miprimita.com

Te odio... te deseo... (y 6)

en Hetero: Infidelidad

Al volver a clase aquel lunes la encontré de morros conmigo…y con Ana. Nada muy aparatoso, pero lo suficiente para que me diera cuenta. Me dirigía la palabra lo justo, y cuando lo hacía era para lanzar alguna puñalada, contra cualquiera de los dos. Cualquiera las hubiera tomado por bromas, menos yo, que la conocía (o al menos creía conocerla). Me enfadaba su actitud, aunque la verdad es que en cierto sentido la entendía. Sus dos mejores amigos habían empezado a salir y no le habían dicho nada…tenía que estar dolida. Además, no le había dedicado nada de tiempo aquellos días. Sentí remordimientos. Por supuesto, cuando intenté sonsacarle si le pasaba algo o estaba enfadada por alguna cosa conmigo lo negó. Sabía que lo haría, y solo sirvió para confirmar mis sospechas. Como seguía eludiéndome, tratando de cruzarse conmigo lo menos posible, decidí hacer algo y el miércoles por la tarde fui a su casa a verla. Sabía que estaría sola, pero no llamé para avisarla, porque al ver que era yo no cogería el teléfono, o si lo hacía, pondría alguna excusa.

En su cara vi una mezcla de fastidio y nerviosismo cuando abrió la puerta y me encontró allí. "¿Qué haces aquí?", me preguntó. Mi gesto fue lo suficientemente elocuente como para quitarle toda tentación de hacerse la sorprendida sobre la intención de mi visita. Entré y nos sentamos en el sofá. Disparé a quemarropa: "Estás enfadada por lo mío con Ana, ¿verdad?".

"Bueno, yo…", empezó a decir, pero la interrumpí: "Ya sé que tenía que haberte dicho algo, pero no sé, surgió todo un poco de repente."

"Ya…si lo entiendo, pero no sé…me sentí mal, como desplazada. Además, bueno, no es que esté siendo la mejor semana de mi vida…perdona todo esto, por favor, espero que no te hayas enfadado conmigo", dijo, echándose a llorar.

Nunca la había visto así, y no sabía muy bien lo que hacer. "Pero dime que es lo que ha pasado…seguro que no es tan terrible", le dije, acercándome un poco. Se dio la vuelta, con las manos en la cara, para que no la viera llorando. "Venga…", insistí, "¿a estas alturas te da vergüenza que te vea llorar…? Cuéntamelo y verás como lo ves menos negro". Con voz entrecortada, entre suspiros, interrumpiéndose a veces para secarse las lágrimas, me contó que no estaba bien con Javi, que habían discutido casi todos los días en la última semana…y que al vernos a nosotros tan bien, tenía la sensación de que sobraba, de que no podía contar con nadie. Me sentí fatal por haber sido tan egoísta. La abracé y le pedí perdón, mientras ella se ponía otra vez a llorar, estrechándome con fuerza. Un rato -y unas cuantas payasadas mías- después, Marta estaba mucho más tranquila, incluso contenta. Con un beso y otro largo abrazo nos despedimos. Cuando al fin se cerró la puerta, respiré. Reconozco que estaba muy sorprendido con mi propia actitud. No sé, por lo general suelo ser muy frío y poco dado a muestras de afecto muy efusivas, pero esta vez me había salido espontáneamente…si todo es ponerse. Bueno, aunque casi mejor no, que tanto beso y tanto abrazo… ¡que uno no es de piedra!

El resto de esa semana y la siguiente la cosa fue como la seda, otra vez todos juntos y pasándolo bien. Algunas veces me parecía que Marta estaba algo ausente, como si disimulara para no desentonar con la alegría de los demás, pero tampoco quise darle mucha importancia; las peleas de pareja no se pasan de un día para otro. Tiempo al tiempo. Y acerté de pleno, aunque para mal. Ese fin de semana las cosas empezaron a torcerse. El viernes yo había quedado con Ana para ir al cumpleaños de una amiga suya. Me estaba preparando cuando sonó el móvil. Me imaginé que sería ella con algún cambio de última hora o para recordarme que yo tenía el regalo –lo habíamos dejado en mi casa para asegurarnos de que Sara, la chica del cumpleaños, no lo viera y estropeara la sorpresa-, pero cuando contesté lo único que escuché fueron unos sollozos. Oye, ¿quién eres? ¿Ana, pasa algo? Cuando la voz al otro lado consiguió articular una disculpa me di cuenta de que era Marta. ¿Estás bien, Marta? ¿Por qué estás llorando? Por lo que pude entender había tenido una discusión muy gorda con Javi.

