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Fantasía Inesperada, Juegos Descontrolados

en Hetero: Infidelidad

FANTASÍA INESPERADA, JUEGOS DESCONTROLADOS

Cuando llegamos al camping mi única preocupación fue buscar un sitio alejado y oculto para situar la tienda de campaña. El único razonamiento que me movía en esos momentos nacía completamente en mi entrepierna, y es que, tal y como conocía a mi novia, sabía que se negaría a practicar sexo si alguien podía oírnos. Esta fue la razón de que acabáramos acampados entre unos árboles, aislados de la zona principal de acampada. Estábamos lejos de todos los puntos de interés del lugar, piscina, mercado, incluso de los aseos y duchas, pero sin duda prefería caminar más antes de una abstinencia obligatoria.

Tras situar la tienda, el resto del día transcurrió con normalidad, o al menos con la normalidad que implica ir con Mónica, mi novia, a cualquier sitio. Las sinuosas curvas de su cuerpo hicieron que todo portador de un pene del lugar se girara al verla en bikini. Sus voluminosos pechos giraban la cara hasta del niño más pequeño, quizás por el recuerdo de la lactancia no muy lejana, aunque, con mucha más probabilidad, por un despertar repentino de su libido.

Al fin y al cabo ya sabía entonces, que una morena de carnes apretadas llama la atención de todo el que la rodee, y por ello no me molestó mayormente.

Por lo demás, mi plan salió bien, y ese mismo día tuve sexo en nuestra tienda escondida sin el menor problema. Estaba claro que podría mantener esta situación el resto de días, ya que era imposible que alguien se colocara cercano a nosotros por la falta de espacio, todo iba a pedir de boca.

El segundo día, a diferencia del primero, trajo consigo un cambio, algo con lo que no contaba, que no debería haber afectado en nada a mi plan perfecto, y que además jamás hubiera pensado que creara la reacción que provocó.

Un grupo de diez chicos, entorno a los dieciséis años, llegaron al camping. Desde el momento cero montaron escándalo, y liaron todo lo que pudieron, la tranquilidad desapareció por completo de la zona, por suerte, nuestra tienda estaba muy lejos de ellos.

Aún así era imposible no coincidir en uno y otro lado con parte de ese grupo, o incluso con todos, y fue en la piscina donde el conflicto estaba claro.

En cuanto entramos en la piscina aquel día, los diez chicos centraron su mirada en Mónica, se la comían con los ojos de pies a cabeza y nos dimos cuenta al instante.

Al principio nos hizo gracia, pero luego pasó a ser incómodo. Los chicos se colocaron en una sombrilla cercana la nuestra solo para mirar a Mónica, y solo se alejaban para infiltrar una cerveza en la zona, o para darse un baño rápido.

Mónica y yo alargamos el tiempo de piscina ese día, esperando que se fueran y poder darnos un baño tranquilo y un poco picante antes de volver a la tienda, pero el grupito se mantuvo allí todo el rato, como si no quisieran desaprovechar ni uno de los minutos que tenía para observar el cuerpo de mi novia.

Poco a poco fueron desapareciendo todas las personas del recinto, incluso los vigilantes dieron por terminada su jornada, aunque nos permitieron quedarnos sin problemas.

Al final solo estábamos nosotros y los diez chavales, y como ya ni queríamos bañarnos simplemente nos besamos un rato sobre el césped y soltamos discretamente las manos. Cuando levanté la vista, no pude quedar más sorprendido, los diez chicos nos miraban atentamente mientras bombeaban sus pollas bajo los bañadores, quise impedir que Mónica se diera cuenta, pero ya era tarde.

—Pero, ¡¿Has visto eso?!— exclamó con los ojos como platos.

—Sí, ya… son un montón de niñatos guarros. Voy a ir a decirles algo ahora mismo.

—No déjalos, mejor nos vamos nosotros, que no tengo ganas de que discutas con nadie. — replicó ella.

Antes de levantarnos, Mónica cerró los ojos y se inclinó sobre mí dándome otro beso, esto debió dejar una vista impresionante de su canalillo porque cuando volvió a abrir los ojos uno de los chicos no había podido aguantar más y se había sacado la polla por completo para cascársela mientras la miraba.

—¡Dios!— dijo Mónica sorprendida.

—¿Qué pasa ahora?— Me incorporé para ver que habían hecho y quede petrificado al ver la escena.

