miprimita.com

Paulina (III)

en No Consentido

Ese día no volví a hablar con mi madre acerca del maldito vecino, por lo que estaba ansiosa de descargar mis sentimientos en mi diario. Abrí el bolso de la escuela, y sorprendida al no encontrarlo, di vuelta mi habitación en busca del dueño de todos mis secretos. Mi desesperación aumentaba a cada minuto, sabia que me engañaba pensando que estaba en otro lugar que no fuese mi bolso.

Por fin me di por vencida y cambie la búsqueda por tratar de entender, como no me había dado cuenta de su ausencia. Ese libro era mi tesoro más preciado y contenía mis secretos más íntimos escritos en sus paginas, incluso mi experiencia con aquel asqueroso en el autobús y lo que había sentido. No pude conciliar el sueño sino hasta muy altas horas de la noche, pensando donde y en que manos estaba mi adorado diario.

Al día siguiente, medio dormida por mi falta de sueño de las ultimas dos noches, entraba en mi sala de clases dispuesta a soportar una aburrida clase de biología. Deje mi bolso junto a mi asiento y, sacando mi cuaderno, me dispuse a esperar a la profe. Al reclinarme sobre mi silla buscando una posición más cómoda, me di cuenta que un pequeño papel, pegado con cinta adhesiva, colgaba del borde de la mesa. Lo cogí y al leerlo no pude más que sorprenderme. Decía, con una letra y ortografía espantosas, que mi diario era muy interesante y que si quería recuperarlo debía, durante el primer recreo, ir a la sala del conserje que estaba en el subterráneo de la escuela.

Confundida por el contenido de la carta, no pude evitar recriminarme por la perdida de mi diario. Pero sabia que debía ir por el, ya que si su contenido era divulgado mi vida se convertiría en una pesadilla.

Casi al final de la clase no podía aguantar el nerviosismo, sabia que el cojo Juan tenia mi diario, y realmente no sabia que esperar de este. Al salir a recreo me dirigí rápidamente al subterráneo. Abrí la puerta que daba directamente a una escalera. Abajo se notaba un ambiente húmedo y hasta medio lúgubre podría decir (la verdad yo nunca había entrado ahí) pero se notaba una tímida luz que iluminaba el lugar. Cuando nadie me vio, entre en la habitación y, cerrando rápidamente la puerta, me dispuse a bajar las escaleras.

--Llegó--susurro una voz que provenía de la habitación.

Sin decir nada, baje lentamente las escaleras, encontrándome al final de estas, con una habitación de unos 15 metros cuadrados, llena de diversas herramientas en sus murallas y una mesa de trabajo en un lado.

--Hola Srta. Paulina--dijo una voz.

--¿Quién es?--pregunte un poco asustada.

--Soy yo--respondió el cojo Juan, saliendo de una habitación continua que, gracias a la sombra que producía un mueble, era difícil de notar

.

--Como esta, que bueno que vino--dijo el cojo, apoyándose en la mesa.

--¿Usted tiene mi diario?.

--Si, y me pareció muy interesante lo que se cuenta en el.

Bueno para hacer corto el cuento, el cojo Juan me entrego mi diario diciéndome que tenia una invitación que quizás me interesaría; me pregunto que si acaso yo sabia que la profesora Vivian había sido drogadicta cuando joven. Sorprendida le dije que no. Luego me pregunto si sabia que la profe tenia un hijo enfermo y que necesitaba imperiosamente el trabajo. A lo que también respondí que no.

--Bueno, de eso se trata mi invitación--dijo maliciosamente.

Le pregunte que a que se refería y me señalo el cuarto oculto en las sombras. Me dijo que si quería averiguarlo entrara. Yo lo dude unos momentos, a lo que él reacciono diciéndome que no me preocupara. Tomo una vela de unos cajones y la prendió, entro en la pequeña habitación y me percate que junto a la puertecita había una especie de ventana, cubierta por una reja de alambre, que comunicaba los dos cuartos. Me invito a entrar, mientras ponía la vela sobre una mesa que, apoyada en la pared, marcaba la base de la reja.

