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Aún no me he corrido...

en Orgías

Estabamos en la casa de mi amigo Jorge, del que ya os he hablado. Era sábado y fuimos a su chalet a pasar el cumpleaños de Patricia. Quería regalarle algo especial. Con una imaginación tan poderosa como la mía, seguro que Jorge ya habría inventado algo para que mi chica gozara como nunca lo había hecho. Habíamos hablado de que esta vez podríamos atarla a la cama, además de vendarle los ojos. De nuestra casa en secreto llevé unas cuerdas para la ocasión. ¡Qué ingenuo fui! Debí haberme dado cuenta por el escaso interés que prestaba Jorge a los preparativos, que sería otra la suerte que correría Patricia esa noche...

Después de la cena, unas copas nos animaron mucho. Empecé acariciando la interior de sus muslos, llegando hasta sus diminutas braguitas, mientras que Jorge le mordisqueaba una oreja. Y acto seguido ella se arrodilló sobre la moqueta del salón, separó las piernas de Jorge con gran descaro. Desabotonó su pantalón y si titubear se metió su polla dentro de su boca. No estaba del todo erecta, pero al sentir la tibieza de la boca de Patri, sus 22cm alcanzaron su zenit. Le levanté la falda, se agachó más aún, y mientras escuchaba los gemidos de placer de Jorge, hice a un lado su braguita y la penetré por su vagina, el orgasmo llegó muy rápido para ella. Yo quería reservarme, me imaginaba que tendría que haber algo más preparado para mi esposa... Antes de correrse Jorge la detuvo, y le dijo, “¡Aún no!” Sí... había alguna sorpresa más...

Patricia se puso de pie y acabó de desnudarse. Y nos complació ver ese pequeño y deseable cuerpo. Sus tetas grandes y bien formadas, su culito respingón, su pubis con escaso vello lacio... Sólo me alcanza con recordar su desnudez como para excitarme y masturbarme a toda prisa. Nos sonrió, y se dirigió al baño, la seguimos con la mirada, absortos ante el delicioso movimiento de sus nalgas. Cuando estuve a solas con Jorge la pregunté si había preparado algo especial. Me dijo que no me diría nada. Era muy especial, tanto para ella como para mí. Me preguntó si confiaba yo en él, que si era así no hiciera más preguntas, que me dedicara a gozar con lo que le harían a mi chica. “¿Con lo que le harían?”. Debo admitir que esa frase logró recuperar mi erección al máximo, mi amigo se apercibió de ello, y me sonrió y añadió: “¿recuerdas aquella vieja deuda de juego que tienes conmigo?...”

Cuando estuvo de vuelta con nosotros, la llevamos al dormitorio de Jorge, la acostamos boca arriba y nuestras lenguas empezaron a recorrer su cuerpo. Al poco tiempo escuché gente hablando en el salón. Jorge le dijo al oído “creo que me dejé la puerta del chalet abierta... y nos verán unos buenos amigos que invité esta noche para el postre...” ¡Mi chiquita sería el postre de cinco hombres! En ese momento estaba yo lamiéndole el clítoris, y sus jadeos condujeron de inmediato a los cuatro amigos de Jorge hacia la habitación. Mi chica se supo rodeada por cuatro desconocidos, si bien también confiaba en nuestro anfitrión, no dejo de temer por lo que vendría... Sin embargo su excitación siguió aumentando.

Mi amigo me indicó que aún no era tiempo para que yo interviniera, que me sentara en el sillón y disfrutara del espectáculo de gang band más fuerte que jamás podría imaginar. Curiosa manera de designar una práctica sexual en la que una mujer es abordada por varios chicos y no dejan ni un segundo de darle placer, el paraíso para un chica multiorgásmica como Patricia. Gang band, desde luego resultaría un término mucho más difícil de pronunciar que de practicar por ella, según pude corroborar esa noche. Tres de los chicos tenían un tamaño poco amenazador para Patricia, de todos modos no solo gozaría por sus nada despreciables 17cm o 20cm sino por todo lo que le hicieran y le pidieran hacer. Sin embargo también estaba Abdul, un amigo africano, dos metros de altura, oscuro como el ébano, hermoso como un Dios africano del amor, y tan dotado que incluso a mí hizo encoger mi propio ano... Lo primero que se le ocurrió decir a Abdul al ver su desnudez, “¡No podré contigo” y mirando a Jorge, ¡Por favor con él no, su tamaño es descomunal!” “Tranquila Patri, confía en nosotros, sólo están aquí para regalarte placer el día de tu cumpleaños”. Además de Jorge, eran cuatro tíos, cada uno con su particular fantasía, cuatro diferentes deseos de correrse con mi chica pero con una idea común a todos ellos, hacérselo delante de mí... Y si hay algo que me gustó siempre cada vez que hacíamos un trío es que el amante invitado sea decidido y no se acobardara con mi presencia.

