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Siempre Tú VIII

en Lésbicos

Susana: Te lo dije. Te dije que un día me buscarías y rogarías por mí. Se detuvo. Imagina que soy ella, y hazme el amor. Continuó. Imagina que soy Clara. Al escuchar sus palabras quede sorprendida. No podía ser. 

Gabriela: Será una noche que jamás olvidarás. Esa voz, era su voz. La reconocí de inmediato. Era Gabriela, estaba con alguien más. Estaba con... Un nudo se formó en mi garganta... Estaba con Susana.

Susana: Dime que me deseas.

Gabriela: Shhh! Deja de hablar. Fue lo último que escuche. Durante un rato solo podía escuchar, gritos y gemidos. Adelante un poco, escuchar como le hacía el amor me torturaba. Era increíble después de tanto tiempo, aún me dolía, dolía su recuerdo en lo más profundo de mi ser.

Detuve la grabación.

Gabriela: ¿Y bien? Dijo finalmente alguien.

Susana: Aun insistes en saber, ¿no?

Gabriela: Sabes que si, me lo debes. 

Susana: Esta bien.

Gabriela: Cuéntame con detalles. Mejor dicho dime la verdad de lo que se supone que ocurrió entre tú y yo.

Susana: ¿Acaso dudas de mí? Dijo, y ambas rieron.

Gabriela: No creo que te guste mi respuesta. Esta vez solo una rió.

Susana: Bueno ahí te va, sin anestesia. Sin mentiras. Todo fue idea de su amigo, Carlos. Carlos Iriarte. Detuve la grabación al escuchar su nombre. ¿Qué? Pensé, no puede ser. Me tome unos minutos antes de seguir escuchando, necesitaba asimilar lo que acababa de escuchar. Al principio pensé que se trataba sobre la vez que descubrí a Gabriela y Susana, pero no era así. Es alguna clase de confesión, la confesión que Gabriela prometió darme, la que yo nunca quise aceptar.

Gabriela: Lo sabía.

Susana: Te tardaste un poco para averiguarlo.

Gabriela: Continúa.

Susana: El fue quien me llamó, al principio no quería, pero acepté porque estaba dolida. Realmente estaba interesada en ti y tu desde la noche que nos conocimos, siempre me despreciaste, a excepción del beso que te robé, y todo por ella. Por Clara. La verdad no se que tanto le ven. Sólo para aclarar aún estoy interesada en ti.

Gabriela: ¿Que más?

Susana: Como te dije él lo planeó todo. Llamó a tu secretaria para concretar la cita, consiguió la droga, yo la coloqué en tu bebida. Fuimos a tu departamento y el resto ya lo sabes, llegó Clara y bla bla bla.

Gabriela: Gracias.

Susana: No me agradezcas cariño. Más bien gracias a ti por esta noche. Por cierto recibiste la invitación.

Gabriela: ¿Invitación? ¿De qué?

Susana: De la boda. Mejor dicho de su boda.

Gabriela: ¿Cómo?

Susana: Si cariño. Tu adorada Clara se va a casar.

Gabriela: ¿Quien te dijo eso?

Susana: ¿Quién crees? Carlos. Ese hombre es malo de verdad. Llevaba tiempo planeando algo para separarlas y cómo dicen, quedarse con la chica y lo logró.

Gabriela: Ven aquí. Se escuchó como la besaba. Espero que lo hayas disfrutado, porque esto será lo último que tendrás de mí.

Susana: Me doy por bien servida, cariño. Se que jamás te tendré, no como quiero. Me queda la satisfacción de que estuve entre tus brazos una vez y debo decir que fue mejor de lo que esperaba. Ve, búscala y arregla las cosas... Si es que aún tienes oportunidad.

Luego de esas palabras el silencio se hizo presente. Adelanté y no había nada más. Apagué la grabadora y me senté en la sala viendo hacia la nada. Solo pensaba en que iba a hacer a partir de ahora. Carlos me había mentido todo este tiempo. Que idiota me sentí. Me dejé llevar por el, cegada por la rabia y el dolor, lo deje entrar en mi vida. Perdí a la persona que más amé, que aún amo, por un mal entendido, por no querer escucharla. Me sentí tan mal, la realidad llegó para golpearme, después de tanto tiempo; mi mundo acababa de dar un giro de 180 grados. Debo volver, debo hablar con ella. Tengo que hablar con ella.

