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De hijo a amante

en Amor filial

La siguiente historia es una historia real que sucedió a una lectora de todorelatos, ella misma me pidió que la escribiera tras leer otro relato mío, así que me la contó a grandes rasgos y dejó la parte creativa a mi parecer.

Este relato no será el único real que escriba, puesto que esto no me sucedió a mí, pero de momento si os digo que este lo es.

Por último decir que lo escribo como si fuera ella, en homenaje a su protagonista a la que espero que le guste leer este relato tanto como a mi me ha gustado escribirlo.

 

Me llamo Luisa, tengo 39 años, y soy madre viuda desde hace 8. En este tiempo mi vida a cambiado mucho más de lo que jamás hubiera imaginado, todo por mi amor hacía mi hijo, un amor que traspasa las barreras del maternal y se convierte en el mayor sentimiento más profundo que nunca he sentido por nadie, mi hijo ahora ocupa el puesto del que fue su padre, pero para entenderme tengo que contar la historia completa.

Mi marido murió cuando mi hijo, Juanito, tenía 10 años, yo tenía entonces 31. La pérdida de mi esposo me causo un dolor indescriptible, y además me dejó sola con un hijo que debía criar, cuidar, alimentar, educar… ¿Cómo podría hacer todo eso? No me sentía preparada, aún era pequeño pero pronto crecería sin la influencia de su padre, no sabía como tratarlo.

Los primeros días tras nuestra perdida, no podía conciliar el sueño, me sentía muy sola en la cama, mi hijo venía cada noche conmigo, más por acompañarme que por no estar solo, aunque era pequeño sabía que su madre le necesitaba. Fue así como nos acostumbramos a dormir siempre juntos, él me abrazaba fuerte las noches que lloraba, me consolaba como si el fuera el adulto de los dos. Al llegar el verano empezamos a dormir con menos ropa, no me pareció nada malo, Juanito era aún muy pequeño y no veía eso como algo sexual.

La vida siguió, y tomamos como costumbre dormir juntos, también nos acostumbramos a estar desnudo el uno ante el otro, al fin y al cabo yo era su madre, no debía importar, pero los años pasaron y Juanito se fue convirtiendo en Juan. Cumplió casi sin darme cuenta los 15 años, a esa edad los niños están muy interesados por el sexo, incluso antes, pero Juan no me mostró especialmente interesado por el tema, al menos no que yo le notara.

Juan en esa época ya media 1,75, igual que ahora, llevaba su pelo negro corto pero no rapado, y estaba algo más delgado que ahora, aunque no estaba a ni flaco ni gordo. Su pubis mostraba ya los pelos de la pubertad, no eran espesos aún pero se le veía una sombra negra notable. Su pene era de buen tamaño en relajación, no sabía como podía llegar a ser de grande, tampoco me lo planteaba, hasta aquel día…

Estábamos en vacaciones de verano, como de costumbre fuimos a dormir, como cada verano nos quitábamos la mayor parte de la ropa. Ese día el calor era especialmente fuerte, Juan se despojó de toda su ropa, no era la primera vez que lo hacía, muchas veces habíamos dormido desnudos ambos, pero ese día yo me deje las braguitas.

Durante la noche me desperté al sentir a Juan murmurar. Me giré y ví que estaba empalmado, nunca lo había visto así antes, la tenía más grande de lo que imaginaba. Juan parecía estar soñando algo muy real, y por la situación erótico. Quedé petrificada y simplemente lo observe, no quise despertarlo, así que volví a girarme, pero no podía dejar de ver su polla empalmada en mi cabeza, hacía ya cinco años que no tenía ningún tipo de relación, tampoco me masturbaba, me había olvidado completamente del sexo, pero la polla empalmada de mi hijo trajo a mi esos deseos olvidados. Intenté centrarme en otro tema, pero no lo lograba, me sentía excitada pero quería controlarme. De repente la polla de mi hijo estalló, comenzó a correrse y puesto que el miraba hacia mí y yo le daba la espalda, no tardé en sentir su semen caliente contra mi culo, empapándome las bragas. El tacto del semen caliente de mi hijo sobre mi culo hizo que mi ropa interior se mojara aún más pero esta vez no era el quien las humedecía.

Juan descargó todo sobre mí, pero pareció no despertarse, quizás abrió los ojos por un segundo, pero ni se inmutó. Me deslicé fuera de la cama, intentando que no lo notara, recogí los restos de semen que pude con mis manos, y fui al baño.

