miprimita.com

The rules of f club

en Orgías

1st RULE: You do not talk about F CLUB.

2nd RULE: You DO NOT talk about F CLUB.

3rd RULE: If someone says "stop" the “fight” is over.

4th RULE: Only one girl to a “fight”.

5th RULE: One “fight” at a time.

6th RULE: No shirts, no shoes.

7th RULE: “Fights” will go on as long as they have to.

8th RULE: If this is your first night at F CLUB, you HAVE to fuck...

Leímos en cartelito en la puerta de la discoteca y sentimos una enorme impresión causada por la última regla. Releí la cuarta y nada decía sobre el número de chicos presentes con esa única chica. Miré a Patricia y en sus ojos encontré excitación. Pues ahí estabamos, a punto de llamar a la puerta, cuando me sonreí frente al obvio hecho de que alguien ya había infringido la regla 1º y 2º... No diré quién, pero a través de una conocidísima red social para que las parejas se conozcan y realicen intercambios, un matrimonio amigo nos informó de este lugar especializado en gang bangs. En la entrada nada indicaba de lo que sucedería arriba, estábamos frente a un descuidado y oxidado portal de chapa, sin manera de poder abrirlo desde afuera, una mirilla, un timbre elemental y la impresión de estas reglas pegada de mala gana con cinta adhesiva. Antes de apretar el timbre, volví a mirar a mi esposa, y pensé: “¡Menudo sitio hemos escogido para festejar su cumpleaños...!” Ella me sonrió dándome confianza. Toqué el timbre.

La mirilla se abrió con un ruido metálico, y a través de la rejilla apareció un ojo que nos escrutó brevemente. Nos abrió un hombre de unos cincuenta años atractivo, canoso, y bastante atlético. Solo dijimos nuestros nombres y nos indicó que subiéramos con él. Delante de mí iba Patricia, y desde unos pocos escalones más abajo subía yo sin poder quitar mi vista de su culo apenas cubierto por la falda de su vestido, dejando ver las medias de liga que enaltecían sus perfectos muslos. Era evidente mi esposa estaba preparada para la lucha. Cuando llegamos al salón de la discoteca sutilmente iluminado me sorprendió la música un poco anticuada pero siempre bienvenida, se escuchaba “Ava Adore” de The Smashing Pumpkins. Unas quince parejas charlaban entre sí, algunas con algunos chicos, el ambiente era totalmente distendido, nada podía presagiar lo que estaría por ocurrir. El sitio era pequeño, había una barra con una buena variedad atendida por un joven y apuesto barman con pajarita, hacia la periferia de la pista de baile, unos grandes sillones se sumergían en la oscuridad, y de frente unos ventanales grandes que permitían la visión de la playa. Estaba saliendo la luna llena, que empezaba a iluminar la playa valenciana.

El Glenfiddich con hielo me ayudó a relacionarme con las parejas que charlaban. Si bien la gente era muy agradable tuvimos que repetir la misma conversación al menos unas tres veces: que éramos nuevos en la red social, y que no obstante ya llevábamos años de experiencia en el mundo liberal, y que esta noche habíamos venido para que Patricia recibiera un regalo muy especial. Nos miraban con alguna desconfianza, imagino que no terminaban de tragarse el hecho de que sí teníamos sobrada experiencia. Pero eso nos importaba poco. Mi tensión se centraba en la última regla, mi esposa estaba ya allí, y no habría vuelta atrás. Eramos el centro de atención de todos que esperaban que los acontecimientos la alcanzaran de un momento a otro, y solo ellos sabían de qué manera. La ansiedad generalizada podía sentirla sobre mi piel. Al cabo de un rato de presentaciones y un par de whiskys para suavizar emociones fuertes, bajaron el volumen de la música. El canoso cincuentón nos dio la bienvenida a todos al F Club, y en especial a Patricia y Daniel (¡Increíble! Se acordaba de mi nombre). De su bolsillo sacó un papel que desplegó para leer las ocho reglas del club, cuando llegó el turno de la número ocho, hizo una pausa y mirando fijamente a mi esposa dijo: _ Regla octava: Si esta es tu primera vez en el F Club, deberás follar..._ sosteniendo su mirada hizo un pequeña pausa para añadir: _ Patricia...

