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Una combinación perfecta - Cap. VIII

en Lésbicos

CAPITULO 8

 ¡Hola a tod@s, les dejo la octava parte, trataré de escribir más seguido, querida Kibray, muñeca creo que tus peticiones funcionaron a la inversa jajaja he tenido mucho trabajo, Sasia espero que este capitulo te mantenga igual de enganchado... Saludos a todos y espero sus comentarios, que sea de su agrado la lectura de hoy!

…cortó inmediatamente la llamada y se recostó en la cama de Brenda, abrazando esa almohada que contenía el olor de su amada… 

Ese día fue otro duro y largo día para Andrea, después de ver nuevamente a la guapa cantante del club mientras llegaba a su nuevo “hogar” con Daniela, entró a la casa con una gran sonrisa, pues además de recrearse la pupila hace un momento, por la mañana había recibido su dosis de sexo salvaje sin la violencia con la que la habían recibido el día anterior.

-        ¡hola ojitos hermosos! –saludó a Dan abrazándola por la espalda y poniéndose de puntillas para alcanzar su mejilla.

-        ¡hola mamita! –se dio la vuelta para rodearla con su brazo izquierdo, pues el derecho sostenía un cuchillo con el que estaba fileteando un gran trozo de carne, y le dio un beso excitante.

-        ¿ya te he dicho lo sexy que te ves cocinando? –se agachó un poco y le dio un leve mordisco al pezón de la abogada, a través de la ropa.

-        Mmm… no guapa, es la primera vez que me ves cocinar –respondió arrancándole una tierna sonrisa a la futura Mercadóloga, que se enderezó para darle un piquito.

-        Cierto… ¿qué haces, te ayudo en algo?

-        No nena, ve a hacer tus deberes mientras termino de cocinar, necesito que te pongas hermosa para la hora de la comida…

-        ¿no te parezco hermosa? –preguntó haciendo un pucherito.

-        Me pareces una belleza –se acercó y pegó sus frentes- lo que quise decir es que te necesito más linda de lo que ya eres, hoy viene a comer mi equipo de trabajo y quiero presentarte ante ellos, como mi mujer y quien se hará cargo de mis finanzas y las del negocio –le dio un mordisquito en los labios semi abiertos de Andy.

-        Equipo de trabajo… -susurró en los labios de Dany- bien Dan, me apresuraré entonces a terminar mis proyectos y me arreglaré –se dio la vuelta y subió tranquilamente las escaleras mientras la abogada le miraba perdidamente el trasero.

Durante un buen rato Daniela se dedicó a cocinar los platillos para sus invitados, puso en orden toda la documentación que había que anexar a lo que traían esos personajes, acomodó el comedor y puso a enfriar las botellas de vino, esa tarde Andrea sería incluida en los negocios en los que estaba metida la abogada, cambiando su vida para siempre y firmando una segura sentencia de muerte, claro, si antes no era llevada a la cárcel, Daniela lo había pensado un poco, pero si sería su mujer tenía que involucrarse en los negocios que en algún momento ello ya no podría manejar, y que, en dado caso, de hacer falta ella, Andrea sería quien se convertiría en dueña y señora de todo el imperio que había formado, nadie más que ella se lo merecía, pues aguantar sus locuras y su agresividad de vez en cuando, merecía una recompensa y que mejor que volverla millonaria. Miró el reloj que estaba en su cocina y se apresuró ultimando detalles para subir a su habitación a arreglarse, al abrir su puerta se encontró con una Andrea semidesnuda frente al clóset, indecisa por el atuendo que debería ponerse, únicamente la cubría una diminuta tanga negra, como siempre, pues era su color favorito, y un sostén de encaje a juego con la parte inferior, cantaba algo en inglés que sonaba en las bocinas de su iPod, cuando sintió las manos de su Dan apoderarse de sus delgadas caderas.

-        Cariño… no sé qué ponerme –se recargo en el cuerpo de Daniela.

-        ¿Qué tal el vestido beige que te queda pegadísimo? –le hablo en el oído mientras aprisionaba su delgado cuerpo entre sus brazos.

