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Un amor inesperado VI

en Lésbicos

No me burlo-dije-mientras me dirigía a la sala de estar-. Al pasar de 5 minutos la escuche decir.

¡Ayuda!-me levanté del mueble y camine a la cocina-.

¿Qué sucede?-pregunte-.

Me corte-dijo- mientras hacía un puchero-.

¡Auch!, ¿Quieres ir al hospital?-pregunte-.

No-dijo ella-. Busca en el baño un botiquín de primeros auxilios y me limpias, por favor.

Está bien, ya voy. Fui al baño lo más rápido que pude y regrese.

Déjame ver-dije-hice una mueca de dolor.

¿Es muy grave?-preguntó-.

Sólo un poco. Te voy a limpiar. Acerqué su mano al fregadero y la lavé con jabón;

¡Auch!, me arde.

Lo siento-dije-. Siéntate.

Ella se sentó y termine de limpiar su mano con unas gasas y agua oxigenada, luego sequé y la envolví con una venda.  

¿Mejor?-pregunte-.

Sí, gracias. ¿Y ahora que voy a hacer?-dijo en un tono triste mientras se levantaba de la silla.

Por ahora, ve a la sala. Recuéstate y yo me encargo de la cena.

Pero es que quería cocinarte. De verdad.

Lo sé. Pero en el proceso te cortaste y yo no quiero comida con sangre-dije y ella se rió-así que ve a la sala busca una película y yo cocino.

Está bien-aceptó-a regañadientes.

Yo limpie algunos restos de sangre que quedaron en el fregadero y me puse a cocinar. No era la receta que ella quería, pero algo me decía que le gustaría.

Vamos a ver que hay por aquí-me dije a mi misma-mientras abría la nevera.

¡Bingo!, esto me servirá, y esto; esto también y esto último. Perfecto, ahora sí.

Termine de cortar los vegetales que ella había dejado, los guarde un momento. Y empecé a limpiar el brócoli. Pensé que nunca terminaría. Mientras lo hacía podía escuchar claramente como Daniela en la sala pasaba de canal, mientras se quejaba.

No hay nada bueno que ver-gritó-

No importa, busca algo que hacer. No te quiero en mí cocina.

Soltó una carcajada. ¿Tú cocina?-preguntó- con un tono burlón.

Sí, mi cocina-conteste-. Y sin darme cuenta la tenía detrás de mí, pude sentir su respiración muy cerca de mi cuello. Eso me alteró un poco. Sentirla tan cerca, abrazándome, tenía ganas de estar con ella.

La empuje un poco para alejarla de mí y lo disimule con el hecho de que debía meter los vegetales en el horno.

¡Hola! ¡Hola!-llegue-

¿Y tú eres?-la escuche decir-.

Una amiga-contestó una voz- Era Verónica.

¿Qué haces aquí?, pensé que dormirías fuera.

Gracias por el recibimiento, amiga-dijo Verónica-.

Lo siento, es que estaba ocupada.

Hola Verónica, ¿Qué tal?

Si, ya veo que estas ocupada-dijo-mientras veía a Daniela y se reía. Ella es una vieja amiga, se llama Lucía.

Ah, mucho gusto, soy Fabiola.

Mi novia-dijo Daniela-mientras nos mirábamos.

Hola, ¿Qué tal?-recibí en respuesta- Soy Lucía. Al tomar su mano dirigió hacía mi una mirada extraña, como seductora.

Bueno, yo seguiré cocinando mientras la dueña de la casa las atiende. Al decir esto me volteé y fui a la cocina a terminar la cena. Pude escuchar a Daniela invitar a Lucía y a Verónica a la sala, les ofreció algo de tomar.

Las llevaré a la cocina-dijo-mientras tomaba las bolsas que habían traído.

Yo estaba concentrada cocinando. Hasta que sentí un apretón en uno de mis glúteos.

¡Ey!-dije-

Daniela solamente se rió de forma pícara.

Antes de servir la comida, recogí un poco y fregué lo que ensucié.

¡Necesito ayuda!-dije-

Yo voy-recibí en respuesta-

Hola de nuevo-dijo-. Era Lucía.

Sólo sonreí.

¿Con que quieres que te ayude?