¿Puedo ir a verte?, me dijo. "No sé…Marta, puff… verás, había quedado con Ana para ir a…"

No me dejó terminar la frase. Me había colgado. ¿Y qué hago yo ahora? La llamé y no contestó. A la tercera intentona lo cogió. Seguía llorosa, pero intentaba que su voz sonara cortante. Le intenté explicar lo que pasaba, pero no me escuchó, me dijo que no le importaba una mierda lo que hiciera con "esa zorra", que ya veía con quién podía contar y con quién no. La voz estaba a punto de quebrársele a cada momento, pero consiguió controlarse hasta el final. Intenté hacerla entrar en razón y al final le pedí por favor que viniera, que ya vería como me apañaría. Pues no iba a ser fácil. Por una cosa o por otra siempre que Ana quedaba con sus amigas yo no podía ir, y sabía que eso la molestaba un poco, aunque nunca me lo había dicho claramente. Había sido una sucesión de casualidades, pero esto era una emergencia. Espero que ella lo vea así…Y encima Marta me había pedido que no se lo contara a nadie –y subrayó lo de nadie cuando le pregunté si Ana contaba o no-, porque no quería que Javi supiera que estaba así. Respirando hondo cogí el teléfono y marqué. Creo que el olvido del cumpleaños de Rafa no la convenció del todo, y aunque la promesa de que me acercaría más tarde para llevarle el regalo de Sara lo arregló un poco, colgué sabiendo que todo esto me iba a costar una bronca. Y así fue…sobre todo porque no fui. Estaba seguro de que no iba a poder cumplir mi promesa, que tendría que quedarme con Marta toda la noche, pero no contaba además con que se pilla antes a un mentiroso que a un cojo y tuve la mala suerte de que Ana se encontró al día siguiente con Rafa y el pobre, claro, no sabía de que le estaban hablando –menos mal que al menos sí había sido su cumpleaños.

Salí del apuro como pude…esa y las demás veces que pasó lo mismo. Marta me llamaba desesperada, yo me inventaba cualquier pretexto y pasábamos la tarde en mi casa, hablando, viendo la tele…Me contaba como iba lo suyo con Javi, que había ido notando como la cosa poco a poco se apagaba…que ya no funcionaba igual…y se reía cuando me sonrojaba al decirme aquello. Teníamos mucha confianza, la verdad, pero aún así no estaba acostumbrado a que una amiga me contara ese tipo de intimidades…ni a contarlas yo, desde luego, aunque el caso es casi sin darme cuenta me encontré confesándole fantasías que jamás hubiera creído que pudiera contarle a nadie. Lo curioso es que me sentía incluso cómodo haciéndolo, era casi como si hablara en voz alta, como cuando uno se cuenta las cosas a sí mismo. Lo que pasaba era que, igual que ocurre cuando te pones a pensar en cosas así cuando estás solo…me excitaba, y me costaba horrores que no me lo notara, si es que no me lo notaba, porque a veces tenía la sensación de que se recreaba contándome aquellas cosas, no sé…Siempre había pensado que Marta era muy apasionada, muy impulsiva, pero la verdad es que no se me había pasado por la cabeza aplicarlo al terreno sexual…había probado cosas que para mí eran solo fantasías, esas cosas que uno piensa pero no muy en serio, sabiendo que no las vas a poder cumplir nunca. No solo era que lo hubiera hecho en todos los sitios que uno pudiera imaginar…me contó, por ejemplo, que la primera vez que se la había chupado a Javi había sido en la casa de sus padres, la tarde en que había hecho las presentaciones oficiales…su madre estaba en la cocina preparando la cena y su padre había bajado al garaje a recoger unas cosas. Ella lo había cogido de la mano, y con la excusa de enseñarle su habitación, lo empujó contra la puerta y se la comió allí mismo…sin darle tiempo a reaccionar se había puesto de rodillas delante de él, le había desabrochado los pantalones y le sacó la polla. No le había hecho falta acariciarla mucho para que se pusiera como una piedra, decía…Me lo contaba entusiasmada, como si no se diera cuenta de que la estaba escuchando alguien…cómo le había mirado a los ojos…y se había llevado el dedo a la boca para cortar las protestas de Javi de que podían pillarlos en cualquier momento…después había acercado sus labios, entreabriéndolos, acariciando su capullo con ellos, rozándolo y metiéndolo poquito a poco en su boca, jugueteando con su lengua sobre él, sin dejar de acariciar la polla con su mano, moviéndola de arriba abajo mientras seguía entrando en su boca…ella mientras se acariciaba con la otra mano, con la que había apartado a un lado las braguitas para poder deslizar los dedos dentro de su coñito…Javi no había tardado casi nada en correrse…la aviso, pero ella siguió mamándosela…hasta que la dejó completamente limpia. Luego le besó…y salió como si nada a preguntarle a su madre si necesitaba que la ayudara en algo con la cena…Fueron muchas cosas más las que me contó a lo largo de aquellas largas tardes y noches juntos…la vez que había estado con una chica…la primera vez que había probado a hacerlo por detrás…y un día, que habíamos bebido un poquito con la cena –yo tenía en casa algunas botellas que nos habían sobrado de una cena y teníamos el día un poco depre- me contó algo que me dejó muy impactado y, tengo que reconocerlo, también muy excitado. Me hizo prometerle que no se lo contaría nunca a nadie, pero tal y como han ido las cosas, no creo que a nadie le parezca mal que lo haga. Me confesó que le había puesto los cuernos una vez a Javi, solo una vez…pero que había sido…con dos chicos al mismo tiempo. Había sido en unas fiestas de un pueblo, no me acuerdo de dónde exactamente, pero cerca de la costa.

