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Un domingo casual 2

en Gays

¡Pendejo!

………

Ha pasado dos semanas desde que regresé a la capital, raramente me he mandado mensajes con Sebastián. 

Bueno, es sábado, debería ir de antro con el morro que se interesa un poco en mí o tal vez no, no lo sé.

El celular está sonando, ¿quién puede ser a las seis?

-Hola morrillo, ¿Planes para la noche?-Menciona Sebastián, mi corazón late a mil por hora.

-No, ninguno- mentira, ya tengo invitación para ir de antro a perrear.

-Perfecto, cuando salga del trabajo voy a tu departamento, prepárate y ponte la ropa que me gusta, llegaré pasada la media noche- concluye y cuelga.

El proceso de lavado de un pasivo decente es muy tedioso y algo doloroso, pero sólo pienso en su verga entrando y saliendo de mi ano, y me es razón suficiente para hacerlo bien. 

Son casi las once y media y salgo del baño, me tomó más de media hora lavar bien para evitar cualquier accidente; mi compañero de departamento no se encuentra, así que no hay problema si ando desnudo por el departamento.

Tonight’s not the only night de Paloma Faith suena desde los altavoces del equipo de cine que recién compramos en el departamento…

I love you too much just to sit back and watch you going crazy…

Esa parte, la debo aplicar hoy, estoy decidido a llevar el control y no ceder ante sus gustos, quiero verle la cara retorciéndosele de placer, quiero escuchar sus gemidos y sentir su pubis topando con mi trasero.

Suena el timbre del departamento, seguramente es él. Acierto, es Sebastián que con una sonrisa picarona pasa, ¡DAMN GOD!, se ve guapísimo de traje. 

Mañana pasado las cuatro de la tarde iré con mis compas (viven cerca de donde yo), asiento con la cabeza y lo miro lascivamente.

-Creo que alguien está horny, ¿no?- comenta de forma pícara.

-Tal vez tienes razón, pero como has sido lo único libre esta noche tendré que conformarme-le respondo mientras tomo su mano y lo dirijo a la habitación.

Sé lo que causan esos comentarios en él, me agarra las nalgas fuerte, más fuerte de lo que ha hecho en los últimos encuentros. Acerca su boca a mi oreja derecha y atina a comentar: ‘Creo que te tendré que coger mejor que nunca para que me respetes’.

Volteo y le guiño el ojo, apago la luz y escucho que se quita el saco y los zapatos (con calcetas, que luego me daría cuenta). Atino a acostarme boca abajo levantando ligeramente el trasero. 

Me da una nalgada.

-¡Qué rico te ves, cabrón!, ese trasero deben querer comérselo todos.

¿Seguirá diciendo pura tontería? Pienso para mí, mientras lentamente se acuesta sobre mí, cuidando que su paquete quede a la altura de mi ano, empezando a restregarse y morderme la oreja izquierda.

Me agarra de la cintura, se levanta y me gira de repente. Me da un beso metiendo su lengua y reclamando todos los espacios de mi boca, acto seguido al sacar su lengua me da una mordida en el labio inferior. 

Me jala de la cintura y me acomoda para su confort, me saca la camiseta sport del equipo de basquetbol que llevo, me muerde poco a poco todos los espacios de la garganta y termina en un beso apasionado mientras levanto mi cintura un poco y dejo que juegue con mis nalgas un poco.

Nos sacamos el resto de la ropa con ayuda del otro, todo menos los bóxer.

Invierto las posiciones y procedo a hacerle lo mismo de la garganta pero no termino en un beso apasionado, sino que bajo a sus tetillas, le empiezo a lamer la tetilla izquierda mientras que con la mano derecha lo empiezo a masturbar y con la mano izquierda le juego la tetilla derecha.

Después de un rato voy bajando por su estómago hasta llegar su pubis y me llega ese embriagante aroma que me encanta de él, le bajo el bóxer y engullo su pene totalmente erecto y ya con líquido pre-seminal escurriendo de él, saboreo su precúm, y meto toda su verga en la garganta. Con sus pies me quita el bóxer y me indica con la mano que es hora de iniciar nuestro clásico sesenta y nueve.

