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SdM[6]: Noche de bodas

en No Consentido

Resumen.

Esta historia es parte del universo “Safari de Mamás”. Si bien es recomendable leerse los otros capítulos con los siguientes resúmenes no será necesario.

NOTA: SPOILERS de las otras historias. Si no quieres leer los spoilers y prefieres leer las historias ve directamente a “Preparando la Boda”

INICIO SPOILERS!!!!!

INICIO SPOILERS!!!!!

INICIO SPOILERS!!!!!

Goran, Boris y Myrko son tres mercenarios serbios que trabajan para la mafia rusa. En sus vacaciones viene a  España. Escogen a una madre, amenazan con dañar a su hijo si no se comporta como una gran zorra con ellos, básicamente que colabore con su propia violación. Le dejarán sin cortar a su hijo tantos dedos como una puntuación del 1 a 10 que saque en sus labores como zorra mientras la violan. Siempre dan un 8 en la puntuación, lo de menos es como se comporte, Al final, después de la violación donde la madre tiene que colaborar y que siempre graban en video, le dicen que no lo ha hecho del todo bien porque no ha invitado a su hijo a unirse a la violación y que le van a cortar dos dedos a su hijo. La madre suplica por su hijo y Goran se muestra magnánimo pero le exige que no haga una denuncia o volverá a por su hijo.

En el primera relato “Safari de Mamas Nº 12” la víctima, Marta, después de comportarse como una zorra de primera, cuando le hacen la jugada esta se ofrece a enseñarle el vídeo de su violación a su hijo y luego a follárselo. Para Goran y los suyos es la primera vez que ocurre algo así. Y deciden aceptar. Marta enseña el video de su violación a su hijo, le dice que todo eso es normal y que por mucho que grite es que le encanta y luego le invita a que tengan sexo. Dado que la única enseñanza sexual del hijo, cuyo nombre es Pablo, es un video de la violación de su madre, este se folla  a su madre igual que si la violara, rudamente, pensando que así le hace un favor.

Después de esto Pablo termina traumatizado  y obsesionado con su madre. A la que termina esclavizando. Sobre este hecho se dan pinceladas, como que Goran le dio una copia del video donde se follaba a su madre y puso usarlo para chantajearla entre otras cosas. Pero aún no he escrito nada detallado al respecto. Es una historia que tengo en el tintero. Nota: Los tres últimos párrafos de esta historia, en el epílogo, son erróneos. No pensaba continuar con esta saga y esos párrafos no corresponden a cómo evolucionó la historia.

El siguiente relato SdM[2] Pablo colabora con Goran y los suyos buscando víctimas entre las amigas de su madre. Silvia, su mejor amiga, termina siendo elegida. Y para sorpresa de Goran y los suyos, también acepta tener sexo con su hijo. Le envían copia a Pablo del video y lo usa para chantajear a Silvia y hacerla su esclava. Este relato son pinceladas de varios años de esclavitud de Silvia a manos de Pablo.

En SdM[3] Pablo le busca una novia al hijo de Silvia, Raúl, pero al mismo tiempo la convierte en su esclava sexual. Primero a través del chantaje emocional jugando con su inseguridad. Al final Merche, que así se llama la novia, termina aceptando como es. Una mujer que disfruta siendo sometida. Y mantiene su corazón entre los dos hombres, Raúl, que le da amor, y Pablo, que le da pasión.

En SdM[4] es otro Safari de Goran y los suyos, anterior en el tiempo al de Marta, donde encuentran una víctima que quiere ser violada.

SdM[5] es recomendable leer la primera mitad antes de leer este relato. La primera mitad son los preparativos de la boda y el incidente de Silvia donde descubre, por primera vez que Merche también es una esclava de Pablo. La segunda parte es la venganza de Merche contra su madre, una arpía que siempre la ha tratado mal.

Durante los relatos se va dejando entrever que Pablo, que es el personaje masculino principal, es tremendamente listo, atractivo, carismático, bien dotado, que tiene lazos con la mafia rusa, que ha estudiado económicas pero que tiene un amplio conocimiento de psicología que usa para calar y manipular a la gente.

FIN SPOILERS!!!!!

FIN SPOILERS!!!!!

FIN SPOILERS!!!!!

FIN SPOILERS!!!!!

 

 

 

 

 

 

Preparando la boda

Silvia era feliz. Su hijo se casaba. Y con una chica que era un encanto. Le había estado ayudando con la boda encantada, consciente que la madre de la novia, una verdadera arpía, se estaba desligando, cuando no saboteando, de todo lo relacionado con la boda.

Hoy era el gran día. Estaban terminando los preparativos en su propia casa y de momento todo iba perfecto. Más si teníamos en cuenta que hacía unos días que Pablo no la molestaba. El móvil de Merche sonó. Alguna amiga supuso. Hay que ver como había cambiado la chica en los últimos años. De ser una pobre niñita despreciada por la panda de amigos a una mujer segura de sí misma. Silvia suponía que tener semejante cuerpo ayudaba. Cuando la vio ‘florecer’ de esta manera temió que algún otro adolescente le quitara la novia a su hijo, debía de reconocer que su hijo era algo inseguro, no un macho alfa precisamente, pero Merche siempre se había mantenido fiel a su hijo, pese a que seguro que había tenido proposiciones. Bueno… o al menos eso quería creer. La prueba es que aquí estaba, dispuesta a casarse.

Dejaron a la novia sola, como les pidió. Los nervios, supuso Silvia. Recordaba su propia boda. Que nerviosa e inocente era. Y como se arrepentía ahora de haberse casado con ese gilipollas. Así que salió a ultimar los detalles. A asegurarse la hora, de que el coche estuviera listo, que su hijo ya estuviera en la iglesia...

Ya había pasado bastante tiempo. Iban sobrados de tiempo y nunca está mal que la novia llegue tarde pero mejor asegurarse que Merche estuviera ya lista. Silvia llamó a la puerta. “Todo bien”

“Si, si… ahora mismo salgo.” escucho desde el otro lado. Merche apareció tras la puerta. Algo azarosa, los nervios seguro.

“El coche está esperando. ¿Quieres bajar ya o hacemos esperar a  mi hijo? La novia tiene esa potestad” Bromeo Silvia.

“No. No… vamos ya. No puedo esperar más. Estoy más deseosa que nerviosa ahora mismo”

Silvia le dio un beso cariñoso en la mejilla e invitó a Merche a bajar al coche. Hizo ademán de bajar pero recordó que Pablo, ese cabrón, estaría en la boda, así que volvió al baño con la intención de ponerse uno de los enemas…. Se quedó congelada cuando encontró a Pablo allí, jugueteando con unas bragas de encaje que sabía perfectamente a quien pertenecían.

“Tranquila Silvia. Hoy no vengo a por ti”

Se paró a pensar en quienes estaban en su casa y una nube gris pasó sobre sus ojos.

“Si tu no dices nada yo tampoco” le informó Pablo sonriente a Silvia.

Prefirió callar. Al menos otros serían felices

Pablo salió del baño “Tranquila. Tiene mejores tetas que tu pero tu culo sigue siendo mi favorito”

Y allí Silvia estalló. Tal vez fuera un error pero estalló. Allí, en ese mismo momento hizo algo que no debía… y que pago tanto en ese mismo momento, pero eso es otra historia, como en la noche de bodas de su hijo. Y eso si que es esta historia.

La Boda

Durante la ceremonia Merche fue la sensación. Su vestido realzaba sus encantos que tan ocultos habían estado hasta que conoció a Pablo. En el altar le dio el “Si, quiero” sin bragas, con los muslos chorreando semen de Pablo, y rubrico la ceremonia besándolo con los mismo labios que hacía unas horas le habían limpiado la polla a Pablo y se habían comido el coño de Silvia, la madre del que ahora era su marido.

Fue una preciosa ceremonia y un día feliz para todo el mundo menos para dos personas.

Silvia, aún con cierta conmoción de averiguar que su nuera era también esclava del cabrón que la chantajeaba no paraba de preocuparse por el castigo que Pablo decía le iba a infringir.

