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El Nuevo Chef del Restaurant

en Grandes Relatos

El Chef Nuevo De l Restaurante

El despertador sonó a las 6:00 a.m. como siempre y yo, sin muchos ánimos lo apagué para dirigirme al restaurante de la avenida 5. Después de más de 5 minutos de mirar hacia al techo decidí levantarme de mi cama. Me di una ducha con agua fría, el calor de la noche había sido demasiado. Me arreglé como siempre, muy sexy, me encantaba ir así a trabajar, saber que no habrá un solo chico que no me miré es una situación que me mantiene al tanto de mi poder sobre los hombres.

Mi nombre es Patty y tengo 27 años, soy delgada, de cabello largo, lacio, de un color castaño claro. Mis ojos son grandes entre color café y verde. Mi busto no es grande pero combina perfecto conmigo. La verdad es que estoy muy bien y estoy plenamente consciente de ello.

Mi trabajo, como todos los días era revisar las finanzas del lugar, los ingresos, entradas y salidas de la noche anterior, etc. además de organizar a todo mundo para un acontecimiento importante que iba a cambiar, sin que yo lo imaginara, la monótona vida del trabajo: La llegada del nuevo Chef…

Resultaba que Ana, nuestra Chef de siempre se casó y se embarazó, dejando así el restaurante con todo colgado, clásico de ella. La intriga de los empleados de la cocina y demás gente del lugar era tal que podía cortarse con un cuchillo el aire

En cambio, yo, siendo la Administradora del lugar, sabía perfectamente quien era él. La noche anterior me había quedado hasta tarde terminando las entrevistas con los prospectos al cargo, la verdad es que fue difícil… 24 chicos y chicas con excelente currículo, mucha experiencia, especialidad en comida italiana, entre 20 y 40 años, todo tal cual lo pedimos, y yo necesitaba conseguir a alguien para la cena de hoy.

Así después de mucho escuchar lo mismo una y otra vez y de ver desfilar por mi escritorio muchos prospectos empeñados en impresionarme decidí que era todo, que no lo había encontrado y que necesitaría ver a más personas al día siguiente. Me dispuse a salir cuando de pronto entró por la puerta un chico alto, delgado, muy bien parecido, con una personalidad impactante y una sonrisa… cautivadora. Un chico que destilaba sensualidad por los poros. Después de platicar una media hora con él, descubrí que este chico, de nombre Javier, era perfecto para el cargo, amaba la cocina, tenía varias especialidades, mucha experiencia, y además de todo era sociable, divertido, y con un sentido del mando que me impresionó.

Definitivamente iba a saber controlar la cocina.

Así, a las nueve de la mañana, tal y como lo planeé, estaban todos los empleados reunidos en el restaurante, solo esperaban a que llegara el Chef. Me dirigí a mi oficina para terminar de alistarme y para juntar los últimos documentos necesarios para la reunión con los empleados.

Me acerqué a mi escritorio con tan mala suerte que al girar tiré con el vuelo del saco el montón de solicitudes rechazadas para el cargo del Chef, y dado que la reunión iniciaría de manera privada en mi oficina, me dispuse a levantarlos. Tuve que agacharme para esto y para mi mal tino justo en ese momento entró Javier por la puerta. Note que miraba de manera muy indiscreta hacia mi minifalda negra pero decidí no darle importancia.

--Lo siento—dijo él—me dijeron que estarías aquí para la reunión.

--Si claro—dije un poco apenada por la situación.

Lo hice pasar a la pequeña sala de juntas que había junto a mi oficina para explicarle las normas, horarios y demás situaciones que debía de conocer. No pude evitar darme cuenta de su insistente mirada hacia mis piernas, por momentos la situación me agradaba pero resultaba algo incomodo.

Antes de que saliera a presentarse con los demás empleados le recordé que por políticas del trabajo estaban prohibidas las relaciones entre empleados.

--Eso está por verse—dijo en un tono muy sensual y salió de la sala. Yo sentí un extraño escalofrío al escuchar sus palabras pero trate de controlarme.

