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Las Huaringas

en Control Mental

Siempre tuve curiosidad por conocer las Huaringas, se oye decir que es un lugar mágico y que el agua de sus lagunas podía curarte de todos los males. Un día hablando con unos amigos de por mi casa, todos coincidían con que los "curanderos" y "chamanes" de esta parte del norte de mi país (Perú) eran lo mejor que había con respecto a curaciones, mesadas, y espiritismo.

- Te han hecho daño... – afirmo un amigo

- No creo en eso, siempre hay buenas y malas épocas. Esta es mi época de vacas flacas – le decía yo.

- Prueba ir a la sierra a ver si de verdad te curan, o si no pasa nada habrás conocido y tendrás que contar – me dijo

- A ver como le hago y me quito para allá un fin de semana

- Hazlo, veras que te va mejor – me dijo.

Últimamente no me estaban yendo bien el trabajo, mis ganancias habían bajado mas del 50% y la verdad era que no habían negocios nuevos cercas, no habían bajando el nivel de mis productos. Y mi atención seguía siendo esmerada y de calidad. Todo parecía ser obra de "mal", y habiendo crecido en un país en el que se cree en eso, tus abuelos te curaban sobando paico por tu cuerpo diciendo que eso alejaba los males, o pasándote un cuy (una especie de roedor) sobre el cuerpo, luego matarlo y saber que es lo que había mal dentro de ti, y para el susto nada mejor que sobarte con azufre y quemarlo y cuando este haya sido consumido ver que es lo que atormentaba. Tenia bien enraizados mis orígenes y las creencias en el bien y el mal. Y la verdad es que siempre funcionaban. Para los escépticos eso puede ser descabellado, pero aun así cierto para los que hemos nacido con esa herencia.

Ya que el negocio iba de picada, decidí darme un tiempo y separe el dinero que se necesitaba para poder viajar, lo que me costaría que un maestro me viera y me diga que es lo que estaba pasando, ya que siempre en los negocios era atinado. Me recomendaron a un "Sr. Manuel Meléndrez Huarnizo", un capo en sus negocio. "Compadrito, el solo viéndote te dirá que es lo que pasa, es de la puta mare..." Viaje acompañado de un amigo, el que conocía al maestro curandero.

Llegue a Huancabamba de mañana, los cerros, el frió que hace en la ciudad era muy distinto, a lo de Piura; donde se le conoce como "Piura, la del eterno calor", ya que todo el año hace calor. Mientras que a Huancabamba se le conoce como "La Ciudad que camina", se dice que esa ciudad en un futuro desaparecerá ya constantemente sus edificios se acercan, los cerros la van cerrando, eso es todo lo mágico de la ciudad, desde que llegas sientes que estas llegando a un sitio mágico, con una energía que no sientes en otro lugar.

Me hospede en un Hostal de la plaza, pequeño, 3 Estrellas, pero para los de la ciudad no llegaba a media Estrella. Con Juan nos hospedamos y salimos a desayunar y en búsqueda del que me quitaría los males. Nos fuimos en auto hasta donde se nos permitía llegar, luego en bestia (burros) hasta "San Antonio de Sálala". Tienen que quedarse a dormir acá, ya que de noche nos iremos a "La laguna negra". Yo estaba matadazo por el viaje, por todo el recorrido del viaje, pero aun así estaba excitado de estar allí, y de sentir lo que sentía al estar allí. Gracias al cielo había llevado una chompa, Juan que ya conocía se fue preparado, había llevado mucho abrigo. Concretamos el precio del trabajo, me dijo que no lo podía hacer individualmente, ya que era una semana muy ocupada, pero que si deseaba me atendía junto con los demás, yo no quería dejar que el me atienda, así que acepte, me dio las indicaciones de lo que debía comprar para la noche: aguardiente de caña, tabaco, agua florida, agua Kananga, limas (una especie de naranja mas dulce y con menos jugo) y rosa blancas. Con todo comprado y con el día aun por terminar, busque donde almorzar y conocer el sitio. Ya habíamos acordado con el maestro la hora de encontrarnos. La verdad es que no tenia ganas de caminar, el viaje en burro ya había sido demasiado cansador, subir los cerros. Aun así mi espíritu de aventura era mayor.

