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Una combinación perfecta Cap. - XVIII

en Lésbicos

CAPITULO 18

-        Mi vagina sangro y todo está bien, lo haremos con cuidado ¿sí?

-        ¿segura que no pasará nada?

-        Sí, yo me encargo de eso, quiero sentirte amor…

……………………………

Una semana paso desde el día en el que le patearon el trasero a Fernanda, semana en la que después de hacerse los estudios que ella creyó necesarios guardo reposo hasta sentirse bien, es decir, sólo se quedó un día en su casa, sin hacer mucho esfuerzo, pero sin quedarse quieta por completo. Brenda se había encargado de cuidarla lo más que podía y la dejaba, pues Fernanda insistió en irse a trabajar a lo que ya tenía programado para esos días.

La pareja de militares decidió quedarse en esa casa hasta conseguir algo definitivo, así que la convivencia entre ellas era mayor. Esa misma semana, Rebeca llevó a su futura esposa a conocer a su hijo, se percató de las flores que habían dejado allí y supuso que su gemela lo había llevado, al igual que Daniela, Rebeca presento a Verónica, pero, escogió ese momento como el justo para confesarle lo que le habían negado al mundo, que ella era su verdadera madre, le pidió perdón por no estar junto a él como hubiera querido, pero le aseguro que Daniela había dado todo por mantenerlo de la mejor manera.

Verónica se dio cuenta de que el hombre que unos días antes las había encontrado en el ascensor, su suegro, se acercaba a la misma dirección donde estaban ellas, y se imaginó toda situación menos lo que ocurrió.

-        Rebeca… -se escuchó su gruesa voz.

-        ¿papá? –respondió sin pensar, tenía tanto de no llamarlo así, y su primera reacción fue colocarse frente a Verónica, intentando protegerla.

-        ¿no nos vas a presentar? –preguntó después de unos segundos incómodamente silenciosos.

-        No creo que sea lo más prudente, ya nos íbamos –dijo tomando de la mano a su mujer y jalándola para emprender su salida.

-        Yo creo, hija –la tomó del brazo- que sería lo más prudente después de lo que vi –intentó no ser demasiado serio.

-        Eh… -Becka se quedó sin habla, pues nunca se lo había dicho, era la primera vez que lo haría, y fue el turno de su mujer salvarla de decir alguna tontería.

-        Verónica Freyre –extendió su mano hacia el hombre trajeado que estaba frente a ellas- un gusto señor.

-        El gusto es mío, Giovanni Cansino para servirte hija –soltó las palabras ocasionando una falta de respiración en la médico- ¿puedo llamarte así cierto? –sonrió como cuando les perdonaba alguna travesura a sus hijas.

-        Claro señor, como usted se sienta cómodo.

-        Papá… ¿Qué pretendes? –pregunto a la defensiva- a mí, no puedes engañarme, dime que quieres…

-        Quiero tener a mis hijas de vuelta –la interrumpió- sabes que son lo único que me quedaba como familia, ustedes y mi nieto.

-        Pero… - intentaba refutar cuando recibió un apretoncito en la mano, de parte de Vero- no puedes recuperarnos de un día para otro, ¿crees que no me dolió vivir separada de mi hijo?

-        Lo sé, sé que no puedo, pero quiero intentarlo, tal vez no en un día, pero si algún día –se acercó a ella para abrazarla, recibiendo un ligero empujón, como cuando le hacía berrinche por algo que no le compraba.

-        Papá… -quiso empujarlo más, pero su subconsciente la traicionó y lo que hizo fue aferrarse a él y llorar como habría querido hacerlo el día en que regreso a casa.

-        Necesitamos hablar en un lugar más tranquilo ¿les parece? –dijo sin dejar de abrazar a su hija y al no recibir respuesta de su hija volteó a mirar a la mujer que suponía era su pareja.

-        Lo que ella decida señor –respondió con una sonrisa.

Después de esperar algunos minutos a que Rebeca se recompusiera, ella lo soltó para voltear y tomar de la mano a Vero.

-        Nos vemos en casa Papá, hay algo importante que debes saber –le dijo viéndolo a los ojos con una seguridad que nunca tuvo frente a él.

-        Claro hija, ahí las alcanzo, ¿quieres mis llaves?

-        ¿sigues teniendo la misma cerradura? –pregunto sonriendo, pues siempre la había podido abrir sin necesidad de una llave.