El día transcurrió sin más complicaciones, o al menos eso creía yo hasta que salí y vi que mi auto tenía un neumático ponchado. En ese momento llegó Javier y se ofreció a llevarme a mi casa. Yo sabía perfectamente que había una llanta nueva en la cajuela del auto pero había algo en su mirada que no me permitía decir que no.

Al llegar a mi casa se bajó y me acompañó hasta mi departamento en el tercer piso del edificio, y después de prometer recogerme temprano en la mañana se despidió.

Por azares del destino, al girar la cabeza para darle un beso de despedida en la mejilla nos besamos accidentalmente en la comisura de los labios. Me miró a los ojos y volvió a besarme, esta vez con toda la intención del mundo. Pude sentir sus labios rodeando los míos, su beso fue decidido y fuerte, apasionante. Me empujó de espaldas contra la pared del pasillo y me sujetó las manos por encima de la cabeza. Estaba tan excitada en esos momentos que no me detuve a pensar que no lo conocía ni siquiera un poco, había una conexión que me hacia sentir como si no fuera la primera vez que lo besaba. Me mantuvo así, acorralada, pegándose cada vez más y más a mí, hasta el punto en que sentí la erección que había entre sus piernas.

--Me gustas desde la primera vez que te vi. —Dijo entre suspiros—y no voy a descansar hasta que seas mía.

Y así tomándome de la cintura se despidió con un sensual y ardiente beso.

Esa noche dormí como nunca, soñando que me encontraba entre sus brazos, como esa noche, soñando que me hacía el amor como nadie lo había hecho. Imaginando su mirada cautivadora, llena de excitación y de lujuria. Para mi pesar, el despertador sonó y el maravilloso momento que en mi sueño ocurría se vio interrumpido.

Me metí a la ducha, sintiendo el agua recorrer cada centímetro de mi piel, imaginando que eran sus manos, sus labios, su cuerpo el que me rodeaba. Fue una ducha muy larga. Me vestí más sensual que de costumbre, realmente me sentía esplendida. Y de pronto lo recordé: el iba a pasar por mí.

Tomé mi bolso y mi portafolio y me dispuse a salir justo cuando él tocó el timbre.

Al abrir la puerta me recibió con un beso tierno en los labios, y sin decir ninguna palabra nos dirigimos al restaurante.

El se dirigió a la cocina y yo, en mi oficina, tratando de sentar cabeza me puse a pensar.

Por Dios!! Apenas lo conocía, no sabía nada de él, y, cómo si eso no fuera más que suficiente, estaba prohibido, no podía relacionarme con él. Traté de buscar la respuesta, ¿qué demonios me había sucedido con él?, ¿qué tenía él que hacía que yo me pudiera perder de esa manera?

No pude trabajar esa mañana, estaba dando vueltas y vueltas al asunto. De momento decidí que era mejor archivar los papeles de las entrevistas que había hecho y me dirigí al archivo.

Busqué en el cajón del archivero el fólder que necesitaba… donde rayos lo había metido…

-¿Buscas esto?

Giré bruscamente y me encontré de frente a Javier, quien efectivamente tenía el fólder que yo buscaba entre las manos.

--Lo dejaste anoche en mi auto, pero decidí buscar el momento justo para entregártelo—dijo con esa voz tan sensual que me prendía tanto. —tenemos que hablar de lo que paso anoche…

Se acercó más, pude sentir su respiración sobre mi rostro, podía verme reflejada en sus ojos.

--Me moría de ganas por verte—me dijo al oído

--Yo también, pero pensé que había quedado claro que esto esta prohibido…

--Y yo pensé que quedaba claro que eso iba a tener que cambiar…

Se inclinó hacia mí y me dijo de una forma que realmente podría excitar a cualquiera:

--Te ves muy bien con esa ropa, pero estoy seguro que te verás mejor sin ella.

--Me la puse pensando en ti, y puedo quitármela también pensando en ti—contesté

--Preferiría quitártela yo mismo.

--Tienes permiso para quitarme lo que quieras, pero ahora tengo que trabajar.

