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Una combinación perfecta Cap. III

en Lésbicos

CAPITULO 3

-        Médico Militar de las Fuerzas Armadas Rebeca Cansino Ramos – extendió su mano derecha mientras con la izquierda se quitaba sus gafas, mostrándome sus ojos verdes rodeados de un rojo incandescente, realmente hinchados, habían pasado una muy mala noche. Estrechamos las manos y sentí algo extraño, pensé que había sentido el amor a primera vista, pero nunca imaginé que sería mi perdición…

…Y no por la tal Rebeca, cuando estreché su mano vi el inició de una sonrisa en el hermoso rostro de la doctora Daniela…

-        Becki, lo siento tanto, no sabía de quien se trataba hasta que te vi aquí –y Brenda abrazó por la cintura a esa imponente mujer.

-        ¿se conocen? –preguntamos al mismo tiempo Daniela y yo

-        Sí, es… una vieja amiga de la universidad –respondió Brenda soltando el abrazo y titubeando un poco, mientras Daniela miraba interrogante a su hermana.

-        Bien… gracias por venir, es un gusto volver a verte, hubiera preferido que las circunstancias fueran otras –dijo la tal Rebeca-, ahora debemos irnos Dany, papá nos espera en la reunión –estrechó mi mano nuevamente, le dio un beso en la mejilla a Brenda y emprendió su paso hacia una de las camionetas que esperaban por ellas.

-        Gracias por acompañarnos doctora… -hizo una pausa esperando mi nombre.

-        Fernanda Santiago Polanco –extendí mi mano con una tarjeta con mis datos- estoy para servirle en lo que se le ofrezca.

-        Gracias doctora Fernanda –busco en su saco un pequeño tarjetero y me entregó sus datos-, debo retirarme, nuevamente gracias por acompañarnos.

Me perdí en su perfecto caminar, espalda recta y un gran porte, su traje perfecto envolviendo su exquisita figura, su cabello castaño con pequeños destellos por los rayos de sol que se filtraban a través del follaje de los árboles. Nunca bajo la cabeza más que para agradecer al chofer que le abrió la puerta y la ayudo a subir, una vez que la vi partir bajé mi miraba a su tarjeta y la guardé en mi cartera.

-        Te faltó sólo un poquito para babear con la abogadita –dijo sarcásticamente Brenda y empezó a reír.

-        Y a ti no te faltó nada para mojarte con “Becki” -respondí con la misma cantidad de sarcasmo.

Caminamos del brazo al auto y una vez adentro arrancó y puso algo de música para el camino…

-        Faltan mes y medio para tu cumpleaños, ¿ya decidiste la temática de la fiesta?

-        Amm nop, con el trabajo en la clínica me olvide completamente de eso, además, ¿crees que sea prudente hacer la fiesta con todo lo que paso con tu novia?

-        No lo había pensado, pero no creo que tenga problema, además ya estoy un tanto cansada de sus niñerías, no me importa lo que piense o haga.

-        Brenda, -recordé lo que me dijo René cuando nos despedimos- creo que deberías pensar las cosas con ella, no es sano para una relación que cada que haya diferencias termine agrediéndote.

-        No sé de qué hablas Fer.

-        Sabes bien de lo que hablo, los golpes de anoche no te los di yo, por un momento lo pensé y créeme que contemplé amputarme las manos, pero René lo vio todo y yo jamás te puse una mano encima.

-        Ok, tendré que hablar con René y sugerirle un oculista –dijo un poco molesta.

-        O deberías hablar con tu noviecita para que canalice sus energías en otras cosas más productivas.

-        Perfecto, ahora me vas a dar consejos sobre cómo llevar mi relación.

-        No Brenda, simplemente estoy sugiriéndote como cuidar tu trasero.

-        ¿sabes qué?, no quiero hablar de eso.

Y nuevamente hubo un largo silencio hasta que llegamos a mi casa, se bajó y caminamos juntas, pensé que sólo me dejaría en la puerta y después se iría a su club, pero entró conmigo y al cerrar la puerta empezó a hacer una llamada mientras yo me senté en el sofá de la sala. “Hola Raquel…, si…, no disculpa olvidé avisarles…, ok necesito que te hagas cargo de las cosas por hoy…, todo está perfecto…, no, no, estamos en casa…, ella está bien gracias…, perfecto yo le digo…, muchas gracias por cubrirme, mañana te veo, saludos a todos” y colgó.