-        Nunca la cambie –se encogió de hombros

-        Entonces no me harán falta –le guiño un ojo.

-        ¿puedes entrar como la gente normal si te doy mis llaves? –estiro su mano con el llavero de su casa.

-        Puedo intentarlo –tomó las llaves y con Vero de la mano emprendió su camino hacia su auto.

Ya en camino, Becka no sabía por dónde empezar, oficialmente saldría del closet con su padre, y eso le había paralizado las neuronas, aunque su futura esposa le daba el valor que nunca logró reunir, eso ayudaba un poco, pero intentaría relajarse antes de llegar a casa, la casa donde había vivido su madre, pues no le recriminaría nada a su padre, al final de cuentas nada lograba haciéndolo.

-        Amor –rompió el silencio en el que conducía- ¿te importaría manejar después de que salgamos del bar?

-        No hay problema amor –respondió besando los nudillos de su mano que llevaba entrelazada- sólo dame la dirección.

-        Perfecto –dio vuelta y unas calles adelante se estacionó- sólo me tomo un par ¿sí?

-        Oye, amor, no pasa nada, no es necesario que se lo digas si no estás preparada –le sonrió y le dio un beso.

-        ¿y tú crees que pienso volver a hablarle como padre para seguir escondiéndome y escondiéndote a ti?, no Vero, ya es tiempo de decirle lo que él ya sabe, ¿vamos?

-        Vamos.

Esa semana se pasó como agua entre los dedos para Daniela y Andrea, pues como lo había dicho el licenciado Campos, tendrían que volver a su antiguo trabajo, a su antigua vida, y el problema no era hacerlo, el problema en realidad fueron sus ganancias, Andrea en la universidad a punto de graduarse y Daniela tratando de acoplarse nuevamente a las actividades del despacho, las cuentas enormes que acostumbraban a gastar, los salarios de los empleados, el pago de su casa recientemente adquirida y el mantenimiento de sus lujosos autos las tenía en una tensión constante que si bien, no afectaba su relación como pareja, solamente acentuaba los problemas que ya traían arrastrando

-        ¿hola? –contesto la llamada del número privado.

-        ¿se puede saber cuándo vas a retomar tu vida para salvar tu libertad? –le dijo su jefe y padre al otro lado de la línea.

-        Ésta es mi vida ahora papá, lo siento.

-        Sabes que pronto tendremos lo que buscamos y si no vuelves a tu trabajo irás a prisión con ella ¿verdad? –Andy trató de respirar con calma mientras salía de la habitación a verificar que Dan no hubiera vuelto aún.

-        No puedo traicionarla –respondió sin quitar la mirada de la puerta principal- se lo prometí.

-        ¿y de cuando a acá tus promesas hacia esa criminal valen más que las que le hiciste a tu familia? –le gritó, pues estaba desesperado por salvar a su hija.

-        Papá… estoy enamorada…

-        ¿de qué demonios hablas?, ¡tú no eres así, tu eres una mujer, una con un futuro prometedor fuera de las garras de esa abogaducha! –hubo un silencio largo en el teléfono- vuelve, abandona la misión y yo me encargaré de limpiar tu nombre y de que la corporación olvide lo que paso.

-        No… papá… ella es mi presente y mi futuro, perdóname –dijo con seguridad.

-        Tu madre esperaba recibir otra respuesta hija, nos vemos en los tribunales entonces- cortó la llamada.

Andrea en medio de su pánico y el sentimiento de culpa para con su familia, por un momento pensó en salirse de esa casa antes de que Daniela regresara, pocos días eran los que la dejaba sola y para su buena o mala suerte ese era uno de esos días, sin ella, sin guardias, sin nadie que vigilara sus movimientos. Tenía el dinero suficiente como para regresar a casa sin problema alguno, tenía su automóvil y sus pertenencias.

Tenía los motivos suficientes para dejar a Daniela, volvería con su familia, volvería a su trabajo, podría terminar la universidad lejos de ella, la infidelidad de Dan sería su pretexto perfecto para dejarla para siempre, pero le faltaba algo, su corazón, ese lo tenía la abogada, y volver a su vida significaba entregarla y verla en los tribunales, frente a frente para hundirla y limpiar su nombre, y hundir a la abogada significaba enterrar para siempre su amor, y en consecuencia su corazón.