Por otro lado Sandra, la arpía madre de Merche, se había planteado la boda como un lucimiento personal. Y no estaba teniendo el éxito que esperaba. Podía empezar a admitir que no estaba en la liga de la mayoría de las jovencitas pero que su hija recibiera más atención, que digo atención, más miradas de deseo que ella misma de hombres de toda las edades (y de alguna mujer desde luego) era una puñalada para ella. Verse superada por la “rana” de su hija. Pero si subíamos de liga a una más de su edad, tanto la Madre del novio como una tal Marta, madre de un amigo del novio, eran también el centro de atención, blanco de proposiciones y miradas de deseo de la mayoría de los presentes. Sandra aún estaba bien, en declive aunque ella se negara a admitirlo, y si esas dos beldades no hubieran estado en la fiesta aún habría recibido bastante atención. Pero con esas dos presentes sólo algunos hombres borrachos y de poco buen ver sabedores que Silvia y Marta estaban fuera de su alcance tuvieron el mal tino de intentar atraer su atención. Bueno… el último, en la desesperación de Sandra, tuvo la suerte de tirársela en el baño. Sandra se negaba a irse de esa fiesta sin algún éxito, más aún después de ver a su marido tontear y desaparecer con una de las invitadas.

Pablo como buen padrino, hizo un discurso a los postres. En el discurso reveló cuáles eran sus presentes para los novios. Ambos estaban recién licenciados, uno en empresariales y la otra en secretariado. Pablo le había conseguido trabajo a Raúl en AMach, en su departamento de comercio internacional. También iba a contratar a Merche como secretaria en su recién fundada empresa. Matrioska Investments. Pablo siempre había mostrado ser brillante pero, aún así, a muchos le sorprendió que recién licenciado de económicas ya tuviera su propia agencia de inversiones.

Solo Silvia se percato del detalle que su hijo, en su nuevo trabajo, iba a tener que viajar bastante al extranjero, dejando a Merche disponible para su nuevo jefe, tanto en casa como en el trabajo. Al menos el trabajo era estupendo, con buen salario y buenas perspectivas, más para un recién licenciado. Se preguntaba como Pablo conseguía todo lo que conseguía. Rezaba para que su hijo jamás se enterase del oscuro y pervertido mundo que bullía a su alrededor. “La ignorancia es felicidad” se decía a sí misma. Mientras su hijo fuera ignorante su vida sería de ensueño… y ella pagaría el precio que fuera necesario por la luz de su vida.

Pero alguna mirada eminentemente malvada que Pablo le lanzaba no dejaba de inquietarla.

Pero boda, banquete y fiesta posterior pasaron sin incidentes dándole a Silvia una vana esperanza de tranquilidad.

La noche de bodas.

El problema de la bebida de Raúl era bien conocido. No un alcohólico pero en las reuniones sociales, posiblemente para tapar su inseguridad, solía beber más de la cuenta. Su boda no fue una excepción y Pablo se encargó de que fuera así. Cuando Silvia o Merche le pidieron que aflojara sendas miradas furibundas bastaron para que no se inmiscuyeran entre Pablo, Raúl y las numerosas bebidas.

Así que cuando acabo la celebración, aún sin estar completamente borracho, Raúl estaba bastante contento por el efecto del alcohol.

“Raúl, tío..” le dijo Pablo “No te puedo dejar conducir así. No te preocupes que yo os llevo al hotel. Y a tu madre a su casa que me pilla de paso.”

“Tioooo” Balbuceó Raúl. “Tu sí que eres un amigo. El mejor que podría tener” abrazándolo para ayudarse a mantenerse en pie. Así que los cuatro, Novia, novio, Madre y chantajista se fueron hacia el coche abandonando la fiesta. Raúl de copiloto y ambas mujeres detrás.

El silencio era ominoso. Silvia veía las miradas furtivas de Pablo a través del retrovisor. En una ocasión interrogó con la mirada a su recién estrenada nuera la que le contestó con un sincero encogimiento de hombros. SI Pablo tenía algo en mente lo desconocía. A diez minutos de llegar a casa de Silvia, Pablo sacó una petaca del bolsillo y se la ofreció a Raúl. “Toma. Te sentara bien. Es café”

Raúl bufo, pues estaba cerca de dormirse “Gracias tío. Que pedazo de amigo que eres” y tomó un largo sorbo, tras otro hasta acabársela. ¿Era realmente café se preguntaba Silvia? Al menos así olía.

Diez minutos después llegaron a casa de Silvia. Había luces encendidas. ¿Quien había en casa? Se supone que ahora Pablo se iría a llevar a los recién casados al hotel. No sabía si pedirle que mirara quien es o peor, preguntarle si sabía algo al respecto.

“Baja del coche, Raúl” ordenó Pablo. A lo que Raúl obedeció en silencio, sin rechistar.

“¿Pero…?” preguntó Silvia que bajó enseguida a ver a su hijo. Tenía la mirada perdida. Se encaró con Pablo desde la distancia el cual, con una sonrisa de satisfacción meneaba la petaca vacía. “café… y escopolamina. Anula la voluntad y la memoria. A diferencia de otras drogas esta deja actuar al sujeto pero lo vuelve dócil y complaciente. Bueno.. Y la mezcla tiene algo más que ya te contaré”

Se abrieron la puerta de casa y aparecieron dos figuras, bastante altas. Silvia los reconoció. Eran dos de los rusos con los que Pablo la obligaba a prostituirse. Unos sociópatas que la trataban tan mal como Pablo, sin ningún tipo de respeto. Padre e hijo para más señas. Entre los dos le dieron una sesión de las más duras que ha tenido. Viktor tenía afición a escribir cosas denigrantes sobre el cuerpo de las mujeres a las que maltrataba y fotografiarlas después. Para su colección. Aunque sólo solía hacerlo la primera vez que pillaba a una víctima. Además lo escribía con tinta indeleble. Silvia tuvo que ver todas las barbaridades que le escribió sobre el cuerpo durante una semana, por mucho que se duchase. Para Marta tampoco eran unos desconocidos.

“Raúl. Tócale las tetas a tu madre” y Raúl, con cierta torpeza, levantó las manos hasta ponerlas sobre los pechos de su madre, la cual, sorprendida, se apartó rápidamente, sólo para encontrarse como uno de los rusos la paraba cogiéndola por los brazos.

“Raúl.” volvió a repetir Pablo. “Tócale las tetas a tu madre” y otra vez, Raúl, con la mirada perdida llevo sus manos a los pechos de su madre, ahora inmovilizada y empezó a tocárselas ante la mirada de todos que empezaron a  reírse por lo bajo, de una forma que no presagiaba nada bueno.

“Pero.. Raúl.. Pablo! Hazle parar”

“No te preocupes putita. Mañana no recordará nada. Bueno… el no… nosotros sí. Y sobre todo... tú”. Pablo se puso serio, apartó a Raúl y se encaró con Silvia. “Te dije que te iba a castigar por tu insolencia. Pensaba dejarte disfrutar de este día tan feliz para ti pero ahora me voy a  encargar de que nunca lo olvides… por las razones equivocadas. Todo lo que va a ocurrir… es por tu culpa.” Era falso desde luego. Pablo ya lo tenía planeado pero hacerle sentir culpable, tener la equivocada sensación de que si hubiera sido más obediente esto se hubiera evitado… esa mortificación no tenía precio y ayudaba a someter aún más a su esclava favorita.

“Pero… que piensas hacer” balbuceaba Silvia “No pensaras… miró a su hijo… no pensaras… no… en su estado no puede hacer nada, no…” y se calló en seco al ver el bulto que se formaba en el paquete de su hijo.

“Ah! El tercer ingrediente. Viagra. Tranquila... que tu hijo va a estar listo” Con un gesto con la cabeza el ruso, Viktor, el primero de los clientes rusos de Silvia y el padre, alto, como metro noventa, de anchas espaldas, con un pulcro corte en su pelo rubio y un traje de 1000€ empezó a arrastrarla hacia la casa con insultante facilidad. Se encontraba en forma pese a ir camino de la cincuentena. Seguido de todos los demás, incluida una asustada Merche y un zombificado Raúl.

