miprimita.com

Promesas del Este (2)

en Bisexuales

A la mañana siguiente, a pesar de haber dormido pocas horas, estábamos como nuevos. Nos duchamos, nos vestimos y salimos a la calle, dispuestos a ver la ciudad. Nos dimos una paliza de impresión, sin parar apenas para comer –unos bocatas en un parque—, pero la verdad es que mereció la pena. Así, entre paseos, compras y algún museo se nos pasó todo el día. Por la noche volvimos al kebab a cenar. Allí estaba Karim, tan sonriente como la noche pasada. Esta vez si había un par de mesas ocupadas, pero la de la ventana estaba libre, así que nos sentamos otra vez allí.

"¿Qué tal chicos?", nos saludó desde la barra. Después se levantó del taburete y se acercó a nosotros. "¿Cómo habéis pasado el día? Por la cara que tenéis veo que habéis hecho mucho turismo, jajaja. Tendréis hambre, imagino…pero hoy dejad que decida yo por vosotros. ¿Qué os parece un plato especial de la casa?", y antes de que pudiéramos contestar, le hizo una seña al cocinero, que desapareció en la trastienda de inmediato con un cuchillo en la mano. Al poco, apareció con dos platos llenos de todo tipo de comida, que nos explicó uno a uno: falafel, dolmades, kefta, hummus…Después volvió con bebidas y unos cuenquitos con distintas ensaladas y arroz con pasas y piñones. Tenía una pinta exquisita, la verdad. Mientras comimos –o más bien, devoramos— todo aquello bajo la mirada complaciente de Karim, estuvimos charlando con él: le contamos los sitios a los que habíamos ido, nuestras impresiones…y él recordó las que había tenido al ver esas mismas cosas y nos recomendó algunas más para ver al día siguiente. Sara no pudo resistirse a enseñarle las fotos que habíamos hecho. Karim acercó la silla en que estaba sentado y se colocó al lado de ella. Otra vez me fijé en que ella no decía nada a pesar de lo mucho que se acercaba él para verlas. Me sorprendía esa actitud en ella. No es que me importara en absoluto…es más, tengo que confesar que casi me daba morbo, porque la imaginaba con él, besándose, tocándose, quitándose la ropa…sí, los imaginaba juntos, en la cama, él tumbado boca arriba, con la misma sonrisa cautivadora que tenía siempre y ella encima, sudorosa y jadeante, igual que anoche mientras follábamos. Karim asentía con expresión interesada a los comentarios que le hacía Sara de cada foto.

"Son muy buenas. En serio. Se nota que sabes lo que haces con una cámara en las manos", sentenció cuando acabaron de verlas. "Pero por lo que veo", dijo riendo, "no has empezado tu proyecto de exposición…"

"Calla, calla, no se lo recuerdes", intervine yo, sonriendo también "que ya casi había conseguido que se le olvidara…"

"Ni hablar, nene. No se me ha olvidado. De hecho, pensaba empezar…esta misma noche", dijo Sara.

Karim y yo nos miramos y después volvimos los ojos a ella, casi a la vez. "¿Esta noche?", dijimos los dos a coro.

"Sí, chicos, habéis oído bien. Así que tú", dijo, señalándome a mí, "paga…y tú, a trabajar, que no me haces nada", terminó, guiñándole el ojo a Karim y apoyando el dedo índice sobre su pecho. "Yo voy saliendo…tardo diez minutitos nada más. Espérame aquí, ¿vale, nene? Ciao", y salió, dejándonos allí, igual de sorprendidos los dos. Apenas habían pasado los diez minutos la vi hacerme un gesto desde la ventana. Salí, y Karim lo hizo detrás de mí.

"¿Ya está?", le preguntamos.

"Sí…hoy solo quería hacer unas pequeñas pruebas, así que sí. Venga, nene, vamos al hotel".

"¿No me dejas ver ni un poquito?", protestó Karim.

"No seas impaciente, que ya verás…el resultado", le dijo Sara, con una sonrisa pícara.

Entramos en la habitación y yo me quedé de pie, expectante, pero ella dejó las cosas en la silla y empezó a cambiarse de ropa, sin que mostrara ninguna intención de ver las fotos. Iba a entrar en el baño cuando se dio la vuelta y me miró, con cara de sorpresa. "¿Qué haces ahí parado? ¿No te vas a acostar? Ya es tarde, y mañana tenemos muchas cosas que ver…", me dijo. La miré con cara de incredulidad, como pidiendo una explicación… ¿no pensaba enseñarme nada?

"Ah, ¿es por las fotos? Ay, no sabía que quisieras verlas…haberlo dicho, hombre", dijo, con expresión de burla. "El caso es que no sé si enseñártelas…todavía". El desconsuelo infinito que se dibujó en mi rostro pareció conmoverla y añadió, fingiendo que le costaba un gran esfuerzo hacerme aquella concesión: "Bueno, venga, pero solo un poquito…".

