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My life: Mi suegra 2 (violada)

en MicroRelatos

Tras mi primer relato os contare algo que sucedió poco después.

Durante el verano, unos parientes de mi familia política se casaban en un pequeño pueblo de la provincia. La boda fue por la tarde, en la iglesia del pueblo, preciosa ceremonia tras la cual llegó una esplendida cena en un restaurante cercano a la iglesia y después un baile organizado en la única discoteca del pueblo, cerrada al público general para la ocasión.

El local en cuestión consistía en una gran pista central con una barra que ocupaba todo un lateral. En la pared de enfrente unos amplios servicios algo estropeados, y todo ello con una iluminación mas bien escasa.

La fiesta se desarrollo sin incidentes destacables, y la gente se repartió en pequeños grupos de baile y borrachera. Yo, que desconocía a la gran mayoría de los invitados, incluso a los novios, me quede cerca de mi suegra y su familia con el objetivo de no terminar bailando y bebiendo solo en mitad de la pista.

Durante la noche me llamaron la atención dos grupitos de personas. Uno formado por cuatro chicos grandes, de unos dieciocho años todos ellos, bien vestidos y un aire que decía que eran del pueblo; mucho alcohol, muchas voces y poco baile. El otro formado por tres chicas, ninguna mayor de 20 años, todas rubias, con cortas minifaldas y camisas apretadas. Me tuvieron caliente toda la noche, caliente pero no empalmado, porque eso fue cosa de mi suegra. Esa noche vestía un vestido de tirantes rojo hasta por debajo de las rodillas, generoso escote que dejaba ver unas tetas muy apretadas, medias negras y unos zapatos de tacón alto a juego con el vestido.

Con algunas copas de más, aprovechando que mi suegra estaba ya algo borracha también, y algún que otro baile agarrado a mi suegra, en los cuales me las arreglé bastante bien para tocarle sutilmente, y por encima del vestido, las tetas, el culo y hasta el coño en una ocasión, decidí, presa de un calentón tremendo y la imposibilidad de llegar a nada más con ella, acercarme al grupo de las tras chicas descrito antes por si podía pillar algo esa noche.

Me acerqué a la barra donde ellas estaban. Una rubia, otra morena y la tercera pelirroja. Tras la típica presentación torpe, la charla vacía y algún silencio embarazoso, la morena, amarrándome de la mano, me propuso ir a bailar con ella. Sus amigas, entre miradas cruzadas de complicidad y alguna que otra sonrisa, dijeron de esperarnos en la barra.

Rubia de media melena, pelo liso, ojos verdes, vestida con una minifalda blanca, camisa blanca de encajes, con dos botones desabrochados que permitía ver parte de un sujetador también de encaje blanco, y sandalias de tacón de esparto blancas. Agarrado a su mano y casi arrastrado por ella, mientras yo pensaba en cómo poder tocarle al menos el culo respingón que tenía, ella al llegar al centro de la pista de baile, girando la cabeza susurra "mejor vamos a otro sitio, que ya estoy hasta el coño de bailar". Destino los servicios, extrañamente vacíos.

Azulejos blancos amarillentos por la falta de limpieza, orina en alguna esquina, un gran espejo en toda la pared y frente a él, un aseo amplio para minusválidos y dos más a su lado con las puertas marcadas por patadas y frases guarras. Abrió la puerta del aseo mas alejado de la entrada. "Siéntate en la taza" fueron sus únicas palabras. Obedecí. Ella cerró la puerta. Me separó las piernas y sin mirarme, casi mecánicamente, me saco la polla del pantalón y se la metió en la boca. Sujetó mi cadera con sus manos y empezó a mamarme la polla como si tuviera un cronometro al lado. Se tragaba mi polla entera como una desesperada, y en apenas pocos minutos la avise de que iba a correrme. Su respuesta fue meterse la polla entera hasta la garganta y manosearme los huevos hasta que me corrí dentro su boca. "Tienes una leche muy rica, sabes?", dijo mientras se levantaba y salía del aseo dirección al espejo.

Me levanté aún con la polla tiesa por fuera del pantalón y fui detrás de ella. Mientras se arreglaba el pelo y el maquillaje frente al espejo, levanté su minifalda con la intención de bajarle las bragas y follarmela por detrás allí mismo. No llevaba nada dejado. A través del espejo pude ver un coñito depilado. La sujete por la cadera con una mano mientras con la otra me agarraba la polla tiesa con la intención de metérsela. Con un giro de su cuerpo se alejo de mi, se bajo la minifalda y mientras se dirigía a la puerta de salida, sin mirarme dijo "Que te has creído? No soy una guarra de discoteca barata, sabes?". Se fue. Guarra claro que no, una puta chupapollas eres. Una zorra de mierda que se va y me deja con la polla tiesa. Volví al aseo de la mamada, cerré la puerta y apoyado contra la pared empecé a masturbarme, enfadado y avergonzado por la situación de pajearme en un aseo, con la idea de terminar lo que la puta niñata había empezado.

No tardó mucho en entrar a los servicios un borracho de tantos que había en la discoteca. Me quedé cortado. Se fue y vuelta a empezar. Al poco tiempo otro borracho. Con estas interrupciones no se puede hacer nada. Estaba a punto de salir del aseo cuando se volvió a abrir la puerta de los servicios, por vergüenza o por no se qué cerré la puerta dejando una pequeña abertura y me quedé dentro.