-        Las chicas te envían saludos –susurró en mi oreja mientras me abrazaba por los hombros.

-        ¿No irás a trabajar?

-        Si quieres puedo irme –se separó un poco y la volví a jalar hacia mí.

-        No, quédate, sólo preguntaba. –rodeó el sofá y se recostó dejando su cabeza sobre mis piernas, estuvimos en silencio un largo rato, yo acariciaba su negra melena mientras ella me miraba fijamente a los ojos, hasta que un extraño sonido proveniente de mi estómago rompió la magia y nos hizo reír.

-        Creo que mi nena tiene hambre, vayamos a explorar la cocina –se levantó y me jaló, mientras caminábamos me soltó una fuerte nalgada.

-        ¡Auch!, ¡diablos, al paso que voy terminaré del color de una maldita berenjena por los moretones!

-        Jajajaja no seas llorona, yo no tengo la culpa de que ese bendito pantalón enmarque perfectamente bien tu rico trasero –me guiñó un ojo y me lanzó un beso al aire, abrió el refrigerador y saco unas cuantas verduras que sobraron de ayer, era lo único comestible que tenía-, ¿tienes harina? –volteó a verme.

-        Creo que en la alacena hay un poco, ¿Qué vas a cocinar?

-        Qué vamos a cocinar cariño, en vista de que eres amante de la pizza, haremos una pizza vegetariana, anda ayúdame a lavar y cortar los vegetales.

Empecé a lavar las cosas mientras ella sacaba la harina, levadura, aceite y otras cosas, no sé donde aprendió a cocinar, pero definitivamente lo hacía más que bien, escurrí las verduras ya lavadas y las puse sobre la mesa, ella fue a la sala a poner su música, sonaba un mix de Lana del Rey, empecé a cortar los vegetales mientras ella rápidamente preparaba la masa, estuvo amasándola arduamente hasta que dejó una bola muy bien hecha sobre la mesa, yo me distraje viendo sus bíceps mientras intentaba no amputarme un dedo, fue a lavarse las manos y regreso a secárselas junto a mí, después se paró a mis espaldas, poso su mentón en mi hombro y tomando mis manos empezó a cortar los vegetales.

-        Debes aflojar más las muñecas, de lo contrario es más difícil y corres más riesgo de cortarte.

-        ¿así está bien? –pregunte soltando un poco la tensión con la que cortaba y levantando mi trasero que hace rato sentía su pubis contra él.

-        Así está perfecto –se pegó un poco más-, ayer cociné y hoy también, ¿con qué vas a pagarme? –me dio un beso en la mejilla.

-        Es tu deber cuidarme –respondí riendo un poco- lo prometiste.

-        Y lo cumpliré cariño, pero… te propongo un trato.

-        Acepto.

-        Jajajaja aún no lo digo.

-        ¿no pensabas proponerme matrimonio? –bromee un poco.

-        No todavía –respondió riendo y abrazándome fuerte-, aún no estamos listas para el siguiente paso, es un juego divertido, pero no sé si quieras.

-        Confío en ti, vamos a jugar –dije terminando de cortar los vegetales.

Caminamos a la sala y se sentó frente a mí.

-        ¿verdad? O ¿reto?

-        ¿Es en serio? –pregunté algo confundida, era un juego que solíamos hacer cuando queríamos arreglar alguna diferencia en nuestra relación.

-        Dijiste que confiabas en mi –dijo ladeando su cabeza y tomando mis manos, como siempre que solíamos jugar.

-        Hasta mi alma y con los ojos vendados –respondí firmemente-… verdad.

-        ¿Daniela Cansino te golpeó en el hospital?

-        Si, ¿verdad? O ¿reto?

-        Verdad.

-        ¿de dónde conoces a Rebeca Cansino?

-        De la universidad, ¿verdad? o ¿reto?

-        Verdad

-        ¿te gusta Daniela?

-        Desde la primera vez que la vi –sentí sus manos temblar un poco-, ¿verdad? O ¿reto?

-        Verdad

-        Si Rebeca es médico y tu contadora ¿cómo la conociste?

-        En una fiesta del aniversario de la universidad, ¿verdad? O ¿reto?

-        Verdad

-        ¿qué piensas de mi relación con Tania?

