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Una combinación perfecta Cap. 6

en Lésbicos

CAPITULO 6

Hola a todas y todos los lectores, aqui les dejo la sexta parte del relato, un poco más corta pero si no lo subo hor tendré que esperar hasta la otra semana, espero les guste, les agradezco me regalen sus puntos de vista para mejorar mi redacción, saludos a todos!!!!!

…en su puerta la esperaba Daniela Cansino, con un perfecto traje, que a pura vista se veía algo caro, y con un enorme ramo de tulipanes entre sus manos, se desharía de ella con la verdad, pensó que diciéndole que había regresado con su ex prometida ahora novia y futura madre de sus hijos la dejaría en paz… solo pensó más nunca se imaginó... 

Mientras tanto, Brenda y Rebeca platicaban amenamente en el auto rumbo al aeropuerto.

-        ¡felicidades Brenda, me alegra mucho verte feliz!

-        ¡gracias Becki, no sabes lo feliz que estoy, juraba que me mandaría directo al infierno después de enterarse, pero…! –soltó unas cuantas lágrimas de felicidad.

-        ¿pero…?

-        ¡pero me hizo el amor en su consultorio, y me dijo que me amaba, y por fin después de casi un año la sentí tan mía que no logro creérmelo!

-        Pues créetelo porque por lo que vi son una para la otra.

-        Oye… ¿crees que tu hermana vaya en serio con mi nena?

-        No lo sé, es tan caprichosa a veces, yo pensé que estaba enamorada de Andrea…

-        ¿quién es Andrea?

-        Amm es… una larga historia, pero, en resumen, es o era la amante de Daniela, y bueno, creo que la última vez que se vieron fue el día de ese accidente… -dijo Rebeca soltando un par de lágrimas.

-        Lo siento Becki, veo que tu sobrino era un ser muy especial para ti –tomó una de sus manos.

-        Brenda… tengo que decirte algo que nadie más sabe, sólo Daniela, mi padre y… mi mujer.

-        Bien, cuéntame todo porque ni si quiera sabía que tenías a alguien esperándote en casa –le dio una sonrisa comprensiva.

-        Estamos llegando al aeropuerto, te cuento durante el vuelo ¿está bien? –Brenda asintió y al aparcarse el auto cada quien bajo por su puerta, pagándole al taxi que las había llevado, bajaron sus maletas y emprendieron el camino hacia su sala que ya anunciaba el vuelo, Brenda vio a Rebeca tomar su celular y enviar un par de mensajes que recibieron Verónica y Fernanda, al ser un vuelo nacional no debían hacer mucho procedimiento así que no tardaron mucho en dejar el equipaje y abordar, una vez en sus lugares ambas se pusieron los cinturones y se recostaron en el asiento, Brenda cerró los ojos un momento imaginando que hubiera sido si nada de todo lo que paso hubiera pasado y ahora esa hermosa militar fuera su mujer, sus pensamientos se vieron interrumpidos al sentir la cabeza de Rebeca recostarse en su hombro y escuchar ese suspiro que estaba acostumbrada a soltar cuando las cosas se tornaban difíciles.

-        ¿estás bien?

-        Si… sólo necesito sacarlo para ya no sentir que soy una completa extraña para ti…

-        Te escucho linda… -nuevamente tomo una de sus manos.

-        Bueno, recuerdas que… cuando conseguí entrar a la milicia… terminamos… y durante varios años regresaba a visitar la ciudad y…

-        Y un día ya no volviste jamás… hasta el accidente…

-        Si, pues en ese tiempo ya había terminado mi carrera y ya trabajaba ahí, y logré conseguir un ascenso y… -Rebeca contó toda su historia finalizando con la muerte de su hijo, Brenda un tanto incrédula y sorprendida sólo se limitó a consolar las lágrimas que brotaban de los claros ojos de su primera novia, hasta que lograra calmarse… -lo siento… solo te estoy agobiando con mis problemas cuando tú tienes los tuyos…

-        Tranquila guapa, somos amigas ¿no? –Becki asintió terminando de secarse la cara- pues entonces es mi trabajo escucharte igual que tú me escuchas a mí, es lo menos que puedo hacer por todo lo que tú estás haciendo.

