miprimita.com

Palabra de Dómina

en Dominación

PALABRA DE DÓMINA: (introducción)

La gente siempre nos mira un poco raro al ver a George, (camisa larga, abotonada hasta los puños y pantalón oscuro, pese a los más de treinta grados de la habitación) limpiar con esmero el asiento de cualquier silla, antes de ofrecérmela. Cómo me la acerca después hacia la mesa y se queda ahí, a mi lado, muy tieso, esperando a que le diga lo que deseo pedir.

 

La inclinación sutil de su cabeza en asentimiento, cuando  le mando a por un refresco o café con leche; y el paso diligente con el que finalmente marcha a realizar su cometido, frustrando al auténtico camarero.

 

Sí, adoro observarle de espaldas, principalmente porque sé que está obedeciendo. Poder admirar su estructura delgada de "ceda el paso", ósea, muy ósea, como tallada de un sólo hueso- jodidamente duro de roer. Podría decir un par de cosas sobre eso... al fin y al cabo, me ha tocado a mí entrenarle.

Lamentablemente nadie pregunta.

 

Nadie se atreve a nada más que a hablar en un tono y a una velocidad que nunca son lo bastante bajos o rápidos para no resultarme inteligibles. Resulta increiblemente incómodo que prefieran hablar de mí que conmigo... con lo muchísimo que yo tendría que contar.

Y es que el chisme, como diría el propio George, es un ejercicio de lo más inútil e improductivo. Se pierde muchísimo tiempo intentando adivinar cosas que podrían ser respondidas del modo más amable... a alguien que demostrase un mínimo de educación.

 

Respecto a mí... Bueno... prefiero el término "institutriz", lo digo siempre.

Queda bonito, elegante. Tiene solera, muy "belle epoque". ¿No te suena a muselinas y corsets, a castigos contra la pared y veranos en San Sebastián? ¿A folletín victoriano, lecciones de piano y disciplina inglesa...?

Oh sí, claro que sí.

 

Todo el mundo sabe apreciar una buena y clásica maestra. Sólo tienes que mirar el porno. Están deseando tener una segunda mamá, cercana pero severa, que les enseñe hasta a pronunciar "la lluvia en Sevilla...", sin el acento paleto. Ya no lo aprenden ni en los colegios privados, de verdad.

Así que si lo miras desde mi punto de vista, esto es poco menos que una labor social: pura formación para adultos que no han aprendido de otro modo. "Educación en régimen especial" de niños algo tontos y demasiado creciditos. Una cosa tan inocua que se podría hablar de ella a la salida de misa o en un bar, porque no debería de avergonzar a nadie.

 

El tipo de trabajo que tarde o temprano es necesario que hagamos todas: un My Fair Lady, pero con acción y  hostias. Al gusto masculino.

Ya te digo que los hombres de hoy en día vienen casi todos excesivamente malcriados. Están demasiado consentidos y acostumbrados a huir del compromiso y la responsabilidad... a arreglarlo todo con rabietas y llantos, porque otras se lo han permitido.

Unas décadas de feminismo y hemos conseguido que bajen la tapa del váter y frieguen los platos. Si me apuras, también que se interesen por los preliminares y el cunnilingus, malaconsejados por las revistas, para que no les dejes por el vecino...

 

Calculo que en más o menos un milenio estarán en disposición de ofrecer fidelidad, a este paso. Y, sinceramente, no creo que nadie pueda permitirse esperar tanto.

Es por eso que ofrezco mi trabajo como educadora de señoritos díscolos: no me gustan los bebés llorones ni los niños de treinta, cuarenta, cincuenta añitos. Considero que alguien ha fallado en el proceso de hacerlos madurar y obligarls a desarrollar un par de huevos, porque sólo los usan para eyacular.

 

Hoy por hoy cuesta encontrar un hombre que sea hombre, no crío. No hay Wendys suficientes para tanto Peter Pan. Me da asco hasta cuando lo escribo: señoras, los hemos vuelto unos inútiles.

Me encantaría decir que en mis tiempos todo era distinto, pero lo cierto es que nací en los ochenta, con todo el pescado vendido y una generación previa de bueyes y perros pachones.

Al jefe, ni toserle. Amiguitos de sus amiguitos. Obedientes con la "mamma". ¿Qué se puede esperar de tipos cuyo único acto de hombría consiste en follarse a otras a tus espaldas? Unos betas a los que sólo se tolera como el paso previo a volvernos lesbianas; por no ser menos que Fulana, que está casada, preñada y parece que ha triunfado en la vida...

Parece que hay que joderse... Pero poco y mal. (Casi dando las gracias si no es con un aparato eléctrico)

 

Es posible que a estas alturas estés preguntándote cómo permiten que les trate y les hable  así;  por qué no se rebelan nunca. Dos secretos: sí lo hacen, pero ls freno rápido y además, como he dicho ya, les gusta.

Sólo tienes que mirar cómo mi George disfruta con algo tan simple como acariciarme la espalda al tomar el bolso, creyendo que me trago que ha sido por un descuido. Un roce robado y ya está tan dura que podría colgárselo de allí mismo.

De vez en cuando hay que permitir que se crean más listos. Dejarles salirse con la suya dos, tres veces, que se exciten con el peligro... y entonces sí, cartigarls. Por graciosos y encantadores que resulten, no hay que olvidar que tenemos una responsabilidad: educarlos supone, forzosamente, autoobligarnos a ser consecuentes.

Se lo debemos.

Pobrecitos.

 

Un pupilo no es un sumiso, y no hay que correr el riesgo de confundirse y consentirlos. Quererlos, cuando están siendo adiestrados para otra mujer. No es muy diferente de domesticar un cachorro de perro lazarillo. Necesitan aprender lo básico de sus futuras obligaciones, ni un poquito más.

No hay que permitir que nos tomen demasiado apego. Imagina la decepción de sus futuros dueños ante un sirviente excesivamente nostálgico y llorón...

Después de todo, la mayor parte de las veces me contratan para ayudar a domesticar maridos, y no creo que resulte divertido creer que cuando se echan a tus pies, estén pensando realmente en someterse a otra.

 

Es un tema de ética profesional y "savoir faire": una clienta satisfecha siempre es garantía de un buen boca-a-boca. Aunque sólo sea de cara a su mejor amiga... que siempre podrá comentárselo a otra. Créelo o no, pero alrededor del 80% de este negocio se mueve por recomendación.

Todo el mundo conoce casos de un hijo que se niega a salir de casa, o un infiel compulsivo. Un jefe prepotente, un empleado irrespetuoso, un dependiente emocional colgado de una ex que lo tiraniza... Un padre con la crisis de los cincuenta años, dispuesto a follarse su mitad de pasta tras el divorcio. Cuando todo lo demás falla y el orgullo les impide acudir a un psicólogo... entonces entro yo.

 

No hay nada más satisfactorio que ayudar a una hermana a tomar el control de su entorno y su familia. Darle a todos esos hombres justo lo que necesitan...

El tratamiento que se merecen.

Por eso en esta serie hablaremos sobre las historias de algunas de estas personas, alumnos y futuras tutoras, los casos que salieron satisfactoriamente y los que no, fiestas... y, por supuesto, también de mi día a día con George, empresario de éxito pero mayordomo de vocación, el único de todos estos caballeros que decidí tener permanentemente a mi servicio.