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¡Yo sólo necesitaba una nueva PC!

en Orgías

Llevaba días cargada de trabajo hasta el tope. Recién había encontrado un trabajo nuevo y el chico anterior a mí había dejado detrás de sí un lío terrible de archivos revueltos, cosas sin corregir, sitios web sin actualizar y un sinfín de cosas que eran imposibles de terminar.

Comencé a llevarme cosas a casa. Mi laptop sin duda había sido una buena compra:  llevaba desde que entré a la universidad y ya eran tres años de funcionamiento perfecto. Todas las noches me quedaba un rato trabajando, de algún modo tenía que compensar la gentileza de mi jefe de dejarme salir una hora más temprano que el resto de los empleados.

En estos días el verano estaba peor que nunca: llovía a cántaros en las tardes y en varias ocasiones llegué a casa hecha un verdadero caldo. Encima, tenía todo ese trabajo para terminar al llegar.

Uno de esos días, especialmente tormentoso, llegué a casa más tarde de lo normal: el tránsito se había puesto horrible y había tardado casi 4 horas en llegar a casa. Estaba agotada, decidí prender la laptop para leer mi correo y tontear un rato por allí, cuando de pronto oí un trueno y enseguida un tronido en el cable de la laptop.  Lo desconecté enseguida de la computadora y vi cómo del cable salía humo y empezaba a oler a quemado… ¡lo que me faltaba! Ahora encima se había arruinado el cable. Crucé los dedos y cerré los ojos mientras volteaba a ver la pantalla. ¡Estaba encendida!

Mi alivio repentino de ver que la laptop funcionaba duro sólo un par de días. La seguí usando hasta que se quedó sin batería y al día siguiente encargué un cable nuevo por internet. Cuando al fin lo tuve en mis manos, el sábado por la mañana, fui felizmente a conectarlo y ahí llegó mi desesperación. No cargaba, al parecer no sólo el cable se había quemado, también el conector de la placa madre. ¡Maldición! ¿Cómo iba ahora a conseguir arreglarla?

Fue tal mi desesperación que de pronto sentí unas ganas tremendas de sacarme de dentro toda esa furia: había sido mía la torpeza de utilizar aparatos eléctricos en esa tormenta tan horrible.

Así que tomé el teléfono y le llamé a Marco, un viejo amigo con el que me veía a veces. Él sabía de computadoras, así que sería un tiempo bien invertido.

Nos vimos en el hotel de siempre y después de pasar un agradable rato de sexo; mientras hablábamos, le conté lo de la pc. Entonces me dijo lo que yo ya me temía: mi pc tenía algunos años y sería casi imposible encontrar esa pieza que se había dañado. Lo más aconsejable era entonces comprarme una nueva y quitarme de problemas.

 Ahí entonces entró el detalle… no tenía dinero para comprar una y en verdad la necesitaba.

Después de pensárselo un poco, Marco me dijo algo que no entendí.

—Si lo deseas, hay un modo muy sencillo de que consigas el dinero. Un amigo se casa en dos

semanas.

—¿Qué tiene que ver? —le dije sin entender de qué me estaba hablando.

— Pues, yo estoy organizando su despedida —me dijo mientras se reía.

— No entiendo.

— A ver nena, ¿qué es lo que hay en las despedidas de soltero? — me dijo haciéndose el chistoso.

— Pues, putas — le dije aún sin entender.

— Exacto — contestó, y mientras veía como mi cara pasaba de la incomprensión al asombro, y del asombro al enfado, me tomó por el trasero y me clavó la polla en el coño de un solo golpe.

Después de haber follado otro buen rato, entonces la idea tomó forma: él había prometido llevar una puta al evento, la idea era bailar un rato y luego quedarme con él, el novio y el hermano del novio un rato. Me dijo que en teoría no tenía que haber sexo con ellos, que ese no era el trato pero que me lo dejaba a mí.

Me dio entonces el día y la hora, yo me preparé para ir, estaba nerviosa, sí, pero finalmente, no era la primera vez que follaba por dinero: aún recordaba ese día que había cobrado en el bus y luego en el taxi.

Llegué al hotel donde estaban. Habían rentado una suite. Iba vestida con unos tacones altos, unas medias negras de red que me llegaban a la parte superior del muslo, un short negro de esos que apenas tapan el culito, debajo una tanga negra. Traía también un top blanco muy delgado, que dejaba ver mis pezones marrones que ya estaban duros por la excitación. Iba cubierta con un abrigo rojo, mi cabello iba suelto y ondulado, labios rojos, ojos sólo con delineador y las pestañas largas.

Esperé en el bar mientras me tomaba un tequila y enseguida subí después de recibir el mensaje de mi amigo dándome la señal de que ya era hora.