-        Gracias Brenda, en cuanto lleguemos arreglaremos todo para que puedas regresar en un mes….

-        ¿te imaginas si hubiéramos continuado?… -divago Brenda- seriamos una linda combinación…

-        Sí, pero no seríamos perfectas…

-        ¿ah no? –pregunto divertida Brenda

-        No guapa, tu combinación perfecta te espera para su cumpleaños… y la mía la conocerás en cuanto lleguemos

-        Jajajaja me parece estupendo.

Fernanda dudo un poco antes de bajar de su camioneta, pero aun así desactivo los seguros y bajo de ella dirigiéndose a la cajuela para tomar en sus manos el arreglo que su novia le había llevado, cuando dio el primer paso sobre la acera de su casa recibió un mensaje de un número privado, desbloqueó la pantalla y era Rebeca avisándole que estaban tomando el vuelo, sólo sonrió a la pantalla y continuo su camino arrojando nuevamente su celular a uno de sus bolsillos.

-        ¡hola Daniela, un gusto verte de nuevo! –saludo Fernanda plantando un beso en la mejilla de la abogada y recibiendo uno de regreso, pero más cerca de sus labios.

-        ¡hola querida, veo que alguien se me adelantó con las flores! –habló un tanto celosa.

-        ¡me las llevó mi novia al trabajo, están hermosas ¿no crees?!

-        Si… son lindas… ¿dijiste novia?

-        Amm si, hoy me pidió que fuera su novia nuevamente y por supuesto que acepte, ¡mira esto! –señaló la silueta de plata que colgaba en su cuello, estaba tan eufórica que no notó la lista de colores que invadían el rostro de Daniela.

-        Wow, ayer te deje soltera si no mal recuerdo, -bajo el ramo de tulipanes color melón que llevaba en su mano derecha mientras que vio su reloj en la mano izquierda y la metió en su bolsillo, la abogada ya estaba un poco molesta e incómoda- ¿puedo saber quién es la afortunada?

-        Claro…, es Brenda –dijo algo titubeante pues no sabía cómo tomaría las cosas después de lo vio la noche anterior.

-        Brenda… ¿Brenda Peña, la chica que trató de propasarse contigo? –pregunto ya con el color rojo invadiendo su cara y dando pequeños pasos de un lado a otro que ponían nerviosa a la doctora.

-        Así es, pero no estaba en sus cinco sentidos, ella… jamás me haría daño –Fer se sentía agobiada por la reacción de la abogada, pero no tenía porque, ni siquiera tenía por qué rendirle cuentas si su novia era Brenda no ella.

-        ¡Dios… ¿estás tan envuelta en sus mentiras que la justificas?! –Daniela ya estaba maquinando su plan para enredar a la doctora, su trabajo la había acostumbrado tanto a mentir, que le era muy fácil envolver a las personas, en especial a las chicas que ya tenían el corazón lastimado, y entre esas, figuraba Fernanda- ¿si te quiere tanto por qué no vino contigo?

-        Mira Daniela, no sé de qué hablas, es más no se ni porqué te doy explicaciones, tu y yo no somos nada, ahora si me disculpas tengo cosas que hacer –se acercó a su puerta y cuando metió la llave en la cerradura escuchó las hirientes palabras de la abogada.

-        ¿no te contó que ahora es la amante de Rebeca?, no confíes tanto en las palabras de alguien que ya te lastimó una vez –Fernanda volteó a verla con cara de duda y el ramo de tulipanes fue empujado hacía ella- las traje para ti, no son tan lindas como los girasoles pero ten la seguridad de que son sinceras –se dio la vuelta y empezó a caminar hacia su casa, dejando a una Fernanda llena de dudas, era cierto pensó, si ya Brenda la había engañado una vez lo volvería a hacer y con mayor probabilidad teniendo a Rebeca cerca, entró a su casa para dejar los girasoles en su mesa de centro, llevó los tulipanes a su cocina para ponerlas en un florero sobre su desayunador.