-        Que es la farsa más grande de la que has sido parte, aceptaría una relación con cualquier menos con esa loca, ¿verdad? O ¿reto?

-        Verdad

-        ¿tú y Rebeca, qué fueron exactamente?

-        Fue mi primera novia –ahora fueron mis manos las que temblaron-, ¿verdad? O ¿reto?

-        Verdad

-        Si tuvieras la oportunidad de iniciar una relación formal, ¿la tomarías?

-        Si, ¿verdad? O ¿reto?

-        Verdad

-        ¿por qué terminaste tu relación con Cansino?

-        Porque su padre la ayudó a validar su carrera en la Academia Militar y realmente nos veíamos muy poco, nunca he sido buena con la distancia, ¿verdad? O ¿reto?

-        verdad

-        ¿te ves en un futuro conmigo nuevamente?

-        Tal vez, ¿verdad? O ¿reto?

-        Verdad

-        ¿cuándo piensas dejar a Tania?

-        Terminamos ayer en el estacionamiento, después de que te puso encima sus asquerosas manos –abrí mi boca fingiendo sorpresa-, ¿verdad? O ¿reto?

-        Verdad

-        ¿qué crees que nos hizo falta para funcionar?

-        Nada… simplemente… creo que quemamos los cartuchos demasiado rápido, ¿verdad? O ¿reto?

-        Verdad

-        ¿sigues enamorada de Rebeca?

-        No, prometí amarte hasta más allá de la muerte porque lo siento y lo seguiré sintiendo, ella fue mi primera novia, pero tú eres y serás mi único amor, aunque no puedo negarte que nunca dejo de gustarme… ¿verdad? O ¿reto?

-        Verdad

-        ¿si llegaras a algo con otra persona, contemplarías a Daniela? –pregunto mirándome a los ojos

-        Si –no podíamos mentirnos, nos conocíamos tanto que nos era imposible engañarnos mutuamente-, ¿verdad? O ¿reto?

-        Verdad

-        Si la tal Becki te pretendiera nuevamente, ¿le darías otra oportunidad?

-        Tal vez, ¿verdad? O ¿reto?

-        Verdad

-        Si alguna relación que llegaras a tener se tornara formal… ¿me sacarás de tu corazón?

-        Prometí arrancarme el corazón antes que sacarte de él, ¿verdad? O ¿reto?

-        Verdad

-        ¿organizarías mi cumpleaños por mí?

-        Sabes que lo haré sin que me lo pidas. Gracias por el juego –besó mi frente- vayamos a preparar esa pizza.

Preparamos la pizza entre bromas y bailes graciosos que hacíamos, como si la charla no hubiese existido, la metimos al horno y la dejamos mientras nos cambiábamos la ropa en la habitación. Me quité mi traje mientras Brenda se desnudaba frente a mí, tarareando: “Man! I feel like a woman”, haciéndome reír, era típico de nosotras vivir entre bromas, me coloqué una camiseta larga que cubría la mitad de mi cachetero y decidí andar descalza, ella decidió ponerse una licra deportiva que sacó de entre su ropa que guardaba en casa, y se cambió el sostén que traía por uno deportivo, siempre argumentaba que “sus tetas le agradecían la comodidad que les brindaba”, y con todo el abdomen descubierto también salió descalza, de repente escuché un ¡corre Fer!, y corrí haciéndole caso como siempre, salí disparada al patio trasero y cuando me voltee a buscarla la pude ver corriendo frente a mí para taclearme y caer las dos a la alberca.

-        ¡dios, está helada!

-        Aguántate princesa –dijo mientras me abrazaba.

-        ¿Nunca te vas a cansar de asustarme tonta?

-        Jamás –dijo lanzándome agua a la cara y nadando rápidamente al otro extremo.

-        Imbécil, ya extrañaba tus bromas –le dije cuando la alcance, ella intentaba salir y la jalé de nuevo hacia adentro.

-        ¿hace cuánto no usas la alberca, mi queridísima y aburrida doctora?

