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SdM [2]: La mejor amiga de mamá

en No Consentido

Hola. Esta historia está relacionada con la historia El Safari de Mamas Nº 12

http://www.todorelatos.com/relato/88928/

Aunque no es imprescindible leer la otra historia ayudará a comprender algunas de las cosas que se cuentan aquí. Así mismo algunas de las cosas que se cuentan aquí se explicaran en futuras historias.

No me gusta publicar los capítulos de la historia en distintos post. Dado que la historia es bastante mas larga de lo que incluso yo me esperaba podéis ir leyendo escena a escena como si fueran post independientes. Cada escena es auto conclusiva.

El prologo, el epilogo y los interludios ayudan a dar consistencia a la historia.

Prologo

Pablo estaba ansioso. Había pasado algo más de un año desde que Goran y sus hombres asaltaron su casa y violado a su madre. Desde entonces había estado intercambiando correos con Goran y, sobre todo, le había ayudado en un par de ocasiones a encontrar sus presas por la zona.

Pablo recopilaba nombres, fotos e información de posibles presas para los safaris de Goran. Este lo usaba para decidir que presa atacar y luego le enviaban a Pablo una copia de los vídeos del asalto. Este era el segundo vídeo que recibía de los ocho que recibió en toda su vida pero era particularmente interesante. Esta vez era una amiga su madre.

Para este asalto involucró a su madre en la recopilación de información. Podía conseguir fotos del interior de las casas además de horarios de los maridos y la relación de sus amigas con sus hijos. Marta ya llevaba todo un año chantajeada por su hijo para ser su esclava sexual y ya no tenía fuerza para negarle nada. Su situación era precaria pero sobre todo su voluntad andaba desaparecida. Así que recopiló información entre todas sus amigas. Habiendo sido ella misma una mujer florero hasta que enviudó la mayoría de sus amigas también lo eran. Maduras atractivas solo preocupadas en mantenerse guapas para sus adinerados maridos.

Así fue que para este safari Goran y los suyos escogieron a Silvia. La mejor amiga de Marta. Dos amigas más de Marta fueron victimas de safaris en el futuro por su culpa. Pablo estaba ansioso por ver el vídeo.

Silvia tenía treinta y seis años. Era algo más baja que su madre. Alrededor de un metro setenta y como toda mujer florero muy atractiva. Su abuela era brasileña y eso se plasmaba en su espectacular físico. Morena de pelo rizado en diminutos tirabuzones tenía un pecho de copa B o C. Pero lo que sobresalía de ella era su culito respingón que hacía las delicias de todos los adolescentes cada vez que la veían en bikini o bañador en la playa, y sus carnosos labios que aunque increíble eran naturales. Su piel morena era un aliciente así como sus preciosos y amplios ojos negros que la daban una mirada cautivadora.   

Silvia llevaba tres meses en medio de un divorcio muy poco amistoso. Estaba peleando con su aun marido Francisco tanto por el reparto de los bienes como por la custodia de su hijo Raúl. Su marido era abogado y su bufete estaba especializado en divorcios. Silvia sabía que no tenían escrúpulos a la hora de negociar los divorcios y que hacían lo que fuera por ganar. Así que el divorcio estaba siendo largo y arduo. Por ello Silvia se encontraba sola ese verano en el chalet de la playa con su hijo. Y su marido no iba a pasar por allí en ninguno de los dos meses. Goran y los suyos sabían eso por los informes de Marta y pensaron que esa situación les favorecería. Como así fue. El asalto había sido hace unos diez días y el safari numero catorce había sido un éxito.

Para este visionado le pidió a su madre que le acompañara. Estaban en la misma bodega donde un año antes Goran y los suyos la habían violado y donde ella había hecho todo los sacrificios necesarios para salvar los dedos de su hijo. Unos sacrificios que le habían costado la libertad. Una muestra de ello era lo que le iba a ocurrir ahora.

Pablo instruyó a su madre para que ‘se vistiera para la ocasión’. Un culotte negro de encaje con lacitos rojos de los que venden en las tiendas eróticas. Con aberturas tanto en su pubis como en su trasero. Así como un sujetador a juego tanto en estilo y color como en las aberturas que dejaban ver sus pezones.

 

Además de maquillarse. Le gustaba que su Madre tuviera aspecto de puta en ocasiones como esta. Mucho colorete en las mejillas, sombra de ojos en los parpados y sobre todo el rojo pasión en los labios. Lo único que desentonaba era la coleta que llevaba. Pero es que a Pablo le gustaba tener donde agarrar. Una vez preparada Pablo puso la mesita de la bodega apuntando hacia el televisor y ordenó a su madre arrodillarse en el suelo y tumbarse sobre la mesita. Procedió entonces a maniatar los muslos de su madre a cada una de las patas de la mesita. Con lo que desde detrás de ella tenía pleno acceso a cualquiera de sus orificios. Siguió con las muñecas sujetándolas contra las patas opuestas. Y por último usó una cadena terminada en sendas pinzas para pezones que tenían la medida exacta. Pasó la cadena bajo la mesa y ajusto ambas pinzas en los pezones de su madre. De esta forma apenas podía levantarse unos centímetros de la mesa sin que la cadena se tensase y estirara los sonrosados botones de sus pechos.

Una vez preparada su madre Pablo procedió a poner en marcha el DVD en el televisor. Boris tenía ciertos conocimientos audiovisuales y solía montar las tres grabaciones en un solo vídeo con los mejores planos. En seguida vio a Silvia en el vídeo. Para empezar les ofreció a Goran y los suyos que le arrancaran la ropa. Pronto su camisón, bragas y sujetador salieron por los aires. Luego se arrodilló y empezó a servirles con la boca. Pero pronto Goran y los suyos le dieron el mismo tratamiento que a su madre cuando les hizo la misma oferta.

Marta tenía que soportar ver ese vídeo desde esa humillante postura. Silvia era su mejor amiga pero por su culpa iba a ver como esos tres cabrones iban a destrozarla como hicieron con ella. No se atrevía a cerrar los ojos o apartar la mitrada pues era lo que el había ordenado su hijo.

A los diez minutos de vídeo Pablo decidió que ya era hora de disfrutar de su madre. Mientras seguía viendo el vídeo se arrodilló detrás de ella, apuntó con su miembro al culo de su madre, sujetó con ambas manos sus caderas y empezó a presionar lentamente. Cuando notó que estaba a punto de entrar empujó con fuerza y los diecisiete centímetros de Pablo entraron raudos hasta el fondo. Marta emitió un quejido y arqueó la espalda por el dolor. Intentó evitarlo pero no pudo y por supuesto la cadena se tensó y notó como las pinzas tiraban de sus pezones. Intentó bajar su postura pero le fue difícil. Cada empujón le hacía arquear la espalda por el dolor y el empujón ayudaba a acentuar ese movimiento, con lo que las pinzas volvían a torturar sus pezones. Cuando al fin consiguió controlarse un poco al acostumbrarse a la profanación de su ano Pablo decidió cogerle de la coleta y obligarla a arquear la espalda. Con lo que siempre tenía la cadena tensa al final de sus pezones.

Mientras ambos seguían viendo el vídeo. Ambos con distinta predisposición. Goran volvió a ser el primero en estrenar el culito de Silvia. Parece que esa era siempre la tónica. Goran y su inmenso miembro era el primero en disfrutar del culito de sus presas. “¿Recuerdas mama? Recuerdo, cuando vi por primera vez el vídeo, cuando Goran te enculó. Como gritabas. Eso me puso como loco“. La violación del vídeo se dio lugar en el comedor de la casa de Silvia. En un momento dado la ataron a la mesa del comedor, boca arriba, sentada en el borde de la mesa, con los brazos extendidos hacia arriba hasta atarlos a las patas opuestas. Algo similar a como estaba Marta ahora pero boca arriba. Había sido una curiosa coincidencia. Allí fueron tomando turnos en violarla. Dada la posición en la que estaba desde luego que Mirko no perdió ocasión de azotarla en los pechos con una látigo corto de varias colas mientras sus compañeros la violaban.

Pablo terminó corriéndose y paró a descansar mientras seguía viendo el vídeo. Su madre también pudo descansar aunque seguía maniatada a la mesa. A Silvia, en el vídeo, la cambiaron de postura. Seguía boca arriba atada en la mesa pero esta vez era su cabeza la que colgaba por el borde. Al tener que inclinar la cabeza hacia atrás el conducto hasta su garganta estaba totalmente recto. Pablo se preguntó porque no hicieron algo así con su madre. “Mira mama. Eso tenemos que probarlo”. Marta solo pudo asentir mecánicamente. Cualquier cosa que le pidiera su hijo se lo daría. Tomaron turnos para violarla por la boca mientras le agarraban por las tetas y así conseguir mejor tracción e introducir la polla todo lo profundo que podían. Boris debió de mover una de las cámaras para acercarla a la acción. Ahora se podía ver un primer plano de Mirko introduciendo hasta las pelotas en la boca de Silvia mientras lagrimones le caían de sus ojos. Podía oír a Mirko decir “¿Quieres más leche zorra? Pues toma leche” en el momento que aguantaba su polla unos segundos en el fondo de la garganta de Silvia  mientras se corría.

Así siguió el vídeo con su madre en esa postura. Silvia fue menos activa de lo que fue su madre así que terminó pareciendo una muñeca hinchable mientras iba pasando de mano en mano o siendo usada por dos o tres a la vez. Tomaron especial saña en violarla por la boca. La verdad es que esos sensuales labios invitaban a ello. Frases jocosas referentes a que tragara leche se hicieron muy recurrentes en el vídeo.

El vídeo duró como dos horas y media. Menos que el de su madre. Durante ese tiempo Pablo disfrutó de los agujeros indefensos de su madre un par de veces más. En un momento dado se adivinaba ya el final. Silvia medio desfallecida estaba siendo usada por sus tres orificios. Sus brazos caídos y parecía más una muñeca de trapo que un ser humano, con su cuerpo sufriendo los vaivenes de los tres hombres empujando por cada uno de sus agujeros. Cuando acabaron los tres la dejaron caer y Silvia acabó en el suelo casi inconsciente. Ese momento aprovecho Pablo para acelerar sus incursiones en el coño de su madre y correrse justo en el fundido en negro.

Pablo se quedó allí, tumbado sobre su madre con su polla resbalándose de su coño cuando la película continúo. Tanto Pablo como Marta miraron a ver que ocurría y se quedaron estupefactos. En la imagen se veía a Silvia de rodillas frente a su hijo Raúl. Este se le veía nervioso. Silvia se le veía más resoluta. Raúl era un joven de dieciséis años. Era lo que se denominaba el capullo de la pandilla de Pablo. No muy agraciado, algo regordete sin llegar a ser obeso, inseguro y preocupado por encajar. Iba en la pandilla no se sabía muy bien por que, para cumplir el rol de tonto del grupo, y no era raro que alguna vez se olvidaran de avisarle a la hora de quedar.

Con tranquilidad Silvia bajo los pantalones del pijama de su hijo y procedió a trabajarle con mucha ternura con su lengua y sus sensuales labios el miembro de su hijo. Raúl se veía claramente nervioso e incomodo pero aun así su cuerpo reaccionó a las estupendas habilidades de felatriz de su madre. Ahora que Silvia podía mostrar sus habilidades sin ser forzada se veía que era una excelente chupapollas. Seguro que también a su marido le calentaban esos labios y que Silvia había terminado con mucha práctica realizando felaciones en su tálamo.

En apenas dos minutos Raúl terminó corriéndose en la boca de su madre. Hasta para eso era un capullo. Pablo se dejó caer en el sofá estupefacto y divertido y Marta miraba horrorizaba lo que la pantalla le mostraba. Enseguida Silvia empezó a trabajar el miembro de su hijo haciéndole una paja mientras abierta de piernas le dirigía hacia su vagina. El vigor de los jóvenes hizo que pese a su nerviosismo Raúl se empalmara en apenas un minuto y siguiendo las instrucciones de su madre terminara penetrándola. “Vaya” se rió Pablo “El muy capullo no nos ha dicho que ya no es virgen. Será cabrón”. Esta vez aguantó algo más. Después de cinco minutos terminó inundando a su madre con su semen. Pero claro. Goran no iba a dejarlo acabar allí. Así que Silvia preparó a su hijo para el último orificio que su hijo aun no había horadado. Después de un buen trabajo de mano y lengua consiguió poner otra vez a punto a su hijo en unos pocos minutos. Se puso a cuatro patas y le pidió decidida que le diera con fuerza por detrás. Raúl, nervioso, siguió las instrucciones de su madre, apuntó su miembro a su ano y empujo… pero fallo. Necesito tres intentos hasta que consiguió entrar de golpe en el culo de su madre la que terminó dando un respingo pero aguantó la embestida de su hijo. “Joder. Que pánfilo Yo lo hice mucho mejor cuando te follé por primera vez. ¿Verdad mama?”. Marta cerró los ojos mientras asentía. “Si hijo. Fuiste mucho mejor” mientras pensaba para si ‘por desgracia’. Raúl terminó otra vez en apenas cinco minutos. Era curioso. Fuera de contexto cualquiera diría que era Silvia, con su actitud determinada, la que estaba violando a su hijo nervioso y dubitativo.

Pablo rebobinó y puso una imagen de Raúl. “Dios. Que careto. Me voy que he quedado con la padilla y quiero ver esa cara otra vez. Por cierto mama. Invita a Silvia a tomar café mañana por la tarde”. Pablo desató una de las manos de su madre para que se pudiera liberar por si sola y subió a vestirse.

Cuando Marta se desató se quedó obnubilada mirando la imagen que su hijo había dejado en la pantalla. Era la cara desencajada de Raúl en el momento justo de correrse en el coño de su madre.

Interludio

Obediente como era su madre invitó a Silvia a casa a tomar café al día siguiente. Mientras Silvia estaba en el salón con su madre tomando café Pablo se dedicó a ver otra vez en su habitación el vídeo de la violación y a masturbase vigorosamente pensando que esa putita estaba justo a unos metros de él en su casa.

La noche anterior Pablo había agradecido por chat a Goran el regalo. Este le explicó que había intentado contactar con Raúl igual que hizo con Pablo para hacerle la misma oferta pero que la había rechazado. Así que Pablo le confesó que estaba pensando en chantajear el mismo a Silvia. En un principio Goran intentó disuadirle, pues era una situación que fácilmente podría salirle mal, pero terminó dándole algunos consejos. Como aproximarse, con que amenazarla, no ir demasiado fuerte al principio…

Pablo recordaba cuando conoció a Goran y sus charlas por Internet después. Como le convenció para que violara a su madre con el pretexto que era lo que ella quería. Pablo era consciente a estas alturas de que le había engañado pero le daba igual. Antes del safari donde su madre fue la presa, Pablo ya era un niño egoísta y malcriado. Su padre, con el que tenía poca relación, apenas conseguía ponerle limites y su madre era bastante complaciente. Con la muerte de su padre y la nueva situación de esclava sexual de su madre pasó a no tener ningún referente que le pusiera limites y su madre pasó a ser totalmente complaciente. Y con totalmente se quiere decir TOTALMENTE. Por ello Pablo terminó siendo un joven egoísta, egocéntrico, malcriado y manipulador que siempre conseguía lo querría. A los meses, cuando Pablo fue consciente que su madre realmente no disfrutaba con sus violaciones se sintió culpable he intentó dejarlo pero ese tipo de sexo se convirtió en una adicción. Navegó por Internet en busca de ayuda para ver como podía dejarlo y la encontró donde menos se lo podía esperar. En un foro sobre BDSM encontró referencias de varias esclavas y algún dominante que hablaban del doctor Carlos Liehben que les había ayudado a aceptar su condición. Después de varias sesiones intensivas donde el doctor hacía hincapié en aceptarse como era uno mismo y en disfrutar de las cosas buenas que tiene la vida descartando las malas Pablo terminó racionalizando y aceptando su condición. Era un monstruo y le gustaba y no iba a avergonzarse. Ese día violó con especial saña a su madre para firmar su pacto con el diablo y aceptarse como era realmente.

Cuando acabó su masturbación bajo al salón para encontrarse a su madre con Silvia. Aunque le extraño un poco a Silvia, Pablo se quedó con ellas y se unió a la conversación. En un momento dado Pablo, con toda la malicia del mundo, se acercó a Silvia con una lechera y le preguntó “¿Quieres más leche? Silvia”. Pablo fue consciente del temblor de Silvia cuando repitió casi exactamente la misma frase que Mirko le había dicho cuando le metía la polla hasta las pelotas en su boca. “¿Qu… que?” atinó a balbucear Silvia. “Mas leche, para el café” mientras Pablo le mostraba la lechera inocentemente. “¿Qué? Err… S… NO. Digo… no… no quiero más leche”. Pablo se sentó satisfecho de haber hecho rememorar a Silvia esa magnifica noche de safari. En otro momento Pablo hizo como si se levantaba, resbalaba y caía de culo en la silla donde estaba “Ouch. Que daño me he hecho en el culo” y rió mientras se frotaba el trasero. Volvió a darse cuenta de la reacción incomoda de Silvia. Su madre entendía perfectamente lo que estaba pasando y tenía que aguantarse y disimular. “Bueno…” Silvia se le veía claramente incomoda “…es un poco tarde… tengo que irme”. Cogió su bolso y se dirigió a la salida mientras Marta y Pablo la acompañaban para despedirla.

Tan pronto Marta cerró la puerta tras despedir a Silvia notó como su hijo la empujaba contra esa misma puerta y su cara terminaba apretada contra la madera. La mano frenética de su hijo buscó sus bragas bajo su falda y se las bajo de un tirón. Aun sujeta contra la puerta Marta apoyó las manos contra el marco y esperó. La mano libre de su hijo consiguió desabrochar sus pantalones y sacó su miembro que había estado erecto prácticamente durante toda la velada y oculto por la larga camiseta que llevaba. Sin mucha delicadeza apuntó su miembro al ano de su madre y procedió a invadirlo. Mientras bombeaba por el culo a su madre su mano libre pasó a cogerla del cuello y acercó sus labios a la oreja de su madre “Silvia… dios…. Que ganas tengo de darte por el culo zorrita mía…”. Marta apuntó mentalmente esta nueva humillación de su hijo. Estaba usando su cuerpo para fantasear con otra mujer, que además era su mejor amiga. Cerró los ojos, se mordió el labio y dejó que su hijo continuara disfrutando del momento. “Silvia… que labios tienes… me encantará verlos alrededor de mi polla mientras me corro”. Así siguió durante unos minutos. Con toda la excitación acumulada que tenía esperando apenas duro diez minutos. Cuando Pablo se corrió, sacó su polla y sin decirle nada a su madre la dejó allí. Después de unos segundos Marta se subió las bragas y continúo con el infierno que era su vida.

Escena 1

Silvia se extrañó al abrir la puerta y encontrarse allí a Pablo. Su hijo no estaba allí

“Hola Pablo. ¿En que puedo ayudarte?”

“Hola Silvia. Mira… ha ocurrido algo… y me gustaría enseñártelo… Es importante. Tienes que ver un vídeo”

“Un vídeo” Silvia ni se le ocurría que podía ser. “De que trata”

“Ser mejor que lo veas. ¿Me dejas pasar?” Y sin esperar respuesta Pablo entró en la casa de Silvia.

“Hummm… claro. ¿Por qué no?” Y cerro la puerta tras Pablo, molesta por la actitud irrespetuosa del joven.

“Mira…” mientras ponía un DVD en el reproductor y encendía la televisión. “Creo que deberías ver esto… te afecta personalmente y mucho” Pablo puso en marcha la película.

Silvia no sabía que esperar. Picada por la curiosidad miró la pantalla y esperó. Enseguida se escandalizo al ver la primera imagen. Ella de rodillas delante de su hijo a punto de hacerle una mamada.

“Pero… pero… ¿Qué es eso? ¿Cómo lo tienes? ¡Quítalo enseguida!!!!”

Pablo ni se inmutó. “Hey… No tienes de que avergonzarte. No he visto a ninguna putita mamarla tan bien como tu Pero claro… esos labios ayudan mucho”

Silvia se escandalizó. ¿Cómo se atrevía ese jovenzuelo a hablarle así? De un salto se levantó, sacó el DVD y lo rompió.

“¿De verdad?” le preguntó Pablo condescendiente. “¿Crees que no tengo más copias en casa?”

“¿Mas?” preguntó Silvia. “Dámelas. Rómpelas. ¿Pero que haces con esto? ¿Por qué me lo enseñas?”

“Al fin haces la pregunta correcta. Te lo enseño porque quiero que sepas que lo tengo. Ya te pasare otra copia. Veras como en el vídeo parece que estas violando a tu hijo. Se te ve tan resuelta y el tan dubitativo…Por cierto... ¿Qué tal va tu divorcio Silvia? Supongo que eres consciente que si este vídeo llega a tu marido no solo lo perderás todo sino que acabaras en la cárcel por violación de tu hijo”

“¿Qué?” Silvia estaba estupefacta “Mocoso cabrón. ¿Cómo te atreves? ¿Qué quieres?”

“Bien… mejoras con las preguntas. ¿Qué quiero? A ti. Quiero ese cuerpo de putita tuyo. Ese culito respingón para encularlo, esos labios carnosos para ponerlos alrededor de mi polla, ese coñito para llenarlo de mi semen.”

La seguridad, aplomo y grado de soez que Pablo mostraba le golpeo como una piedra en la cara… durante unos segundos no sabía que decir hasta que reaccionó. “¡Fuera!” Cogió a Pablo por el brazo y lo empezó a arrastrar hacia la salida. “¡Fuera de mi casa!” Pablo no opuso resistencia y se dejó sacar.

“No te preocupes Silvia… pronto te haré llegar otra copia” y dejó que Silvia le expulsara de su casa.

