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Una combinación perfecta Cap. - XIV

en Lésbicos

CAPITULO 14

Saludos hermosa Lililunita un beso y un abrazo!!! (no creo poder desaparecer a la abogada, te sorprenderá saber lo que les tengo preparado para las parejitas de la historia muajajaja), a la guapa Kibray un abrazo y tambien un beso porque no, espero que te guste esta parte de la historia, y para el querido Sasia tambien muchos besos y abrazos gracias a Dios no paso a mayores el temblor, linda Melosha intento cambiar mi redacción jajaja (ya tomé en cuenta tus observaciones) un beso!!! Y para mi nueva comentarista Lisa, que bueno que te animaste a entrar preciosa, besos!! Saludos a todos mis lectores y las linduras que me escriben a mi correo, con mucho respeto un besotote y un abrazo mega enorme!!!!!

-        Gracias amor –dijo abriendo la puerta del coche para que Fer bajara mientras ella le tapaba el trasero- y quita esa cara que no me convencerás.

-        Ok ok jajaja, no perdía nada con intentarlo –dijo ayudando a bajar a la contadora y recogiendo el par de tangas que estaban en el piso del coche- me debes una tanga –reclamó cerrando su coche y tomando de la mano a su novia.

-        Cárgala a mi cuenta –contesto divertida, pues siempre hacía lo mismo y era obligada a comprar no una, sino una docena…

……

Caminaron de la mano hasta el ascensor y se perdieron entre arrumacos y piropos dentro del cubículo que las llevaría a su nidito de amor…

Mientras tanto, Daniela y Andrea habían tenido una tarde-noche llena de emociones, fuera de todo lo que esperaba Daniela, Andrea no la toco para hacerle daño… Cuando salieron de la oficina de la contadora, caminaron tomadas de la mano hasta donde estaban sus respectivos guardaespaldas, al parecer los únicos que notaron la tensión entre la pareja, bajo las órdenes de Daniela caminaron juntos los cuatro y salieron para irse ellas en el deportivo de Andrea y ellos en la camioneta resguardándolas.

Andrea trataba de mantenerse en sus casillas, pues, estaba consciente de que, en parte, gracias a sus maltratos físicos hacia Daniela, ella misma la había orillado a buscar “cariño” en alguien más, además, descontrolarse demasiado implicaba revelarle su gran secreto, ese por el que ahora era igual o más perseguida que su “Halconcita”.

Mientras Daniela le escribía a su hermana, estaba pensando qué estaría planeando hacerle su mujercita, pues nunca se imaginó que sería capaz de retar de esa forma a su gemela, menos en frente de las demás, entonces, ¿Qué sería capaz de hacerle a ella?, tal vez la volvería a golpear como hace unos días, en lugares donde no dejara marca, tal vez ni siquiera le importaría eso y le volaría la cabeza en su misma casa, al fin y al cabo, ella misma había ordenado que la protegieran incluso de sus locuras.

-        ¿Por qué? –Andrea rompió el silencio, mientras tomaba el camino más largo para llegar a la casa de la doctora Cansino, su casa.

-        Perdóname… -fue lo único que pudo articular Daniela.

-        Te hice una pregunta –la miró, ya no con esa mirada fría que últimamente tenía para con ella, la miró con la mirada que le dio la primera vez que le soltó un “te quiero”.

-        Tú me conoces… sólo era un capricho… -respondió con la voz temblorosa, tomando la mano de Andy, que no le tomó la mano, pero tampoco la movió de lugar.

-        Un capricho que tuviste que cumplirte varias veces… -le dijo con las primeras lágrimas rodando por su mejilla- ¡y en mi cara maldita sea! –le subió la voz y golpeo el volante poniendo en alerta a la abogada, que ya veía venir el primer golpe.

-        Cálmate por favor…

-        No me voy a calmar hasta ver a esa estúpida bajo tierra… -contestó riendo en medio de sus lágrimas- ¿qué te gustó de ella?

-        ¿qué? –dijo Cansino sin entender a donde iba esa plática.

-        Si… digo, yo te guste porque era tu títere, pero ¿ella?

