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Luisa Antuane

en Transexuales

Cuando tenia 14 años (estaba por cumplir los 15) y mis padres se enteraron que me habían encontrado en el colegio besándome con un compañero del colegio, me dieron una golpiza de esas que uno no se olvida, llore mucho, pedía disculpas, pedía que me perdonen, que no lo volvería a hacer, mi padre no dejaba de gritar que no quería un hijo maricón, que para eso una hija puta o un hijo mongolito a tener un hijo cabro, rosquete. Ese mío día me llevo en su carro y me dejo a unos 200 kilómetros de casa, con una mochila llena de mis cosas, en el camino casi no me hablaba, si es que me hablaba me insultaba, mi madre no dejaba de llorar, pero de seguro ella tampoco quería algo tan feo como un hijo maricón. Mi padre cuando me bajo del carro me dijo que el no merecía lo que le estaba pasando, ni yo, pero que así eran las cosas, el diría que yo me escape, me dejo algo de plata y me dejo allí, en medio de la noche, del frió y con la soledad. Me seque las lagrimas, quise abrazarlo, pero el me dio la espalda y se marcho. Esa fue la primera vez en la que en mi vida renegué de hacer algo. Y mas que hacerlo, no haberlo hecho bien.

Me acurruque muy bien, en la esquina de una casa, no se si darle gracias a Dios, pero ese día hizo calor, el frió casi no lo sentí, no me robaron, y dormí bien. A sobresaltos, pero tranquilo, si llore mucho ese día, de rabia, pero la rabia y el dolor se fue trasformando en odio. Odio hacia mis padres que me botaron peor que a un perro y me dejaron así.

El día llego, conocí a chicos de la calle, yo me sentía fuera de lugar, mucho mas cuando uno de ellos comenzó a llamarme Mariquita, y me sentía mal, aunque no respondí a los insultos, al verme que no respondía me robaron las cosas, la plata no se la llevaron porque la tenia guardada entre mi ropa interior. Otra vez llore, por no ser bien hombre y partirles la cara a puñetes, pero todas esas cosas me hacían fuerte y capaz de no dejarme engañar de nadie.

Yo en ese entonces, era delgado, para mi edad alto, blanco, pelo negro crespo, de facciones muy bonitas, y para agregarle gracia a todo, educado y con aires de engreimiento. El dinero no duro mucho, un par de días, golosinas, play station, huevadas, dormía en la calle y no me preocupaba porque me pasaría, unos días después de que no tenia que comer, decidí caminar de noche, el hambre no me dejaba dormir, y llegue al parque donde las chicas se prostituian y una de ellas me quiso pegar por pasearme allí, yo no estaba buscando "clientes", estaba que caminaba, pero una chica de unos 17 años me saludo, se acerco y me pregunto que es lo que quería, allí es cuando ella me dijo que es lo que hacia. No tenia dinero, me dijo que ella solo podría ayudarme con algún pan, pero que trabaje, me puso al lado de ella, y me dijo "Hay viejos mañosos que buscan chicos para culearlos, a lo mejor tienes suerte y te llega uno de esos viejos verdes", yo no sabia muy bien lo que me dijo, pero me pare a su lado, cuando al rato un auto blanco, se para al lado de nosotros, ella se acerca y ambos me quedan mirando. Al rato ella me llama y me dice "vete con el, hazle caso a lo que te diga y en 30 minutos regresa acá, que iremos a comer, ya me pago a mi". Yo aturdido y "emocionado" me fui con el, tendría unos treinta años, era simpático, y se le veía buen tipo, algo afeminado, pero muy guapo, me llevo a unas cuadras de allí donde se sabia que parqueaban carros y tenían sexo en los carros.

"Tu amiga me explico que era tu primer día de trabajo, y quisiera que nunca lo olvides", yo no supe que responderle y me deje llevar, el me abrazo y me beso, no paraba de decirme "mi lindo niño", y mientras me besaba iba abriendo el cierra de su pantalón y saco su verga dura para que yo se la chupase, a pesar de que era la primera vez que lo haría, no me sorprendía, había visto varis veces pornografía, así que lo hice como en las películas, este tipo era muy guapo, sabia a rico su piel, era la primera vez que estaba así de cerca con un hombre y me gustaba. Me pidió que pasáramos a la parte trasera del carro, lo hicimos y allí me pidió que me quite el pantalón, saco unos condones y algo de crema, se lo puso y unto mi culo de vaselina, y con cuidado me la metió, haciéndome sentar sobre su verga, mi cabeza chocaba con el techo del carro, y cuando el hacia movimientos bruscos tenia muchos deseos de salirme de allí corriendo, pero cuando el dolor paso, solo el placer quedo. No demoro mucho en venirse dentro, solo sentí a medias el calor de su lechita, pero me gusto. Me volvió a besar, me volvió a decir que le gustaba. Yo me quede petrificado, todo en una sola semana. Me pidió que me vista, el hizo lo mismo. Me llevo al mismo sitio donde me recogió y me dijo que me buscaría pronto.

