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Un recorrido por Dublín

en Grandes Relatos

Un recorrido por Dublín

Por Patty Rojas… Bloding Girl

Este es un relato dedicado a Manuel… un chico que conocí gracias a que leyó mi primer relato publicado

Era una mañana de viernes de intenso trabajo en la compañía, todo mundo estaba corriendo en la oficina en Dublín con papeles, llamadas telefónicas, faxes y un sinfín de tareas que no creíamos poder terminar. Aquella mañana tendríamos visitas, un grupo de supervisores de distintas áreas llegaría y, para no variar, no estábamos listos.

Para colmo el frío no me dejaba trabajar a prisa, 8 grados Celsius eran, según lo que decían aquí, de lo más alto de principios de año, pero para mí no era nada. Recién había sido trasladada de México y esos 8 grados para mí eran nada.

Por fin terminé mi trabajo pocos minutos antes que llegarán los supervisores. Decidí ir al tocador a retocar mi maquillaje, me veía preciosa. Delgada con el cabello largo castaño claro suelto, los ojos verdes delineados de negro, los labios teñidos de rojo. Un pantalón rojo de tela ligera que resaltaba mi bien cuidado trasero, una blusa igual roja con un escote amplio en la espalda, un saco blanco ajustado, botas blancas de tacón alto.

Mi trabajo consistía en dar un recorrido por las instalaciones de oficinas a 6 ingenieros en telecomunicaciones, en conclusión, una pérdida de tiempo. Al verlos llegar me sorprendí, el más grande debería tener a lo mucho 35 años. Me dispuse entonces a llevarlos por los interminables pasillos.

Todos ellos estaban ya bastante aburridos, pero mi vista se centro de pronto en uno de ellos, un chico bien parecido, de cabello negro algo largo, ojos profundos y una barba que enmarcaba una dulce y muy sensual ¿sonrisa?

¿Cómo podía sonreír con un discurso tan aburrido? ¿Qué le parecía tan divertido?

En fin, seguimos caminando hacía un pasillo particularmente estrecho donde se encontraba en la pared un organigrama que tenía nuevas modificaciones, al estar explicando giré por un momento dándoles la espalda y pude sentir como rozaba sin querer la mano de aquel apuesto ingeniero con mi trasero. Lo miré a los ojos y , a pesar de su sonrisa que seguía ahí, pensé que no lo había notado y seguí en lo que estaba.

De forma muy repentina, el roce se repitió, esta vez más pronunciado cuando él se movió, lo miré y pude notar un brillo muy extraño en su mirada. Estaba perdiendo la concentración pero afortunadamente el recorrido acabo pronto y con él, mi trabajo de ese día.

Hola – Dijo una voz a mis espaldas, yo giré y entonces lo vi, con la misma sonrisa de antes.

Hola, ¿te quedarás a la comida?

No, por cierto, soy Manuel

Si, lo sé, yo soy Patty

Eres nueva, no te recuerdo de hace un año

Si lo soy, me transfirieron de México

Y te mueres de frío, te noto temblar. Vamos a caminar un rato, te invito un café.

OK, gracias. Espera un momento, entro por mi bolsa y nos vamos.

Entre y salí en tiempo record, ese chico me intrigaba demasiado.

Cuando llegué a la puerta, él me estaba esperando con una amplia sonrisa junto al jardín de la entrada.

¿Nos vamos? – dijo y sin esperar respuesta me tomó del brazo y comenzó a caminar. Mis sentidos estaban tensos, la sensación de tenerlo tan cerca me estremecía.

Una ráfaga de viento nos tocó y un escalofrío recorrió mi cuerpo.

Aún tiemblas, vamos por un café – dijo, y me llevó a una solitaria pero muy bella cafetería a unas cuadras de la compañía.

Comimos mientras platicábamos y tomábamos un delicioso café. Yo no podía quitarle los ojos de encima, nunca había conocido a alguien como él. Destilaba sensualidad, era un chico realmente lindo.

En pocos minutos pude saber que llevaba tiempo viviendo en Irlanda, que adoraba viajar, tocar guitarra, que tomaba clases de salsa y que era sencillamente maravilloso.

Bailamos un poco, el contacto de su piel me estremecía, su movimiento me cautivaba y su eterna sonrisa me tenía loca, como si no fuera suficiente su cabello tan sexy.

Cuando nos dispusimos a irnos la temperatura del exterior me pareció aún más baja, temblé y él lo notó.

Ja, ja, no puedes controlarte- dijo con una mirada divertida, creo que la situación le parecía muy graciosa, sin decir más me extendió su chaqueta para que me cubriera un poco más y se acercó para ayudarme a ponérmela. – Tendrás que acostumbrarte, además no hace tanto frío.

Al ponerme su chamarra, su esencia me embriagó y cerré los ojos involuntariamente dejándome transportar por el maravilloso aroma de su ropa y de su cuerpo cercano al mío. Cuando reaccioné y abrí los ojos, él se encontraba inusualmente cerca. Me tambaleé y el me sostuvo por la cintura, acercándome un poco más, esta vez, podía sentir el contacto de su mano fría en mi espalda desnuda, era una sensación que me envolvía y me atontaba. Otro escalofrío recorrió mi cuerpo pero esta vez no tenía nada que ver con el frío del ambiente.

