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Anocheció, esta vez, entre tus brazos

en Erotismo y Amor

Esa noche de sábado, cuando él despertó,  ella lo llenó de besos; no habían pasado más que unas horas de la última vez que se escribieron pero lo extrañaba tanto. No se cansaba nunca de decirle lo guapo que era, esos ojos tan dulces, esa mirada, esa sonrisa… no había nada más perfecto que tenerlo.

Y él no se cansaba de decirle que la veía guapa ese día, como todos los días, pero ese en especial con su camiseta roja de la selección mexicana.

La tarde anterior, antes que él se fuera a dormir, habían tenido un rato muy especial, donde ella había podido por fin decirle todas esas cosas que, por falta de tiempo, no había podido. Así que esa tarde, bajo los mareados efectos de una copa de vino ella decidió decirle todo, mientras él se encontraba sentado en una banca de un parque cercano a su casa. Como siempre, su medio de contacto era el móvil… esas letras que viajaban rápidamente de un continente al otro sin dejar que la distancia y la diferencia horaria hicieran de las suyas.

Esa tarde ella le había dicho lo agradecida que estaba con la vida, lo feliz que era desde que estaba con él, lo mucho que soñaba con el día que al fin pudiera estar en sus brazos. Esas cosas que de pronto salieron de golpe. La alegría que le daba saber que la distancia había sido, más que un problema, algo bueno. Sabía en el fondo, que si hubiesen estado físicamente desde el principio, lo suyo se habría reducido a mucho contacto físico, mucha pasión y mucho sexo. En cambio, las letras, la distancia, la espera para poder hablarse había hecho de esa relación algo incomparable. Se conocían a la perfección, se hablaban, se comprendían, se escuchaban y se apoyaban. ¡Bendita distancia! Que había hecho que estuvieran tan cercanos.

“Te mandé reservar antes de que nacieras” le dijo ella sabiendo que le sacaría una sonrisa cuando lo leyera, pero no una de esas sonrisas superficiales, esas que están en el rostro y nada más. No, esa sería una sonrisa del alma, de esas que te hacen vibrar, que te estremecen y te hacen sentí que la vida es mucho más de lo que todos siempre han creído.

Ella necesitaba más que nada en el mundo decirle todas esas cosas, jurar que lucharía hasta el final para estar a su lado.

A mitad de la madrugada el despertó sólo para decirte a ella algo muy importante… “Te amo” esa frase que siempre la dejaba estremecida y feliz.

Cuando él despertó a la mañana siguiente, su novia ya lo estaba esperando, llenándolo de besos, de piropos, cuando él de pronto le contó su sueño.

Estaban los dos juntos, en Sanlúcar, en esa playa tan hermosa, paseando abrazados por la playa, ahí fue cuando él había despertado para decirle que la amaba. Pero luego, cuando volvió a cerrar los ojos, la pasión se apoderó de sus pensamientos y no pudo más que soñar con su diosa, con un rato de pasión y de sexo hasta que amaneció y entonces ahí estaba ella, esperándolo mientras él estaba aún excitado.

“Estoy con el periodo, amor” Le dijo ella y entonces él supo exactamente qué era lo que eso significaba… su novia estaba excitada, como sucedía siempre en esos días del mes, cuando en lugar de tener días de dolor e incomodidad, su novia tenía días y noches de intensa excitación, de deseo constante y de ganas de sexo… así era ella.

— ¿Me harás el amor hoy? — le preguntó, sabiendo que la respuesta sería un rotundo sí.

Le describió como lo quería esa noche: dulce, suave, acariciando sólo por fuera y dejando que la pasión se aprisionara en su clítoris para dedicarle especial atención en esa noche. Quería hacerlo así después de ese rato tan dulce que habían tenido la tarde anterior.

— Yo también hoy quiero hacerte el amor, no follar. Te quiero — le dijo él mientras comenzaba a desnudarse, ella como siempre, iba a dormir desnuda, así que no tenía ya prendas que quitarse.

— ¡Qué guapa estás! Me desarmas cuando me miras así

— Y tú me desarmas a mí.

—Esos ojos, esos labios, para no cansarme de besarlos.

Se imaginaba estando encima de él, besándolo, levantándose un poco para mirarlo y entonces, lo vería justo como en la foto que acababa de enviarle… guapo, con esa carita de recién despierto, con esa mirada dulce y esos labios que daban ganas de comerse a besos.

Se imaginaron besándose mientras las letras fluían entre los dos, ese había sido siempre su medio, su modo, de ese modo se habían conocido y no hacía falta nada más, con letras eran capaces de hacerse sentir el uno al otro.

Él le hacía ver como acariciaría su cabello largo, mojado aún por la ducha, como acariciaría sus mejillas, su frente y, mirándola a los ojos le dice:

— TE AMO — y enseguida le besa la frente, baja y le besa la nariz, luego… el cuello, rozándolo con la punta de la lengua, despacio. Y mientras ella cierra un momento los ojos imaginando ese roce, en dirige sus besos a sus labios. Se enfrascan en un beso apasionado, un beso que sólo ocurre en la imaginación, en las letras, pero que es mucho más real de lo que ningún otro beso ha sido. Mientras la besa, toma sus pechos con las manos, despacio, masajeándolos, como tesoros… esos pechos que sólo él puede poner a vibrar.