Una vez allí levanté la tapa de WC y dejé caer el semen que llevaba en mis manos, lo note resbalar entre mis dedos, aún caliente y muy pegajoso. Después me quité las bragas, parte del semen estaba justo sobre ellas y al bajarlas se fue deslizando por la rajita de mi culo hasta ir a parar a la entrada de mi sexo. Al sentirlo me escandalicé un poco, -el semen de mi hijo en mi coño- pensé, y sin pensarlo fui a retirarlo con mi mano sin reparar en que aún quedaban restos del que había echado al WC. Al sentir esa cantidad de semen en mi vagina volví a humedecerme, tuve un pequeño pellizco de placer, parecido a un orgasmo pero ínfimamente menor. Para reponerme tuve que sentarme en el inodoro, me quedé en blanco por un momento hasta que empezaron a venir a mi cabeza imágenes de la polla de mi hijo empalmada, explotando sobre mi culo, llenándome de sus flujos, y sin darme cuenta había empezado a masturbarme con la mano llena de mi hijo, sintiendo su calor en mi coño, de entre mis piernas subía un olor mezcla entre el suyo y el mío, ya había olvidado lo que me gustaban esos olores. Coloqué la otra mano sobre uno de mis pechos y atrapé mi pezón con los dedos, y empecé a jugar con él, me di cuenta entonces que también tenía restos del semen de Juan en esos dedos y sin poder evitarlo me los llevé a la boca. Al saborear a mi hijo en mi paladar entré en éxtasis, cerré los ojos y estiré el cuello, mientras bajaba de nuevo mi mano hacia mis pechos. Al abrir los ojos y bajar la mirada me ví por primera vez reflejada en el espejo, me dio tanto morbo verme masturbándome con los flujos de Juan que tuve un orgasmo casi al instante.

Quedé sentada en el WC por unos minutos, intentando asimilar lo que acababa de hacer, quise pensar que solo se debió a un arrebato momentáneo, que era algo aislado que había ocurrido por la falta de sexo en 5 años. Me limpié bien y regresé a la cama sin darme cuenta que ya no llevaba las bragas.

A la mañana siguiente Juan se despertó algo extrañado:

-Juan: Mama, la cama está pegajosa, y yo también

-Luisa: No es nada Juan, eso es que se te escaparía un poco de pis anoche

-Juan: ¿Pis?, esto no es pis

-Luisa: Bueno, a ver Juan, los hombres a veces mientras dormís echáis un poco de semen, pero no pasa nada, es muy normal, por eso lo notas pegajoso

-Juan: ¿Semen? ¿Te refieres a una corrida?, ¿Pero no hay que hacer algo para que eso salga?

-Luisa: Sí, pero a veces sale porque sí, sería por algún sueño que tuviste anoche, nada más, no te preocupes y no le des más vueltas.

-Juan: Vale

Cuando me levanté de la cama Juan descubrió que yo no llevaba bragas, en ese momento me miró de arriba abajo y ví como su pene volvía a crecer, él se levantó rápidamente y se vistió.

No quise dar más vueltas a nada de lo ocurrido, decidí seguir con la normalidad, con nuestra normalidad, no quise ocultarme ni nada parecido, no quería que Juan notase nada raro en mí, y tampoco que se sintiese incomodo por lo que había pasado.

Todo el día transcurrió como siempre, pero noté que Juan me miraba diferente, no paraba de mirar hacia mis pechos, y también le note mirarme el culo un par de veces, por un momento pensé que tal vez en su sueño de la noche anterior no saliera una de sus compañeras de clase, al fin y al cabo me veía desnuda cada día, para un chico de su edad eso podía suponer su mejor opción frente al porno. Pero quise borrar ese pensamiento de mi cabeza.

Esa misma noche al ir a la cama volví a dejarme las braguitas puesta, Juan se desnudó de nuevo, todo parecía tan normal como siempre con la excepción que por alguna razón no podía dejar de estar excitada. No paraba de moverme en la cama, intentaba no mirar a Juan ni a su pene, pero sin darme cuenta en uno de mis movimientos me acerque demasiado a ambos. La polla de mi hijo dio de lleno contra mis nalgas, estaba erecta y dura, la sentí con total claridad. Mis bragas volvieron a trasparentarse a la altura del coño, y un fuerte olor a mí subió hasta mi alcance y por supuesto hasta el de Juan. Él no dijo nada pero se giró quedando boca arriba y empezó a acariciar su miembro, lo hacía suavemente para que yo no lo notará, pero en ningún momento me engañó. Tuve que morderme los labios para no empezar a masturbarme allí mismo, así que me levante y fui al baño como el día anterior, nada más entrar comencé a tocarme pensando en la polla de mi hijo, no pensaba si estaba bien o mal, solo lo hacía, era la imagen que tenía en mi cabeza y la que me daba placer. Después volví a la cama, Juan se había dormido, parecía haberse calmado también. Al echarme en la cama quede convencida de que se había relajado ya que mi sitio estaba inundado pos su corrida. Me manché todo el culo, pero estaba tan cansada que no quise limpiarme, además me gustaba sentir su semen pegado a mí.