—Esto ya es para que los echen del camping, me parece… ¡Joder! No se ni que decir.— farfullaba yo indignado mientras Mónica miraba fijamente la polla del adolescente.

—Qué grande la tiene el criado ¿no?

—¿Eso es lo que tienes que decir? Joder Mónica, ya te vale a ti también.

—No, no es eso, es que me ha sorprendido que nunca había visto una tan grande.

—Vaya, gracias. —dije con indignación.

—No lo entiendas mal, que no lo digo por ti es que, joder, mira el tamaño que tiene.

Volví a mirar de reojo y, bueno, era innegable que el chico estaba muy bien dotado, además la lucia en ristre sin ningún pudor, mientras se la meneaba a un ritmo infernal.

Cuando volví a mirar a Mónica, ella mantenía la atención en la gran polla del chico, se mordisqueaba el labio inferior con cierto deseo y morbo. Sorprendido por su mirada y atención, la observe algo mejor, sus pezones se había erizado y apretaba sus muslos con fuerza mientras hacia un pequeño vaivén con sus caderas.

—¿De verdad te estas poniendo cachonda con la polla de ese niñato?

—¿Qué? ¡No! ¿Por qué dices eso?

—Joder Mónica, mírate, que solo te falta tocarte un poco.

Mónica se sonrojó al instante.

—Pero no es por eso…

—¿Entonces por qué es si puede saberse?

—Es que míralos, diez chavales obsesionados conmigo hasta el punto de meneársela como monos ahí en medio. Me siento alagada…

—¿Alagada? ¿No será guarra?

—Bueno… Un poco.—Contestó con sonrisa picarona.

—¿Y ahora qué? ¿Quieres quedarte hasta que todos terminen?

—Pues…

—¿Lo dices en serio?

—Que ya sé que es raro, pero me da morbo que terminen, no sé. ¿Te molesta?

—No, si lo entiendo, si quieres nos quedamos.

—¡Gracias!— Dijo Mónica efusivamente a la vez que me abrazaba por dar mi consentimiento.

—Bueno, ya veo que molestarte no te molesta mucho…—Comentó con cara de picara al notar mi polla dura contra su tripa.

Entonces fui yo quien se sonrojó.

—Ya que estamos por qué no les echamos una manita con espectáculo…— Dijo una irreconocible Mónica mientas se sentaba sobre mi cuerpo tumbado.

—Sí a ti no te gusta ni que nos oigan.

—Ya pero ahora mismo… no sé, me apetece… ¿A ti no?

—¡Haz lo que quieras sin dudarlo!

Mónica empezó a frotarse contra mi bañador, podía sentir su coño arder incluso a través de ambos trajes de baño.

Los chicos se pusieron como locos al ver esto, y eso hizo que Mónica se excitara aún más. Su movimiento de cadera era cada vez más rápido y agresivo, y sus manos empezaron a jugar con sus pechos, y las mías no tardaron en seguirlas.

De repente los diez chicos tenían sus pollas fuera y a la vista, no se acercaron ni un milímetro, como si supieran que era un juego a distancia que podía terminar si no cumplían las normas. Mónica se volvió loca al ver tanta polla fuera, y, quizás por solidaridad, se quitó la parte de arriba del bikini dejando ver sus grandes pechos.

El bote de sus tetas dejó de tener ningún tipo de restricción y casi con cada rebote una de las diez pollas estalló en una hermosa lluvia blanca en su honor.

El chico de la polla grande aguantó hasta el final como todo un campeón, apretaba su polla con fuerza como si no quisiera que esa paja terminara jamás, pero al final no pudo retrasar más lo inevitable, y su corrida salió con tal fuerza que cayó al lado nuestra, a escasos centímetros de la pierna de Mónica, a la cual le pude notar en la cara que hubiera deseado ser bañada por esa leche.

En cuanto terminaron los chicos se fueron sin decir nada, y un poco después Mónica y yo pusimos rumbo a la tienda de campaña. Ninguno de los dos habíamos terminado, con lo cual teníamos un morbo acumulado que no podía esperar más. Echamos un polvo impresionante que duró horas, y nos dejó tan reventados que no pudimos levantarnos hasta bien entrada la tarde del día siguiente.