Llega a los pezones y los roza mientras empiezan a endurecerse, hace círculos y los pulsa con los dedos mientras con delicadeza, acera su rostro y aprisiona los pezones en los labios, uno a uno…

En eso ella le manda un audio, sencillo… “Te amo” y un suspiro, entonces él sigue, besando y rozando sus pezones, succionando, derritiendo a la mujer que, sin tenerla, se le deshace en los brazos. Esa que ahora le acaricia los brazos, que lo toma por los hombros, que roza su cuello y que acaricia su cabello mientras él vuelve a besarla. Un mundo de letras que no podría ser más real. Letras que la llevan a acariciar la espalda de ese hombre, lentamente bajando sus manos hasta sus glúteos, que presionan mientras le dicen…

— Penétrame, olvida lo que dije antes, quiero sentirte dentro

— ¿No quieres dulce? — le dice extrañado

— Sí, sí quiero, pero te quiero dentro. Dulce, pero dentro.

Entonces ella sigue en ese mundo de frases, de letras y de textos… presiona con las manos los glúteos de su hombre hacia ella, deseando más que nunca tener su miembro dentro.

— Mi vida, ¿quieres que te acaricie ya tu sexo?

— Amor, penétrame, te quiero dentro. ¡Te necesito dentro!

Entonces él se acerca, la roza, y con el miembro erecto que llega hasta su vientre, lo orienta hacia su sexo y lentamente se desliza en la profundidad de su diosa.

Despacio, centímetro a centímetro mientras la escucha gemir y suspirar, mientras la siente ardiendo y a la vez, completamente entregada.

Comienzan a moverse lentamente, notando uno la humedad de otro y en ese mundo de fantasía, cada uno en su lugar del mundo, se tocan, deseando hacer ese sueño realidad, deseando que las letras no sean letras y que el mar no sea mar.

Empiezan en un compás lleno de dulzura y excitación, de deseo y distancia, de cercanía y pasión. Van despacio, dentro, fuera… de nuevo dentro, mientras ella se moja cada vez más, mientras ella arde y declara estar cerca del éxtasis. Mientras le pide más, mientras lo recibe suave, mientras desea más que nada que ese dildo que tantas veces ha usado se sienta real como el miembro del hombre al que tanto ama.

Gimen, suspiran y se dicen lo mucho que se aman mientras el calor invade las dos habitaciones, mientras el ardor aumenta y la excitación sube, dejándolos a los dos al borde del abismo.

—Voy a llamarte — le dice ella sabiendo, como siempre, que es el momento en el que necesitan ese contacto directo, las dos voces, el coro de gemidos y suspiros — Córrete conmigo.

Y entonces tras unos segundos escucha ese sonido que la hace estremecer, es la voz, los gemidos, los suspiros de su amado, en directo, sin más obstáculo que la distancia…

Y gimen más, y suspiran de modo más apasionado, y aceleran el ritmo mientras los dos sienten estar a punto de explotar, mientras cierran los ojos tratando de que el mundo desaparezca, que el océano se encoja y que sus habitaciones se fundan en una sola.

Y así, estando los dos con los ojos cerrados ocurre algo que no podría haber imaginado, algo que ni siquiera ellos que escriben podrían haber llegado a plasmar, algo que simplemente no sabían que existía.

En ese maravilloso instante, ella siente a su hombre, pero no del modo imaginario que lo hace siempre, no, esta vez siente su cuerpo, siente el peso aprisionándola contra la cama, siente sus manos recorriéndola y siente su miembro penetrándola. No, no el frío dildo con su dureza y su vibración, esta vez sentía su miembro, cálido, suave y duro a la vez, mojado, un miembro que entra a placer dentro de su cueva que está hecha un volcán.

Siente de pronto los labios de su novio pegados a los suyos, siente sus besos, su calor, su respiración… esta vez, ¡lo siente! Y entonces no puede más, aprieta los ojos con el deseo de no abrirlos para darse cuenta que él no está ahí, los cierra y se deja envolver en esa sensación, en el tacto de la piel de su hombre, en su lengua metiéndose en su boca, en los gemidos que esta vez, no se escuchan en la bocina del móvil, sino que los siente vibrar en sus labios. Se derrite en esas manos que la recorren, en esas piernas que rozan las suyas, en sus pezones aprisionados contra su pecho y entonces, sus ojos se llenan de lágrimas.

¡No podía ser real! Estaban juntos al fin, estaban cuerpo contra cuerpo, carne contra carne.

— ¡Te siento, amor! — le dice entre sollozos y recibe como respuesta una confirmación a sus sensaciones. Él, en ese remoto lugar en un continente lejano, estaba experimentando la misma extraña experiencia.

Se sentían, y los dos, con los ojos cerrados, se describen el uno al otro, siento tu cuerpo, siento tus manos, siento  tus besos… ¡Por Dios! Es que era real, esta vez era real.