Abrí con la llave que me había dado y cerré la puerta detrás de mí… al entrar vi a 8 tíos sentados alrededor de una pequeña mesa de centro. En la mesa estaba sentado quien, según lo que habíamos quedado Marco y yo, era el novio.

Me acerqué lentamente mientras la música sensual comenzaba a sonar, empecé a contonear las caderas despacio mientras me acercaba al novio, vi una normal mezcla de sorpresa, culpa y excitación en su mirada y mientras me acercaba hasta quedar frente a él, lo miré a los ojos y sonreí.

Sus ojos se abrían como platos mientras mi rostro se acercaba al suyo, lo tomé por la barbilla y le puse un beso en la comisura de los labios. Enseguida acerqué los labios a su oído y le dije:

— Despídete del mundo de los solteros.

Sus amigos rieron y él sólo se movió nervioso. Continué con el baile acercándome a él mientras mis piernas quedaban a sus costados. Mis caderas se movían a un lado al otro al ritmo de la música, mientras yo cerraba los ojos y me dejaba llevar por el sonido.

Poco a poco seguí bailando sobre él mientras le hacía señas a Marco para que se acercara.

Tomé sus manos y las puse en los botones del abrigo. Él, despacio, comenzó a desabotonarlos mientras yo me alejaba un poco de la mesa.

Cuando el abrigo estuvo completamente abierto, y mientras yo les daba la espalda a los demás, Marco comenzó a bajarlo y, habiéndolo sacado, se lo lanzó en la cara al novio.

Tras las carcajadas de sus amigos, mi baile continuó ahora ya sin el abrigo: comencé a moverme de una forma mucho más sugerente acercando mi trasero a la cara del novio cuando le daba la espalda y jugando a acercar mi rostro al suyo, a su pecho o a su entrepierna.

Mientras seguía con mi sensual baile, noté lo que sin duda tenía que ocurrir: al novio, quien portaba un pantalón negro de tela delgada, comenzaba a notársele una irremediable erección… lo veía sudar mientras apoyaba mi culo sobre su erección moviéndolo y contoneando al ritmo de la música.

Mientras seguía bailando, comencé a acercar con la mano uno por uno a los demás invitados. Alternaba mis movimientos pegándome al novio o a uno de ellos, les tomaba las manos y se las colocaba en mi cintura, en el contorno de mis pechos o en mis muslos cerca de mi coño.

Para ese momento no sólo el novio estaba caliente… sus amigos tenían erecciones que también eran difíciles de disimular y yo estaba más que ardiendo. Mis pezones se erguían en la blusa y mi coño estaba ya encharcado, lo sentía al moverme.

Cuando terminó la canción, uno de los invitados a quien llamaron “Lobo” propuso que el novio disfrutara la que llamó “La última mamada de su vida”.

Mientras sus amigos se reían por el chiste, y él se sonrojaba diciendo que “no quería” y que “se iba a casar”, yo me acerqué a él y comencé a besarle el cuello… el chico se negaba pero a la vez se dejaba hacer.

Mi mano se deslizó por su pecho llegando al cinturón y comenzando a desabrocharlo. Enseguida abrí el botón del pantalón y bajé el cierre. Al sentir mis movimientos el chico se estremecía, cuando mis dedos tocaban su polla por encima del bóxer negro se hacía ligeramente hacia atrás.

Así que di un paso para alejarme un poco, me agaché en cuclillas y de un tirón bajé el elástico del bóxer. En ese momento… Zaas! Sentí una nalgada fuerte y giré la cabeza… era el hermano del novio que me decía “¡Chúpasela bien que no volverán a chupársela en la vida!”

Engullí su polla que, si bien no era muy larga, sí que era gruesa y venosa, comencé a mamársela despacio, dejando que se envolviera en la sensación de tener mis labios apretándolo. Si el chico iba a casarse y yo era “una puta” y me iban a pagar bien, entonces quería asegurarme que esa mamada no se le olvidara en su vida.

Con la mano comencé un juego alternado en su polla. Mientras mis labios apretaban, mi mano tomaba su polla suavemente moviéndose arriba y abajo, cuando mis labios soltaban un poco, mi lengua recorría su glande y mi mano apretaba la base de su polla, cuando me metía el miembro al fondo de la boca, entonces mi mano jugaba con sus testículos. Iba y venía entre estas tres formas, jugaba un poco con la lengua en la entrada de su ano o mordía levemente sus testículos. Aceleraba el movimiento haciéndole una paja mientras me comía sus bolas enteras, jugando con mi lengua, moviéndolas y apretándolas.

El chico estaba en la gloria, no paraba de sudar, se había quitado la camisa y su respiración estaba más que agitada. Algunos de los otros chicos estaban ya haciéndose una paja y los restantes no tardaron en sacarse la polla para hacerlo también.