Cuando fuimos a comer, el morbo persistía y posiblemente ambos teníamos la esperanza de repetir la experiencia otra de esas tardes, pero unos minutos después nos enteramos que había echado a los chicos del camping por armar escándalo. El resto del día fue muy decepcionante para ambos.

Los días siguientes ni si quiera follamos, era como si nos hubieran arrebatado un juguete nuevo, y francamente estábamos algo jodidos. Esta situación se mantuvo casi hasta la fecha de irnos, pero cuando aún nos quedaban un par de noches descubrimos algo que nos animó, los chicos habían estado acampando en las zonas colindantes del camping, cambiando cada día de sitio para que no los pillaran, y justo ese día se pusieron cercanos a nuestra zona oculta.

Desde que los vimos por la mañana Mónica y yo andábamos nerviosos, deseando volver a la tienda cuanto antes, pero ese día teníamos varias cosas que hacer con lo cual no pudimos volver hasta que el sol ya empezaba a bajar.

Sin decir nada ambos nos dimos prisa en volver, de quedarnos a oscuras y a esa distancia sería imposible mantener contacto visual, así que había que apresurarse.

Cuando llegamos era tarde, no había luz suficiente, y nos deprimimos casi al instante, además en la distancia, en el lugar que debían estar ellos, vimos unas luces, linternas probablemente, dejaban ver a alguien por allí, pero estaban distantes unas de otras y no daban una zona de luz, era como si nos hubieran estado esperando.

Entramos a la tienda cabizbajos.

—¡Joder que putada!— exclamó Mónica.

Yo haciéndome el despistado dije —¿Qué te pasa cariño?

—No te hagas el tonto, que lo sabes, y además tu también querías.

—Ya… Es una putada sí.

Tras unos segundos en silencio pensé en voz alta —Es raro, ¿Verdad? Nos vinimos a escondernos al sitio más apartado para que ni nos oyeran follar, y ahora nos jode que no nos vean.

—Jajaja, si la verdad es que es raro.—respondió ella.—Además, me hubiera gustado enseñar un poco más, y terminar mientras nos miraban…

—Sí yo pensaba lo mismo… pero sin luz… Espera, todavía podemos, solo hay que poner todas las luces que tenemos fuera de la tienda, si están todas juntas darán luz como para que ellos nos vean.

—Sí… pero nosotros a ellos no los veremos.

—Ya es la putada, pero creo que ahora me conformo con eso.

—¡Yo también!— gritó Mónica muy animada.

Rápidamente organizamos el exterior de la tienda, iluminando a conciencia con todo cuanto teníamos a mano y daba luz.

Quedó tan iluminado que incluso dudamos de si no nos vería más gente, pero nuestro enclave privilegiado nos daba la certeza de que solo ellos estarían mirando.

Volvimos a entrar en la tienda para prepararnos.

—Bueno, y cómo quieres que lo hagamos— pregunté a Mónica.

Ella se mordió el labio unos segundos mientras pensaba —No sé…

—Joder, siempre que piensas en la polla de ese chaval te muerdes el labio de forma guarra, al final me pondré celoso.

—Jajaja, que no… si lo he hecho porque estaba pensando.

—Sí ya… Ya sé en lo que pensabas…

—¿Pero por quién me tomas? ¿Qué crees que estaba pensando?—dijo con una sonrisa picantona.

—Estabas pensando en la polla de ese niño, y probablemente en como sería tenerla dentro…

Al oír mis palabras, los pezones de Mónica se volvieron duros como piedras, y un ligero suspiro salio de su boca.

—¡Joder! Así que lo estabas pensando de verdad.

—No, ahora no… Tu me has hecho pensarlo.

—Sí, pero el caso es que te ha dado morbo, y un momento, como que ahora. ¿Cuándo sí lo has pensado?

—Bueno…

—¡Serás guarra!

—Pero que no ha sido nada, es un pensamiento solo, no lo he podido evitar.

—Joder, qué guarra eres Mónica.

Mónica bajo la cabeza arrepentida y vio como mi polla la saludaba asomándose  por encima de la cintura de mi pantalón. Erguida como una estaca me delató.

—¡Serás guarro tú! ¡Que me criticas pero se te pone dura de pensarlo!

Yo miré para abajo y vi mi polla sobresalir. Empecé a reírme sin poder parar y Mónica hizo lo mismo.