La conversación había subido demasiado de tono y salí casi huyendo hacia mi oficina. En la comida procuramos sentarnos separados para evitar sospechas, pero en cuanto un lugar junto a mí se desocupó el se sentó con la excusa de tener que arreglar unas cosas en cuanto a sus horarios.

En varias ocasiones él aprovechó la cercanía para colocar su mano sobre mi muslo, toda esta situación me tenía en un grado de excitación que no había experimentado antes. Nuestras miradas de complicidad decían mucho de lo que los dos queríamos que sucediera.

Sucedió que hubo ciertos problemas con unos embarques de desechables y tuve que quedarme hasta tarde a revisar el asunto… precisamente con el Chef… a fin de cuentas era parte de su trabajo, tenía que coordinar que todo estuviese bien.

Eran las 11:30 de la noche y las cuentas no coincidían, definitivamente había un error. De pronto me di cuenta de que el miraba insistentemente hacia el escote de mi blusa. Me di vuelta y me dirigí a una pila de papeles. El, por atrás, me tomó de la cintura y girándome, me plantó un beso apasionado y sensual.

Me encantaba sentir que él tomara el control de la situación, sentir que estaba a su disposición y estoy segura que él disfrutaba con mi aparente sumisión.

Comenzamos a besarnos de manera casi desesperada, me sentí intimidada y eso me gustó. Fingí un deseo de separarme de él, empujando mi pelvis hacia delante, pude sentir su miembro endurecido. Él, notando mis intensiones, se pegó más cadenciosamente a mí.

--Al fin solos—dijo mientras acariciaba mi rostro y se separaba un poco de mí.

Yo, consciente de que teníamos que terminar el trabajo, y tratando de hacer a un lado lo que sentía, tomé los papeles y me senté en el borde del escritorio como suelo hacer. Al mirarlo, noté que su mirada estaba llena de deseo y excitación, y mi respiración acelerada hacia que mi pecho se levantará rítmicamente.

Él, se me acercó poco a poco, mi excitación iba en aumento podía sentir mis pezones endureciéndose bajo la blusa de seda negra. Sus ojos me recorrieron con descaro de arriba a abajo, deteniéndose un momento sobre mis pechos, y tras musitar un quedo "perdona, pero el trabajo tendrá que esperar." abrió sus labios para comenzar un beso profundo y húmedo en el que nuestras bocas se buscaban con desespero y nuestras lenguas jugaban entre sí.

Javier comenzó a besar desenfrenadamente mi cuello, mientras yo disfrutaba del centenar de sensaciones que me invadían en esos momentos; él comenzó a deslizar las mangas de mi saco, para discretamente quitármelo, cosa que yo le deje hacer. Amarrándolo con los dientes, Javier me bajó uno de los tirantes de mi blusa, colmando mi hombro de besos. Sus manos, entretanto se habían deslizado por debajo de mi camiseta y se dedicaban a acariciarme los senos concentrándose con especial cuidado y dedicación en los pezones.

Los tirantes de mi blusa iban cediendo poco a poco y la seda bajaba milímetro a milímetro sobre mi pecho desnudo

Sus labios aprisionaron los mios y nuestras lenguas se buscaban con desesperación mientras que yo sentía como mi vagina se humedecía cada vez más.

Él comenzó a bajar sus manos por mis hombros, tocó mis rodillas y acarició cada centímetro de mis muslos. Comenzó a subir mi minifalda y a aproximar su mano suave a mi sexo. Mi mente ya no respondia con cordura, sus manos me obsesionaban de tal modo que perdi la nocion del lugar y la hora. Sintió de pronto mi liguero rojo y me susurró al oído "Sé que detrás de esa ejecutiva altanera hay una verdadera puta deseando salir, y yo me encargaré de que así suceda".

Sus palabras, sus insultos, la dominación me exitaban. Su mirada y su voz firme hacían que deseara ser suya, ser la más zorra de todas.

"Seré una puta si es para ti" dije entre gemidos mientras el comenzaba a besar el contorno de mis senos y mientras su mano comenzaba a bajar el cierre de mis botas de cuero.