“No, por favor. No… otra vez no…” gimoteaba Silvia. Merche, al oír esa confesión empezó a atar cabos. No sabía cómo… pero veía venir algo… y veía que no era la primera vez. Subieron todos escaleras arriba hasta la habitación de Raúl. Allí encontraron varias sillas preparadas en torno de la cama, así como un par de cámaras, una de grabación y otra web. Al pasar por delante de la cámara web Pablo saludo “Hola Goran. Silvia. Saluda a tus viejos amigos, Goran, Boris y Myrko”

Silvia sólo gimoteaba. “No… Pablo por favor… no lo hag…” y una bofetada cortó la frase de repente. Pablo señalaba a la webcam. “Ho… hola… “ balbuceo Silvia a la que dejaron sola en el centro de la habitación con lágrimas empezando a cubrir sus mejillas, junto a la cama, mientras los rusos y Pablo se sentaban en las sillas preparadas.

“Raúl, ve con tu madre” y obediente terminó igualmente en el centro de la habitación, donde apuntaban ambas cámaras. “Ahora tócale las tetas y bésala” Raúl hizo intento de obedecer pero su madre lo paró.

“Pablo. Por favor” decía sollozante. “Hare lo que quieras con vosotros, lo que sea pero no me obligues a esto, te lo imploro”

“Claro que harás lo que queramos y lo que queremos es que vuelvas a tirarte a tu hijo”. Silvia se sobresaltó al oír esto, consciente que Merche lo habría oído. La miró pero sólo vio a una niña asustada, indefensa, sobrepasada porque lo que ocurría alrededor.

Silvia dudo unos instantes y se puso firme. Reunió toda la resolución que pudo y soltó un sonoro “No. No volveré a pasar por esto. No haré que mi hijo vuelva a pasar por esto” mientras señalaba amenazante a Pablo.

Este se levantó como un resorte, cogió a Silvia del cuello y la empujó hasta dar contra la pared.

“A ver, estúpida. Primero. No se va a enterar de nada pero si no lo haces sí que lo va a revivir… pero la primera vez que ocurrió. Tu y un montón de gente.” Pablo cogió su móvil, marcó un número que tenía preparado y lo puso al oído de Silvia. Al otro lado escucho la voz de Boris.

“Hola follahijos. Seré breve. Si en 5 minutos no me gusta lo que veo publicare cortes del video donde te follaste a tu hijo, escogidos para parecer que disfrutaste de la experiencia, y lo distribuiré por todos los portales del contenido porno más sórdido de Internet, junto con todos tus datos personales. Punto final” Pablo colgó y estampo el móvil contra la pared rompiéndolo.

“Boris nos está viendo por la webcam. No hay forma de comunicar con él. Así que… tu misma y permíteme añadir que Viktor, aquí presente, puede hacerle perder el trabajo a tu hijo tan fácilmente como lo ha conseguido” y con tranquilidad Pablo volvió hacia su silla. Por el camino pillo a Merche por el coño sobre su vestido de novia “Tranquila. A ti no te despediré” y con una voz que destilaba lujuria y pasión que derretía y aterraba a Merche añadió “Eres mía para disfrutar”. Tras eso se sentó y esperó... Silvia aún estaba en shock sin saber que hacer hasta que alguien, Pablo, imitando el sonido de un tic tac la despertó.

Se acercó a su hijo, que zombificado ni se había inmutado ante la escena y se colocó junto a él dubitativa, sollozando. Otra vez la imitación de un tic tac la sacó de sus ensoñaciones. No veía salida. Levantó la cabeza y vio los rostros inmisericordes de los espectadores y la cara asustada de Merche, de pie tras ellos. Merche no sabía qué hacer y sólo atino a vocalizar una frase, intentando encontrar la salida menos mala “La ignorancia es felicidad” le dijo. Silvia lo comprendió. Raúl no recordaría nada. Había oído hablar de la droga. Ella estaba condenada pero aún podía salvar a su hijo.

Tímidamente acercó sus labios a los de su hijo y le dio un beso, largo, lo que tardó en conseguir fuerzas para meter parte de su lengua en la boca de su hijo.

Un sonoro y falso bostezo la exaspero. Intentó tímidamente redoblar sus esfuerzos, ir contra su naturaleza y lentamente puso la mano de su hijo sobre uno de sus pechos.

Otro bostezo aún la exaspero más. Miró a sus espectadores y vio como uno negaba con la cabeza dado a entender que no creía que ella fuera capaz, otro miraba el reloj y Pablo sonreía con pura maldad.

“Cabrones” soltó primero calladamente. “Cabrones” soltó en voz alta. “¿Esto es lo que queréis?” y cogió por la nuca a su hijo y lo besó con pasión, metiéndole la lengua con lascivia para volver a encararse con sus espectadores. “¿Esto es lo que queréis, malnacidos? ¿Que me comporte como una puta barata con mi hijo?” y remarco su afirmación cogiéndole el paquete a su hijo como sólo haría una madre pervertida.

Un escueto y carente de emoción “Si” es todo lo que dijo Pablo.

Silvia, borracha de adrenalina, consciente de que era el único camino, temerosa de la amenaza de Boris volvió su atención a su hijo y empezó a besarlo, buscando su lengua, mientras con sus manos empezó a desnudarlo, primero la chaqueta, corbata, camisa… luego buscó su cinturón, dejó caer sus pantalones y se arrodilló. Bajó de golpe el calzoncillo de su hijo, con desesperación, y casi termina golpeada en la cara por su polla, ya erecta efecto del viagra. En rápida sucesión, pues Silvia no sabía si sería capaz de continuar si llegaba a detenerse, cogió ese miembro, abrió la boca y se lo metió hasta el fondo, hasta la garganta.  Cogió a su hijo por sus glúteos con sus manos y empujó, hasta tener su nariz enterrada en el vello púbico, la polla aparcada en su garganta y allí se quedó unos segundos hasta que volvió a empezar a sollozar.

Años de entrenamiento y emputecimiento habían hecho que pudiera tener pollas más grandes que la de su hijo enterradas en la garganta sin pestañear. Entre sollozos ya era consciente que había pasado lo más difícil. Ahora… todo era cuesta abajo, hasta el infierno. Empezó a mover la cabeza, a mostrar como la polla de su hijo entraba y salía de entre sus labios una y otra vez, empezó a lamerla, a chuparle las pelotas, para volver a metérsela hasta lo más fondo una y otra vez. A darles lo que sabía que esos cabrones querían de ella. A conseguir salvar a su hijo por segunda vez.

“Bien… esto se pone interesante” oyó decir a un ruso. Luego alguien chasqueaba los dedos y oyó decir a Pablo “Parece que nos vamos a quedar un buen rato. Merche. Tráenos unos vodkas y unos puros”  

Desde que era una puta para los rusos Silvia tenía una buena selección de vodkas y puros en casa. Merche fue rauda a la cocina. No quería hacer enfadar a nadie. Intento sopesar las opciones y vio claramente que no había ninguna… satisfactoria. Estaban atrapadas. Ella voluntariamente… poco más o menos. Silvia… tenía mucho que perder ahora que sabía su secreto. Volvió enseguida con lo que se le había requerido. “Bien. Esta es mi chica.” le agradeció Pablo con una palmada en el trasero “Y ahora chúpanos la polla por turnos mientras disfrutamos del espectáculo”

Mientras Silvia le daba una mamada espectacular como pocas mujeres serían capaces de hacer, menos aún a su hijo, Merche, aún con su traje de novia, se arrodillo frente a los espectadores, les fue sacando las pollas y empezó a mamarlas. Allí donde no estaba mamando, usaba sus manos para mantenerles contentos. No podía decir que no esperaba que existiera la posibilidad de que Pablo arruinara su noche de bodas. Siendo su sumisa existía esa posibilidad. Pero jamás se imaginó que podría vivir algo como lo que ocurría. Su suegra, la madre de su marido estaba chupándole la polla a su marido, su hijo, como ella misma dudaba que pudiera llegar a igualar. Mientras que, aún embutida en su vestido de novia, le chupaba la polla a dos rusos cabrones y a su propio dueño.