Alguien abrió la puerta y me sacó de mis pensamientos. Era Carlos.

Hola mi amor. Dijo mientras besaba mi mejilla.

Quiero el divorcio le exigí.

¿Qué? Preguntó confundido. Clara, pero por... No lo dejé terminar. Siéntate y cállate le ordené.

¿Quieres saber por qué? Por esto. En ese instante tome la grabadora y reproduje la parte en la que Bárbara confesaba todo. El no dijo nada. Salí como alma que lleva el diablo a la habitación, para hacer las maletas. Llame a una agencia y reserve un boleto de avión. Salí y Carlos estaba en la puerta.

Clara, por favor espera. Déjame... Lo interrumpí de nuevo.

¿Que te deje que? Explicarme. Me destruiste Carlos, destruiste lo más hermoso y real que alguna vez tuve. Y eso no te lo voy a perdonar nunca. Te quiero lejos de mi vida para siempre.

Me dirigí al aeropuerto y espere para abordar. El viaje se me hacía eterno, sin darme cuenta me quedé dormida hasta que aterrizamos. La ciudad había cambiado mucho en todo este tiempo. Tomé un taxi y le pedí que me llevara a casa. Estaba temprano aún, desayuné, me duché. Practique de muchas maneras todo lo que quería decirle. No quería esperar más así que me fui a buscarla.

Llegué al piso donde estaba su bufete, como no vi a su secretaria, toqué la puerta de su oficina y entré.

Perdón, no quise interrumpir. Dije algo apenada. No podía creer lo que veían mis ojos.

¿Clara? Dijo sorprendida Gabriela. Ella estaba con alguien más. Estaba con Bárbara.

¿Podemos hablar? Pregunté.

¿Que haces aquí? Espetó Gabriela.

Será mejor que yo me vaya. Dijo Bárbara.

No, espera. Gabriela la detuvo. No te vayas.

Ustedes necesitan hablar, aclarar todo. Debo irme. Se acercó a ella y besó su mejilla. Mientras le susurraba algo. Al ver eso sentí ¿Celos? No estaba segura. Sólo sé que no me gustó en absoluto.

Pero... Dijo Gabriela. Le lanzó una mirada extraña. Era evidente que no quería quedarse a solas conmigo.

Clara. Dijo Bárbara mientras se alejaba.

Bárbara. Respondí y ella asintió. Escuché la puerta cerrarse.

¿Puedo? Le pregunte mientras señalaba una silla.

Si, claro. Dijo un poco nerviosa. ¿Y bien? ¿Que haces aquí? Preguntó en un tono más calmado.

Perdóname. Dije sin esperar mucho.

¿Cómo? Preguntó extrañada. Lo siento pero no entiendo.

Yo vine porque quiero pedirte perdón. Le dije mientras me levantaba de la silla.

¿Y que se supone que debo perdonarte? Preguntó.

Me acerqué a ella. Perdóname por no creer en ti, por no luchar por lo nuestro. Por no... Luchar por... Nuestro amor. Al decir esas palabras un nudo se formó en mi garganta.

¿Por qué ahora?

Porque ahora se la verdad. Y no tienes idea de lo mal que me siento.

¿Que no tengo idea? Dijo mientras suspiraba. ¡Ay! Clara, si tú supieras. Continuó. No te imaginas cuantos días, cuantas noches rogué a Dios porque llegara este momento. Pero ahora ya no importa, porque lo superé. Superé el hecho de que no confiaras en mí, incluso quise odiarte pero no pude.

Sus palabras se clavaron muy dentro de mí como un puñal.

Por favor vete. Tengo mucho trabajo y no puedo seguir perdiendo el tiempo.

Está bien. Unas lágrimas se asomaban en mis ojos.

Espera-dijo y soltó un suspiro-lo siento-siguió- no debí hablarte de esa manera.