Desde la oscuridad surgieron dos chicos de unos treinta y cinco a cuarenta años. Venían con sus torsos desnudos y sin cinturones en los pantalones (la regla sexta). Subió en volumen de la música para descubrir “Paradise circus” de Massive Attack. El rito de iniciación sin duda había comenzado. Un chico de color con rastras se acercó por detrás, la cogió con sus enormes manos que apoyó sobre su vientre para empezar a balancearse con suave y acompasado ritmo. Ella echó su cabeza hacia atrás apoyándola sobre sus poderosos pectorales. El segundo si bien no era tan alto como el modelo de ébano, era lo suficiente como para que ella desapareciera casi por completo entre los dos, cuando se puso por delante, mientras los tres se movían sensualmente. Una rueda de gente alrededor de la lasciva danza delimitaba el área donde transcurriría el primer “combate” de la noche, el más ansiado, éramos los nuevos... Todos mirábamos extasiados como Patricia aprisionada entre dos hombretones era acariciada, unas gigantes manos negras recorrían su vientre, sus tetas, para bajar firmes hasta sus muslos, que quedaban a la vista cada vez que él subía su falda, y el que estaba delante besaba su cuello al tiempo que sus manos recorrían sus nalgas. Patricia extendió sus brazos hacia atrás para rodear con sus manos el cuello del león de rastras, mientras sus grandes dedos encontraban el camino por debajo de su braguita hacia su suave pubis. La música seguía siendo buena, “Evidence” de Faith No More, los movimientos continuaban sensuales, ella se balanceaba con sus piernas ligeramente separadas para permitir el ingreso de dos dedos en su vagina al tiempo que con los de la otra mano el hombre de ébano estimulaba suavemente el clítoris, a todo esto se sumaban los mordisquitos suaves sobre sus pezones del rubio, en cuanto abrió la cremallera delantera de su vestido.

Me di cuenta que mi esposa estaba mareada con todo ese placer repentino, de no haber sido sostenida entre los dos hombres que la apretaban por delante y por detrás ella se hubiera derretido hasta alcanzar el suelo. Finalmente llegó el momento que ellos serían recompensados, ella se deslizó entre esos enormes físicos, hasta quedar de rodillas. Entendieron al instante su intención, abriendo sus pantalones exhibieron dos enormes pollas junto a su pequeña boca. Patricia no dudó por empezar por las más oscura, la recorrió completamente con su lengua para finalmente intentar comerla todo lo posible. Cuatro manos acariciaban su nuca alentándola a seguir, continuó con la del otro muchacho, y a partir de ese momento se alternó con ambas durante un largo rato. Ellos gemían de placer, y competían afanadamente por el cálido refugio que ella les ofrecía. Se aproximaron tanto que casi los dos miembros estaban en contacto, ocasión que aprovechó ella para recorrerlas conjuntamente con su lengua. Esos dos hombretones habían encontrado una “rival” digna de un duro “combate”. Estuvo a punto de dejarles knock out, cuando una pareja trajo al medio del circulo uno de los sillones desde la oscuridad. Estaba claro que ahora ese sería el nuevo escenario para Patricia, ese sillón sería el altar en que la sacrificarían sexualmente... Miraba como se desarrollaba la acción, cuando detrás de mi escuché que el hombre canoso me decía que la iniciación de mi mujer llegaría cuando la penetraran por el culo.... Mi ansiedad me llevó directamente al éxtasis de una intensa lujuria, quería ver a mi esposa alternada por todos, disputándose su apretado agujerito.

