He decidido escribirte esta carta, y tan siquiera tengo un motivo palpable. Creo que tan solo quería hacerte saber que eres la persona que más daño me ha hecho en esta vida, y supongo que es, porque fuiste mi primer amor.

Al alejarme de ese modo tan brusco de tu vida, rompiste mi mundo en mil pedazos, y a ti jamás te importo lo más mínimo.

No quiero un perdón, ya no.

Pasado todo este tiempo, ingenua de mi, aun esperaba que sonase el teléfono y que me dijeses lo arrepentido que estas por lo ocurrido. Pero mi tiempo se agota y con él, mis esperanzas de oír tu voz de nuevo, se han esfumado.

Llevo años intentado borrar tu rostro de mis recuerdos, pero todos mis esfuerzos han sido en vano, pues tengo grabado a fuego en mi alma, cada centímetro de tu mirada.

No podría definir lo que siento por ti como odio, ni como amor, de hecho no le debería de llamar sentimiento. Con el paso de los años, estos, se han expirado. A día de hoy, son inexistentes.

Me he esforzado durante este tramo de mi vida, en olvidar lo que fuiste para mí, quien me hiciste ser, pero aun consigo recordarlo, y eso me pesa aún más, que el rencor que llevo dentro.

Solo espero, que jamás te maten del mismo modo que voy a morir yo, porque al otro lado, no existen los corazones.