-        Hermosa, no me gustaste por eso… –dijo Daniela tomando su mano nuevamente, esta vez siendo correspondida- y ella no me gustó, ni me gusta, simplemente me encapriche y lo siento…

-        Lo sientes… ¡¿te das cuenta de todo lo que yo tuve que aguantar para poder estar contigo?, y de repente llega una estúpida que te calienta las bragas y me haces quedar como una pendeja frente a tu hermana y frente a todas las demás! –habló un poquito más serena y pisando el acelerador, para alejarse lo suficiente de sus guardaespaldas.

-        Ten cuidado hermosa… -se tensó al ver que empezaba a rebasar al tráfico y pasaba muy cerca de los otros autos, recordando el “accidente” con el que pretendía deshacerse de su esposo, y terminó deshaciéndose de la única personita que la hacía sentirse completamente orgullosa.

-        Claro… mi amor –respondió sarcástica, mientras pisaba más el acelerador, escuchó sonar su celular, pero no contesto, después empezó a sonar el de Dany…

-        ¿si?... todo bien, nos vemos mañana… no, sólo necesitamos estar solas… si, tómense el día… -y colgó- ¿a dónde vamos? –preguntó viendo que se había desviado del camino hacia su casa.

-        Es otro camino… no te preocupes, no haré nada que te lastime… ya no.

El resto del camino hubo un silencio sepulcral, Andrea no encontraba la manera ni el momento de soltarle la verdad, su teléfono no paraba de sonar y ella sabía quién era, ya la tenía harta, ella ya había decidido su vida y su futuro, que no sería muy prometedor como lo había imaginado, pues se había echado a media corporación federal encima, se había echado a su padre encima, y lo peor de todo era que si su cuñadita  Rebeca o su concuña se atrevían a investigarla, se darían cuenta de todo, delatándola no sólo a ella, sino al amor de su vida, la famosa e impecable doctora en derecho: Daniela Cansino Ramos.

Daniela, sólo espero a que medio estacionara el coche e inmediatamente se bajó con el celular de Andrea en la mano, caminó lo más rápido que pudo hacia su oficina, mientras Andy se tomaba todo el tiempo del mundo para alcanzarla y quitarle la evidencia de las manos.

-        ¿Quién demonios te llama tanto?, ¡me ves la cara de idiota y tratas de hacerte la víctima! –le grito furiosa, pues si algo detestaba era que le pusieran los cuernos, aunque ella fuera una promiscua de cabo a rabo.

-        No digas tonterías y dame ese teléfono –dijo tratando de arrebatárselo de las manos.

-        ¿Diga? –dijo tomando la llamada, haciendo enojar a la mujer que tenía enfrente.

-        “buenas tardes Señora Cansino, –para la suerte de Andrea, no era su padre, aunque se escuchó una voz masculina del otro lado de la bocina- la molestamos para confirmar los detalles para mañana por la noche”

-        Un segundo, la comunico –Daniela le dio el celular y salió de esa oficina para dirigirse a la habitación que tenía destinada para recordar a su pequeño Gio.

Andrea tardó cerca de 15 minutos hablando por teléfono, arreglando los detalles de lo que sería su dulce venganza para con Fernanda, para después buscar en toda la casa a su mujer y encontrarla en la habitación en la que se perdía durante horas cada que tenía oportunidad, la vio sentada en el piso, admirando todos los juguetes del pequeño Gio, y aunque ella no había tenido oportunidad de conocerlo en persona, sabía lo mucho que importaba para Daniela, así que decidió llevarla a donde se había negado llevarla y dejarla ir por todo ese largo mes, tratando de evitar una depresión mayor.

-        Bonita… -le habló tiernamente, después habría tiempo para explicaciones y disculpas por parte de las dos

-        Mm…

-        ¿vamos a ver a Gio?

-        ¿hablas en serio? –pregunto mientras volteaba a verla con sus ojos cristalinos

-        En serio bonita, vamos a ver a Gio, ya es tiempo de que nos presentes…

-        Bien, déjame cambiarme –dijo levantándose y pasando de largo para ir a su habitación- ¿me llevas a comprar flores? –preguntó en la puerta antes de encerrarse en su refugio.

-        Claro… -respondió triste- oye… lo siento…

-        No nena… -dijo acercándose a ella- yo lo siento, creo que yo te orille a esto.

-        Se supone que yo odiaba que me pegaras…

-        Y me pusiste un alto… está bien, no volverá a suceder ¿cierto?