Silvia estaba frenética. No podía parar de andar arriba y abajo por su casa. ¿Qué podía hacer? Ya había sido duro ocultar lo ocurrido doce días atrás. Temía que eso afectara a su acuerdo de divorcio y no quería poner en riesgo los dedos de su hijo. Había hecho un pacto con Goran y los suyos. No los denunciaría si salvaba los dedos de su hijo y así había sido. ¿Y que era eso de que parecía en el vídeo que violaba a su hijo? Eso es una aberración. Tenía que pensar. Ya le ofrecería algo a Pablo a cambio de los vídeos. No sabía que pero algo se le ocurriría. Seguro.

Esa misma noche Silvia recibió un email. Por el nombre adivino que debía ser de Pablo. Le resultó fácil conseguir su dirección de correo de la cuenta de correo de su madre. Lo abrió y se encontró una sola línea que la horrorizo. Era un enlace a un vídeo en Internet que se titulaba ‘Silvia_se_tira_a_su_hijo_Raul.avi’. Horrorizada pulsó enseguida para abrirlo y el enlace le envió a una página donde la gente podía colgar sus vídeos pornos amateur. Allí pudo ver un vídeo donde una madurita venida a menos interpretaba en una escena porno que era una madre teniendo sexo con su hijo. Obviamente falso. Pero por un momento Silvia notó el terror que le producía la idea de que el vídeo se hiciera publico. ¿Cuál era le siguiente paso? ¿Qué hacer ahora? Silvia apenas pudo conciliar el suelo esa noche.

Al día siguiente a mitad de mañana recibió una llamada. Era de Pablo.

“Hola Silvia. ¿Vistes el correo que te envié?”

“Si… si… Pablo… tenemos que hablar… esto no está bien”

“Si. Yo también creo que tenemos que hablar. En media hora estaré en tu casa. Por cierto. ¿Sabes ese vestido de verano vaporoso que tienes? El blanco. Quiero que te lo pongas”

Y colgó.

Silvia no sabía que hacer. Bueno… tenía que ganar tiempo. Así que efectivamente obedeció a Pablo y se puso un bañador, y sobre el, el vestido de gasa blanco estilo ibicenco que a veces se ponía en la playa.

Pablo llamó al portero automático de la puerta de entrada al recinto del chalet “¿Si? La puerta está abierta” informó Silvia “Si. Lo se. Soy Pablo. Por cierto. Si cuando llegue a la puerta llevas puesto algo debajo del vestido blanco me daré la vuelta y me iré para hacerle llegar la copia del vídeo que llevo a tu marido” y Silvia oyó como la puerta de la entrada al jardín se cerraba. En apenas diez segundos Pablo llegaría. Ese vestido se trasparentaba y sin el bañador se adivinaría toda su desnudez bajo él. La presión a la que se encontraba no ayudaba a pensar a Silvia así que en apenas unos segundos se despojo del bañador, asustada, temiendo hacer enfadar a Pablo, justo cuando alguien llamaba a la puerta. Cogió aire y abrió. No podía verse pero sabía que su cuerpo se podía adivinar fácilmente bajo la gasa del vestido.

Pablo pudo ver a Silvia. Con el bañador aun en una mano y por unos segundos se deleitó en la figura que adivinaba bajo el vestido. Incluso podía deslumbrar las ingles brasileñas sobre el pubis de Silvia. “Hola Silvia” y le cogió el bañador que lo tiró a un lado. “No necesitas esto. No vamos a la playa”

Sin esperar a ser invitado entró. Silvia cerró la puerta habiendo sido muy consciente del repaso que le había dado Pablo. No quería ni imaginar cuanto era visible bajo ese vestido de gasa. Siguió a Pablo hasta el salón para ver como ponía un nuevo DVD en el reproductor. “Pablo… no… por favor… tenemos que hablar”

“ssshhhh…” fue la única contestación de Pablo mientras ponía en marcha el vídeo “siéntate”

Silvia, avergonzada por lo que estaba a punto de ver obedeció y se sentó junto a Pablo. Ambos empezaron a ver el vídeo donde ella tenía sexo con su hijo, Raúl.

“Como te dije ayer… menuda habilidad con esa boca de pecado tuya. Debes de haberle hecho miles de mamadas a tu marido para conseguir esa perfección. Por cierto… ¿Cómo va le divorcio?”

Silvia. Tensa, ni contesto.

“Joder… como la fastidio tu hijo. Apenas dos minutos y ya te ha llenado la boca de leche” Silvia comprendió en ese momento que el comentario de la leche del día anterior no había sido fortuito.

“Pablo. Por favor. Para eso y hablemos”

“No, no… mira…ahora tu hijo va a perder la virginidad. Que nervioso se le ve al pobre… y que segura se te ve a ti”

Silvia no pudo por menos que admitirlo. Cualquiera que lo viera realmente podría creer que ha sido cosa de ella esa sesión de sexo con su hijo. En ese momento notó una de las manos de Pablo que subía por el interior de su muslo. La paro con sus propias manos.

“Pablo... por favor… no…”

Pablo siguió haciendo fuerza para subir y Silvia se resistió con más fuerza.

“Pablo… ¡NO!”

Pablo sacó su mano de la entrepierna y con un rápido moviendo cogió a Silva del pelo y se la acercó a la cara. Casi silbando empezó a hablarle.

“A ver, putita… Tu sabes perfectamente lo que va a ocurrir o no estarías aquí ahora mismo sentada viendo el vídeo en el que desvirgas a tu hijo llevando solo un vestido transparente si nada debajo solo porque yo te lo he ordenado” Silvia fue consciente en ese momento que en todo el día había ido obedeciendo todas las peticiones de Pablo. “Pero si necesitas que lo verbalice para que realmente seas consciente lo haré. O me obedeces y dejas que haga lo que quiera o haré llegar ese vídeo a tu marido y a Internet. Perderás el divorcio, perderás a tu hijo, todo el mundo sabrá que era una guarra que se ha follado a su hijo  y terminaras en la cárcel por haberlo violado. ¿Sabías que no se puede tener sexo con menores en este país si tienes una posición de tutor? Aunque no sea cierto con lo que te odia tu marido y con ese vídeo seguro que sus abogados lo consigue. ¿Ha quedado claro?”

Silvia dudó un momento.

“¿HA QUEDADO CLARO?” mientras Pablo la zarandeaba por el pelo.

“si…” murmuro Silvia,

“Mas alto”

“Si” confirmo Silvia. Asombrada por la seguridad del joven.

“Bien” y Pablo soltó el pelo que asía. Volvió a introducir su mano por el interior de los muslos de Silvia y empezó a subir. Esta vez no encontró ninguna oposición. Solo Silvia con los brazos pegados al cuerpo, muy tensa y con los ojos cerrados. “Hey. Abre los ojos. Te vas a perder lo mejor”

Silvia abrió los ojos justo cuando Pablo llego hasta su vagina y empezó a juguetear con sus labios vaginales. “Mira Silvia. Esa es la cara que pone tu hijo cuando se corre” y la pantalla se lleno con la cara descompuesta de Raúl en el momento de correrse en su vagina. Silvia solo pudo tragar saliva y aguantar.

Poco más de diez minutos de vídeo y de jugueteo en su vagina después la película acabó.

Pablo cogió de la mano a Silvia y le ayudó a levantarse. “Vamos al comedor” le ordeno. Una vez allí Pablo se delito con el lugar donde días atrás Goran y los suyos habían jodido a Silvia hasta dejarla extenuada. “Así que fue aquí”

La sorpresa de Silvia fue mínima. Ya imaginaba que Pablo, de alguna forma, sabía todo lo que le había ocurrido. “Si. Aquí fue”

“Me ha dicho Raúl que vas a cambiar la mesa del comedor” Allí fue donde gran parte de la escena porno de Silvia tuvo lugar y quería quitarse de encima todo lo que le recordara el infierno que pasó. Esta asintió solo con la cabeza. “Te lo prohíbo.”

Silvia no comprendió por un momento. “¿Qué?”

“Esta mesa se queda aquí. Joder. Una mesa que aguante tan bien los vigorosos polvos que te dieron encima no se puede desperdiciar. Ni se te ocurra quitarla de aquí.”

“Pero… pero…”

“Shhhh…..” Pablo volvió a hacerla callar. “Vamos a volver a ponerla a prueba. Túmbate boca arriba con la cabeza colgando en el borde”

“¿Qué? No… no…” Silvia adivina lo que vendría después. Tuvo que sufrirlo varias veces hace unos días.

“Si… si…o salgo ahora mismo por al puerta y ya sabes… vídeo… blablabla… abogados… blablabla… cárcel… blablabla… infierno….blablabla” Pablo le hablaba con un tono condescendiente que solo ayudaba a reforzar la sensación de seguridad y absoluto control del joven. Silvia estaba impresionada.

Silvia voluntariamente se subió a la robusta mesa de madera, se posicionó en el borde y dejó caer la cabeza hacia atrás.

“La boca” ordeno Pablo.

Silvia abrió la boca haciendo una ‘O’ con los labios. Llevo las manos a los bordes de los lados de la mesa y asió con fuerza concienciándose en lo que iba a venir ahora.

Pablo se puso delante de su cara y procedió a quitarse el cinturón. Ya se adivinaba un bulto bajo su pantalón. Dejó caer sus pantalones y su slip y la polla enhiesta callo también de golpe sobre la cara de Silvia. Había crecido en el último año. No era las monstruosidades de Boris, Mirko o sobre todo Goran pero ya había alcanzado sus buenos diecisiete centímetros. En un año más llego a algo más de los dieciocho. Un buen miembro la verdad. Procedió con una mano a coger el pelo de la nuca de Silvia para asegurar la posición de su cabeza e introdujo su pene en la boca abierta que le esperaba. Lentamente lo llevo hasta el fondo del paladar mientras notaba como Silvia apretaba sus manos en torno al borde de la mesa haciendo esfuerzos por no resistirse. Una vez aparcada la polla allí procedió a seguir empujando y meterla en la garganta. Silvia ya no aguantó más y soltó las manos intentando echar al invasor de su garganta. Pero Pablo, con su mano libre la puso en el pecho de su victima y la sujetó allí con fuerza. Silvia no tenía suficiente fuerza para expulsar a Pablo y sin embargo Pablo si podía inmovilizarla donde estaba. Pablo procedió a violarla rítmicamente la garganta de Silvia mientras esta, frenética, movía piernas y brazos y retorcía su cuerpo. El vestido de Silvia terminó por subirse por encima de su cintura y Pablo vio por primera vez el coñito que pronto sería suyo. Allí estuvo Pablo, sujetando la nuca y el pecho de Silvia contra la mesa e invadiendo su garganta una y otra vez sin que Silvia pudiera hacer nada por evitarlo pese a sus intentos. De vez en cuando, para descansar, Pablo procedida a meter su miembro hasta el fondo y esperar allí unos segundos para coger aire, aire que le negaba a Silvia con su garganta obstruida. Luego volvía a empujar dentro y fuera su miembro y los pocos jirones de aire que Silvia conseguía le parecían gloria. Al final, por ultima vez, Pablo volvió a obstruir la garganta de Silvia aparcando su glande en lo más profundo, notando los espasmos del cuerpo de Silvia que solo ayudaban a aumentar la sensación de placer en el momento de correrse. “¿Quieres leche zorra? Toma leche”. Silvia aguantó los últimos momentos de su tortura con las rodillas dobladas casi sobre su pecho y sus brazos contraídos casi en posición fetal. Después de unos segundos Pablo libero su boca y tras unas cuantas toses Silvia recupero el aire que le faltaba.

“Vaya… parece que aun no has aprendido a dejarte follar la boca sin estar atada. Tendremos que trabajar eso”

Silvia giro sobre si misma para dejarse caer de la mesa de forma controlada y tosió un par de veces más “¿Trabajar más?” tosió de nuevo. “¿A que te refieres?”

“Pues que en el futuro quiero poder hacer esto sin tener que sujetarte. Claro”

“¿Cómo que en el futuro? Pensaba que sería solo hoy y… me dejarías en paz”

Pablo rió a gusto. “¿Qué? ¿Porque iba a peder la oportunidad de tirarme a un pedazo de puta estupenda como tu cuando quiera? Esto no es cosa de un día. Esto es para siempre. Y por enésima vez… si quieres dejarlo ya sabes…” volvió a mover la cabeza de un lado al otro con los ojos en blanco. “vídeo… blablabla… abogados… blablabla… cárcel… blablabla…”

Silvia ni se lo había planteado. O no había querido hacerlo. En ese momento fue consciente de cual era su situación. Bien jodida… metafórica y literalmente.

Pablo cogió un cuchillo dentado de la alacena del comedor. Por un momento Silvia se preocupo sobre las intenciones de Pablo pero se tranquilizo cuando vio que se acercaba al lado de la mesa donde acababa de abusar de su garganta. Allí con el cuchillo hizo una muesca en el borde.

“Bien. A partir de ahora en esta mesa quiero que te sientes en este lado. Cada vez que te folle la garganta aquí, haré una muesca. Quiero que cuando comas aquí, cada vez que te lleves algo a la boca, puedas ver estas muescas y recordar como te meto mi carne en la boca aquí mismo una y otra vez” Ni que decir que a  lo largo de los años la mesa acabó con numerosas muescas y Silvia tuvo que sufrir ser muy consciente de las veces que le habían violado oralmente en esa mesa. Esta fue la primera de muchas tradiciones que instauró Pablo.

Pablo cogió por la mano a la pobre Silvia. Estaba hundida y no encontraba forma de salir de la trampa en la que se encontraba. “Vamos arriba. Quiero ver tu habitación”. Casi mecánicamente Silvia siguió a Pablo mientras la guiaba. Una vez en su habitación Pablo siguió con sus órdenes. “Bueno… ¿Donde tienes el ‘cajon’?”

“¿Cajón? ¿A que cajón te refieres?”

“A ese cajón que tenéis todas las maduritas cuando no vivís con un hombre. El cajón con vuestros juguetes”

A Silvia le sorprendía que un joven como Pablo tuviera esa clase de conocimientos. “Yo… yo…” Después de un momento de duda abrió la puerta del armario y señalo una caja del aparador superior.

Pablo procedió a bajarla y examinarla “¿Solo esto? Decepcionante” Solo encontró un consolador y un vibrador, ambos de tamaño conservador, y un pequeño aparato de masaje de clítoris además de algo de lubricante. “Ya te pasare una lista de la compra para que tengas juguetes más interesantes aquí. Y ahora… ¿Donde guardas tu lencería?”

“Pablo. Por favor… Esto no tiene porque ir a más. Algo habrá que podamos hacer para solucionar esto” Silvia no quería claudicar pero sabía que justo en este momento del divorcio, su marido la destrozaría, manipularían a su hijo para decir lo que no fue y terminaría en la cárcel para salir años después sin absolutamente nada.

“Ya lo estamos haciendo. Y mi semen en tu garganta da fe de eso. Pero la solución es sencilla.”

“¿Si?” Silvia se sintió esperanzada.

“Si. Dime que no quieres ser mi putita particular y me iré ahora mismo. Es así de sencillo. Solo tienes que aceptar las consecuencias”

La esperanza se desvaneció más rápido que había llegado. Silvia agachó la cabeza y calló.

“No te he oído Silvia. ¿Qué va a ser? ¿Quieres ser mi putita?”

Silvia en silencio asintió.

“No te he oído” Insistió Pablo “¿Qué vas a ser?”

Casi con un susurro Silvia contesto. “Tu putita”

“Mas alto, Silvia”

Con algo más de voz Silvia consiguió articular la frase. “Seré tu puta”

“Bien. Ahora dime donde está tu ropa interior”

Silvia señalo un cajón de la cómoda de la habitación.

“Bien. Ahora quítate ese vaporoso vestido que me ha puesto cachondo y túmbate en la cama boca arriba, con las piernas abiertas y dobladas mientras echo un vistazo”

Silvia dudó unos segundos. “Silvia… Empiezo a cansarme…” Pablo empezó a mostrar autentico enfado. Hasta ahora su imagen era de seguridad y control pero ya empezaba a molestarse. “Si llegas a agotar mi paciencia el trato terminara y no podrás hacerme echarme atrás. Ya te he visto desnuda, ¿Recuerdas? Y haciendo autenticas guarradas. No es momento de ponerse tímida”

Silvia fue consciente del cambio de actitud de Pablo. Dejó caer los tirantes del vestido de verano por sus hombros y en seguida el vestido acabó en el suelo. Allí estaba ella. Esa esplendida madurita de cuerpo torneado, culito respingón, labios carnoso, piel tostada y con unas ingles brasileñas que coronaban su suculenta vagina. Una vez desnuda Silvia se fue a su propia cama y se tumbó boca arriba, doblo ligeramente las piernas y las separó. Se quedó allí, esperando, mirando al techo mientras Pablo rebuscaba en el cajón de su ropa interior.

Pablo fue mirando sus conjuntos de lencería. “Vaya… esto está mucho mejor. Ya veo que te gusta sentirte sexy” Sacó un tanga negro que apenas tenía veinticinco centímetros cuadrados de tela para tapar el pubis y se lo enseño. “Un día de estos tienes que hacerme un pase privado de tu lencería más sexy.” Pablo iba apartando algunas, las que menos le gustaba “esta no, esta no….” Y cuando acabó cogió la docena de conjuntos de braguita y sujetador que había apartado y las tiró sobre una silla. “Deshazte de estas. No me gustan. Cuando venga a follarte solo quiero encontrarme que lleves lencería pensada para ponerme cachondo”

Silvia no hizo ningún ademán. Aun pensaba en como escapar de esta tela de araña.

Pablo se acercó a la cama y empezó a desnudarse lentamente mientras admiraba a Silvia. “Vaya… Estas bien buena, ¿Sabes? Esos labios que tienes… Si es que has nacido para chupar pollas. Lo llevas escrito en la cara. Y ya veo que vas al gimnasio. Y a ver…” Pablo tomo con una mano uno de los pechos de Silvia y lo estrujo. “Acerté. Son naturales. Y gracias por depilarte el coñito… lo hace mas…. atrayente” La ultima prenda de Pablo cayó al suelo. Silvia tuvo que soportar todos esos comentarios como si fueran cumplidos. Sabía que pese a su edad era muy atractiva pero nunca pensó que eso sería su perdición.

Pablo subió a la cama y se posicionó entre las piernas de Silvia. “Mírame” ordeno “Quiero que veas como disfruto” así que Silvia tuvo que mirar a los ojos de Pablo, sufrir su burlesca sonrisa de superioridad y ver como con una mano iba acercando su miembro a sus labios vaginales. Cuando por fin el glande toco los labios Silvia dio un respingo y aparto la mirada al tiempo que cerraba los ojos.  En ese momento Pablo le dio un cachee en la cara. No fue realmente una bofetada. Solo un cachete, lo suficiente para llamar su atención y recordar quien estaba al mando. Silvia reacciono volviendo a clavar la mirada en los ojos de Pablo. “Bien... espero no tener que repetirlo o decirlo más... alto”. Pablo empezó a frotar su glande arriba y abajo por la rajita de su victima. Silvia se mordía los labios angustiada por lo que iba a ocurrir y desesperada por la espera. Pablo disfrutaba de la angustia que se dibujaba en la cara de su juguete. Subió  y bajo un par de veces y de improviso empujo con fuerza para meter su miembro erecto. No por más esperado fue menos desagradable. Silvia cerró con fuerza los ojos, el miembro aun estaba húmedo de su violación oral pero desde luego que no fue agradable semejante abrupta entrada. Antes de abrir de nuevo los ojos recibió una sonora bofetada. Al abrirlos se encontró con el rostro enfadado de Pablo. “Mírame” y esta vez le cogió del pelo y acercó su cara. Sacó su miembro y, después de esperar unos segundos, volvió a introducirlo con toda su fuerza. Esta vez Silvia si consiguió aguantar la mirada a costa de morderse el labio. Cuando Pablo vio que Silvia si aguantaba la invasión sonrió con una insultante sonrisa de satisfacción. Con esa misma sonrisa volvió a salir  entrar una tercera y abrupta vez “Si... hummmm.... Que hospitalaria eres Silvia. Gracias por abrirte de piernas para mi, zorrita” Se quedo un rato quieto, con su pene enterrado en el coño de Silvia disfrutando del momento de sumisión de su presa. Aun asiéndola por el pelo Pablo se acercó a esos carnosos labios y deposito un beso, largo y obsceno. Silvia tuvo que contestarle con su propia lengua ese beso desprovisto de sentimiento. Solo unos labios rozándose con las lenguas bailando en su interior. Pablo pasó a cogerle una de las nalgas con su mano libre y empezó con su ritmo. Entraba y salía tranquilo del coño de Silvia. Se tomaba su tempo. Tenía todo el que quería. Sabía que Raúl volvería tarde y nadie más vivía en la casa. Las manos de Pablo recorrían el suave cuerpo de Silvia sin ningún tipo de restricción. Silvia no colaboraba ni ponía ninguna resistencia. Era como una muñeca. A Pablo no le importaba... al menos esa vez. Solo quería firmar la sumisión de Silvia. Ya tendría tiempo de aumentar la intensidad en el futuro. Fue cambiando de posturas sin ningún tipo de oposición. Las piernas de Silvia acabaron sobre los hombros de Pablo. Silvia notó que con está postura incluso los últimos centímetros del miembro de Pablo se hundían en su coñito. Cuando la lengua de Pablo no se encontraba en su boa Silvia tenía que mirar a la cara de su violador y tener que sufrir la viva imagen de la satisfacción que ponía. Pablo pasó a doblarse sobre Silvia. Ahora las rodillas de Silvia estaban más cerca de sus propios hombros que de los de Pablo y su violador estaba justo encima de ella. Ahora Pablo subía y bajaba sin restricción y Silvia tuvo que admitir que ahora si la polla integra de Pablo se hundía en su coño. El peso de Pablo empujaba aun más su miembro y Silvia notaba como el glande invasor golpeaba contra su cervix. Algo poco agradable.