El cojo me dijo que no me asustara y que solo mirara lo que iba a suceder. Apago la vela y salió del cuarto cerrando la puerta tras él. Me di cuenta que a través de la reja, de donde también colgaban herramientas, se podía ver perfectamente la habitación de fuera. Las herramientas colgadas en la reja no dejaban ver bien, por lo que me incline sobre la mesa, de manera que, apoyando mis senos en esta y parando mi trasero, logre tener una vista privilegiada, además de una cómoda y oculta posición.

De pronto sentí que alguien golpeaba la puerta que anteponía las escaleras. Note lo entusiasmado que estaba el cojo que, luego de hacerme una seña para que guardara silencio, se dirigió a ver quien era. Escuche como conversaba con alguien y luego de un minuto el crujir de las escaleras delato la bajada de las dos personas, pudiendo identificarlas de inmediato.

Eran el mismo cojo, seguido por la profesora Vivian que, como siempre, andaba con un peto que sujetaba sus voluminosos pechos y unas patas que cubrían sus piernas, solo hasta medio muslo.

--¿Qué es lo que quiere?--pregunto la profe.

--Solo que siga mis instrucciones al pie de la letra. Para empezar quiero que se cubra los ojos con esta venda--pidió el cojo estirando la mano.

--¡¿Está loco?!.

--Cálmese, recuerde que al centro de padres de este distinguido colegio no le parecerá bien que una ex drogadicta le haga clases a sus hijos--asevero el conserje, aún con la mano estirada.

La profesora, luego de unos segundos de penosa reflexión, tomo la venda y se la puso, segándose completamente.

El conserje la tomo de una mano y la acercó a un lado de la habitación. Luego tomo una silla y la puso junto a la profesora que inútilmente preguntaba que estaba pasando. El cojo se subió a la silla y le pidió cortésmente a la profe que alzara las manos.

--¿Para qué?-pregunto angustiada la profesora.

--No se preocupe, solo hágalo--respondió el cojo Juan sin poder ocultar su excitación.

Me sentía muy confundida con lo que estaba pasando, quería ayudar a la profe pero tenia miedo de interrumpir los planes de aquel hombre. Además, la mirada de deseo que ese hombre, pequeño, desagradable y negro, le dirigía al cuerpo de la escultural mujer vendada frente a él, y el miedo de la profesora Vivian, habían empezado a despertar en mí una fuerte excitación que me tenia poco menos que paralizada mirando el espectáculo.

Luego me di cuenta de lo que pretendía aquel depravado. Se subió a la silla para poder alcanzar las manos de la profe, ya que esta era más alta, y así poder esposar sus muñecas a unas cadenas fijas en una barra que cruzaba sobre la habitación. Lo hizo rápidamente sin que la profe tuviera tiempo de reaccionar.

La profesora quedo indefensa con su hermoso cuerpo descubierto, solo podía doblar un poco las rodillas para tratar de liberarse, pero era inútil, estaba sujeta fuertemente y sin poder ver nada.

--Por favor, suélteme, se lo ruego, déjeme ir--suplicaba la profe mientras una lagrima cruzaba su mejilla.

El cojo la miraba ansioso, como si esperara algo, que por fin llego. Sonó la puerta del subterráneo seguido de pasos sobre la escalera. Sonriendo de jubilo el recién llegado aparto una silla y se sentó, acomodándose para lo que venia.

Se preguntaran quien era, pues el director del colegio, que seguramente era el cerebro de toda esa maquinación. Me tranquilizo darme cuenta que esté no tenia idea de que yo estaba presenciando el espectáculo. Aparte, mi cuerpo estaba demasiado excitado como para preocuparme por eso.

--¿Quién esta ahí?, Ayúdeme por favor--pedía la profesora, mientras mi cuerpo se calentaba, olvidando por completo la hora (no me importaba volver a clases en todo caso).

--Solo cálmese, ya esta aquí, y si se queda tranquila nadie sabrá su secreto--la consolaba maliciosamente el cojo Juan.