-        Lo juro –y sellaron su “promesa” con un casto beso.

-        ¿vas a apostar mañana? –pregunto haciendo referencia a la llamada que la dejo haciendo.

-        No, hice algunos arreglos para nuestra peleadora, el patrocinio fue retirado y mañana sabrá con quien se metió.

-        No lo hagas…

-        ¿te enamoraste acaso? –pregunto con una pisca de celos.

-        Por supuesto que no, pero no tiene caso.

-        Si lo tiene, me dijiste que me encargara de ese negocio y lo estoy haciendo, nos dejará mayores ganancias ver perder a la estrella que hacerla ganar.

-        Está bien –le regalo una sonrisa, mientras empezaba a quitarse esa ropa formal para ponerse algo más casual- pero si la vas a hacer pagar, que pague bien ¿no crees?

-        ¿y que tienes en mente? –pregunto, haciendo lo mismo.

-        ¿Por qué no llamas a Elena?

-        Es su amiga ¿no?

-        No mami, su amiga es Amaya, Elena es efecto colateral.

-        Perfecto, ¿qué quieres? –dijo desbloqueando su teléfono para llamar al patrocinador de Assassin.

-        Que la haga arrepentirse del daño que nos hizo mi amor –y ahí estaba, la versión manipuladora que hizo caer a la oficial De la Vega.

-        Lo hará bonita… -dijo con el teléfono en la mano y empezando a hacer negociaciones con el patrocinador.

Después de terminar sus negociaciones, salieron de la mano y en el deportivo de Andrea salieron rumbo al último hogar del pequeño Gio, por supuesto, llevo a Daniela a comprar flores, eligió un bonito arreglo de gardenias, las primeras flores que recibió el festival del día de las madres, de las pequeñas manitas de su bebé. Estuvieron horas en la tumba de Giovanni, Dan le presentó a su novia, “si la vieras también te enamorarías de ella, pulguita”, charlaba y charlaba con él, como su hubieran sido años los que había estado ausente, como si lo tuviera frente a ella, sus ojos ya estaban inflamados de tanto llorar y Andrea, presa del sentimiento también derramó una que otra lágrima mientras intentaba consolar a su Dan, cómo era posible que una mujer tan dura, fría y calculadora se quebrara de esa manera, pensó, pero qué idiota, si ella también aunque no quería cayó en su juego, de a pocos la había ido enamorando, pues lo que había negociado para mañana, no era otra cosa más que producto de sus celos.

Regresaron ya cuando había empezado a oscurecer, esta vez era Dan la que conducía el deportivo rojo, pasados sus sentimentalismos por Gio, empezó a tratar de compensarle a su Andy la falta que había cometido, y empezó por consentirla con lo que sabía que le gustaba, un par de hamburguesas enormes en un McDonald’s acompañadas por papas a la francesa y varios vasos de Coca-Cola. Después la llevo al bonito bar donde se habían visto la primera vez que quedaron fuera de su trabajo.

En ese lugar, y acompañadas de varios Martinis, se les pasó el tiempo hasta casi las 2 de la mañana, platicando y recordando de cómo eran los viejos tiempos, Andrea por un momento imaginando en que penitenciaría estaría Daniela si ella hubiera cumplido con su trabajo, y Daniela ignorando todo y añorando a la antigua Andrea, esa que la llenaba de ternura y cariñitos cada que la tenía en frente…

Becka le entregó las llaves de su coche al Parking del hotel, y con algo de trabajo logró que Verónica se bajara, pues ya le había pegado la cantidad de alcohol que había ingerido esa noche y aparte de que venía dormida, no podía mantenerse en pie por más de cinco segundos sin empezar a zigzaguear o soltarle alguna caricia o piropo subido de tono, pasó uno de los brazos de la odontóloga por su cuello y la sostuvo de la cintura.

-        Amor despierta –le habló riéndose, pues Vero se había pegado a su cuello y había empezado a besarle sus zonas erógenas.

-        Estoy despierta… -respondió levantando la mano que llevaba suelta.

-        Jajaja no princesita, estás a medio dormir, en la recepción del hotel y mostrando medio culo –dijo esto último susurrando y riendo pues no era cierto.