-        Desde hace más de 2 meses, pero pago el mantenimiento no te preocupes, no contraerás nada extraño –le di un casto beso en los labios y me separé de ella, Brenda me tomó de la cintura y me regreso a donde estaba, sin soltarme se hundió en el agua, pego su nariz a mi abdomen y empezó a subir lentamente con mi camiseta en sus manos, paso su nariz en entre mis senos y termino de salir del agua mientras yo levantaba mis brazos para que me sacara mi camiseta, la arrojó a los pies de unos de los camastros y me abrazo por el cuello, sacó delicadamente su lengua y acarició mis labios mientras yo posaba mis manos en sus caderas, llamaron a la puerta antes de que iniciáramos el beso, decidimos ignorar a quien quiera que fuera, juntamos nuestros labios mientras me levantaba tomándome de las costillas y abracé su cintura con mis piernas, caminó hasta hacerme topar con el borde de la orilla, el beso ya se estaba calentando, su lengua rozaba la mía y de vez en cuando tocaba mi paladar con la punta, se separaba de mí y succionaba mi labio superior un tanto fuerte para finalizar mordiéndolo hacía lo mismo con el inferior pero más suave debido a mis heridas, paso sus brazos rodeándome totalmente con ellos y juntando nuestros pechos, yo tomaba su cuello entre mi mano izquierda acariciando tiernamente el tatuaje de su nuca mientras que la derecha recorría el beso que tenía tatuado en su omóplato izquierdo, sentí cuando subió su manos y desabrochó mi bra, le gruñí en los labios, “estira los brazos hermosa”, lo sacó y lo arrojo para hacerle compañía a mi camiseta, regreso a abrazarme y a besarme el cuello, yo baje mis manos al elástico de su deportivo, “levanta las manos amor”, saque su prenda y me pegue más a su cuerpo, escuchamos nuevamente el llamado en la puerta, juntamos nuestras narices y me dijo “espérame aquí, veré quién es”, se impulsó para salir del agua dejándome admirar su espalda muy bien trabajada, tomó mi camiseta y se la puso, no tardo ni 2 minutos en aparecer de regreso en la puerta del patio con una charola en sus manos y una gran sonrisa “la vecina trajo esto, para darme la bienvenida”, regreso a dejarlo adentro y en el camino arrojó nuevamente mi camiseta, se quitó su licra y sólo con su tanga se aventó al agua conmigo, volvimos a tomar la misma posición pero ahora ya no recorría sus tatuajes, ahora recorría sus bien formados senos y los apretujaba de vez en cuando, a veces tiraba de sus pezones un poco fuerte haciéndola gemir en mi cuello mientras ella amasaba mis nalgas a través de mi diminuta prenda, “hay que salir de aquí bebe”, diciendo esto me levanto por los muslos y me sacó del agua, me levante y cuando se impulsó le tendí la mano para ayudarla a salir, caminamos a la cocina con ella pegada a mi espalda y sus manos pellizcando mis duros pezones mientras mordisqueaba mí espalda, pegó mi espalda a uno de los lados del refrigerador poniendo mis pezones más duros por el frio contacto, tomando la misma posición que teníamos en la alberca pegue mi boca a su pezón derecho, succionando como si quisiera hacer brotar leche de él, mi mano derecha retorcía sutilmente su pezoncito izquierdo y Brenda ya había metido sus manos entre la tela de mi cachetero y mi piel, recorría mis nalgas y de vez en cuando un dedo travieso presionaba un poco mi ano, después seguía su camino hacia mi vagina y regresaba hacia arriba, las dos estábamos que ardíamos, después de estar precalentando por más de un día ya era necesario quemarnos de una buena vez, “¿dónde está el regalo número dos?”, así bautizo aquel arnés que le di en su cumpleaños, “en el tercer cajón, en el mueble del baño”, le respondí en medio de un jadeo, me bajo y fue por él, “no amor, quiero sentirte a ti”, “lo que mi niña quiera”, lo dejó a un lado y me cargo para sentarme sobre un banquillo del desayunador quitándome antes la única prenda que tenía, la jale hacia mí y besando su cuello empecé a apretarle los glúteos, sus dedos recorrían mi rajita lubricándose de mis fluidos, metió un primer dedo, lo sacó y lo chupó mirándome a los ojos, movió sus dedos índice y medio y los dirigió hacia abajo y los sentí penetrarme, empezó un mete y saca lentamente