El director, con solo un gesto le indico al pequeño y moreno cojo que empezara. Este miro con malicia el cuerpo de la profesora mientras se acercaba a ella frotándose las manos, ansioso por hacer realidad sus morbosos planes.

Juan se paro frente a la profe, que estaba notablemente nerviosa con la cabeza gacha como si esto le ayudara a proteger su cuerpo. Seguramente la señorita Vivian ya había deducido lo que iba a pasar, sin embargo, daba la impresión que ya estaba resignada pero a la vez muy asustada al estar a punto de ser abusada por uno o dos hombres; un pequeño y feo conserje, que me consta que llamaban mono entre los profesores, y por un desconocido que seguramente a ella nunca se le paso por la cabeza que era el director de la escuela.

El cojo se paro frente a ella y lentamente poso sus manos sobre los pechos, cubiertos solo por un diminuto peto, de la señorita Vivian. Empezó a apretar y masajear apasionadamente ese hermoso par de melones que tenia a su disposición.

--Tiene unas duras y bien formadas tetas señorita, ya no me aguanto las ganas de lamérselas--exclamaba excitado el cojo.

Con cuidado, tratando de controlar los instintos salvajes que guardaba, el conserje bajo el cierre que lucia la parte delantera del ajustado peto. Poco a poco observo como fueron libres los hermosos pechos de su prisionera.

--No, por favor--balbuceaba tímidamente la profesora, que extrañamente ya parecía un poco excitada.

--Tía, tengo hambre ¿por qué no me da un poquito de leche?--dijo el depravado cojo, imitando a un niño, mientras recorría con su lengua los pechos de la profesora.

La cabeza del cojo Juan se regocijaba entre los pechos de la profe, mientras sus manos bajaban lenta pero ansiosamente por la increíble cintura de la misma. Las manos llegaron a las caderas cuando se notaron movimientos por parte de la profe, que insinuaban el inútil intento de sacar las atrevidas manos de su cuerpo. Esto excito aún más al cojo y rápidamente, pese a los protestos de la profe, le despojo de su pata dejándola solo con el peto abierto sobre sus hombros.

El cojo se aparto de ella y dirigió sus manos a sus pantalones, aunque estaba de espaldas hacia mí, me percate de inmediato de que tenia su verga afuera, lo que fue corroborado cuando, seguramente buscando comodidad, dejo caer al suelo los pantalones. Luego se paro detrás de la profe, y durante unos instantes, pude ver un negro, gordo y vigoroso miembro. Esto hizo que mi excitación aumentara vertiginosamente, apenas pude controlarme y evitar salir y pedirle que acabara con mi virginidad, que metiera esa enorme y deliciosa herramienta en todos los orificios de mi cuerpo. Luego de unos momentos entre en razón y comprendí que lo que me excitaba era la maliciosa trampa y esos asquerosos pervertidos que la habían planeado.

Al controlarme pude volver a ver como seguía lo que estaba pasando con la profe, me percate que el cojo la había volteado un poco, seguramente para que yo no me perdiera de nada. El conserje tenia firmemente tomada de la cintura a la profe y con una mano presiono su ingle obligándola a parar su descomunal trasero.

--Que delicioso culo putita--exclamaba morbosamente el cojo, mientras golpeaba las nalgas de la profe con su húmeda verga--¿qué te parece si te perforo, ehh?--pregunto excitado.

--No, por favor te lo ruego, no me violes, no quiero que un asqueroso como tú posea mi cuerpo--rogaba la señorita Vivian.

--¿Qué me ofreces a cambio?, Maldita puta.

--Te la chupare, te mamare el miembro, pero no me lo metas--pedía la profe volteándose hacia atrás como si pudiera ver algo.

El cojo se aparto de ella y desenganchando el extremo de la cadena, que estaba fija a la pared, permitio que la profe bajara sus manos, eso sí, aun con las esposas puestas.

--Al suelo, como la perra que eres--ordeno el conserje.

--¡Por favor no!, te lo comeré todo, si quieres puedes echármelo en la boca... te lo limpiare con la lengua, pero por favor no me lo metas--seguía pidiendo la profe.