Poniendo los platos y los cubiertos en la mesa, por favor. Aquí están los platos-dije-mientras los colocaba cerca de ella. Y los vasos están acá-me acerqué al gabinete, lo abrí para sacar los vasos, sentí como mi camisa se subió y al voltear vi a Lucía muy cerca de mí.

Te faltó un botón-dijo-y recorrió toda la hilera de botones de mi camisa, hasta abrochar el último.

Yo…-no me dejo terminar y colocó su dedo índice sobre mis labios mientras reía de forma pícara.

De nada-dijo finalmente- y se fue.

Me quede inmóvil por unos segundos. Era una situación muy incómoda. Luego de eso simplemente me dirigí a la mesa y serví la comida. Me senté en mi lugar a lado de Daniela y me dispuse a comer, no dije palabra alguna. Daniela, Verónica y Lucía hablaban plácidamente. La verdad, no sabía cómo tomar lo que había sucedido en la cocina, desde que comencé mi relación con Daniela ningún hombre o mujer se me había acercado.

Debo decir que todo te quedo delicioso-dijo Daniela-yo no dije nada al momento. Toc, Toc! ¿Hay alguien ahí?

Al sentir el roce de su mano, reaccioné. Perdón, ¿Qué dijiste?

Dijo que todo te quedo exquisito y concuerdo completamente con ella-contestó Lucía-.

Yo alcé la mirada hacía ella. Gracias, que bueno que les gustó. En ese momento sentí que mi celular vibraba, era una llamada; de Tomás.

Permiso-dije-me levanté de la mesa y me salí del departamento.

¡Aló!

¡Aló!-contestó-Fabiola necesito tu ayuda, ha ocurrido algo.

Dime Tomás, ¿Qué sucede?

Estoy en el hospital. Uno de los…

¿Qué te pasó?, ¿Estás bien?-dije, sin dejarlo terminar-.

Si, si yo estoy bien. Uno de los modelos que participan en la nueva campaña se sintió muy mal y tuve que traerlo; pero no traje dinero y como podrás imaginar alguien tiene que pagar la cuenta del hospital, ¿Te importaría ir al set de fotografía y traer mi billetera? Yo le avise a mi asistente que ibas para allá te está esperando.

¡Oh! Entiendo-dije-está bien voy por ella. Te llamó cuando llegue al hospital. Por cierto, ¿en cuál estás?

En el Santiago de Nazareth.

Ok, ya voy para allá. Colgué el teléfono y entré de inmediato al departamento.

¿Sucedió algo?-preguntó Verónica.

Si, lo siento me tengo que ir. Un amigo está en el hospital y necesita ayuda. ¿Y Daniela?

Está en el baño-contestó Lucía-.

La esperaré para decirle. En ese instante Daniela salía del baño. Me acerqué a ella; y notó la expresión que tenía.

¿Qué sucede mi vida?

Es Tomás, está en el hospital con uno de los modelos, al parecer se sintió muy mal y él lo tuvo que llevar. Me tengo que ir. Siento dejarte con todo esto.

No importa, yo entiendo. ¿Quieres que vaya contigo?

No, no creo que sea buena idea. Mejor quédate a descansar. Paso por ti mañana. ¿Te parece?

Está bien. Adiós. Salúdame a Tomás. Te amo-dijo finalmente-.

Te amo-dije mientras me acerqué para besarla- Adiós. Adiós Verónica. Un placer Lucía.

Fui por mi auto. Y luego me dirigí al set de fotografía para buscar la billetera de Tomás, no hizo falta que me bajará del auto. La asistente de Tomás me estaba esperando. Tome la billetera y me fui lo más rápido que pude al hospital. Tomás me esperaba en la sala de emergencias.

¿Cómo está?-pregunte-.

Aún no lo sé, el médico no me dice nada.

¿Y su familia?

Ya le avise a su hermana. Está de viaje pero ya viene hacia acá.

Entiendo. ¿Necesitas algo?

No, estoy bien.

Estuvimos en silencio un buen rato. Pasaron horas y horas y nadie nos informaba nada sobre el estado de salud de Diego. Observé como Tomás se levantaba apresuradamente al ver al doctor.

¿Cómo está Diego doctor?-preguntó-.

