miprimita.com

My life: La suerte

en Hetero: General

Las oportunidades en la vida, a veces suceden por suerte y otras veces hay que buscarlas. Algunos me dicen “que cosas te pasan, que suerte tienes”, bueno, a veces es suerte y otras veces hay que propiciar la suerte. Hoy, hace unas horas, estaba de viaje de trabajo. En lugar de ir por autovías, siempre que es posible prefiero ir por carreteras nacionales o secundarias. “Así tardas más”. Sí, pero así propicio oportunidades. Hace años que decidí esta forma de viajar, ya que es en las carreteras menos transitadas donde pueden aparecer autoestopistas. Durante estos años he recogido a varias personas, las cuales catalogo en tres grupos; gente de la zona que se nueve de un sitio a otro, personas que están de ruta caminando, o chicas, digamos de vida alegre.  

Como os decía, hace unas horas iba de viaje pensando en contaros una anécdota que me ocurrió hace años que tenia medio olvidada, y de repente, por esa carretera secundaria, apareció en el arcén una chica haciendo autoestop. Era fácil saber su profesión ya que en la zona donde estaba había varios clubs de alterne. La ví y decidí parar el coche a probar mi “suerte”.

Aunque levantó la mano tímidamente, antes yo había empezado a reducir la velocidad hasta detenerme unos metros más allá de ella. Así pude verla antes de entrar en el coche por los espejos. Era una chica de mediana estatura. Gorra y gafas de sol grandes. Abrigo largo oscuro, pantalones vaqueros apretados y botas negras de medio tacón. Abrió la puerta del coche: “hola, voy a la cuidad (permitidme que no diga cual), me llevas?”. Puede ver bajo la gorra un pelo rubio, de bote, en media melena.”Claro sube”. Se quitó el abrigo y lo puso en los asientos de atrás. Me fijé en que llevaba una camisa azul oscura, ligeramente abierta y poco más, ya que mi vista se fue durante breves segundos a su culo, redondo y prieto, enfundando en unos vaqueros elásticos que dejaban poco a la imaginación. Es una suerte que hayas parado, no pasa casi nadie y nadie para, muchas gracias”, dijo ya dentro del coche. “De nada” dije poniendo el coche en marcha.

Tras uno o dos minutos de silencio, la chica empezó a hablar del tiempo, del frío y la falta de lluvia. Yo asentía con la cabeza y algún que otro monosílabo mientras la repasaba de arriba abajo con discreción. Entre la gorra y las gafas grandes de sol apenas quedaba rostro a la vista. Tenía unos labios gruesos, pintados de un marrón rojizo, y unas mejillas algo pálidas, sin duda por el maquillaje. Asomándome a su camisa entre abierta pude ver un sujetador blanco de encaje con un canalillo que prometía unos pechos grandes y redondos. Un poco más abajo, los vaqueros elásticos marcaban sus labios. Mientras la observaba, la conversación se fue animando, al igual me mi polla. Me digo que era rumana, que llevaba muchos años en España, cosa que se notaba ya que hablaba casi perfectamente nuestro idioma. Me confesó abiertamente que era prostituta y que trabajaba en un club cercano. En un falso alarde de bondad, le dije que podría buscar otro trabajo para salir de ese mundo, a lo que ella me contesto, para mi sorpresa, que estaba muy a gusto con su trabajo, que sacaba buen dinero y que les gustaba mucho estar con los hombres. La miré con cierta cara de asombro, a lo que ella que dijo” sí, me encantan las pollas”. Con eso ya tenía la polla morcillona, no dura pero hinchada. Parece que la conversación había cogido un camino que a ella le gustaba, porque siguió enumerándome las cosas que le gustaba hacer, y que le hicieran.

Llevaba varios kilómetros con ganas de orinar, y aún quedaban varios para llegar a nuestro destino, así que decidí para en una gasolinera abandonada para aliviar mi vejiga. Se lo comuniqué a ella cuya única respuesta fue un “ok”. Paré el coche y me dispuse a orinar junto al vehículo, como hago siempre, casi sin darme cuenta de su presencia. Saqué la polla hinchada del pantalón y apunte al suelo. Mientras pude ver que la chica no me quitaba ojo por el espejo retrovisor. Cuando acabé, antes de guardármela, ella bajo la ventanilla, asomó su cabeza y me llamó con su mano. Me acerque a la puerta. “Que polla más rica tienes, ¿quieres que te la limpie?”. “No tengo un duro encima”. ”Da igual, esto es en compensación por el viaje”. Mientras decía esto, ya había agarrado con sus dos manos mi polla y se la llevaba a su boca. Se la tragó directamente y empezó el movimiento de su cabeza mientras con una mano que masajeaba los huevos. Poco a poco la polla fue creciendo dentro su boca mientras ella seguía mamando y masajeando. Se notaba que era una experta y que le gustaba lo que hacía, ya que lanzaba pequeños gemidos ahogados por la polla que no sacaba de su boca.

Con una mano en su cabeza, con la otra le desabroche un par de botones de la camisa y metí mi mano por dentro de su sujetador. Tenía unos pechos firmes y redondos. Ella soltó mis huevos y se bajó el sujetador sin quitárselo, dejando a la vista un par de tetas fantásticas, duras, que se movían al ritmo de la mamada. Tras unos minutos, saco mi polla de su boca, me miró a la cara diciendo: “Me has puesto caliente”. Me aparto de la ventanilla del coche, abrió la puerta y salió.”Ven”, dijo mientras se bajaba los pantalones y un tanga negro. “Quiero que me la metas por el culo, pero sin condón”. Sus manos ya estaban apoyadas en el asiento y su culo en pompa, ligeramente abierto frente a mí. Era un culo perfecto, de esos que nada más verlo sientes un deseo enorme de sujetarlo y penetrarlo. Y lo hice. Puse mi capullo en la entrada de su culo y empecé a empujar esperando cierta resistencia. Aquella viciosa se tragó mi polla entera de una vez. Empezó a mover las caderas mientras yo no movía ni un músculo. La agarré por la cintura. “Te gusta mi culo?”. “Mucho”. “te gusta cómo te ordeño la polla?”. No pude responder porque me estaba corriendo dentro de ella. Saqué la polla y ella se giró para limpiarme con su lengua los restos de semen. “Me ha gustado tu polla, a ver si vienes algún día al club, te haré buen precio”. Se subió los pantalones y el tanga aún con mi semen chorreando por su culo. Me coloqué la ropa y entre en el coche. Ella ya se había metido las tetas dentro del sujetador y abrochado la camisa.

Puse en marcha el coche y volvimos a la carretera. Durante el resto del trayecto ella puso su mano sobre mi pantalón primero y dentro después. Sin llegar a sacar mi polla estuvo tocándomela y masturbándome, aunque sin conseguir volver a sacarme el semen. Cuando estábamos llegando al destino, me dió su número de teléfono, “ por si alguna vez montas una fiesta, me encanta que me monten en las fiestas”. Al salir del coche pude ver de nuevo su precioso culo enfundado en esos vaqueros elásticos, esta vez manchados por detrás con restos de mi semen.