Estaba por bajar con sus maletas cuando escucho que la puerta principal se abría, escuchó como Dan jugaba con sus llaves en sus manos mientras caminaba a la sala para arrojar su bolso sobre el sofá. Se quedó congelada al no saber porque demonios había llegado un par de horas antes, con cuidado y en silencio regresó a su armario para dejar sus dos maletas en el fondo, esperando que su objetivo-clienta-amante-novia-prometida-ahora enemiga no se percatara de la ausencia de su ropa colgada en los ganchos.

Bajo por las escaleras para recibirla como siempre, con un profundo beso y un abrazo, la encontró en la cocina, como siempre, pero esta vez estaba buscando algo en uno de los cajones del mueble, la abrazó por detrás e inmediatamente sintió el aroma de ese perfume que había estado sintiendo en las últimas dos semanas.

-        ¿dónde has estado Daniela? –pregunto furiosa mientras la soltaba.

-        Trabajando, en el despacho, ¿dónde has estado tu? –pregunto de regreso mientras se volvía hacía ella con dos juegos de cubiertos en las manos.

-        Fui a mis clases por la mañana y he estado aquí toda la tarde –respondió tratando de no titubear.

-        ¿qué quieres cenar hoy princesa? –se acercó y deposito un beso en los labios de Andrea.

-        ¿de quién es ese perfume? –pregunto de regreso ignorando lo que Dan le había cuestionado.

-        Quieres cenar discusiones por lo visto –refunfuño entre dientes- es un perfume que me compre hace poco, está sobre el tocador, ¿te das cuenta que atención me pones? –dijo con sarcasmo.

-        ¡Exactamente la misma que tú me pones a mí! –gritó- ¡no sé qué demonios hago contigo si no eres capaz ni siquiera de serme fiel!

-        A ver chiquita –camino hacia ella- en primer lugar, no grites, que estoy lo suficientemente cerca como para oírte incluso si susurras –jaló un par de sillas y le ofreció una- en segundo lugar, Andy, no puedo ponerte la atención que quisieras, esta semana ha estado difícil, no es lo mismo trabajar en el despacho que como lo hacía antes. Esta mala racha pasará sabes –le tomo las manos- siento hacerte pasar por esto, pero no puedo dejar caer las cuentas para estar contigo todo el tiempo que quisiera.

-        No, conmigo no, pero que tal para estar con ella, ¿ella si lo vale? –pregunto empujando sus manos a un lado.

-        A ver Andrea, no sé que te pasa, pero te aseguro que estas mal –mintió- no la he vuelto a ver desde la pelea –volvió a mentir- me estoy asegurando de forjar un futuro estable para nosotras y me sales con esto.

-        No te salgo con nada Daniela, ¿crees que soy idiota como para no darme cuenta que cambiaste tu perfume por ella?, soy más lista de lo que parezco, tu edad no es ventaja sobre mi inteligencia Daniela –estaba a punto de decirle que se largaría de ahí, pero no se armaba de valor completamente.

-        El otro perfume ya me había fastidiado –respondió empezando a maquinar- no sé cómo piensas que sigo con ella cuando yo misma te di la clave para que la arruinaran en la pelea, ¿qué más quieres? –levanto las manos ya harta de los chantajes infantiles de Andrea.

-        Quiero que me dejes en paz Daniela –se miraron a los ojos, ambas retándose- esto se acabó, nosotras no funcionamos juntas –se dio la vuelta y empezó a subir las escaleras hacia la habitación, entro a su closet y saco sus maletas ya listas.

-        ¿y a dónde piensas ir? –pregunto parándose en el marco de la puerta- tu deber es estar aquí conmigo, ¿todo lo tenías planeado? –sonrió con nostalgia- no es la fortuna que soñaste ¿cierto?

-        Dan, no se trata de dinero, se trata de nosotras, tu… no puedes sacarte de la cabeza a esa pendeja y yo aquí como idiota en tu casa mientras me pones los cuernos tranquilamente –soltó sus maletas.

-        Andy, mi amor, no te vayas, esto es solo un mal momento, mientras se arreglan los negocios –la abrazo- puedes estar en el despacho conmigo si tú quieres, sólo eres tu –la beso- sólo tu pequeña.

-        Dan…

-        Dime algo, ¿realmente quieres irte? –preguntó con una lágrima traicionera cayendo por su mejilla.