-        No sé… me parece un poco… sugerente… ¿te gusta? –acarició las manos de la abogada.

-        Me encanta… -acaricio el cuello de Andrea con su nariz- te verás exquisita, además, combinará perfecto con algo que pedí para ti.

-        Ok, si a mi mujer le gusta… -sonrió, se sentía tan bien decir eso.

La abogada le dio un beso en la cabeza y buscó rápidamente un vestido blanco, completamente pegado a su cuerpo, se cambió rápidamente el traje que se había puesto para recibir el estúpido rechazo de la doctora y se acomodó el cabello, cuando se levantó y caminó hacia adentro del closet, donde se estaba arreglando Andrea, se acercó para ponerse su fragancia de siempre, viendo como esa delgada mujer se transformaba por completo, con un poco de maquillaje y magia se hacía ver mayor de lo que era, Daniela jaló un cajón donde generalmente tenía su ropa interior y sacó una fina caja blanca, y se la acercó a Andrea que estaba por ponerse los aretes que le había regalado en su primera cita fuera de su lugar de trabajo.

-        ¿qué es? –preguntó con sus ojos brillantes, llenos de alegría y juventud.

-        Lo que pedí para ti… -respondió mientras desbloqueaba su celular para tomarse una selfie juntas, tal vez esa tierna mirada y esos ojos, después de esa tarde ya no volverían a ser los mismos, Andy abrió rápidamente la caja encontrándose con un fino juego de aretes, pulsera y collar, el que tanto había estado observando en la joyería, ignorando por completo el celular de Dan.

-        ¡Dios, es hermoso! –se abrazó fuerte al cuello de Daniela, haciéndola sonreír- ¡te adoro Dan, eres tan linda! ¿cómo lo sabías?

-        Te vi añorarlo en la joyería, a veces… presto atención a tus gustos –dijo con sarcasmo- no siempre soy una perra –se encogió de hombros quitándole importancia al sobre nombre que se había puesto y el que tantas veces Andrea había querido decirle.

-        No te llames así –le dio un beso en los labios- eres una reina, mi hermosa reina, ¡vamos ya, toma esa foto que ansias tomar desde hace un rato! –le dijo divertida.

-        Espero que nunca cambies de opinión… -levantó su teléfono y no tomo una selfie, tomo muchísimas, capturando sus sonrisas, sus besos, alguna que otra cara chistosa que ponía Andy echando a perder la perfección que buscaba en la foto y la última, donde se veía a Andrea sonriendo mientras Daniela en medio de una sonrisa besaba su mejilla.

Se vieron interrumpidas por el sonido de la puerta, los invitados habían llegado puntualmente, tomadas de la mano bajaron las escaleras, parecían unas Diosas con esos hermosos vestidos que traían puestos y esos altos tacones, que las hacían verse imponentes, Daniela dejo a Andrea en el comedor mientras ella recibía y hacia pasar a las personas, una vez en el comedor los hizo sentar mientras Andrea nerviosa les regalaba una sonrisa y a petición de Daniela se sentaba a su derecha.

-        Bien chicos, gracias por venir, quiero presentarles a mi mujer, quien de ahora en adelante llevará los negocios conmigo y también le deberán cuidado y respeto –habló seria Daniela tomando de la mano a Andrea.

-        Un gusto Señora… -preguntó un hombre mayor, esperando escuchar su nombre.

-        No es necesario que lo sepan –interrumpió la abogada- se dirigirán a ella como Señora Cansino, y tu –dijo moviendo la cabeza hacía otro hombre, de su misma estatura y que a través de ese traje gris hacía notar su musculatura- serás su guarda espaldas, no dejes que siquiera el viento la toque, ni si quiera yo si llego a alterarme.

-        Dan, no creo que sea necesario… -habló la ingenua Andrea, recibiendo un ligero apretón en su mano, señal que debía callarse.

-        ¿le enseñarás los negocios? –preguntó otro hombre, más o menos igual de viejo que el primero.