¿Son ustedes familiares?-preguntó-.

Yo soy su cuñado-dijo Tomás- lo cual me sorprendió mucho. No me había contado nada sobre estar saliendo con alguien.

El señor Cabrera se encuentra estable-dijo el doctor- tuvimos que operarlo, al parecer su intestino delgado estaba a punto de reventarse, pero logramos estabilizarlo. Dentro de unas horas podrán pasar a verlo.

Gracias a Dios.

Tomás se sintió más relajado al escuchar las palabras del doctor.

Muchas gracias-dijo Tomás y a su vez estrechaba la mano del doctor.

¿Tu cuñado?-pregunté algo molesta-¿Por qué no me lo contaste?

Iba a hacerlo, de verdad que sí. Pero he estado muy ocupado, entre la nueva colección y las fotos se me paso decirte…

Antes de que pudiera continuar, una mujer llego y se abalanzó sobre él, abrazándolo.

¿Cómo está él? ¿Cómo está Diego? ¿Dónde está?-decía la mujer-

Cálmate, mi amor. Diego está bien, ya está estable. Siéntate-decía Tomás para calmarla-yo me quede ahí sin decir nada.

¿Puedes esperar aquí?-me preguntó Tomás-

Está bien-le dije-el llevó a la mujer al cafetín del hospital.

Cuando este más calmada te la presento.

Sólo asentí. Poco a poco se fueron alejando.

Me quede esperando en la sala de emergencia. Los minutos se me hacían horas. Y de repente me puse a pensar en lo que había pasado con Lucía en casa de Daniela. Fue algo muy extraño. La forma en la que me miraba. Y el cómo cambió su trato luego de eso. En fin, deje de pensar en eso; no quería darle demasiadas vueltas al asunto, ni ver cosas que no existían. Recordé el hecho de que Tomás no me había contado de su nueva relación, analicé su respuesta y dentro de mi sentía que no era suficiente. ¿Por qué me lo ocultaría? El sonido de mi celular me sacó de mis pensamientos.

Contesté y era un cliente que quería una cita; la concreté y colgué. No sabía qué hacer ahí y empecé a hojear unas revistas. Mi teléfono se estaba quedando sin batería. Alcé la mirada y vi a Daniela entrando.

¿Qué hace aquí?-pregunté extrañada-

Hola, yo también te extrañe-dijo en tono juguetón-gracias por ese recibimiento.

Lo siento-decía mientras me acercaba a ella-Es que creí que te quedarías en tu departamento.

¿Cómo estás?-preguntó mientras se acercaba para besarme-

Algo tensa-dije mientras correspondía a su beso-pero ahora estoy mucho mejor. Reí y ella también.

Tomás se acercaba. Aclaró su garganta.

Hola chicas. Les quiero presentar a Bianca. Al escuchar su nombre un frío intenso recorrió mi cuerpo y no sabía por qué. La primera en saludar fue Daniela.

Hola, ¿Qué tal?-mucho gusto-Soy Daniela. Amiga de Tomás y novia de Fabiola.

Y entonces en ese momento la recordé. Era Bianca la mejor amiga de Isabella; hacía mucho que no sabía nada de ella. Me quedé paralizada. Estaba muy cambiada, por eso no la reconocí; y luego comprendí porque Tomás no me había contado nada sobre ella. Luego del accidente de Isabella, Bianca dejó la ciudad, se fue sin despedirse. Ni siquiera de Tomás, ellos habían iniciado una relación en aquel entonces.

Bianca, ¿Cómo estás?

Ella sólo se abalanzó sobre mí y me abrazo. Pude sentir como lloraba. Yo me quedé inmóvil. Viví pensando que me odiaba, que no quería verme. Cuando yo estaba con Isabella, Bianca y yo nos hicimos grandes amigas, siempre bromeábamos y salíamos, compartíamos nuestras cosas; pero cuando se marchó eso cambio; y siempre pensé que me culpaba. Así como lo hice yo.

Lo siento, yo me fui y nunca supe si debería volver. Perdóname-dijo finalmente- en ese momento sólo la abracé y ella me devolvió el abrazo.