-        Dan no hagas esto –contestó llorando- es lo mejor, si no soy tu felicidad para impedirte llegar a ella.

-        Amor, no te vayas –se arrodillo frente a la delgada mujer que realmente la hacía feliz- pídeme lo que sea, pero no te vayas por favor.

-        Lo único que quería es que me fueras fiel, Daniela, ya te lo había pedido y no supiste hacerlo…

-        Dame una oportunidad, una última por favor, tu eres la mujer que yo amo, con la que quiero morir, por favor, vamos a intentarlo una última vez –suplicó con todo su ser, pues realmente la amaba, esa niña se había robado todo su cariño y su amor.

-        Levántate amor –le sonrió después de un largo rato de estar en silencio, y dejó caer sus lágrimas.

-        Te amo –la abrazó fuerte- te demostrare que soy la indicada para ti, olvidemos esto ¿sí?

-        Si…

Rebeca y Verónica debían presentarse, después de sus cortas vacaciones para iniciar la investigación para la que las habían enviado, ya con un peso menos encima, pues su padre, bien o mal ya conocía sus gustos y a su pareja. Contaba con su apoyo para lo que fuera necesario, según se lo dijo, pues, aunque no conocía con exactitud el trabajo que harían, sabía que no estaba de más tener a la mano al legado de abogados con los que contaba la familia.

Verónica se dedicaría únicamente a la investigación, y ejercería su carrera una vez terminado con todo. Había declinado negativamente ante la propuesta de su suegro para vivir en la casa donde había crecido Becka, argumentando que sería mejor buscar una casa donde vivir solas, para no causar molestias.

Brenda, muy contenta por tener a las militares en su casa, pues así tendrían más vida en esa casa, que, aunque Fernanda había abandonado todo lo que le robaba el tiempo para estar con ella, esa semana se la había vivido en los consultorios donde le llamaran, ni una vez piso de nuevo su club, todas las tardes después de sus consultas siempre tenía algo que hacer, algo que no incluía la presencia de Brenda ni de sus amigas, pero que si involucraba visitar el despacho jurídico Cansino y Asociados, para después de eso llegar a su casa, cenar lo que fuera que Brenda hubiera cocinado, ver alguna película y dormirse abrazada a la contadora.

Y aunque la consciencia no la tenía lo que podría definirse como tranquila, su gusto por poseer a la doctora Cansino era mayor, aunque menor al de ser poseída por ella, pues, eso de llevar a cabo el acto del coito sobre un escritorio ajeno y que no fuera con su mujer era lo que en esta semana la había mantenido contenta, aunque no precisamente feliz.

La noticia le cayó como balde de agua fría, sin embargo, era la mejor salida para lo que estaba empezando a sentir y muy en el fondo le agradeció a su contemporánea.

-        Hola Dany –saludo como siempre y se sentó en la silla que acostumbraba ocupar.

-        Fernanda –le sonrió- dame un minuto por favor y ya hablamos –dijo mientras continuaba redactando el último párrafo para la defensa de un caso que revisaba.

-        ¿sólo quieres hablar? –preguntó inclinándose sobre el escritorio de la abogada, mostrando un poco de los atributos que la madre naturaleza y su madre biológica le habían regalado.

-        Mm… si Fernanda –respondió mirando un poco y regresando su atención a la pantalla de la computadora- ¿qué tal tu día?

-        Iba bien hasta ahorita –contesto seria tomando su lugar de nuevo- dime para que me querías ver si no era para lo de siempre.

-        Dame un minuto –la miró levantando la ceja- ya casi termino, llegaste antes.

-        Llevaré a Brenda a cenar, llevo prisa.

-        Está bien, no podemos seguir viéndonos, mi mujer está antes que tú.

-        Jajajaja –rio por no encontrar que hacer- podrías habérmelo dicho cuando me llamaste, no hay problema, mi prometida también está antes que tu querida.

-        Si… pero no es manera de terminar lo nuestro…

-        No hay un “nuestro” –remarcó- solo era un juego, bonita. Suerte en tu matrimonio –le guiñó el ojo y salió del despacho con un vacío que ni ella misma lograba entender, ¿acaso la emoción que sentía cada que la veía era algo más que deseo?, no, se reprendió ella misma, Brenda está antes que cualquier persona.