mientras se pegaba a mi cuello y me mordía, dejándome algunas marcas que después tendría que maquillar, empujaba cada vez un poco más y acariciaba mi punto G con sus deditos, yo gemía un poco alto pero no me importaba si nos escuchaban, empecé a mover mis caderas indicándole el ritmo de las penetraciones, cada vez íbamos más rápido, intentada ahogar mis gemidos en su boca, empecé a sentir que llegaba, “así amor, siii, no pares”, “vamos nena, me encanta como aprietas mis dedos, quiero escuchar tus gemidos cielo”, gimiendo sonoramente en su oído llegue al clímax, afloje mis manos soltando su cabello y su hombro, que en la emoción del momento apuñé, “vayamos a la cama…, no está más cerca ese camastro”, la jalé de la mano hacia afuera y de paso apague el horno, la empujé sobre el camastro y me incliné a sacar tu tanga, se recostó sin perderme de vista y puso sus manos detrás de su cabeza, abrí sus piernas dejando reposar sus pies en el piso, dejándola completamente abierta para mí, besé el piercing que tenía en el ombligo, repartí besos por su six-pack y baje frente a su vulva, pase mi lengua por sus ingles escuchando un ligero jadeo escapar de su boca, olí su exquisito olor a hembra caliente, pase mi lengua tocando sus labios, con mis dedos separe sus lubricados pliegues y di un lengüetazo tocando en mi camino la entrada de su vagina y al final su clítoris, esta vez escuche un gemido acompañado de un leve movimiento de caderas, seguí jugando con mi lengua mientras mis dedos presionaban un poco su entrada, ella levantaba sus caderas mientras se sostenía de la parte superior del camastro, marcando los músculos de sus hermosas piernas, estuve así un rato hasta que vi un rastro de súplica en su mirada, deslice mis dedos dentro de ella mientras la punta de mi lengua jugaba con su clítoris, lo besaba, lo succionaba un poquito y a veces lo mordisqueaba con los labios, sus gemidos eran casi gritos, cada que veía que su orgasmo se aproximaba cambiaba mi táctica haciéndola desesperarse, “¡maldición deja que me corra!”, “si mi cielo”, le guiñe un ojo y empecé a acelerar mi ritmo mientras mi boca se ocupaba de su clítoris y mi otra mano jugaba una de sus tetas, no tardó ni un minuto, saque mis dedos y sus fluidos invadieron mi boca, recogí todo cuando pude y cuando termine de limpiarla subí a su boca para besarla, jaló de mi nuca un poco fuerte haciéndome caer sobre ella, nos besamos apasionadamente, sentí una palmada en el trasero y después su piernas me envolvían, “me encanta como me coges Fer”, sentí su mano derecha meterse entre nosotras y abrir nuestras vaginas para confrontar a nuestros clítoris, jugueteo rápidamente con ellos y cuando sacó su mano empecé a moverme, Brenda besaba delicadamente las puntadas de mi mentón, de vez en cuando se nos escapaban jadeos y gemidos, soltó el amarré de sus piernas y llevó sus manos a mis nalgas para jalarme y pegarnos más, nuestros fluidos escurrían entre sus nalgas, me levante un poco sosteniéndome de uno de sus senos, no sin antes dejar un beso en su linda nariz, pase mi pierna izquierda sobre su derecha, levante su izquierda sobre mi hombro y continué el movimiento, besaba el Fer tatuado en el empeine de su pie, su respiración empezó a entrecortarse, sentí su mano apretando mi seno izquierdo y nuestros gemidos ensordeciendo la música y el silencio del lugar, con calma baje su pierna al suelo y me abrace a ella, me envolvió en sus brazos, mientras besaba mi rostro, estuvimos unos 10 minutos así, nos levantamos y fuimos a darnos una rápida ducha, por separado, pues de lo contrario tardaríamos una eternidad, nos vestimos cómodamente y ahora si fuimos a comer tranquilamente, para después dormir juntitas hasta el amanecer ignorando lo que se avecinaba, ignorando que tal vez esa sería nuestra última comida tranquila sin alguien ajeno a nosotras que nos hiciera separarnos aún más de lo que ya estábamos, ella ignorando que Daniela había llegado a revolucionar mi vida y me haría creer ciegamente en ella y yo ignorando que su pasado (Becki) había regresado para intentar volverse su presente y su futuro. Y las dos ingenuamente creyendo que nuestra “persona correcta” nos había llegado…