Entonces ‘Lobo’, que parecía ser el más mandón de todos, propuso que jugaran al Póker.

— El ganador podrá correrse en la boca de nuestra invitada-- dijo y todos parecieron aprobar la idea. Se sentaron entonces de nuevo y el tal ‘Lobo’ agregó:

— No dejes que ninguna polla se quede solita, muñeca.

Se quitaron casi todos ellos las camisas quedando todos solo en pantalones y con las pollas de fuera, con una mano se pajeaban mientras que dejaban la otra libre.

Entonces así, mientras comenzaban con el reparto de cartas y todo eso, me puse en cuclillas frente a Lobo, y mientras me miraba con malicia, devoré su miembro. Era una polla bastante grande, pero comencé a chuparla con aún más intensidad que antes. A ese momento yo ya estaba ardiendo. Sentí cómo unas manos me levantaron la blusa, era el novio que me dijo “Chúpasela bien a mi hermano, que él fue el de la idea”.

¿Así que éste era el hermano? La idea de quedarme entonces con Marco, Miguel ‘el novio’ y este tal ‘Lobo’ me pareció de pronto muy buena.

Quedaron mis pechos al descubierto con los pezones erectos y mirando desafiantes al frente. Sentí cómo el novio me los magreaba ya sin tapujos y, después de darme una fuerte nalgada, fue también él a sentarse a su sitio junto a su hermano. Tomé entonces su polla con la mano derecha y la de otro de los chicos con la mano izquierda.

Así, mientras comenzaban el juego, yo aceleraba mis movimientos sobre la polla de “Lobo“, sentía cómo su respiración se agitaba y notaba de pronto sus manos apretándome los pezones o cogiéndome por el cabello para meterme la polla aún más profundo.

Luego cambié a la polla del otro chico… Luis, su polla era también grande y estaba ligeramente curvada hacia abajo. ¡Era tan excitante tener esas pollas en la boca, a situación, el morbo de saber que ellos se habían tragado el cuento de que yo era en realidad una puta!

Cuando iba por el cuarto de los chicos, Pablo, “Lobo” me jaló por la cintura y me sentó sobre su polla.

— Saquemos ese short muñeca, vamos a ver qué traes debajo--  me dijo y mientras mi espalda se recargaba en su hombro, me sacó el short que quedó tirado a sus pies.

Mientras me besaba el cuello y la nuca, tomó mis pechos entre sus manos, estrujándolos con fuerza, luego bajó una de sus manos y me tocó por encima del tanga.

— ¡Miren muchachos! Nuestra amiga se está divirtiendo — les dijo mientras me frotaba el coño con fuerza — ahora sí, sigue chupando que te faltan muchos.

Me dirigió con el brazo y me acerqué entonces a Pablo y a Andrés, que estaba sentado junto a él.

Tomé las dos pollas y empecé a mamarlas a la vez. Alternaba entre una y otra masturbándolos y metiéndomelas en la boca. Sentía de pronto alguna mano en mis glúteos o acariciando por encima mi coño. Luego sentía pellizcos en los pezones, luego nalgadas… si tengo que decirlo, sí, estaba extasiada. A estas alturas ya todos se habían bajado el pantalón y tenían sólo el bóxer “puesto”.

Enseguida sentí una mano que me jaló. El siguiente chico, Manuel, parecía estar impaciente así que me acerqué a él y comencé a devorar su miembro. Éste no sólo era largo, también era grueso.

Sentía cómo comenzaba a dolerme la mandíbula pero la excitación era demasiada. Mis labios subían y bajaban en su polla mientras su mano apretaba mi nuca haciéndome atragantarme. Esta polla me gustaba bastante y, viendo su actitud, me di el lujo de morderlo un poco mientras con la mano cogía la polla que seguía.

Seguí unos minutos más con Manuel que con el resto, esa polla era por mucho la que más había disfrutado hasta el momento. Cuando me erguí para recorrerme un poco y seguir, Manuel me tomó por las caderas y me sentó de lado sobre una de sus piernas.

Mientras me empujaba la espalda para que chupara la polla de Mario, el chico que estaba junto, comenzó a meter sus dedos en mi coño haciendo a un lado mi tanga. Tenía ya tres dedos dentro y mi coño no paraba de chorrear. Así, mientras Manuel me masturbaba, Mario me clavaba la polla en la boca moviendo las caderas lentamente. Este chico había estado masturbándose frenéticamente desde hacía rato, así que no tardó en empezar a gemir.

De pronto, sentí su mano apretando mi cabeza y un chorro de semen pegando en mi garganta. Se acababa de correr de una forma inhumana. Con trabajos me tragué todo mientras sus amigos lo veían divertidos.