No sabes cuánto te extrañe, siempre pensé que vivías odiándome y culpándome.-mientras le decía esto pude ver la cara de asombro y de extrañes que tenía Daniela. Bianca también se dio cuenta. Deje de abrazarla y la tomé de las manos.

Así que tú eres la novia de Fabiola-Bianca miró a Daniela de arriba a abajo-es un gusto para mí conocerte. La solté de las manos y me coloqué al lado de Daniela.

Ella es una gran amiga, hace tiempo que no sabíamos nada de ella. En ese instante se dirigía hacia nosotros una enfermera.

¿Los familiares del Sr. Diego Cabrera?

Aquí estamos señorita-contestó Bianca-

Ya pueden pasar a verlo, pase por aquí por favor-dijo la enfermera, mientras guiaba a Bianca y a Tomás hacia la habitación.

Yo me quedé en la sala de espera con Daniela. Cuando al fin me dispuse a hablarle sonó su celular y se alejó para contestar. Duró un buen rato hablando por teléfono.

Me fije en la hora y vi que era tarde. Pregunte en la recepción cual era la habitación de Diego y fui allí. Les dije a Tomás y a Bianca que debía irme, tenía que llevar a Daniela a su casa, a descansar y que yo también debía hacerlo. Ellos entendieron y me despedí.

Pero antes de irme Tomás me pidió que les llevara a él y a Bianca una muda de ropa.

Ten-dijo Tomás, mientras me daba las llaves de su departamento-Bianca tienes sus maletas en mi departamento.

Está bien. ¿Quieren algo más? ¿Comida?

No, no yo no quiero nada-dijo Tomás-

Yo sí-dijo Bianca-de la estación salí de inmediato para acá y no comí nada.

Está bien, ¿qué quieres?

Un Sándwich, algo ligero.

Ok, nos vemos al rato. Salí de la habitación y no vi a Daniela; la busqué y no la encontré, se me hacía más tarde. No quería dejarla, pero no supe donde estaba, además yo volvería al hospital. Y sin pensarlo dos veces me fui.

Llegue al departamento de Tomás. Busqué lo más rápido que pude las mudas de ropa, la guardé en un bolso y salí del departamento. De camino al hospital, hice una parada para comprarle el sándwich a Bianca.

Me estacione, baje del auto y me dirigí a la habitación. Al llegar, vi a Bianca dormida y Tomás no estaba. Pensé en llamarlo pero mi celular se había quedado sin batería. Decidí esperarlo. Me acomode en un espacio del mueble donde estaba Bianca, cerré mis ojos por un momento y sin darme cuenta me quede dormida. No sé cuánto tiempo paso.

Sentí como alguien me daba unos golpecitos en el hombro.

Ey!, dormilona, despierta-era Tomás-.

Lo siento-dije-yo…antes de terminar la frase, alcé la mirada y vi el rostro de Daniela, tenía una expresión de desagrado, pensé que era porque la había dejado sola, pero después me percaté de que era porque Bianca estaba abrazada a mí.

Lo siento me quede dormida.

Si, ya nos dimos cuenta-dijo Daniela en un tono molesto-.

Coloque el bolso y el sándwich en la mesa-le decía a Tomás mientras me levantaba del mueble de manera muy cuidadosa para no despertar a Bianca.

Está bien, gracias. Creo que ya se pueden ir a descansar.

Yo asentí, intenté tomar a Daniela de la mano y ella la alejó. Estaba molesta.

Adiós Tomás-dijo mientras le daba un beso en la mejilla-.

El la abrazó y se despidió de ella. En el mismo instante en que puso un pie fuera de la habitación, empezó a caminar lejos de mí y llegó al carro en un santiamén.

Yo me tarde un poco, me sentía adormitada. Una vez que desactive la alarma, Daniela entró al auto y yo también.

¿Quieres que te lleve a tu departamento?

No, quiero ir al tuyo. Verónica me pidió el departamento está noche.

Con razón-dije-mi comentario pareció no gustarle.

¿Por qué dices eso?—preguntó intrigada-

Porque si Verónica no te pidiera el departamento esta noche, no te quedarías conmigo.