—¡Vaya dos! Quien nos iba a decir esto… —Dije entre risas.

Mónica se mordió el labio de nuevo y dijo —Bueno vamos a hacer algo, que no los podemos hacer esperar más y además yo me muero de ganas también.

Dicho esto Mónica se inclino sobre mi polla y empezó a lamerla. La paré un segundo para poder quitarme la ropa y ella aprovechó para hacer lo mismo.

—¿Te lo vas a quitar todo esta vez?— Le pregunté.

—Sí… pero no se si dejarme el tanga al principio…

Mónica jugueteó con su pequeño tanga negro hacia arriba y abajo y al final termino dejándolo puesto.

Volvió a reclinarse sobre mi polla y yo me extendí un poco, ella tuvo que retroceder y su redondo culo salió a través de la cremallera de entrada de la tienda.

—Ummm, es una postura interesante para empezar…—dije.

Mónica miró atrás y vio como su culo salía de la tienda, y varias luces en la distancia apuntaron hacia nosotros. Sonrió y se giró para cerrar la cremallera, dejando solo el hueco que ocupaba su culo.

—Para empezar que solo vean eso…—dijo con malicia.

Volvió a chupar mi polla con pasión, se notaba que estaba muy cachonda por la situación. El éxtasis que me producía con la boca hizo que tardara en darme cuenta que las lejanas luces se iban acercando a nuestra tienda. Cuando me di cuenta estaban a tan solo un par de metros.

—Parece que los chicos querían ver la escena mejor esta vez— dije a la vez que indicaba con un gesto de cabeza a Mónica que se girara.

Mónica miró atrás y vio las luces pegadas a la tienda.

—Déjalos, pobrecitos que con tan poca luz no verían nada desde allí.

—Pues ahora lo verán muy bien.

Cogí los laterales del tanga de Mónica y tire con fuerza, haciendo que su coño se remarcara para deleite de los espectadores, a Mónica le encantó que lo hiciera.

—Cuando quieres quitarte el tanga…

—En un poco… que sufran un ratito… ¡Ups!

—¿Qué pasa?

—Parece que no quieren sufrir más…

—¿Qué?

—Me están intentando quitar el tanga…

Ambos nos quedamos unos segundos en silencio sin saber bien que decir, no contábamos con que llegaran a acercarse tanto pero tampoco contábamos con el morbo que nos dio que pasara.

—¿Quieres que los pare?— Preguntó ella entre dientes.

—Haz lo que quieras, a mi me parecerá bien…

Mónica me miró a los ojos un momento e hizo dos pequeños balanceos a los lados.

—¿Qué? ¿Qué pasa?— pregunté.

—Que ya no tengo el tanga…

—Ufff, ¡Joder!

Agarré la cabeza de Mónica y le obligue a tragarse mi polla por completo.

Tras unos segundos Mónica empezó a chupármela de forma distraída, y unos leves gemidos entrecortaban su respiración.

—¿Qué pasa ahora? ¡Dime!— Dije expectante.

—Que me están tocando y… ¡Joder! UHF ¡Joder!

—¡¿Qué?!¡¿Qué?!

—Joder… alguien me está, me está comiendo el coño ummmm…

—Ven aquí, ¡Chúpamela!

Mónica me la chupaba entre gemidos, mientras una cierta preocupación y celos competía en mi interior contra el mayor morbo que había sentido en mi vida.

Y antes de poder tomar una decisión propia, otro la tomó por mí.

Mónica saco mi polla de su boca y dio un lento alarido de placer, sin decirme nada supe que otro tío se la estaba metiendo.

Mónica dejó descansar su cabeza sobre mi polla mientras yo observaba como una sombra chinesca crecía y menguaba a la vez que Mónica se balanceaba a delante y atrás sobre mi verga.

Cada vez el movimiento era más rápido y los gemidos de Mónica más continuos, hasta que un par de embestidas en seco indicaron que la silueta de fuera de la tienda había terminado de follarse a mi novia.

—¡Ostias! El coño me chorrea, me lo ha echado todo dentro.

—¡Hijo de Puta! No se ha puesto condón.

—Me da igual me encanta sentir como me chorrea del coño su leche.

No sabía que decir, la frase de Mónica me dio tanta ira como morbo, pero nuevamente no fui yo quien tomó la decisión de que hacer. Una nueva sombra se colocó tras Mónica y las embestidas empezaron de nuevo.