--OK, pero quiero verte el culo parado primero, ponte como perra y para ese redondo culito que tienes.

La profesora Vivian se arrodillo con las piernas juntas, y luego apoyo sus manos en el suelo. Ella estaba asustada, pero su cuerpo parecía no sentir ese miedo, ya que se movía como una gata con sus espectaculares curvas tomando la más erótica posición. Paró su trasero, formando el más perfecto corazón, que dejo perplejo al morboso conserje. Este tomo con fuerza las nalgas que componían esa maravilla. Desesperado tocaba, masajeaba y golpeaba el hermoso culo de la profe. De pronto, al darse cuenta del meneo de gozo de aquel delicioso culo, el conserje hundió su cara entre esas redondas y firmes nalgas, arrancándole un inolvidable gemido de placer a la ya descontrolada mujer.

No podía controlar mi excitación, no pude aguantar menear el culo imaginando la lengua de ese animal en mi agujerito, ni pude evitar que se me hiciera agua la boca, al ver tan perfecto trasero.

Luego de unos momentos de lamidas incontrolables, el pequeño conserje se paro frente a la cara de la pobre profesora Vivian...ya no creo tanto eso de pobre...luego la tomo del cabello obligándola a arrodillarse. Esta al sentir el roce del miembro en su mejilla exploto. Sin poder contenerse, tomo ese pedazo de carne con sus dos manos, aún atadas, y empezó a chuparlo descontroladamente. La profesora lo chupaba y lamía como si se le fuera la vida en ello; yo no podía creer la desesperación de la que era victima esa mujer que se suponía estaba siendo abusada; se notaba como meneaba su cuerpo para seguir el meneo de la espectacular mamada que le estaba dando a aquel asqueroso hombre, y aunque tenia la boca ocupada se escuchaban grandes gemidos en el interior de su garganta. El conserje por su parte meneaba sus caderas diciendo--te estoy culiando la boca puta--y era verdad, este no tenia reparo en meter por completo su enorme pico dentro de la boca de la profe mientras esta se quedaba masajeando sus bolas.

En ese momento fue cuando ocurrió, yo simplemente me quede paralizada. El moreno conserje dirigió la mirada al solitario espectador, haciéndole una señal...¡¡¡indicando el cuarto donde yo estaba!!!...bueno la verdad es que ahora me inquieta pero en ese momento estaba fuera de mí, observando a la humillada profe y su cochino abusador.

El director con cara de extrañado, tomo una vela, la encendió y avanzo hacia el cuarto. Ni lo mire cuando entro, solo sentí que dejo la vela sobre la mesa con lo que ilumino tenuemente la pequeña habitación. Al cabo de un par de segundos me desligue del espectáculo y me voltee para ver que hacia el viejo director de la escuela. Este estaba mirando mi postura, que como explique antes, tuve que adoptar para poder ver para afuera...acuérdate que tuve que inclinarme sobre la mesa dejando mi culo parado, mis piernas semi-dobladas y mi espalda arqueada ya que mis pechos mantenían mis hombros en alto...¿Ya te acordaste?...bueno, como sea, ese viejo estaba admirado mi trasero y no le sacaba ojo de encima. De pronto se percato que lo miraba, yo al volver a escuchar los gemidos de la profe, volví a dirigir la vista al espectáculo; de reojo pude ver como esto alegro el rostro del viejo, ahora que lo pienso esto debió parecer muy permisivo de mi parte. El viejo se perdió de vista cuando lo vi agacharse para mirarme debajo de la falda, lo que me provoco una excitación muy fuerte, que se apodero de mis caderas obligándome a parar más el culo--para que lo vea mejor el muy degenerado hijo de puta, ¡mira esas tangas metidas entre mis nalgas viejo caliente!, porque este es el mejor culo de tu maldito colegio--pensaba para mí, lo que por cierto me excitaba más aun.

Por su parte, el conserje seguía metiéndole el pico en la boca a la hambrienta profesora Vivian, y yo claro esta, no me perdía detalle.