No contestó. Desde que comenzamos nuestra relación eran escasas las veces en las que Daniela pasaba la noche conmigo o iba al departamento, siempre buscaba una excusa. No es que me moleste que no quiera quedarse. Pero quisiera que cuando eso pase, sea porque ella así lo quiere no porque se sienta obligada.

Llegamos al departamento y le dije donde quedaba cada lugar, la sala, el comedor, la cocina, las habitaciones, la biblioteca, etc.

Ella lo recorrió con la mirada.

Ven, sígueme-dije- esta vez estreche mi mano hacia ella y la tomó.

Le mostré las habitaciones.

Puedes dormir en la que tú quieras-dije-

¿Acaso no dormiré contigo?-preguntó-

Ya que insistes-dije y esbozó una pequeña sonrisa que desapareció al instante-.

¿Cuál es?

Esa de allá-señale la habitación que quedaba la final del pasillo.

Entró y se sentó en la cama, no parecía estar cómoda.

¿Prefieres que te lleve a un hotel?-pregunté-

No, estoy bien. Es sólo que…

¿Qué qué?-pregunte antes de que pudiera terminar.

Es que tengo miedo… Al escucharla decir eso me entristecí.

¿Miedo? ¿De mí?

No, de ti no. De lo que pueda pasar.

A ver, explícate porque no estoy entendiendo absolutamente nada. Intenté sentarme a su lado, pero se alejó.

Estoy esperando una explicación.

Te deseo, Fabiola. Quiero hacer el amor contigo. Tú me provocas, cada gesto, cada palabra. No me gusta venir a tu departamento porque me siento insegura, porque tengo miedo de no poder controlarme. Sus palabras provocaron en mí una gran sonrisa no pude evitarlo.

No te burles.

No me burlo. Y dime ¿Qué tiene eso de malo?

Nada, yo sé que no tiene nada de malo. Es que cuando estoy contigo me siento otra persona.

¿Y eso es bueno o malo?

Malo.

¿Y por qué?

Porque ya me acostumbre a ti. Cuando estoy contigo siento que puedo contra cualquier cosa, pero cuando no estás cerca siento que me falta algo y me siento mal. Y no quiero depender de ti, no de esa manera.

¿Y qué quieres hacer?

Nada, no quiero hacer nada.

Está bien.

¿Te puedo preguntar algo?

Si, lo que quieras. Dime.

¿Bianca y tú?... ¿Fueron novias?

Al escuchar sus palabras no pude evitar soltar una carcajada.

Ella frunció el ceño, de un brinco se levantó de la cama, me pegó en el hombro y se salió del cuarto.

 Espera-dije mientras la tome de la cintura-yo quede justo detrás de ella. Quise provocarla. Me acerqué a su oído y le respiraba, con mis brazos rodee su cintura, pude sentir como se aceleraba su pulso mientras con sus manos acariciaba mis brazos; luego le contesté sin dejar de abrazarla.

No, no fuimos novias. Sólo somos grandes amigas.

Ella se relajó poco a poco. Y empezó a acariciar mi cabeza, acercándola a su hombro. Era como si estuviera aliviada.

¿Por qué la pregunta?-dije-¿Estás celosa?

Sí-dijo-la firmeza con la que respondió me dejo perpleja.

No tienes por qué. Yo te pertenezco a ti y sólo a ti-dije-mientras la volteaba hacia mí y besaba su frente.

¿No lo entiendes verdad?-preguntó-

¿Entender qué?- respondí intrigada-.

Tú me haces ser egoísta. Te quiero solo para mí. El simple hecho de verte con alguien más me desagrada. Incluso si ese alguien es “una amiga”.

Ahora eres posesiva-bromeé-eso me agrada. Ella rió y me abrazo.

No tienes porque sentirte insegura. No existe nadie en este mundo que pueda alejarme de ti. Por cierto, aquí no pasará nada que tu no quieras-dije finalmente mientras acariciaba sus mejillas-.

Ella cerró los ojos y se acercó para besarme. Yo correspondí a su beso.

Que rico beso-dije-

Daniela esbozó una sonrisa, abrió los ojos y me alejó de ella.

Tonta-dijo-me encantas. Vamos a dormir.

Te puedes poner cualquier piyama.

Está bien, gracias. Pero primero quiero darme un baño.

Yo también, ¿Cómo hacemos?