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Promesas del Este (3)

en Bisexuales

Me costó dormirme, porque a pesar de todo seguía muy caliente. También lo estaba a la mañana siguiente, cuando desperté. El día se me hizo eterno. Estaba deseando que llegara la noche para poder resarcirme. Cuando por fin llegó, volvimos a cenar al kebab, donde Karim nos preparó otra cena deliciosa y retomamos la conversación de la noche anterior.

"Que, Sara, ¿vas a seguir tu sesión esta noche?", le dijo, nada más sentarse en nuestra mesa.

"Claro que sí…la de ayer fue todo un éxito", contestó ella, y me miró sonriendo.

"Vaya, vaya, ya veo", dijo él. "Que suerte tienes, macho", y me dio un codazo, provocando la carcajada de los tres.

Cuando terminamos la cena, Sara fue al baño y, al volver, cogió la cámara y me dijo: "Hoy mejor espérame en el hotel, nene, que tardaré un poco más". Y lo mismo que el día anterior, sin admitir replica alguna, se fue y nos dejó allí. Un par de minutos después salí yo, tras despedirme de Karim y darle las gracias –no me dejó pagar la cena—. Vi a Sara unos 20 metros calle abajo, hablando con algunos de los chicos que estaban por allí. Dudé si acercarme o no, pero recordé lo que me había dicho y, además, no me pareció que pudiera pasarle nada. "Sube tranquilo, que no le va a pasar nada", oí que decía una voz a mi espalda. Era Karim, desde la puerta de su local. "No hay peligro ninguno, pero de todos modos, estaré al tanto", me dijo. Le di las gracias otra vez y subí a la habitación.

Aproveché la espera para ponerme cómodo y ordenar un poco las cosas de la maleta que aún no había sacado. Después, saqué una coca-cola de la máquina del pasillo y me tumbé a leer. Reconozco que estaba algo inquieto, y que cada poco me asomaba a la ventana por si la veía. Algunas veces, no siempre, sí que alcancé a verla, cámara en mano, disparando fotos como una loca. De cuando en cuando, Karim salía a la puerta para controlar. Era un tío legal. Me volví a tumbar, esta vez más relajado. Tanto que me quedé algo traspuesto. Me desperté sobresaltado. Joder, Sara no estaba…y no sabía cuanto tiempo había pasado. Me levanté, fui como un rayo hasta la ventana y miré. No se la veía por ninguna parte. Karim tampoco estaba en la puerta y la verja estaba bajada. ¿Le habría pasado algo? Aún estaba algo aturdido, pero conseguí encontrar mi teléfono y miré en él la hora. Unos quince minutos, nada más…menos mal. Pero al echar otro vistazo por la ventana y no verla me empecé a preocupar en serio. Sin despegarme del cristal, agarré mis pantalones, que estaban en la silla que había justo al lado. Me los estaba poniendo cuando un fuerte ruido llamó mi atención. La verja del kebab se estaba levantando, con un chirrido que delataba la falta de un buen engrasado. Respiré aliviado. Eran Sara y Karim. Salían riéndose. Con un beso en la mejilla se despidieron y Sara cruzó corriendo la calle y desapareció de mi campo de visión al entrar en el hotel. La sensación de alivio empezó a ser sustituida por un cierto mosqueo. ¿Para qué habían entrado? ¿No se le había ocurrido que podía estar preocupado por lo que tardaba?

"Hola, nene. ¿Pero que haces ahí de pie? No tenías que haberme esperado, hombre…", dijo, antes de darme un beso y dejar la cámara y el bolso sobre la cama. Al no obtener respuesta se volvió y me preguntó. ¿Te pasa algo? No intenté disimular cambiando la expresión de mi cara y pareció darse cuenta de lo que pasaba. "Ay, pobre…te has preocupado. Perdona, es que cuando ya había terminado Karim me pidió que le enseñara las fotos y pasamos dentro un momentito. Qué cielo, se ha quedado todo el rato en la puerta para ver si estaba bien".

