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De la violación al placer

en Amor filial

Mi nombre es Kike y esta es la historia de como sobrepasé los límites de morales y establecidos hasta el punto más oscuro que jamás me hubiera imaginado.

Hoy día tengo 28 años pero esto sucedió hace mucho tiempo atrás cuando tan solo tenía 14. Por aquel entonces vivía con mis padres y mi hermana en un piso bastante grande.

Las relaciones familiares eran normales, como las de cualquier otra familia, todos convivíamos con roces y cariños asociados a nuestro parentesco hasta que llegó un largo y caluroso verano.

Mi hermana al ser mayor que yo y tener ya 18 años fue a hacer Inter-rail por toda Europa durante 2 meses, mis padres estaban muy preocupados porque se fuera pero no lo impidieron. Por otra parte mi padre se fue a un retiro espiritual, por llamarlo de alguna manera, estuvo allí un tiempo similar al que mi hermana estuvo fuera, un par de semanas más ya que ella volvió antes de tiempo.

El caso es que entre unas y otras mi madre y yo nos quedamos solos en casa, cada uno hacía su vida y nos veíamos en las comidas, como ya era costumbre el resto del año. Cada noche después de cenar yo daba una vuelta con los amigos, algo corto ya que era pequeño como para que mi madre me dejara estar en la calle hasta muy tarde, llegaba sobre las 12 de la noche siempre y mi madre estaba dormida en el sillón con la tele encendida, yo la despertaba y la mandaba a su cuarto para que se echara allí y me quedaba viendo la tele con la esperanza de que hubiera algo guarro en alguna cadena, pero eso solo pasaba los viernes.

Los primeros días ese fue el curso de la historia hasta que todo cambió cuando mi madre dejó de madrugar para ir a trabajar, sus vacaciones supusieron un control más exhaustivo de mi vida y de mi sueño, pero aún así me quedaba hasta tarde viendo la tele, eso si con ella al lado.

Unos días en esta situación y con la constante presencia de mí madre en casa supuso que no me masturbara ni una sola vez, cosa que no tardó en alterarme ya que en aquel entonces me masturbaba cada día incluso alguna vez lo hacía dos veces.

La testosterona acumulada no tardo en hacer efecto en mí, estaba todo el día con el pene como una barra de hierro, mi pensamiento se nublaba, veía atractivas a vecinas que nunca me habían gustado y las madres de mis amigos se convirtieron ante mis ojos en bellezas sublimes dignas de recordar en momentos solitarios, pero por desgracia no tenía esos momentos de soledad.

Para mí era todo ser viviente objeto de deseo, tanto que hasta note cierto morbo al mirar a algún amigo con rasgos más afeminados, pero sin embargo mi madre seguía siendo mi madre, no veía nada sexual en ella, pero eso pronto cambiaría.

Una tarde, en plenitud de mi calentura y con una temperatura climática también elevada, mi madre entró en el salón, donde yo me encontraba, muy ligera de ropa, llevaba un pequeño camisón de verano muy holgado por el paso del tiempo, lo que hacía también que su tela estuviera desgastada dando como resultado una prenda perfecta para estar cómodo y no pasar calor a la vez que también producía un gran morbo con el juego de dejar entre ver la silueta de su cuerpo. Sí, su cuerpo, nunca antes me había fijado en él, era un cuerpecito pequeño en estatura, no le faltaba grasa pero tampoco le sobraba, tenía simplemente un cuerpo de madre, pero de la típica madre que cualquier amigo querría ver a solas un par de horas. Sus pechos del tamaño de dos pequeñas mitades de cocos terminaban en un pezón notable que se veía con claridad en la silueta de su camisón, lo miré tan atentamente que incluso me pareció ver con claridad la diferencia de tono entre su piel y su pezón. Bajando un poco el camisón se pegaba a su cuerpo, sin duda por el sudor que tanto calor producía, mostrando las curvas entre su cintura y sus caderas, desde allí circunvalando sus muslos se unían dos arrugas de su ropa formadas por el movimiento de sus piernas al andar y que desembocaban en un hermoso triángulo que abultaba la zona donde su bello púbico se guardaba, y aunque tenía dos capas de tela encima, podía ver con claridad que alguno de sus pelos había logrado atravesar las dos barreras para asomar su negra presencia por encima de la ropa de mi madre. Sus piernas se extendían no demasiado largas hasta el suelo, pero con un grosor que hacía que se me antojase perderme en ellas.