Esa mañana-tarde la pasó pensando en lo que había dicho la abogada y lo que prometió a Brenda hasta que recordó lo que tenía que hacer y tomó su celular para hacer la llamada:

-        ¡Aquí Sam! –respondieron del otro lado de la bocina

-        Hola Sam, me preguntaba si ¿aún tienes la plaza libre?

-        Claro campeona, apenas estamos entrevistando a 2 chicas que llegaron, pero puedes mandar a tu recomendada hoy mismo.

-        Ok, ¿está bien a las 3?

-        A esa hora la espero, ¡saludos guapa!

-        ¡Bye Sam!

Miró su reloj y aún tenía tiempo, salió a la calle para meter su camioneta al garaje y descargar las pocas cosas que traía de la clínica, la curiosidad le ganó y volteó a ver al final de la calle, había un BMW convertible de color blanco estacionado junto a la camioneta y el auto de la abogada, pensó que tal vez era algún familiar que venía a asegurarse del bienestar de Daniela, pues a una semana del trágico accidente no podría estar del todo bien; metió su camioneta al garaje y mientras sacaba sus cosas de a pocos iba acomodándolas en la pequeña biblioteca que tenía al fondo del pasillo en el segundo piso, una vez todo acomodado se dirigió a la habitación frente a la suya, en ese mismo piso, esa habitación que había permanecido cerrada desde la ruptura del compromiso, buscó la llave entre su llavero y quitó el seguro, abrió la puerta y la inundo ese exquisito olor a canela que tanto le gustaba a Brenda, abrió las cortinas del ventanal y revivió un poco de lo que había guardado pensando en nunca volver a tocarlo, pero Brenda lo valía, valía volver a ver ese vestido color perla que había comprado para ella durante el viaje a su curso, valía admirar esa fotografía que les habían tomado durante sus vacaciones en la playa, donde Brenda sonrientemente la tomaba de la cintura mientras ella besaba su hombro invadido por los tatuajes que cubrían su brazo entero, valía ver esas playeras con un esmoquin estampado con las que se dijeron sus votos bajo la lluvia en el quisco del parque que frecuentaban, valía ver sobre ese tocador la cajita con el par de anillos que había llegado a su casa unos días después de la ruptura; ¿lo valía?, nuevamente cruzaron por su cabeza las palabras de Daniela, empezó a mover todo guardándolo en una caja que posiblemente ahora si sería arrojada a la “habitación del olvido”, como solía llamar a su sótano, si iba a empezar de nuevo con Brenda debía empezar desde cero, sin recordar los daños, sin idealizar el futuro, debía conquistarla y enamorarse nuevamente de sus defectos y virtudes, una vez empacados hasta los anillos sello la caja y la llevó abajo, dejando únicamente en su sala una foto donde lo único que se veían era el par de nucas una al lado de la otra, esa foto que se habían tomado en el estudio donde Brenda se había tatuado un báculo de esculapio y ella se había tatuado los labios de Brenda. Una vez abandonada la caja, subió a cambiarse su uniforme para ponerse un atuendo deportivo un tanto suelto a su figura, se puso sus tenis, ajusto su celular a su brazo y salió rumbo al gimnasio donde tomaría su nuevo trabajo, en el camino escribió un mensaje:

  • Tus ojos iluminan mi vida y tus besos fortalecen mi alma, te estaré esperando… ¡te amo! –sólo tardó un par de minutos en recibir la respuesta.
  • Lucharé por nosotras mi vida, ruego porque estos días se pasen volando, ¡te adoro!

Con una sonrisa impecable siguió su rumbo hasta llegar a su destino.

-        ¡hola Sam! –le dio un abrazo

-        ¡hola Fer, dónde está la chica que ibas a enviar!

-        La tienes justo frente a ti…

-        Jajajaja –soltó una risa incrédulo- no juegues, ¿qué con tu trabajo?