Pablo volvió a cambiar la postura y Silvia, como un autómata, se dejaba mangonear y manosear sin rechistar. Ahora terminó a cuatro patas sobre su cama. Silvia se sorprendía el aguante y el ritmo de Pablo. ¿Cuanto llevaban? Cuando de repente ocurrió el infierno. Silvia notó... placer. Su mente sabía que la estaban violando pero su cuerpo no. Eso no podía estar ocurriendo. Pero si que era cierto. Un escalofrió le subió por la columna avisando que su cuerpo estaba disfrutando. Por reflejo su vagina empezó a lubricar, lo que permitió a la polla de Pablo violarla más dulcemente. Eso consiguió aumentar la sensación de placer. Silvia se estaba desesperando Sin darse cuenta, sin poder evitarlo... soltó un gemido de placer. Perfectamente audible. “Vaya” Pablo no aminoro el ritmo “A cierta zorra le gusta que se la follen bien. ¿O es que te ponen cachonda los jovencitos?” Silvia hundió su cabeza en la almohada y la agarro con sus manos como si fueran garras de águila. Estaba profundamente avergonzada ¿Que clase de guarra era que sentía placer cuando abusaban de ella? Y la sensación iba en aumento. El ritmo acelerando de Pablo era perfecto. Silvia sintió ese calor subiendo por su cuerpo desde su entrepierna y no pudo aguantarse. Desde la almohada se oía los gemidos claros de Silvia. No era precisamente discreta. En apenas 5 minutos más Silvia soltó un largo gemido mientras intentaba retorcer su cuerpo. Había tenido un orgasmo. Oía la risa de Pablo “Vaya, vaya... ¿Te has corrido puta?” Por desgracia no acabó allí. Silvia no era exactamente multiorgásmica pero si le mantenían el ritmo podía tener a los pocos segundos un segundo orgasmo o más. Y Pablo lo mantuvo. En apenas unos segundos Otra vez Silvia soltó un largo gemido y volvió a retorcerse de placer. “Increíble. Ya veo que esto te pone cachonda”. Silvia ni se percató que a los pocos minutos más Pablo la lleno con varios chorros de su semen caliente. La primera de muchas veces en su vida.

Estaba con la cabeza hundida en la almohada, sollozando. Se sentía sucia. Había tenido no uno, sino dos orgasmos mientras la violaban. Oía las risitas de Pablo justo después de que le sacara la polla y dejara que su semen se escurriera por sus muslos. “Sabes. Nos lo vamos a pasar muy bien... y la verdad... no puedes negarlo. Pedazo de puta que estas hecha. Y no eres de las discretas cuando se corre. ¿Eh? Eso me gusta”

Silvia guardaba silencio.

“Bueno. Para mañana quiero una copia de tus llaves y el código de la alarma”

“¿Las llaves? ¿Para que?” Silvia alzó al fin su cara cubierta de lágrimas.

“¿Tu que crees? Ahora eres mi puta privada. Cuando me de un calentón y quiera follarte no quiero tener que llamarte. Vendré, te abrirás de piernas cuando me veas y ya está. ¿Entendido?”

En ese estado. Sin ninguna autoestima Silvia era incapaz de negarle nada.

Interludio.

Silvia se martirizo durante años por esto. No comprendía lo que había ocurrido, ni esa ni el resto de las veces que le ocurrió, y nunca lo averiguó. Pablo con el tiempo si. La mente si sabía de violaciones pero el cuerpo no. El cuerpo solo cumplía con su deber diciendo que lo que le ocurría era placentero y los esfuerzos de Silvia por relajarse dieron campo libre a su cuerpo para disfrutar.

Mientras que solo alguno de los  amigos de Pablo había perdido la virginidad y todos en general durante años tenían suerte si podían echar un polvo una vez a la semana y de malas maneras, Pablo se follaba a su madre varias veces a la semana, probando todo lo que se le ocurría. Pablo tenía el vigor de un adolescente y la experiencia de un veterano. Y de eso podían dar fe sus ligues. Pablo era una garantía de orgasmo pero por alguna razón sus ligues no terminaban del todo satisfechas. Solo algunas con el tiempo se dieron cuenta de lo que pasaba. Pablo no hacía el amor con ellas, ni siquiera practicaba sexo con ellas. Pablo se las follaba. Eso si. Pablo era MUY BUENO follando.

No fue lo único en lo que obedeció a Pablo el resto de su vida. Cada semana tenía que adelantarle que iba a hacer para que Pablo supiera cuando podría disponer de ella sin problemas. Pronto el correo electrónico de Silvia era accesible para Pablo. Así como su tarjeta de crédito. No abusó de la tarjeta. Solo la uso para comprar juguetes eróticos y lencería por Internet. En apenas seis meses la mitad de la lencería de Silvia era propia de una puta presentándose a un cliente y la otra mitad no se la pondría ni las putas. Por suerte el dinero no fue un problema. El divorcio llego años después y aunque injusto dejó a Silvia bien cubierta económicamente. Y cuando Pablo acabó la carrera de económicas obligo a Silvia a dejarle que llevara sus finanzas. Silvia pensó que la iba a arruinar pero como en todo obedeció. En tres años Pablo duplico el valor de las inversiones de Silvia. Ser un cabrón, manipulador, controlador, mentiroso, carismático y sumamente inteligente ayuda mucho a triunfar en el mundo de los tiburones de las finanzas. Y Pablo era todo eso y más. Pablo iba dando órdenes a Silvia de vez en cuando solo para asegurarse que seguía estando dominada. Como cuando le ordeno que se hiciera piercing en los pezones, y además luego le ordeno que siempre tomara el sol en la playa en topless con esos piercings a la vista. O como cuando le mando tatuarse una “P” dentro de una corona de laurel justo sobre su pubis. Aunque claro. Ella no fue la única que terminó marcada de esa forma.

También uso la táctica de periódicamente amenazarle con joderle la vida. Que nunca olvidara lo precaria que era su situación y cuanto podía perder. Eso ayudaba a reforzar su control sobre ella. ‘Tensar la correa’ lo llamaba.

Escena 2

Ya habían pasado dos meses desde que Silvia se había convertido en una de las esclavas residentes de Pablo. Aunque para estas fechas Pablo solo tenía dos, Silvia y su madre Marta, con el tiempo ese número aumentó entre chantajeadas y voluntarias. Ya no estaban en el chalet de la playa. Ambos habían vuelto a la ciudad. Silvia vivía en la misma urbanización que Marta, a escasos cinco minutos, y por ende de Pablo.

Marta descolgó el teléfono y escuchó a Pablo al otro lado. “Telecoño. Quiero que me envíen a casa una guarra que vaya solo vestida con el sujetador blanco que deja todas las tetas al aire y la braguita blanca a juego con la abertura para que su coñito sea accesible. Unos zapatos de tacón alto negros y un abrigo. No quiero que venga con nada más o me enfadare. Y para comprobarlo cuando abra la puerta quiero que la putita tenga abierto el abrigo para poder ver que efectivamente va como quiero”  y colgó sin dar tiempo a decir nada a Silvia. Esta situación se repitió muchas veces en el futuro. Pablo llamaba, decía como quería que vistiera y terminaba en su casa para ser violada de nuevo.

Silvia aun estaba en mitad del complicadísimo divorcio. Y no veía forma de salir en el agujero en el que se encontraba. Prácticamente todas las semanas Pablo la reclamaba una vez. Con plena aceptación Silvia pasó a su habitación y se desnudo. Abrió su cajón de la ropa interior y como siempre lo que vio era un permanente recordatorio de su situación. Solo tenía ropa interior sexy o guarra. Hoy le tocaba llevar la de guarra. Pasó a vestirse con la ropa que le había indicado Pablo y se cubrió con un abrigo. Sus pezones le rozaban contra la recia tela del abrigo y la sensación de desnudez bajo el mismo era agobiante. Pero no tenía más remedio. Salio de casa y andando en cinco minutos llego a casa de Pablo. Una unifamiliar rodeada de unos diez metros de terreno, muy similar a la suya propia, era donde vivía Pablo.

Llamó al portero y le abrieron sin siquiera preguntar quien era. Llego a la puerta, se abrió el abrigo y llamó a la puerta. Al abrirse se encontró con una sorprendidísima Marta. Silvia dudó unos segundos por el shock. Ni se había imaginado esa posibilidad. En cuando pudo reaccionar se cerró el abrigo y se puso colorada muerta de vergüenza. No sabía que hacer o decir. ¿Se había equivocado en algo?

“¿Quien es mama?” se oyó preguntar a Pablo desde el interior.

“Es... Silvia” Cuando la propia Marta consiguió reaccionar.

“Ah. La estaba esperando. Que pase”

Silvia dudó cuando Marta se aparto para dejarla pasar. “Esta en el Salón” le dijo y allí se encamino Silvia seguida de Marta.

“Hola Silvia.” Pablo se acercó y le dio un besito en los labios “Mama. ¿Sabías que Silvia es ahora mi putita privada? Pero por favor, cójele el abrigo que se va a acalorar”

Silvia, como en un ensueño, dejó que Marta le quitara el abrigo para colgarlo. Allí estaba. En el salón de su mejor amiga, vestida como una puta de las guarras con su hijo presente. No entendía nada. “Me llevo a Silvia a tu habitación para tirármela, no molestes, ¿Vale?” Pablo cogió por la mano a Silvia y se la llevo que evito mirar atrás y encontrarse con la mirada de su mejor amiga.

Ahora estaban en la habitación de Marta. “Túmbate” Pablo se dirigió a la cama y de cada esquina sacó unas cuerdas con esposas. Silvia no entendía como Marta tenía algo así en su habitación. Las cuerdas estaban ya sujetas a la cama. Se tumbó en la cama y Pablo procedió a esposar tanto sus muñecas como sus tobillos. Las cuerdas podían acortarse y Pablo hizo que Silvia dibujara una X con su cuerpo, tensando al máximo las cuerdas. Silvia estaba bien abierta de piernas y sin poder moverse siquiera un centímetro. Pablo ni se molesto en quitarle la lencería. ¿Para que? Con los pechos al aire y su coñito disponible bajo la abertura de sus braguitas.

Pablo lentamente se desnudo. Se tomaba su tiempo. Quería que Silvia se pusiera nerviosa. Cuando estuvo totalmente desnudo se subió a la cama y se puso entre las piernas de Silvia. “Que receptiva te veo Silvia, bien abierta” Como si tuviera alguna opción. Ya sin ninguna contemplación se tumbó sobre ella y sin dilación la penetró. Como siempre le gustaba, entró a la fuerza y violentamente. Silvia notó como le prendía fuego la entrada de Pablo pero solo pudo emitir un quejido. Tal como estaba totalmente inmovilizada no podía moverse. Pablo se dejó caer sobre Silvia y mientras aceleraba el ritmo. Sus manos se concentraron en los pechos de Silvia. Sin ningún tipo de consideración empezó a estrujarlas mientras su lengua invadía la boca de Silvia. Como tantas veces Silvia se sentía un pedazo de carne. Las manos de Pablo recorrían libres sobre su piel, le cogía por el pelo y le depositaba largos y obscenos besos en la boca. Pablo, sin dejar el ritmo notó algo allí abajo. Silvia también. Iba a ser una de esas veces. Muchas veces Pablo era violento y sádico en sus violaciones pero a veces era más suave... como ahora. Y siempre, irremediablemente, Silvia empezaba a excitarse. Al menos su cuerpo. Su vagina empezó a lubricarse y la polla de Pablo empezó a entrar más cómodamente. Esto como siempre consiguió aumentar la sensación de placer. “Vaya... ¿mi putita está contenta?” A lo que Silvia solo pudo gemir. Pablo aumentó el ritmo y así aumentaron los gemidos de Silvia. Como otras veces Silvia se sentía sucia. Pero esta vez fue peor. Se dio cuenta que la puerta estaba abierta. Su amiga Marta estaba en la casa. La iba a escuchar gemir de placer como una perra. ¿Que tipo de guarra iba a pensar Marta que era? Fácil. Una que aparece desnuda en su puerta, se deja atar para que un adolescente la folle como una puta y encima termina gimiendo como una ninfómana. Cada vez sentía más calor y cada vez gemía más fuerte hasta que al final soltó su típico largo gemido terminado con un sonido ahogado. Pero como otras veces tampoco acabó allí. Pablo seguía y su cuerpo reaccionaba otra vez. En apenas unos segundos estaba soltando otro gemido similar. “Bien putita... Que mi madre oiga como te doy placer, zorra” Silvia se mordió los labios y por segunda vez en el día volvió a sonrojarse. Se dijo a si misma como tantas veces diría mientras fue esclava de Pablo ‘Que tenga orgasmos no significa que disfrute’ pero le costaba creer su propia afirmación. Aun le arranco un tercer gemido que daba fe de un tercer orgasmo. En apenas un minuto Pablo agarro los pechos con fuerza y apretó. Se iba a correr. Silvia grito por el dolor mientras Pablo golpeaba con fuerza con su polla en el interior de Silvia hasta correrse. Pablo se dejó caer y procedió a darle un largo beso a Silvia sin aun sacar su polla de su interior. “Gracias putita. Siempre es un placer follarte”

Pablo se levantó y Silvia notó como ese calido semen resbalaba por si coño. ‘¿Y ahora que?’ pensó Silvia.

“Mama. Ven.” En apenas 5 segundos apareció Marta en la habitación. Allí pudo ver a su mejor amiga en esa obscena postura y con semejante indumentaria además  de su hijo desnudo. Silvia no sabía que iba a pasar. “Necesito algo de limpieza, mama” Silvia pudo ver, incrédula, como Marta, sin rechistar, se arrodillaba ante su hijo y se metía su polla en la boca. En menos de un minuto la lamió de arriba a abajo dejándola limpia de cualquier rastro de semen o flujos vaginales de Silvia. Esta miraba absorta un espectáculo que no podía entender. ¿Que hacía su mejor amiga? Estaba chupándole la polla a su propio hijo. Su cara de sorpresa era aparente. Cuando acabó se levantó y parecía que iba a irse cuando Pablo le interrogo “¿Donde vas? No has acabado” Marta miró el miembro ahora flácido de su hijo, parecía limpio pero hizo ademán de arrodillarse. “No, tonta. Ella” Señalo la rajita de Silvia de la que caía un hilo  blanco y denso fácilmente reconocible. Marta miró a su hijo y luego a Silvia. Esta se le veía entre incrédula y molesta. Marta pareció dudar unos instantes. Pablo se acercó a ella y a través de la ropa le pellizco un pezón “No me hagas enfadar mama” y con la cabeza hizo un gesto hacia Silvia. Silvia no pudo creérselo cuando su mejor amiga se subió a la cama, puso su cabeza entre sus piernas y empezó a lamerle el interior de su muslo, justo por donde el semen de su hijo resbalaba. “Bien, pero no te olvides del interior” Silvia pudo notar como Marta estiraba y apartaba sus labios para dejar espacio a su lengua. Entraba y salía libando ese semen como si fuera un colibrí. Una vez más Silvia se sonrojó ese día. Estaba siendo hasta placentero. Hasta soltó un pequeño gemido de placer que arranco una sonrisa de Pablo. “Pedazo de zorra...”. Cuando acabó Marta se levantó y no se atrevía a mirar a su amiga. Pablo se había puesto a vestir pero paro un momento para abrir un cajón. De allí Silvia pudo ver como sacaba un consolador doble. Un consolador en forma de U, morado, de un buen tamaño que imitaba a una polla en cada extremo “Toma mama. Ponle esto mientras terminó de vestirme que Raúl estará a punto de llegar”

 “¿Mi hijo? Que vas a hacer. Déjalo fuera de esto” Pablo sacó del mismo cajón una mordaza de bola y procedió a amordazar a Silvia. Silvia aun seguía extrañada que Marta tuviera semejantes juguetes en casa. Mientras la amordazaban, Silvia notó como Marta le metía ese doble consolador. Notó como Marta se había humedecido los dedos para lubricar un poco su ano antes de meterle esa imitación de una polla.

“Pablo... de verdad...” preguntó su madre “¿Que vas a hacer?”

Pablo cogió la braguita de Silvia y tiró de ella hasta romperla. “Mama, ya sabes... lo que quiera” se acercó a su madre y su lengua se abrió paso entre sus labios mientras una mano tenía un buen agarre sobre la ropa del pubis de su madre. “Y ahora lárgate”

Marta, mientras salía, miró con pena a Silvia la cual le imploraba con la mirada. Pablo la siguió y dejó la puerta a medio cerrar. Desde el pasillo no se veía a Silvia en la cama pero Silvia podía oír el resto de la casa. Y lo que oía era... silencio. El silencio pesaba como una losa. Pasaban los minutos y no oía nada. Hasta que sonó la puerta. A los segundos oyó a Pablo recibir a alguien. Por la voz reconoció a su hijo Raúl. Allí estaba ella, peor que desnuda, atada, amordazada y con consoladores en su coño y su culo con su hijo apenas diez metros de distancia. Se temía lo peor. ¿Pablo sería capaz de...?

Los oyó pasar por delante de la puerta. El corazón de Silvia dio un vuelco cuando vio asomarse una cabeza por la puerta. Era Pablo sonriente que quería martirizarla. Enseguida desapareció y ambos jóvenes se fueron a la habitación cercana de Pablo. Desde donde estaban Silvia los escuchaba perfectamente.

“Toma Pablo. El libro que me pediste”

“Gracias Raúl. Parece interesante”

Siguió unos minutos de charla adolescente intrascendente.

“Oye Pablo... ¿Que tienes en el bolsillo?”

“¿Que? ¡Oh!... Mierda... jejeje... bueno... son unas bragas”

“¿Que? que haces con unas bragas...”

Silencio

“... que bragas más raras. Son solo dos cuerdas y un trozo de tela... y por lo que veo ni siquiera cubre... jejeje... eso. Pero sigo sin entender porque llevas eso en el bolsillo”

“Vaya... me has pillado... ¿Sabes guardar un secreto?”

“¿A ti? Desde luego”

“Pues mira... Desde hace dos meses me tiro a una madurita”

“¿Que? Corcholis. Que suerte”

Hasta Silvia reconocía que se hijo era un poco pringado. ¿Quien dice hoy en día ‘corcholis’? Pero era su hijo y lo quería con locura. No habían vuelto a comentar lo que había ocurrido la noche del safari y habían podido seguir adelante. Pero Silvia estaba aterrada con la idea de que su hijo la viera así.

“Si. Si supieras. Es una guarra. Hace de todo. Todo lo que has visto en paginas porno lo hace y mas”

“¿Que? ah... si, si... veo muchas”

Ni Pablo ni Silvia se lo creyeron pero Raúl intentó hacerse el interesante y exprimir lo poco que sabía.

“Así que le gusta chupar a esa guarrilla”

Silvia se mortificaba pensando ‘Raúl. Hijo, esa guarrilla es tu madre’

“¿Chupar? Se mete mi polla hasta la garganta. Y cuando le doy por el culo... como grita. Me viene a casa vestida solo con lencería y un abrigo. Está casada y solo quiere una aventura. Alguien que se la folle”

‘Grito de dolor, cabrón’ recalcó Silvia en su mente...

“Que suerte tienes. Ya me gustaría a mi tener una guarrilla así.” Pablo se reprimió una sonrisa al pensar que tal vez habría podido pero sabía perfectamente que Raúl no lo decía en serio. Era un pringado. Si estaba con él era porque le daba marcha contarle historias de como se tiraba a su madre sin que supiera quien era. Raúl estaba fuera de forma sin llegar a ser gordo. Más bien feúcho e inseguro. Ahora mismo Pablo era lo más parecido que tenía a un amigo. Básicamente Raúl era el pringado de la pandilla. “Vamos... si estuviera conmigo le iba a hacer....” un segundo de duda porque obviamente no tenía ni idea de lo que le haría “... de todo”

“Oye... ¿Porque no?”

Silvia puso los ojos como platos. ¿Que pensaba hacer Pablo?

“¿Que? ¿Que quieres decir?”

“Mira... no puedes venir conmigo pero... ¿Porque no escribes una carta diciéndole a esta guarra lo que quieres que haga conmigo en tu lugar?”

“¿Que?” Raúl no tenía ni idea que decir, mucho menos que escribir pero no quería quedar como un pringado delante de Pablo. Algo imposible pero que en este caso a Pablo le daba igual “Clara, claro... pero seguro que todo lo que te diga ya lo habrás hecho... si esa puta es tan guarra...”

“No te preocupes... algo se te ocurrirá... espera un momento”

Después de un momento de silencio Silvia volvió a ver la cara sonriente de Pablo en la puerta para luego desaparecer y cerrarla. Ya no escuchaba nada.

Quince minutos después escuchó pasos en el pasillo y supuso que su hijo se habría ido. Pablo entró en la habitación a los segundos llevando una bolsa de plástico, algo de celo y una carta.

“Vaya... quien lo iba a decir... tu hijo tiene alguna buena idea de como tratar con las zorras como tu. Tal vez se quedó con ganas de mas cuando se te folló” Tiró la bolsa junto a la pared próxima al cabecero de la cama y le quitó la mordaza a Silvia.

Silvia salto enseguida. “Ni se te ocurra hacerme volver a pasar por el infierno de hacerlo con mi hijo. Te aseguro que antes prefiero ir a la cárcel que hacer algo así” Pablo no necesitaba esa advertencia. Ya se lo imaginaba y había decidido que nunca intentaría algo así. No lo necesitaba. Raúl era un torpe y con verlo una vez era suficiente. Pero aun así no iba a admitirlo delante de su juguete. Le cogió por uno de los pezones y empezó a retorcer y tirar de el. Silvia soltó un quejido de dolor mientras arqueaba la espalda los pocos centímetros que las cuerdas le dejaban...

“Mira puta. Si quiero hacerlo lo haré. Puedo hacer lo que quiera. Y si en algún momento pienso que ver al pringado de tu hijo follarte es más divertido que lo que hacemos, créeme, vas a tener que volver a ver la cara de estúpido de tu hijo cuando se corre en tu coño. ¿Queda claro? ¿Vas a ser obediente y no hacerme enfadar? Si algún momento dejas de ser interesante el joderte la vida haciendo publico el pedazo de guarra follahijos que eres también me causará gran satisfacción”

Silvia, aun inmovilizada, no podía hacer nada para resistir esa tortura. “Si, Si... arggghhhh suéltame por favor, te lo imploro”. Pablo soltó el pezón y Silvia cayó a la cama.