Tras ese repaso a todo el cuerpo de mi madre, la miré a la cara pero esta vez no fue como las otras, en esta ocasión descubrí a mi madre como algo más que un familiar, la vi como a una mujer, una mujer que resudaba sexo por cada poro de su piel. Sus labios ahora eran carnosos en lugar de amables, sus ojos lascivos en vez de compasivos, y su expresión de deseo y no de cariño. Esa era la nueva forma en que veía a mi madre, y por más que la miraba no volvía a cambiar.

Embobado en ella, mire como su cabello rubio bajaba sobre sus hombros hasta su pecho, con un movimiento de cabeza lo aparto hacia atrás dándome una imagen aún más morbosa para mi fantasía.

Mi madre se dio cuenta de que la observaba atentamente, - ¿Ocurre algo?- preguntó, pero le dije que no era nada, solo que me había quedado inmerso en mis pensamientos.

Ella se sentó en un sillón junto al que yo estaba, frente a ambos había un ventilador que oscilaba de uno a otro, cada vez que lanzaba su aire hacia ella cerraba los ojos y suspiraba mientras su pelo ondeaba suavemente.

Mi mente paso a estar más nublada de lo que había estado nunca, no se si sería el calor o el estar muchos días sin autosatisfacerme, pero empecé a desear follarme a mi madre, y no solo lo deseaba de una forma normal, iba más allá, quería poseerla como fuera y en ese mismo instante.

Muchas veces todos tenemos un impulso similar al que yo tuve en aquel momento, el impulso de hacer algo que cambiará nuestras vidas para siempre, ya sea pegar un puñetazo a alguien que pasa o saltar de una ventana y poner fin a todo, sea como sea es algo que pasa por un segundo pero se va, sabemos que es algo que no debemos hacer. Alguna vez llevamos el pensamiento un poco más lejos y lo planteamos como una posibilidad real, nuestro corazón se encoge y nos paralizamos, deseamos lo que no debemos hacer pero no nos atrevemos, pero a veces, y solo a veces, una persona da el paso, va más lejos, después de haberlo pensado o en la mayoría de los casos, como el mío, sin pensarlo dos veces, y entonces pega a un tipo, salta al vacío o como en mi caso, se abalanza sobre otra persona contra su voluntad.

Así fue como sin darme cuenta me había lanzado sobre mi madre y le estaba quitando el camisón a tirones mientras intentaba sacar mi miembro para abusar de ella.

Mi madre se resistía como podía, pero ya en aquel entonces yo tenía más fuerza que ella y no pudo hacer nada para impedirlo. Rajé su camisón por la mitad dejando al descubierto sus senos, y empecé a lamerlos lascivamente mientras mi madre gritaba que parara. Los mordía como hacía años que no lo hacía, no tenía esos hermosos pechos en mi boca desde mucho antes de mi primer recuerdo, pero ahora si que lo recordaría para siempre.

Logré sacar mi polla de los pantalones cortos que yo llevaba y como pude me los quite del todo. Al tenerla fuera cogí a mi madre de los pelos y llevé su cabeza hasta mi verga, intenté meterla en su boca, pero no la abría, solo lograba restregarla con sus labios y sentir la muralla de su dentadura a mi paso.

Visto que me sería imposible obtener una mamada de ella baje yo y de un tirón le saque las bragas, cuando vi esa gran cantidad de pelo negro sobre la raja de su coño no pude evitar hundir mi boca lo más que pude entre sus piernas. El sabor de su coño era indescriptible, nunca había probado nada igual y ahora que lo había hecho no quería parar nunca. Mi lengua entraba como podía mientras mi espalda recibía arañazos de las uñas de mi madre.

Me incorporé y agarré sus muñecas, sus piernas hacían fuerza por cerrarse pero estaba suficientemente metido en ellas como para que sus esfuerzos fueran en vano, así que lentamente fui acercando mi polla a la entrada de su cuerpo.