Había ido con unas amigas de camping y en una de esas noches locas en la playa, no sabía muy bien pero estaba bailando con un chico con el que había estado tonteando toda la noche…sin ninguna mala intención…al menos al principio. El baile se había ido haciendo cada vez más provocativo, y al final, entre el alcohol, la situación, el calor y el morbo…se habían enrollado. Se habían ido a la tienda de él para estar más tranquilos, pero en plena faena había entrado su compañero de tienda… y se quedó clavado mirándolos. El chico le había dicho que se fuera, pero ella, casi no entendía por qué…le había dicho que pobrecito, que si le apetecía mirar que se quedara…casi pudo notar que los dos chicos ka miraban un poco sorprendidos, y cortados también, pero que después parecía que la idea les ponía todavía más calientes…y el que había entrado incluso empezó a acariciarse…no era para menos, pensé yo…me imaginaba a Marta, medio desnuda, con el chico comiéndole esas tetitas tan apetecibles…metiéndose mano por todos lados…ella que después se la había empezado a chupar…sus gemidos cuando él se las había arreglado para poder comerle su coñito al mismo tiempo…y sobre todo ver cómo ella se colocaba encima de él para montarle, bajando sus caderas poquito a poco, haciendo que la polla entrara despacio, centímetro a centímetro…y pellizcando a la vez sus pezones…Me contó que el otro había acabado sacándosela, y pajeándose ya sin vergüenza ninguna delante de ellos dos…me dijo que de repente se había dado cuenta de que no podía dejar de mirarle la polla a aquel otro chico, que la ponía muy cachonda que les mirara, que se tocara así…y que se moría de ganas por probarla también…

En aquel momento el chico la había puesto a cuatro patas, y sentía su peso sobre ella, el calor de su piel y su polla abriéndose paso hasta sus entrañas, clavándosele muy dentro…y ella que seguía sin poder dejar de mirar al otro…estaba tentada de pedirle que se acercara, pero no sabía lo que pensarían de ella…entonces sintió las manos de su chico acariciando sus pezones…pellizcándolos suavemente…bajando hasta su coñito…y deslizándose sobre su clítoris, atrapándolo entre sus dedos…y sus temores se desvanecieron…y le dijo a su chico…pobrecito, ¿no crees? ¿Te parece justo que se quede así?...pero lo hizo con una voz tan llena de lujuria, con un tono entre travieso e inocente, que si habían tenido alguna duda, por pequeña que fuera, desapareció…y consiguió ponerlos aún más calientes…los dos se miraron, como buscando la aprobación mutua, y un par de segundos después tenía ya la polla del otro chico en la mano derecha…y sus labios se acercaban a ella para rodearla, para besarla, lamerla… La postura era algo incómoda, así que hizo que el segundo chico se tumbara…y esta vez le toco a él ser cabalgado…mientras sujetaba la polla del otro con su mano y la llevaba hasta su boca…y se la tragaba entera…clavándosela tan dentro como sentía que le llegaba la otra…estaba totalmente desbocada…solo quería que se la follaran como quisieran, por todas partes…así que sacando la polla de su boca y guiñándole un ojo al chico le había dicho…¿te gustaría…? No había hecho falta ni terminar la frase…él entendió perfectamente lo que quería…ella se echó hacia delante, tumbada sobre el pecho del otro, quedándose muy quieta, disfrutando de aquella polla que palpitaba en su interior…al sentir el contacto de unos dedos húmedos en su culito se asustó y pensó si todo aquello no sería una locura. Solo fue durante un momento…hasta que el primer dedo consiguió deslizarse hasta dentro, resbalando sin ninguna dificultad…después entró otro. Los sentía moverse, entrar y salir…haciendo pequeños círculos, jugando con ella y preparándola para lo que le esperaba…al fin notó que los dedos salían y los sustituía algo mucho más grande, más duro, más caliente…él apoyó la cabeza de su polla y empezó a empujar lentamente…ella estaba muy excitada y muy abierta…pero aún así le sorprendió lo rápido que se abrió paso hasta el fondo…Se sentía llenísima, casi no podía moverse…pero ellos empezaron a hacerlo por ella. Pensó que se iba a desmayar al notar todas aquellas sensaciones acumulándose, sucediéndose sin parar, con cada ligero movimiento de uno de los dos…el roce de sus pollas dentro de ella…no les costó mucho acoplar sus movimientos y con un ritmo suave pero constante empezaron a follarla…casi no sabía lo que había pasado después…perdió la cuenta de las veces que se corrió antes de que lo hicieran ellos…los dos en su boca…

Dios…me había dejado casi sin respiración aquella historia. Me lo tenía que estar notando, aunque no sé, la verdad es que ella también parecía algo agitada. Me di cuenta de que la estaba empezando a mirar con otros ojos…pero… ¿y ella a mí?