La violación de Carmen Delia
Carmen Delia camina lentamente por el pasillo. Está en la Universidad y se dirige a los baños femeninos. Es por la tarde, un Viernes, y hay poca gente. Carmen Delia es de estatura media, más bien morena de piel y con un largo y sedoso pelo negro, ojazos negros y unas potentes, altas y magníficamente bien dibujadas piernas que deslumbran desnudas por completo, pues lleva encima una falda muy corta.
Entra en el baño.
Se dirige a un cubil, entra, cierra la puerta no tiene llave y se baja la falda, luego las bragas blancas y normales y, al fin, se sienta en la taza. La bella joven empieza a mear y pronto termina. Luego, siente ganas de defecar y lo hace, cagando abundantemente después de tirarse un par de pedos. Justo está levantándose, cuando penetran en el pequeño cubil tres energúmenos dispuestos a todo. Carmen Delia intenta gritar, pero la fiereza y determinación de sus rostros la inducen a pensar que no es muy buena idea. Los hombres, totalmente salidos, arrancan brutalmente las ropas que cubren a la joven hasta dejarla completamente desnuda. Las tetas de Carmen Delia, de buen tamaño, se bambolean arriba y abajo al compás de su entrecortada respiración. Los hombres la arrastran por el pelo y la llevan al centro de los baños. Uno de ellos atranca la puerta para impedir visitas inesperadas, mientras los otros obligan a Carmen Delia a ponerse a cuatro patas en medio del lugar. La joven obedece y, con los ojos llorosos, contempla como aquellos tres tipejos se desnudan, mostrándole obscenamente sus grandes y semienhiestas pollas. Con gestos, la obligan a avanzar a cuatro patas hasta donde están ellos. Y, sin más, uno de ellos dice: -Chúpanos las pollas, puta.-
Carmen Delia no intenta desobedecer, está convencida de que sería inútil. Así pues, se acerca a uno de los tipos, le coge la polla con una mano y se la lleva a la boca. Se la chupa durante unos minutos y luego pasa a la siguiente polla y luego a la última. Ahora, las pollas están tiesas y duras. Y sin decir nada, uno de los tipos coge a Carmen Delia, la pone de nuevo a cuatro patas y le da por el culo, sin importarle lo más mínimo que la chica tenga el culo totalmente sucio. Carmen Delia gime mientras es brutalmente penetrada por el ano. Debido a que acaba de cagar, la joven universitaria tiene el agujero del culo lubricado y la polla puede penetrarla sin problemas. El hombre continúa dándole por el culo unos minutos y luego saca su verga, manchada de mierda. Otro toma su lugar y penetra también por el culo a Carmen Delia. Cuándo termina, él también tiene la polla sucia con la mierda de la chica. Por último, el tercero también decide disfrutar de las delicias anales de la bella joven y le mete la polla por el culo a Carmen Delia. La saca al poco, igualmente que sus amigos, totalmente sucia.
-Ahora, puta, vuelve a chuparnos las pollas- le dicen a la joven. Y Carmen Delia lo hace, llorosa y doblemente asqueada, puesto que no sólo tiene que chupar las pollas de unos desconocidos malvados, sino que además tiene que saborear su propia mierda. Y lo hace, lo hace a pesar de todo, metiéndose hasta el fondo las grandes pollas y lamiendo a conciencia la mierda que las cubre. Al fin, los hombres empiezan a correrse. El semen llena la boca de Carmen Delia, que traga todo lo que puede. Pero también se corren sobre su cara y sobre sus tetas, sobre todo su hermoso cuerpo, dejándola cubierta de esperma. Y justo cuándo cree que todo ha terminado y que la dejarán tranquila, allí tirada desnuda sobre el suelo del baño, aquellos tres cerdos empiezan a mearse encima de ella. Carmen Delia, estupefacta, no reacciona. Y deja que la bañen con sus meados, hasta dejarla totalmente mojada de orines, de la cabeza a los pies.
Al fin, se van. Carmen Delia lloriquea desnuda y hecha un ovillo en medio de un charco de orines, con el culo sucio y lleno de mierda y la cara cubierta de semen.