No tardó mucho más en llegar al final la mamada de Silvia. Su habilidad era legendaria. Incluso en su estado sin consciencia Raúl empezó a gruñir y jadear de placer a causa de los envites de su madre tragándose la polla. Silvia oía como su hijo iba a acelerando los jadeos y gruñidos anunciando el inexorable y desagradable final. Con un gruñido Silvia noto como la polla de su hijo empezaba a tener espasmos. Ella se quedó quieta, estoica, esperando a que su hijo le llenara la boca poco a poco con su leche caliente.

Silvia se giró aún con la leche llenando su boca y vio a Merche de rodillas, chupándole la polla al del centro mientras pajeaba a los otros dos, que satisfechos fumaba sus puros, bebían sus vodkas y mostraban una perversa satisfacción en su mirada. Con los ojos llenos de lágrimas y rabia abrió la boca para que viera la leche de su hijo e inmediatamente, en una especie de extraño acto de rebeldía, lo trago como sin darle importancia.

Pablo, repantigado en la silla, con la mano de Merche sacudiéndole la polla, hizo un gesto de afirmación satisfecho. “Raúl. Quítale el vestido a tu madre” ordeno. Raúl casi tropieza con los pantalones pero se puso tras su madre. Esta, de pie ante los espectadores, intentando mostrar una entereza y una rabia pese a las lágrimas que tenía en sus mejillas, esperó. Noto como su hijo bajaba la cremallera de su vestido negro ajustado para luego tirar hacia abajo por los hombros. Silvia dejó caer los brazos y facilitó así que el vestido se deslizase. Una vez en el suelo le quedaban unos zapatos de tacón negro, una medias del mismo color hasta mitad de muslo y un sujetador negro de encaje que hacía juego con las bragas arrancadas por Merche esa misma mañana y que ahora estaban en el bolsillo de Pablo. Esa falta de lencería prodigó algún comentario sobre qué tipo de puta va a la boda de su hijo sin bragas. “Ahora el sujetador. Quítaselo” Raúl intentó quitarle el sujetador a su madre pero en su estado aletargado le fue imposible. Se desenvolvía torpemente y levantó las risas de los espectadores. “Silvia…” dijo Pablo condescendiente. “Por favor. ¿Harías los honores?” Silvia. Con furia y rapidez se quitó el sujetador mostrando sus bonitos pechos y lo lanzó con rabia al suelo. Se quedó allí, de pie, mostrándose en toda su belleza, sólo vestida con unas medias y unos zapatos de tacón que sólo ayudaban a mostrarla más sexy. Unos bonitos pechos talla B o C con piercing en los pezones, tan útiles para estirar o retorcer. Un coñito rasurado. Las curvas justas… La rabia le hacía respirar con fuerza y sus pechos subían y bajaban rítmicamente para deleite de sus espectadores. Sin intentar esconderse lo más mínimo.

Pablo se rió con ganas. “Puedes mostrarte todo lo entera o enrabietada que quieras… pero te vas a tirar a tu hijo. Eso es lo que nos importa. Es tu castigo por tu insubordinación.” Pablo seguía jugando con la mente de Silvia, haciéndole creer que había sido su acto de rebeldía en la mañana el culpable de que se fuera a tirar a su hijo. Algo falso. Hacía tiempo que Pablo tenía esto preparado.

Silvia se giró hacia su hijo. Se agacho para ayudarle a salir de sus pantalones que tenía por los tobillos como haría una madre con un hijo discapacitado y lo llevó de la mano hasta la cama donde lo sentó. Procedió a quitarle zapatos y calcetines como una solícita esposa de antaño con su marido y ya, de rodillas, volvió a empezar a mamarle la polla para que recuperara su erección. Algo fácil por el cocktail de viagra y juventud, pese al exceso de alcohol. Estos hombres pensaban que no iba a poner pasar por este suplicio. En su mente tenía sentido demostrarles lo contrario. Haría lo que fuera necesario y para ella, eso sería victoria. Se aferraba a esa idea desesperada por salvar su cordura. Así que decidió darles el espectáculo que buscaban como una retorcida muestra de indiferencia, de victoria sobre ellos. En vez de seguir de rodillas se levantó, doblándose para poder seguir chupándole la polla a su hijo, separó levemente las piernas y desde esa postura, su estupendo trasero respingón  remarcado por los tacones y su coñito rasurado eran obscenamente visibles para sus espectadores. Estos dejaron soltar unos comentarios de satisfacción pero sobre todo de sorpresa. Algo que Silvia, en su lucha contra la locura, se apuntó como un éxito.

No tardó mucho en tener otra vez la polla de su hijo erecta, preparada para el siguiente paso. Ayudó a su hijo a tumbarse hacia atrás y se puso en cuclillas sobre él, dándole la espalda a su hijo pero mostrando claramente su coño a los espectadores. “Queréis ver como la polla de mi hijo me empala. ¿No?” dijo con bravuconería, con rabia, aún con lágrimas. “Así lo vais a ver de maravilla” apoyó la punta erecta, bien lubricada por su propia saliva, a la entrada de su raja y se dejó caer. No delicadamente sino de golpe. La polla de su hijo entró rauda. “Esto es lo que queréis. ¿No? Cabrones” y volvió a alzarse mostrando la mitad de la polla hendida para bajar, volver a subir, una y otra vez. Con una mano jugaba con las pelotas de su hijo. Con la otra con sus propios pechos. Había conseguido otra victoria. Aunque en esa postura su aspecto era obsceno y se veía claramente como la polla de su hijo la empalaba una y otra vez, de esta forma no le veía la cara. Silvia empezó a abstraerse. A intentar ignorar que la polla que le llenaba el coño era la de su hijo. Hacía años que no tenía un polvo que no fuera a manos de algún bruto como eran sus espectadores, que exprimían su satisfacción del dolor ajeno. Este era el primer polvo en mucho tiempo en el que podía marcar el ritmo, a su gusto. Y decidió hacer un esfuerzo por disfrutarlo pese a las circunstancias. Otra victoria más en su mente. Silvia se mordía los labios, se mesaba el pelo, mientras gemía cabalgando a su hijo. Para deleite de sus espectadores.

En un momento Silvia pudo ver como uno de los espectadores, el segundo ruso, Yuri era su nombre, que disfrutaba de los buenos quehaceres de la lengua de Merche, llegaba al clímax, corriéndose en su boca. “Quédatelo en la boca, puta. No te lo tragues” le ordenaba mientras le sujetaba con violencia del pelo.

“Bien. Y ahora. ¿Por qué no le das un largo, profundo y húmedo beso a tu recién estrenada suegra en agradecimiento que se esté follando a tu marido?” le ordenó con sarcasmos. Merche miró a Pablo en busca de confirmación. “Putita mía. Esta noche, todo lo que te ordenen estos dos hombres, como si te lo ordenara yo” y señaló a Silvia. Merche se acercó con su boca haciendo buche llevando el esperma de Yuri. Aún  desconociendo como iba a reaccionar Silvia y muy sorprendida, ahora que la veía, de ver con la pasión que estaba cabalgando a su propio hijo. Cuando estuvo junto a ella vio como Silvia miraba con rabia a sus espectadores y por sorpresa, le cogía del pelo con fiereza, la atraía y le endosaba un beso rabioso, lengua contra lengua, el semen escurriendo por entre las comisuras sólo para que Silvia se lanzara ávida a lamérselos de la cara y volver a besarla con furia. Una mano en el pecho de Merche, que ya hacía rato que su vestido de novias andaba por la cintura dejando a la vista sus excelsos pechos,  la sorprendió y, extrañamente ayudó a tranquilizarla. No entendió que Silvia estaba al límite de su cordura. Le devolvió el toqueteo de pecho acariciándola con cariño a su suegra y le devolvió los ávidos besos para deleite de los espectadores.