Me enderecé cuando noté que había parado y le planté un beso metiendo mi lengua en su boca y dejándole los restos de su corrida directamente en los labios.

Los demás rieron mientras yo me dirigía al siguiente… Alejandro.

Otra polla grande y en verdad que yo estaba disfrutando de estos chicos tan bien dotados. Cuando empecé a chuparlo, sentí de algún modo que este chico era mucho más intenso que los otros. Me acariciaba los pechos y empujaba para meterme la polla en la boca. Me empujó ligeramente hacia atrás hasta hacer que me sentará en la mesa y se puso de pie. Mientras servía unos tragos para los demás con la botella que tenía en la mesa, comenzó un mete-saca dentro de mi boca, cogiéndome y dejándome sin respiración.

Mi coño chorreaba flujo blanco sobre la mesa, así que cuando Alejandro se sentó y me jaló por el cabello hacia él, la mesa quedó manchada. Enseguida me tomó por la cintura obligándome a parar y girarme de espaldas a él. Con una extraña maniobra, habiéndome sentado en sus piernas, enganchó su polla con mi tanga de modo que quedó pegada a la entrada de mi coño pero sin siquiera entrar.

— Muévete mujer — me dijo, mientras yo comenzaba a mover mis caderas en círculos sobre su polla. Sentía cómo su polla se deslizaba acariciando mi coño, cómo el glande se colaba ligeramente en mi vagina y salía enseguida rozando mi clítoris… yo estaba en la gloria.

Enseguida Marco se puso de pie, era el único que faltaba. Comenzó a meterme la polla por la boca olvidándose del póker y, mientras se la chupaba como tantas otras veces lo había hecho, la polla de Alejandro seguía acariciando mi coño.

Sentí cómo me tomó de pronto la cintura con las manos y después de apretarme hacia él, noté cómo me llenó de leche el coño. Poco a poco se relajó y me dejó pararme.

— Ya es hora de que te refresques un poco — dijo “Lobo” mientras se acercaba a mí, que estaba sentada nuevamente en el borde de la mesa con la polla de Marco en la boca. Cuando estuvo a un lado de Marco, acercó su polla a mi boca obligándome a tener las dos puntas dentro. Empecé a alternar entre uno y otro y casi enseguida sentí otro chorro de semen entrando entre mis labios, fue primero “Lobo” y unos momentos después, Marco.

Poco a poco se olvidaron ya todos del juego y se fueron acercando uno a uno, masturbándose frente a mi cara, pegándome con sus pollas en las mejillas, metiéndomelas en la boca o poniéndolas entre mis manos. Sentía cómo me tocaban los pechos y el coño y no sabía a ciencia cierta cuál de todos ellos lo estaba haciendo.

Uno a uno se corrieron hasta exprimirse la última gota de leche que les salió. Algunos lo hicieron en mi boca, uno lo hizo en mis pechos, y por último el novio, después de que su hermano le dijera que “era su premio por ser el festejado”, metió su polla en mi coño y tras un par de embestidas se corrió dentro de mi.

Cuando se tranquilizaron, les bailé otro poco mientras bebían y me tocaban, me restregaba en sus pollas haciendo que se endurecieran de nuevo o ponía mi coño y culo a disposición de sus manos.

Sentía cómo mientras bailaba, mi coño era invadido, o mi culo era penetrado por sus inquietos dedos.

Cuando finalizó la canción que estaba bailando, Marco se hizo cargo de despedirme, a pesar de los reproches de sus amigos que parecían estar dispuestos a pagar más dinero si me quedaba, esos no eran los planes. Así que me dio mi ropa para que me vistiera y me dirigí al servicio a asearme un poco. Corregí mi maquillaje, arreglé mi cabello, me quité las medias, me lavé los dientes y me senté en la orilla del lavamanos un momento después de ponerme un tanga nuevo y tirar el otro al cesto de basura.

Estaba agitada y sabía que la noche no había terminado aún… Hice un poco más de tiempo mientras me relajaba un poco y me miré en el espejo. Mis ojos ardían y mi cara se veía radiante… ya estaba impaciente por otro poco de acción.

Pasados unos veinte minutos, dejé mi abrigo a un lado junto con mi bolso y mi ropa, tomé aire, me miré una última vez al espejo y sonreí. Mis pezones desafiaban mi reflejo y mi piel brillaba levemente haciendo contraste con el tanga rojo que era ahora lo único que tenía puesto.

Apagué la luz, tome la perilla de la puerta y la giré para abrir.

Ahí estaban, tal como había acordado con Marco… Miguel con cara de sorpresa por no saber que yo me quedaría, “Lobo” mirándome con lujuria y Marco con una sonrisa. Los demás se habían ido ya.

Comencé a caminar hacia ellos mientras que el sonido de mis tacones se mezclaba con el silencio de la habitación…