Empezó aquello, como llamarlo... ¿Gang band? Suena a poca cosa, mejor lo llamaría sacrificio sexual de mi esposa. Durante el transcurso de lo cual yo tuve varias veces que parpadear mucho para poder dar crédito a las increíbles visiones que se fueron sucediendo. Se la follaron todos, al final supe que por un espacio de una hora y media, por supuesto todo sucedió vertiginosamente. Mis recuerdos de este furioso comienzo son cataratas de movimiento y gritos de placer de mi mujercita devorada simultáneamente por todos esos tipos... Excepto por el gran negro, todos al principio se la fueron alternando para penetrarle su coñito. Supe después que ella tenía pánico a la totémica polla de Abdul. Su objetivo era que se corriera sin que la penetrase ni siquiera por su vagina.

Ella estaba a cuatro patas cuando, después de trabajarle mucho el culito, uno de los desconocidos, Marcelo logró penetrarlo, incluso antes que Jorge! Él se puso debajo, y entró dentro de su vagina. Un tercero lamía sus pies, y abdul metía lo que lograba entrar de su polla en su pequeña boquita. Su lengua juguetona ponía el miembro de Abdul cada vez mas duro, lo recorría todo, su glande, bajaba por los 27 cm y seguía recorriendo sus huevos, volvía a subir, se la metía en su boca, repitiendo incesantemente esa operación. Todo mientras era sacudida por el frenesí de una doble penetración. La visión era alucinante, y sobre todo para el pobre dios africano. Intentaba por todos lo medios de no correrse (¡quién sabe que quería hacerle a mi Patricia!) Pero yo que conozco bien la dulzura de su boca sabía que acabaría con él. Así fue... el negro le eyaculó enormes cantidades de semen en su boca, a tal punto que era más de que en ella podía caber, tubo que dejar escapar semen que resbaló por su barbilla. El Abdul sacó su miembro fuera de esa pequeña boca para no ahogarla, mientras seguía disparando su blanco contenido ahora sobre su cara.

El gigante se acostó rendido en un borde, derrotado por mi pequeña, que se había salvado (eso creía...) de ser poseída por ese gran Dios azabache. Ahora era Mariano que ocupaba el vaginal sitio de Jorge, y Jorge era el afortunado en poseer ese culito tan deseado por todos. La polla de Jorge en el culo tal como la sentía Mariano a través de la vagina hizo que al poco tiempo saliera de allí para introducirla también en su boca (“Asi era como querías correrte, delante del marido de ella...”, pensé). Jorge seguía sacudiendo fuertemente a mi niña por el culo al punto de escuchar los golpes de sus nalgas contra su pubis, a esto se sumaba algunos cachetes que de tanto en tanto él le propinaba. Su dilatado ano pedía más placer, que ella comunicaba con interminables gritos y suplicas. Julián que se había colocado debajo, penetró su coño. No tardó en correrse en su vagina, sacó su miembro para disparar toda su blanca esencia sobre todo el pubis de ella, y mientras lo hacía me miraba con satisfacción... (era esa su fantasía).

Sin embargo la astucia de Patricia no valió de mucho. Mientras Jorge la ejecutaba con su enorme miembro por su palpitante culito, y Julián se corría sobre su coño, el enorme negro comenzó a notar como su gigante miembro volvía a crecer entre sus manazas. Un tal Murphy enunció una vez: “Cuanto más grande es un sistema más se nota que no funciona”, sin embargo este inmenso sistema no solo no fallaba sino que era ¡capaz de funcionar más de una vez! Al ver esa monstruosa recuperación instintivamente tragué saliva, mientras que mi pequeña absolutamente invadida por pollas lenguas dedos, no podía estar atenta a lo que sucedía fuera de la cama. Me pregunto qué hubiera hecho si se hubiese apercibido de semejante prodigio. Por lo que supe después se había quedado tranquila después de sacar de combate a Abdul, su mayor proeza sería Jorge que ya estaba haciendo lo suyo dentro de su precioso culo. Los otros no eran grandes rivales, Julián unos 17cm, Marcelo, solo un poco más, y Mariano con unos respetables 20cm que acababan de perderse ese culito corriéndose en su boca.