Pero algo sorprendió a todos. Empezaron a ver como la pelvis de Raúl, hasta ahora inmóvil, empezaba a moverse torpemente siguiente los movimientos del coño de su madre. Torpemente intentó alzarse para coger los pechos de su madre por detrás. “Jajaja” se rieron todos “Silvia, eres un pedazo de puta capaz de revivir a los muertos” La propia excitación, el buen quehacer de Silvia, que Raúl no fuera consciente que era su madre quien le cabalgaba, puso en marcha sus instintos básicos e intentó unirse a la fiesta. Silvia, sorprendida al principio, se cayó hacia delante, acabando a cuatro patas, con su hijo, sujeto a su cintura, siguiéndole detrás, instintivamente y milagrosamente sin salirse de su coño.

Raúl siguió empujando torpemente su polla en el coño de su madre, con un ritmo pausado y algo desacompasado. Silvia, ahora prácticamente a los pies de sus espectadores levantó la cabeza y los miró con rabia bañada en lágrimas. Seguía con sus ‘filosofía’ de lo que era una victoria y empezó a devolver los torpes envites de su hijo con sus propios frenéticos movimientos de cadera, follándose ella misma. “Esto es lo que queréis,  ¿Eh? hijos de puta” con una falsa sonrisa de rebeldía.

“Claro que si putita. Esto está siendo incluso mejor de lo esperado. No te creía capaz." Le contesto Pablo sarcástico. Mara Silvia ese 'No te creía capaz' le sabía  victoria.  “Raúl. Tírale del pelo a tu madre y dale cachetes en el culo”

Raúl, sin capacidad de razonar, cogió con una mano el pelo moreno lleno de pequeños tirabuzones y tiró hacia atrás haciéndole que su cara mirara al techo. Y con la otra mano empezó a dejar caer cachetes en el trasero de su madre con cierta parsimonia. La ilusión de Silvia de tener un polvo normal se desvaneció pero no por ello dejó su actitud rebelde. Siguió moviendo sus caderas frenéticamente, como si fuera el polvo de su vida. Merche no sabía qué hacer pues ahora mismo no tenía sitio para seguir dando rondas de mamabas pero los espectadores estaban tan ensimismados con el espectáculo de Silvia que ni se molestaron en ordenarle nada.

Toda la escena estaba jalonada con gruñidos y gemidos de placer de Raúl que poco a poco fueron acelerándose anunciando el desenlace. Silvia estaba ya cansada de llevar un ritmo frenético pero exprimía sus últimas reservas, no dispuesta a rendirse, cuando oyó un gemido más amplio de su hijo a la vez que le estiraba aún más del pelo. Y enseguida noto como ese líquido caliente le llenaba el coño cuando su hijo se corrió de gusto.

Entonces Raúl se dejó caer. Merche sabía que a veces lo hacía. Su sobrepeso, no mucho, unos 10 kilos de más, y su falta de forma, hacía que a veces, cuando acababa algún folleteo, se dejara caer. Para el metro setenta de Silvia y sus exhaustas reservas de energía ese acto le pilló de sorpresa y acabó tumbada en el suelo de golpe, a los pies de sus espectadores, y con su hijo tumbado sobre ella, aún con la polla metida y sintiendo como aún iba disparando unos últimos chorros de semen en su interior.

Allí, a los pies de sus chantajistas, escucho sus risas y mofas, y los jadeos cansados de su hijo justo en su oreja anunciando cuanto había disfrutado y justo allí, fue consciente, que otra vez, su hijo se había corrido en su interior, como 8 años atrás.  Se quedó allí, tumbada, en el suelo, sollozando, haciendo de colchón de su hijo desnudo y sintiendo como su polla, poco a poco, se deslizaba fuera de su coño y parte de su semen le resbalaba por sus piernas.

“Vaya. No esperaba que Raúl fuera a ser tan activo. Parece que le ha pillado gusto al sabor de la carne de la puta de su madre. Yo ahora sí creo que será capaz de darte por el culo. Que sé cuánto te gusta, Silvia”

Silvia, aún con la cara pegada al suelo, recordó lo poco que le gustaba el sexo anal. No sólo eso. Nunca había conseguido acostumbrarse. Después de años de emputecimiento ahora era capaz de tragarse pollas hasta las pelotas, meterse cualquier cosa por el coño, soportar muchas torturas pero...el sexo anal… sería psicológico pero siempre le resultaba doloroso y desagradable. La peor de las torturas.

Enrabietada golpeo el suelo e intentó salir de debajo del peso de su hijo. Al ver que le era difícil optó por una opción más sencilla. “Raúl. Levántate” y su hijo, obediente, se levantó. Silvia lo encaró, se doblo, dejando a la vista de Pablo y los rusos su trasero y, sobre todo, su coño aún chorreando semen y mientras empezaba a trabajar la polla de su hijo con las manos, sobre su hombro les espetó. “Ahí lo tenéis, cabrones de mierda. Mi coño inundado por la leche de mi hijo. Disfrutadlo” y inmediatamente pasó a tragarse la polla de su hijo, a trabajarla a conciencia, a ponerla bien dura para… que se la metiera por el culo.

Otra vez la mezcla de juventud y viagra pusieron pronto a su hijo a punto. Se encaró con sus chantajistas, se puso a cuatro patas delante de su hijo y con una mueca de desdén no espero a que Pablo diera las órdenes. “Raúl, hijo, métemela por el culo”. Este emputecimiento satisfacía a sus espectadores. Raúl, torpemente, intentó encular a su madre pero, en su estado adormecido, no era muy habilidoso. Su madre intentó ayudarle con la mano para que apuntara bien a su agujero trasero.

“Jajaja” se rió Pablo. “Tu hijo sigue siendo tan pánfilo y torpe como la primera vez que te enculó”

A Silvia le dolía aún más, si cabe, ese menosprecio por su hijo. Dejo de ayudarle y alzó la voz

“Hijo. Venga dame bien fuerte por el culo” con ese tono de ordeno y mando que sólo las madres pueden tener con sus hijos. Raúl redobló sus esfuerzos y esta vez, a la primera, de un sólo golpe sacando una fuerza que no se sabía bien de donde, penetró el culito respingón de su madre. Silvia casi cayó de bruces hacia delante, mordiéndose los labios y cerrando los llorosos ojos por el doloroso enculamiento. Pero aguanto el tipo .Su cara reflejaba que realmente su hijo le estaba haciendo daño sodomizándola pero aguantó el tipo. Se recompuso y empezó a responder con su cadera a los envites de Raúl aunque eso le produjera más dolor. “Vamos hijo, Tírame del pelo, juega con mis tetas, dame cachetes en el culo, encúlame bien a gusto. Dale a mamá lo que se merece”. Mal o bien Raúl obedeció las órdenes de su madre, incluso con más ahínco que cuando le ordenaba Pablo. Silvia miraba a la cara a sus captores con muecas de dolor y mirada desafiante, con el cuello tenso por los tirones de pelo de su hijo, sus pechos bamboleando con cada envite, coreado por los cachetes en sus nalgas que le daba su hijo. Pero aún así intentaba mantenerse desafiante.

Para Silvia fue una eternidad. Merche estaba sorprendida. No sabía que pensar. Pablo y los rusos también estaban sorprendidos pero encantados. Aún costó un rato pero al final la escena se repitió. Gruñidos y jadeos que fueron en aumento, uno más largo anunciando un orgasmo placentero, un derrumbe sobre la espalda de su madre y Silvia de bruces al suelo haciendo de colchón de su hijo mientras la polla de este disparaba sus últimos tiros de semen en su interior.

Pablo se agachó y levantó la cabeza de Silvia tirándole del pelo “¿Has aprendido la lección, puta?  Con la escopolamina puedo repetir esto cuando quiera. ¿Vas a volver a negarme algo?”

Silvia suspiro, rendida y contestó con un quedo “No”. Algo que no era cierto. Silvia siempre tuvo un punto de rebeldia que le encantaba a Pablo.