Mis gemidos, casi imperceptibles, demostraban el fuego que me devoraba por dentro. El deseo era tal que sentía mis bragas empapadas de fluidos. Deseaba más que nunca ser poseída de la manera más salvaje y sensual de la que él fuese capaz. Deseaba ser suya, su puta, su esclava, completamente para él.

Javier comenzó a aprisionar mis pezones endurecidos entre sus labios dando pequeños mordiscos que me hacían gemir de dolor y placer, de angustia y de deseo, mientras con una de sus manos sostenía las mias por detrás de mi espalda con una fuerza indescriptiblemente sensual. La inmovilidad en la que me tenía me hacía sentir cada vez mas sumisa. Su otra mano comenzó a deslizar mi tanga bañada en fluidos hasta sacarla y arrojándola a un rincón comenzó a acariciar la entrada de mi vagina. Así sin siquiera penetrarme, sin mayor contacto, comencé a sentir los espasmos, la tensión de un orgasmo maravilloso. Me curvé hacia atrás sobre mi espalda y gemí repetidamente.

El con una sonrisa llena de pasión me dijo "Esto apenas acaba de comenzar".

Todavía presa del orgasmo, sentí su boca deslizarse de nuevo sobre mis senos, el calor de su lengua me hacía estremecer. Su dedo índice comenzó a juguetear con mi clítoris mientras yo luchaba por liberar mis brazos. Deseaba tocarlo, acariciar su cuerpo, recorrer su verga endurecida y corresponder el placer que me daba. El pareció leer mi mente diciéndome "ya vendrá tu momento de complacerme"… de pronto, su dedo corazón entró poco a poco en mi vagina mientras su lengua se introducía con la misma velocidad en mi boca.

Nos besamos desenfrenadamente mientras su dedo acariciaba con fervor las paredes de mi coño. La humedad de mi cuerpo era tal que podía escuchar los chasquidos al movimiento de su mano. Su boca bajó de nuevo por mi cuello, se detuvo a besar mis pechos y habiendo sacando su mano de mi entrepierna deslizó todos los papeles del escritorio, dejándolos caer para dejar la superficie vacía.

Me recostó un poco sobre el escritorio y siguió besando mis pechos y masturbándome aún sin soltar mis manos. Yo estaba cada vez más caliente. Deseaba coger con él hasta que amaneciera. Moría por sentir su verga dentro de mi y por follarmelo.

De pronto, sus caricias pararon y sus besos fueron bajando hacia mi vientre. Colocando mis pies sobre sus hombros comenzó a lamer la parte interior de mis muslos. Mordisqueaba y besaba mis piernas mientras mis fluidos comenzaban a deslizarse fuera de mi y a caer irremediablemente sobre el escritorio. Su lengua tocó mi coño y comenzó una serie de succiones y lamidas que me volvieron loca, mis gemidos eran completamente audibles.

El placer era inmenso y su lengua me volvía loca. Comenzó a penetrarme con su dedo mientras seguía lamiendo mi clítoris provocándome un orgasmo de nuevo. Mis gritos eran la prueba de mi placer, soltó mis manos y yo instintivamente lo tomé del cabello castaño acercándolo aún más a mi cueva inundada. Deseaba que siguiera dándome todo ese placer.

Despegó de repente su boca de mi sexo y comenzó a besarme subiendo una rodilla en la mesa, pude sentir su verga de gran tamaño a través de su pantalón. La excitación iba en aumento y el sabor de mis fluidos en su boca provocaba en mi sensaciones desconocidas. Nos enderezamos y el sentándose sobre la mesa me colocó suavemente sobre sus muslos.

Me despojó del resto de mi ropa y siguió besándome desenfrenadamente mientras masajeaba mis senos con su mano libre. Yo podía sentir su miembro firme y observar el bulto en su ropa mientras me besaba el cuello y la nuca. Poco a poco desabotoné su camisa y la arrojé al suelo.