El inmenso dios africano del sexo con una increíble erección se acercó a Jorge y le indicó que ahora llagaba su "merecido" turno. Jorge sonrió con malicia, y los otros tres se levantaron y simpatizaron con el hercúleo negro. Patricia a ver que los cuatro se detuvieron, se giró para ver que estaba pasando, y una exclamación de sorpresa y miedo fue la señal para que Jorge, Mariano, Marcelo y Julián, la cogieran en volandas, la giraran boca arriba. Dos la sostenían por los muslos, los otros dos la sostenían por su espalda. Ella estaba en el aire, con sus manos se cogió fuertemente por los hombros de los dos que la sostenía por su cintura. Los que la sostenían por las piernas empezaron a separarlas hasta que su sexo quedó completamente accesible, indefenso ¡La estaban entregando a una mole del color más oscuro que la noche! Mi pequeñisima Patri estaba siendo entregada al sacrificio lujurioso que le impondría Abdul, y ¡durante todo el tiempo que él quisiera hasta saciarse una vez más!

Se colocó entre sus piernas mientras Jorge y Mariano la alzaban como para que su deseado culito quedara a la altura de esos 27 cm de polla oscura. Los gritos de mi niña no se hicieron esperar, como si se tratara de una venganza por la mala jugada que intentó hacerle ella, Abdul la penetró despacio pero inflexiblemente, disfrutando de cada centímetro ganado en su interior. Sujetada por Abdul con fuerza sus delicadas y suaves nalgas desaparecían entre esas ciclópeas y negras manos. Yo estaba absorto, no podía entender que le estaba pasando, temía que todo esto ya hubiera dejado de ser placer, para convertirse en una violación. Ella gritó hasta que él logró la penetración completa. Se detuvo, y antes de empezar a moverse, dijo: “la segunda vez suelo tardar mucho en alcanzar el orgasmo...” Otra exclamación de Patri, era de miedo... Abdul empezó a moverse rítmicamente, desoyendo primero sus sollozos y después sus súplicas. Como si se tratase de orgasmos prohibidos, ella se corría gritando “¡no, no, por favor, no!” Así estuvieron, un largo rato con la inagotable colaboración de los cuatro amigos de Abdul.

En el punto en que Abdul comenzó a gritar su propio orgasmo salió del interior de mi pequeña Patri, y le soltó un gran eyaculo sobre el cuerpo que le cubrió las tetas, llegándole hasta la cara. Marcelo que la había follado sólo por su vagina y por su culo mientras estaba a cuatro patas, no se había corrido, y aprovechó la situación para sumarse a la corrida del negro enorme agregando aún más semen sobre el saciadísimo cuerpo de mi esposa. Ella se quedó tendida sobre la cama boca arriba con los ojos cerrados, mientras todos se vistieron, y se dirigieron a la puerta de salida acompañados por Jorge. Me acerqué a ella, la cogí entre mis brazos, ella se asió alrededor de mi cuello, y la lleve a la ducha. El agua caliente la purificaba de todo aquel pecado. Enjaboné su cuerpo con mucha dulzura, y la dejé limpia de tanto sudor de hombres, de tanto semen derramado en su cuerpo, de toda culpa que ella pudiera sentir por haber deseado y gozado todo aquello. Sequé su cuerpo, envolviéndola en una toalla y otra vez la levante en mis brazos. La llevé a nuestra habitación, la habitación de Jorge había quedado como un campo de batalla, o de sacrificio sería mejor...

En nuestra cama la tumbé boca abajo, ella estiró sus piernas abriéndolas un poco, y sus brazos hacia delante, su cabeza estaba de lado. Las curvas de su culo eran perfectas, las nalgas aún estaban rojas por los caches que le habían dado durante la orgía. Con dulzura acaricié su espalda, su culo, su nuca, mientras la besaba despacio. “Perdóname Dani, me comporté como una perra...”, ¡No había nada que pudiese yo perdonar! La escena me había dejado infernalmente excitado, y ahora era mi turno, ella para mi solo... “no tengo que perdonarte nada pero ahora me devolverás un poco de todo el placer que te dieron...” ella asintió con un hilo de voz, estaba exhausta. Cogí las cuerdas que habíamos traído de nuestra casa, y tal como estaba extendida en la cama, até sus muñecas a la cabecera de la cama, y sus tobillos la parte posterior. Ella empezó a jadear, mientras mis manos recorrían su pequeño cuerpo, introduje sin ninguna dificultad cuatro dedos dentro de su ano. Con una almohada que coloque debajo de su barriga logré elevarla convenientemente para disponer de su el culo a mi antojo. Ella, preciosa, completamente inmóvil, resignada a recibir por atrás ahora mi polla, estaba lista para ser devorada una vez más sin compasión... Y cuando ya nada parecía interponerse entre su culito y mi polla, escuché como Jorge abría la puerta de nuestra habitación a mis espaldas! ¡Me había olvidado echar el cerrojo!, y ahora ya era demasiado tarde... “¡Perdona, Dani!” dijo, mientras miraba extasiado a mi chica atada, “... aún no me he corrido...”

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