Las 9 de la noche, y estaba llegando a casa del chaman, una choza de quincha de barro y techos de calamina, con un espacio muy grande en la que se podía imaginar que era la sala, la laguna estaba a unas cuadras de la casa, muy cerca, el movimiento en la noche por allí era mayor que el de día, mucha gente entrando a chozas dispersas por el "pequeño poblado" aunque no se puede llamar así. en el suelo de la sala había una tela blanca con chontas, espadas de acero, pomos con hierbas dentro, artículos personales, fotos, mas pomos, imágenes de santos. Hay gente como yo con cara de extrañeza, le entregue a Sr. Meléndrez las cosas que el me pidió, me dijo que una hora mas o menos empezaría la mesada. Estaba ansioso, nadie de los presentes tenia mucho animo de hablar, estábamos nerviosos y excitados por lo que viviríamos. Éramos algo de ocho personas, una mujer delgada de pelo pintado rojo, tomada de la mano de un joven de unos 17 años, al parecer su hijo, ella parecía muy joven, al muchacho se le veía distraído, mucho mas que los demás, dos chicas de unos 26 años, una mas gordita que la otra, muy parecidas entre si, pelo negro, altas de piel trigueña; un Sr. alto corpulento de unos 43 años, blanco de muy buena presencia, un poco calvo, y una Sra. que al parecer era su esposa, a ella se le veía demacrada, distraída como el joven que estaba con su madre, era una mujer guapa, de contextura delgada, Juan que es mi amigo, el es moreno, mas o menos de mi estatura 1.74 cmts, pelo crespo, simpático, es lo que decían las chicas con las que estaba, y yo pues algo mas blanco que el, pelo crespo negro, contextura robusta, sin llegar a la obesidad.

La hora había llegado, uno a uno fuimos diciendo el motivo de la visita, aunque el maestro decía que no era necesario, el conocía de antemano las cosas que nos pasaban y que nos podría ayudar si es que creíamos en él. La Sra. con el joven llegaron allí pidiendo ayuda para el, decía que habían momentos en los que el se le metía "malos espíritus", que los médicos le dijeron que eso no tenia cura, y que una comadre de ella le dijo que allí le podrían ayudar. Las dos hermanas estaban allí porque una de ella tenia problemas con su marido y decía necesitaba que el se aleje de ella, que un día encontró una foto de ella con restos de tabaco y hojas de no se que cosa, que ella no sabia que era lo que significaba, pero que tenia miedo. Y la ultima Sra. estaba allí porque necesitaba que le ayude, ya que la ex amante de su marido le había hecho brujería, que tampoco los médicos le había encontrado cura a lo que pasaba, que eso la había llegado al punto de la anemia, que las medicinas no le hacían nada, y que tenia esperanza que allí se le solucionaran sus problemas, sus ojos estaban llenos de fe. Y yo pues con Juan fuimos porque pensábamos que es lo que nos pasaba, que mis negocios estaban de picada, y que mis clientes se había ausentado de un momento a otro, nada explicaba lo que pasaba. Todos nosotros llenos esperanza en alguien que estaba bendecido con el don de curar y de hablar con espíritus.

Comenzó a cantar, las palabras eran in entendibles, eran como oraciones cantadas, levantaba sus manos al cielo, y con sus espadas batiéndolas en el aire, decía cosas como "males aléjense de aquí", "váyanse lejos, que los que estamos reunidos aquí somos hijos de Dios". Luego de un rato nos dio un vaso de aguardiente (cañazo), el que con el frió paso como si fuese un vaso de refresco, seguía rezando y haciendo cánticos, nos hacia poner de pie y el nos sobaba con las chontas (espadas de madera, de palo santo. Un árbol aromático) por todo el cuerpo, al joven que se llamaba Antonio, de vez en cuando el perdía el control, le daba pequeños golpes en las piernas y en la espalda, la madre veía horrorizada lo que pasaba, y nosotros no menos sorprendidos. Luego de eso, nos dio un vaso de una esencia hecha a base de una corteza de un cactus, llamada "San Pedro", que tiene propiedades alucinógenas. Decía que eso nos pondría en estado de éxtasis que nos llevaría mas cerca de lo que queríamos alcanzar. Luego de ese brebaje amargo y espeso, en las conchitas de almejas nos dio aguardiente con tabaco, y que los zingaramos, por los orificios nasales absorberlo, cuando sentí que eso estaba que entraba por mi nariz, un ardor que se extendía por mi cabeza, mis ojos estaban lagrimeando, pero la sensación duro poco, sentía que me dolía la cabeza, que estaba que me invadía una sensación de dejadez. Estaba llegando al "limbo", poco o nada sabia de mi vida, escuchaba que la Sra. Esther (la que la amante de su marido le hizo mal) decía que en la mesa veía caras de gente que se reía de ella, que podía verla a esa desgraciada como la hundía, y la escupía en una especia de arena movediza. Solo ella veía eso, cada uno interpretaba "sus males" en la mesa. Maria, una de las dos hermanas no paraba de decir que veía que la madre de su enamorado ponía cosas en una blusa que ella tenia, y que fumaba sobre la ropa y luego la metía en una bolsa de colores, y la dejo allí metida con una foto de su hijo, al parecer lo que la suegra de ella había hecho a pedido de su hijo brujería para que Maria no pueda dejarla, y este atada a el, sin entender a veces el proceder de ella. Antonio y su madre veían a la vez, caras desfiguradas, con voces de ultratumba, yo por mi lado recuerdo que solo veía como habían echado arena en la puerta de mi negocio, esa arena me explico el maestro, que estaba mezclada con sal, y arena de un nicho (lugar donde entierran el difunto), eso hacia que todo este como muerto y que la gente se aleje de mi negocio. Juan estaba atento a todo lo que pasaba y no decía nada, creo que en su cabeza todo era extraño y no podía entender todo lo que pasaba.

