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Por Siempre Perfecto

en Trios

POR SIEMPRE PERFECTO

Por más experiencias que tengas en la vida, siempre queda alguna que amas y odias a la vez con todas tus fuerzas. En mi caso jamás dejaré de amar aquella noche de ensueño pero sobre todo la odiaré por siempre porque jamás se volverá a repetir.

Unas noches antes conocí a Sara y Sergio en una larga conversación por Internet. Ellos había puesto un anuncio buscando un chico para iniciarse en el mundo swinger, y yo ya tenía experiencia en este terreno.

Todo me había parecido perfecto, eran de lo mejor que había conocido en ese submundo hasta ahora y además solo tenían veintiún añitos cada uno, me moría de ganas de conocerlos en persona unos días después como habíamos quedado.

Llegado el día del encuentro yo estaba esperándoles en un pequeño bar del que ni ellos ni yo éramos clientes habituales. Nada más verla entrar los ojos se me fueron hacia Sara, cuando los conocí los había visto por la webcam pero sin duda no hacía justicia ni de lejos a lo que veía en aquel momento. La tez blanca y suave de Sara resaltaba bajo un corto y escotado vestido negro. Ya podía intuir, incluso con ropa, que sus pechos no eran muy grandes pero tenían una forma y tamaño perfectos, y todo indicaba a que sus muy deseables pezones serían de un tono rosado que incitaría a lamerlos como si de dos jugosas fresitas se trataran. De su vestido salían dos largas y hermosas piernas resguardadas bajo unas medias negras con un dibujo en encaje que hacía que aún te fijaras más en sus lindas curvas. Su cara, uff, su cara era tanto de niña buena como de perversa, no podría explicarlo con palabra ni en cien años, simplemente era preciosa. Su pelo castaño oscuro caía sobre unas pequeñas gafas cuadradas que adornaban sus ojos dando, si cabe, más morbo a esa esplendida criatura.

Eh de reconocer que no me fijé tanto en Sergio como en Sara, ya que a mis ojos ella lo eclipso, pero en cuanto llegaron a donde los esperaba, él también mostró su propia luz. Sergio tenía el pelo más oscuro que Sara, pero esta diferencia de tono era mucho más marcada en su piel, ya que era mucho más moreno que ella. El contraste que hacían como pareja solo te hacía pensar en ambos desnudos y abrazados en pleno acto sexual, creando formas de colores y siluetas que cualquier pintor ha echado de menos más de una vez al estar ante un lienzo en blanco.

Al igual que ella él tenía un buen físico, si te gustan los chicos, nunca he sabido opinar en ese sentido pero pude intuir que cuando entraron al bar, la gente no solo miraba a Sara.

Sergio destacó tanto a mis ojos por lo rápido que se mostró a mi desde el primer hola, Sara que por Internet había estado muy suelta ahora estaba algo más vergonzosa, pero Sergio le ayudo a ser ella misma.

Nos sentamos en una de las mesas del bar y hablamos sobre el punto en el que ellos se veían para dar el paso de hacer su fantasía una realidad. En principio solo quedamos para conocernos, nada más, pero cuando empiezas ciertas noches, no podrías imaginar como terminaran.

Al menos dos horas estuvimos allí sin parar de hablar de mil cosas, entre las que pude ver a Sara convencida de ir más lejos, pero Sergio aún no estaba en ese punto. Por mi parte no intenté acelerar las cosas, quería que ellos estuvieran seguros y cómodos, ya había sido una gran noche solo por conocernos así que era el momento de marcharse.

Antes de irnos Sergio fue al servicio, mientras Sara y yo nos quedamos en la mesa hablando.

-Me gustaría que fueses tú- me dijo Sara nada más irse Sergio, pero no logre oírla debido a que habían subido repentinamente el sonido de la música, así que le pedí que me lo repitiera acercándome un poco a ella. Sara se acercó también y me repitió al oído –Me gustaría que fueses tú el primero con el que hagamos un trío-. Mientras me quedaba sin respiración al oír esto de sus dulces labios, algo se movió bajo mi ombligo, oír como lo decía fue suficiente para producir un pequeño orgasmo en mi interior.

