miprimita.com

Querido diario. Día 2

en Fantasías Eróticas

Tercera imagen: Morena, ojos azules, pómulos marcados. “Ahora pórtate como una buena perrita”, se titula la foto. Dedos corazón e índice apoyados en los labios, entreabiertos y con la punta de la lengua asomando. En la mano, un enorme dildo de venas marcadísimas. Moja bien los dos dedos, comienza la orden, y clávalos hasta el fondo. Agarra bien el dildo con tu otra mano y restriégalo por tu cara como una buena perra.

Alguien escuchó mis súplicas. Retiro con cuidado el plug. Espero que mi cuerpo se contraiga un poco mientras humedezco bien los dos dedos. No puedo retirar la mirada de esos ojos que me observan fijamente. “Quiero ser igual de zorra que tú”, es la idea que cruza por mi mente. Llevo la mano atrás. Sigue latiendo, y quema. Trago saliva y empiezo a empujar. Apenas hay resistencia…lo necesitaba. Lástima que solo hayan sido dos, pienso. Cojo el dildo que antes había usado en la pared, lo agarro con fuerza, como me han pedido, y empiezo a frotarme la cara con él. Paso la lengua por la punta, lamiendo con ganas, pero sin atreverme a meterlo en mi boca. No es eso lo que toca ahora. Me doy suaves golpes en las mejillas, cerrando los ojos para sentirlos mejor. Aguanto así un poco, y muevo mientras los dedos de mi otra mano, girándolos dentro. Ahora es al revés…necesito una carta que me permita tocarme… y rápido.

Cuarta imagen: Dividida en cuatro. Cuatro cuerpos masculinos con ropa interior de mujer. Medias de rejilla, calzas, un camisón recogido en la cintura, las manos entre las piernas, sujetando sus pollas. 

¡Joder! No ha habido suerte esta vez… Son dos cartas combinadas. Tengo que hacer la prueba con las braguitas medio bajadas, de manera que mi polla quede al descubierto… pero no puedo tocarme. Solo me impone una condición que tendré que cumplir el resto del juego: hacerlo con el plug metido y sin poder sacarlo, digan lo que digan otras cartas. El plug entra sin esfuerzo; yo, resoplo y aprieto de nuevo el botón.

Quinta imagen: Una preciosidad castaña me mira sonriente. Desnuda y tumbada en un sofá, me muestra sus pequeños y apetitosos pechos y separa los muslos por completo, ofreciéndose. Lita -así dice llamarse- me da a a elegir: puedo masturbarme lentamente durante dos minutos o hacerlo durante medio minuto lo más rápido que pueda hasta quedarme al borde mismo del orgasmo. Siempre sin correrme, claro.

La miro de arriba a abajo sin saber qué decidir. Los dos minutos son tentadores, poder tocarme lentamente, disfrutar cada movimiento, moverme a la vez para sentirme más y más penetrado, con las braguitas bajadas… pero a la vez la miro, expuesta del todo, y me enciendo, quiero masturbarme hasta tener que parar de golpe y quedarme casi sin respiración. No sé lo que hacer, y Lita espera. El deseo me puede, me quedo con la segunda opción. Con el reloj a la vista empiezo. 30…29… mi mano sube y baja a toda velocidad, me masturbo con rabia, devorando la imagen de ese cuerpecito desnudo. Me imagino lamiéndole los pezones, mordisqueándolos, bajando por su vientre y hundiendo mi lengua en su sexo. Me imagino su cabeza echándose hacia atrás, el pelo suelto cayendo por la espalda y los gemidos de placer. Quiero agarrar esas caderas, quiero… noto que se me empieza a ir de las manos. Tengo la punta completamente enrojecida, dura y caliente, y cuando aprieto las nalgas siento como si el plug creciera dentro. Estoy al borde… 5…4… Me paro en seco. Mi polla se mueve con los primeros espasmos del orgasmo. He estado a punto de estropearlo, pero pude parar justo a tiempo. La garganta se me ha quedado reseca y tengo que beber un poco de agua y respirar hondo varias veces. Esto se me va a hacer largo…

Sexta imagen: Karla me mira desde abajo, arrodillada frente a una polla en primer plano que desearía fuera la mía. El semen se derrama por su barbilla y cae entre sus dedos, pero sigue sin soltarla. La sujeta firme con las dos manos y la punta desaparece aún en su boca. No quiere perder ni una gota. Incluso la ves capaz de continuar la mamada hasta hacer que te corras de nuevo. Y sus ojos grises dan la orden: “Vamos a ver si eres capaz. Tienes tres minutos para correrte, pero solo estimulando la punta de tu polla. Si no puedes, tendrás que parar cinco minutos”.

¿Seré capaz? La verdad es que no lo sé, nunca he conseguido antes, pero es que ni siquiera sé si realmente quiero lograrlo. No quiero que se acabe el juego. O sí. ¡Qué lío! Deseo correrme, pero no quiero parar de jugar, no quiero sacar el plug y guardarlo, no quiero dejar de obedecer… Pero justo eso es lo que toca, obedecer. Así que me tumbo en la cama, aún con las braguitas bajadas, disfrutando del plug que se clava otro poco más y cierro los ojos. Me mojo el pulgar y comienzo a acariciar la punta del glande. Siento una descarga eléctrica que me recorre entero. Insisto una, dos, tres veces, pero es demasiado intenso, tanto que casi duele. Me doy un respiro acariciando la zona de alrededor, pero el tiempo avanza rápido, así que no puedo despistarme. Vuelvo a la punta. La sangre se concentra, noto la presión de los capilares llenos. El cuerpo se echa hacia delante y hacia arriba, los músculos de los glúteos se tensan. El plug parece crecer. Es desesperante ese placer agudo pero insuficiente. Acelero los movimientos del dedo, hago más presión. Cada vez está más enrojecido, el escozor aumenta segundo a segundo. Cierro los ojos y aguanto la respiración. Empujo desde bien adentro… pero nada. El tiempo se acaba y no lo he conseguido. Solo una excitación tan fuerte que me dan ganas de gritar y me hacen descargar el puño contra la cama, enrabietado.

Empiezo a no poder más...