-        ¡maldición Jajajaja, que nadie mire lo que te comes Mayor! –le siguió la broma, abriendo sus ojos por completo y mirando como las recepcionistas le regalaban una comprensiva sonrisa –buenas noches señoritas, disculpen el show –dijo irguiéndose por completo y guardando la compostura, bueno, por lo menos lo hizo hasta el ascensor, donde con Rebeca adentro, dijo algo que las hizo vociferar una carcajada que terminó contagiando a las chicas del lobby.

-        Debería grabarte para que veas cuanta diversión me regalas –le dijo mostrándole su celular con la cámara activada.

-        Lo que deberías hacer es cogerme Rebeca, cogerme a diestra y siniestra hasta que me provoques un desmayo –le respondió pegándose a sus labios, esos días de vacaciones eran los que aprovechaban para comerse en cuerpo y alma, y esa mañana tal vez no sería la excepción.

-        Mi niña… hasta las pestañas las tienes borrachas, y todavía quieres coger… -dijo apretando los glúteos de Vero.

-        No se necesita estar sobria para coger… -refutó tomando una de las manos de Becka para meterla entre su tanga.

-        No pequeña –dijo empezando a tocar la intimidad de su mujer- pero mañana necesitamos estar en la bienvenida de Brenda, recuerda que es al medio día y de ahí iremos a ver a Fer –dijo deteniendo su mano, pues ya habían llegado a la lujosa estadía que la contadora les pagaba.

-        Prometo levantarme para estar puntual –dijo pegando a Rebeca a la pared mientras empezaba a deshacerse de ese vestido que había disimulado los atributos de su futura esposa- una cogidita rápida y ya ¿sí?

-        Las que quieras mi reina –le respondió besándola mientras le ayudaba a quedarse desnuda, así la fue empujando al sofá que estaba en la pequeña sala, se sentó en el posa-manos y sin quitarle la vista le pidió –quiero ver cómo te desnudas…

Verónica obediente dejó sus sandalias a un lado, lentamente bajó el cierre de su vestido y de a pocos lo fue quitando, primero un hombro, después el otro y por último lo dejó caer, quedándose en un conjunto de lencería color hueso, todo de encaje, casi transparente, lentamente caminó hasta donde estaba Rebeca, y así, sin tocarla le dio la espalda y se palmeó sus propias nalgas, inclinándose un poco hacia abajo y abriendo sus glúteos, mostrando el trozo de tela que estaba atrapado entre ellos. Se enderezó y tomo los elásticos entre sus dedos, bajándolos de a pocos hasta que su tanga llegó al piso, por un momento perdió el equilibrio soltando una carcajada y haciendo reír a la Mayor.

-        Dios, sí que estoy ebria –dijo volteándose con la única prenda que tenía puesta, su sostén - ¿me ayudas?

-        Claro… -dijo Becka levantándose del sofá, ya sin su ropa interior y ayudándole a quitarse esa hermosa prenda, pero más hermoso era lo que cubría- ¿segura que quieres…?

-        Ajam… -le dijo atrapando uno de los pezones de la médico entre sus labios, mientras cuidadosamente se sentaba en el sofá, jalando sobre ella a Becka.

-        Más despacio nena… -le dijo pues por su estado no medía su fuerza y en lugar de darle placer le estaba haciendo daño- así… así está perfecto…

-        Cada vez te pones más rica… -le dijo soltando el enrojecido pezón para pasar al otro, mientras sus inquietas manos acariciaban la cicatriz de Becka, cómo le encantaba sentir esa cicatriz, y a Becka como le gustaba que su mujer la tocara con tanta devoción- me excitas tanto mi amor…

-        Y tú a mi cariño… no sabes cómo me pusiste cuando bailaste hace rato –dijo sintiendo como su vagina se inundaba de lubricante- eres tan sexy…

-        Ven aquí –la jaló para que acomodara su vulva frente a ella, metiendo su cara entre sus piernas y tomándola por el trasero para darle mejor apoyo- ¿yo te puse así? –pregunto pasando su lengua en los labios mojados de la excitada militar.

-        Siempre me has puesto así de cachonda nena… -dijo en medio de jadeos, pues la delicada lengua de la odontóloga se paseaba libremente entre su intimidad- ¡no me sueltes! –le ordenó mientras retiraba sus manos del respaldo del sofá para llevarlas a sus senos, dejando todo su equilibrio en sus piernas y su apoyo en las manos de su Vero.