Que tal estuvo?? – me pregunto mi nueva amiga

No sabría como describirlo – le dije

Ya me contaras mientras tomamos un café y nos vamos a mi casa

Si, tengo hambre, el me dijo que te había pagado a ti.

Si, ya haremos cuentas en el restaurante.

Y así fue, caminamos juntos, riéndome, recién allí supe que la morocha se llamaba Melissa, o al menos ese era el nombre que ella usaba para la calle, yo le dije que me llamaba Luis Esteban. Entramos a un cafetín de allí cerca, para eso eran cerca de las 2 dela mañana.

tienes donde quedarte?

No, me botaron de mi casa, hace unos días

Si quieres te quedas conmigo, pero los gastos los compartes

Si, pero como haré para pagar los gastos

Lo mismo de hace un rato, ya iras aprendiendo

Y cuanto pago??

50 soles ( en dólares unos 15),

vaya... – No pensé que podría hacerlo

llegamos a un cuarto pequeño, una cama y debajo del colchón donde ella dormía, saco una colchoneta, me dijo que cuando vaya trabajando me compre una cama mucho mejor, mis cosas, que la calle y la prostitucion si es que la sabes hacer da plata. A mi de seguro me brillaron los ojos. Tarde en conciliar el sueño de acordarme de lo rápido de las cosas.

Y así, días pasaron, y ganaba dinero, muchos decían que si era travestí seria mejor, Melissa me ayudo con eso, también me dijo que si deseaba que sea mejor, que guarde para mis siliconas, e implantes. Desde ese me llame Luisa Antuane.

Los meses pasaban y con Melissa nos hicimos buenas amigas, mis implantes llegaron, mis hormonas terminaron con el crecimiento del vello facial, en el pecho, en las piernas, estaba que me asemejaba a una chica, mi pelo creció, me lo lacie, y me puse extensiones, mi pene dejo de crecer y hasta se podría decir que se encogió, si no fuese porque lo necesitaba para orinar no sabia que estaba allí.

Cuando menos me di cuenta yo estaba apagando mi 17ava velita, y Melissa seguía conmigo, éramos como hermanas, íbamos de arriba abajo, y ambas éramos las mas bellas de las que salíamos de noche a divertirnos, habían batidas, teníamos que correr y pasar algunas noches en la calle, el que menos pensaba que era mujer, que era una linda chica. Hasta me llegue a olvidar de mis padres.

Todo me iba bien, hasta que salieron los famosos "matacabros" y casi todas las noches nos hacían correr, un día de esos, en la que estos trogloditas atacaron mi esquina, me toco correr, estaba acostumbrada a correr y corrí por unos callejones, los malditos mal nacidos me alcanzaron y me sacaron la mierda, pero si no quería morir, debía correr, con mis ultimas fuerzas pude escapar. Corrí como no pensé que lo podría hacer.

Los callejones, estaban sólidos, cuando en frente mío se para un chico de mas o menos 20 años, y me tropiezo con el, caigo sobre el y nos miramos a los ojos. Si no hubiese sido por ese momento tan extraño lo hubiese besado y abrazado. Era precioso. Me repuse de la caída y comencé a correr, el corrió tras de mi y me tomo de un brazo, me jalo a un lado y pensé que el era de los que me querían atrapar, estaba tan asustada.

No tengas miedo... no te haré daño. – Me dijo

Suéltame entonces y déjame seguir corriendo. – le dije

No, bueno no corras mas, acá cerca hay un callejón y hay salida para una calle por donde casi nadie transita y menos de noche, yo conozco.

Y si eres de los tipos que quieren golpearme

Confía en mi, créeme.

Sus ojos me hicieron creer en sus palabras y de su mano, corrí, salimos de la parte de los callejones y llegamos a unas calles sólidas que a pesar de vivir por allí no las había visto. Todo estaba en plena calma. Me invito a tomar un café y acepte.

Y dime; porque corrías de esa manera??

Te seré sincera, yo me prostituyo y unos locos me querían matar a golpes

Que bueno que saliste ilesa

Si, gracias por sacarme de esos callejones, pensé que me alcanzarían y me matarían a golpes.

Si, no te preocupes... ah a todo esto mi nombre es Eduardo.

Y el mío Luisa Antuane, mucho gusto.

El gusto es mío.