Pablo soltó las esposas y Silvia pudo liberarse. Al principio dudó si quitarse el consolador en forma de U que Marta, su amiga, le había metido por sus orificios antes de irse. Tímidamente preguntó a Pablo “¿Puedo?”

Pablo hizo un gesto de desinterés que Silvia interpreto como un Si. ¿Quien hacía semejantes objetos tan retorcidos? Un consolador para meterlo por la vagina y el ano a la vez. ¿Quien podría disfrutar con esto?

Pablo le tendió la carta a Silvia para que la leyera mientras se dirigía de nuevo al cajón de donde habían salido el consolador y la mordaza de bola. Allí sacó un vibrador de tamaño considerable. Silvia lo reconoció como uno de los que usaron con ella durante su violación. El que Goran dijo que le gustaba tanto. Imaginaba lo que iba a venir ahora. Intentó abstraerse de lo que se le avecinaba y se puso a leer la carta. Fue peor.

‘Hola pedazo de puta. Soy Raúl, un buen amigo de Pablo. Ya me ha contado que eres una guarra insaciable y me he puesto cachondo pensando en ti. Me gustaría estar allí con Pablo y entre los dos usarte como el pedazo de carne follable que eres. Pero como Pablo no quiere compartirte me conformaré con decirte lo que quiero que hagas. Vas a ponerte a cuatro patas como la perra que eres y te vas a meter el vibrador más grande que tengas por el coño. Mientras mi amigo Pablo te enculará a gusto. El vibrador es mi sustituto así que mientras te lo metes y te lo sacas mientras te sodomizan quiero que pienses en mí. Pero como seguro que te gustaría sentir una polla en esa boca de chupadora que tienes vamos a hacer una cosa más. Me he hecho una paja en mis propios slips. Pablo te los entregará para que los muerdas mientras te sodomiza. Seguro que apreciaras su saber en tu boca y podrás imaginar que es mi polla la que chupas. Nada más. Espero que disfrutes como la zorra que eres. Firmado Raúl’

Era la letra de su hijo. La reconocía bien. Tenía la manía de escribir el punto de las ‘i’ con un pequeño círculo entre otras cosas. Su hijo, su inocente hijo, había sacado de su mente una obscena escena. Aun descartando que no supiera que la destinataria de la carta era su propia madre el resto del lenguaje y lo que le proponía era enfermizo. Silvia no imaginó ni nunca lo averiguó que la carta había sido prácticamente en su totalidad dictada por Pablo. Para ella siempre fue una escena dantesca salida de la mente de su pequeñín.

Pablo cogió por el pelo a Silvia y la tiró al suelo junto a la cama. También cogió la carta y con el celo la pegó en la pared junto al cabecero de la cama. “Venga putita, a cuatro patas” Una vez en el suelo pudo ver lo que la bolsa de plástico abierta contenía. Efectivamente... unos slips, los que esta mañana había preparado para su hijo, con una característica sustancia blanca y viscosa. Pablo dejó caer el monstruoso vibrador junto a Silvia y se puso detrás de ella mientras se desnudaba.

Silvia estaba absorta asustada por la carta de su hijo. Parecía no reaccionar cuando oyó un chasquido. Inmediatamente sintió un doloroso ardor desde una de sus nalgas. Pablo había usado su cinturón como un látigo. “Venga, zorra, no hagas esperar a los deseos de tu hijo” Silvia reacciono y volvió a mirar al suelo. Allí estaba ese slip manchado y ese monstruoso vibrador. Un pene normal tiene como 4 centímetros de diámetro. Uno grande puede tener cinco o seis. Este vibrador superaba los siete centímetros de diámetro. No veía como una mujer podría encontrar placer en algo así. Otro chasquido y ahora su otra nalga ardió por el latigazo. “¿A que esperas?” Silvia cogió el vibrador con ambas manos, era pesado. Se puso de rodillas con las piernas ligeramente separadas y dejó caer su cuerpo hasta apoyarse con el pecho en el suelo. Así tenía el culo en pompa. “Vaya... ¿ya me estas ofreciendo el culo? ya veo que estas ansiosa por que te encule” Silvia intentó abstraerse y se concentró en meter semejante monstruo en su coño sin lubricar. Probó a chuparse los dedos y mojó el vibrador varias veces. Entre gemidos de dolor y retorciendo su cuerpo Silvia consiguió invadirse la vagina con esa monstruosidad. Apretó las paredes de su vagina y se levantó para apoyarse con una mano contra la pared. Con la otra dudó un segundo pero no quería recibir otro latigazo. Cogió el slip manchado de su hijo. “Por el lado donde está lo rico. ¿Eh, guarra?” Silvia se metió el slip en la boca y lo mordió. Por segunda vez en su vida notaba el sabor del semen de su hijo en su boca. Otra vez con la mano libre cogió el vibrador y se preparó. “Ponlo en marcha tonta, si te va a gustar” Silvia giro el control del vibrador y se puso en marcha. Dios. Casi lo había olvidado. Era un martillo pilón golpeándole las entrañas. Agachó la cabeza y aguantó las inmensas molestias que le originaba. Ahora venia algo peor. Notó como la cabeza del miembro de Pablo se apoyaba en su ano. Sabía lo que venia ahora A Pablo le encantaba entrar de golpe en su cuerpo. En particular por su culito. Notó como Pablo se preparaba y ella misma se mentalizo. De un empujón casi toda la polla de Pablo le entró por el culo. Silvia solo pudo soltar un largo “ggghhh” dolorida por la invasión mientras mantenía el slip de su hijo en la boca. Le costo aguantar el empujón con la mano que estaba apoyada y así no darse contra la pared.

Siempre fue así. Con los años aprendió a recibir cualquier polla en su garganta sin excesivos problemas físicos. Siempre había sido buena con el sexo oral y a la fuerza se hizo una experta tragadora de pollas. Pero el culo era distinto. Nunca consiguió acostumbrarse. Su ano siempre se rebelaba y eso aun empeoraba la violación. No es que Pablo se quejara. Le encantaba oírla gritar cada vez que la enculaba.

Pablo rápidamente sacó su miembro y volvió a entrar de golpe en el culo de Silvia. Cada vez que entraba así Silvia soltaba un gemido ahogado de dolor. Después de media docena de invasiones Pablo procedió a usar un ritmo más normal. “Venga puta, no te olvides de tu hijo. Mueve ese vibrador en tu coño”. Silvia obedeció a Pablo y a duras penas esos siete centímetros de diámetro empezaron a  entrar y salir en su estirado coño. Le ardía el coño, le ardía el culo y le ardía el alma. Se supone que ese vibrador personificaba los deseos de su hijo. A todo esto se le unió que a Pablo le apeteció palmear sus nalgas como si estuviera montando una yegua. Estaba siendo un pequeño infierno pero aun podía empeorar. “Zorrita. ¿Esta bueno la leche de tu hijo?” Silvia ni contesto “Vamos, quiero verte lamerlo. Sácatelo y lámelo”. No era suficiente malo lo que ocurría. Apretó las piernas para mantener el monstruo en su interior y cogió el slip. Sacó su lengua y recorrió con un largo y asqueroso lametón el slip manchado. “Bien... Te gusta. ¿Verdad? Acábatelo. Que no se diga que no te dejó disfrutar” Silvia dio media docena más de lametones hasta que pudo dar por limpio el slip de su hijo. En cuando acabó enseguida cogió de nuevo el vibrador que casi se le escurría ya por las piernas.

Pablo le cogió del pelo y le obligo a alzar la mirada. Ahora la carta estaba justo frente a ella. “Léela” le ordeno jadeando, disfrutando tanto de ese estrecho culito como de la humillación.

“Hola pedazo de puta, soy Raúl...” ‘… mi hijo’ pensó Silvia. Las lágrimas empezaron a rodar por las mejillas de Silvia. “...eres una guarra insaciable...” “...me he puesto cachondo pensando en ti...” “...mientras te sodomizan quiero que pienses en mi...” “...podrás imaginar es que es mi polla la que chupas...”

Cuando acabó de leerla Pablo le obligo a empezar otra vez... y otra.... así varias veces. Por si no fuera poco aguantar la sodomía Pablo seguía teniendo aguante. En ese tiempo llego Marta de vuelta. Oía los gemidos en su habitación y se acercó a mirar. Temía que Pablo hubiera convencido a Raúl para unirse en la violación. Se relajo cuando vio que solo era su hijo. ‘Solo’ como si no fuera bastante ver a su hijo abusando, sodomizando a su mejor amiga. Pablo vio a su made en la puerta y vocalizo sin emitir sonido ‘O ella o tú’. Marta se estremeció pero Pablo le hizo señas para que se quedara a mirar. Marta se quedó en el quicio de la puerta, viendo la violación y la humillación.

“Ahora llámame Raúl”

“¿Que?”

Pablo dio un fuerte tirón al pelo de Silvia “Llámame Raúl, Dime que soy tu hijo y que quieres que te folle”

Silvia dudó

“¡Dilo!” y lo reforzó con otro fuerte tirón.

“Raúl... hijo... fóllame”

“¡Mas!”

“Fóllame hijo, Fóllame” decía Silvia entre sollozos.

“¡Mas!”

Silvia notaba como su rabia se acumulaba y estallo. “¡Fóllame Cabrón! Dale a tu madre lo que le gusta. Soy una guarra insaciable. Raúl, reviéntame el culo” Ni pensó lo que decía., Solo soltaba su rabia contenida.

Pero eso excito a Raúl. Soltó su pelo y le agarró con fuerza las tetas. Silvia sabía lo que iba a ocurrir después. Pablo aumentó el ritmo, sus jadeos se hicieron más fuertes, empezó a apretar y estrujar las tetas de Silvia hasta hacerla gritar. Se dejó caer sobre ella, estrujando in crescendo los pechos de Silvia mientras ella gritaba y el se corría exclamando. “Si mama. ¡Toma mi lecheeeeeee!!!!”

Y siguió segundos de silencio. Marta de rodillas con la cabeza hundida en el suelo y Pablo descansando sobre ella y con su polla resbalándose del culo de su victima. Se levantó y empezó a vestirse. “Estupendo. Tenemos que repetirlo. Nunca me canso de oír la frase ‘Dale a tu madre lo que le gusta’ cuando estoy follando. Me voy a dar una vuelta. Mama, no le dejes ropa. Que se vaya con lo que ha venido... menos las bragas, claro. Se las ha llevado Raúl de recuerdo” Durante unos minutos solo se oían los sollozos de de Silvia mientras Pablo terminaba de vestirse. “Bueno... adiós mis zorras. Nos vemos”

Marta se acercó a consolar a su amiga. Aun no se había quitado el monstruo de su coño y con esa postura de culo en pompa Marta empezó a ayudarle a quitárselo despacio. No sabía que decirle. ¿Que se dice a tu mejor amiga después de que tu hijo la viole? Silvia se dio cuenta de la presencia de su amiga y dejó que le sacara el vibrador. Marta se fue y volvió con el abrigo de Silvia, le tapó con él y le ayudó a levantarse. Silvia se lo puso y dejó que Marta le llevara hasta el salón, sin decir nada. Marta dejó a Silvia sentada en el sofá y preparó una tila rápidamente. Se la ofreció a Silvia que no sabía que hacer con la nueva información que tenía de su mejor amiga. Un silencio incomodo las rodeaba. Silvia tomo un sorbo de la tila y la dejó en la mesa. Allí se paro un momento al percatarse de unas muescas que había en esa mesa, muy similares a las que había en su mesa del comedor de la playa y que acarició con sus dedos. Muy sorprendía giro de golpe su cabeza para mirar a Marta. Esta se había dado cuenta que Silvia tenía noción de lo que significaban las muescas y hundió su cara en su pecho totalmente sonrojada. Después de un momento de duda Silvia abrazo a Marta la que le devolvió el abrazo afectuosamente.

Lo que Silvia no sabía es que esas marcas representaban algo mucho peor de lo que ella pensaba.

Silvia volvió a casa incluso con menos ropa de la que había salido. Cuando llego su hijo estaba en su habitación. Después de vestirse decentemente y dudar por un momento se acercó a saludarlo. Cuando se asomo a la habitación de su hijo pudo ver en la papelera unos pañuelos de papel que delataban lo que había estado haciendo esa tarde y como su hijo, veloz, ocultaba un trozo de tela blanca en uno de sus bolsillos. El sonrojo se dibujo en las mejillas de Raúl al ver a su madre que casi lo había pillado.

“Errrr.... Hola mama. ¿Que tal la tarde? ¿Te lo has pasado bien?”

Escena 3

Un año había pasado desde que Silvia había claudicado a Pablo. Su divorcio seguía empantanado y tanto Raúl como Pablo volvieron a sus respetivos chalets de la playa con sus madres. El cumpleaños de Raúl era al principio del verano y gracias a los consejos de su nuevo, y tal vez primer, mejor amigo Pablo, Raúl decidió celebrar el cumpleaños en su chalet.

Le chalet, similar al de la propia Marta, tenía dos plantas y piscina. Además de un recinto amurallado y ajardinado. Silvia se encargó de prepararlo con esmero. Su hijo cumplía los diecisiete. Preparó junto a la piscina varias mesas con tentempiés y bebidas. Este año, a diferencia de los anteriores vinieron bastantes amigos de su hijo. Y hasta chicas. Poco sabía Silvia que si venían era más porque Pablo los había incitado que por el propio cumpleaños de su hijo.

Silvia llevaba un vestido de verano más opaco del que uso cuando Pablo la violó por primera vez., además de unos cómodos zapatos de suela de cáñamo con algo de tacón ese día. Prefirió no pensar en la lencería que llevaba. Desde luego que le hacía sexy dada la selección que le había hecho Pablo, pero hace tiempo que solo podía exhibirla delante de su violador y no era una idea que le alegrase. Había bullicio alrededor de la piscina pero el interior de la casa estaba fuera de los límites de la fiesta. Su propia habitación daba a la piscina así que de vez en cuando salía a ver que tal iba la fiesta. Por supuesto que Pablo estaba allí, a veces hablando con su hijo. Por lo que sabía Silvia por Pablo de vez en cuando le contaba historias de la ‘madurita salida’ a la que se tiraba. Pablo exageraba bastante las historias que le contaba a Silvia para martirizarla mientras se la tiraba pero Silvia no lo sabía y desde luego que lo pasaba mal pensando que su hijo se masturbaría con esas historias sin saber que la protagonista era su propia madre. Pablo se percató de donde estaba Silvia y la saludo amistosamente. ‘Cabrón violador’ pensó Silvia mientras le devolvía el saludo desde la ventana.

Entró en la habitación y se tumbó a leer algo. Unos minutos después oyó que alguien abría la puerta de la casa. Estaba cerrada con llave y solo dos personas en el recinto además de ella tenían las llaves. Su hijo y Pablo. Se asomo un momento y comprobó que su hijo se encontraba junto a la piscina así que imaginó que solo podía ser Pablo. E imaginó a por lo que venia. Ni en el cumpleaños de su hijo la iba a dejar descansar.

Salio de la habitación y allí se encontró a Pablo tras subir por las escaleras, sonriente. “Hola guarra. Buena fiesta has montado… pero tengo que decirte que me aburro. Así que… vengo a por algo de diversión.”

Silvia intentó pensar alguna excusa pero imaginó que serían todas rechazadas. Con la puerta cerrada solo su hijo podría entrar y Pablo lo sabía. Así que solo atinó a  decir “¿Dónde está vez?”

“No tan aprisa. Tengo ganas de mear primero. Vamos al baño pero primero…” Pablo entró en la habitación de Silvia y de su cajón especial que ahora tenía un montón de juguetes impúdicos sacó unas esposas. “Vamos”

Aunque extrañada ya imaginaba que Pablo preparaba alguna sorpresa. Había aprendido que la imaginación y maldad de ese joven eran vastas. Una vez en el baño Pablo le indico que cerrara el pestillo. Inmediatamente Pablo se acercó a Silvia y la esposó por la espalda. “Bien. Ahora entra en la ducha y arrodíllate.”

A Silvia no le gustaba por donde parecía que iba esto. “¿Que vas a hacer?”

“¿Aun no lo sabes? Lo que quiera” Le cogió del pelo como tanto le gustaba hacer y llevo a Silvia hasta el plato de ducha donde hizo que se arrodillara encarándole.

Silvia se lo imaginaba pero estaba equivocada. Iba a ser peor. Bueno… ya había oído hablar de las lluvias doradas. No era agradable pero peores cosas había hecho.

Pablo se sacó la polla y se acercó a Silvia. “Abre la boca”

“No… por favor… en la boca no… méate en mis pechos… o incluso en mi cara… pero en la boca no”

Pablo dudó un momento y sacó de su bolsillo el otro juguete que había cogido del cajón especial pero que Silvia no había visto. Una mordaza de anillo. Estas mordazas que obligan a mantener la boca abierta con un anillo amplio lo suficiente como que una polla entre libremente. Silvia intentó resistirse pero le valió de poco. En menos de un minuto tenía puesto esa mordaza. Intentó levantarse una vez pero Pablo la empujo a sus rodillas. Una segunda vez y está vez una bofetada fue lo que le paro. Silvia se quedó quieta, de rodillas, con sus preciosos ojos implorantes mientras Pablo acercaba su miembro a su boca. Entró solo el glande y enseguida Silvia notó el salobre y calido licor en su boca. Reprimió una arcada. Pablo soltó un chorrito y paro. “Bien. Ahora traga” Silvia aun se resistía así que Pablo le cogió por la mandíbula y le levantó la cara. “Traga” En esa postura casi sin querer Silvia se tragó ese desagradable licor. “Bien… tranquila… aun me queda mucho más de donde vino eso” Volvió a poner la boca de Silvia en posición e introdujo de nuevo su glande para dejar otro chorrito. “Traga” y esta vez Silvia lo hizo sin rechista aunque unas lagrimas se adivinaban en sus ojos. “Bien… ahora traga sin parar” Pablo introdujo una tercera vez su glande y empezó a mear. Manteniendo el ritmo mientras oía como la garganta de Silvia iba tragando todo lo que le soltaba. Pablo se había preparado y de propio había bebido bastante cerveza, agua y refrescos. Así que Silvia tuvo que traga durante bastante rato. Lo hizo como una experta. No perdió ni una gota. Al final aun esperó Pablo a dejar caer las últimas gotas antes de liberar a Silvia de su mordaza. “Y ahora limpia”. Silvia abrió la boca y sin emplear sus manos, aun esposadas, se introdujo el pene de Pablo que estaba poniéndose erecto por momentos. Abrazo con sus labios el pene y subió hasta la punta del glande para dejarlo bien limpio, como le había enseñado poco después de ver como la madre de Pablo lo hacía con el. Algo que repitió varias veces.

“Ha estado bien. Siempre que estemos juntos vas a ser mi urinario particular, zorrita. ¿Entendido?” Silvia, cuya fuerza de voluntad, después de un año, solo le duraba para resistirse por unos pocos minutos asintió desde su posición de rodillas.

“Joder. Con esos labios de chupona en cuando me los has puesto alrededor de la polla me has puesto cachondo” Otra vez llevándola por los pelos la sacó del plato de la ducha y la dejó de rodillas frente a la puerta. Empujo su espalda hacia delante para que se doblara y las manos de Pablo buscaron bajo su vestido hasta que encontró sus bragas. Como tantas otras veces, Pablo tenía le fetiche de arrancar las bragas de sus victimas, pegó un tirón y la parte inferior de Silvia quedó al descubierto.

Pablo se puso detrás de ella de rodillas y apuntó. El culo. Silvia lo odiaba. Nunca se acostumbro. Prefería tener esa polla en su garganta en la mesa del comedor antes que en su culo. ‘Dios. Que bajo he caído’ pensó Silvia ‘Pensando que prefiero que me violen la garganta a mi culo’. Después de apuntar y usando las manos esposadas como riendas Pablo procedió a irrumpir en el ano de Silvia. Como le gustaba hacerlo. De un solo golpe fuerte y profundo. Como siempre Silvia no pudo reprimir un quejido de dolor. Pablo procedió a sacar lentamente su polla y a volver a meterla de la mis abrupta forma para así sacar otro quejido de dolor de Silvia.  Después de unas cuantas veces empezó al ritmo normal que cualquier mujer podría esperar de una sodomía. De vez en cuando se oía algún quejido de Silvia que hacía que Pablo se excitara más. “Huuuummmmmm”.

Pero los dos fueron sorprendidos cuando al otro lado oyeron una voz. La de Raúl.

“Mama. ¿Estas bien?”

Pablo paro en seco. Silvia se recompuso. “Si, si… no pasa nada. Algo me ha debido de sentar mal en la comida…”

“Ah… ya entiendo lo que te pasa… jijiji… no siempre sale tan bien”

‘No es tanto cuando sale sino cuando entra lo que duele’ pensó Silvia.

Pablo se dio cuenta que Raúl tenía una idea equivocada de lo que ocurría ahí y decidió continuar. Notó que arrastraba un poco las palabras. Como siempre seguramente había tomado alguna cerveza de más. No sabía beber y cuando estaba entre amigos bebía más de la cuenta para sobreponerse a su inseguridad. Casi todos los fines de semana terminaba en un grado u otro de embriaguez. Pablo se concentro en el culo de Silvia y con un largo y fuerte empujón reinicio su violación anal.

“HUUUUMMMMMMM” gimió Silvia.

“jijiji… oye mama… perdona… ¿Has visto a Pablo por aquí?”

“Huuummmm No hijo hummm aaaahhhh No lo he visto” Pablo se estaba empleando con saña. Dándole todo lo fuerte y rápido que podía.