Y así, llorando, gimiendo, suspirando y estremeciéndose, los dos llegan al clímax, explotan uno en los brazos del otro y, por vez primera, ella puede sentir como él se deshace en su vientre, siente, de ese modo milagroso e irreal, como la llena a chorros mientras ella se descompone en un orgasmo que la deja temblando sin poder controlarse.

Entonces, se soltó a llorar, tratando de que entre sus sollozos y sus lágrimas, su amado entendiera que estaba feliz, extasiada. Que viera y entendiera que estaba extremadamente rendida y que lo que acababa de vivir no podía expresarlo más que con esas lágrimas.

De pronto, la realidad vuelve de manera brusca cuando la llamada se corta.

— ¡Ay amor! Estoy… — escribe ella que no para de temblar.

— ¿estás bien?

— Estoy tan… ¡extasiada! — No me había sentido así nunca

— ¡Y yo! Nunca lo habíamos hecho así.

— No he podido evitar… llorar… ¡Me tienes tan feliz!

— ¡Ya te oí! Te he oído llorar un poco. Te amo, jamás me he sentido tan feliz.

— No imaginaba… Esto… ha sido tan perfecto.

— Y ¡¿por qué hemos esperado tanto?!

— Por unos momentos… he sentido como si te tuviera…

— Real

— Sobre de mí

— Exacto

— Ahí fue cuando se me saltaron las lágrimas

— A mí me pasó igual

— Mientras te escuchaba, cerré los ojos y... ¡Te sentí! — Dijo ella — No sé qué ha pasado, estoy temblando aún.

— Déjame que te abrace, cálmate mi vida

— Sí, lo necesito tanto… ¡Necesito dejar de temblar!

Y así, mientras le decía cómo la abrazaría, mientras le decía como la besaba, ella se fue calmando, poco a poco su respiración se calmó y pudo relajarse un poco.

— ¿Estás bien, de verdad?

— Si amor, estoy mejor que nunca.

— Amor, ha sido mágico… ¡Eres tan increíble!

— Te amo

— ¡Te amo!

— ¿Quién dijo que no podíamos estar juntos? — dijo ella mientras dejaba escapar una sonrisa

— ¡Nadie!

Ambos seguían sin entender lo que había sucedido, mientras escribían, trataban de explicárselo. Se habían sentido, no sólo emocionalmente, no sólo en la imaginación, esta noche se habían sentido físicamente. Los dos habían sentido el peso del cuerpo del otro, el tacto, los besos, las caricias. De algún modo, la dulzura con la que habían comenzado esa noche hizo que se conectaran de tal manera que la distancia había desaparecido. No lo olvidarían jamás, ese día, habían estado en una dimensión distinta a la real, esa noche, habían logrado desaparecer las distancias, las paredes… esa noche, por vez primera, habían estado juntos.

— Mi cielo, cuando te apetezca dormir… — dijo él, preocupado por la hora que haría al otro lado del mundo.

— ¿Eh? — dijo extrañada mientras súbitamente volvía a la realidad — ¡La hora! ¡No puede ser! ¡Hemos estado casi dos horas!

— ¡Si!

— ¿Cuándo pasó todo ese tiempo?

— Se pasó volando

Y efectivamente, la pasión, el deseo y lo mágico de la noche habían hecho que incluso la hora desapareciera… pero era tiempo, ella debía dormir.

— Gracias por esta noche tan mágica — le dijo ella antes de despedirse

— Te amo, no lo olvidaré. Tú lo has hecho posible, tú me lo pediste

— Y tú lo aceptaste.

Esa noche, antes de darse un último beso, se hicieron un juramento… así de dulce y apasionada tendrá que ser la primera vez que se encuentren en el mismo lugar del mundo… ese día, se han jurado, será así de perfecto.

— Ciao, mi cielito — dijo él dándole un último beso de buenas noches.

— Ciao, amor mío

Y así, después de esa… la mejor de las noches para ella, y el mejor amanecer para él… se despidieron amándose más de lo que se habían amado nunca.

Ella, tras dejar el móvil a un lado, cerró los ojos y, tras esbozar una inevitable sonrisa, se quedó profundamente dormida.

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Cariño mío, mi amado EyaculadorFeroz... ¡Feliz Aniversario! ¡Cómo pasa el tiempo! Ya un año de que recibí esa primera señal de que tú existías, y eres... lo mejor que pudo haberse cruzado en mi camino, no puedo más que agradecerte por todo el amor, los besos, las letras, los ratos, las horas, los cuidados, los consejos... por todo lo que me has dado durante este año. Gracias por haberme dejado entrar en tu vida y en tu alma.

Gracias por ser el hombre más dulce, más romántico, más apasionado, más sensual y más guapo de todos, eres justo lo que yo necesitaba!

Este relato es para ti, amor mío, para ti que has llenado mis días de luz y de amor, para ti que me has enseñado a creer otra vez... estaremos juntos de verdad algún día, te lo prometo.

TE AMO!

Ya estoy esperando a que una noche más pueda ser como lo fue ésta... Este es el primero de muchos futuros aniversarios... Gracias Mi EyaculadorFeroz. ahh... por cierto, dile a mi sensual profesor, que me muero por verlo...