Tomamos dos tazas de café, y dos trozos de torta cada uno. El hablaba lento, con tono muy educado, se veía que era estudiante, y que era todo un caballero. Sus cabellos negros, lacios, su mirada suave y estudiadora me cautivaron. Me pregunto donde vivía, le dije mas o menos por donde, el alego que era lejos y que porque no iba a su casa y me lavaba la cara, y descansaba un poco, que la noche estaba agitada y seria peligroso volver. Yo con dudas y pensando que lo único que el deseaba era llevarme a la cama, acepte.

Resulta que el vivía a cinco cuadras del café, estaba por allí, regresando de la casa de un amigo del trabajo, y por cortar camino entro por los callejones, nunca lo hacia, pero ese día lo hizo.

La habitación era pequeña, pero llena de libros, retratos de el con unos amigos, familia, se veía cálida la habitación. Un par de muebles en el cuarto, una mesa de noche y una donde había libros, y algunas cosas mas. Me enseño el baño, me asee, y salí, cuando estaba saliendo de ducharme, el había tendido la cama, y al costado unas sabanas sobre cartones y frazadas había improvisado otra cama. "Tú dormirás allí y yo acá", señalándome para la cama y para el suelo. Me acosté sin refunfuñar, cuando al rato que estaba acostada y tratando de conciliar el sueño, le pido que se pase a mi lado, que el piso lo enfermaría, y que no quería incomodarlo, que mejor yo abajo. El como todo caballero no acepto. Lo convencí que se acueste a mi lado.

Se acostó al filo y no se movió, al rato que sentí que aun estaba despierto me pego mas a el, y quieto como estaba lo abracé, olía bien. El me abrazo y nos hemos besado, una prostituta no acostumbra besar a los clientes, y ese beso fue mágico, quizás el primero por el cual no había intercambio monetario. Me abrazo, se pego a mi, sentí como su verga estaba dura bajo el short que traía puesto. Yo baje mis manos y acaricie la calidez de su paquete y comencé a sobarlo, el no dejaba de besarme y con sus manos sobarme el pecho, cuando estaba por bajar su mano a mi entrepierna me separo de el, y dejo de besarlo, y le dije "no soy del todo mujer"; "lo se" me dijo y siguió besándome, ahora deje que me siga tocando, que ponga sus manos en mi culo, y sus besos ahora eran aun mas dulces.

Di la vuelta y nos acomodamos, le di la espalda, el recogió mi pelo, y beso mi cuello, sus besos eran lo mas cálido que me había pasado desde que me acordaba, por primera vez sus besos me hicieron olvidar a esos hombres viejos, gordos, sudorosos, jadeantes, y malolientes con los que me prostituia. Nunca pensé que eso me podría pasar a mi, de un momento a otro siento entre mis nalgas su verga caliente tratándose de acomodarse, yo me movía hacia atrás tratando de aprisionarla y sentirla ya dentro mío, el estaba como desesperado, ansioso por estar dentro mío, cuando estuvo la punta en las puertas de mi agujerito me pregunto "te puedo hacer el amor" y yo solo susurre "si". Introdujo con cuidado de no lastimar, cuando estaba dentro mío, sus manos estaban en mis pechos, sus besos en mi espalda, su respiración agitada sobre mi cuello, como si la misma vida se le estuviera yendo en eso. Mi verga estaba dura, se movía lento, y cuando estuvo por venirse, yo ya lo había hecho, yo ya me había venido en sus sabanas, el inundo mis entrañas de su semen cálido. Y se quedo quieto, húmedo acostado a mi lado. Sin soltarme. Así desnudos nos dormimos.

Cuando me desperté yo tenia una sabana sobre mi, y el no estaba, sabia que lo que había pasado era real, pero el aura de parecerse a un sueño no había desaparecido, donde estaba ese ángel que me hizo el amor esa noche. No me quise mover, a los diez minutos se abre la puerta y con una sonrisa en el rostro me da los buenos dias, en sus manos traía leche y pan. Se sentó a mi lado y comió conmigo en la cama. Todo con el era nuevo y mágico.

Cuando era hora de marcharme, me pidió que no lo haga. Que me quede con el, y que abandone la calle. Y yo por todo lo que había pasado esa noche le dije que si. Por la tarde me despedí de Melissa, ella estaba contenta por mi, y lloro y llore con ella de alegría.

Un mes después ese hombre me llevo a conocer a sus padres, me presento como su novia, que quería casarse conmigo, pero que por el momento estábamos conviviendo. Ellos no se dieron cuenta de que era hombre, y me recibieron con los brazos abiertos. Le pidió trabajo a su padre, que no quería regresar, alego problemas y el lo entendió.

Rento una casa, y desde ese día, soy su mujer, la mujer de su vida. El me acepto y me amo. Me rescato de las miles de maneras que un hombre puede rescatar a una mujer.

 

* Espero sus comentarios y valoraciones de los relatos. Que aunque no lo crean me ayudan y me animan a seguir escribiendo.

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