"Así que mirando fotos…bueno, pues bien ¿no? Oye, si queréis seguir por mí no os cortéis, que yo me voy a acostar", le dije, en un intento –bastante triste, por cierto— de ser irónico y mostrar un enfado digno.

"Pero bueno, nene…", me dijo, acercándose y abrazándome, con voz melosa, "no te me estarás poniendo celoso…le he enseñado unas cuentas fotos y ya está…además", apuntilló, sacando la lengua, "¿tú crees que me habría conformado con veinte minutitos de nada? No me conoces o qué…".

Me eché a reír, en parte por el comentario en sí y en parte porque me di cuenta de que era una tontería que me hubiera enfadado. "Vale, vale", le contesté, "por esta vez te creo…pero yo también quiero ver esas fotos…y espero que no haya muchas de chicos o si no prepárate…", añadí, dándole una palmadita en el culo.

Sara volvió a conectar la cámara al ordenador y repitió el ritual del día anterior, colocándose en la cama detrás de mí. Esta vez, sin embargo, no eran sólo chicas, sino que también aparecían algunos jovencitos con esa belleza tan particular de las razas del este, serena y altiva.

"¿Qué te parecen? Guapos también ¿eh?… ¿Sabes? Me costó resistir la tentación de probar a alguno, porque están para comérselos…no te imaginas lo mojada que estaba mientras les sacaba las fotos". Me quedé helado. La revelación me cogió totalmente desprevenido, pero mi cuerpo reaccionó con rapidez y mi polla se endureció al instante.

"Vaya, vaya, así que te gusta saberlo, ¿eh? Pues sí…me ha puesto muy caliente estar allí con ellos, a solas…con este sobre todo", dijo, señalando la foto de un chico de facciones angulosas, pelo oscuro y largo y ojos también oscuros y ligeramente rasgados. "¿Sabes? Se la hubiera comido allí mismo si me lo hubiera pedido…me hubiera puesto de rodillas y se la hubiera chupado bien, para sentir como iba creciendo, llenándome la boca…poniéndose tan dura y caliente como ésta…y seguir lamiéndola y besándola hasta que se hubiera corrido en mi boca… ¿qué te parece?"

Seguía sin saber qué decir. Las fotos, además, eran algo más atrevidas que las anteriores. Uno de los chicos, el que me había señalado precisamente, aparecía en varias de ellas sin camiseta, con la mano en la cintura del pantalón vaquero, como tirando de él hacia abajo, dejando ver sus músculos, perfectamente definidos. Había pensado muchas veces durante el día cómo devolverle lo de la noche pasada, pero aquello no me lo hubiera esperado jamás. Me había dejado fuera de juego y en vez de las caricias que había planeado darle, era ella de nuevo la que se había apoderado de mi polla y la masajeaba, contemplando con satisfacción cómo crecía entre sus dedos y se ponía de nuevo dura como un palo.

"Te pone cachondo, ¿eh, cabronazo? Yo pensaba que lo que te ponía era verme con otra chica…pero por lo que parece, también te apetecería ver a tu novia con una buena polla dentro…chillando como una putita, a que sí…", no dejaba de masturbarme mientras hablaba, sabía que me estaba poniendo a cien. Intenté articular un sí, que quedó oculto entre una serie de jadeos y suspiros que se escaparon de mi boca al abrirla. "Quieres verme convertida en una auténtica zorra, ¿eh? Mmm, seguro que te estás imaginando que me lo hubiera traido para que me follara delante de ti… ver cómo me tira sobre la cama, a cuatro patas, me sujeta por la cintura y me la clava…y escucharme gritar, correrme empalada por ese chico…".

Entonces apareció una foto de Karim. "¿Qué es eso?", le dije.

"Anda, como si no le conocieras. Karim, ¿no lo ves?".

Iba a continuar acariciándome, pero la detuve en seco. La siguiente foto también era suya, pero haciendo el gesto de levantarse la camiseta. Aquello me irritó. "¿Así le enseñas las fotos? Ya veo que él también te ha enseñado alguna cosa…".