“Vaya mamama… te dejó… suerte con… eso… jijiji”

“AHHH Si… gracias… huuummmmm”

Y ahora si oyeron como Raúl se iba.

“Cabrón… ¿Delante de mi hijo?”

“Me ha puesto a cien oírte gemir delante de tu hijo, zorra” Pablo pegó un empujón y Silvia terminó en el suelo boca abajo. Desde allí Pablo saltaba con cada golpe de sodomía intentando reventarle el culo. Silvia gimió con ganas. Estaba siendo bastante duro esta vez. Después de lo que a Silvia siempre le parecía una eternidad Pablo terminó por correrse con un prolongado suspiro de gusto y placer.

Pablo se levantó y se abrocho el pantalón. Le quitó las esposas y ayudó a levantarse a Silvia.

“¿Contento?” espetó Silvia que dejó entrever su resignado enfado.

“No. Aun no. Lo de follarte con tu hijo al lado me ha puesto cachondo y quiero una segunda ronda”

Antes de que pudiera contestar Pablo le cogió por el brazo y le llevo a su habitación. Silvia Imaginaba que a la cama. Nada más entrar Pablo cerro la puerta y puso el pestillo. Silvia había colocado, por indicación de Pablo, pestillos tanto en su habitación del chalet como en la de su casa. Una forma de evitar que les sorprendieran si no eran lo suficientemente discretos.

“Ponte en la ventana” Silvia no estaba segura de lo que iba a pasar. Pablo la empujo hasta la ventana. “Ponte como antes pero asegúrate que la cortina te cubre por detrás”.

Silvia empezó a comprender lo que quería Pablo. “No… de verdad… no podemos hacer otra cosa” Increíble. Le estaba rogando a su violador que la violara de otra forma. Patético.

“Podemos. Pero no quiero. Venga”

Silvia se apoyó en el alfeizar asegurándose que la tupida cortina le tapaba por detrás. La cortina impedía que el sol entrara con fuerza en verano e iba a servir para ocultar a Pablo detrás de ella. Pablo fue al cajón especial y sacó uno de los plug. Era un vibrador color berenjena de cabeza cónica ancha, una base más estrecha y un tope para evitar que se fuera aun más para dentro. Además tenía control remoto. Se puso detrás de Silvia y con un par de patadas en el interior de los gemelos hizo que Silvia separara las piernas. Le subió el vestido hasta la cintura y procedió a meterle el ‘cabezon’ en el coño. Silvia notó que juguete era. Ya los conocía bien de tanto uso. Este era un dolor para entrar pero una vez dentro el solo se mantenía sin caerse. Por suerte desde los diez metros o más de distancia a los que estaban los jóvenes invitados a la fiesta no se percataron de las muecas de asco y dolor de Silvia mientras Pablo le llenaba el coño con ese artilugio.

“Empieza la fiesta” y Pablo uso el control remoto para encenderlo. No era el martillo pilón que a veces tenía que usar como el día de la carta de su hijo pero tampoco era agradable tener algo así de grande vibrándole por dentro. Pero eso significaba que solo le quedaba un agujero libre. Otra vez iba a ser sodomizada.

“Pablo” se mordió el labio al pensar lo que iba a decir “¿No quieres variar un poco?” Por si fuera poco humillante ahora le estaba implorando que lo hiciera de otra forma.

“¿Qué quieres decir?” Aunque Pablo lo sabía perfectamente.

“¿No preferirías… mi vagina?”

“¿Tu que?” Pablo apoyó su polla en la separación de las nalgas de Silvia y la subió y bajó por ella.

“Mi…” Silvia sabía lo que quería. A Pablo le gusta obligarla a hablar sucio “… mi coño”

“¿Qué quieres que haga con tu coño? Guarrilla” Pablo apoyó ahora su glande en al ano de Silvia

La gente desesperada se agarra a un clavo ardiendo. Si así al menos evitaba otra sodomía… se humillaría “Pablo, por favor… ¿No quieres follarme por el coño?”

Un escueto “No” seguido de la rápida penetración anal marca de la casa de Pablo acabaron son sus esperanzas. Aun reprimió un pequeño grito que gracias a la música de la fiesta no fue oído por los invitados. Pablo empezó a empujar su polla en el culo de Silvia una y otra vez sin freno. Silvia se sujetaba al alfeizar evitando ser lanzada por la ventana por semejantes empujones. Allí estaba ella. Siendo sodomizada a la vista de un puñado de adolescentes. Que no lo supieran no hacía que fuera menos humillante. Sobre todo porque su hijo la podía ver en cualquier momento.

“Nunca me cansaré de encularte, zorra” oyó decir a Pablo mientras  notaba el cuerpo de Pablo golpear contra sus nalgas una y otra vez. Algo que anunciaba que su polla se había metido todo lo profundo que podía. “Oye… ¿Ves a tu hijo por ahí?”

“Si” contesto escueta.

“Bien… hummm… que culo más rico tienes… pregúntale si se lo está pasando bien”

“¿Qué?”

Pablo le dio una fuerte palmada en una de las nalgas que hizo que Silvia diera un ligero salto. Si alguien se hubiera fijado parecería que estaba reacomodándose en el alfeizar. “Pregúntale que si lo está pasando bien”

Ahora seguro que su hijo iba a verla. “Raúl. Hijo…” le saludo buscando llamar su atención “… ¿Te lo pasas bien? ¿Necesitas algo?”

Raúl miró a su madre sin saber que ahora mismo estaba siendo sodomizada. “No necesitamos nada mama. Y si, Me lo estoy pasando muy bien. ¿Y tu?”

Justo la replica que Pablo esperaba. Silvia dudó apenas un segundo pero tenía que contestar. “Me lo estoy pasando muy bien hijo. Gracias. Diviértete”

Oyó a Pablo reírse mientras la sodomizaba. “jajajjaja. Bueno es saberlo. Me gusta pensar que mis putas se lo pasan bien mientras las follo” y recalcó la palabra ‘follo’ con un empujón particularmente duro.

“Diviértete tú mama” y Raúl se reintegro a la fiesta.

“No vamos a contrariar a tu hijo. Vamos a divertirnos. ¡Yo me estoy divirtiendo mucho la verdad!” Y así continuo un buen, desagradable y humillante rato para Silvia. Devolviendo algún que otro saludo de los invitados, sobre todo de su hijo mientras un pedazo de carne le hacía arder el ano una y otra vez. Pablo se tomo su tiempo pero al final, por segunda vez, terminó llenando el culo de Silvia con su semen. Al menos estas dos veces los pechos de Silvia se había salvado de ser salvajemente estrujados en el momento de correrse Pablo, como tanto le gustaba.

Después de esos últimos segundos de placer en el que Pablo se quedó quieto sacó su polla y le dio una palmada en el trasero “Buena puta”. Como si fuera algún tipo de animal obediente. “Ahora vamos a unirnos a la fiesta” Pablo apago el vibrador con el control remoto y se subió los pantalones. Cuando Silvia fue a quitarse el plug oyó a Pablo negárselo “tsk, tsk, tsk. Deja eso allí, y nada de bragas”.

Silvia notó como el semen de Pablo le resbalaba por los muslos. El vestido era largo así que no se vería, pero eso no significa que ella no lo fuera a notar. “Vamos… tienes que hacer de anfitriona”

Silvia bajo y se unió a la fiesta. Se sentía algo fuera de lugar. Y notar la bola gigante que le taponaba el útero y el semen de sus muslos no ayudaba. Servia a algún amigo de su hijo y poco más. De vez en cuando veía a Pablo mirarla y que se metía la mano al bolsillo. Sabía perfectamente que estaba jugando con las bragas que le había arrancado dos violaciones atrás.

Cuando acabó la fiesta muchos de los jóvenes invitados de su hijo se fueron solos. Pero algunas madres vinieron a buscarlos. Ese fue el momento que esperaba Pablo para encender de nuevo el vibrador. La música ocultaba ese zumbido y Silvia tuvo que aguantar un respingo mientras hablaba con esas madres. A su desnudez bajo el vestido, la viscosidad que sentía en sus muslos y la incomodez de la bola se le unía la vibración. Se sentía sucia allí, aparentando normalidad sabiendo que bajo ese vestido se estaba comportando como una puta.

Esta fue otra de las tradiciones aunque solo duro unos pocos años. Mientras Raúl celebró sus cumpleaños en la playa. Pablo siempre encontraba un momento donde abusar de Silvia durante el cumpleaños y ella tenía que pasar el resto de la fiesta con el semen secándose en sus muslos y sin las bragas entre todos los invitados.

Escena 4

Pablo acababa de correrse. Había pasado ya nueve meses desde que Silvia fuera sodomizada en al ventana de su chalet a la vista de todos los amigos de su hijo y hasta su mismo hijo. Silvia había tenido que instalar en su propia cama el mismo sistema de correas y esposas que había sufrido cuando Pablo la violó por primera vez en la cama de su madre Marta. Y ahora estaba inmovilizada, formando una X, con Pablo encima de ella. Había sido una sesión de las suaves y para vergüenza de Silvia se había vuelto a correr. No podía evitarlo. Cuando Pablo no se ponía especialmente duro Silvia siempre terminaba corriéndose y nunca comprendió porque. Eso la mortifico por siempre. Pero esta vez ‘solo’ se había corrido una vez.

“Vaya putita… hoy no estabas en lo que estabas. Solo te he oído correrte una vez… normalmente cuando te jodo y te corres siempre lo haces más de una vez”. Pablo seguía tumbado sobre Silvia, con su miembro semierecto aun metido en su coño y con los brazos cruzados apoyados sobre el pecho de Silvia. “¿Te ocurre algo?” Hizo un mohín falso “¿Ya no te lo pasas bien conmigo? Guarrona mía”

“Lo siento Pablo…” Manda cojones que tuviera que disculparse con su violador porque solo se hubiera corrido una vez “preferiría no hablar del tema”. Cuando tenía tiempo para recapacitar le asustaba con que naturalidad se comportaban después de casi dos años de chantaje y abusos. Como si lo que le ocurriera fuera de lo más normal.

“Silvia, Silvia, Silvia…” Pablo cogió el pezón derecho de Silvia y lo retorció con fuerza para luego estirarlo hacia arriba hasta que Silvia arqueara la espalda. La pobre victima soltó un prolongado quejido de olor “Arrrrgggghhhh… paraparapara…”

“A veces se te olvida que no tienes opción. ¿Qué te pasa?”

“valevale… te lo digo… arggghh… suéltame por favor”

Pablo soltó el pezón y el pecho de Silvia recupero su forma al instante.

“Ayer mismo firme los papeles del divorcio… y el…” Silvia empezó a soltarse… al menos se liberaría “…el cabrón de mi ex marido vino con su novia… Ana…” dijo el nombre con asco “…una jovenzuela de veintidós años…” Silvia iba enfadándose por momentos “Se que la muy puta fue la causa de que Francisco me pidiera el divorcio. Y el cabrón me ha hecho pasar un infierno en este divorcio todo por culpa de esa zorra… Verla me ha puesto de mal humor y aun me dura. No puedo quitármela de la cabeza. Además que mi ex ha conseguido darme menos de lo que me merecía por el divorcio”

“Vaya, vaya… si que la odias si. Tal vez ella le da a tu marido lo que tú no le dabas. Seguro que ahora tu ex marido perdería el culo por ti… bueno… más bien tu perderías el culo por tu ex… Si le hubieras dejado encularte cuando estabais casados… quien sabe.”

Pablo solo quería fastidiar a Silvia. Esta hizo ademán de contestarle con cierta rabia pero por suerte se callo. A las malas había aprendido a callarse. “Si Francisco, ese cabrón, no me hubiera pedido el divorcio…” hizo una pausa al recordar ciertos momentos dolorosos, física y espiritualmente, “…yo no hubiera estado sola cuando me violó Goran y los suyos… y… no estaría así”

“¿Así?” Pablo cogió el otro pezón y empezó a juguetear con él. “¿Cómo?”

Silvia imaginaba que quería que hablara sucio. “Así. Abierta de piernas, atada, con tu polla metida en… el coño y teniendo que obedecerte en todo”

“¿Dónde ibas a estar mejor que así? Pedazo de puta. Si te corres de gusto como una perra.”

“Pues estaría en el otro chalet que tenia con mi ex, donde está ahora la zorra que me lo quitó” La bilis del odio le daba fuerzas para explayarse pese a la humillante situación en al que se encontraba. “Allí está ella ahora, con su hermanito pequeño al que quiere con locura. Donde yo debería estar…” Se calló mientras pensaba ‘… en vez de estar aquí siendo la puta sumisa de un cabrón violador’

“Por cierto… ¿Has firmado el acuerdo de invalidación por infidelidad?”

“¿Como sabes eso?” Uno de los trucos sucios de su marido era pedir una cláusula de invalidez de las condiciones del divorcio en el caso que durante la tramitación del divorcio la mujer hubiera tenido algún amante. Era a todas luces algo ilegal. Pero algunas demandadas con amantes se negaban a firmarlo. Entonces el despacho de abogados contrataba a un detective para saber más sobre la relación e intentar hacer que pareciera que la relación había empezado antes de los trámites del divorcio y así conseguir una posición de fuerza. Si la demandada aceptaba la cláusula asumían que no había nada que investigar y se ahorraban ese coste. Por suerte Silvia sabía de esa táctica aunque Francisco no era consciente de esto y accedió a la cláusula. No quería que averiguaran que estaba siendo follada por Pablo. Así el despacho de abogados de su marido no contrato ese detective pero Silvia tuvo que firmar la cláusula. Si se averiguaba que ‘le había sido infiel durante el divorcio’ a su marido lo perdería todo. “Si… la he firmado”

Pablo había sido el pañuelo de lágrimas de Raúl durante el divorcio y le contaba cosas. “¿Así que si tu ex se entera que llevamos casi dos años follando lo perderás todo?” Pablo mostraba una sonrisa satisfecho de la situación.

A regañadientes Silvia asintió “Si. Así es”

Pablo se quedó un rato pensativo mientras la miraba a los ojos con cara de satisfacción. “Oye… ¿Quieres vengarte?”

La pregunta sorprendió a Silvia por un momento. “¿Vengarme?” después de otro momento de duda “Pues si. Me gustaría… pero no tengo ni idea de cómo”

“Yo puedo arreglarlo. Tu solo di si quieres vengarte de ella. Sin preguntas. Puedo hacer que esa… otra puta, que por cierto seguro que en el sexo no ha hecho ni la mitad de guarrerias que tú con lo que me hace gracia que la llames así…reciba su castigo”

“Pero ¿De que hablas? ¿Qué le harías?”

Pablo cogió el pezón izquierdo y le dio el mismo tratamiento que había dado al otro pezón hace un rato. Silvia empezó a quejarse dolorida “Silvia, Silvia… he dicho sin preguntas. ¿Quieres que me encargue de que la castiguen, si o no?”

“Arrgghhh… hummm… ay!” Silvia intentaba pensar entre el dolor que le nublaba la mente. Allí estaba ella en esa situación por culpa de esa zorra “¡Si! ¡Si! Suéltame por favor”

Pablo dejó otra vez de golpe el pezón para que el pecho volviera a su forma natural. “¡Hecho! Y bueno… ahora que te has calmado un poco… vamos a por el segundo” y Pablo empezó a mover sus caderas para rozar su pene contra las paredes de Silvia. En poco rato estaba otra vez erecto y Silvia sufrió una nueva violación con un nuevo y denigrante orgasmo.

Pasaron las semanas y Silvia hasta se olvido del incidente. Pero un día Pablo la llamó para un ‘Telecoño’ Tenía que ir solo con un plug vaginal y unas pinzas en los pezones. Zapatos y abrigo. Nada más. Las pinzas eran una invención de Pablo. Tenía encadenadas a las pinzas unas enormes ventosas con una cadena de apenas dos centímetros. La primera vez que lo estreno pegó las ventosas a la pared obligándola a estar de pie, de puntillas, con las manos esposadas a la espada. Cogió entonces una fusta y empezó a descargar golpes en sus nalgas. Silvia tuvo que mantenerse allí como podía. Si se movía los pezones le tiraban y el dolor era insoportable. Durante el verano que lo invento, varias veces, cuando volvía de la playa, pasaba por casa de Silvia para ducharse, le ponía las pinzas y la pegaba a la mampara de la ducha y mientras se duchaba la sodomizaba.

Después de tanto tiempo Silvia ya conocía los gustos de Pablo. A veces la violaba más suave físicamente pero intentaba humillarla todo lo que podía. Le obligaba a beber su pis, corridas faciales, hacer fotos porno… alguna había acabado en Internet suficientemente preparada para no ser reconocida. En una ocasión le fotografió la cara mientras tenía uno de esos orgasmos que tanto le martirizaba. Se la puso de fondo de pantalla de su ordenador y cada vez que lo encendía  tenía que ver esa humillante cara de satisfacción mientras era violada.

Otras sencillamente se lo hacía pasar mal. Consoladores inmensos, pinzas, fustas y otras formas de tortura. Por la forma en que iba vestida sabía que hoy no iba a ser suave.

Llego a casa de Pablo. Por suerte hoy no estaba Marta.

“Pasa puta. Quítate el abrigo y túmbate boca abajo en la mesita del salón.”

Silvia obedeció. Pablo procedió a atarle las rodillas a las patas de la mesita. Mojó las ventosas de las pinzas y las pegó a la mesa. Silvia quedó con el culo en pompa un poco fuera de la mesa. Eso el daba cierto juego de mover su cuerpo adelante y atrás sobre la mesa. Lo malo es que las pinzas de sus pezones no le daban más que apenas unos centímetros de margen. Tenía las manos libres así que se sujetó contra las patas de la mesita que tenía delante.

Pablo puso en marcha el DVD y una película empezó a emitirse. Mientras Pablo se iba desvistiendo Silvia vio las primeras imágenes. La novia de su ex, Ana, la jovenzuela que le había quitado a su marido estaba en el centró de la imagen, profundamente asustada y sollozando. Iba vestida con una camiseta larga de tirantes que las jóvenes usaban a veces como pijama. Temblando se quitó las bragas por debajo de la camiseta y las dejó caer. Para luego ponerse a cuatro patas encarando con su trasero a la cámara ofreciéndolo a alguien fuera de cámara. En seguida entraron Goran y sus hombres. Se veía que la estaban abroncando. No estaba siendo muy buena ‘seduciendoles’. Silvia comprendió lo que había ocurrido.

Pablo había contactado con Goran y le había pedido que violaran a la novia de su ex. Tanto del ordenador de Silvia, que tenía todas sus fotos de vacaciones, incluidas vacaciones que habían tenido en el otro chalet,  como por parte de un involuntario Raúl, Pablo había podido pasarle bastante información para que prepararan el safari. Goran sabía que las jovencitas no tenían la entereza de las maduras y que solían ser mucho más pasivas. Se dejaban hacer sin problemas pero no podías esperar mucho más. Y eso es lo que había ocurrido. Goran y los suyos habían decidido violar a esa chica de forma clásica.

Silvia notó a Pablo ponerse detrás de ella. Con el plug en su vagina solo quedaba un orificio libre. Si cedía al golpe inicial su ano se resentiría menos pero sus pezones sufrían al tener que frenar el empujón. Así que hizo fuerza con los brazos y tuvo que aguantar esa característica forma de empezar de Pablo, entrando de golpe, sin poder amortiguarlo ni un solo centímetro. Nunca se acostumbro al sexo anal.

“Que torpe la novia de tu ex” Pablo sacó lentamente la polla y volvió a dar su característico empujón. Entre los pezones y los brazos de Silvia volvieron a frenar el empujón. “Tu vídeo fue mucho más interesante. Como puta le das mil vueltas”. Otra lenta salida y otra rápida entrada. Los pezones de Silvia empezaban a resentirse y solo había empezado. Pero Silvia estaba obnubilada, embelesada con el vídeo. Como esa pequeña putilla estaba siendo alzada en volandas por Boris para dejarla caer sobre su erecta polla de golpe, como la chica sollozaba y gritaba bajo la violación que estaba sufriendo.

Pablo siguió hablando pero Silvia ni lo escuchaba. De forma instintiva aguantaba los empujones de Pablo para proteger sus pezones mientras se deleitaba con el vídeo. Si. Se deleitaba. Se alegraba que esa maldita zorra culpable de sus males sufriera lo que ella había sufrido.

Fueron bastante rudos con Ana. Desde luego que Goran disfruto del culito de ella y que grito cuando semejante barra la enculó. Ella era pequeñita, como metro sesenta. Y cuando la violaron los tres a la vez desapareció bajo los inmensos cuerpos musculados de metro ochenta de Goran y los suyos. Como una muñeca de trapo iba pasando de uno a otro o varios a la vez.

Después de un rato Pablo estaba listo para correrse. Cogió del pelo a Silvia y tiró hacia atrás. Sus pezones pinzados se tensaron por el movimiento. Silvia apretó los dientes y aguantó el tirón. Una vez acabado Pablo se dejó caer hacia atrás en el sofá.

“No dura mucho. Como poco más de una hora o así. Creo que Goran y los suyos se aburrieron. Pero el final te va a gustar.”

Pablo dejó en paz a Silvia mientras veían el resto del vídeo. Silvia no hizo ningún comentario a ninguna de las barbaridades que veía. Las mismas que ella había tenido que sufrir muchas veces. El vídeo llegaba a su fin.

Goran y Boris cogieron a Ana y la acercaron a la cámara. Apenas un metro de distancia.

“Tu marido y tu habéis hecho algunos enemigos poco recomendables” Dijo Goran. “Le habéis faltado el respeto a alguien”. Mirko se había acercado a la bolsa que Silvia ya conocía, donde guardaban sus juguetes y volvía con algo aunque aun no se sabía que.

“Le tienes pedir perdón”

Ana sollozaba “Pe.. Perdón… no se que he hecho pero perdón…”

“No, no, no… no creo que lo digas realmente. Tendremos que castigarte un poco mas”

Mirko enseño a la cámara un butt plug. Era inmenso. La cabeza tendría diez centímetros. Y el tronco que debía quedar en el ano tendría como seis. Ana lo vio de reojo mientras estaba sujeta por los brazos encarando a la cámara. Con una sonrisa sádica Mirko bajo el plug y lo apoyó en el culo de Ana.