De pronto sentí un roce en mis muslos, que en unos segundos pude identificar como unas cariñosas manos que subían lentamente por mis piernas. Me apretaban con cuidado como si me fuera a romper si me apretaba más, casi al llegar a mis nalgas se detuvieron. Me sentí aliviada, ya que no tenia fuerzas para decir que no, pero esto duro muy poco, pude darme cuenta como levantaba mi faldita, dejándola dada vuelta en mi espalda, luego sentí como tomo mis tangas, cuidadosamente las tiro hacia arriba logrando que se metieran por completo entre mis voluminosas nalgas. Por unos segundos no sentí nada, seguramente admiraba mi parado y casi desnudo culo. De pronto, mientras seguía admirando la gran mamada que estaba recibiendo el cojo Juan, sentí unas pequeñas palmadas que, acompañadas de unos suaves apretones, hacían suspirar de excitación a aquel viejo detrás de mí. Las palmadas y los apretones fueron subiendo de tono junto con los gemidos del viejo, incluso las nalgadas y los manoseos ya me empezaban a doler, y por consiguiente a excitar (sabia que el viejo se descontrolaba) lo que provoco el meneo de mi redondo culito. Sin previo aviso, el director saco violentamente las tangas aprisionadas entre mis nalgas, dejándomelas enrolladas a medio muslo. Así tuvo libre acceso a abrir mis cachetitos e introducir un desesperado lengüetazo, que recorrió toda mi intimidad hasta la parte superior de mi rajita--¡aahhh!, no..no...no--gemí inconscientemente, ya que le pedía que parara con mi boca, pero mi culo no hacia más que pararse y hundirse más en su cara.

El viejo, dándose cuenta de mi sumisión, seguía chupando mi chorito, rajita y nalgas mientras se excitaba con los tímidos gemidos, que le pedían que se detuviese.

Mientras lamían mi intimidad pude ver como el conserje le quitaba el miembro de la boca a la profe, está descontroladamente seguía sacando la lengua, como chupando el aire; como buscando el dulce que la habían quitado. El cojo por su parte, volvió gozar del culo de esta; las nalgadas esta vez fueron más fuertes que antes; las caricias eran con fuerza; el cojo Juan había perdido el control--¡aaahhhhhhh!...me duele....¡tomame maldito!....¡posee mi cuerpo!....¡¡necesito que me lo metan!!...¡¡ aunque sea un asqueroso como tu!!--gemía y gritaba la profesora, mientras meneaba el trasero como una loca. Con la petición de la profe, el conserje empezó a meterle los dedos en sus privados agujeros--ven deja que me coma tu leche ¡maldito!--dijo la profe como recuperando la cordura.

De pronto sentí como el director separo mis nalgas y empezó a hundir su lengua en mi pequeño agujerito posterior. No pude evitar empezar a gemir de nuevo, mientras el moreno conserje volvía a meterle la verga en la boca a la hambrienta encadenada a sus pies.

--Que linda cosita, y además virgen...mira que sorpresa--escuche a la voz que provocaba cosquillas entre mis nalgas.

Me di cuenta como se alejo de mí, se paro detrás mío y sentí como sus pantalones cayeron al suelo. Empecé a sentir en mis nalgas pequeños golpes provocados por algo duro y caliente, que parecía una correa golpeando mis duras nalgas. Yo por mi parte no podía evitar sentirme paralizada por la excitación que recorría mi cuerpo, no podía dejar de ver la hambrienta boca de la profe devorar ese enorme aparato.

De pronto los golpes pararon, y pude sentir que algo presionaba mi intimidad. Recobre el control sobre mi misma y me percate de lo que aquel viejo maldito pretendía. Apoye mis manos en la mesa y trate de pararme, pero mi espalda topo con la barriga del maldito director, logrando que se mantuviera arqueada y mi hermoso culito parado. Apenas mi espalda topo aquella asquerosa barriga, senti como dos manos desabotonaban rápidamente mi blusita. Cuando trate de detenerlas, me aprisionaron con fuerza e hicieron saltar los últimos dos botones que aun quedaban abrochados. Luego siguieron con mi brasier, el cual a los pocos segundos quedo en mi cintura, junto a mi faldita. Para sujetarme mejor, aquellas manos, usaron mis redondos pechos para sujetarse, aprovechando de amasarlos y peñiscarlos a gusto, así también descubrieron mis paraditos pezones, a los que aprisionaron desesperadamente.