-        Así es, si es mi mujer debe conocerlos y tomar acción en lo que será su futuro –le dio una sonrisa a Andrea que empezaba a incomodarse, pues no sabía exactamente a qué negocios se referían, pero seguro, no era nada legal.

-        Entonces si será necesario –habló el hombre dirigiéndose a Andrea y guiñándole un ojo mientras mostraba una perfecta sonrisa adornada por un brillante diente de oro- Bien Señora Cansino, un gusto, yo soy el “Águila”, para lo que se ofrezca –se levantó y caballerosamente saludó a Andrea, mientras Daniela se levantaba para traer un cenicero y el vino.

-        Yo soy “El Padrino” –habló el primer viejo- un gusto Señora Cansino.

-        Señora Cansino –se levantó su ahora guardaespaldas- “El Diablo” a su servicio –con el mismo respeto se dirigió a ella, mientras Daniela ponía las botellas sobre la mesa y se sentaba al lado de su mujer, encendiendo su cigarro y ofreciendo la cajetilla a los demás.

Andrea ya había botado el nerviosismo a la basura, Daniela se había sacado un diez con la broma que le estaba jugando, pensó mientras se reía y pregunto.

-        ¡por Dios, son iguales a los de las noticias! ¿dónde está el tan buscado “Halcón”? –dijo en medio de su risa.

-        La tienes justo a tu izquierda princesa –habló la única mujer que había y que no se había inmutado desde que llegó, una mujer tal vez de la misma estura de Andrea, es decir, un tanto más baja que Daniela, morena, de cabello liso y negro, de la misma complexión de Dan, pero con unos músculos tonificados y una voz un tanto gruesa, sin perder su femineidad.

-        ¿perdón? –dijo Andrea sacando los nervios del bote de basura y volviendo a ponérselos encima.

-        Como lo oyes, yo soy el tan buscado “Halcón”, ella –dijo viendo a la mujer-es “La loba”, y bueno, todos ahora estarán también a tu servicio, son los únicos en los que puedes confiar ciegamente aparte de mi –dijo tomando la mano temblorosa de Andrea.

-        No juegues Daniela, si es una broma ya te estás pasando…

-        No es ninguna broma, vamos princesa… eres inteligente –dijo mirándola fijamente a los ojos- sabes bien que el dinero no me cae del cielo, yo sé que ya tenías tus teorías…

-        Dan no –dijo soltando su agarre- no formaré parte de esto, conozco las leyes y sé a dónde iré a parar –intentó levantarse, pero Daniela de un jalón ya la tenía sentada nuevamente- Dany, no…

-        No nada… -habló fuerte Daniela mientras sacaba el humo por su boca- ayer me dijiste que me aceptabas en tu vida sin importar las circunstancias, eres mi mujer y estás dentro, quieras o no.

-        ¿ah sí… se puede saber desde cuando demonios estoy dentro de esto? –contesto exasperada Andrea.

-        Desde que te viste con ella fuera de tu trabajo –contestó la Loba- relájate princesa, nada te pasará, nosotros nos llevamos la parte dura.

Andrea buscó los ojos de Daniela, y se vieron fijamente por varios minutos, en los que Daniela dejó su cigarrillo a la mitad, sobre su fino cenicero de mármol, e intentaba limpiar las lágrimas que bajaban por las mejillas de Andrea, al no obtener éxito en tranquilizarla se disculpó.

-        Discúlpennos un momento señores, pueden iniciar la comida si gustan, va a enfriarse y sería un total desperdicio –se levantó de la mesa y jaló la mano de Andrea para llevarla hasta el patio trasero- ya flaquita, deja esas lágrimas a un lado… nada te pasará, daré hasta mi vida si es necesario que salgas limpia de esto… ¿no es lo que siempre habías querido? –dijo atrayendo la atención de Andrea que lloraba entre sus brazos- no trabajarás nunca más, tienes tu vida resuelta, eres la dueña y señora de todos mis negocios, serás la millonaria que siempre soñaste ser…

-        No quería las cosas así Dan… -dijo en medio de un suspiro- Dios, ¡tengo miedo de todo! –dijo aferrándose a la cintura de la abogada que la acobijo nuevamente entre sus brazos.

