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My life: Mi suegra 2 (final)

en MicroRelatos

(Continuación) … Mi suegra se incorporó frente al espejo. Se metió las tetas por dentro del vestido. Se lavó la cara e intentó quitarse el semen del pelo lo mejor que pudo. Se limpió las lágrimas. Tenía el coño y el culo manchados de semen. Algunas gotas habían resbalado por sus muslos hasta llegar a las medias. Se lo limpió con agua y con un poco de papel. Recogió el sujetador y el tanga rotos del suelo y los metió en un cubo de basura. Se miró una última vez al espejo y salió de los servicios.

No tarde mucho en correrme recordando lo sucedido mientras observaba las fotos de la pequeña cámara. Antes de salir recogí el tanga de mi suegra de la papelera y lo guardé en un bolsillo de la chaqueta.

Al salir de los aseos pude comprobar que el local estaba ya medio vacío, con pequeños grupos de gente dispersos por toda la pista. En una esquina de la barra pude distinguir al grupo de las tres chicas rodeadas por los chicos que acaban de follarse a mi suegra, en la otra parte de la barra, mis suegros con otra pareja, seguramente parientes lejanos. Me dirigí hacia ellos sin perder de vista la otra punta de la barra, donde las chicas, sin reparo alguno sobaban los paquetes de los chicos mientras estos metían sus manos bajo las minifaldas.

Llegué junto a mis suegros y pude ver la cara de asco, rabia y miedo de mi suegra, que intentó disimular al saludarme. La otra pareja hablaba con mi suegro mientras ella estaba un poco apartada de ellos, sobre todo mentalmente. Antes de pedirle a mi suegra que viniera a bailar conmigo a la pista, la miré con detenimiento de arriba abajo.

A pesar de sus intentos por arreglarse tras lo sucedido en los aseos, su pelo se encontraba algo despeinado, su vestido arrugado y sus medias negras con algunas manchas oscuras por el interior de los muslos, sin duda del semen que habría resbalado de su coño. Apenas se le notaba que no llevara puesto el tanga, pero sí la ausencia del sujetador, ya que sus grandes pechos apretaban contra el vestido y se le marcaban claramente los pezones.

Como era de esperar no quería ir a bailar, y tuve que insistir mucho hasta que al final accedió. Llegamos al centro de la pista cuando empezó a sonar un pasodoble. Me acerqué a ella para coger sus manos y bailar. Dio un paso atrás, me miró asustada, pero en un instante agarró mis manos para comenzar el baile. La agarré por la cintura, y sin perder vista de los chicos y chicas de la esquina de la barra, empezamos a bailar. Habían pasado de los tocamientos a algo mas fuerte. La morena estaba agachada frente a Juan, sin duda mamándole la polla, mientras el resto intentaban tapar la situación de miradas indiscretas.

No quitaba ojo del grupo y la polla no tardó en ponerse dura y rozar el cuerpo de mi suegra. Ella se dio cuenta y quiso dejar de bailar diciendo que estaba cansada, pero yo la sujeté con fuerza por la cintura evitando que se alejara de mí. Me miró con cara de asombro y furia. Saqué su tanga de mi bolsillo y se lo enseñé. "Creo que esto es tuyo, y que te lo has pasado muy bien en los aseos con algún tío". Le cambio la cara. Negó que fuera suyo y dijo que era un cabronazo por pensar que ella haría algo así. "Vale, entonces se lo enseñaré a tu marido, como no es tuyo no pasa nada". Agachó la cabeza y me pidió por favor que no se lo enseñara. "Dámelo y te daré lo que quieras a cambio".

No dije nada más, la volví a sujetar por la cintura y seguimos bailando un nuevo pasodoble. Poco a poco fuimos acercándonos a un rincón de la pista poco iluminado. Allí metí mi mano bajo su vestido rojo y empecé a tocarle el culo. No tardé en pasar mi mano a su coño, peludo y sucio, y meterle los dedos por el coño. Seguíamos bailando mientras la masturbaba y miraba al grupo de la barra. Ahora era la rubia la que tragaba una polla entre las risas de los demás. Saqué mi mano del coño de mi suegra. "Dame el tanga y no se te ocurra decir a nadie nada de esto". "Aún queda algo, sácame la polla y hazme una paja"."Pero qué dices, estas imbecil?"."Vamos, mastúrbame y te prometo que no diré nada a nadie". "Eres un cabrón de mierda". Seguíamos bailando agarrados mientras ella bajo su mano de mi hombro, bajo la cremallera y me sacó la polla tiesa. Me arrimé bien a ella, sentía su mano arriba y abajo sacudiendo mi polla. Con mis manos apretaba su culo mientras mi capullo rozaba la tela de su vestido una y otra vez. "Cuando vayas a correrte me avisas para no mancharme el vestido".

Lo hice, y ella, mientras con una mano seguía pajeándome, con la otra se levantó la parte delantera del vestido, dejando que mi capullo tocara su piel y corriéndome sobre su vientre y los pelos de su coño. Cuando terminó de sacarme hasta la última gota de semen, se bajó el vestido, me guardo la polla y me pidió su tanga. Se lo dí. "Eres un hijo de puta, y como digas algo te juro que te mato, cabrón. No vuelvas a hablarme en el resto de tu vida".

Tras esto, se fue donde se encontraba su marido, le dijo algo, y se fueron de la discoteca. El grupo de la esquina de la barra se había disuelto. Apenas pude ver a los chicos salir por la puerta, mientras las chicas seguían en el mismo lugar de la barra.

Decidí que la noche ya había acabado y antes de irme quise, aún no sé porqué, despedirme al menos de la rubia calientapollas, así que me dirigí hacia ellas. Al llegar junto a ellas me dí cuenta que se lo habían pasado bien aquella noche; las tres tenían restos de semen en el pelo, la cara y los escotes. Me despedí de ellas, y antes de irme la morena me sujeto por el brazo, y me dio un papel con su número de móvil. "Llámame un día de estos para tomar un café o lo que tu quieras", me dijo mientras se levantaba la minifalda para dejarme ver un coño depilado y aún chorreando semen. "Te llamaré", y me fui.