Una leve y picara sonrisa se dibujó en mi cara y casi a la vez en la de Sara, nos miramos unos segundos a los ojos, que debieron ser más de unos, ya que en ese breve espacio de tiempo dio tiempo a que Sergio volviera con nosotros.

En cuanto se puso enfrente nuestra nos miró con una extraña expresión que no sabría describir.

-Hagamos el trío- dijo Sergio de forma muy convincente.

Sara y yo nos quedamos atónitos de cómo había vuelto después de una visita al servicio.

-Lo dices en serio- preguntó Sara.

-Sí,- respondió Sergio- pero ahora mismo.

Aún nos sorprendimos más al oír esto.

-¿Ahora? Pero, ¿Dónde quieres que lo hagamos ahora? y ¿Por qué? ¿A qué viene ese cambio?- dijo Sara extrañada pero con cara de satisfacción.

-No sé, es que al venir del baño os vi de lejos y me pareció que os estabais besando, y me entró algo malo por el cuerpo, me empecé a enfadar y de repente s eme puso durísima y casi me corro hay de pie en mitad del bar.-

Sara y yo nos miramos y reímos, y entonces Sergio comenzó a reír también. Un poco más calmado nos dijo que quería hacerlo, y esa misma noche además, que se había dado cuenta de que quería verlo y ahora no podía esperar.

Entre risas y morbo salimos del bar sin saber donde podíamos ir para estar los tres más tranquilos, pero la suerte nos sonreía de cara aquella noche al parecer, y justo en frente del bar había un hotel des que ni siquiera nos habíamos percatado.

Fue la hora más extraña a la que he cogido una habitación en un hotel normal, y no de los que se usan normalmente para encuentros, pero el caso es que no nos dieron ningún problema.

En menos de quince minutos desde que salimos del bar ya estábamos en la habitación y de pronto todo fueron nervios, incluso para mí que ya había pasado por eso otras veces, pero en este caso todo era distinto.

Sergio simplemente nos miró sin saber que decir y se sentó en una silla de la habitación junto a la cama. Sara y yo nos miramos y vi en sus ojos que estaba nerviosa pero excitada, así que decidí dar el primer paso.

-A Sergio le ha gustado mucho cuando creía que nos besábamos,- dije al oído de Sara, vamos a ver que le pasa cuando sea de verdad.-

Acerque mis labios a los de ella y al fin pude sentir su calidez y ternura con uno de los besos más sensuales que he dado en mi vida.

Sergio se revolvió un segundo en su asiento para acto seguido llevarse la mano al paquete, vi los celos en su rostro unidos al momento más morboso que había tenido hasta entonces.

Sara por su parte me devolvió el beso con tanta pasión que me olvidé del resto del mundo por un tiempo incontable.

Cuando abrí los ojos la miré bien un segundo antes de empezar a despojarla de su ropa, empezando por las gafas y terminando por sacar su vestido con un rápido movimiento, mientras me sacaba la mía a toda velocidad..

Por muy bueno que fuera su cuerpo en mi mente, la realidad lo superaba con creces, y si sus pezones rosados llamaban a mi boca, la parte rosa entre sus piernas la atraía como un imán gigante a una aguja.

Sin darme cuenta había tumbado a Sara en la cama y saboreaba sus jugos bajando por mi garganta.

Sergio miraba atento detrás de mi, y ya estaba masturbándose con entusiasmo desde hacía rato. Entonces pensé en lo que me había repetido más de una vez, lo que quería ver sobre todas las cosas era a Sara chupando otra polla, y ¿Quién era yo para negárselo?

Me puse en pie y agarre la cabeza de Sara llevándola hasta mi miembro. Sara lo miró con deseo y Sergio con expectación. Ella comenzó a acariciar mi polla y lamerla desde la base a la punta, no sé cual de los tres estaba más excitado en aquel momento, pero Sara lo decidió ella misma, solo tenía que mirarme a mi o a Sergio para que uno u otro ocupáramos ese puesto. La mirada de Sara es algo que no se olvida fácilmente, y tampoco quiere olvidarse.