-        Jamás… -dijo empezando a mover su lengua más adentro de los labios de Becka, llegando a la entrada de su vagina, mientras sus dedos intentaban abrirse paso entre las nalgas de Becka.

-        No… por ahí no… -refunfuño Becka apretando la cara de Vero a su mojada vulva.

-        ¿Hoy no tienes ganas? –puso más empeño al manjar que se estaba devorando, pero Becka no estaba ni cerca de sentir algo, por lo que empezó a subir su boca mientras la iba bajando de a pocos para dejarla sentada sobre sus piernas abiertas, a su paso beso la cicatriz y recorrió con su mojada lengua toda la tinta que cubría el abdomen de la Mayor Cansino, llegó hasta los senos de Becka y los beso con ternura, tomó la mano izquierda de Becka y la metió en su necesitada vagina para que la médico continuara la tarea que dejo pendiente en el ascensor, mientras ella besó las clavículas y subió a su cuello, lleno de pequeños besos la mandíbula de Rebeca y deposito un delicado beso en sus labios, regreso a su mandíbula e hizo un camino hasta llegar a su oreja, chupo su lóbulo y dejó salir el primer jadeo que Becka le estaba ocasionando, mientras sus manos recorrían las piernas y los glúteos de su mujer hasta llegar al inició de sus labios vaginales.

-        Siii, pero no por ahí, jajaja –se rio nerviosa al sentir los dedos de Vero pasearse entre sus pliegues, mientras ella empezaba a penetrarla suave pero profundo.

-        Te amo –le dijo en un gemido, en su oreja, pues sabia como la calentaba con sus gemidos, y sus manos estaban siendo testigo de lo mucho que podía llegar a lubricar si la incentivaba correctamente- hazme tuya mi vida…

Y así empezó el amanecer de las militares, Becka le dio lo que había pedido, se la cogió a diestra y siniestra, con una variedad fluida de posiciones y lugares, por ambos lados por donde Verónica le pidió y en uno prácticamente le suplicó, con sus dedos, con su lengua, con sus labios, con su vagina, con todo… la Mayor Cansino la hizo gozar un orgasmo tras otro hasta que, como Vero lo pidió, le hizo caer rendida, y en consecuencia ella también, eran casi las siete de la mañana cuando acomodó a Verónica en la cama, y no la dejo perderse por completo hasta hacerla beber su respectivo casi medio litro de agua, para evitar una resaca mayor, ella también hizo lo mismo, activo su alarma para las 11 de la mañana y se tiró a dormir, abrazada de su hermosa futura esposa…

Brenda y Fernanda llegaron hasta la puerta de su departamento, unos cuantos minutos después de que las chicas llegaran, pues aún se escuchaban sus risas y comentarios a través de la puerta del corredor, Fer saco el juego de llaves y se los dio a Brenda, que con la mayor de las calmas tanteo la llave con sus dedos mientras su boca se prendía a la boca de su doctora favorita, abrió la puerta y lo primero que recibió fue el característico aroma de Fernanda, pues tenía la buena o mala costumbre de casi bañarse en su perfume y donde quiera que estuviera dejaba su esencia, prendió las luces del living y vio todo en su lugar, perfecto y reluciente como le encantaba a su novia. Jaló a Fer hacía adentro y cerró la puerta asegurando todos los cerrojos como tratando de evitar que su refugio fuera irrumpido por alguien más, la tomó de la mano y la llevó a la cocina.

-        ¿agua? –preguntó mientras tomaba un vaso y abría su refrigerador para sacar una jarra de agua helada.

-        Si por favor –le respondió mientras se quitaba sus tacones y se sentaba en un banquillo.

-        Toma preciosa –le dio su vaso y se sentó frente a ella, del otro lado de la mesa, y le tomaba la mano de nuevo, estaba ebria pero aún sabía perfectamente lo que estaba haciendo.

-        ¿quieres hablar? –le preguntó Fernanda, segura de que podría decirle todo sin que su contadora se molestara.