-        No juego –le dio un empujón- necesito el trabajo para pagar mi casa

-        ¿y tu trabajo?

-        Hoy renuncié…

-        ¿acaso estás loca?, sabes que éste lugar jamás te dará las ganancias que te da tu trabajo.

-        Lo sé –le dijo sonriente- pero venderé mi camioneta y con el trabajo sólo completaré lo que falta, y no estoy loca -lo miró fingiendo seriedad- Brenda y yo vamos a intentarlo nuevamente y necesito más tiempo.

-        ¿estás segura?

-        Por supuesto

-        Y… ¿por qué no le pides un préstamo?

-        Porque es mi novia, no es mi banco personal, además es la casa donde viviremos, no la haré pagar lo que es mi deber poner.

-        ¿tu deber? –soltó un carcajada- pensé que ella era quien llevaba los pantalones

-        Nos los prestamos ¿sabes? –soltó también una risa-, nooo es solo que…

-        Tu orgullo no te lo permite

-        ¡exacto!, no me siento cómoda sabiendo que ella ya tiene su vida resuelta y yo apenas estoy terminando de despegar, entonces… me darás el trabajo o no

-        Es todo tuyo campeona, ve pensando si quieres ganar dinero extra, es jueves y el próximo domingo hay un evento.

-        Ya, gracias, ammm, ¿de cuánto dinero extra estamos hablando?

-        Cinco mil al primer lugar, todo para ti, piénsalo y me avisas.

-        ¿Cuándo empiezo? –grito mientras Sam se alejaba.

-        ¡El lunes, mientras puedes entrenar un poco!

Fernanda lo pensó por un momento, regresar a sus participaciones significaría ganar el dinero suficiente, no para vivir con lujos, pero si para no preocuparse tanto, significaría mostrarse semidesnuda cada fin de semana en los “eventos” y dejar que Brenda viera como a veces le pateaban el trasero… diablos…

-        Nos vemos el domingo Sam –chocó su puño con el de su entrenador.

-        ¡bien!, ¿paso por ti o vienes? –preguntó entusiasmado

-        Sólo iré a observar el espectáculo, no te hagas ilusiones, ya estoy un poco vieja y necesito ver a que me enfrento –rio al ver el desánimo en la cara de Sam- ¡pasa por mí!

-        Está bien, ¡nos vemos!

Fernanda salió trotando rumbo a su casa, al llegar aseguro todas sus puertas y se fue a dar un baño para dormir el resto de la tarde hasta el otro día.

Mientras tanto Daniela se encontraba con su amante, Andrea, había llegado después de la llamada que recibió escuchando a Daniela un poco molesta, condujo desde no muy lejos hasta la nueva dirección que le había mandado en un mensaje, ¿ese convertible? Era uno de los regalos que había recibido de su “clienta” a cambio de los placeres que le brindaba. Verónica sabía que una abogada aun teniendo el puesto que tenía, no podría ganar lo suficiente para mantener esos lujos, más nunca se atrevió a preguntar de donde salía el dinero que también la mantenía a ella, sólo se limitaba a ser la compañía de Daniela cuando algún grupo de personas intimidantes hacía negocios con ella, a ignorar las llamadas nocturnas que recibía Daniela mientras la visitaba y algunas veces por curiosidad quiso escuchar lo que hablaba, recibiendo un “mantente al margen preciosa” de parte de la susodicha, por eso mismo sólo se encargaba de satisfacerla y recibir sus pagos, aunque con el tiempo ya se había encariñado con ella como no lo había hecho con ningún “cliente”, pues de vez en cuando Daniela le regalaba varios “te amo” mientras le hacía el amor, le había prohibido también estar con alguien que no fuera ella, y ya no era tan salvaje como al principio. Aunque al llegar a la nueva casa todo fuera un tanto distinto.

-        ¡hola cariño! –saludó Andy al abrirse la puerta, pero Dan, como ella la llamaba, la recibió con un beso salvaje, como los que le daba al principio, y ella como buena amante simplemente se dejó hacer, Daniela prácticamente la arrastró a su habitación y le ordenó.