Esta vez no era un borracho. Era mi suegra. Con su cuerpo rellenito, su melena negra cubriendo sus hombros y su vestido rojo de tirantes, se puso frente al espejo y comenzó a pintarse los labios. Justo detrás de ella entró el grupo formado por los cuatro chicos grandes del pueblo. " Hola Juan, cuanto tiempo sin verte, y lo que has crecido, que tal tus padres?" "Hola Rosa, bien, todos bien, por ti parece que no pasan los años". "Que cumplido eres Juan". Yo observaba todo desde el aseo de la mamada sin perder detalle.

Uno de los chicos salió del servicio, mientras otros dos se ponían junto a la puerta y el tal Juan se acercaba a mi suegra por detrás. Aquello me daba mal rollo, pero mi suegra, mitad confiada, mitad borracha, seguía pintándose los labios. Juan se colocó detrás de ella y sin decir nada levantó por detrás el vestido de mi suegra hasta la cintura, dejándome ver un tanga rojo, a mi y a los tres chicos. "Pero que haces? Estas borracho". "Los tres estamos borrachos y calientes. Y te vamos a follar aquí mismo". Mi suegra se giró con una cara entre el asombro y el miedo. "Además Pedro esta en la puerta y no va a dejar entrar a nadie, no nos van a molestar, tranquila". De tranquila nada, la cara de mi suegra pasó a ser de miedo.

Abrió la boca para decir algo, quizás para dar un gritó, pero no emitió ningún sonido porque Juan le agarró la cabeza por detrás con un brazo y tapó su boca con su mano. Los otros dos chicos con las pollas empalmadas ya fuera de los pantalones, se dirigieron hacia ella. Uno de ellos se quitó el cinturón y ató sus manos por detrás del cuerpo.

Lo primero fue volver a levantar su vestido y arrancarle el tanga de un tirón. Mostrándonos su coño peludo. Aunque no era la primera vez que lo veía, y a pesar de que ya me la había follado sin ella darse cuenta, tuve que empezar a tocarme la polla. Lo segundo que hicieron fue romperle los tirantes del sujetador, quitárselo y tirarlo a una esquina llena de orina junto con el tanga. Lo tercero sacarle las tetas por el escote, sin quitarle los tirantes del vestido y empezar a chupar cada uno de ellos una teta. Por el tamaño de los pechos de mi suegra tenían bastante con una teta para cada uno. Yo ya estaba pajeandome con el espectáculo.

"Te vamos a soltar las manos y la cabeza, y como se te ocurra gritar o intentar escaparte, le pegamos una paliza que te vas a enterar, entiendes Rosa?" Mi suegra miró a Juan, lo había entendido perfectamente. La soltaron. "Te vas a cansar de chupar pollas esta noche, zorra". Pensé en la niñata morena chupapollas, con estos se iba a poner morada de tragar.

Juan se puso frente a ella. Agarró su cabeza y la hizo inclinarse hasta meter su polla en la boca de mi suegra. Agarró su cabeza y con el moviendo de su cadera comenzó a follar su boca. Sus tetas colgaban por fuera del escote del vestido moviéndose al ritmo de las embestidas del chico. Los otros dos se masturbaban junto a la cara de mi suegra. Yo hacia lo mismo dentro del aseo, no podía creer lo que estaba viendo. Estaba muy cachondo con la situación. Me acordé de la pequeña cámara de fotos que me dejó mi suegra para hacer fotos de la boda, y la use. Esto también era parte de la boda.

Juan sacó la polla de la boca de mi suegra. "dejadme en paz por favor, los lo suplico, no dire nada". Estaba llorando. La respuesta que obtuvo fue recibir otra polla en la boca. Juan se colocó detrás de ella, separó sus piernas, levantó su vestido hasta la cintura, y se dispuso a follarla el coño por detrás. Los otros dos se iban turnando metiendo sus pollas en la boca de mi suegra. Juan no tardó en metérsela en el coño y follarla con fuerza. Se abrió la puerta de los servicio y el chico que estaba fuera asomó la cabeza. "Daros prisa, que yo también quiero". Volvió a cerrar la puerta. Los dos que metían sus pollas en la boca de mi suegra lo hacían gasta el fondo por turnos, hasta que uno empezó a correrse en su pelo y su cara mientras el otro lo hizo dentro de su boca. Tras esto salieron del servicio mientras Juan seguía agarrando sus caderas y follándola con fuerza mientras la llamaba puta, zorra y calientapollas. "No por favor, no sigas". Era lo único que decía ella entre lágrimas. No tardo en entrar el chico que estaba vigilando la puerta, supongo que ya le habían relevado los otros dos. "Pasa Pedro y fóllate a esta calientapollas, menuda zorra esta hecha".

Pedro se saco la polla del pantalón, y menuda polla, larga y gruesa. Juan terminó corriéndose dentro del coño de mi suegra y cedió el sitio a Pedro. La sujetó por las caderas y sin miramientos se la metió hasta el fondo de un golpe. Mi suegra abrió la boca para gritar pero no emitió ningún sonido. Pedro la follaba como una maquina, hasta el fondo, sin parar. No tardó mucho en correrse, sacó la polla y dejó su semen sobre el culo de mi suegra. Los dos chicos se rieron y se felicitaron. Después desaparecieron por la puerta.

Mi suegra se incorporó frente al espejo. Se metió las tetas por dentro del vestido. Se lavó la cara e intentó quitarse el semen del pelo lo mejor que pudo. Se limpió las lágrimas. Tenía el coño y el culo manchados de semen. Algunas gotas habían resbalado por sus muslos hasta llegar a las medias. Se lo limpió con agua y con un poco de papel. Recogió el sujetador y el tanga rotos del suelo y los metió en un cubo de basura. Se miró una última vez al espejo y salió de los servicios.