-        No todo llega como queremos… -dijo recordando el reciente accidente que las había unido por fin- yo tuve que perder a mi hijo para estar contigo…

-        Dan, prométeme que me protegerás de todo y de todos… -dijo Andy, obviando el comentario de Dany, pues no quería recordar que gracias a una muerte pudieron estar completamente juntas.

-        Lo prometo princesa, daré hasta mi alma, nada ni nadie te tocará, ni estarás involucrada en nada, como dijo la Loba, nosotros nos llevaremos lo duro… ¿vamos a comer? –beso la cabeza de Andy, levanto su cara entre sus manos y limpió meticulosamente el maquillaje corrido, Andy asintió y de la mano llegaron a la mesa donde su gente charlaba amenamente, al verlas entrar todos se levantaron y tomaron sus copas, ofreciéndole una copa a cada una de ellas que las tomaron gustosas.

-        Bienvenida a la familia Señora Cansino –habló la loba regalándole una sonrisa sincera, pues, si había logrado “amarrar” a la abogada, valía la pena integrarla a su círculo.

 Brindaron y en medio de anécdotas y preguntas curiosas por parte de Andrea comieron lo que la abogada había preparado, después de casi dos horas desde la llegada de su personal, dieron por terminada la comida, levantándose y entre todos limpiando todo, en contra de la voluntad de la señora Cansino, que les quitaba las cosas de las manos y ellos volvían a tomar otra, haciendo sonreír a Daniela.

-        ¿esa es la chiquilla de la que tanto hablabas? –preguntó la Loba, quien era de las viejas amigas que había conservado desde la universidad.

-        Ella es –asintió con una sonrisa estúpida.

-        Espero que no te arrepientas de haberla metido en esto –le echo el brazo en el hombro, haciendo que Andy volteara ligeramente y le diera una mirada rápida a la ubicación de sus manos.

-        Daré hasta mi alma si es necesario para librarla de todo –respondió con una sonrisa.

-        Esperemos que no sea necesario hermosa –quitó su brazo y le entregó un estuche que habían dejado en el recibidor- aquí está tu encargo, bañada en oro blanco, está un poco pesada para ella.

-        Yo le enseñaré, gracias –tomó el estuche y camino hacía su oficina a hacer los últimos arreglos y a recoger sus llaves.

Cuando los hombres dejaron todo limpio Andrea ya se sentía más tranquila, eran como una familia cualquiera, todo era bromas con ellos, volteó a buscar a su mujer que sostenía en portafolio en la mano izquierda y jugaba las llaves de su camioneta en la derecha.

-        ¿vas a salir? –pregunto angustiada mientras se acercaba a robarle un beso.

-        Saldremos a dar un paseo cariño –correspondió el beso.

-        Bien… ve con cuidado –sonrió lánguidamente.

-        No cariño –dijo tomándola de la mano- tú vas con nosotros, es momento de hacerte respetar –le guiño el ojo y caminaron para salir de aquella casa, con el Diablo y la Loba detrás de cada una de ellas, mientras los dos mayores caminaban a los lados, el Padrino con un portafolio y el Águila con porta planos colgado en su hombro derecho. Subieron a la camioneta de la abogada, claro, ellas se sentaron en los asientos del medio, atrás los dos viejos y al volante el Diablo con la Loba de copiloto.

-        ¿puedo saber a dónde vamos? –preguntó Andy en el oído de Dan, mientras discretamente tocaba el muslo de la abogada.

-        Ya te lo dije traviesa –tomó la mano de la Mercadóloga y la beso- vamos a hacerte respetar como la Señora que eres, y si te portas bien –dijo mordiendo la orejita de Andy- te haré gozar como nunca –y se alejó de ella dejando un beso marcado en su mejilla.

-        ¡perfecto! –levantó la voz atrayendo las miradas de todos.

-        Bien Daniela –dijo la Loba- no dejes que vean que es tu adoración porque encontrarán tu punto débil.

-        Claro, no hay problema –sonrió mientras tomaba la mano de Andrea.