Cuando bajé de sus piernas el me miró de forma extraña, como si pensara que me iba a ir. Yo me acerqué besándolo de frente y acercando mi sexo desnudo a su entrepierna fui deslizando su cremallera y poco a poco le despojé de su pantalón.

El bulto que podía observar ahora me hacía sentir un deseo indescriptible. Comencé a masajear su verga por encima de su bóxer mientras seguíamos besándonos y mientras el recogía mi cabello en una coleta. Yo estaba empapada en sudor y fluidos.

Deslicé su bóxer por sus muslos y me deshice de él. Su verga saltó rigida, apuntando hacia mi,acusándome que en unos instantes estaría dentro de mí, haciéndome suya por completo. La tomé con mi mano y comencé a masturbarle lentamente deslizando mi mano por su glande hasta la base una y otra vez, su respiración era muy agitada y eso me ponía a mil.

Me arrodillé de frente a él y comencé a deslizar mi lengua desde la base de su verga hasta la punta, describiendo círculos y colocando de nuevo su glande en mis labios, abrí la boca y metí su pene hasta sentirlo completo dentro de mi. Continué así mamándosela mientras él acariciaba mis senos y mi espalda. Saqué la enorme polla de mi boca y la masturbé de nuevo mientras me metía sus testículos y los succionaba una y otra vez.

Sus gemidos, aunque discretos, no se detenían. Metí de nuevo su polla en mi boca y él, tomando de nuevo el control de la situación, me tomó del cabello y comenzó a mover mi cabeza metiendo y sacando su verga, cogiéndome por la boca y dejándome casi sin respiración. De repente se quedó rigido y tras una serie de espasmos y gemidos se corrió en mi garganta. Yo tragué su leche, el sabor me embriagó. Quería follar con él ya!

Lo besé para compartir con él el sabor de su corrida y el beso de nuevo mis senos. Yo recuperé su polla ya flácida con mi mano y comencé a mamarsela y a masturbarlo hasta que en pocos segundos recobró su erección.

"Ahora súbete aquí muñeca que vas a ver lo que es tener una polla bien adentro"

El me cargó y me sentó de frente a él a horcajadas y yo levantándome un poco acomodé la punta de tan deseada verga en la entrada de mi coño. primero lo pasé de arriba abajo por mis labios vaginales y mi cuerpo se estremecía por esa sensación de gusto que no podía detener. El gusto era increíble Mientras nos fundíamos en un beso, fui bajando poco a poco.

Comencé un sube y baja sobre su polla sintiendo como llenaba cada parte de mi ser. El placer me invadía,, Empecé a cabalgar sobre aquel poderoso miembro viéndolo desaparecer dentro de mi chochito, parecía increíble que aquello entrase con tanta facilidad, pero yo estaba tan cachonda y tan mojada que me entraba de todo.... Nuestros cuerpos sudaban, nuestras lenguas se enredaban y nuestros cuerpos se fundían en un magnífico polvo.

Los músculos de mi vagina se apretaban contra su poderoso miembro y mis manos se aferraban a su espalda.

-Ahhhh… mmmm. Aaaaa

- Si cógeme, hazme tuya- le dije entre gemidos

No pude aguantar más y dando fuertes resoplidos tuve un orgasmo en medio de jadeos y gemidos, sus músculos se tensaban y sus dientes mordían mi cuello, yo miraba hacia abajo para ver desaparecer su preciosa polla dentro de mi coñito insaciable.

De pronto frenó en seco, dio una última embestida dentro de mi y se corrió abundantemente dentro de mí mientras repetía una y otra vez:

- Que polvo, que polvo, Dios, que bien follas.....

Giré mi cabeza y seguí besándole mientras él permanecía inmóvil y sintiendo los últimos coletazos de una larga corrida dentro de mi coño

Saque su verga de mi interior y metiéndola en mi boca la limpie de nuestros fluidos. Este era por mucho el mejor polvo que había tenido. Algo tenía este chico que podía lograr lo que fuera de mí… y de que forma!!

- Verás amor, ahora te la voy a meter por el detrás y vas a ver las estrellas...