--No, déjeme, viejo asqueroso--pedí sin obtener respuesta.

Volví a sentir que su aparato presionaba la entrada de mi conchita.

--¡No!...no me lo meta, soy virgen...por favor no--seguí pidiendo con palabras que se transformaban en gemidos.

Cuando escucho esto, pareció perder el control y violentamente introdujo su miembro dentro de mí. No sabia si era muy grande o simplemente el dolor que sentía se debía a la perdida de mi virginidad (después me daría cuenta que era muy grande) pero aquello asociado al dolor y la excitación que dominaban mi cuerpo provocaron una explosión en mi interior, dando rienda suelta a mis gritos--aaaahhhhhh...¡dejame maldito!....¡¡no me sigas violando!!--sabia que no me haría caso, por lo que pedírselo me excitaba de sobre manera aun siendo victima de un largo orgasmo, que al final cambiaron mis peticiones--sigue viejo de mierda....¡¡sígueme desvirgando!!...viola mi concha que no volverás a tener otra igual, maldito degenerado....¡¡vamos, soy tuya!!--lo que provoco una violencia extrema en los envistes del director. Uuhhh, que fantasía estaba viviendo, abusada por el director de la escuela, un viejo asqueroso. Ni ese largo orgasmo me calmo--sigue culeando viejo asqueroso, posee mi cuerpo--gemía sin control, hasta que por fin obtuve respuesta--Que apretadita estas putita, estas demasiado rica, eres la mejor puta que e tenido, y eras virgen puta, te desvirgue--palabras dichas con rabia, producida por la excitación, simplemente me descontrolaban, provocaron que olvidando el dolor, mi trasero empezara a menearse violentamente ayudando a las fuertes envestidas de mi violador.

El maldito me soltó las tetas, dejándome caer sobre la mesa nuevamente. Así fue como pude ver como la profe se tragaba toda la leche que el moreno conserje le hecho en la boca, me preocuparon mis gritos ya que no quería que la profe me escuchara pero me di cuenta que ella también estaba en su mundo.

El cojo Juan le quito el, aún manchado, miembro de la boca a la profe, la que se recuperaba de su primer orgasmo. El negro se acercó al cuarto, y regocijándose con el espectáculo me ofreció su aparato para que yo también lo probara. Apenas lo vi frente a mi se me hizo agua la boca, lo atrape con mis labios y lo chupe de una manera aun más hambrienta que la profe. El sabor de su leche aun estaba vivo en aquella verga, y me encantaba, yo quería más, quería mi ración de semen para beber.

Deje de sentir el miembro del director, el cual, sin haber terminado se acercó a la profesora, que aun estaba como una perra en el suelo. Se arrodillo detrás de ella y acariciándole la cintura y el culo, posiciono su gran miembro entre las nalgas de la pobre.

--¡No! Prometiste que no me ibas a follar--exigió la, aún notoriamente excitada profesora Vivian.

El director, en silencio, siguió acariciando el perfecto cuerpo de la profe. Mientras yo seguía chupando aquel manjar y sintiendo una mano que acariciaba mi trasero, abriéndose camino hasta mi agujerito posterior, el cual fue victima de la intromisión de un dedo, que se clavo lentamente, arrancándome gemidos que se escuchaban pese al pico en mi boca.

Cuando volví a mirar, el director ya envestía furiosamente detrás de la profe, que se quejaba silenciosamente como si no le saliera la voz.

De pronto el negro aparto su aparato de mi boca--no..quiero leche..quiero leche--gemí desesperadamente.

--No te preocupes, si te portas bien te daré de beber toda la leche que quieras--dijo tiernamente, como si hubiera estado ofreciéndole un dulce a una niña a cambio de su complacencia.