Mientras al otro lado de la ciudad…

En una distinguida casa se llevaba a cabo una reunión más que nada familiar, el motivo, la muerte de Alejandro Pereira y Giovanni Pereira Cansino, yerno y único nieto respectivamente del gran abogado y reconocido juez Giovanni Cansino Robles, el mayor de la familia Cansino, legado de abogados con un par de ovejas negras en la familia: Daniela y Rebeca, sus hijas gemelas de ahora 36 años. Daniela Cansino Ramos, fue su orgullo por haber elegido seguir sus pasos dentro de la carrera de leyes, hasta que la descubrió teniendo sexo con una de sus amigas que todos los días sin falta acudía a sus sesiones de estudio para conservar sus calificaciones perfectas, desde ese día le quitó sus privilegios de niña rica, la mando a una universidad pública y la obligo a tomar por novio a su ahora difunto esposo, el cuál jamás supo su pasado, ni el por qué Daniela se empeñó tanto en mantener su tormentosa relación hasta el día de su muerte. Los constantes maltratos de su padre la hicieron buscar por sus propios méritos la manera de avanzar dentro del campo laboral, logrando que su padre la viera con orgullo nuevamente y la presumiera ante sus amistades, hasta hace un día todavía creía tener todo lo que había querido, o por lo menos todo lo que había necesitado para aparentar ser feliz, tenía un esposo con el que intentaban llevarse bien, aunque sólo fingían ante todos, él para seguir llevando la ostentosa vida que ella pagaba incluyendo a sus amantes y ella para darle una familia “normal” al pequeño Gio mientras trabajaba duramente para conservar su trabajo con orgullo, para mantener los gustos que le hacía pagar Alejandro según el engañándola en su cara, incluso se murió creyendo que “de algún modo tendría que pagar a la vida todo el daño que le hacía a su dedicada y fiel esposa”, lo que no sabía el ingenuo era que Daniela era cliente frecuente de un muy discreto burdel de gran categoría, donde tenía una exclusiva prostituta a su disposición con la cual saciaba sus ansias de sexo y cubría de alguna forma la necesidad de sentirse querida, en un principio era sólo sexo, pagaba y se iba, con el tiempo y la frecuencia la mujer se encariño con Daniela, sintiéndose ambas más a gusto, pues a cambio del “amor” que le daba a la abogada ella recibía costosos regalos, y ahorraba grandes propinas que Daniela le dejaba.

Por otro lado, estaba Rebeca Cansino Ramos, lesbiana también, aunque su padre nunca lo supo, ella podría haber sido el eterno orgullo de su padre, sin embargo, eligió estudiar medicina, lastimando en su ego al gran Giovanni y a toda la familia Cansino, estudiaba en una universidad de mediana categoría, pero insistía constantemente a su padre que le ayudara con sus influencias para entrar en la Academia Militar, en una fiesta conoció al amor de su vida, una delgada chica que contoneaba sus caderas en la pista de baile y no perdió la oportunidad de acercarse a ella, para semanas después iniciar una gran relación que termino al haber logrado que su padre la ingresara al colegio militar, no por que quisiera ayudarla, sino porque quería ocultar uno de sus dos dolores de cabeza, tal vez la distancia lo haría olvidarse un poco de sus estúpidas hijas, Rebeca volvía a la ciudad varias veces al año, para ver a su padre y para intentar ver a su gran amor, transcurrieron unos años, se graduó sin compañía de su familia y consiguió un cargo dentro de la milicia, a los 27 años ascendió de rango y salieron un fin de semana a festejar, se emborrachó hasta perder la cordura y terminó teniendo sexo con un desconocido, de esa frenética noche resulto el peor error de su vida según su padre, y el motivo para Rebeca de alejarse definitivamente de su familia.