“No.. no… perdón… lo digo de verdad… imploro que me perdones”

Sin ningún tipo de delicadeza Mirko empujo el plug en el culo de Ana “Arggghhhh…. Dios…. No!!!!!!!! Perdón… perdooooooon no quería hacerlo…. Lo siento mucho…. Te pido perdón Arrrrrgggghhhhhhhhh” No entró fácil y Mirko no se molesto en facilitarlo. No siempre le dejaban ensañarse con las victimas. Goran sabía que si no les hacían nada permanente es mucho más fácil que oculten lo ocurrido. Hoy le habían dejado algo más de margen al sádico del grupo. Los butt plug son algo mas blando que los consoladores pero por mucho que se hubiera comprimido esos diez centímetros el dolor debía de haber sido atroz.

“Huuum… no te veo realmente convencida… creo que aun hay que castigarte un poco mas”

Ana respiraba pesadamente intentando acostumbrarse a semejante profanación de sus entrañas. “Soy sincera…” cerro los ojos con fuerza “Pido perdón. De verdad”

Goran hizo una seña a Mirko y este mostró a cámara un consolador con forma de puño. Era algo más pequeño que la mano de Silvia por ejemplo, pero aun así enorme si se quería introducir por cualquier orificio de una mujer.

“No, no…” Ana miraba de reojo el consolador profundamente asustada.

Mirko procedió a repetir los movimientos. Aunque esta vez el coño de Ana era su objetivo. Ese consolador enorme y nada ergonómico lo tendría difícil entrar en el coño sin lubricar de Ana. Apoyó apuntando hacia arriba el consolador en la rajita de Ana y empujo con fuerza. Silvia se dio cuenta de lo peligroso que era Mirko si no lo frenaban. Cuando Pablo la torturaba lo que veía en él era miradas de satisfacción y de superioridad. Pablo disfrutaba torturándola solo porque podía hacerlo. Silvia se dio cuenta en ese momento que nunca le había hecho nada que fuera permanente, ni que durara más de unos días de moratones. Pero Mirko era distinto. Mirko disfrutaba con el dolor ajeno. Era un autentico sádico. Tenía claro que si algún día hubiera terminado a solas con Mirko algo desagradable y permanente le habría ocurrido. Por un momento las torturas de Pablo no le parecieron tan malas.

Ana dio un saltito que solo ayudó a clavarse ella misma el consolado cuando cayó de vuelta. “Arrrgghhhh… Huuummmm nononononononon perdonperdonperdoerrghhh”

Mirko apretó con fuerza llevando el consolador hasta la cervix, retorciéndolo.

“Perdonperdonperdnnnnnnnnn” Con los ojos cerrados, los dientes apretados y con lagrimones cayendo por sus mejillas...

“Hummmm…. Ahora si que te creo” Y Goran y Boris soltaron a Ana que cayó al suelo casi desfallecida, aun con ambos objetos sexuales de tortura incrustados en sus orificios. Goran se acercó a la cámara y saludo para luego apagarla

“¿Contenta?”

“Si”

“¿Has disfrutando viendo a tu rival siendo violada, sodomizada y torturada?”

Convencida Silvia volvió a contestar afirmativamente “Si”

“Debe ser cierto lo que dicen de este país. Que estamos dispuestos a quedarnos ciegos si dejamos tuerto a nuestros enemigos” y se rió. Pablo se acercó y Silvia y se puso delante de ella. La cogió del pelo y tiró hacia arriba. Silvia se levantó hasta donde le dieron de margen las pinzas de sus pezones pegadas a la mesa y luego Pablo aun tiró más. Ahora parte del peso de la mesa lo aguantan sus tensos pezones. “Huuummmmm” Silvia aguantó el quejido.

“Bien puta.” Muy serio Pablo como pocas veces se ponía “Esto es solo un ejemplo de lo que puedo hacer. Si algún día me canso de ti, me fastidia o me enfadas tengo formas de hacértelo pagar. Hasta ahora nunca te he castigado porque te has portado bien. Pero si algún día piensas cambiar de actitud… piénsatelo bien”

“sisisisisisisi” acertó a decir Silvia aguantando ese peso con los pezones. No demasiado pero si lo suficiente para ser doloroso.

“Ahora abre la boca y pon las manos en la espalda”

Silvia obediente dibujo una ‘O’ con los labios.

“Pero que boca de chupapollas tienes”

Aunque chupar no chupo mucho. Pablo empezó a meterle la polla hasta la garganta, follándosela, con Silvia haciendo verdaderos esfuerzos de mantener las manos a la espalda y de aguantar los empujones en el fondo de su paladar que solo acrecentaban los tirones de sus pezones. Silvia tenía que aguantar allí con la boca abierta.

Por suerte para Silvia de vez en cuando notaba como la mesa tocaba suelo y le daba durante algunos segundos momentos de respiro. Aunque poco después sus pezones volvían a ser los que aguantaran el peso. Pensó por un momento en Mirko y como seguro que sus pezones podrían haber corrido peor suerte. En realidad Pablo cuidaba su juguete. Aun le tenía que durar unos cuantos años más. Después de un buen rato de aguantar esa violación Pablo la soltó del pelo para sujetarle la cabeza. Tocaba correrse así que metió la polla hasta que sus pelotas se apretaban contra la barbilla de Silvia allí directamente se corrió de gusto. Silvia solo pudo agradecer que ahora la mesa estuviera apoyada en el suelo al fin.

Pablo la dejó en la mesa. Pensaba irse a la cocina a beber algo cuando Silvia le hizo una petición.

“¿Puedes volver a poner el vídeo?”

Un mes después Silvia se entero que Ana había dejado a su ex.

Escena 5

Cinco meses más habían pasado desde que Silvia vio el vídeo del castigo de Ana. Pablo estaba follándosela a cuatro patas en casa de esta cuando de un empujón la tiró al suelo y se alejo con aspecto enfadado. Silvia no lo sabía pero Pablo había tenido un mal día y estaba molesto. Problemas en la universidad.

Pero Silvia por un momento se preocupo por si era por su culpa. “Pablo. ¿Qué ocurre?” Era humillante tener que preocuparse que su violador no se aburriese.

Pero Pablo no quería mostrarse débil delante de Silvia. “Joder. Hoy pareces un pescado muerto. Me estoy aburriendo. Y no quieres que me aburra. Te lo aseguro. No hoy”

“Pe… perdona…” Silvia preocupada seguía sentada en el suelo donde la había tirado Pablo. “Es que…” buscaba una respuesta “Estoy preocupada por Raúl”. Al menos era cierto.

“¿Por el hijo que te follaste hace dos años y medio?”

Silvia tuvo que aguantar la puya con saña que le envió Pablo. “Si…últimamente está más triste. Por lo que se… todos tenéis novia… bueno... todos menos tú y él. Y cree que nunca conseguirá una”

“Pues seguramente tiene razón. El muy capullo ni siquiera supo follarte bien cuando tuvo ocasión”

Otra puya más. Pablo estaba siendo particularmente cruel hoy. “Pero… pensaba que eras su amigo”

“Me viene bien tener un perrito faldero y me gusta contarle historias sobre mi ‘amante guarrona’. La de veces que se habrá masturbado con mis historias sin saber que la guarrona es su madre” Esto le estaba animando. Poder meterse con Silvia. Sabía que su hijo, aunque se lo hubiera follado, era su debilidad. Cuando Raúl vivía con su padre Silvia lo echaba mucho de menos. Que Pablo aprovechara que solía estar más tiempo sola en casa para violarla también ayudaba a echar de menos a su hijo.

Silvia agachó la cabeza. Que la humillaran a  ella era malo. Que el desprecio fuera contra su hijo peor.

“A ver, zorra… asume que tu hijo es un capullo que el mejor rosco que se ha comido has sido tu. Y si… soy su amigo. Su mejor amigo. Pero en una carrera de un solo corredor es fácil llegar el primero. Si no me metiera marcha tenerlo a mi lado después de violarte tu hijo estaría totalmente solo en al vida”

Lo peor de todo es que Silvia era muy consciente de ello. Por doloroso que fuera lo que decía Pablo era cierto.

“¿De verdad estas así de deprimida porque tu hijo es un capullo y por eso estas siendo tan aburrida últimamente?”

Silvia asintió. No estaba seguro que ver a su hijo tan deprimido últimamente le estuviera afectando pero pensó que era mejor asentir y no dar más explicaciones.

“Oye… si tan preocupada estas porque tu hijo moje el churro si quieres lo organizo para que se te folle otra vez. ¿Lo echas de menos guarrilla?”

Pablo pudo ver un destello de autentica rebeldía en los ojos de Silvia que soltó un escueto “Ni se te ocurra!”

Pablo era consciente, más después de esta demostración, que volver a juntar a Silvia con su hijo era tensar demasiado la cuerda. Además que tampoco le volvía loco la idea. Raúl era un torpe y el espectáculo, aunque con morbo, sería patético. La verdad es que hoy Pablo no estaba de humor para follar.

“No me cabrees. Si quisiera lo harías”. Terminó de vestirse y se fue de a casa de Silvia.

Pasaron tres semanas y Silvia no tuvo noticias de Pablo. Eso empezó a preocuparla. Ni siquiera llamaba para los ‘rapiditos’ que decía él. Si algún día volvía a casa de fiesta sin haber ligado, o estaba en casa aburrido o sencillamente por fastidiar a Silvia, Pablo la llamaba a cualquier hora y le decía ‘Me apetece un rapidito’. Luego solo le decía si la quería a cuatro patas o boca arriba y donde lo quería. Por ejemplo era común que la llamara a horas de la madrugada cuando volvía a casa de fiesta. Estando su casa a cinco minutos de la de Pablo le pillaba de paso. Ella terminaba a cuatro patas en la entrada, se bajaba las bragas hasta los tobillos y se subía el camisón hasta la cintura, se sacaba las tetas por encima del camisón y esperaba. En unos minutos oía la puerta abrirse, unos pantalones caer al suelo y sentía como alguien, Pablo, ni llegaba a verle la cara, la poseía desde detrás por el agujero que le placiera en ese momento. Después de cinco minutos de frenético bombeo, no solían ser mas, se corría, se levantaba, vestía y se iba. Silvia tenía orden de no limpiarse. Tenía que subirse las bragas, recomponer el camisón e irse a la cama tal como estaba. Ni una palabra se cruzaba. Solo llegar, usar e irse.

Y normalmente cada semana o así Pablo le hacía una visita para una sesión más larga. Pero después de tres semanas no tenía ninguna noticia.

Ni ella ni su hijo. Raúl estaba últimamente más deprimido que de costumbre. Por lo que supo Silvia Pablo estaba esquivando a su hijo. Este había tenido que pasarse los tres últimos fines de semana en casa, solo, aburrido y preocupado porque su mejor amigo estaba pasando de el. Ni entre semana se veían. Viviendo tan cerca a veces salían a tomar algo para que Pablo le contara sus historietas de la madurita pero ahora ni eso.

Silvia no sabía que hacer. ¿Qué se hace en esta situación? ‘Hola Pablo. ¿Qué tal estas? Mira. Te llamo porque últimamente no vienes a violarme. ¿Te ocurre algo?’ Recordó cuan enfadado se fue la ultima vez. Las amenazas de cómo podía enfadarse y hacérselo pasar realmente mal. Silvia empezó a tener ataques de ansiedad. Si se hacía público lo del vídeo con su hijo eso destrozaría aun más al niño de sus ojos. El cabrón de su ex lo aprovecharía para invalidad su acuerdo de divorcio. Era su hijo pero técnicamente le había sido infiel y a su marido se le daban bien los tecnicismos. Y con lo cabrón manipulador que era metería a su hijo en el tema haciéndolo sufrir más. No estaba segura si además podría ir a la cárcel. Le habían dicho que si por un tema de ser una figura de autoridad de Raúl y él ser menor de edad, pero con todo lo demás ese era el menor de sus problemas.

A la cuarta semana Pablo apareció por casa de Silvia. Había quedado con Raúl. Salían de fiesta. Silvia vio a su hijo realmente feliz. Tenía que aguantar que su hijo se emocionara cuando salía de fiesta con el cabrón que la violaba desde hace más de dos años.

“Venga Raúl. Que hoy seguro ligas.” comento Pablo con su mano metida dentro de las bragas de Silvia por debajo de su falda mientras Raúl terminaba de arreglarse en su habitación en el piso de arriba. “Me has echado de menos zorrita” Le susurro a Silvia.

“Si. Claro. Seguro. Yo. No lo creo.” Contesto Raúl desde arriba.

“Que si. Que me han dicho que hay una chica a la que le gustas” Los dedos de Pablo hurgaban en el coño de Silvia.

En voz baja Silvia le preguntó a Pablo “¿Qué estas haciendo? ¿Te estas riendo de mi hijo?”

Desde arriba contesto Raúl “No bromees. Ya me gustaría a mi”

Pablo metió con fuerza sus dedos obligando a Silvia a ponerse de puntillas. “No me repliques. Y no. No es broma. He encontrado una novia para el perdedor de tu hijo”

Alzó la voz para contestar a Raúl “Es Merche. Lo se de buena tinta”

Merche. Pensó Silvia. La conocía. Era un encanto de niña. No muy guapa pero un ángel comparada con el resto de las amigas arpías del grupo de Pablo. No era una chica muy lista la verdad. Y su madre, otra autentica arpía casada solo por dinero, no había ayudado mucho con su autoestima. Una antigua modelo venida a mujer florero decepcionada porque su hija no fuera guapa y que siempre la martirizaba diciéndole que era una ranita fea. Antes estaba en el grupo de amigas de Silvia pero desde el divorcio todas sus amigas le habían dado la espalda. Parece que todas preferían estar en buenas relaciones con su ex marido, uno de los mejores abogados de divorcios de la ciudad, por si lo necesitaban en el futuro, y mejor no tenerlo en contra. Solo Marta seguía siendo su amiga. Entre ambas se daban apoyo mutuo incondicional sin contarse nunca por lo que estaban pasando. Ambas lo sabían.

La verdad es que a Silvia le agradaba la chica y no le parecía mal para su hijo.

Solo se escuchó el silencio durante un rato hasta que Raúl contesto. “Es simpática. Me cae bien. No se mete conmigo.” Raúl bajo por las escaleras y se encontró a su madre junto a Pablo que se olía los dedos. Que raro. “¿Lo dices en serio?”

“Que si hombre. Hoy hemos quedado solo los tres” Los dos jóvenes se despidieron. Pablo se despidió de Silvia saludándole con los dos dedos que hace un momento estaban dentro de su rajita.

Silvia se quedó preocupada. ¿Cuál era el plan de Pablo? ¿Realmente iba a ayudar a su hijo a encontrar novia?

Silvia no pudo dormir esa noche. Raúl volvió a las tres de la mañana, bastante bebido, algo por desgracia común cada vez que salía de fiesta, y acompañado de Pablo que estaba sobrio. Silvia se percató que nunca había visto a Pablo borracho. Nunca perdía el control. Otro rasgo más que sumar a su personalidad controladora.

“¿Qué ha pasado?” Silvia vestía una bata a juego de un camisón corto. Bajo el camisón se adivinaba un tanga escueto y un sujetador de media copa que apenas le cubrían los pezones. Silvia se cerro la bata avergonzada delante de su hijo que, nada más entrar, cayó al suelo de bruces y quedó tendido boca abajo.

Pablo cogió del brazo a Silvia y le susurro al odio “¿Me estabas esperando? Menuda forma de recibirnos. He estado en casa de putas donde iban más recatadas” No era cierto. Pablo jamás había tenido que ir a una casa de putas. Tenía las suyas propias. “Pero la bata molesta. Quítatela”

Silvia se quedó congelada. Iba a quedar muy expuesta delante de su hijo. Estaba muy bebido pero no sabía si al día siguiente la recordaría. Pablo alzó la voz “¿Qué ha pasado? Díselo Raúl”

Raúl, con una voz pastosa, arrastrando las palabras y después de varios intentos que debido al hecho de tener la cara pegada al suelo no ayudaba, consiguió explicarse. “Tengho novhia.. Merchhhe a ddicho quue si. Essss una chic..a maracvillosa y yo soy el hhombre masss fheliz del muhndo”

Silvia se quitó la bata y se posicionó detrás de su hijo, para que no la viera. Tenía que soportar las miradas lascivas de Pablo estando su hijo presente. Raúl intentó incorporarse pero apenas levantó la cara diez centímetros del suelo cuando volvió a dejarse caer.

“Espera campeón. Deja que tu madre y yo te ayudemos a llegar a la cama”

Entre los dos le cogieron de cada brazo. Silvia intentó mantenerse como podía un poco más atrás, para evitar que su hijo viera como vestía. La borrachera que llevaba era monumental así que seguramente no se acordaría de nada pero no quería arriesgarse. El brazo libre de Pablo tras la espalda de Raúl acabó en el culo de Silvia en vez de en la cintura de Raúl como debería ser para ayudarle a moverse y Silvia tuvo que dejarse meter mano con su hijo delante.

“Que feliz que soyyyyyy” La cabeza de Raúl pendulaba caída sobre su pecho mientras le ayudaban  subir por las escaleras. Llegaron hasta su habitación y ya, junto a su cama, Raúl la abrazo (o más bien casi se dejó caer sobre su madre apoyándose sobre ella) y la miró a los ojos. “Soy muy feliz” y luego cerro los ojos y se dejó caer en la cama.

Ambos salieron de la habitación y la cerraron tras de si. Pablo sujetó el picaporte con una mano y con la otra empujo a Silvia contra la pared. Con la mano libre buscó bajo su camisón hasta que la introdujo en sus bragas y allí forzó la entrada de dos de sus dedos en la rajita de Silvia.

“Ya has visto. Puedo hacer lo que quiera. Ya no tienes excusas. Tu hijo tiene lo que querías. Como vuelva a aburrirme contigo veras que puedo ser muy creativo a la hora de joderte la vida. ¿Ha quedado claro?”

“Si” contesto Silvia.

Pablo metió un tercer dedo y empujo con fuerza hacia arriba. Silvia tuvo que ponerse de puntillas para amortiguar la invasión “¿Ha quedado claro?” repitió Pablo.

“Si, si…”

Pablo forzó un cuarto dedo y empujó aun con más fuerza. Silvia casi necesitaba subir por la pared para resistir esa invasión. Aleteaba las manos en un esfuerzo por no resistirse al abuso que estaba sufriendo. Pablo repitió casi silbando las letras “¿Ha quedado claro?”

“¡SI, SI!”

Pablo sacó su mano de las bragas de Silvia y esta cayó a las plantas de sus pies aliviada.

“Buena puta. A ver si es verdad”

Después de un par de segundo que tardo Silvia en recomponerse esta le cogió la mano que hacía un momento había tenido en sus bragas. “Si. Ha quedado claro” Cogió una de los dedos y lo chupo mientras lo miraba a los ojos intentando simular lascivia. Pablo se sorprendió gratamente de ver que Silvia había captado la lección incluso mejor de lo que esperaba. En realidad Silvia había acabado rota de los nervios el último mes temiendo algún castigo de Pablo y se dio cuenta que tenía mucho que perder. Silvia fue pasando uno a uno por los dedos que la acababan de profanar y cuando acabó con ellos se dejó caer de rodillas frente a Pablo.

Allí. Sin esperar ninguna instrucción procedió a desabrochar su pantalón y bajárselo hasta que el pene, que rápidamente se estaba poniendo erecto, de Pablo estaba a la vista a escasos centímetros de su cara. Silvia abrió su boca dándole esa forma de ‘O’ tan característica y procedió a introducirse ese pene erecto en su boca lentamente. Sus labios resbalaban a lo largo del miembro arriba y abajo, mientras su boca hacía algo de vació alrededor del glande. Pablo dudaba si empujarla a la pared. Encontraba especial placer en follarse una garganta con la nuca de la mujer apoyada en la pared de tal forma que no tenía donde huir ante las embestidas. La pared era de la habitación de Pablo y aunque estaba sujetando el picaporte de su puerta y estaba profundamente borracho no quería arriesgarse a que tuviera un momento de lucidez. Mientras se lo pensaba notó que la boca de Silvia cada vez se metía más profundamente su polla. Cada vez que salía y volvía a entrar notaba que su glande acababa más profundamente en esa húmeda boca. Silvia cogió los cachetes del trasero de Pablo y siguió metiéndose más aun el pene. Ya apretaba contra la garganta. Pablo notó que Silvia temblaba un poco. Siempre era Pablo el que forzaba su polla en la garganta de Silvia. Esta vez Silvia estaba haciendo un esfuerzo por ser ella quien lo hiciera. Una vez más los labios de Silvia subieron a lo largo de la polla de Pablo y una vez más bajaron, y con un terrible esfuerzo y usando sus manos para hacer fuerza atrayéndose a Pablo hacía si Silvia se metió la polla de Pablo hasta la garganta allí se quedó unos segundos. Tal como le gustaba a Pablo. Volvió a subir por el miembro hasta llegar la glande y allí lo sujetó con sus labios y uso su lengua para juguetear con el un rato. Luego dejó la polla libre y bajo su lengua hasta su base para luego subir lentamente con una gran lamida. Acto que repitió varias veces antes de dar a las pelotas de Pablo un tratamiento especial con sus labios y lengua.

Silvia siempre había sido muy buena con el sexo oral. Unas habilidades que pese a no usarlas demasiado, normalmente no le hacía mamadas a Pablo, sino que este le follaba la boca, seguía manteniendo intactas. Estas habilidades unidas a los gustos de Pablo le estaban proporcionando a su violador la mejor mamada de su vida.