No importa, lo entiendo. Es lo menos que me merezco, después de todo el dolor que te cause.

Sí, pero eso no es excusa. ¿Puedo preguntar a que viniste?

Vine porque quiero arreglar las cosas entre tú y yo-un nudo se fue formando en mi garganta, no lo pude evitar y comencé a llorar. Yo… Lo siento tanto Gabriela, fui una idiota, espero puedas perdonarme-decía entre sollozos.

Ven aquí-dijo-y sin más, me abrazó. Tranquila, todo va a estar bien.

Yo no podía articular palabra alguna- me limité a abrazarla, abrazarla con tanta fuerza, intentando llenar el vacío de todos estos años. No quería despegarme de esos brazos, en los que había sido tan feliz.

Ven, siéntate. Déjame traerte un poco de agua-decía mientras se separaba de mí y me acercaba a una silla. Me acercó el vaso y se sentó a mi lado. Yo tomé un sorbo de agua

¿Más tranquila?

Sólo un poco.

Las dos fuimos víctimas de la situación. Fue injusto y doloroso; pero supongo que nos tocó vivir eso.

Si, pero tú ya lo superaste y yo… Yo, ahora es que lo descubro. Viví tres años de mi vida engañada Gabriela, ¿Cómo se supera algo así?- no pude aguantar y rompí a llorar de nuevo- me levanté- lo siento, no era así como lo imaginaba, perdóname por venir a importunarte con mi drama.

Ya, deja de disculparte. Llora todo lo que quieras- volvió a abrazarme y definitivamente sentí mi mundo caer de nuevo- además no puedo dejar que salgas de aquí así, dirán que te hice algo y para mi reputación eso sería fatal-dijo en broma y ambas reímos-

No me sueltes todavía, por favor-supliqué-.Ella se limitó a abrazarme más fuerte. Duramos en esa posición un buen rato, ella comenzó a frotar mis brazos y yo a jipiar, intentando calmarme. Se fue alejando poco a poco y volvió a sentarme en la silla. Me dio agua nuevamente y con un pañuelo comenzó a secar mis lágrimas.

Tranquila, lo superarás, créeme-me dedicó una sonrisa tierna y se sentó a mi lado-

¿Estás segura?

Te lo garantizo- ambas reímos-.

Mejor, hablemos de cosas menos tristes.

¿No quieres saber cómo me enteré?

¿La verdad?

Yo solo asentí.

No, no quiero. Por lo menos no hoy. Cuéntame que ha sido de tu vida, ¿Tienes hijos?

No, gracias a Dios, no

¿Y por que lo dices así? Suena cruel.

Creo que sabes la respuesta.

Bueno… hablemos de trabajo mejor.

No es por presumir-dije en tono pretencioso- pero me va excelente.

Ah que bueno, ves que no todo va mal.

¿Y a ti como te va? ¿Cómo has estado?

Muy bien, no puedo quejarme. El trabajo excelente y pues Bárbara y… su secretaria nos interrumpió- la verdad es que me sentí aliviada, no quería escuchar lo que venía en esa frase “Bárbara y yo”, era obvio. Me dolía.

Dra. Lo siento, tiene una llamada urgente del Dr. Goncalves.

Está bien Rosa, ya lo atiendo.

Bueno, parece que ese es mi aviso-dije mientras me ponía de pie-

Lo siento, el deber me llama- me hizo sonreír-

Si, lo entiendo. Debo irme.

Ten-acercó su mano hacia mí, con su tarjeta- si necesitas algo, no dudes en llamarme, lo que sea. Se por lo que estás pasando y créeme, necesitaras algo de compañía o alguien con quien hablar. Rosa, acompañe por favor a la señorita-dijo mientras se acercaba a su escritorio-.

Gracias.

Tranquila, vas a estar bien-dijo mientras acariciaba mi mejilla-. Me acerqué a la puerta-

¿A cualquier hora?-pregunté, mientras levantaba su tarjeta-.