Manejo su auto a una velocidad prohibida, quería llegar cuanto antes a los brazos de Brenda, y olvidarse de todo lo demás, debía retomar la locura que tenía con su pareja, la emoción que sentía de estar con ella, el amor con el que la veía cuando le hacía bromas para arrancarle sonrisas y robarle besos. Estacionó su auto detrás del de las militares y observo que la casa al final de la calle estaba ya con algunas luces encendidas.

-        ¡Hola mi amor! –gritó en cuanto abrió la puerta.

-        ¡hey princesa! –la levantó en medio de un abrazo- estamos por empezar a preparar la cena ¿quieres ducharte mientras?

-        Nop –le sonrió- quiero probar tus labios –le susurró mientras, abrazada de su cuello la hacía caminar hacia atrás.

-        Princesa –beso sus labios- vamos arriba –la volvió a besar aumentando su intensidad- yo también quiero probar los tuyos nena.

-        ¿y si les dices a las chicas que dejen lo que hacen y vamos a cenar fuera? –pregunto tomándola de la cintura- así probamos mientras se arreglan –mordió los labios de la contadora.

-        Si si si, ya mismo les digo –respondió contenta- pero acompáñame, ¿no vas a saludar?

-        Claro que sí amor, ¡qué mal educada soy!, ¡hola chicas que tal su día! –le dio un beso a cada una.

-        ¡Muy bueno! –respondió sonriendo la odontóloga- sólo nos presentamos a conocer a los jefes y mañana nos darán indicaciones ¿verdad amor? –abrazó a la doctora que estaba recargada en uno de los muebles intentando descubrir que traía de nuevo su cuñada secreta.

-        Si bebé –beso su cabeza- ¿y tú que tal Fer? –le regalo una sonrisa.

-        Pues fue un día perfecto –se encogió de hombros y se abrazó a la cintura de Brenda- creo que mis ocupaciones se terminaron así que tomare las riendas del negocio y me ocupare de mi mujer –pensó un segundo- así que dejen lo que sea que vayan a cocinar y prepárense para una salida.

-        Eh… -pensó Becka- mañana trabajamos, pueden ir solas si gustan, gracias.

-        No te preocupes, será sólo una cena, si quieren claro está –miró a Vero, quien a tan pocos días se había vuelto su confidente.

-        ¿vamos? –pregunto Vero, apretando ligeramente al cuerpo de Becka.

-        Vamos –sonrió, en un momento haría que su mujer le dijera que traían entre manos.

-        Bueno, nos arreglamos y nos vemos en 20 en la sala ¿sí? –dijo Brenda mientras jalaba a Fer y entre risas subían las escaleras hacia su habitación.

Aseguraron la puerta para no ser interrumpidas y mientras se desnudaban iniciaron las preguntas.

-        ¿te ducharás?

-        Nos ducharemos linda, ya sabes que yo no me baño sola –la jaló hacia adentro.

-        Bien amor –abrió la llave de la regadera- ¿me dirás de que se trata todo ese código de miradas en el que se comunican tú y Fer? –preguntó dudosa de si ponerse en alerta o ponerse celosa mientras empezaba a colocarle shampoo a su mujer.

-        Tranquila celosa –respondió dándole un piquito- no puedo hablar –se encogió de hombros.

-        ¿qué?, ¿por qué?, ¿algo que me ocultes? –frunció el ceño.

-        No, nada, código de amistad –le guiño el ojo y se dejó hacer por Becka.

-        ¿amistad eh? –le hizo cosquillas

-        Siii Jajajaja, relájate mi amor, sólo es amistad, congeniamos bien, sólo eso ok -se encogió de hombros- lo único que puedo decirte es que a partir de hoy todo volverá a la normalidad con las dueñas de ésta casa.

-        Ok, pero tarde o temprano terminarás diciéndome todo lo que sabes –hablaba mientras enjuagaba los restos de shampoo en la odontóloga- te amo –la beso en medio del agua que las mojaba.

-        Yo te amo a ti –sonrió en medio del beso- te contaré después, no te apresures…

Llevaban ya casi diez minutos esperando, y eso, sin contar que se habían retrasado cinco minutos casi 6 arreglándose para ir a la cena, “nada formal” le dijo Vero a Becka, por lo que no tardaron tanto como lo tenían en mente. Mientras esperaban abrazadas en el sofá individual de la sala de la casa, se armaban mil suposiciones sobre las indicaciones que recibirían ¿se tendrían que separar?, ¿se tendrían que infiltrar?, ¿sería hombre o mujer el objetivo?, ¿tomaron la decisión correcta?, y entre comentarios escucharon la felicidad con la que venían el par, bajando las escaleras con atuendos igual de informales que los de ellas.