"Pero bueno, no seas tonto. ¿Otra vez con lo mismo?", dijo, sin perder la sonrisa, "Le enseñé las fotos y ya sabes como es, siempre de broma, me dijo…venga, tírame un par de fotos, hazme famoso…".

No estaba nada convencido. "Mientras solo le hayas tirado fotos y no te lo hayas tirado a él…", dije, intentando buscar la pelea. Afortunadamente, Sara no se lo tomó a mal.

"Creo que te gusta más a ti que a mí, nene… ¿no será que eres tú el que le tiene ganas?", me contestó.

"¿Pero qué tonterías estás diciendo? ¿Me tomas el pelo o qué? Si quieres desviar el tema búscate otra cosa…", le espeté, cabreado. Pero ella ni se inmutó y siguió hablando:

"Sí…ya lo veo todo claro. Todas esas escenitas, no son celos por mí, sino por él…o me vas a negar que alguna vez que otra me has pedido que te folle…que te gustaría sentirte como toda una nenita…".

Tocado. Joder, eso era jugar sucio. Sabía que esa era una de las fantasías que más caliente me ponían… "Eso no tiene nada que ver con esto, Sara", dije, aunque algo menos firme que antes.

"¿Ah no? ¿Estás seguro?", dijo ella entonces, con una sonrisa maliciosa, bajando la mirada a la altura de mi polla. De forma instintiva dirigí los ojos hacia el lugar al que ella miraba ahora y de nuevo me quedé sin palabras. Sin parar la conversación en ningún momento ella había vuelto a masturbarme, muy lentamente, una suave caricia que se había ido repitiendo una y otra vez, haciendo que mi polla se endureciera de nuevo. Sin dejar de hacerlo, se llevó un dedo a la boca, lo humedeció y lo acercó a su otra mano, pero no se detuvo en mi polla, sino que continuó…llegando algo más abajo…haciendo que diera un pequeño respingo, pero dejándome ya definitivamente sin fuerza para reaccionar.

"Pues yo creo que tengo razón", dijo, y mientras pronunciaba esas palabras la yema de su dedo índice se deslizó entre mis nalgas, colocándose justo a la entrada de mi culito, mojándolo y haciendo una suave presión, girando en pequeños círculos. Involuntariamente, mis ojos se cerraron y lancé un suspiro entrecortado.

Entonces noté como la presión se hacía más intensa y su dedo empezaba a vencer la tímida resistencia de mi cuerpo, abriéndose paso dentro de mí…Solo introdujo la punta, pero fue suficiente para arrancarme un gemido. Sentía aquel dedo en mi interior como si fuera algo enorme, palpitante, alrededor del cual se apretaba mi cuerpo, no sé si queriendo sacarlo o retenerlo para siempre…

"¿Lo ves? Si yo tenía razón…Así que a lo mejor…cuando me imaginas con esos chicos…no solo piensas en follarme con ellos…". Le rogué que no siguiera…pensé que lo había hecho mentalmente, pero de mis labios debió surgir un tímido "no…", porque Sara dijo:

"No voy a parar…y no quiero que intentes pararte tú…te imaginas probando sus pollas ¿verdad? Separando los labios, sintiendo a la vez miedo y excitación, notando el calor que desprende aquel pedazo de carne cuando se acerca y casi roza tu boca…que se empieza a abrir sin que tú puedas ni quieras hacer nada por evitarlo…Entonces tu lengua se adelantaría, con dudas al principio, pero después, en cuanto probaras por primera vez su sabor…la recorrerías entera, lamiendo la punta, bajando por el tronco, volviendo a subir, tratando de hacer surgir esas pequeñas gotas que se forman en el capullo, saboreando ese regusto amargo pero que no quieres dejar de sentir. Verías como se va endureciendo aún más, como el capullo se enrojece cuando la sangre fluye en él, haciendo que se hinche…y entonces querrás que se corra…que se vacíe en ti, que te lo dé todo…tratarás de meterla entera en su boca, de seguir el ritmo que empiezan a marcar sus caderas…a dejar que te folle la boca…porque eso te hace sentir como una putita ¿verdad?"