-        ¡quítate la ropa, ya sabes que hacer! –se dio la vuelta y la dejo sola, como siempre, y bueno, Andy hizo lo que ya sabía hacer, se quitó la fina y delicada ropa que la abogada le había pagado, quedando completamente desnuda, se recostó en la cama y se esposo a la cabecera, tal y como le gustaba a Daniela, sólo tuvo que esperar unos minutos para verla aparecer con el mismo atuendo con el que la recibió, ese traje se ajustaba perfecto a su figura, para sus 36 años se conservaba bien, aunque ya se le notaban unas pequeñas arrugas en los ojos y junto a los labios, además de que ese pequeño surco que se marcaba cuando sonreía, cada año se hacía más notorio; camino hacía la cama quitándose el saco mientras con sus labios sujetaba el cigarrillo mentolado, el defecto que más le gustaba a Andrea, pues los besos que le propinaba mientras fumaba tenían un sabor único, continuó desabotonando su cinturón, y lo saco doblándolo en dos partes, Andy pensó que iba a atar uno de sus pies con él, pero lo que vino ni yo me lo esperaba, soltó un primer azote sobre las piernas de Andrea, dejando la cinta perfectamente marcada en sus muslos y haciendo gritar a Andrea al mismo tiempo que sus ojos se llenaban de agua.

-        ¿qué mierda te pasa?

-        ¡aquí las preguntas las hago yo!, ¡¿dónde carajos has estado?! –soltó el segundo azote en las caderas de la delgada morena.

-        ¡en la escuela, diablos, me estás lastimando! –Andrea lloraba y se retorcía intentando zafarse de las esposas, pero eran tan reales que la única manera de soltarse era dislocándose algún dedo o bien, con la llave.

-        ¡haz estado revolcándote con el decano de esa escuelucha verdad! –Daniela ya estaba furiosa, sus ojos se habían oscurecido un poco y Andrea ya estaba invadida por el miedo.

-        ¡no, te juro que no he estado con nadie más, ahí estudio, amor…! –sintió otro azote en sus piernas que ya estaban calientes y la marca anterior ya había empezado a hincharse.

-        ¡no me mientas, ¿me crees tan estúpida como para creerte?! –y se lanzó sobre ella, poniendo las manos en su cuello y empezando a apretar suavemente- ninguna puta me va a ver la cara de idiota –susurró en el oído de Vero.

-        Te lo juro amor –hablo con dificultad- revisa el coche si quieres, ahí vienen mis cuadernos y mis libros, por favor…

Daniela se levantó en seguida, buscó las llaves en el bolso de Andrea y salió a toda prisa, abrió la puerta del coche y no encontró nada, se fue al maletero y ahí vio un par de libros de economía y unos cuadernos además de una guía para tesis, la misma que ella había leído sólo que algunas ediciones más recientes, se quedó paralizada observando el maletín pues nunca se había tomado la molestia de preguntar ni siquiera su edad, sólo se limitaba a pagarle y regalarle detalles algo caros, pero comparado con el placer y cariño que le daba no le costaba nada, tomo las cosas en sus manos, cerró el coche y se metió nuevamente a su casa, cuando entró a su habitación se le conmovieron hasta los huesos, vio a Andrea temblando y llorando mientras intentaba zafarse un pulgar para soltarse, dejo caer las cosas a un lado de la puerta, llamando la atención de Andy que en su intento por huir sólo se rasgó la piel de las manos y las muñecas, Dani caminó rápidamente hacia la cama y de su buró saco la llave.

-        No me pegues Dan, nunca te he mentido –Andy intento alejarse de Dany.

-        ¿cuántos años tienes? –preguntó mientras se recargaba en su tocador al frente de la cama.

-        Veinticuatro, ¿vas a dejarme ir? –respondió y una lágrima se le escapó nuevamente.