Me miró a los ojos y acercándome más a su cuerpo me besó delicadamente en los labios, mientras deslizaba su otra mano por mi cadera y subía hasta acariciar mis hombros. Aquel besó me tomó tan sorpresivamente que no pude reaccionar, me dejé llevar por el millar de emociones que me embriagaban.

Creo que ya no tengo frío – murmuré, y entre risas nos alejamos del lugar abrazados.

Se ofreció a llevarme a conocer algunos sitios en Dublín, paseamos por Phoenix Park hasta tarde, me llevó a conocer el Zoológico de Dublín y me besó en varias ocasiones más, sus besos realmente habían elevado la temperatura de todo mi cuerpo.

Me encantas – dije

Tu también me gustas mucho – y sin más me volvió a besar y se ofreció a acompañarme a mi casa.

Cuando llegamos eran casi las nueve de la noche, tenía mucho que habíamos comido y le pedí que se quedara a cenar.

Preparé una cena sencilla y ligera, con una ensalada, pollo y vino tinto, mi favorito. Cenamos y platicábamos mientras nos lanzábamos indiscretas miradas por sobre la mesa, podía sentir cada vez más cercano el contacto de su pierna junto a la mía, varias veces tomó mi mano y otras tantas me besó tiernamente, el sabor del vino en sus labios era exquisito.

Después de cenar pasamos a la sala, el se acercó a mi y me rodeó con un brazo, instantes antes de besarme apasionadamente sobre el sofá, mis brazos rodearon su cuello mientras sus besos descendían y me envolvían.

Te deseo desde que estábamos en la compañía, desde ese roce accidental, desde que vi tus ojos – dijo mientras nos enderezábamos. Los nervios me quemaban, no sabía que hacer, una parte de mi lo deseaba también, otra me pedía que fuera racional con un hombre que acababa de conocer. Me levanté, y sin responder a su comentario le ofrecí más vino.

Cuando volví del comedor, el tenía mi guitarra entre sus manos, tocando una melodía suave de espaldas a mí. La visión que tenía ante mis ojos me cautivaba. Me acerqué a él y lo rodeé con un brazo colocando la copa en sus labios y besando su nuca. Pude sentir como se estremecía, como las notas de la guitarra disminuían en ritmo y precisión. Él dejó la guitarra a un lado y colocándose de frente a mí me tomó por la cintura, y mientras me besaba, me cargó recostándome a su lado en el sillón. Sus manos se deslizaron quitándome la bufanda que me cubría y mientras besaba mi cuello, desabotonó poco a poco mi saco.

La excitación era tal que yo ya estaba completamente fuera de mí, lo deseaba, deseaba su cuerpo, sus besos, sus caricias. Sentí como se deshacía de mi saco y deslizaba mi blusa, sacándola por mi cabeza. Comenzó a besarme de nuevo, enredando su lengua con la mía. Sus besos descendieron por mi pecho, podía sentir la humedad de sus labios a través del encaje negro de mi sostén, mientras él desabrochaba mi pantalón y mis botas y yo me deshacía de su camisa. Él se recostó sobre mí mientras me dejaba cubierta únicamente por el sostén y un boxer negro de encaje, pude sentir la erección que se formaba entre sus piernas mientras comenzaba a sentir a humedad de mi excitación en mi entrepierna.

Terminamos de desnudarnos en la alfombra, sus besos recorrían el contorno de mis senos y sus labios aprisionaban mis pezones hasta endurecerlos como rocas. Su erección era ahora total, podía sentir su miembro rozando mis muslos mientras sus labios volvían a mi boca y su lengua acariciaba la mía.

Comenzó a acariciar mis senos y mis nalgas con sus manos mientras acercaba su miembro a mi entrepierna, rozándome y haciéndome padecer de deseo.

Sus labios comenzaron a descender de nuevo hacia mis senos y su lengua recorrió poco a poco mi vientre en camino a mi entrepierna. Pude sentir sus besos en mis muslos mientras con sus manos separaba un poco más mis piernas.

Comenzó a besar poco a poco mi clítoris y aprisionándolo con sus labios comenzó a introducir un dedo en mi vagina empapada en fluidos. Pude sentir su lengua moviéndose en círculos mientras me penetraba con un dedo más, curveándolos y aumentando la velocidad y el ritmo de sus movimientos hasta que comencé a sentir los espasmos de un orgasmo que se acercaba, mi espalda se curvó y mis músculos se tensaron, mis gemidos eran casi gritos, ese orgasmo era indescriptible.

El me dejó descansar un poco mientras me besaba tiernamente. Después de recuperarme volvieron los besos y caricias apasionadas, sus dedos y su verga no dejaban de acariciar la entrada de mi vagina.