¿el plan del gran Giovanni?, llevarse a sus hijas al extranjero por un tiempo, con sus grandes influencias no fue un problema sacarlas del país sin levantar la menor sospecha, originalmente pensaba hacer abortar a Rebeca, pero los planes cambiaron cuando Dani y Becki se protegieron mutuamente hasta el final de ese horrendo viaje, entonces se decidió, Daniela diría a su ya esposo Alejandro que apenas a esas alturas del viaje se había dado cuenta de su embarazo, ella como mujer casada no sería juzgada por la sociedad al tener un hijo, Rebeca sin poder contradecir a su padre, accedió, llevo al pequeño Gio por poco más de 9 meses en una barriguita algo grande que dejo varias estrías en su cuerpo, Dani la cuidaba todo el tiempo y en repetidas ocasiones recibió las golpizas que su padre le propinaba, todo para no dejar que Becki fuera tocada en lo más mínimo. Habían pasado ya 9 meses y dos semanas, Rebeca dejo de sentir los movimientos de su bebé, Daniela le comunico a su padre que iban camino al hospital y cuando el gran Giovanni llegó al hospital Rebeca ya había sido intervenida por cesárea, pues el bebé estaba en riesgo y ella también. Sólo esperaron un par de semanas a que Rebeca pudiera aparentar mejor, su padre le impidió en todo momento acercarse al niño del que ya se hacía cargo su gemela, cuando nuevamente llegaron a la ciudad y pisaron su casa, Rebeca estrechó la mano de su padre como si de un desconocido se tratara, se despidió con un fuerte abrazo de Daniela, le dio muchos besos a la hermosa criaturita que había llevado en su barriga, pidiéndole a su hermana le mantuviera informada de la vida de su primogénito, Dani lo prometió sin saber que jamás volvería a verla hasta el día de esa desagracia familiar…

-        Buenas tardes a todos –se escuchó la voz ronca del gran Giovanni, aunque no lo aceptara, había estado llorando a solas en su habitación, él había alejado a sus hijas y ahora se alejarían más pues no había motivos para estar cerca del él- en nombre de mi hija Daniela, les agradezco su distinguida presencia –tomó a Dani por el hombro en señal de que debía dar unas palabras.

-        Buenas tardes a todos, familia y amigos –dijo con su voz temblorosa, mientras era fuertemente sostenida por su hermana- no tengo palabras para expresar el dolor que siento, les pido me disculpen –se dio la vuelta para retirarse a su vieja habitación mientras su gemela la sostenía de la cintura.

-        Voy a ponerte un calmante –le dijo Becki a Dani mientras la recostaba en la cama.

-        ¡no, no me vas sedar nuevamente, déjame llorar mi dolor, ya estoy cansada de aparentar una vida que no existe! - gritó en contestación.

-        Está bien, trata de calmarte…

-        ¿cómo puedes estar tan tranquila?, ¡tu único hijo acaba de ser sepultado, jamás lo volveremos a ver, no volveremos a escuchar su vocecita ni tendrás nuevas cartas en tu buzón!

-        ¿crees que estoy tranquila? –dijo en medio del llanto- ¡no pare de llorar desde que recibí tu llamada, todo mi vuelo estuve rogándole a Dios que fuera un mal sueño, no lo estuve cerca de él pero lo amo tanto como tú!, pero no puedes tirarte en la tristeza, llora todo lo que quieras, pero no me abandones, ahora sólo nos tenemos tu y yo.

Se abrazaron y lloraron juntas encerradas en su habitación mientras su padre mantenía una amena charla social con su familia, se habían quedado dormidas hasta que el celular de Dani vibro varias veces y las despertó, vio la pantalla con algo de desgano y su rostro cambió, Becki también había visto el mensaje, ella conocía la vida oculta de su hermana.

  • Andy: cariño, acabo de enterarme lo que sucedió y el porqué de tu repentina salida, lo siento mucho, perdóname por lo que dije, si me hubieras informado te habría acompañado, dame una dirección y en este instante voy para allá. Te quiero. Besos.
  • Gracias por las condolencias, no podemos vernos. Cuídate.
  • Andy: prométeme que no cometerás ninguna locura y me cuidaré…
  • Lo prometo, te llamo mañana, te quiero.

 

-        ¿estabas con ella cuando pasó el accidente?

-        Si, fuimos a comprar algo que necesitaba cuando recibí la llamada de la clínica, por la tarde me mandó un mensaje reclamando que la deje parada como idiota.

-        Y no le explicaste lo que sucedió…

-        No, mi familia no es o era de su incumbencia.

-        ¿no te hubiera gustado sentirte un poquito acompañada?

-        Lo estuve –se formó el inicio de una sonrisa-.

-        ¿Es la doctora con la que te disculpaste?

-        Si, por más que trató de maquillarse no logró cubrir los moretones que deje en su cara –bajó apenada la cabeza-.

-        ¿qué tiempo llevan viéndose?

-        ¿quién, la doctora y yo?, la conocí ayer en la sala de emergencias, ella fue quien me dio la noticia –una lagrima volvió a caer por su mejilla-, apenas hoy supe su nombre y… –suspiro sonoramente- … tal vez sólo estoy un poco afectada por tus drogas.