-Por favor no lo hagas, por favor- No paraba de repetirlo una y otra vez mientras mi pene volvía a entrar al lugar de donde había salido, y su coño lo recibió húmedo a pesar de la resistencia.

Me abrasaba más y más a cada centímetro de mi sexo que entraba en ella, me ardía la polla en su interior dándome más placer del que pensaba que se podía recibir, al meterla del todo mi verga casi explota pero pude contenerme y disfrutar un poco más del momento. Empecé a sacarla y meterla cada vez más rápido mientras que mi madre empezó a llorar de impotencia, sus piernas fueron dejando de hacer fuerza contra mí, parecía haber entendido que la usaría a mi antojo y que no podía impedirlo. Una vez cedió por completo me la pude follar más rápido y fuerte y noté que no tardaría en correrme, sin duda ella también se dio cuenta, -No te corras dentro por favor, sácala, solo te pido eso, sácala por favor- decía una y otra vez, pero hice caso omiso a sus peticiones y comencé a correrme dentro de ella lo cual hizo que llorara aún más mientras yo gritaba de placer.

Cuando vertí toda mi leche en su interior me separé de ella y fui a mi cuarto.

Al llegar a mi cuarto me di cuenta de lo que había hecho, el mundo se me vino encima, no sabía que iba a pasar ahora. No salí en el resto del día de allí, esperaba que llegara la policía o aún peor mi padre, pero no sucedió, no pasaba nada, en toda la tarde solo escuché a mi madre ir a darse una ducha al baño y llorar hasta dormirse, yo no podía pegar ojo, daba vueltas sin parar hasta que caí derrotado en algún momento entre las 5 y las 6 de la mañana.

Al día siguiente me desperté sin estar muy seguro de si había soñado todo o había sido real. Salí sigilosamente de mi habitación y fui al baño a enjuagarme la cara, -¿Vas a desayunar?- preguntó mi madre, me quedé atónito, su voz parecía normal, sin duda todo había sido un sueño, muy real pero un sueño al fin y al cabo, respiré tranquilo y fui a desayunar con mi madre.

El desayuno fue de lo más normal, hablamos como siempre sin nada raro, aunque tras el sueño de esa noche la miraba de forma diferente, el morbo que había sentido seguía presente pero yo no estaba tan salido.

Una vez que terminamos de desayunar recogí los platos y los dejé en el lavavajillas, mi madre fue a su cuarto mientras tanto. Tras limpiar todo cogí unas servilletas de papel de la mesa y las tiré a la basura, pero entonces vi algo que no esperaba, al abrir la basura vi un pequeño trozo de tela que me sonaba demasiado, tiré de él y saqué el camisón de mi madre roto en dos, tal y como yo lo había dejado, no había sido un sueño, todo fue real.

De nuevo la intranquilidad volvió a mi mente, no sabía que hacer, como comportarme, que decir, pero entonces comprendí que ya había pasado eso, había desayunado con normalidad con mi madre sin ningún problema, ella lo había hecho así y tal vez lo mejor era dejarlo todo como estaba, la idea me pareció buena así que seguí con normalidad sin hacer nada extraño.

Fui a mi habitación, desde ella si dejaba la puerta abierta veía a mi madre en la suya, estaba ordenando algo en un cajón y podía ver su culo desafiante cada vez que se agachaba a colocar algo.

De nuevo empecé a ponerme muy caliente, pero esta vez quería pararlo, las cosas no podían seguir así, y lo mejor era hablarlo con mi madre para que todo pasara. Me levanté y me dirigí hacia su cuarto.

-Mama…

-¿Si cariño?

-¿Podemos hablar?

-Claro, ¿de qué?

-De lo que paso ayer.

-¿Y qué pasó ayer?

-Lo sabes muy bien, no hagas como si no hubiera sucedido.

-No se de que me hablas yo no recuerdo nada.

Mi madre se empeñaba en negar todo, decía que no había pasado nada una y otra vez sin importar lo que yo dijera.

-Mama, ¡¡ayer te violé!!

-No digas esas cosas.

-Tengo que decirlas porque son ciertas, no se porque haces como si nada, yo no puedo, no puedo dejar de pensar en ello.

-Déjate de tonterías por favor, no me gusta que digas cosas así.