Epílogos

La noche no había acabado todavía. Primero Pablo les hizo una foto que parodiaba las fotos de boda. Volvieron a vestir camisa, chaqueta y corbata a Raúl y los cinco, menos Pablo, posaron para una foto. Con su madre desnuda, chorreando su semen por sus agujeros a un lado mientras con una mano le sujetaba la polla. Al otro Merche, su esposa, con el corpiño del vestido por la cintura, mostrando sus perfectos pechos y con una mano sujetando las pelotas de su marido. Viktor y Yuri al lado de cada una de las mujeres, pasándoles un brazo sobre los hombros mientras con el otro jugaban con saña con sus pechos desnudos. Silvia tuvo que soportar esa imagen como fondo de pantalla de su ordenador durante un tiempo. Viéndola cada vez que lo encendía.

00:32

Dejaron a Raúl en la cama. Silvia vio que su hijo se quedó dormido enseguida. “Además de anular la voluntad y borrar la memoria esta droga genera luego un sueño muy profundo, prácticamente anestésico” le dijo a Silvia. “No te oirá gritar”

Silvia había tenido la esperanza que tras dejarse follar por su hijo la dejarían en paz. Craso error.

“No creerás que te ibas a llevar toda la diversión, putita” le dijo Pablo. “Dejemos a Raúl descansar y vamos a tu habitación todos a continuar la noche de bodas de tu nuera. Una noche de bodas sin sexo no es noche de bodas”

Todos se encaminaron a la habitación de Silvia. Allí se encontraron con la sorpresa de “Gladius”. Un mastín propiedad de Pablo que no les era desconocido a ninguna de las dos mujeres. A las dos se las había pasado por la piedra anteriormente el afortunado animal. A Silvia le daba igual. Cualquier cosa que podrían hacerle esa noche no podía superar lo que ya había sufrido.

Merche se fijó en algo más. Aunque había estado más veces en esa habitación, esa misma mañana sin ir más lejos, ahora se mostraba como lo que realmente era. De una trampilla del falso techo que ahora estaba abierta se podía ver un gancho donde alguien podría ser colgado. Un par de cuadros que se habían quitado de una pared, y un mueble que había sido movido mostraban cuatro recovecos con argollas perfectas para inmovilizar a una mujer en forma de X. En la cama también habían aparecido argollas ancladas a agujeros que antes parecían mera decoración. Junto a la puerta del vestidor había un par de muebles que claramente eran para poder colocar a una mujer en diferentes posturas sexuales. Dentro del vestidor podía verse ahora abierto un compartimento oculto que cubría toda la pared donde seguramente habían estado ocultos los muebles sexuales y donde se mostraban ahora un montón de juguetes sexuales perversos. De otro falso techo había ahora montada una barra de las que se usan en ciertos espectáculos de strip tease. Distintas remodelaciones que, discretamente y ocultas a la vista, Pablo había ido montando en la habitación de Silvia. Merche no se sorprendió demasiado. Ya había visto algo similar. En la habitación de la madre de Pablo.

Los hombres se acercaron al compartimento secreto del vestidor y empezaron a  sacar cosas. Pinzas con cadenas para los pezones, fustas, mordazas para la boca, vibradores...

Para terror de las chicas vieron como los hombres se tomaban unas pastillitas azules. La noche iba a ser larga. Procedieron a desnudarse y las mujeres volvieron a ver los cuerpos cubiertos de tatuajes y cicatrices de los rusos. Estrellas, parafernalia ortodoxa, calaveras… Viktor más cubierto por ellos que su hijo Yuri. Además el padre mostraba numerosas cicatrices que bien podían ser cortes e impactos de bala. Al hijo sólo se le descubría un par de cortes. Les daban un aspecto duro y aterrador. Eran lo contrario al aspecto de Pablo. Más parecido a una estatua de mármol griega de algún dios idealizado.

00:58

No había pasado mucho tiempo y Silvia ya tenía los tres agujeros embutidos con pollas. Los dos rusos y Pablo se la follaban con saña mientras Merche estaba haciéndole una paja a “Gladius”

01:12

Silvia estaba en uno de los muebles pensado para posturas sexuales. Con las muñecas y rodillas sujetas a las patas, inmovilizada, Gladius estaba disfrutando de su coño pero no podía quejarse porque Yuri la estaba follando hasta la garganta. Que fuera Merche la que había llevado, preparado y guiado con su mano la polla de Gladius para que penetrara a Silvia lo había hecho aún más humillante. Mientras, Merche estaba cabalgando a Pablo. Llevaba un collar con argollas que sujetaban sus muñecas en su nuca. Así tenía que tener los brazos levantados y eso realzaba sus preciosos pechos. Viktor aprovechaba para “motivarla” fustigándole los pechos para que no aminorara su ritmo de jinetera sobre Pablo.

01:43

Mucho le costó a Gladius llegar a correrse y además liberar su nudo de dentro del coño de Silvia. Al menos, mientras siguió atada a la polla del perro pudo descansar durante un rato en la silla. El único momento de “tranquilidad” que tuvo el resto de la noche.

“No creerás que vamos a meter nuestras pollas en tu coño después de que un sucio perro te halla follado. ¿No? Vas a ver qué bien lo vamos a pasar el resto de la noche follándote sólo por el culo” le dijo Pablo. No fue del todo cierto. No iban a desaprovechar su boca de carnosos labios.

01:54

La habían puesto en otro mueble sexual. Este estaba preparado para ponerla boca arriba. También tenía atadas tanto muñecas como tobillos. A Silvia le costaba creer lo que hacía Merche. Le estaba limpiándole del coño el semen de Gladius a lengüetazos. Era semen de perro. Que asquerosidad. Pero aún así, cuando se lo ordenaron, no dudo ni un instante. Empezaba a ver qué Merche era totalmente obediente a cualquier petición de sus “anfitriones”. Su nuera estaba demostrando una gran habilidad comiendo coños. Estaba claro que el suyo no era el primero. Sentía como su lengua se le metía hasta el fondo, libando hasta la última gota de semen de su vagina, jugando con el interior de sus muslos, sus labios vaginales, su clítoris… dejándola bien limpia mientras, aunque le pesara a Silvia, le mandaba oleadas de placer a su cerebro.

Al poco de empezar vio como Pablo se ponía detrás de Merche y empezaba a follarle el coño pero poco pudo ver más. En seguida Viktor le sujetó la barbilla, echó para atrás su cabeza y le ordenó. “Abre esa boca de puta que tienes que te voy a follar la garganta” Dicho y hecho. Aunque tenía problemas con el sexo anal el emputecimiento que había sufrido estos años le permitían tragarse con su boquita de carnosos labios cualquier polla hasta las pelotas. En esa posición sintió que alguien, sólo podía ser Yuri, le enganchaba unas pinzas a sus piercing de los pezones. Y pronto descubrió que eran de los que tenían una cadena porque Viktor la uso como riendas, tirando de ella, mientras le cabalgaba la boca. De todo lo que más le sorprendió era lo ruidosa que era Merche. No sólo eso… sino como estaba disfrutando de las atenciones de Pablo. Incitándolo a que se lo follara como una puta. Nunca habría imaginado que esa chica de aspecto angelical pudiera soltar semejantes barbaridades.

02:13

Ataron a Silvia a la cama. Boca abajo. Y una vez allí le explicaron el juego al que bautizaron la ametralladora. Básicamente era follarle el culo a toda ostia. A toda la velocidad que pudieran. Tan pronto como uno se corría enseguida dejaba paso a otro que la enculaba enseguida, empezaba a follársela tan rápidamente como podía hasta que no podía más y se corría… y dejaba paso al siguiente. Merche, de rodillas junto a la cama… iba preparando el siguiente “ametrallador” para que la tuviera bien dura y preparada listo para reemplazar la anterior.

02:35

Siete veces se corrieron en el culo de Silvia entre los tres en media hora. Un suplicio para la pobre mujer que nunca se acostumbró al sexo anal. Pero los hombres decidieron probar una segunda ronda. A ver si podían superarlo. Esta vez le metieron un tremendo plugin en el coño para hacerla sentir más rellena aún.