-        No Dani, está bien… tal vez ella es la indicada…

Y con esa frase volvieron a dormir abrazadas en la soledad de su cuarto, ese cuarto que había sido testigo de los momentos más felices de su adolescencia ahora era testigo del acontecimiento más triste de sus vidas, el gran Giovanni ni siquiera tuvo el valor de abrir la puerta, sólo escucho el llanto de sus gemelas y se dedicó a atender a la familia que sólo había acudido por puro compromiso social y nada de empatía.

A la mañana siguiente se sentaron a la mesa a desayunar juntos, las gemelas aún tenían los ojos rojos e hinchados, y su padre aun aparentaba ser el hombre duro, todo marchaba aparentemente bien, aunque sólo se dirigieron los buenos días y casi terminaban su desayuno cuando los tres pusieron sus cartas bajo la mesa…

-        ¿cómo te sientes Daniela? –pregunto Giovanni mirándola, al igual que Rebeca, después de un largo silencio escucho una respuesta.

-        Voy a renunciar a mi cargo papá

-        ¿qué? –se levantó de su silla y camino hacia ella, al mismo tiempo que su otra hija se interpuso entre los dos- ¡quítate de mi camino!

-        ¡no papá, no volverás a tocarla, respeta nuestro dolor!

-        ¿su dolor?, ¡tú no tienes nada de que sufrir, era su familia no tuya!

-        ¡era mi hijo! –soltó un grito acompañado de un fuerte empujón que hizo retroceder a su padre- ¡te guste o no yo lo engendre y era tan mío como de ella! –dejó salir nuevamente sus lágrimas, su papá nuevamente avanzó haciéndola a un lado y jalando del brazo a Daniela.

-        ¡no pondrás en vergüenza el nombre de la familia!, ¿qué piensas hacer si renuncias, reharás tu familia con otra degenerada igual que tú?

-        ¡suéltame papá! –se zafó del agarre y lo golpeó rápidamente, las clases de defensa personal habían servido de algo- es mi decisión y ya está tomada, y lo que haga o deje de hacer ya no es más tu problema.

-        ¿y tú? –se volteó a donde estaba Rebeca- ¿tan bien vas a dejar tu cargo y te volverás una “don nadie”?

-        Ese no es tu asunto, yo deje de pertenecer a esta familia desde que me hiciste dejar a mi hijo.

Rebeca se dio la vuelta y se llevó a su hermana de ahí, salieron en el auto de la abogada rumbo a su casa, al entrar vieron los juguetes de Gio sobre su sofá, empezaron a empacar lo necesario y lo más importante, unos juguetes, la ropa de Gio, sus fotografías, la ropa de Dani, sus zapatos, sus documentos, vació la caja fuerte y antes de cerrarla miró su mano izquierda, se sacó sus anillos de compromiso y de matrimonio y los colocó adentro, “hasta que la muerte nos separe, ambos cumplimos con nuestra parte”, cerró la caja, subieron las maletas al auto y regreso a cerrar por completo su hogar.

Empezó a conducir a la zona centro de la ciudad para hospedarse en un hotel mientras encontraba algo, había escuchado sobre varios complejos residenciales que tenían aún casas en venta al lado opuesto de su hogar con Alejandro, buscaba un nuevo comienzo lejos de su padre que le recordaría a diario su dolorosa vida, su gemela partiría tarde o temprano pues su importante cargo no la dejaría muchos días tranquila, así que le pidió que la ayudara a buscar un lugar antes de irse.

Por fin en el hotel entraron a la suite, Rebeca corrió a darse un baño y Daniela se tiró en la cama y saco su teléfono para llamar a Andrea, que respondió al segundo llamado…

  • ¿hola?, linda cómo estas.
  • Hola, estoy bien.
  • Perdóname por todo lo que dije ayer… yo no sabía nada
  • Está bien, fue mi culpa por no explicarte
  • Dónde estás, ¿necesitas que vaya contigo?
  • No, estoy en un hotel, con mi hermana, ella me cuidará.
  • Está bien, cuídate por favor
  • Si cariño, yo te llamaré, un beso.
  • Un beso…

Colgó la llamada, empezó a quitarse la ropa del día anterior que aún llevaba puesta y encontró esa sofisticada tarjeta Fernanda Santiago Polanco, registró el número en su celular y guardo la tarjeta en su cartera, tal vez la llamaría, en algún momento lo haría…