Salieron de la ciudad, tardaron unas horas conduciendo, llegando a una alejada casa en medio del bosque, lo suficientemente alejada de la civilización como para no tener señal en los celulares, ni ver un poco de la luz citadina, bajaron con la ayuda de los guardaespaldas y el Padrino sacó unas llaves de su bolsillo y se las estregó a Daniela.

-        Ok princesa, esto es tuyo –dijo recibiendo las llaves y entregándole el portafolio a Andy- de ahora en adelante lo llevarás contigo a todos lados…

-        ¿incluso si salgo contigo? –interrumpió nerviosa.

-        A todos lados guapa, hasta el baño si es preciso –besó su frente y limpió los restos de labial que había dejado- no lo abras hasta que yo te lo diga –dijo viendo la mirada curiosa de Andy.

-        Entendido.

Daniela abrió la puerta y se encontró con un tiradero dentro, los muebles estaban tirados, había restos de ropa y algunos rastros de sangre.

-        ¿en dónde estamos? –pregunto Andy abrazando el brazo de Dan.

-        Tranquila, es una casa de seguridad, ¿recuerdas que mis vigilantes me dieron información falsa sobre ti? –dijo viendo que Andy asentía- bueno, pues aquí están…

-        Y hoy vas a enviar un mensaje a sus jefes –interrumpió el Águila.

-        ¿qué?... no, Dan, ¿Qué voy a hacer qué?

-        Nena, deben aprender con quien se meten, ellos me hicieron ponerte las manos encima –dijo abriendo la puerta que daba al sótano y mientras tomaba la mano de Andrea empezaban a bajar las escaleras- aquí los tienes –dijo señalando a dos personas que estaban sentadas y atadas en unas sillas, con unas capuchas puestas.

-        Hola escorias –dijo el padrino dándole una patada a uno de los cuerpos, haciendo que soltara un gemido bastante femenino.

-        Abre tu regalo princesa –susurró Dan en el oído de Andy, ésta colocó el portafolios sobre las manos del Diablo y con cuidado boto los seguros, un tanto insegura lo abrió y se topó con un revolver brillante, la cacha estaba adornada con figuras que sobresalían del metal, tenía municiones acomodadas en un compartimiento, y en otro tenía documentos, que al sacarlos se dio cuenta que tendría todo lo necesario para desaparecer en caso de emergencia- ¿te gusta?

-        Dan… -dijo pasmada, no se atrevería a tocar siquiera esa arma, no podía, ¡no quería! - ¿quiénes son? –preguntó sin pensar, en realidad quería saber, pero sabía que su pregunta alentaría a Daniela a hacer lo que habían venido a hacer.

-        ¿segura que quieres saber? –pregunto Daniela tomando las manos de Andy- puedes hacerlos pagar sin conocer sus rostros.

-        Loba… ¿puede usted mostrarme sus rostros? –dijo Andrea con un poco de seguridad, la Loba asintió y caminó hacia las sillas, arrancando primero la capucha a un hombre de más o menos su edad, muy golpeado, que subió la mirada a la de Andrea y le sonrió burlonamente, después arrancó la capucha al otro cuerpo, mostrándole un rostro bastante conocido a Andrea, que inmediatamente dio un paso hacia atrás, siendo regresada a su lugar por el brazo de Daniela- ¿tú?

-        Pensé que la loca ésta te mataría por ponerle los cuernos, pero veo que no borramos la suficiente evidencia que tenías a tu favor–le habló burlonamente su amiga cercana que había hecho en la universidad.

-        ¿por qué? –pregunto Andrea al borde de las lágrimas, había conocido a esa chica en la cafetería, era demasiado perfecta para ser parte de ese mundo.

-        Porque una maldita lesbiana no puede estar al mando de los negocios, ¡menos si tiene por mujer a una puta como tú! –escupió sus palabras- tarde o temprano caerá tu imperio, “Halconcita”, y junto con el caerás tú, ¡y tú puta de turno, te buscaremos hasta debajo de las piedras y no sabes cómo vamos a gozar mientras te hacemos añicos!