Volvió a subir hasta posicionarse sobre el glande y volvió a abrazar el miembro con sus labios bajando hasta el fondo, hasta que su nariz choco con el Pubis de Pablo. Temblaba un poco, no era fácil para Silvia ir contra sus instintos pero se forzó a hacerlo. Ahora empezó a subir y bajar solo unos pocos centímetros rápidamente de tal forma que el glande apenas salía de su garganta antes de volver a entrar. Se oían unos rítmicos “glupglupglup” que tanto agradaban a Pablo. Después de un rato volvió a concentrar sus esfuerzos en el glande de Pablo y en darle largos lametones antes de volver a enterrar esa polla en su garganta una y otra vez.

“Buuffff… si zorra. Dios que mamada… estoy a punto de correrme… casicasicasi”

Cuando Silvia oyó esto procedió a hacer ese movimiento en el que el glande de Pablo salía y entraba por apenas un centímetro de su garganta rápidamente. Notó como Pablo se tensaba y cuando notó el primer chorro caliente golpear su garganta empujo su cabeza hasta enterrar su nariz en el vello púbico de Pablo sujetándose con fuerza a sus nalgas y dejó que la polla de Pablo se aparcara profundamente en su garganta mientras disparaba varias veces su semen.

“sisisisisisis Diossssssssssssssssssssss Eres la mejor puta chupapollas del mundoooooo”

Silvia se quedó allí esperando. Aguantando mientras unas lágrimas le corrían las mejillas por el esfuerzo. Esperaba que Pablo le diera permiso para sacarse la polla. Un permiso que al principio, con Pablo deleitándose con la mejor mamada que había tenido jamás en su vida, tardo en llegar. Y no había tenido que hacer absolutamente nada. La muy zorra se lo había hecho todo ella.

“Genial. A esto me refería. Tenemos que repetir esto más a menudo” Y así fue. Durante los próximos tres meses, cuando Raúl volvió con su padre, Pablo pasaba todas las mañanas por casa de Silvia a que le hiciera una mamada matutina. Silvia pasó esos meses de ver a Pablo para unos cuantos rapiditos y unas cuatro sesiones de violación al mes a tener que, además, darle prácticamente 30 mamadas de las suyas, una cada día.

Poco después Pablo le pidió que hiciera un texto explicando como se tiene que comer una polla. Se lo hizo repetir varias veces. Le exigía un lenguaje soez y que diera la sensación de que la mujer que escribía el texto disfrutaba con esa forma obscena y vulgar de tragarse una polla. Cuando estuvo satisfecho se la llevo. Un par de semanas después Pablo le agradeció el escrito. Le dijo que le había sido muy útil y que gracias a ella había disfrutado mucho pero que no se preocupara. Seguía siendo la maestra. Nadia la comía como ella. Silvia temió por un momento que fuera Marta la que había tenido que leer y poner en práctica esa carta y prefirió no pensar en eso.

Silvia penaba que ahora Pablo se iría pero no fue así. Pablo la pillo de la mano y se la llevo a su habitación. Jamás antes la había forzado estando su hijo durmiendo en su habitación al fondo del pasillo. Una vez allí cerro con el pestillo de seguridad que años atrás había instalado por indicación de Pablo. Pablo uso una de las mordazas de bola, una de goma bastante blanda, de las más cómodas de llevar, para evitar que Silvia fuera demasiado ruidosa. La dejó que se pusiera encima pero antes le puso dos pinzas para pezones unidas por una cadena y un butt plug de buen tamaño, como todos los que le había obligado a comprar. Cuando Pablo quería que acelerara el ritmo solo tenía que tirar de la cadena que unía las pinzas a modo de riendas y Silvia aceleraba el paso. Por enésima vez para su humillación Silvia se corrió un par de veces. Una vez acabado el polvo Pablo le dijo a Silvia que se quedaría a dormir, no tenía ganas de de irse a casa tan tarde. Silvia se preocupo un poco. Con el pestillo puesto su hijo no los iba  a descubrir pero esperaba que Pablo se fuera por la mañana antes de que Raúl se recuperara de la resaca para no tener que dar explicaciones.

Para hacer más interesante la noche Pablo hizo que Silvia durmiera sin quitarse la mordaza de bola de la boca, que como he dicho, como era de las blandas por suerte era la más cómoda de todas. Y con las manos esposadas al cabecero. Al menos le dejo quitarse el butt plug. Así quedó atada Silvia, como un animal al lado de su amo. Desde luego que le costo conciliar el sueño,. Ni la situación ni la postura era cómoda pero a la fuerza el sueño le rindió.

Hasta que se despertó con un grito que por suerte la mordaza amortiguo casi por completo. Pablo llevaba tiempo deseando poder sodomizar a gusto a Silvia.  Siempre que iba a hacerlo notaba que Silvia, que nunca había podido acostumbrarse a que le forzaran el ano, se mentalizaba y se preparaba para lo que le iba a ocurrir. Pablo se preguntaba como sería si pudiera pillar a Silvia por sorpresa cuando fuera a sodomizarla. Así que lo había preparado. La mordaza, las esposas y hasta prepararla para que durmiera boca abajo. Cuando Pablo despertó muy sigilosamente se puso sobre Silvia, apuntó su glande hacia su estrecho año y se dejó caer de golpe. Eso era lo que había despertado a Silvia. Sin haberse preparado para la incursión el dolor era atroz. Y a diferencia de otras veces Pablo no hizo su ritual de salir despacio para volver a entrar de golpe. El ritmo de Pablo era frenético entrando y saliendo sin parar del dolorido ano de Silvia. Esta gemía y lloraba mientras meneaba la cabeza dolorida por el castigo que estaba recibiendo. Aunque Pablo no era particularmente sádico esta vez si que estaba intentando que Silvia sufriera y se retorciera. Y lo había conseguido plenamente. Después de unos minutos en los que Pablo no aminoro el ritmo Silvia enterró su cara en la almohada mientras su cuerpo temblaba e intentó bloquear las oleadas de dolor que recibía cada vez que la polla de Pablo salía e irrumpía de nuevo en su cuerpo. Por suerte fue rápido. Con ese ritmo Pablo tardo poco más de cinco minutos en correrse para dejarse caer sobre Silvia.

“Dios… que ganas que tenía de romperte el culo a traición!”

Silvia ni contesto. No podía.

“Hasta pasado mañana. Cuando tu hijo ya no este. Vendré por la mañana a primera hora a por otra de tus nuevas supermamadas” Pablo terminó de vestirse, libero una de las esposas de Silvia y dejó la llave a mano para que ella misma se liberara de la otra y la dejó allí. Silvia tardo quince minutos en decidirse a levantarse hasta que se recobro.

Escena 6

“¿Telecoño?” Silvia miró el reloj. Eran la una de la noche así que ya imaginaba que era Pablo el que la llamaba. “Quiero una furcia vestida con unas braguitas de cuero negras con el coño al aire y sujeta por unas tiras de cuero que pasan alrededor de los pechos formando dos rombos y se unen en el ombligo en un aro de metal. Y que venga con una mascara de cuero, un collar y una correa. El resto como siempre. Abrigo y zapatos de tacón.” Y colgó.

 

Como tantas otras veces Silvia se levantó de la cama, se vistió como una puta, como menos que una puta porque pocas harían lo que hace ella, y se fue a casa de Pablo. La mascara no se la puso hasta que estaba en el jardincillo de la casa de Pablo. Una mascara que le cubría la cara desde justo encima de la nariz y bajando por sus mejillas. Dejando solo libre su boca. Y por detrás el pelo salía en forma de coleta. Algo que Pablo siempre había encontrado muy útil a lo hora de manejar a una mujer objeto.

Llamó y por suerte le abrió Pablo. Ella ya estaba con el abrigo abierto mostrando toda su belleza obscena. “Bien. Veo que mi pedido está correcto… Adelante. Dame el abrigo y pasa al salón”

Así lo hizo y pasó delante de Pablo. Sabía que por detrás el traje apenas eran dos tiras de cuero cruzando la espalda. No sabía que era peor. Sentirse desnuda por la espalda o vestida como una puta por delante. Llego al salón y se freno en seco. Allí había dos jóvenes más. Dos adolescentes.

Reconoció a uno. Iba del grupo de su hijo y de Pablo en la playa y respondía al nombre de Manuel. Un gordo que debía pesar más de ciento diez kilos y media algo más de  metro ochenta. Alguna vez se había dado cuenta que en la playa le había pegado buenos repasos mirándola como un baboso cuando la había visto en bikini. Apenas había tenido trato con él y hacía algunos años que no lo veía. El otro no lo conocía pero más feo no podía ser. Todo lo que le faltaba de barbilla le sobraba de orejas y nariz. Unos prominentes dientes le daban un aspecto de conejo o de rata. No sabía muy bien que era peor. Algo más bajo, como de metro setenta y cinco y al menos con un cuerpo en su peso. Ambos chicos la miraron con asombro. Silvia tardo un segundo en reaccionar antes de taparse. Desde luego el espectáculo que les había dado los había impresionado. “Joder, que tetas y lleva unos piercing en los pezones” dijo Manolo.

“Bueno tíos… aquí está la furcia, como os prometí. Vamos a hablar de la tarifa” Y notó como Pablo le cogía de la correa que llevaba atada al collar y la arrastraba hasta la cocina.

“¿Qué es esto?” preguntó Silvia asustada.

“Mira… he pensado que eres una puta tan buena y he invertido tanto tiempo en entrenarte que creo que ya es hora de sacar provecho a mi inversión. Son dos compañeros de la universidad. Creo que a Manolo ya lo conoces. El otro se llama Marcos. Me los he encontrado de juerga y les he dicho que conocía a una puta que hacía cualquier cosa por dinero. No me han creído así que… aquí estamos”

“Pero… pero… esto es…” Balbuceó Silvia

“Esto es lo que me da la gana a mi.” Pablo sacó un pequeño candado de su bolsillo. La mascara ya venia preparada para asegurarla con un candado aunque Silvia no lo tenía. “Mejor nos aseguramos que no tengamos un accidente. Aunque bueno… sería muy interesante dejar que Manolo sepa que se está follando a una de sus fantasías de adolescente. Lo malo sería como hacer que no le dijera a todo el mundo que la madre de Raúl trabaja de puta. Pero creo que sería fácil. Solo tendrías que convencerlo que mientras no diga nada dejaras que se te folle siempre que quiera” Pablo le dedicó una sonrisa cruel mientras aseguraba la mascara.

“¿No serás capaz de hacer eso?” Preguntó asustada Silvia.

“Capaz soy. Pero te equivocas de pregunta. La pregunta es ¿Me vas a dar razones para hacerlo?”

Silvia agachó la cabeza y susurro un “No”

“Bien” Pablo tiró de la correa y la llevo de vuelta al salón. Allí se encontraron con los dos jóvenes. Manuel, el más gordo, ya se había desnudado por completo mostrando un cuerpo fofo y desagradable. Tenía ya una semierección que adivinaba un pene normal. De unos catorce centímetros. El otro estaba a medio desnudar y parecía bastante dubitativo. “Vaya… os veo con ganas” rió Pablo. “Cincuenta euros por cabeza y haremos lo que queramos, cuanto queramos, por donde queramos y sin condón”

Manuel parecía entusiasmado. Marcos parecía aun un poco sorprendido. Pero como llevaba aun los pantalones puestos solo tuvo que meter la mano y sacar el billete. Se acercó a Silvia y se lo dio. Esta lo cogió sin saber que hacer con el. Manolo tardo un poco más. Se le acercó con una mirada lasciva y cuando llego a su altura le metió el billete dentro de las bragas “A ver si te lo ganas puta”

“Se lo ganara. Seguro. A mí nunca me ha defraudado. Trae… yo te guardo el dinero. Que hay confianza” y Pablo se guardo los cien euros en el bolsillo.

“Bueno… ¿Subimos a una habitación?” Preguntó Manolo.

“¿Qué? Diablos. No. No voy a meter a una puta en mi cama. Nos la follaremos aquí, en el suelo”

“Bueno… por mi no hay problema” Dijo Manolo sin desviar la mirada de las bonitas tetas de Silvia. Pese a su edad, como no eran particularmente grandes, se habían mantenido en perfecto estado. “Me pido primero”

“Jajajaja. Adelante” y Pablo dio un tirón a la correa para lanzar a Silvia hacia Manolo.

Este, que se asemejaba a un oso al lado de Silvia., la sujetó con una mano por la nuca y le metió un beso en al boca. Digo metió más que deposito o dio porque lo que hizo Manuel es juntar los labios y meter su lengua con determinación y alevosía. Con su mano libre magreaba una de las tetas de Silvia con igual falta de delicadeza que su beso. Después de unos segundos Manolo se separo de sus labios y le ordeno a Silvia que abriera la boca. Silvia obedeció y enseguida recibió un escupitajo de Manolo en su boca que cerro por la sorpresa. Manolo esperó unos segundos a ver si Silvia reaccionaba pero cuando vio que no recibía ninguna queja sonrió y volvió a ordenarle que la abriera. Silvia reprimió el asco y volvió a abrirla para recibir un segundo escupitajo. “Joder, es cierto..”  Se giro para dirigirse a Pablo. “No se queja de nada”

“Ya te lo dije” Pablo estaba ya desnudándose así como Marcos lo había hecho ya.

“Bueno puta… empieza a usar esas manos y hazme una paja” fue la orden de Manolo antes de volver a dedicarse a besar a Silvia y empezar a recorrer todo su cuerpo con sus hinchadas manos. Silvia, obediente, llevo su mano al miembro erecto de Manuel y empezó a ejecutar la orden que le había dado. El pene de Manolo respondió rápidamente a la estimulación levantándose orgulloso.

Cuando Manuel ya sintió que su polla estaba a punto empezó a hacer fuerza sobre los hombros de Silvia para que esta bajara hasta que consiguió que se tumbara boca arriba en el suelo. Allí se puso entre sus piernas, con cierto esfuerzo apuntó su glande sobre la raja de Silvia y la penetró. Dejó caer sus más de cien kilos de peso sobre los poco más de 55 de Silvia y mientras movía sus caderas y descansaba sobre Silvia siguió dándole esos besos frenéticos. Silvia pensaba que se iba a ahogar debajo de esa mole. Desde cualquier otra posición solo se veían las dos piernas abiertas de Silvia y la mole de Manuel con su culo subiendo y bajando cansadamente. Apenas unos minutos después la cosa empeoró. El gordo empezó a sudar.

Silvia se sintió realmente sucia. En lo más recóndito de su mente, de forma retorcida, se aferraba al hecho de que, aunque era una esclava sexual, al menos lo era de un joven guapo, de un macho alfa que podía tener cualquier mujer, y eso era un clavo ardiendo al que se agarraba para salvar su autoestima. Pero ahora estaba allí, debajo de un gordo que jamás habría dejado que la tocara y que solo podría estar con una mujer como ella pagando. Y se dio cuenta. Estaba con una mujer como ella pagando. Ella era la puta.

“Bufff… no he pagado para cansarme, zorra. Ponte encima ahora” Manolo giro sobre si mismo y se tumbó en el suelo boca arriba. “Venga, siéntate en mi polla”. Silvia, aliviada de quitarse de encima al gordo sudoroso  se puso en cuclillas sobre el, se metió voluntariamente ese pene, y empezó a subir y bajar. Ahora tenía mejor vista de la satisfecha cara de salido que tenía Manolo mientras se la follaba.

“Bueno...” dijo Pablo “que la furcia tiene más agujeros. Marcos… que tu también has pagado”

“Si, si…” y con una carrera nerviosa Marcos se pudo delante de la cara de Silvia. Dios. Que monstruosidad. Hasta la polla la tenía contrahecha ese chaval. Tendría poco más de tamaño que la polla de Manolo, unos quince centímetros. ¡Pero era incluso más gorda que la de Goran! Si la de Goran tenía algo más de 6 centímetros de diámetro, esta llegaría a los siete o más. Una monstruosidad antinatural. Silvia abrió los ojos como platos cuando la vio.

Pablo había oído rumores sobre ese monstruo y esa misma noche Marcos le había confesado que pocas putas le dejaban follárselas y ninguna, desde luego, por detrás. Fue así como salió la conversación de que Pablo conocía una puta sumisa que se dejaba hacer de todo.

Silvia cogió ese miembro con sus dos manos, no sabía si sería capaz de meterse algo así en la boca. Sus labios carnosos hicieron la ‘O’ más grande que pudo y se la metió, solo para oír las quejas de Marcos. “Para… me haces daño con los dientes”. Por más que lo intentaba no podía abrir más la boca.

“Lo… lo siento. No me cabe. Solo puedo chuparte el glande”

“La maldición de mi vida. Para que luego digan que tener una buena polla te hace un campeón. Vale… empieza”

Silvia se puso a fondo con ese glande. Por un lado sabía que todas las veces que se corriera en su boca eran veces que no la tendría que recibir en su vagina o… dios… su culito. Y salivó todo lo que podía para lubricar ese inmenso cilindro de carne. Esperaba que eso le ayudara a soportarlo.

“Jajajaja” Se rió Manolo. “Es cierto lo que dicen de ti. Dios… no el cabe en la boca siquiera”

Pablo se sentó en el sofá a disfrutar del espectáculo. Como un gordo seboso y el chaval más feo de su facultad se tiraban a Silvia como a una vulgar puta. Disfrutaba del poder que ostentaba sobre Silvia humillándola y vejándola. Notó como su pene se ponía enseguida tieso por la sensación.

Con lo caliente que estaba Manolo en apenas diez minutos terminó corriéndose. Marcos tampoco duro mucho más. “Joderjoderjoder… como la chupa esta puta… es la ostia… que pedazo de labios que tiene… y que lengua… ya no me importa que no pueda tragarse mi polla del todo”. Poco después el viscoso y calido semen de Marcos se pegó en su paladar. Algo a lo que no solía estar acostumbrada. Pablo casi siempre se corría en su garganta. Esperó allí unos segundos hasta que los espasmos de Marcos finalizado y terminó con su boca llena. “Espera… no te lo tragues… enséñamelo” Silvia, de rodillas, miró arriba y mostró su boca con su lengua cubierta de esa sustancia blanca. “Joder… decidme si no hay nada más bonito que una mujer con su boca llena de tu leche” parece que los nervios iniciales de Marcos habían desaparecido. “Ya puedes tragar”

Y Silvia emitió un sonido gutural que anunciaba que el semen de Marcos iba camino de su estomago.

Manuel aun resoplaba y Marcos estaba satisfecho con su pedazo de miembro ahora flácido. Silvia escuchó un silbido que provenía del sofá donde estaba sentado Pablo. “Venga perra, que me tienes abandonado. Pon ese coñito tuyo a trabajar aquí” mientras se señalaba la polla.

Silvia estaba tan acostumbrada, después de más de cinco años obedeciendo a Pablo, que sin ninguna muestra de vacilación se levantó y se coloco a horcajadas sobre el miembro tieso de Pablo, puso sus rodillas sobre el sofá a ambos lados de Pablo, descendió, y ayudándose de la mano ella misma se metió ese pene en su interior. Lentamente empezó a subir y bajar, con Pablo apoyando ambos brazos a lo largo del respaldo del sofá dejándose hacer. Después de un rato Pablo cogió los piercing de ambos pezones de Silvia y los retorció un poco, no demasiado, pero tiró hacia él y acercó a Silvia hasta que su oído estaba cerca de sus labios. Pablo le susurro “Has empezado bien pero no lo fastidies o Manolo va a tener una puta a la que follarse durante toda su vida”. Pablo libero a Silvia de sus pezones y esta, asustada, empezó a moverse más frenéticamente, buscando satisfacer a su violador en lo posible.

Fuera de al vista de Silvia, Marcos se había puesto detrás de ella. Manolo aun estaba recuperándose. Silvia notó que algo iba mal cuando oyó decir a Pablo “Adelante. Sin problemas. Está para eso.”

Silvia miró tras de si y se aterró al ver a Marcos otra vez con el pene enhiesto. Desde allí solo le quedaba un orifico disponible. Miró a Pablo con cara de autentico terror negando con la mirada, implorando.

“Gracias furcia, Marcos está como loco de follarse un culo por primera vez. Ninguna le ha dejado hasta ahora y le he dicho que tu, como te dejas hacer cualquier cosa, le dejarías que se estrenara contigo. Eres un encanto, de verdad”

Marcos no podía ver la cara de terror de Silvia que empezó a hiperventilar. Pero como no oyó ninguna objeción asumió que tenía pista libre. Silvia seguía subiendo y bajando sus caderas hasta que Marco las frenó para posicionar su punta en el estrecho ano de Silvia. Aun tenía la polla cubierta de la saliva de Silvia pero poca ayuda iba a ser. Empezó a empujar y poco a poco el ano de Silvia fue abriéndose, con Silvia cerrando los ojos con fuerza y apretando los dientes, cuando el glande de Marcos consiguió entrar, el resto del tronco, más grueso y más resistente a la presión que ejercía el ano de Silvia sobre su pene le siguió con cierta velocidad. Si el glande, blando, le había costado un mundo, el tronco, más duro fue una maldición. Silvia no pudo resistir más y grito.

Marcos se quedó quieto un momento asustado. Se notó que Silvia había gritado con ganas. Un grito que había despertado incluso a la madre de Pablo que dormía arriba y de la que no sabían nada ninguno de los otros tres que se estaba allí. Al primer grito siguieron otros que desvelaron a Marta. Prefirió quedarse en cama y acurrucarse. Marcos no sabía que hacer. Salir, entrar…

“No te quedes a medias, hombre” le recomendó Pablo. “Si está acostumbrada. Es lo que le gusta y es para lo que está. Que cojones. Que le hemos pagado para esto”. Mientras Pablo retorcía un pezón a Silvia mientras le miraba a los ojos. “¿Quieres que paremos? ¿Dejamos a Manolo con las ganas de mas?”

Silvia consiguió calmarse un poco y dejó de quejarse. “No, no… sigue” solo consiguió decir.