La colocaron arrodillada sobre los cojines, mientras sus manos se asían firmemente al respaldo. El rubio se arrodilló frente a su culo, levanto su falda, hizo a un lado sus bragas, y separando con sus manos sus nalgas, comenzó a recorrer con la punta de su lengua su apretado ano. Los gritos de placer salían ahogados mientras la polla del negro entraba y salía de su boca. Patricia comenzó a acariciar las fuertes y voluminosas nalgas oscuras, cada escena parecía no tener final, así lo queríamos todos, un espectáculo perfecto, lleno de belleza que no deseábamos que se acabara. Joy Division siguió sonando muy oportuno, “She´s Lost Control”... Y nos anunciaba su completa entrega como presa sexual, ella había perdido el control y empezó a dejarse llevar por una creciente marea de placer. La desnudaron por completo, su pequeño cuerpo fue una delicia visual para un público cada vez más exitado. Cuando sus tetas quedaron a la vista de todos, detrás de mí pude escuchar como una mujer le decía a su pareja: “_Reconozco esos pezones, se trata de la pareja nueva en la Red Social ONS, ella publicó una inconfundible foto de sus tetas en su perfil personal...” Me llené de orgullo, al punto que no pude disimular una sonrisa de satisfacción. Patricia conservaba solo sus medias de seda, la visión de sus piernas era de los más vertiginosa, la habían sentado sobre el apoya-brazos del sillón de manera que se elevaba la postura de su pubis a una altura conveniente como para que el rubio, abriendo sus piernas recorriera con su lengua todo su sexo húmedo. El moreno no perdió la oportunidad de dejar que su lengua jugara con los pezones completamente erectos. Los pies de ella flotaban muy alto mientras completamente entregada disfrutaba de las sensaciones de ser devorada por dos hombres.

Para profundizar la lujuria de la escena comenzó a sonar muy grave Marilyn Manson, la versión oscura de “Sweet Dreams” amplificaba el erotismo a pasos agigantados. No podía dejar de escuchar la voz siniestra sentenciando:

Sweet dreams are made of this.

Who am i to disagree?

Travel the world and the seven seas.

Everybodys looking for something.

Some of them want to use you.

Some of them want to get used by you.

Some of them want to abuse you.

Some of them want to be abused.

Todos estaban buscando algo, el rubio que le practicaba sexo oral, estaba buscando el interior de Patricia, moviéndose suavemente al ritmo de la canción y con una mirada completamente perversa empezaba a hacer presión en los labios vaginales. Ella aún mantenía el culo en el apoya-brazos del sillón, en la posición perfecta para que su verdugo sexual entrase a gusto todo lo profundo que a él le apeteciera. Al sentir como las paredes vaginales se dilataban abriendo paso al descomunal miembro no pudo reprimir un prolongadísimo grito de placer, el negro también deseaba su cálido interior, así que interrumpiendole sus gritos de placer metió su polla todo lo que pudo en su boca. Los movimientos se tornaron profundos y fuertes, la estaban follando con decisión, entrando y saliendo casi por completo. Durante los primeros minutos ella alcanzó al menos tres orgasmos, mientras disfrutaba las entradas y salidas de la polla negra de su boca con entusiasmo. El círculo de gente se apretó alrededor del altar donde estaban sacrificando sexualmente a mi esposa, la sucesión de orgasmos se continuó especialmente estimulada por la sensación de ser enérgicamente follada en público, y no era para menos, mientras el rubio aumentaba la velocidad el negro en cuclillas le entregaba su polla para que ella la mamara.

El primer derrotado esa noche fue el rubio, que gritando como un poseído aceleró con todas sus fuerzas el movimiento rítmico mientras levantaba las piernas de Patricia muy alto. En esos dramáticos instantes el chico de color se apiadó de Patricia y sacó su polla para que pudiera también ella gritar a gusto su desenfrenado orgasmo. Asiéndola con fuerza la atrajo hacia sí para descargar un torrente caliente en su interior entre gritos de placer y el éxtasis general de todos los que estabamos mirando. Instantes después, como negándose a abandonar “el combate”, él seguía sosteniéndola firmemente, no deseaba que ella perdiese ni una gota del blanco placer que le había entregado. Había llegado el momento del segundo “asalto” el totémico dios de color quería probar los limites de su placer. Volvió a colocarla como al principio, arrodillada en los cojines del sillón con sus manos en el respaldo. Estaba muy claro que deseaba su culo. Pude ver por un instante todo su miembro en el máximo esplendor, era evidente que sería penetrada analmente como pocas veces le había sucedido con algo tan grande, por no decir nunca. Mi erección también estaba al máximo, y como muchos otros empecé a masturbarme, imaginado la sensación extrema que Patricia estaba a punto de experimentar. Estabamos apiñados, sin querer perder ni el más mínimo detalle, pudimos ver el glande oscuro primero presionando el ano, para después comenzar a abrirse camino inexorablemente hacia el interior de su culo. Ella no dejó de gritar ni por un solo momento durante todo el duro proceso de la penetración más impresionante que jamás había visto en directo. Cuando él estuvo completamente sumergido en el apretado interior, empezó a moverse suave pero con ritmo.