03:07

Solo llegaron a correrse seis veces esta vez. Aunque los tres estaban en perfecta forma el cansancio empezaba a hacer mella en los hombres. Silvia mordía las sábanas intentando superar le suplico. Una hora llevaba siendo usada sólo por el culo sin parar.

“Vaya Ya os pesa la edad” oyeron decir a Merche. “No aguantáis nada” con una risita vejante.

Viktor y Yuri la miraron con cierta mezcla de diversión y enfado. “Vaya con la putita. Parece que no sabe cuál es su sitio” dijo Viktor que se abalanzó sobre ella, la abofeteo y la agarró por el pelo, llevándola a rastras hacia el vestidor, en busca del compartimento secreto de juguetes, seguido de Yuri.

Silvia no podía dar crédito. ¿Por qué Merche había hecho algo tan estúpido? Pablo sí que lo sabía, era demasiado listo para no darse cuenta, pero le daba igual. Se preparó sobre Silvia, apoyó su miembro en su abusado ano y se dejó caer. Apenas se escuchó un gemido por parte de una Silvia a punto de desmayarse. Pablo le susurro al oído “Tranquila. Ahora me tomaré mi tiempo para disfrutar de tu delicioso culo, zorra. Además… así puedo hacer dos cosas a la vez”. Y Pablo procedió a violarla por el culo una vez más. Silvia no entendía a que se refería con hacer “dos cosas a la vez”

03:11

“Bueno. Esta zorrita piensa que somos muy viejos como para reventarla. Que ya estamos cansados…” decía Viktor con mofa a Merche que ahora se encontraba colgando del techo por las muñecas y ya tenía la polla de Yuri metida por el culo. “Que no nos queda fuerza dice” Yuri sujetaba las piernas de Merche en el aire. Viktor, frente a ella, se acercó. En una mano la polla. En la otra un vibrador que Merche conocía bien. Era inmenso. El más grande de todos. Pero no sólo eso. La potencia con la que vibraba era brutal. Producía más un mareo por cómo le revolvía las tripas que placer. Viktor apunto su polla a la entrada elegida. Pero no era su coño como Merche esperaba. Sino que apuntaba su ya ocupado ano. “¿Qué? nononono… no podéis empezar directamente los dos por mi culo. No estoy preparada”

“Mala suerte zorra. Estos viejos SI!” y al decir si, mientras Yuri la mantenía en su sitio, Merche sintió como su ano se dilataba con violencia para dejar entrar el segundo miembro invasor. No pudo reprimir un grito de dolor. Aún se estaba recuperando cuando noto como Viktor hurgaba en su coño con el vibrador monstruoso. Sin ninguna delicadeza sintió como el vibrador le entraba hasta la cervix. El problema no era tanto la longitud como el grosor. Con dos pollas en el culo y los 7 cm de diámetro del vibrador Merche pensaba que iba a reventar por dentro. Peor fue cuando encendió el vibrador. Era como si le destrozaran el cervix a puñetazos. Para Yuri y Viktor, por contra, las vibraciones a través del cuerpo de Merche sólo ayudaban a aumentar su placer.

Yuri y Viktor, al unísono, se veía que no era la primera vez que hacían algo así, la lanzaban hacia arriba. Merche, con su propio peso, volvía a caer y se empalaba los tres miembros, dos de carne y otro artificial.

03:20

Pablo tiraba del pelo de Silvia que levantaba la cabeza todo lo que podía. Era el anuncio de otra carga de semen directa a sus intestinos.  “Y ahora lo otro” dijo Pablo. Silvia aún no entendía a que se refería… pero pronto se enteró.

Pablo soltó un “ahhhhhh” sin sacar aun su polla del culo de Silvia. Pero no un “ah” del placer de follarse bien a gusto a una mujer. Era otro tipo de “Ah”. Silvia no podía sentirse más sucia.

“Que ha gusto se queda uno después de mear”

Viktor y Yuri pararon un momento su tortura a Merche. “¿Qué? ¿Te has meado mientras le dabas por el culo? Joder, que guarrería de mujer. El coño se lo folla un perro y su culo es un urinario ahora.”

“Aún nos queda su boca” dijo Pablo satisfecho. Se subió a la cama, se sentó sobre la almohada, delante justo de la cabeza de la maniatada Silvia, con la polla cerca de su cara. “A limpiarla. Guarra”  y cogiéndola por el pelo la obligó a tragarse esa polla que hace un momento había estado en su culo, que se acababa de mear en el y que estaba cubierta por el semen de tres hombres.

03:41

Ya fuera porque realmente tenían energías o porque se lo tomaron como algo personal Viktor y Yuri aguantaron un buen tiempo follándose a Merche con esa tortura. Sea como fuere los hombres estaban tomándoselo con ganas. Los quejidos de dolor de Meche del principio fueron desapareciendo hasta ser sólo jadeos que respondían  cada envite de los tres miembros en su cuerpo. Cuando acabaron corriéndose los dos en su culo la soltaron y  la dejaron caer al suelo como un fardo, entre jadeos y pesadas respiraciones, mientras intentaba recuperarse del castigo.

Ataron a Silvia otra vez al mueble, boca arriba. La cabeza atada por la frente hacia atrás dejaba su garganta en una línea recta perfecta para follársela. Muñecas y tobillos a las patas del mueble.

Esta vez usaron a Silvia y su boca, o tal vez debería decir su garganta, para ir poniendo a punto sus pollas antes de seguir con la tortura de Merche .Yuri y Viktor parecían con ganas de hacerle pagar la afrenta del comentario de Merche. Los hombres, tan pronto se corrían con Merche, volvían con Silvia a follarle la garganta hasta que volvían a tener la polla dura y volvían al envite contra el pobre cuerpo de Merche. Tanto el culo, como la boca y el coño de Merche  recibieron dobles esa noche.

04:13

Trajeron a Gladius otra vez en escena. Silvia oyó comentar a Pablo como Merche se corría de gusto cuando un perro le follaba. No podía creérselo. Merche se puso ella misma a Gladius a la espalda, con sus manos ayudó al chucho a apuntar su polla en su coñito y le ayudó también a penetrarla. Silvia vio, de refilón la cara de asco de Merche, pero a los pocos minutos también empezó a oír gemidos de placer. Era increíble. Merche estaba disfrutando de que se la follara un perro. Y seguía son su sinfonía de alaridos, jadeos y palabras malsonantes cuando disfrutaba. “Soy una jodida perra!” fue lo más suave que la dulce niñita dijo. Tampoco podía ver mucho más porque normalmente tenía la nariz enterrada entre las pelotas del violador que en ese momento le estuviera follando la garganta.

04:27

Después de más de cuatro horas los hombres estaban poco más o menos satisfechos y decidieron que ahora querían ver un “espectáculo de acercamiento familiar suegra-nuera”. Vamos… que Silvia y Merche iban a tener que jugar entre ellas mientras los hombres miraban.

En realidad, después del rudo tratamiento que habían sufrido jugar entre ellas iba a ser una bendición. Aunque que los hombres insistieran en comportamientos aberrantes  y sádicos.  “Bésala”, ”Cómele el coño”, ”Meteros un doble dildo y haced la tijereta”, ”Átala a la pared y azótala en el culo”, ”Métele dos vibradores por culo y coño y juega con ellos”. Empezaron con Merche comiéndole el coño a Silvia el rato que Gladius tardó en liberar su nudo.

05:13

Los hombres estaban por dar por acabada la noche. Recién acababan de correrse en la boca de ambas mujeres que estaban de rodillas, frente a frente, atadas entre sí por pinzas en sus pezones, dejando sus pechos a apenas un centímetro de distancia. Se besaban pasándose de una a otra el semen que tenían en sus bocas. Cada una abrazaba a la otra mientras metían y sacaban un consolador del culo de la otra. Los hombres se pusieron en círculo alrededor de sus esclavas sexuales, sacaron sus miembros y, como última humillación, empezaron a mearles encima, en la cara, en sus pechos, en sus labios, a las mujeres.