En el momento en todo estaba llegando a su punto mas alto de excitación, la madre de Antonio comenzó a llorar, se tiro al suelo, tenia una especie de trance, lloraba y pedía con sus manos arañando el suelo, que dejen en paz a su hijo y que sea a ella que la tomen, que no podía ver a su hijo sufrir, Antonio no dejaba de abrazar a su madre y llorar junto a ella, el curandero se acerco y en su boca tomo un poco de agua florida y comenzó a esparcirla sobre ambos, a modo de escupirla, rezaba y con sus espadas de acero batiéndolas rápidamente no dejaba de rezar y cantar, nos pedía que recemos con el, que repitamos lo que oíamos decir. Entre el tabaco, el aguardiente, el san pedro, y el ambiente, todos estábamos llenos de magia, la hermana de Maria decía que en la puerta podía ver personas paradas, mirándonos y riéndose, que no paraban de decir, que nada podríamos hacer para evitar nuestros males, el curandero se dio cuenta de eso, y corrió la puerta con sus espadas, rezondrando, mentando la madre de los malos espíritus, "fuera demonios", "váyanse hijos de puta", "aléjense de nosotros, Dios esta aquí", su voz se quebraba y se hacia como una especie de llanto y temor, "no pueden evitar que ellos se curen", "váyanse mierda". Yo trataba de mirar lo que la chica aterrorizada veía, y lo que el curandero estaba que trataba de sacar de la habitación, todos podíamos oír risas, que nadie sabia de donde venían. La madre de Antonio seguía retorciéndose en el piso, llorando, y su hijo abrazado a ella, sin dejar de decir "mamá te quiero, mamá no te vayas", y ella lo aferraba a su pecho. Juan estaba con sus manos agarradas a su pelo, estaba nervioso, sentía que tenia miedo, que necesitaba salir y que pensaba que todo era una mala idea. Por fin el maestro hizo que los "malos espíritus" se vayan de la habitación y dejen en paz la mesada, aun la noche estaba por la mitad. Podía ver como el Sr. Meléndrez corría por la habitación con sus espadas, escupiendo el agua de Kananga, el agua florida de su boca, sudaba a pesar del frió, el estaba que oraba, y cantaba, "Dios esta aquí, no pueden dañar a los hijos de Dios...", yo rezaba las oraciones que de chico aprendí, rezaba con el fervor que en años creí haber perdido; supongo que todos hacíamos lo mismo.

No terminaba de asimilar las cosas, cuando de las manos del curandero veo que salen chispas de fuego, estaba alucinando de seguro, pero lo que veía y sentía me sobrecogía, tenia miedo, mis piernas temblaban al ver a la Sra. tirada en el suelo, llorando y su hijo aferrado a ella, a las dos hermanas tomadas de la mano, Maria no dejaba de mirar la mesa, donde veía el rostro de esa mujer que ella tanto conocía y había abrazado, no podía creer que la suegra, la madre que ella pensaba era, le había hecho tanto mal, total, madre de ella no era. Y la pareja de esposos temblando ambos, a pesar de que el Sr. Esteban, como se llamaba estaba en estado de calma, no se exaltaba por las cosas que estaban pasando, pero cuando veía que su mujer lloraba y se derrumbaba en un especie de trance y de llanto exagerado, solo la abrazaba y le pedía perdón. Juan era el único que no demostraba sus emociones, pero yo al conocerlo como lo hacia, podía ver que estaba asombrado, bebimos un poco mas de "San Pedro", para no perder el ritmo de la "curación".