-        Dios… eres… demasiado… joven… -la miraba como si fuera un espécimen raro

-        Eso pediste cuando nos conocimos “una chiquita guapa que supiera que hacer en la cama” –le recordó las palabras que pronunció la primera vez que visitó aquel lugar.

-        Si… pero pensé que sólo… te conservabas para tu… ¿trabajo? –dijo dudosa- ¡yo no pensé que en realidad eras tan chica, además que hace una universitaria de ese nivel ahí!

-        ¡no trabajo por gusto, necesito el dinero y tú lo sabes, además este año me gradúo y no trabajaré más! –respondió molesta- déjame ir por favor, te prometo que nada saldrá de mi boca.

-        ¡no! –respondió pensando en lo que había dicho- ¿ya no… trabajarás más…?, ¿sólo soy un cliente más?

-        No Dan, eso era al principio –respondió nerviosa, estaba a punto de confesarle que su trabajo le estaba gustando, pero únicamente cuando se trataba de ella, pero también le daba terror saber de lo que era capaz si la acababa de golpear- sabes que siempre estoy cómoda contigo, y me gustas, pero a veces… me da miedo ver todo… lo que tienes… no se… déjame ir por favor, no diré nada… -y las lágrimas la invadieron nuevamente al ver que Dani se acercaba, pensó que eran sus últimos momentos viva, pues ya sospechaba de algún negocio sucio en el que estuviera metida.

-        Sólo te soltaré flaquita, no te haré daño, ¿está bien? –Andy asintió y Dany se acercó para liberarla.

-        ¡dile a tus estúpidos vigilantes que investiguen bien! –le habló mientras recogía su ropa y empezaba a ponérsela, las marcas le ardían, pero tenía que salir de ahí antes de que Dan fuera invadida por los celos nuevamente.

-        ¡no! –le arrebató la ropa de las manos y la tiro al piso- ¡tú no te vas de aquí!

-        ¡por favor Dan, te juro que no volverás a saber de mí, me iré de la ciudad si eso te deja tranquila, pero déjame ir por favor! –Andy temblaba del miedo, terminó arrodillándose frente a Daniela que se quedó sin saber qué hacer, estúpida la hora en la que mandó a sus vigilantes a investigarla, pensó, pero pagarían caro el haberle sacado el dinero a cambio de información falsa, pues ellos le aseguraron que su nuevo cliente trabajaba en esa universidad.

-        No te dejaré ir pequeña –se arrodilló junto con ella- éste es nuestra casa y tú serás quien ponga en su lugar a esas escorias que trabajan conmigo.

-        ¿nuestra casa? –pregunto incrédula, pues era poco creíble que la gran abogada Cansino saliera del clóset después de lo influyente y reconocida que era.

-        Si Andy –la tomó del mentón y levantó su cara- perdóname por no ponerte más atención –deposito un suave beso en los labios de la morena- perdóname por ponerte las manos encima, no volverá a pasar –la abrazó acariciando su espalda desnuda, al principio Andy estaba tensa pero poco a poco se fue aflojando y cedió al abrazo- ven –le dijo después de un rato y la ayudó a levantarse, la recostó en la cama y la cobijo- déjame ver que tengo para curarte –dijo viendo las marcas que había dejado, fue a su baño y llevó un botiquín a la cama, sacó algunas pomadas y quitó las sábanas nuevamente, vio las marcas ya en su punto máximo de inflamación, algunos lugares hasta tenían puntos rojos por la fuerza que les había aplicado al golpearla, subió la mirada a los ojos negros de la chica que estaba en su cama, estaban un poco enrojecidos y vidriosos todavía, le dio una sonrisa que Vero sólo respondió con una pequeña mueca, destapo los productos y empezó a aplicar.

-        Mmm –se quejó Andy apretando un poquito sus ojos.

-        Perdón cariño –depositó un beso en sus piernas y siguió aplicando- perdóname por favor –puso varios besos en sus caderas antes de aplicar la pomada, limpió con agua oxigenada y gasa las heridas en las muñecas y puso un pequeño vendaje de los que le había enseñado Rebeca, cuando terminó nuevamente la acobijo y besó sus labios, esta vez Andy correspondió, jugando un poco con su lengua, un sabor salado invadió sus paladares y Andy abrió los ojos, su Dan estaba llorando, la tomó suavemente de la cara y le beso las mejillas y los ojos tratando de tranquilizarla.