Mantuvimos esa situación unos quince días más, para entonces ambos estábamos bastante excitados durante todo el día, ansiábamos la llegada de la noche para masturbarnos cada uno pensando en el otro, pero a mí eso ya no me bastaba, en esos pocos días había tenido que pasar a masturbarme tres veces antes de acostarme, y cada vez se me hacía más difícil controlarme.

Decidí que aquella noche todo sería distinto, me masturbaría con él en la cama, eso no hacía daño a nadie y tal vez apaciguaría más mis ganas.

Le esperaba echada en la cama, llevaba las braguitas puestas y nada más. Juan entró en la habitación y se desnudó completamente ante mí, él también parecía estar más descarado ya que mostró su erección sin ningún problema frente a mi cara.

Se acostó a mi lado, más pegado que de costumbre pero sin tocarme, yo estaba cachondísima, no quise esperar más para meter la mano en mis bragas, pero al primer roce de mis dedos en mi coño me puse tan guarra que se nublo mi juicio y restregué mi culo por toda su polla, él sin dudar se lanzó hacia mí y apretó su verga en mi culo mientras magreaba mis tetas. Me giré hacia él y empezamos a besarnos, tome su polla en mis manos y la acaricié con delicadeza.

-Luisa: ¿Te has acostado con alguna chica ya?

-Juan: No, nunca

-Luisa: No te preocupes, yo te diré que hacer

Me quité las braguitas y le dije que se pusiera sobre mí, él se colocó con cuidado y puso su pene cerca de la entrada de mi vagina, intentó meterla pero falló, así que la tomé con mi mano y la situé para que no tuviera problemas. Al apretar de nuevo entró bastante, mi coño llevaba mucho cerrado y el no fue suave así que di un pequeño grito, pero el morbo de tener a mi hijo dentro de mí de nuevo hizo que lo aguantara sin problemas.

Juan empezó a follarme, cogíó ritmo rápido y antes de darme cuenta se estaba corriendo dentro de mí.

El pobre quedó destrozado, así que dejé que durmiera abrazándome aunque me quedé sin mi orgasmo.

 

A la mañana siguiente me desperté antes que Juan, muchas dudas asaltaron mi cabeza, pero antes de poder darle vueltas al asunto mi hijo se despertó y empezó a besarme, le respondí el beso y se colocó de nuevo sobre mí.

Comenzó a darme de nuevo, y otra vez no tardó en correrse ni un minuto, dentro de mí claro, pero esta vez no le deje que la sacara. Agarré fuerte su culo y le indiqué de nuevo el movimiento, más pausado y completo, él no tardó en seguirlo solo y su polla no encogió ni un milímetro. Levanté las piernas y le rodeé con ellas, recordé que eso ponía muy cachondo a su padre, y al parecer a él también porque sentí su polla engordar dentro de mí.

-Luisa: Dame más rápido

-Juan: Sí mama

-Luisa: Sí, me gusta que me digas "sí mama", dame más fuerte, dale más fuerte a tu madre, ¡¡Fóllate a tu madre!!

-Juan: Sí mama, Sí mama

-Luisa: Ah ah ah Síiiiiiiiiiii!!!

Tuve una corrida brutal, antes de eso solo había follado con su padre y nunca me había hecho correrme así.

Juan estaba a punto de correrse de nuevo en mi coño, pero no le dije que me la sacara y me lancé a chupársela, en cuanto la metí en mi boca comenzó a llenarla de su leche, el sabor era más fuerte que cuando la probé el primer día, pero me gustaba así, fuerte e hirviendo, lo trague sin dejar gota.

Cuando vació su polla en mi boca le cogí la cabeza y la llevé a mi coño.

-Juan: Mama tienes mi corrida de antes asomándote por el chocho

-Luisa: No te preocupes que te gustará

Empezó a lamer mi coño limpiando sus restos, al principio con un poco de reparo, pero pronto me lo empezó a comer como un manjar divino. Lo hizo con tanto ímpetu que casi sin darme cuenta le solté una corrida en la boca. Eche gran cantidad, nunca había echado tanto, pero mi hijo lo recibió con gusto.

 

Después de eso estuvimos varios días sin parar, hasta que para mi sorpresa descubrí que había quedado embarazada. No dije nada a Juan y aborté, pero casi sin darme cuenta volvió a pasar, y tome de nuevo la píldora del día después.

No podía evitar que mi hijo me follara de forma inesperada y sin precaución, además me gustaba sentirlo directamente contra mí, así que decidí hablar con él del tema.

Su respuesta me sorprendió, ya que me pidió que tuviéramos un hijo, un hijo de mi propio hijo, sería madre y abuela a la vez, y sin saber como me dejé convencer.

Ahora tenemos una hija y mi hijo me pide ir por el niño, hace tres años que todo empezó, y han pasado muchas más cosas, y si gustan las relataré en otra ocasión.