Me asusté, francamente, ya que apenas lo había intentado una vez con mi exnovio y no fue muy gratificante, pero por otro lado quería pasar por ese nuevo reto y ser sodomizada era lo que más deseaba en ese momento, pobre de mí, me había convertido en una muñeca, en su títere.

Me hizo colocarme en cuatro patas sobre el suelo, comenzó a besarme y arrodillándose frente a mi, colocó su verga en mis labios, yo comencé a mamársela y ésta no tardó en recobrar su vigor. Este chico era impresionante. Su forma de ser me tenía embotada, por primera vez quería que fuera él quien tomará absolutamente todo el control. Quería ser su puta…

Se colocó detrás de mi y comenzó a masturbar mi clítoris hasta que me tuvo de nuevo bañada en fluidos. Tomó un poco de mis jugos con su mano y comenzó a lubricar mi culito. Un dedo, luego dos, hasta que logró relajar la entrada. Luego me abrazó por la espalda y masajeando mis pechos mientras besaba mi espalda, colocó su polla en la entrada de mi ano.

Poco a poco la forzó hasta que la cabeza estuvo dentro. El dolor era muy fuerte, pero poco a poco mi esfínter se iba relajando, para convertir ese dolor en un gusto que iba en aumento. Él continuó metiendo solo la punta mientras me agarraba por las caderas. Después seguía apretando para que centímetro a centímetro se fuera colando. Mis gritos debían ser ensordecedores

"Verás como te entra todo en ese precioso culo"

Me agarró fuertemente del pelo, tiró hacia él y de un golpe me acabó de meter todo su aparato en mi dolorido culito. Creo que perdí la noción del tiempo, no sé si incluso llegué a perder el conocimiento, pero de pronto todos mis dolores y escozores desaparecieron para experimentar un gusto que desconocía. Mi espalda se arqueaba y mis caderas se movían al compás para recibir esa daga detrás de mi. De verdad que estaba viendo las estrellas y yo le repetía:

- Sigue cabrón, sigue.... párteme el culo....

Él haciendo caso de mi delirio me daba más fuerte por detrás, era un placer tan diferente que me sentí en la gloria, el metía sus dedos al mismo tiempo en mi coño. Las sensaciones eran maravillosas, notaba como se acercaba un orgasmo diferente, empecé a gemir fuertemente, cada vez más fuerte, hasta llegar a gritar, a decir cosas sin sentido, y ese orgasmo me invadió desde la cabeza a los pies... fue increíble. Él me dejo descansar unos instantes y colocándome tendida boca a bajo, me penetró el coño de un solo golpe, comenzó a follarme tan rápido que yo no podía parar de gritar

-"Así, más… ahhhhh mmmmmmmm ahhhh"

"Toma, toma, toma... - repetía una y otra vez mientras me penetraba - Como me pones pedazo de puta."

Sus insultos en lugar de ofenderme me excitaban más y más

--Así mi amor, cógeme fuerte, métemelo hasta adentro –

--Si princesa, ábrete más, quiero llenarte toda y venirme lo más adentro que pueda.

Sus embestidas subieron en intensidad, me estaba partiendo en dos. De pronto sacó su verga y me volteó de frente a él comenzando sus embestidas de nuevo, yo comencé a frotar mi clitorís y él al sentir las contracciones de mi orgasmo se corrió y sacando su polla de mi coño terminó de correrse en mi vientre.

Abrazados nos recostamos un rato, besándonos y acariciándonos.

--Eres lo mejor que me ha pasado—le dije al oído

--Yo espero que sigas conmigo, que me permitas estar a tu lado; esto no es sólo sexo… no quiero que sea así…

Habiendo dicho esto se levantó, se vistió y me ayudó a vestirme… terminamos el trabajo como a las 4:00 y me llevó a mi casa.

Esa noche después de ducharnos dormimos juntos, en mi cama, y a la mañana siguiente tuve el mejor amanecer de mi vida en sus brazos…. Pero eso es otra historia….

FIN (o tal vez no!!...)