-        Ya, no pasa nada –beso sus labios nuevamente y Dani se separó.

-        Ahora vuelvo –recogió el botiquín y se dirigió al baño, una vez ahí se escuchó un fuerte golpe y varios cristales cayendo, tardó unos 20 minutos ahí metida y cuando salió ya Andy se había quedado dormida, se desvistió en silencio mientras la observaba y cuidadosamente se acostó junto a ella, ni siquiera Fernanda podría compararse con el monumento de mujer que estaba en su cama, pensó, pero únicamente quería tirársela, y eso no se iba a quitar de su mente hasta lograrlo, se  acomodó en la espalda de Andy y la abrazo de a pocos, la escuchó quejarse varias veces antes de caer vencida por el sueño.

Era casi la media noche cuando Fernanda despertó sobresaltada y desorientada, escuchó en medio de su sueño el timbre de su celular, se levantó de la cama y empezó a buscar entre las sábanas y almohadas hasta encontrarlo.

-        Fernanda Santiago buenas noches –dijo a la bocina.

-        Buenas noches Fernanda soy Rebeca.

-        ¿Rebeca, que sucede, todo está bien?

-        Discúlpame por la hora, sólo queríamos saber cómo estabas

-        No te preocupes, todo bien aquí, ¿Dónde está Brenda?

-        Esta… aquí frente a mí, te la paso está un poco alterada… -Brenda le arrebató el teléfono.

-        ¿hola, amor, estas ahí? –se escuchaba su voz eufórica.

-        Hola guapa, te estoy escuchando, ¿estás bien? –pregunto Fer

-        Si amor… estoy un poco nerviosa y alterada…

-        Todo estará bien amor…

-        ¿Dónde estás? –Fer escuchó el mismo tono de voz que había utilizado en su última visita al club.

-        En la casa cariño, estaba durmiendo…

-        ¿con quién, ya te cogiste a esa perra?

-        No bebe, estoy completamente sola, tranquilízate…

-        ¡no me pidas que me tranquilice… -Fer escuchó sus gritos alejarse un poco de la bocina y después mucho ruido, cosas se caían y Brenda gritaba que la dejaran.

-        ¡Brenda, Brenda tranquila!, ¿Rebeca, hola, Rebeca? –y se cortó la llamada, espero unos minutos y volvió a marcar.

-        Espera un momento, te comunico con Becka –respondió una voz femenina desconocida para ella- Hola Fer, discúlpanos, Brenda se alteró un poco, tuve que sedarla.

-        Está bien, necesita su dosis ¿cierto?

-        Sí, pero estará bien, ¿tú estás bien?

-        Si ¿por qué lo dices?

-        No lo sé, Dani…

-        Dani no pondrá un pie en esta casa, todo está en orden, por cierto, gracias por lo que haces por Brenda, yo… te pagaré por todos los servicios que le has contratado.

-        Tranquila, son favores que me deben y que ahora estoy cobrando, no he contratado ningún servicio para ella.

-        Y… la chica que contesto ¿no es su enfermera?

-        Jajajaja ¿Quién, Vero?, no, es mi esposa, tranquila, yo me comunico contigo en unos días para informarte.

-        Ok, gracias por todo, a ti y a tu esposa, y un último favor

-        Claro, dime.

-        Dile que la amo, y que no pierdo mi fe en ella.

-        Le daré tu mensaje, mantente tranquila, y por favor mantenme informada de todo lo que te pase, así sea lo más tonto… tu sabes… por seguridad.

-        Gracias, estamos en contacto –cortó la llamada y se recostó nuevamente, y se quedó dormida pensando en Brenda y rogando a Dios la ayudara a salir de aquel vicio y agradeciendo por la nueva oportunidad que les estaba dando para unir sus vidas.