Poco a poco me coloqué sobre él y fui deslizando mis besos por su abdomen hasta tomar la punta de su pene endurecido, que apuntaba hacía mi como si pidiera mi cuerpo. Deslice mi lengua por su miembro, tomando sus bolas con mi mano y acariciándolas mientras metía centímetro a centímetro su verga dentro de mi boca y acariciaba su espalda casi arañándolo.

- Mmmmm…Salvaje – dijo mientras yo comencé una mamada lenta pero apasionada, sus gemidos eran audibles, podía sentir sus latidos acelerados debajo de su piel.

Mientras seguía masturbándole con mi mano, lamí sus huevos mientras sentía el movimiento de sus caderas. Me metí de nuevo esa espectacular verga en la boca, mientras él se movía de tal modo que casi no me dejaba respirar.

Sacando su miembro de mi boca, me recosté sobre él mientras lo besaba con furia y pasión, sentía su sabor en mis labios y él podía notarlo también.

Te deseo, quiero ser tuya – dije mientras gemía al sentir el contacto de sus labios en mis pezones endurecidos.

De pronto me tomó por la cintura y me recostó de lado junto a él, con mi espalda pegada a su pecho, "No te detengas ahora" dije suavemente, yo creí que el quería detenerse y no seguir con la situación pero sorprendentemente lo escuché decir:

Quiero escucharte gozar, y esta es mi posición favorita

Tras decir esto colocó la punta de su verga en la entrada humedecida de mi cueva y, mientras besaba con pasión mi cuello y mi espalda, me penetró poco a poco.

Ahhhh… siiii – no pude reprimir el gemido que salió de mi, el placer de sentir mi cuerpo fundido al suyo era inmenso. Podía sentir como su verga me llenaba, como si estuviésemos hechos bajo los mismos moldes y encajáramos a la perfección.

No cabía duda de que sabía lo que se hacía, moviéndose de aquel modo rítmico, cada vez más deprisa. Noté que iba a correrme y él siguió moviéndose, embistiéndome con fuerza, empujándome con su vientre y sus caderas, presionando mis senos con sus manos, besando y lamiéndome la espalda

La excitación de los dos iba en aumento. Empecé a gemir, a balbucear, pensando que era imposible que se corriera de aquella manera, restregándose contra mí, haciendo que yo me corriera al mismo tiempo. Sus movimientos eran cada vez más violentos y, de pronto, soltó un grito de placer y se puso rígido. El calor de su pecho me abrasaba la espalda, su cabello me rozaba el hombro, sus manos me agarraban con fuerza, y sentí de pronto el calor de su corrida dentro de mi cuerpo, mientras él comenzaba a acariciar mi clítoris con fuerza y velocidad hasta que finalmente me corrí.

Si, córrete preciosa, quiero sentir como te estremeces en mis brazos.

Ahhh… Siiii… Dios que gusto!!!

Me quedé inmóvil, cegada por el deseo y el placer. Me sentí incapaz de acceder a él, mientras me penetraba por detrás, quería besarlo. De pronto sacó aquel falo suavemente, produciéndome un intenso cosquilleo, y dejé de notar el suave y cálido peso de su cuerpo contra mi espalda.

Nos besamos de nuevo, esta vez de forma más tierna, más íntima, de ese modo en el que besas a alguien cuando te acaba de proporcionar momentos tan apasionados que no te caben en el pecho. Noté de nuevo el sabor de sus labios, el aroma de su cuerpo. Suavemente se incorporó y me levantó en sus brazos, yo rodeé su cuello con mis brazos y reposé mi cabeza en su hombro, besando su cuello dulcemente. Me llevó a mi cama y se recostó conmigo, nos abrazamos y nos quedamos dormidos desnudos, pegados el uno al otro.

Soñé con él, como era de esperarse y descansé como nunca. De pronto mi sueño se vio interrumpido al sentir una verga que se abría paso entre mis piernas introduciéndose en mi sexo humedecido después de soñar con sus besos y caricias toda la noche. ¡Que manera de despertarme!

¡Buenos días amor! – dijo mientras yo acercaba mis labios a los suyos y él aumentaba la velocidad de aquellas exquisitas embestidas mañaneras.

Ahhh….

Terminamos juntos en un orgasmo largo y placentero. Nos dimos un baño de burbujas y espuma juntos acompañados, por supuesto de una copa de vino, me encantaba tomarlo por las mañanas mientras me duchaba rodeada del aroma de las velas. Nos besamos y acariciamos con pasión en la bañera mientras nos hacíamos el amor de nuevo.

 

Fue la mejor mañana de sábado que había tenido, jamás creí que algo tan maravilloso pudiese suceder justo al otro lado del mundo, en Dublín. Yo deseaba más que nada poder estar con él de nuevo, llevar esa relación más lejos, hacerla más profunda… y me moría por averiguar si él lo deseaba también, si estaría dispuesto a ello…

FIN

Nota: Aclaro que esta historia no es real (aunque me muero por que lo sea), es un homenaje a Manuel, mi lector preferido…. Ah, por cierto, la foto es un simple montaje