-        Si por favor, necesito… -pensó muy bien lo que diría pues lo que menos quería era pelear ahora que por fin se habían conectado tan bien como al principio- necesito saber lo que paso, entender cómo sucedieron las cosas, sólo para no enfrentarme a lo desconocido…

-        Ok… -suspiro- desde el día en que te fuiste Daniela empezó a pretenderme, prácticamente a acosarme… -y le conto cosa por cosa, sin omitir ningún detalle, incluso le dijo las veces que ella le había coqueteado sínicamente, las veces que habían tenido sexo y las veces exactas que la había metido a su residencia- … sé que puede sonar estúpido, pero yo te amo, y no sabes cuánto admiro que aún después de la discusión en tu oficina me hayas tratado como no lo merezco…

-        Shhh… -Brenda le puso su dedo en los labios para callarla- no digas eso… tú te mereces todo, ya te dije que es una nueva oportunidad para las dos, vamos a tratar de que lo nuestro se haga realidad ¿sí?, algo tan real como lo que solíamos tener, no importa lo que hayas hecho o lo que yo haya hecho, vamos a empezar de cero, sin rencores ni reclamos… te amo y eso es lo único que me importa mantener, lo demás es basura…

-        Gracias mi cielo –rodeo la mesa para abrazarse a la delgada Brenda que tenía enfrente, besando los tatuajes que iniciaban en su hombro izquierdo, abrazándola como si fuera la última vez que la vería.

-        Te adoro… -le susurró en su orejita mientras la apretaba entre sus brazos- ¿vamos a la cama? –preguntó, pues vio su reloj y ya iban a ser las 6:30 de la mañana.

-        Llévame, estoy muerta –le dijo esperando que la cargara como siempre, pues sentía que sus pies le quemaban.

-        Y como no lo vas a estar si no paraste en toda la noche –le dijo divertida mientras se quitaba sus zapatillas y se acomodaba para que Fer se trepara en su espalda, y haciendo un enorme esfuerzo la logró levantar- ¡dios estas pesadísima!

-        ¡oye… lo que pasa es que estas más delgada, y bueno, también subí de peso! Jajajaja –dijo mientras intentaba bajarse para no hacerla cargar.

-        ¡quieta gordita que vas a tirarme! –le decía mientras le sostenía fuerte las piernas y se tambaleaba de un lado a otro y se reía pues sabía que de gordita no tenía nada, pero seguro la molestaría.

-        ¡no vuelvas a repetir eso! –le dijo mientras se estiraba a hacerle cosquillas, logrando que la soltara y esta vez fue su turno.

-        ¡ven aquí flacucha! –dijo mientras la levantaba sobre sus hombros, como si fuera un costal y la llevaba en medio de risas a su habitación, con un empujón de su pie cerró la puerta y dejo caer suavemente a Brenda, sobre su cama, y se tiró sobre ella, sólo para abrazarla.

-        Has cambiado mucho… -le dijo acariciando su rostro.

-        ¿no te gusta?

-        Si me gusta… pero no te puedo dar mucha ventaja, así que desde hoy entrenaré contigo…

-        Hoy… tengo una pelea… pero me puedes ayudar a entrenar un poco antes de irnos… ¿me acompañarás no?

-        Por supuesto que te acompañare, aunque sea la última en enterarme, ¿entrenamos en tu casa? –preguntó sonriente.

-        Sip, necesitamos estar allí después del mediodía, la pelea es a las 8…

-        Ok, entonces hay que dormir, no queremos que te desmayes a medio combate –dijo levantándose y empezando a quitarse la ropa, incluyendo tanga y sostén.

-        No voy a poder dormir así –dijo la doctora sin perder detalle del cuerpo que estaba viendo.

-        Vas a tener que dormir así, porque yo no haré otra cosa que no sea dormir –guiño un ojo.

-        Perfecto, entonces estaremos iguales –le dijo repitiendo la operación de la contadora, quedando ambas desnudas y son el cabello recogido en un moño, se quitaron el poco maquillaje que tenían, acomodaron la cama y se tiraron en ella, Brenda abrazando a Fer, que se había acurrucado a la altura de su pecho dejando su frente sobre los labios de la contadora.

-        ¿Fer? –habló una adormilada Brenda después de unos minutos.

-        Mmm –contesto Fer a medio dormir.

-        Te amo, no lo olvides –dijo en un susurro casi inaudible.

-        Jamás princesa, también te amo –se pegó más al pecho de la contadora y se dejó llevar por el cansancio que la poseía…