5th RULE: One “fight” at a time. Parecía como si ya nadie la recordase, por detrás del sillón varias manos acariciaban el cuerpo de Patricia, hasta el mismo anfitrión canoso que las había leído una a una se afanaba por conseguir un sitio para introducir un dedo en su lubricada vagina mientras el negro empezaba a aumentar sus movimientos detrás de ella. Si un espectador quisiera observar la escena a unos diez metros, solo podría haber visto un montón de hombres cubriendo con sus manos todo el cuerpo de mi esposa por completo, como queriendo obtener indirectamente algo del placer que ella estaba recibiendo. ¡Al diablo con la regla número cinco! ¡Solo Patricia era capaz de romper con las reglas cada vez que ella se disponía a gozar...! El final venía ilustrado musicalmente con Motorcycle, “As the rush comes” se anticipaba al estruendoso final que se acercaba en ese sillón. La polla oscura estaba saliendo y entrando con energía, dejándose salir de tanto en tanto para que pudiéramos deleitarnos con un circulo de una perfecta redondez y unos cinco centímetros de dilatación. Cada vez que se introducía al fondo, se podía oír como el pubis de él chocaba con las nalgas de ella, el Paf-paf seguía el ritmo de la música y la voz de la cantante se confundía con los gritos de placer de ella. El negro también sucumbió al encanto de mi esposa, se introdujo todo lo que pudo asiéndola con fuerza por las caderas, y gimiendo empezaron los espasmódicos movimientos de la eyaculación, como le sucedió al rubio no la soltó hasta asegurarse que todo su semen estaría llenado su interior. En ese preciso momento se sumaron las corridas de otros tres chicos, que derramaron su leche sobre sus tetas y su vientre. Justo a tiempo llegue con mi polla a su boca para descargar toda la tensión erótica que había vivido, ella me absorbió con gusto todo mi semen y no la sacó hasta que hubo tragado todo mi fluido de placer.

Sin mediar más que un instante el canoso ocupó el lugar del negro, entró por el culo hasta el fondo de mujer, ella se sintió invadida por completo. Los movimientos eran fuertísimos, ella cogida por las caderas era sacudida sin compasión. La agotadora penetración duró todo lo posible, hasta que otro ansioso participante solicitó su turno. Así fue compartida por tres hombres más, que colaboraban entre sí para que elle se sintiera completamente poseída por la lujuria de todos sin pausas y durante todo el tiempo que ellos desearan. El espectáculo se tornaba más difícil para mí, me había corrido y empezaba a sentirme incomodo, quería que terminaran de una vez y que la dejasen libre de una vez. Pero estos tres se alternaban continuamente, sin respiro para Patricia, su ano estaba completamente abierto, entraban sin ningún impedimento. Para mi alivio llegó en momento en que cada empezó a correrse, mientras uno la mantenía calentita por detrás otro descargaba todo su semen en su boca. Ella los devoraba con aplicación, los absorbía hasta que ellos suplicaban que los soltara, tragó el semen de dos de sus verdugos, mientras el último sacó su polla para descargar una feroz eyaculación en todo su culo que quedó como decorado por un respostero.

Era indiscutible el veredicto, solo podía haber una ganadora: Patricia. Todos los “derrotados” la llevamos a la ducha. La enjabonamos, y un montón de manos la bañaron con dulzura. Después siguieron otros “combates”, pero eso ya es parte de otra historia. Como conclusión de la que habíamos vivido nosotros, puedo decir que en las siguientes reuniones del F Club, solo pegaron en la puerta un impreso con siete reglas.