De seguro la noche estaba por terminar, por que el frió se sentía mas fuerte, la neblina estaba que desaparecía. Llantos lejanos se oían, ya todos estábamos mas tranquilos. El Sr. Meléndrez, estaba mas calmado, pero su respiración estaba aun agitada, y con sus espadas en las manos, por momentos se oía que decía "no van a joder esto, no jodan , lárguense desgraciados...". el también se oía temeroso y sobrecogido con las cosas que se habían dicho y oído durante la noche.

El alba estaba por llegar, cuando el nos dijo que nos pongamos de pie, y los acompañáramos fuera de la casa. "Corran, corran hasta la laguna y no paren, allí despójense de la ropa y báñense a unos dos metros de la orilla, recen y pidan a Dios les ayude a salir de los problemas". Todos corrimos hasta la orilla, y nos dimos cuenta que no éramos los únicos, que habían mas de 100 personas en toda la orilla de la playa, en ropa interior bañándose, algunos llorando, otros rezando, la sensación que se podía sentir allí era extraña. Al menos para mi sentía que las cosas habían cambiado, y que un peso se había quitado de mis hombros. El agua estaba fría, la neblina estaba mas fuerte, y la gente entraba y salía del agua. Antonio con su madre estaban llorando abrazados, ella no paraba de decirle que las cosas estarían bien, que confié en Dios y en ella que nunca se alejaría de él. Las dos hermanas también estaban así, abrazadas llorando, la hermana de Maria le decía, ahora vas a ver que todo estará mejor. Y los esposos no dejaban de besarse, Esteban no paraba de pedir perdón, y diciéndole que la amaba, que no la dejaría. Juan a mi lado me decía, "pucha compadrito, no te dije que esto era el deshueve, vas a ver que mañana toda la merca sale como pan caliente". Yo sonreía y asentí con la cabeza.

El maestro Meléndrez nos llamo, y nos salimos, nos presto unas toallas, y cada uno cogió su ropa y caminamos sin decir nada junto a él. Para cuando estábamos en la casa, las limas que le dimos cuando empezó la mesada. Nos las dio con azúcar y que comamos eso, para cuando eso paso, ya estaba que llegaba el día. Nos vestimos, y de una bolsa saco unos pomos de vidrio con hierbas, y nos los dio a los "curados", a Antonio le dio un pomo pequeño, y una bolsita de hierbas para que ande con el siempre en el bolsillo de su pantalón, a Maria una colonia y una pomito también. A la Sra. que la amante le había hecho el mal le dio lo mismo que a Maria, y a mi saco una colonia para que eche todas las mañanas en el negocio, y un pomo con la cabeza de una boa negra, que la ponga en un estante mirando hacia la entrada del negocio, sin que nadie la vea, que eso haría que la gente llegue. La esposa del Sr. Meléndrez, llego y nos convido de un sabroso caldo de gallina, que hizo que las fuerzas sean repuestas.

El viaje en lomo de bestia fue mas ligero de regreso, yo veía que todos los que se marchaban al amanecer, estaban llenos de energías positivas, el agua de la laguna había enjuagado y limpiado nuestros cuerpos de las malas vibras. Yo en mi mochila llevaba mis "seguros", como se llaman a estas cosas que te dan los brujos para que todo te vaya bien. Juan estaba feliz, a el le gustaba mucho ese tipo de cosas, y estaba convencido que mis males se habían ido. Cuando me despedí del curandero, el me dijo, que como nunca había sentido algo de temor, las cosas que se habían visto, fueron fuertes para todos, y que no dejemos de confiar en Dios. Su mirada era cálida, y con mucho cansancio en su cuerpo, nos despidió, diciendo que las cosas salen bien, y que el pensamiento positivo también es parte importante para que las cosas caminen, total los "males" son malas vibras. Llegue al hotel y descanse todo el día, espere que sea de tarde para viajar a Piura, y hacer la limpia de mi negocio, convencido que todo estaría mejor, seguí las indicaciones del curandero.

 

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Este relato, representa mucho de lo que es las costumbres de mi pueblo, de mi país, que esta lleno de magia y de tradiciones. Que aunque seas escéptico o no, te envuelve en el misticismo de una tierra que aun cree en chamanes, brujas, y males de ojo. Siempre hay cosas que escapan a la razón. Saludos...!!!

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