No sería nada formal, pues, como Fer se lo dijo a Vero, “necesitaba tantear la confianza que aún le tenía su mujer para dar el siguiente paso”, así que irían a un restaurant equis, el que se les atravesara en medio del camino, tal vez comida rápida, tal vez carne árabe, tal vez alguna parrillada, algo interesante encontrarían. Lo importante era recuperar la sonrisa que Brenda había perdido desde hacía un largo mes y dos semanas.

-        ¿a dónde vamos princesa? –preguntó en el momento en el que vio que Fer estacionaba en un centro comercial después de ver rápidamente su celular.

-        A un lugar que te gustara nena –le sonrió y se bajó para abrirle la puerta.

-        ¿Vamos a apartar mesa y nos alcanzan? –le dijo Becka a Fer al ver que Brenda estaba algo confundida- tómense su tiempo –le guiño el ojo para que no dijera que de ella había sido el mensaje que hacía un momento había recibido.

-        Si gracias Becka –grito Fer al ver que se habían alejado bastante rápido.

-        Amor… tú algo me ocultas –hablo Brenda con un rastro de tristeza.

-        No hermosa… –la abrazo- bueno si… pero no es tanto como ocultar, es más que trato de compensar –la beso.

-        Mmm –saboreo el beso- compensar…

-        La falta de atención hacia ti de esta semana –interrumpió antes de que pensara en Daniela- a partir de este mismo instante estoy retomando oficialmente los planes de salvar lo nuestro

-        En serio jajaja –se rio nerviosa.

-        Muy en serio guapa –palmeo su trasero- y, para empezar, algo que yo sé que te gustará –la tomó de la mano y empezaron a caminar hacia adentro del edificio.

-        Y… ¿puedo saber que es “lo nuestro”?

-        Es… -pensó un poco las palabras para decirlo de la manera más correcta- una relación marital, aunque no estamos casadas, aún… -recibió un apretón en la mano- … basada en un noviazgo algo loco pero funcional después de todo…

-        Jajajajaja –estallaron en risas las dos- ¡me encantas loca!

-        Lo sé –se encogió de hombros- hoy romperemos la dieta –miró hacia el local de pizzas que le había sugerido la militar y que ella en su larga relación no sabía.

-        ¿estás hablando en serio?

-        Muy en serio, las dos sabemos que te gusta tanto como a mí, sólo que tú eres más estricta que yo para seguir una dieta, vamos las chicas nos esperan.

-        ¿ustedes dos sabían verdad? –pregunto viendo directamente a su ex, pues de las 3 mujeres que la acompañaban en esa mesa, ella era la única que sabía de sus gustos culposos.

-        No –contestaron al mismo tiempo.

-        Fue idea mía –beso su mejilla- dame un poco de crédito.

-        Ok amor, bien chicas, ¿escogen ustedes mientras voy a lavarme las manos? –les dijo mientras se levantaba de su silla.

-        ¿voy contigo? –pregunto Fer al no recibir invitación.

-        No, nena, regreso rápido –lanzo un beso al aire y le guiñó el ojo a Vero.

-        ¿ahora si me dirás? –murmuró Rebeca.

-        Shhh –le indicó Vero- ¿por qué no pides por las cuatro?

-        Yo creo que pedimos una grande… -dijo Fer.

-        Yo creo que pedimos dos… -dijo Becka sonriendo mientras recordaba las enormes cantidades de pizza que Brenda podía llegar a consumir.

-        ¿no es mucho? –pregunto el lado celoso de la odontóloga.

-        No amor –guiño el ojo- es suficiente.

-        Ok iré a pedir, ¿Coca-Cola para todas?

-        Siii, ahora si dime de que se trata todo esto –recargo su cabeza en el hombro de su pareja.

-        Bueno… Fer piensa que yo la estoy ayudando a recuperar a Brenda, pero en realidad Brenda me pidió ayuda para hacer una locura enorme.

-        ¿qué tipo de locura?

-        Le propondrá matrimonio………………

Gracias por seguirme leyendo, saludos y besos desde México!!!!!!!!!!!!!!!