Marcos extrañado pero muy excitado por estrenarse como sodomizador siguió empujando poco a poco su miembro. Cada centímetro era un infierno para Silvia. Cada centímetro iba acompañado de siete centímetros de diámetro de carne. Al final Marcos consiguió meter toda la longitud de su miembro hasta el fondo. Lo malo para Silvia es que todo lo que entra tiene que Salir… y lentamente el pene de de Marcos salio. Por desgracia para Silvia, Marcos no midió bien y terminó sacándolo todo. Así que tuvo que volver a forzar su entrada en el culo de Silvia que nunca paro de intentar evitar la invasión, sin ningún éxito. Silvia se quejaba e incluso gritaba alguna vez, pero Marcos, entre la excitación de su primera enculada y el permiso que había recibido ya no se paro. después de una docena de veces que Marcos entró y salio, con un par más de veces en los que volvió a pasarse y que fueron otras dos veces que Silvia tuvo que sufrir que Marcos volvía a abrirse paso en su ano cerrado Marcos empezó a follársela con un ritmo más normal. Silvia nunca paro de quejarse cada vez que el miembro llegaba al principio o al final de su recorrido. Hacía cinco años que no terminaba con dos hombres metidos dentro de ellas, desde Goran y su violación pero ni aun entonces fue tan duro. El grosor de esa polla era inaceptable. Nunca se había sentido tan llena por dentro con semejantes dos pollas en lo más profundo de su cuerpo. Ya ni movía las caderas. Solo con los empujones de Marcos era suficiente para trasmitir ese movimiento y seguir dándole placer a Pablo. Silvia abrazo a Pablo con fuerza y hundió su cara en el cuello de este, reprimiendo gritos y sollozos y se dejó sodomizar libremente.

Después de una eternidad Marcos terminó por correrse, no así Pablo que siguió a su ritmo. Pablo seguía siendo un experto follador con diez veces más experiencia que cualquier joven de su edad y con toda su energía. Poco a poco el dolor del culo de Silvia fue aminorando. Por desgracia para Silvia ese dolor estaba enmascarando las señales de placer que estaba enviando su vagina. Poco a poco ese agradable calor le fue subiendo desde el bajo vientre, esas oleadas de placer que el cabrón de Pablo sabía proporcionarle cuando quería fueron aumentando y no paraban. Cuando emitió su primer gemido de placer no se lo podía creer. Pero fue la señal para que Pablo aumentara su ritmo, y con ello las oleadas de placer que fueron ocultando las de dolor que enviaba su ano. Los gemidos aumentaron para martirio de Silvia que veía que iba a correrse delante de ese par de ‘clientes’. Así aumentaban sus gemidos, así aumentaba el ritmo Pablo hasta que un sonoro gemido que llego hasta la habitación de Marta se escapó de los labios de Silvia. Pero como se podía esperar no acabó allí, Pablo mantuvo el ritmo y apenas un minuto después otro largo gemido de placer se lleno la habitación coincidiendo con la corrida de Pablo que inundo su coño.

Pablo le dio un empujón cuando acabó que dio con Silvia al suelo, avergonzada. “Os lo dije. Disfruta como una perra siendo follada. La mejor puta que he visto en mi vida”

“Joder, que zorra. Dos veces que se ha corrido. Yo también quiero encularla pero ahora debe de tener el culo como una boca del metro”

“Pues si. Pero la conozco. En diez minutos lo volverá a tener bien cerrado. Es increíble como lo recupera” Y así era. El ano de Silvia apenas se dilato en todos los años de continua sodomía. Tenía una capacidad de recuperación casi mágica que era su maldición.

“Bueno… pues mientras se recupera…” Manolo se acercó as Silvia, cogió la correa y la alzó, Silvia acabó de rodillas delante de el. “Abre la boca.” Silvia alzó la cara y sumisa la abrió solo para recibir otro escupitajo “Y ahora a mamarla, zorra” Sin ninguna delicadeza Manolo le metió su polla en la boca y empezó a sacarla y meterla. No era una mamada lo que buscaba. Asiduo navegante de porno en Internet Manolo había visto esas escenas donde a una mujer se la follan por la boca y era lo que andaba buscando. Empezó a meterle la polla una y otra vez hasta el fondo  que dada su longitud apenas pasaba de la campanilla de Silvia. Con la experiencia de Silvia eso fue apenas un paseo. Hasta tuvo tiempo de descansar y recuperarse. Lo malo es que pudo darse cuenta en el pedazo de puta que se había convertido. Allí estaba, dejándose follar por un gordo asqueroso que le estampaba su sudada barriga en la cara cada vez que se la metía hasta el fondo y lo estaba recibiendo casi sin despeinarse, sin ningún tipo de esfuerzo. Hasta que punto de degradación había llegado. Apenas diez minutos después Manolo apoyó su glande sobre la lengua de Silvia allí lo dejó mientras se corría, llenando la boca de Silvia de semen por segunda vez esa noche.

“A ver si lo que dice Marcos es cierto… Puta… enséñame la boca”

Y por segunda vez esa noche, de rodillas, Silvia abrió su boca llena de semen para mostrarse a su violador involuntario. “Joder… me ha puesto cachondo verla así. Tienes razón. Ganas tengo de recuperarme y disfrutar de ese culito suyo”

“Y ahora que” preguntó Marcos a Pablo. “Yo ya estoy listo otra vez. Y ahora me apetece coño”

“Tranquilo Marcos. Ahora nos ponemos. Y si os ha parecido que esta chupapollas es buena tragando sables ahora vais a ver hasta donde llegan sus habilidades”

Silvia se percató que hasta ahora ninguno había usado su nombre. Vamos, ni siquiera habían usado un nombre. Era la puta, la zorra, la furcia… nada más.

Pablo posicionó la mesa del salón en mitad de la habitación. Era una mesa fuerte como daban fe las numerosas muescas que tenía la mesa recuento de las violaciones que Marta habría sufrido sobre ella. Tenía la longitud perfecta.

“Zorrita… túmbate boca arriba en la mesa”

Silvia, con años de experiencia siendo abusada ya sabía lo que quería Pablo. Se tumbó y dejó caer su cabeza hacia atrás por el borde de la mesa. Por el otro lado sus piernas separadas a ambos lados dejaban su coñito con sus ingles brasileñas totalmente accesible y en la posición justa para que una segunda persona, de rodillas, pudiera follársela.

“El plato está servido Marcos, allí tienes tu coñito”

“¿Y tu que vas a hacer?” preguntó Marcos.

“Con la polla que tengo no me entra bien en la garganta de esta zorra cuando está de rodillas. Desde esta posición tengo acceso libre y recto hasta su garganta”

Ambos jóvenes se sorprendieron pero enseguida entendieron la simplicidad. Ambos veían que la polla de Pablo era como tres o cuatro centímetros más larga que las suyas. Y en esta postura la boca de Silvia no tenía muchas diferencias con un coño. Pablo se puso sobre Silvia, que ya le estaba esperando con sus labios carnosos dibujando una ‘O’ pero Pablo esperó un momento. “Primero tu, no vaya a ser que me muerda la puta esta”

Silvia recordó el diámetro de Marcos, bajo sus manos y estiró de sus labios vaginales buscando abrirlos lo más posible. “Wow, si que es complaciente la furcia esta” De rodillas Marco empujo su miembro en el coño bien abierto de Silvia. Esta apretó los dientes al principio pero desde luego que era menos doloroso que la entrada trasera. Levanto las piernas para abrirse aun más y dejar libre y completo acceso hasta su vagina. En cuando entró por completo Silvia se relajo, dejó caer sus piernas y volvió a dibujar sus labios preparados para una polla cualquiera.

Pablo metió su polla y con facilidad la aparcó en el fondo de la garganta de Silvia y allí se quedó unos segundos, para que sus compañeros de violación involuntarios vieran su éxito y su control sobre su puta privada. Silvia ya tenía la habilidad para aguantar varios minutos en esa postura y con esa invasión si le dejaban coger aire. Pablo cogió de los pezones a Silvia y los retorció. Esta arqueó su espalda pero en ningún momento sus manos intentaron hacer nada para evitar la tortura. Sus compañeros estaban sorprendidos que una mujer pudiera o se dejara hacer algo así. Marcos bombeando el coño de Silvia, Pablo estirando de sus pezones y quieto, con su polla metida hasta las pelotas en la garganta de Silvia y el único gesto de Silvia era arquear la espalda por el dolor de sus pezones estirados y emitir algún quejido, ahogado por la mordaza que sufría. Un minuto después Pablo empezó a follarle la boca a Silvia, sincronizándose con Marcos como ya había visto en los vídeos de Goran y los demás. Cuando Marcos empujaba, Pablo empujaba, Cuando Marcos salía, Pablo salía. De esta forma cada empujón de uno hacía que la polla del otro se clavara aun más profundamente en el cuerpo de Silvia. Una Silvia que ya aceptaba una humillación así con una facilidad pasmosa. Después de un buen rato Marcos fue el primero en correrse. Dejando que el semen acumulado de la tercera follada en el coño de Silvia de esa noche se escurriera por sus piernas. Pablo, unos minutos después, tiró con fuerza de los pezones cuando iba a correrse y clavo profunda su polla en Silvia. Otra vez la única respuesta de Silvia fue arquear más su espalda, emitir unos quejidos de dolor ahogados por la polla que le obstruía la garganta y esperar. Pablo lanzo su semen directamente a su garganta y como siempre se quedó allí, unos segundos, bien enterrado hasta el fondo, disfrutando de los últimos espasmos.

“Joder” Dijo manolo. “Ni en el porno más guarro he visto una follada en la boca así, tío”

“Me lo enseño ella” mintió Pablo. Aunque cierta carga de verdad tenía. La primera vez que vio algo así fue en el vídeo donde violaban a Silvia.

“Bueno… vale… pero lo prometido es deuda. Me toca” Manolo cogió de la coleta a Silvia y la tumbó boca abajo en el suelo. Manolo le separo los cachetes del culo y sonrió satisfecho “Es cierto que se le cierra pronto a esta zorra”

Y así era. Por suerte para Silvia, una polla como la de Manolo iba a ser algo sencillo. Pero no menos denigrante. Manolo apoyó su glande en su entrada trasera y dejó que todo el peso de su cuerpo empujara su polla en el culo de Silvia. Nada agradable desde luego, su ano aun se resistía a semejante invasiones aunque fueran de tamaños más manejables. Y sentir los más de cien kilos sudados de Manolo sobre ella tampoco ayudaba. Una vez en esa posición, con la polla metida, Manolo maniobro las manos bajo Silvia hasta que con ambas agarro con ganas sus pechos. En esa posición Manolo empezó a subir y bajar su culo, que anunciaba que su polla estaba sodomizando a la pobre Silvia, mientras sus manos masajeaban sus tetas. Una masaje que, así como fue aumentando la excitación de Manolo, cogió más confianza y empezó a estrujarlas con fuerza. Así como aumentaba el ritmo Manolo dejó de manosear los pechos de Silvia para sencillamente apretarlos sin ningún respeto. Cuando Manolo sintió que faltaba poco para correrse cruzó sus brazos alrededor de Silvia cogiendo con sus manos la teta opuesta que le correspondía y dándole un fuerte abrazo. Acelero el ritmo, cerro el abrazo hasta caso ahogar a Silvia y estrujo con fuerza sus tetas hasta que le hizo gritar de dolor. Algo que no freno a Manolo. “Toma puta, toma… me voy a correr en tu culo” y al final se dejó caer sobre Silvia, manteniendo el abrazo y los estrujones mientras se corría de autentico gusto. Después de un rato. La liberó. Silvia estaba sudada pero no sabía que era por ella y que era por Manolo.

“Joder… los mejores 50 napos mejor gastados de mi vida” Dijo Manolo mientras se levantaba. Me gustaría quedarme más pero ya tengo que irme a casa.

“Yo también” dijo Marcos. “Tenemos que repetirlos en cuanto le saque a mi viejo otros 50 leuros”

“¿Está bien?” Preguntó Manolo al ver que Silvia respiraba pesadamente en el suelo tumbada boca abajo después de su sodomía y que no se levantaba

“No te preocupes. Está descansando rememorando los momentos de placer que le hemos dado” Le contesto Pablo.

“Ah bueno. Joder… que suerte tienes. Menudo pedazo de puta. ¿Dónde la encontrases?”

“La vi en un vídeo haciendo una guarrada que no te puedes ni imaginas. Contacte con ella y se mostró muy… receptiva a que me la follara. Entones no era una puta aun. Pero ahora ya es toda una profesional”

“Bueno… ya nos contaras lo que hacía en ese vídeo” Ambos terminaron de vestirse. “Hasta el lunes en la uni”

Pablo estaba a solas con Silvia que terminó por levantarse “¿Ahora soy una puta?”

“Llevas 5 años siéndolo. Solo que ahora cobras” Sacó los cien euros del bolsillo de su pantalón que estaba sobre el sofá y se los metió en la braga de Silvia. Su vestimenta era de un grado de putonerio que ni habían tenido que quitársela para follársela ocho veces en poco más de una hora. “No te los gastes aun. Luego te envió unos enlaces de productos de algún sexshop de Internet para que los compres con ese dinero.” Pablo libero el candado de la mascara de Silvia y se lo guardo. “Tal vez deberías llamar mañana a mi madre para disculparte por haberla despertado. Cierra la puerta al salir”

Silvia ni se molesto en quitar los cien euros de sus braguitas de cuero negro con abertura. Se puso el abrigo y volvió a casa. Con una naturalidad que le asustaba.

Epilogo

Pablo aun organizó más encuentros usando a Silvia como prostituta. Mientras estuvo en la universidad, como una docena de veces la convoco acompañado de dos o tres amigos, todos compañeros de carrera. La última vez fue en un hotel. Era la fiesta de fin de carrera de la promoción de de Pablo. Mientras que en la discoteca del hotel se celebraba la fiesta de graduación en una habitación, hasta diez de los compañeros de Pablo, todos los cuales ya habían probado las delicias de Silvia como prostituta, fueron subiendo y bajando para celebrar su fiesta particular. Unas ocho horas sin parar. Por suerte a Marcos no le dejaron tirársela hasta el final. Según palabras textuales de Pablo le habían dicho a Marcos que “follarse a una mujer después de él era como tirarse una bolsa de basura”. Así que al pobre, cuando subía, Silvia solo tenía que hacerle una mamada como podía. Y al final de la noche dejarle que la sodomizara dos veces. Marcos decía que para una que le dejaba darle por el culo con su miembro que iba a aprovecharlo.

Cuando acabó la carrera dejó de organizarle encuentros con grupos de sus amigos presentándola como prostituta pero empezó a enviar hombres a su casa que la trataban como tal. Fueron cinco rusos que vinieron durante tres años como una veintena de veces. Silvia nunca supo de donde venían estos rusos pero sabían que tipo de mujer obediente era y los cinco fueron bastante duros con ella. Esas veinte veces fueron las únicas en las que Pablo no estaba presente mientras la violaban.

En realidad hubo un sexto ruso que uso sus servicios como prostituta una sola vez y no volvió a saber de él. Fue el primero. Una semana después de de la fiesta de graduación. Aunque Silvia no debía saberlo al ruso se le escapó que era parte del pago por sus servicios por haberla vigilado desde la habitación contigua en el hotel con un sistema de cámaras escondidas la noche de la fiesta en que la decena de jóvenes se turnaron para joderla. Para asegurarse que la fiesta no se desmadraba cuando Pablo no estuviera en la habitación para controlar la situación. La manía por el control de Pablo dejaba pocas cosas al azar y sabía prever los problemas. En ese momento la sensación de desamparo que tenía Silvia por haberla dejado Pablo sola con esos jóvenes desapareció y enseguida tuvo que abrirse de piernas para el ruso que la había protegido desde las sombras.


Ocho años llevaba ya Silvia siendo el juguete sexual de Pablo. Pero hoy Silvia estaba contenta. Era un día muy feliz. Entró en su habitación para terminar de arreglarse. Entró en el baño privado de su habitación y se paro en seco. Allí estaba Pablo. Jugueteando con unas bragas blancas de encaje. No se esperaba encontrarlo allí. No hoy.

“Tranquila Silvia. Hoy no vengo a por ti”

Se paro a pensar en quienes estaban en su casa y una nube gris pasó sobre sus ojos.

“Si tu no dices nada yo tampoco” le informo Pablo sonriente a Silvia.

Prefirió callar. Al menos otros serían felices


Silvia se acercó a Pablo.

“Se acabó”

Estaban en el entierro del ex marido de Silvia. Las malas lenguas decían que había muerto por una sobredosis de viagra. Sea como fuere estaba muerto. Y aunque Silvia se alegraba seguía siendo el padre de su hijo y había acompañado a Raúl hasta el entierro. Y Pablo, como buen ‘amigo’ de Raúl, también había venido. Elegante, con su traje y corbata. A sus veintiséis y seis años Pablo era ahora un apuesto hombre negocios de éxito.

“Se acabó” repitió Silvia. “Mi marido ha muerto. Ya no tengo el miedo que se lance sobre mí con su despacho de abogados ni que manipule a mi hijo contra mí. Si quieres hacer publico el vídeo adelante. Con mi ex muerto y sus padres también no creo que mi hijo me denuncie por ser infiel ni que nadie se preocupe en acusarme de abuso de menores ni nada por el estilo. Se acabó los diez años de esclavitud”

Pablo se quedó mirándola sopesando sus opciones. Era una pena. Aunque Pablo tenía en ese momento otras cuatro ‘esclavas residentes’ amen de muchos ligues en los círculos de BDSM Silvia había sido la tercera esclava con la que se acostaba después de su Madre Marta y de Carmen y la segunda que había sido esclava permanente después de su madre. Había habido otras mujeres en esa época, jovencitas, pero ninguna tan satisfactoria como sus esclavas. Pero era cierto. Tenía pocas opciones y no valía la pena tensar la cuerda. Y seguía los consejos de Goran. Intentar mantenerse fuera del radar. No hacer nada permanente o publico. Darle opción a las victimas de ocultar la humillación que pasaban. Si Silvia se hubiera negado aun con su marido vivo Pablo se habría retirado como buen perdedor y hubiera seguido disfrutando de otros juguetes sexuales que tenía a su disposición sin hacer publico el vídeo. Pero claro, esto Silvia no lo sabía.

Pablo le dedicó una sonrisa sardónica y le ofreció la mano “Vale. Se acabó. ¿Sin rencores?”

Silvia miró la mano que le tendía Pablo. “¿Seguirás llevando mis finanzas?”

“Claro. Eso son negocios. Lo tuyo era placer”

Silvia se dio la vuelta y dejó a Pablo con la mano en el aire. Era toda la muestra de rebeldía que se atrevía. Se había mentalizado a sufrir la humillación de que Pablo publicara su vídeo porno con su hijo pero no quería forzar la situación. Aun rezaba que Pablo no la expusiera en Internet. Y así fue. El video nunca se hizo público.


Era libre al fin.

Había pasado un año desde que se había liberado del chantaje de Pablo y Silvia estaba un poco deprimida. Le estaba costando adaptarse a la libertad. Estaba haciendo balance en casa, sola, tomando una copa de vino.

No había podido recuperar viejas amistades aunque su marido hubiera muerto. Solo mantenía la amistad con Marta a la que de vez en cuando tenía que consolar sin hacer preguntas. Había intentado rehacer su vida pero los hombres de su edad solo están interesados en jovencitas y los jóvenes solo buscaban un trofeo con una madurita. Incluso se acostó con un par de jovencitos aun sabiendo que era cosa de una noche y fue bastante decepcionante incluso físicamente. Los jóvenes eran bastante incompetentes. A sus cuarenta y siete años se sentía poco deseada y eso le dolía.

Al poco de liberarse empezó a ir a un psicólogo que le recomendó Marta. Sin contarle los detalles le explicó que había pasado un decenio muy malo. El psicólogo le recomendó que se lo tomara con calma. La gente le cuesta cambiar. Se está más cómodo en el mundo que conocen, por malo que sea, que cambiar a un mundo desconocido y nuevo. También le aconsejó que cuando estuviera deprimida que buscara lo mejor que había en su vida, le quitara todo lo malo y se concentrara en ello. Y sobre todo que se aceptara tal como era.

Lo primero. Miró a su alrededor. Tenía una buena casa. En realidad tenía la vida resuelta. El divorcio, aunque había recibido menos de lo que se merecía la había dejado bien cubierta. Aunque tenía que reconocer que Pablo había hecho un buen trabajo aumentando su fortuna. El cabrón era bueno en su trabajo y gracias a el podía vivir de las rentas de sus inversiones.

Mientras miraba su casa recreándose en la suerte que tenía de vivir tan desahogadamente se fijó en la foto de boda de su hijo. Se le veía tan feliz. Y su nuera era un encanto. Tan dulce. Hubo un tiempo en que temía que su hijo fuera a envejecer solo, sin pareja ni hermanos, pero casarse con Merche fue de lo mejor que le había ocurrido. Y pensar que fue el cabrón de Pablo el que los juntó.

Pablo. El mismo que le ayudó a vengarse de la puta que le jodió la vida. Aun ahora no se arrepentía que esa zorra sufriera como ella había sufrido. Alzó la copa y brindó por ello.

Pablo. El hombre que más orgasmos le había proporcionado. Se forzó a si misma a no recordar como habían sido originados. Como le había dicho el psicólogo, debía quitar todo lo malo y quedarse solo con lo bueno.

Pablo. El último hombre que la había deseado tanto que por diez años había vuelto una y otra vez a disfrutar de un pedazo de ella. El último hombre que la había deseado.

Dudó un momento. ‘…mas cómoda en el mundo que conoces…’ pensó. Y cogió el teléfono para llamar.

“Hola”

“¿Quieres venir a mi casa?”

“Para hacer lo que tu quieras”

“Eso puedo hacerlo… y eso también”

“Eso no me veo capaz de hacerlo… pero…” dudó un momento y continuo hablando “pero puedes forzarme a hacerlo”

“Puedes traer a quien quieras menos a mi hijo...” y después de un momento de duda “… ni a tu madre”

“Vale…estaré lista en quince minutos y… Pablo…”

“Gracias”