-        ¡cierra ya la maldita boca! –le grito la loba que ya estaba a un lado de las chicas y de los demás integrantes- adelante Señora –señalo el arma del portafolios, que fue tomada por Daniela, le explicaba con voz baja a Andrea como cargarla y cuando se la entregó dándole la espalda a las sillas, fue atacada por la chica que logró burlar las esposas que la retenían.

-        ¡mierda! –gritó Daniela, al sentir un cuchillo posarse en su cuello.

-        ¡Vamos señora, dispara o verás a tu anciana desangrarse! –grito la chica mientras apretaba a Daniela, los demás integrantes inmediatamente sacaron sus armas, mientras Andrea temblaba y de a poco subía el arma apuntando a la traicionera.

-        Suéltala… por favor… -habló.

-        ¡dispara Andrea, acaso no la amas lo suficiente! –le grito la chica.

-        Ya niña –dijo el Diablo- si no te mata ella lo haremos nosotros, suéltala ya y haz menos larga tu agonía.

-        ¡dispara ya, que la mataré y seguirás tú! –dijo al mismo tiempo que insinuaba enterrar esa navaja en la yugular de la abogada, poniendo nerviosa a Andrea, que jaló el gatillo con fuerza mientras apretaba los ojos y dejaba salir sus lágrimas, se escuchó una sola detonación, el vestido blanco se había teñido de rojo y ambas habían caído al piso, Andy se asustó, pero se llenó de furia al escuchar al hombre reírse.

-        Eres tan estúpida que le diste a tu mujer, sólo … -y su frase se interrumpió por otra detonación del arma de Andrea, que caminaba hacia donde estaba Daniela y todos la miraban sorprendidos, pues no la creían capaz de hacerlo.

-        ¿amor? –le habló a Dany, mientras la revisaba.

-        Estoy bien, estoy bien… el peso me jaló -y le regaló una sonrisa a su mujer- eres increíble…

-        Me asustaste –le dijo son una lagrima en su mejilla.

-        Tranquila… -le dijo mientras besaba su frente y le hacía señas a su gente para que limpiaran el desastre- lo hiciste bien…

-        Te amo… -besó sus labios.

-        ¿aunque sea una anciana? –preguntó con una sonrisa en medio del beso.

-        Eres una anciana demasiado sexy –le guiñó el ojo- ¿lo hice bien?

-        Perfecto… sólo una cosa –dijo levantándose junto con ella- no cierres los ojos la próxima vez, vámonos.

La llevó a la camioneta y sacó una maleta, volvieron adentro y se metieron a una habitación, mientras Daniela se bañaba Andrea bajo nuevamente al sótano, encontrándolo totalmente limpio, como si nada hubiese ocurrido, metió el arma al portafolios y regreso a la habitación, Daniela ya estaba vistiéndose con un pantalón entallado a su cuerpo, era blanco como su ya desechado vestido y una camisa azul metálico, cuando acabó de arreglarse se acercó a Andrea y le dio un largo beso, la tomó de la cintura y bajaron para subirse en la camioneta donde ya las esperaban para dirigirse de nuevo a la ciudad.

Después de quedarse dormida, Fernanda ya se encontraba arreglada para ir al club con las amigas de Brenda, en cuanto sonó el timbre del departamento tomó las llaves y salió al encuentro de René y Nicki, juntas bajaron al estacionamiento donde estaba la camioneta y el en fondo, en el lugar de siempre estaba estacionado el clásico de su amada, subieron a la camioneta y René condujo en silencio hacía el club mientras Nicki se arreglaba el pelo y Fer miraba al vacío por la ventana, cuando llegaron se encontraron con Raquel y Silvia que también acababan de estacionarse, Raquel en su coche y Silvia en su moto, abrieron el club con la orden de que Fer estaría todo el tiempo detrás de la barra, tal vez ayudando a Silvia, pero en ningún momento se quitaría de ahí, casi a las 11 de la noche el ambiente ya se sentía a todo lo que daba, estaba a reventar y René animaba la noche con su excelente música, las copas salían con mayor rapidez de lo normal, Fer traía las botellas que faltaban con ayuda de una de las meseras, Raquel trataba de controlar a todo el personal y Nicki había entrado a tomarse 10 minutos, pues se sentía agotada, se sentó en la barra a conversar con Fer mientras se tomaba una botella de agua.