-¿Cómo puedes negar que pasara?

-Porque no pasó nada.

-¿Y de esto tampoco te acuerdas?

Saqué mi verga empalmada y señalé hacía mi madre con ella.

-Guárdate eso por favor.

-No hasta que no lo hablemos.

-No hay nada de que hablar, paso y ya está, eres mi hijo y no voy a dejar de tratarte como tal por una tontería así, ahora por favor guárdatela y no menciones esto nunca más.

Tras estas palabras me quedé clavado, no sabía que decir, simplemente guarde mi polla mientras pensaba en lo que había dicho mi madre. Para ella lo que hice no había sido grabe, solo una tontería, y no por eso dejaría de tratarme igual. Entonces comprendí que por mucho que hiciera ella no haría nada para solucionarlo, estaba a mi disposición aunque fuera por la fuerza, no había nada que temer.

La polla se me puso durísima con estos pensamientos, mientras mi madre despistada y sin imaginar lo que pasaba por mi mente se puso de espaldas a mí para doblar algo sobre la cama, y al ver su culo en esa postura todo pasó muy rápido de nuevo.

Saqué mi verga dura e hinchada y bajé a mi madre metiendo la mano bajo su camisón las bragas de un solo movimiento, ella no pudo ni gritar de la sorpresa, porque sin darse cuenta ya tenía mi polla bombeando en ella.

-No otra vez no- gritaba, pero yo no la oía de nuevo, simplemente me la follaba con fuerza, no tenía intención de parar, ella no tardo en resignarse y llorar mientras me dejaba hacer.

Una vez más al notar que iba a correrme me pidió que la sacara pero no tenía intención de hacerlo. –Por favor, dentro no, en cualquier sitio menos ahí- me dijo y eso me dio una idea clara de donde quería hacerlo.

-Vale, entonces en la boca.

-No por favor, no me pidas eso.

-Tú eliges, ¿el coño o la boca?

Mi madre entonces se giró como diciéndome que había tomado la decisión así que dejé que se diera la vuelta y se arrodillara, una vez así abrió un poco la boca, muy poco pero lo suficiente para que de una arremetida contra su cara entrara la mayor parte de mi polla en su boca.

Empecé a bombear hasta su garganta, ella tenía hasta arcadas de lo violento que lo hacía, pero tenerla en su boca me proporcionaba demasiado placer como para parar, así que no lo hice hasta correrme por completo en su boca y hacer que se lo tragara.

Volví a mi cuarto como el día anterior pero esta vez los remordimientos no estaban, me di cuenta que nunca me había arrepentido, solo había tenido miedo a las repercusiones, pero ahora que sabía que no habría ninguna mi conciencia no me daba problemas.

Ese día volví a escuchar a mi madre llorar en la ducha y por la noche en su habitación hasta dormir.

Al día siguiente todo se desarrollo una vez más como si no hubiera pasado nada, ese día ella pudo estar tranquila hasta la noche.

Cuando fue a dormir seguro que pensaba que se había librado pero ese día tenía unos planes especiales. Aunque ya me la había follado en su cuarto no lo había hecho sobre su cama, me daba mucho morbo follármela allí, sobre la cama que me concibieron y en la postura del misionero, como lo había hecho mi padre 14 años antes, así que al poco de acostarse aparecí en su cuarto y empecé a follármela una vez más.

Noche tras noche esto se repetía, algunos días la usaba más de una vez, una por la mañana y otra por la noche, ahora las pajas me las hacía dentro de mi madre.

Con el paso de los días mi madre paso de resignación a aceptación completa, me esperaba cada noche y cuando la cogía por sorpresa a otra hora ella misma se quitaba las bragas.

Un día me llevé una gran sorpresa al escuchar un leve gemido de sus labios, note que ya no solo lo aceptaba, empezaba a disfrutarlo y eso me daba aún más morbo, obligarla había estado muy bien, pero ya no tenía ni que hacerlo así que la alternativa de que ella lo deseara se hacía apetecible.

Empecé a preocuparme más de su disfrute, le comía el coño intentado notar en la forma que le daba más placer, ella se mordía los labios para no gemir, pero a veces se le escapaba. Antes de darme cuenta empezó a mover el culo mientras la penetraba y ya no tapaba tanto sus gemidos.