Comienza a pasar su lengua alrededor de mi ano mientras yo sigo disfrutando de un esplendoroso pene que sigue sacando líquido pre-seminal, mi esfínter empieza a ceder ante sus movimientos de lengua. Lo que más me encanta de él, es que aún cuando me está comiendo el culo, no pierde oportunidad alguna para darme nalgadas a su antojo. Me empuja delicadamente mientras se empuja y sale de debajo de mí, empieza a comerme el ano de nueva cuenta y yo empiezo a gemir de placer. 

Este hombre sabe cómo hacerme suyo, sabe mis puntos débiles pero decidí que hoy me toca llevar el ritmo. 

Me volteo y lo empiezo a besar mientras nos acomodamos y su pene encaja con la línea que se forma entre mis nalgas, me nalguea mientras yo me aferro a su cuello y levanto la cadera. 

Se empieza a dar cuenta que yo quiero el control, por lo que me sujeta del cuello con una mano mientras empieza a lamer mis tetillas, no está dispuesto a ceder el control.

Le aparto la mano, lo empujo a la cabecera de la cama, le sujeto ambos brazos mientras empiezo a morderle el cuello. Bajo con mis mordiscos ligeros a una de sus tetillas y procedo con el mordisqueo leve, escucho que empieza a gemir de placer.

Sigo con los mordiscos hasta llegar de nuevo a su pubis, sinceramente su vello en los pectorales y su abdomen me prende y fascina como no tiene idea.

Engullo de nueva cuenta su miembro viril, escucho sus gemidos y me dice extasiado: ‘Ya quiero metértela’.

-Aún no- le contesto.

Sigo con mi juego y noto que se empieza a tensar su cara, quiere llevar el control pero le fascina como juego con su verga. Le indico que ya me coja, levantándome y poniéndome en cuatro, decido arquear la espalda porque sé que así mis nalgas se ven más redondas. 

Me comenta lo sexi que me veo mientras toma el lubricante y comienza a pasarlo por mi trasero y su pene. De una estocada me la mete entera, suelto un gemido y le digo que me bombee lo más rápido que pueda.

-Tus deseos son órdenes culoncito- exclama, mientras inicia un bombeo fuerte, acompañado de dicho bombeo van nalgadas que claramente los vecinos podrían escuchar, su respiración se hace más audible conforme pasa el tiempo.

Le digo que lo haga lento pero que la saque completa y meta de golpe. Me hace caso, siento su pubis chocar cada cinco segundos con mi trasero.

-Estás delicioso, me encantas, me encanta tu culo, cómo te comes mi verga- dice mientras me gira la cabeza y nos fundimos en un beso. 

Acto seguido saca su pene y me voltea, levanto las piernas y las abrazo, él sólo reacciona metiendo de nuevo su miembro viril, empieza otro bombeo a su ritmo, ahora soy yo el que no deja de gemir y decirle cuánto me gusta que me haga suyo, lo mucho que disfruto sentir su verga en mi ano y lo mucho que deseaba otra noche con él.

Sonríe mientras me da un beso y a manera de susurro dice que igual extrañaba mi culo, que extrañaba comerlo y sentir mi trasero chocar con su pubis, que añoraba le hiciera un oral; sólo han pasado dos semanas y sentíamos que había sido una eternidad.

Me toma del pie derecho y lo cruza sin sacar su pene de mi trasero, una vez en la posición que quiere, continua dándome duro y nalgueándome a su antojo.

-¡Puta madre campeón!..¡Me tengo que venir!..¡Aprietas delicioso!- Exclama mientras su pene empieza a ganar grosor en mi ano y después de un bombeo rápido siento cinco chorros de semen inundando mi interior. Se acuesta sobre mí y puedo sentir los vellos de sus pectorales y abdomen ligeramente mojados por el sudor. 

-Me encantas- menciona mientras me abraza y me da un beso en la boca.

Se baja de mí y nos acomodamos para dormir, me abraza de cucharita y nos quedamos profundamente dormidos…