Me estaba volviendo loco…ya no era un dedo, sino dos los que tenía dentro…y ya no era solo la punta la que se introducía, sino que los dos enteros se deslizaban hasta el fondo, entrando y saliendo sin que opusiera ya resistencia ninguna...

"Pero no creas que se iban a conformar con eso…se iban a follar este culito como me lo estoy follando yo ahora…así…fuerte y hasta el fondo…hasta llenártelo de leche caliente…que pudieras sentirla resbalando por tus muslos…pero primero tendrías que tragártela toda, poquito a poco, sentir como todo tu cuerpo se abre para recibirla entera. Creerás que no puedes…y le pedirás que pare. Pero después, cuando la tengas toda dentro, quieta durante un rato, notarás como eres tú mismo el que pide más, comos tus caderas se comienzan a echar hacia atrás, solas, buscando su polla, queriendo sentirla más y más profunda…".

Eran ya tres dedos los que me follaban, y lo mismo que ella decía…mis caderas se movían buscando que llegaran más dentro… "Así me gusta…que te portes como una buena putita…", me espoleaba… "Sí..por favor…fóllame…como a una putita…eso es lo que soy…", acerté a contestar, ya entregado del todo a sus manejos…

Entonces ella se levantó y antes de que pudiera recuperarme de la sorpresa y protestar…se clavó en mi polla y comenzó a cabalgarme de forma salvaje. Ella también estaba muy caliente, porque notaba perfectamente su coñito empapado deslizándose sobre mí. Echaba la cabeza hacia atrás, se pellizcaba los pezones…y me lanzaba miradas llenas de una lujuria incontenible…se estremeció al llegar al orgasmo, pero no dejó de moverse ni de decirme… "vamos, puta…demuestra que sabes follarme tú también…". Eso me hizo reaccionar y con un movimiento brusco, prácticamente arrojándola sobre la cama, me coloqué detrás de ella, la levanté sujetando sus caderas y empecé a follarla. Ella respondió con una serie de sonoros gemidos…agarrándose al cabecero de la cama para aguantar los embates…yo seguía sin bajar el ritmo, excitado y furioso a la vez por lo que me acababa de hacer…como si necesitara demostrarle que también sabía follarla…

Llevé mis dedos a su boca para que los chupara y ella comprendió lo que quería hacer. Los lamió golosamente y giró la cabeza para verme. Empecé a acariciar su culito, repitiendo las caricias que hacía unos minutos me acababa de prodigar ella…y del mismo modo acabaron por desaparecer dos dedos dentro de él…después de juguetear en su entrada, moviéndose en círculos, haciéndola desearlo más y más y esperando a que me pidiera que la follara así…Saqué mi polla y la deslicé varias veces arriba y abajo…dibujando los bordes de su coñito, subiendo un poco más hasta donde aún estaban mis dedos…Los saqué y la coloqué en la entrada…casi no hizo falta que me moviera…fue ella la que echó las caderas hacia atrás…y empezó a devorarla ante mis ojos hasta que la tuvo entera dentro…sin detenerse apenas un instante comenzó a moverse rítmicamente, adelante y atrás…la sensación era increíble, mi polla clavándose hasta el fondo de aquel culito estrecho, que se apretaba a su alrededor como si no quisiera dejarla salir. Todo se aceleró. La habitación casi daba vueltas a mi alrededor. Solo escuchaba sus gemidos, pidiéndome que no parara…que se iba a correr otra vez…y solo sentía mi polla, entrando y saliendo una vez tras otra…acercándose al límite. "Sí…sí…", jadeó Sara, aferrándose con las uñas a la almohada…mientras yo, con un par de movimientos descontrolados, me vacié también dentro de ella…antes de caer los dos, extenuados sobre la cama.

Me sentía raro…excitado, satisfecho, aunque algo confuso…la foto de Karim me miraba, sonriente, desde la pantalla del ordenador y seguía haciéndolo cuando me dormí.