Entonces conectó la cámara al ordenador, para no gastar las baterías y poder utilizarlas por la mañana. Tardó un poco en estar todo preparado, pero la verdad es que mereció la pena. Reconocí algunas de las caras que fueron desfilando ante mis ojos, otras no, pero todas eran igual de increíbles. Además, Sara había conseguido captar en sus expresiones inocencia y lujuria al mismo tiempo…Después de un rápido primer vistazo, volvió a comenzar la serie, pero esta vez, Sara se sentó en la cama, justo detrás de mí, enlazando sus piernas alrededor de mi cintura. Las fotos iban pasando lentamente, y a cada una de ellas le acompañaba un comentario suyo. Sentía su respiración en mi cuello, se pegaba a mí para hablarme de manera que sus labios casi me rozaban… "¿Qué te parece esta rubita? Es preciosa, ¿verdad?", me preguntó, cuando apareció en la pantalla una cara angelical enmarcada por una media melena rubia, muy lisa. Los ojos eran de un azul intenso y la boca, de labios muy finos y un rojo vivo. No dije nada, y tampoco con la foto de una morena con dos coletas y carita de traviesa. "¿Y ésta? Ésta sé que te gusta…te has quedado mirándola cada vez que hemos pasado por allí…y no lo niegues, porque me he dado cuenta". Asentí con una especie de gruñido, pero sin querer darle la satisfacción de una respuesta, aunque era cierto. Era una chica espectacular, con unos ojos verdes que parecían atravesarte y una larga y ondulada melena pelirroja que caía desordenadamente a los lados de su rostro. Era pálida de piel y con aspecto frágil, pero había algo en su expresión que la hacía especial e irremediablemente seductora. Desde luego sabía de su poder de fascinación.

"¡Qué rencoroso eres! Pero si sabes que te las iba a enseñar, tonto… por eso no dices nada, que lo sé yo…Pero algo te traiciona", me susurró al oído, mientras su mano se deslizaba del teclado hacia mi pantalón, en el que se empezaba a marcar un bulto. Mi mente había empezado a funcionar al ver a aquellas chicas…quizás demasiado deprisa, porque no me decidía sobre cómo imaginarlas…se superponían imágenes de ellas conmigo a otras en que era Sara quien recibía sus caricias y se las devolvía, mientras yo las contemplaba…o las dos dedicadas a mí…juntando sus lenguas sobre mi sexo…

"Me encantaría saber todo lo que estás pensando…". La voz de Sara me hizo volver a la realidad. Su mano se había deslizado ya bajó mi pantalón y me acariciaba, en un lento sube y baja. Las fotos continuaban pasando, y decenas de ojos ávidos contemplaban cómo Sara me desabrochaba el pantalón para dejar a la vista mi polla. "Mmm, como me gusta verla así…". Sus pechos se apretaban contra mi espalda, y el roce continuo había hecho que sus pezones se endurecieran. Aquella caricia, sumada a los movimientos constantes de su mano, hizo que mi polla acabara de despertar. Trate de girarme para besarla, pero no me dejó.

"Tú sigue mirando", me susurró ella. La morena de las coletas volvía a mirarme fijamente, ahora en una pose más sugerente, con la punta de la lengua asomando entre sus labios, como para humedecerlos…pensé en cómo sería sentir esos labios brillantes, carnosos sobre mi polla, la punta de su lengua jugueteando con ella. Después aparecieron los hipnóticos ojos verdes de la pelirroja, que ahora se me parecían, en cambio, suplicantes, como diciéndome que el dedo que se perdía en su boca no era suficiente…

"Te gustaría tenerla en su boquita, ¿verdad? Tener a esa niñita de rodillas delante de ti, mirándote a los ojos mientras te la come…ver su cabeza subiendo y bajando, tragándosela entera…". Sus palabras me excitaron aún más y ella se dio cuenta. Su mano se cerraba con firmeza en torno a mi polla, subiendo lentamente y arrancándole en cada movimiento pequeñas y brillantes gotitas que deslizaba con la punta de sus dedos sobre el capullo, hinchado y enrojecido por la excitación.

"¿Eso es lo que te imaginas? Pero seguro que también te gustaría verme a mí a su lado…de rodillas junto a ella, mamándotela también…comiéndonos la boca las dos mientras te lo hacemos, acariciándonos la una a la otra"

"Para…para o me voy a correr", le dije, porque veía que no podía aguantar ya más…el ritmo de sus caricias se había hecho endiablado y sus palabras me llevaban al límite...

"Sí…córrete…córrete encima de nosotras", fue su contestación… "míranos…las dos con la boquita abierta…, peleando con nuestras lenguas sobre tu polla para que nos des tu leche… vamos… dámela a mí…dámela toda…"

Nada más decirlo noté que había llegado el punto de no retorno…su mano subía y bajaba sin parar, recorriendo toda mi polla, mientras con la otra pellizcaba mis pezones, retorciéndolos, haciendo que me echará para atrás, con lo que lo único que lograba era perder más el control, intensificar el placer que su mano me daba… Un instante después, dos fuertes descargas llenaron su mano y se derramaron sobre mi estómago. Respiré hondo… Ella sonrió y dijo: "Te has portado muy bien, nene. Ahora a dormir…"

"Pero ¿y tú?", le dije, con cara de decepción. Me había encantado, pero no me gustaba dejarla así.

"No te preocupes…es tarde…y mañana te garantizo que me tomaré mi recompensa", contestó. "Ahora vamos a dormir", y colocando el ordenador en la mesita de noche, me besó y apagó la luz.