Aunque jamás me corro con felaciones, con Sara tuve que hacer verdaderos esfuerzos para no terminar en ese mismo instante y juraría que a Sergio tampoco le resultó nada fácil.

Sara se puso en pie y volvió a besarme, sentí el sabor de mi líquido preseminal en su boca y me supo a gloria. Acaricié su cuerpo y la tumbe en la cama, al fin vi la puerta a su cuerpo abierta ante mi ansiosa polla, que no tardo en atravesarle produciéndome el máximo placer con cada centímetro que entraba.

Sergio vio que me faltaban manos para tocar a Sara y sin pensárselo se quitó toda la ropa y se unió a nosotros sobre la cama.

Mientras yo me follaba a Sara, esta le chupaba la polla a Sergio. Él y yo nos mirábamos y sonreíamos felices por estar cumpliendo esa fantasía que tanto anhelaban.

No había parte del cuerpo de Sara que quisiera perderme así que no tarde en ponerla boca a bajo y comenzar a lamer su culito, era tan sabroso como su coño, incluso más ya que los jugos de este habían resbalado de forma abundante por él.

Sabía que a Sara le gustaba el anal, y tras dilatar su ano un poco con mi lengua no me costó meter mi verga en su interior. Ella levantó el culo quedando a cuatro patas mientras seguía chupando la polla de Sergio.

Acariciábamos a Sara a cuatro manos pero aún así daba la sensación de que eran pocas, queríamos hacerle tantas cosas que no parábamos quietos un segundo, y poco tarde en estar bajo sus piernas de nuevo comiendo su coñito. Sergio aprovecho entonces para ocupar mi lugar y darle por el culo mientras le cacheteaba las nalgas con fuerza.

Sara seguía a cuatro patas y yo bajo ella haciendo un sesenta y nueve, mientras la polla de Sergio salía y entraba de su culo ante mis ojos.

En una de las embestidas de Sergio su polla salió y fue a parar al coñito de Sara, el cual yo estaba lamiendo. La polla se Sergio casi rozaba mi lengua, sería un mentiroso si dijera que no me entraron ganas de lamerla al verla cubierta de los jugos de Sara, pero aún así si la toqué en algún momento fue de forma fortuita. Pero a Sara por su parte la situación de mi lengua con respecto al pene de Sergio, la excito de sobremanera y comenzó a mover sus caderas como una loca, casi nos hizo corrernos a ambos pero al final aguantamos mientras se corría ella sola entre grandes gemidos.

Nada más terminar se puso de rodillas sobre la cama y rápidamente nos agarró las pollas llevándolas hasta ella. Nos la chupaba a uno y a otro con intensidad hasta que sin más se metió las dos en la boca a la vez y nos las comió con ímpetu haciendo que nos corriéramos los dos casi a la vez dentro de su boca. La leche salió a chorros rebosando desde su boca, recorriendo su linda cara y bajando derramándose desde su barbilla hasta su coño creando un río entre sus pechos.

Sabía que Sergio tenía dudas sobre lo que sentiría tras correrse y que se le pasara el calentón, pero cuando vi su cara en ella solo había placer y satisfacción, me sonrió un momento y se desplomó agotado sobre la cama.

Sara también se tiro hacia atrás aún con semen saliendo de su boca, pero estaba demasiado cansada para ir a limpiarse.

Yo sabía que ellos habían hablado de nunca repetir en un trío con un mismo chico para evitar los celos, y también sabía que ambos querrían disfrutar de ese momento del después con tranquilidad y a solas, así que sin más me vestí para marcharme, pero, antes de irme, me acerqué otra vez hasta los labios de Sara para darle un último beso de despedida, esta vez noté el sabor de semen en su boca, pero como todo en ella, me supo a gloria.

Después de eso me marche, y tan solo nos escribimos un e-mail para decirnos lo maravillosa que nos había resultado la experiencia a cada uno, y así no volví a saber de ellos.

Aún espero tener algún día la suerte de repetir aquella noche, pero quizás un recuerdo tan extraordinario no deba tener una segunda parte y mantenerse por siempre perfecto.