-        ¿todo bien Fer?

-        Sí, todo perfecto –le sonrió- oye amm… mañana tengo un compromiso, pero ustedes trabajan…

-        Estas de suerte pequeña, mañana vienen a darle mantenimiento al lugar –dijo señalando su alrededor.

-        ¿mantenimiento?, ¿acaso hay algo mal?

-        No, sólo que Brenda ordenó que todo estuviera “perfecto” para tu cumpleaños, así que, Raquel se toma en serio su papel y todo estará estupendo para ese día.

-        Wow, entonces iremos todas entonces –comento alegre

-        ¿A dónde muñeca?

-        Verás, posiblemente regrese a mi antiguo trabajo… para ganar un dinero extra, y mañana iremos a ver quiénes serán las que pateen mi trasero Jajajaja

-        ¿en serio?, no creo que a tu amorcito le agrade mucho la idea…

-        Lo se… lo se… pero no puedo depender de ella…

-        ¿por qué no?, digo sus ganancias son lo suficientemente buenas como para vivir, no en lujos, pero si en buenas condiciones.

-        Si… pero, estoy acostumbrada a tener mi propio dinero, además… necesito ahorrar para su regalo.

-        Bien, si tú lo decides no habrá opción… ¿ya sabes que regalarle?

-        No, aún tengo tiempo para pensarlo, pero tengo que lucirme.

-        Trataré de ayudarte a encontrar algo interesante –le guiño el ojo- voy a mi puesto –se levantó y antes de irse le encargo a Silvia le mandaran una bebida a la Dj.

Esa noche estuvo como todas las demás, con gente hasta las 4 de la mañana, después de toda la rutina de limpieza y cierre, salieron cada una rumbo a sus casa, en el camino, Fer le comentó a René que tenía pensado comprarse una motocicleta, pues no podía pasarla eternamente en aventones, René por su parte prometió que le ayudaría a buscar una, siempre y cuando no saliera sola mientras Brenda regresaba, en cuanto llegaron al departamento se despidieron y cayeron rendidas ante el cansancio y el estrés de esos días.

El domingo por la mañana Fer le mando a Sam la dirección a la que pasaría a buscarla, y mando un mensaje a cada una de las chicas para avisarles la hora a la que saldrían rumbo al lugar donde estudiaría la posibilidad de regresar a sus peleas, recibió respuesta de confirmación de todas, que por la tarde llegarían al departamento de Brenda para salir todas juntas de ahí.

Andrea despertó con unas ojeras terribles, no había logrado conciliar el sueño en casi toda la noche, los cuerpos ensangrentados invadían su mente en cada momento, volteó a su izquierda, viendo a Daniela aferrada a sus caderas y con su rostro pegado a su nuca, ambas estaban desnudas, sin embargo, no hicieron más que abrazarse y darse unos cuantos mimos, pues ella, por la impresión que se había ganado esa tarde, ni siquiera tenía la libido lo suficientemente alta como para poder hacer el amor con Dan, vamos, que ni siquiera logró lubricar por más que Daniela se esmeró en estimularla. Después de un rato de estar escuchando la respiración de Dan en su nuca, la sintió moverse y estirarse, ya había despertado.

-        Buenos días nena –deposito un beso en la nuca de Andy.

-        Buenos días cariño –acarició las manos que se posaban en su vientre.

-        ¿amaneciste mejor? –se enderezó un poco para verla.

-        No pude dormir –se dio la vuelta y se abrazó al cuerpo de Dan que rápidamente la acobijo entre sus brazos.

-        Tranquila, amor, te preparare algo para relajarte ¿está bien? –beso la punta de la nariz de Andy- te daré algo para dormir y por la noche iremos a un lugar que te gustará.

-        ¿a dónde me llevarás? –pregunto con los labios pegados al cuello de la abogada.

-        Vamos a jugar con dinero… ¿te gusta el box?...