A cualquier hora- respondió. Salí del edificio, y no sé porque, pero me invadió una sensación de tranquilidad, sentía paz. Gabriela fue tan comprensiva, me perdonó. Y paso por mi mente, un absurdo pensamiento, ¿tendré alguna oportunidad de recuperarla? ¿Será? Una sonrisa se dibujó en mi rostro ante esa posibilidad. Al salir del edificio me dirigí a mi departamento, necesitaba terminar de desempacar, organizar algunas cosas, avisarles a mis padres que regrese a la ciudad, ¡Ay no! Mi padre pondrá el grito en el cielo, cuando se entere que me divorciaré de Carlos; a estas alturas me da igual.

Me mantuve alejada por un tiempo de Gabriela, no quería causarle problemas de ningún tipo a pesar de que la extrañaba y ahora que “estábamos bien”, necesitaba a alguien con quien conversar. Decidí llamarla.

Aló.

Sí, ¿Quién me habla?-contestó de vuelta-.

Soy yo, Clara.

¡Ah, Clara!-dijo un poco decepcionada-.

¿Te interrumpo?

No, no para nada. Cuéntame, ¿Ocurre algo?

No, es que recordé tu propuesta y pensé en invitarte a almorzar. Si te parece bien, claro.

Si, está bien. ¿Quieres que vaya a buscarte? Pero eso sí, debes darme tu dirección.

Yo creo que mejor nos vemos en tu oficina y de ahí nos vamos, ¿Te parece?

Ok, perfecto. Te espero entonces. Colgó y una sonrisa se dibujó en mi rostro, inmediatamente viaje al pasado y la emoción invadió mi cuerpo. Cálmate, me repetía a mí misma, una y otra vez. Me arreglé y tomé un taxi hacia su oficina.

Rosa, llame por favor, a Clara y cancele el almuerzo, con todo esto que tengo que revisar no creo que pueda salir- le escuché decir-

Eso no será necesario, podemos comer aquí, ¿No crees?- dije mientras entraba-

Llegaste rápido-decía mientras se acercaba a saludarme- ¿en serio no te importa comer aquí? Y de verdad disculpa todo este desastre.

Yo sonreí, no te preocupes.

Bueno si quieres ponte de acuerdo con Rosa para que ella llame y haga el pedido. Puedes pedir lo que tú quieras. Me dirigí con Rosa a la recepción y encargamos la comida y luego me devolví a la oficina de Gabriela.

¿Muy complicado el caso?-Ella revisaba unos papeles y hacía muecas extrañas-

Si, la verdad es que si. Muchas personas se meten en problemas y luego quieren que uno haga milagros. Pero ya no importa-lanzó la carpeta sobre su escritorio- mejor dime, ¿Qué te trae por aquí? No he sabido nada de ti en estos días, ¿cómo has estado?

Si lo dices por mi crisis del otro día, te garantizo que he estado más tranquila.

Ah, eso me parece muy bien. Ambas estábamos sentadas en el sillón de su oficina, estábamos relativamente cerca. Su celular sonó y ella se estiró para tomarlo del escritorio. Al incorporarse en el sillón, quedamos más cerca, creo que no lo notó, porque se dispuso a revisar su celular, estaba enviando un mensaje.

¿Y que ordenaste?- preguntó y al girar su cabeza para verme, no lo pude evitar; tomé su rostro entre mis manos y la besé. Por ese instante no quise pensar si haberlo hecho estaba bien o mal, se que ella tiene una relación, pero eso no me importo; tenerla tan cerca, sus labios, no lo pude evitar. Hasta que una voz nos interrumpió.

Vaya, así que de esto querías hablar, ya veo y ahora entiendo todo.

No, Bárbara no es lo que piensas es un mal entendido- decía Gabriela, mientras se levantaba y se separaba de mí- yo te lo puedo explicar amor.- yo no podía articular palabra alguna

Esto me pasa por imbécil-decía Bárbara- Adiós, dijo y sin más salió de la oficina. Y como era de esperarse Gabriela salió corriendo detrás de ella, yo me quedé ahí intentando asimilar que lo que hice estuvo mal, que esa no era la manera de arreglar las cosas Gabriela, no podía destruir su relación. No podía ser yo, una vez más, la causante de su infelicidad.