El asqueroso conserje se puso a manosear mi trasero como lo hizo antes con la profe Vivian--eras virgen, bueno, lo deduje por tu diario--decía mientras estrujaba mis cachetitos y hundía sus dedos en mi trasero. De pronto puso un pie sobre la mesa, empecé a excitarme, ya que pensé que al ser muy bajo necesitaba hacer esto para metérmelo. Sentí como la punta de su miembro recorría mi entrepierna hasta que se detuvo en mi agujerito; sentí mucho miedo ya que es diferente un dedo a una verga de las magnitudes de la de él--Cálmate putita, recuerda que te prometí toda la leche para ti--dijo al ver mi nerviosismo. Yo, aun muy excitada, no podía evitar que mi cuerpo esperase con ansias el regalo prometido. El maldito empezó a presionar hasta que la punta de su miembro penetro mi, hasta ese momento virgen agujerito--aaaahhh, déjame negro maldito--empecé con los insultos y peticiones que al no obtener resultados me excitaban tanto--deja mi culo...aaaayyyyy...me duele....deja mi culito por favor--pedía mientras el conserje, excitado por mis ruegos, arremetía hundiéndome cada vez más su majestuoso miembro. Sentí como sus bolas golpeaban mi chorito--¡toma puta! esto no es lo que te gusta, ¡acaso no querías que ese maldito obrero te culiara hay mismo en el bus!...aaaaayyyy putita que rico esta tu culo--empezo a gritarme mientras golpeaba fuertemente mis nalgas--¡¡Toma perrita, te has portado mal!!--se excitaba arremetiendo más fuerte contra mi culito. Yo estaba desbordándome de placer, el escuchar sus insultos y recordar lo sucedido en el bus habían arrancado un fuerte orgasmo a mi caliente cuerpo, pero quería más, pensar en su leche me hacia agua la boca. Me di cuenta que al sodomisarme me volvían loca; no se si era el dolor o la idea de verme rebajada a ese punto por un hombre asqueroso, pero me gustaba aun más que violaran mi culo que mi conchita.

El cojo Juan hacia lo que quería con mi cuerpo, lo seguía manoseando y golpeando, llego a mis tetas obligándome a pararme un poco y como el estaba medio inclinado detrás de mi, alcanzó a chupar uno de mis pezones, lo único que faltaba para que yo explotara en gritos otra vez--aaaaaahhhhhh...¡déjame degenerado!...¡chupa, pero no dejes de perforarme el culo!...¡¡eso, con fuerza!!--balbuceaba incoherencias.

Volví la vista a la profe y estaba tirada en el suelo como inconsciente, seguramente después de tantos orgasmos. El director apareció junto a mí con su gran aparato aun duro(me di cuenta que era más grande que el del conserje), lo traía agarrado como aguantando la eyaculación. Después de un par de lengüetazos exploto en mi cara, yo trataba de atrapar los restos de leche con mis manos y llevarlos a mi boca; estaba delicioso, y dado que el negro aun me poseía el trasero caí presa de un gran orgasmo que me llevo a devorar los restos de leche que quedaron en el ya semi flácido, miembro del director.

El conserje seguía envistiendo mi trasero, me estaba poseyendo como a una perra. De pronto salió de mi y, tomándome la cabeza, metió su miembro en mi boca. Bebí toda su leche sin que se me escapara ni una gota. El reventar de su miembro mezclándose con mi desesperada lengua, provoco un gran estremecimiento en mi cuerpo, que por fin me dejo exhausta.

El conserje me entregó mi ropa y me dijo que me fuera a clases, que ya estaba atrasada. El director lo interrumpió y me dijo que mejor me fuera a casa, que él se encargaría del papeleo del permiso.

Me vestí rápidamente en medio de los cansados manoseos de aquellos dos degenerados que, maliciosamente me decían que me probarían otro día.

Salí eludiendo el cansado cuerpo de la profe, que aun estaba inconsciente en el piso. Por suerte no había nadie en el patio de la escuela por lo que tranquilamente salí de está para dirigirme a mi casa.