sin sacar mi miembro de ella nos colocamos de nuevo en la otra postura. Así permanecimos un tiempo en el que yo aumentaba el ritmo y los dos soltábamos jadeos cada vez más altos que salían entre nuestros labios todavía unidos. Entonces ella emitió un largo gemido y llegó al orgasmo con unas pequeñas contracciones de su vagina. Yo todavía no había acabado pero me hice a un lado y la deje marcharse.

Lucía se puso el bañador y antes de salir de la sala me dijo:

-Vístete completamente otra vez, a Diego le gusta empezar así.

Y yo así lo hice, esperando que llegara pronto. Al cabo de quince minutos (que yo aproveché para descansar del tiempo que había estado con Lucía) el chico entró en la habitación. Él también se había vestido.

Con un movimiento de los dedos y sin decirme nada, me dijo que me aproximara a él. Diego era un poco más bajo que yo, pero éramos igual de musculosos así que supe que me iba a encantar la experiencia. Yo me moví hacia él y empecé a besarle, primero sin lengua, pero luego las de los dos se encontraron a medio camino de nuestras bocas. Él paró un momento y me dijo:

-Aunque no lo creas, es mi primera vez con un hombre y quiero que vayamos despacio ¿de acuerdo?

-La mía también es mi primera vez, no te preocupes.

Y así empezamos a besarnos otra vez, ahora con más fuerza. Giramos mientras nos besábamos y nos fuimos acercando a la cama. Le empujé para que cayera de espaldas y yo me puse encima de él. Éramos como dos novios que los hacían por primera vez, pero que llevaban tiempo enamorados, por eso me puse tan cachondo.

Sin parar de seguir usando los labios y las lenguas, le quité la camiseta y pude admirar y maravillarme con sus  perfectos pectorales y abdominales y sus fuertes brazos. Yo no me quedé atrás y me quité mi camiseta también, dejando al descubierto mi también esculpido cuerpo.

-Veo que también te cuidas mucho.

-No me puedes dejar atrás, no.

-Da gusto hacerlo con chicos tan guapos como tú.

Ahora seguimos con más pasión todavía. Yo aparté mis labios de los de él y comencé a besarle todo el cuerpo hasta llegar a los pantalones que le quité rápidamente. Él me imitó besando suavemente mi cuerpo hasta llegar a los pantalones que también me quitó. Pero no paró ahí y me quitó los bóxers dejando al descubierto mi polla otra vez dura. Antes de comenzar con ella el también se quitó los suyos, destapando también una enorme polla.

Adiviné sus intenciones casi al instante y en poco tiempo estuvimos haciendo un genial 69. Nos tumbamos los dos de lado metiendo en la boca la polla del otro. Yo nunca había probado la experiencia. Fue genial. Al principio lo hicimos tímidamente pues los dos éramos novatos, pero en seguida lo empezamos a hacer más rápido, pues se sentía mejor que cualquier paja.

Cambiamos de postura. Él me cogió de la cadera y me hizo poner el culo en pompa mientras empezaba a lamérmelo. Yo sentía un gran placer, pero estaba un poco preocupado con lo que vendría después de eso. Él empezó a dilatar mi culo, primero con un dedo, luego con dos y hasta con tres. Di gracias a que se asegurara tanto de no hacerme daño.

-Por favor ten cuidado. Nunca lo he hecho así que te pido que no seas muy brusco.

-No te preocupes tendrá cuidado.

Y después de esto me dio la vuelta suavemente mientras me ponía el borde de la cama. Empezó a besarme con gran amor y poco a poco noté como me metía su polla. Yo gemía un poco del dolor que me causaba, pero él fue muy considerado y lo hizo muy poco a poco, de modo que casi no me dolió cuando acabó me la metió por completo. Entonces empezó poco a poco el mete saca, con cuidado de no hacerme daño, pero luego aumentó el ritmo, golpeándome con más fuerza y rapidez. Sus huevos chocaban contra mi culo al ritmo de las embestidas. Él empezó otra vez a besarme mientras aceleraba más el ritmo y notaba como estaba a punto de acabar. Entonces noté como se vaciaba en mi interior y como, exhausto, se tumbaba encima de mí, mientras yo le besaba con ternura.

-Ahora es mi turno. ¿Estás preparado?

-Vale, pero también ten mucho cuidado.

Entonces el proceso se repitió. Comencé a comerle el culo como si este fuese el mío y luego con cuidado, igual que lo hizo él, ayudé a dilatarlo con los dedos asegurándome más tiempo que él en que estuviera preparado. Cuando noté esto, me senté en la cama, invitándole a que lo hiciera encima de mí. Con algo de temor empezó a meterse mi polla en el culo, mientras yo le sujetaba la cara besándole con pasión. Cuando ya estuvo entera dentro empecé a moverme un poco arriba y abajo igual que él, mientras veía su cara de dolor. Yo no quería hacerle daño así que paré de moverme y le volví a besar apasionadamente. Él seguía moviéndose, cada vez más deprisa mientras su cara cambiaba del dolor al placer.

Entonces supe que estaba listo para seguir más deprisa. Así que le dije que se quitase de encima y cogiéndole de la cadera le puse a cuatro patas sobre la cama y yo de pie, coloqué mis manos en sus caderas y empecé con las embestidas. Él aguantaba cada una de ellas masturbándose también. Busqué con mi boca la suya. Cuando la encontré aceleré el ritmo sintiendo por primera vez las sacudidas previas y por último la corrida casi al mismo tiempo que la suya. Fue una gran corrida dentro de su culo y él, estoy seguro de que la notó y disfrutó igual que yo. 

-Parece que estás curado.

-Sí.

-Informaré al doctor del resultado de la terapia.

-De acuerdo. Recojo mis cosas y me voy.

Él me sonrió y como yo sabía que iba a ser la última vez que le vería le despedí con un apasionado beso.

-Gracias Diego. Dale las gracias también a Lucía. Hasta la vista.