El tiempo había pasado rápido y por sorpresa mi hermana llegó unos días antes de cuando la esperábamos. Esto era terrible para mí, suponía que ya no podría disfrutar más de mi madre, había planeado una gran despedida follando el culo a mi madre para un día antes de que mi hermana volviera pero ya era imposible, me había jodido por completo.

Esa noche tras la cena nos acostamos cada uno en su cuarto, yo estaba inquieto, no podía dormir, había perdido el sueño de cualquier niño de 14 años, sexo cuando quería.

Todo estaba perdido y ni si quiera había podido follar el culo de mi madre.

De repente la puerta de mi habitación se abrió, mi madre pasó dentro y cerró la puerta tras de sí. La luz estaba apagada así que no la veía con claridad pero ella levanto mis sabanas y bajo mis pantalones con suavidad, después se colocó sobre mí y tomó mi polla introduciéndola en su ardiente coño. Empezó a moverse rítmicamente, era la primera vez que era ella la que se colocaba encima ya que siempre llevaba yo la iniciativa, no podía creer lo que estaba pasando.

Alargué mi mano para encender una pequeña lámpara de mi mesita de noche, al hacerlo pude ver a mi madre con claridad, estaba más preciosa que nunca, se había arreglado, incluso maquillado un poco, el camisón que llevaba era un picardías rojo y negro semitransparente.

No podía dejar de mirarla a los ojos mientras ella me montaba.

-Hoy puede que sea la última vez que hacemos esto, ¿Hay algo que te gustaría hacer?

-Sí, sí

-¿Qué quieres?

-Metértela por el culo.

-Como sois todos los hombres, eso no lo ha conseguido ni tu padre en todos los años que llevamos casados.

-Pero por favor, hoy es el último día que lo hacemos.

Mi madre me miró y sonrió, sacó mi polla de su sexo y quedándose en la misma postura lo colocó en las puertas de su culo. Poco a poco fue echando su peso sobre mi polla que empezó a abrirse paso hacia esa nueva zona del interior de mi madre. Al entrar empezó a moverse metiéndola y sacándola mientras se tocaba el clítoris, pareció gustarle bastante porque esta vez no pudo disimular los gemidos lo más mínimo, gritaba de placer tan fuerte que debió despertar a más de un vecino.

-Me corro, me corro- gritaba mi madre.

-Si hazlo zorra, ¡¡correte!!

-Ahh Ahhh Aaahhhhhh!!!!!!

Mi madre empezó a correrse con tal violencia que casi me parte la polla en dos, pero la sensación fue maravillosa.

Al terminar me miro y se la sacó del culo.

-Ahora correte tu, quiero que te corras en mi coño.

-¿Qué? Lo dices en serio.

-Sí hoy quiero volver a sentir tu leche en mi coño por última vez.

Se la volvió a meter en el coño y empezó a mover sus caderas como una auténtica puta, estar tan cerca del orgasmo sin ser yo quién lo propulsara era algo nuevo para mí, y me daba un placer como nunca antes había tenido.

-Me corro mama, ¡¡Me corro!!

-¡Sí hazlo, sí! ¡Todo dentro de mí!

Empecé a tener la mejor corrida de mi vida hasta entonces, sin que se saliera ni una sola gota de mi madre, toda mi leche se quedó dentro de ella y taponada por mi polla porque no se la sacó, simplemente se echó sobre mí y me abrazó.

Estuvimos así al menos diez minutos, y después ella se colocó a mi lado de espaldas a mí, tomó mi polla aún dura y se la introdujo una vez más para quedarse dormida con ella dentro.

Unos minutos después mi madre estaba dormida y yo intentaba mantener mi polla bien dura en su interior, mis parpados fueron cayendo y el sueño comenzó a apoderarse de mí. Por un momento justo antes de dormirme juraría que vi una silueta en mi puerta observándonos, como si hubiera estado allí durante largo rato para desaparecer cerrando sigilosamente la puerta.

Al día siguiente desperté y mi madre ya no estaba al lado, todo volvía una vez más a la normalidad y esta vez parecía que sería para siempre, o al menos eso pensaba yo