Este fue rápido y directo, y también le echó todo dentro sin la más mínima preocupación.

No había reaccionado aún cuando una tercera sombra se posicionó, pero esta vez la cara de Mónica cambió.

—¡Joooder!

—¿Qué pasa?

—El hijo de puta me la está metiendo por el culo.

—¿Estás bien? ¿Lo paro?

—¡Ni se te ocurra! Deja que me folle lo que quiera, que me follen todos lo que quieran.

No dije nada, solo calle y mire la escena, observé como este se corría en su culo y el siguiente en su coño, otro par más lo hicieron en su culo de nuevo. Hubo un momento que ya ni sabía cuantos se la habían tirado. No sabía cuanto seguiría esto, diez adolescentes salidos con pausas tan largas entre turno y turno… podrían estar repitiendo durante días, y no sabía si tendría que ponerle fin o simplemente esperar el tiempo que fuera necesario, pero entonces supe que el final había llegado.

Tras otra corrida en el interior de mi novia, una nueva silueta se colocó tras ella. A diferencia de las demás se tomó su tiempo, y su primera embestida fue lenta y calmada.

La cara de Mónica cambió una vez más, y esta vez si que no podría describirla.

A pesar de haber sido follada por quien sabe cuantos, y tener el coño más abierto que nunca antes en su vida, a esta polla le costaba entrar. La mezcla de dolor y placer que le producía la hacía temblar sobre mi polla, que se mantenía durísima bajo su cara. Mónica empezó a mordérmela para aguantar la entrada de la verga gigante en su coño.

En ese momento fue en el único que tenía claro quien estaba al otro lado, y Mónica también lo sabía, y era evidente que lo disfrutaba más que con ningún otro.

Mónica cerró los ojos y disfrutó de cada centímetro del poderoso pene que la taladraba hacia un pozo de placer. Cuando entró por completo, Mónica llego al cielo, al éxtasis, y a cada sinónimo de placer que existe en todos los idiomas. Mientras la polla salía de ella su cara mostraba alivio y tristeza por dejar de estar llena de esa carne tan preciada, pero pronto volvía a estarlo, y cada vez con menos visitas más rápidas y seguidas.

Las caderas de Mónica danzaron con ese ritmo del demonio hecho polla, y se entregó por completo a él.

Aguantó el orgasmo cuanto pudo y esperó a sentir rebosar su coño de leche del semental para dejarlo escapar.

Su orgasmo fue brutal y la presión y el movimiento de su cabeza en mi polla hizo que yo también estallara al verla rebosar de placer a ella.

Cuando la última sombra terminó, todos se retiraron y mi novia al fin pudo descansar y dejar la postura de perra que había mantenido corrida tras corrida. Con un último esfuerzo cerró y apretó sus piernas para evitar que el semen de su último amante se escapara de su interior.

Dormimos, soñamos, y descansamos muchas horas hasta volver a despertar. Apuntamos en silencio un par de horas sin saber como hablar después de lo ocurrido esa noche, pero con solo mirarnos y ver nuestra mutua felicidad en el rostro pudimos seguir adelante sin siquiera tener que mencionarlo.

Pasamos un día tranquilo, como nos merecíamos. Los chicos ya no estaban allí cuando salimos, quizás se habían cambiado para este nuevo día, y quien sabe, podía quedar otra visita sorpresa.

Fue entonces cuando nos encontramos con una de tantas parejas con las que nos habíamos cruzado en el camping, de esas con las que cruzamos palabras en alguna ocasión.

—Hola pareja— dijo el chico —¿Os enterasteis de lo que pasó ayer?

Por un momento Mónica y yo nos miramos asustados, nadie iba más allá del hola en el camping si no era para hablar del tiempo o una noticia importante, y que iba a decir si no que sabía lo que hicimos la noche anterior.

—¿Qué pasó…?—Dijimos Mónica y yo titubeantes.

—Pues resulta que a los chicos que echaron el otro día del camping habían estado acampando ilegalmente fuera del vallado, y ayer los pillaron por la tarde y les han hecho dormir a todos en comisaría. Desde luego se lo tienen merecido.

Dicho esto la pareja se alejo despidiéndose con la mano. Mónica me miró en silencio unos segundos.

—Y entonces… ¿Ayer quien me…?

FIN