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Tan pronto como Silvia vio que los hombres daban por acabada la noche, mientras se vestían fue a acurrucarse a su cama. Aunque había podido recuperar parte del cansancio en la última hora, Merche, aparentemente, se había mostrado particularmente entusiasta con esa forma de relacionarse con su nueva Suegra y había llevado el peso del espectáculo, aún tenía que recuperarse de tantas horas de tortura sexual.

Cuando los hombres se vistieron, mientras comentaban lo bien que se lo habían pasado, del pedazo de putas que eran, sin importarles lo más mínimo que estuvieran presentes, se fueron sin despedirse. Bueno .Casi. Sólo Viktor dijo algo “Ah! Se me olvidaba por la boda. Felicidades. Raúl es muy afortunado de tener un pedazo de puta como tú en su cama.” Y se fueron.

Después de unos minutos de tranquilidad, donde sólo se oían los jadeos ansiosos de aire fresco de las dos mujeres, una en la cama y la otra, aún en el suelo. Después de unos 10 minutos Silvia reunió suficientes fuerzas para levantar la cabeza. Su habitación parecía una zona de guerra. Marcas de semen por todas partes, juguetes sexuales sembraban en lugar, además de estar visibles todos los elementos de argollas, ganchos y demás que normalmente están ocultos. No es que se hijo fuera a visitarla a la habitación, gracias a Dios. Su hijo no era como Pablo. Su hijo… su hijo se la había vuelto a follar otra vez. Pero al menos esta vez no lo recordaría… o eso deseaba con todas sus fuerzas.

Merche estaba en el suelo. Cubierta de una mezcla de Semen, orín  y sudor. Ella misma también estaría así, a buen seguro. No sabía que pensar de su nuera ahora que conocía su lado oscuro. Como había incitado a los rusos, el énfasis que había puesto cuando habían tenido que “conocerse más profundamente” como eufemísticamente habían dicho los hombres que acababan de humillarlas.

Estaba exhausta pero quería limpiarlo todo. No quería que su hijo viera nada de esto. No quería que su sacrificio fuera en balde. Cuando empezó a recoger algunos juguetes del suelo Merche reaccionó. “Silvia. Estás exhausta” le dijo al verla como jadeaba. “Mejor dormimos un poco y te ayudo”. Silvia miró el reloj, suspiro y preparó la alarma. “Lo pongo a las ocho” Y sin decir palabra se acurruco en la cama.

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Silvia abrió los ojos. Algo iba mal. Miró el reloj. Eran pasadas las 12:00. Saltó como un resorte de la cama pero tuvo que pararse de repente cuando una mezcla de agujetas, calambres y dolores varios la paralizaron. Miró alrededor cuando se recompuso y vio que la habitación estaba… impoluta. Y vacía.

Olfateo y se dio cuenta que apestaba a sexo sucio. No sabía que había pasado pero necesitaba una ducha caliente que revitalizara sus músculos y calmara sus dolores. No sabía si su hijo estaba en casa pero no podía presentarse ante él así. Entró en su baño privado y se dio una ducha relajante.

Cuando salió se encontró a Merche. Mientras se había duchado, le había cambiado las sábanas, último rastro de la violación que había ocurrido durante la noche, y había preparado en una mesa de cama un desayuno de café, zumo y tostadas. Merche estaba ya adecentada y no se veían rastros de la ordalía que había pasado la noche anterior .Al menos visibles.

Merche le hizo un gesto para que volviera a meterse en la cama. Silvia pensó por un momento tapar su desnudez pero se percató de lo ridículo del gesto después de lo que habían “compartido” durante la noche.

“Pero… “ mirando alrededor

“Tranquila .Ya lo he limpiado todo. No queda rastro. Ayer lo pasaste… bastante mal...” Merche intentaba ser delicada “Te metieron con bastantes más ganas que a mí. Así que desconecté tu despertador y me puse el mío”  Merche soplaba enfriando una taza de chocolate que cogía con ambas manos mientras se sentaba en el lado de la cama. Silvia le sorprendía el aspecto inocente y angelical que tenía normalmente su nueva nuera, comparado con lo que le había visto hacer unas horas. A ella también le habían “metido con ganas” pero bendita juventud. Necesitaba energías y ese desayuno le vendría bien. Se volvió a meter en la cama en busca de más recuperación y durante prácticamente cinco minutos nadie dijo nada.

“¿Como estás?” le preguntó Merche dándose cuenta en ese momento de lo estúpido de la pregunta.

“Como tantas otras veces” Le contestó Silvia. “¿Y tú?”

“Igual. Pero me parece que lo llevo mejor que tu”

“Si. Ya me percate que no eres tan reacia como yo a estas atenciones”

Merche bajó la mirada y se sonrojo. Era increíble que ahora se sonrojara.

“Tengo que preguntarlo. ¿Realmente te gusto que te metieran dos pollas por el culo y el monstruo por el coño????”

“¿Qué? No! Para nada! No me gusta que me toque nadie que no sea Pablo o Raúl. Eso lo hice para llamar su atención y darte un respiro. No sabía si soportarías una tercera ronda de esa… ‘ametralladora’. Tenía que distraerles”

Silvia se sorprendió. No había imaginado que Merche se hubiera tirado delante de las pollas de sus violadores para salvarla. “Entonces. Te tiraste delante…” dudo un momento y prefirió usar la versión común “¿Te tiraste a los cascos de los caballos para salvarme?”

“Si” mientras afirmaba con la cabeza vehementemente “Eres una de las personas más importantes de mi vida. No puedo hacer nada por evitar que sigas siendo… una esclava. Pero si puedo hacer algo para aligerar tu carga… lo haré”

“¿Y cuando nos... ‘conocíamos mejor’...?”

“Te veía cansada y desde luego que no te gustaba la experiencia. Intente llevar el peso y que dentro de lo posible… te lo pasaras lo menos peor posible”

Silvia estaba un poco anonadada. “Pensé por un momento que te gustaba”

Merche volvió a gesticular con vehemencia esta vez negando. “No. No me gusta acostarme con mujeres, ni con perros, ni, insisto, que me toque ningún hombre que no sea Pablo o Raúl. Y en algunos casos ni aún como me toca Pablo. Pero aunque no me guste, no puedo negar que termino disfrutando y…” volvió a sonrojarse “...me encanta. No me gustan esas cosas pero me gusta cómo me hacen sentir. No sé explicarlo mejor”

Lo que no le confesó que si que le excitaba ver a otras mujeres sufrir, y hacer de domina con ellas. Aunque ella no llegara a tocarlas y sólo se dedicara a ponerlas en bandejas a otros hombres. Aunque con Silvia nunca disfruto de verla sufrir.

Silvia rememoro los numerosos orgasmos que había tenido durante las violaciones de Pablo y podía entender a la pobre joven. Ella misma no había llegado al nivel de aceptación de Merche pero podía entender el camino.

“Por un momento yo también pensé que tu…”

Silvia negó con rotundidad. “No quería dar la satisfacciones a esos cabrones de verme suplicante. Enrabietada, rota, dolorida… eso no podía evitarlo… pero suplicante, venirme abajo.... No. Fue mi ancla para… no volverme loca. Una pequeña victoria.”

Merche asintió comprensiva.

Y otro incomodo silencio.

“¿Y mi hijo?”

“Aún duerme. He pasado la noche con él. Está bien.” Aunque ambas temían que el efecto amnésico no funcionara.

Silvia aún no sabía que pensar de Merche cuando se escuchó a Raúl en su habitación. Merche fue rauda. Silvia incluso pudo avistar cierta felicidad en su rostro. Silvia fue a su vestidor, ahora con el compartimento secreto cerrado y procedió a vestirse informalmente. Se acercó a la habitación de su hijo y atisbo por la puerta escuchando a los recién casados.

“De verdad, cariño. Lo siento. No debía haber bebido tanto”

“Tonterías” le replicó “Era un día feliz para ambos. De verdad. No iba yo a negarte nada ese día. No pasa nada, de verdad, Pichurrin”

Silvia pudo ver verdadero amor en los gestos y palabras de de Merche .Y felicidad en los ojos de su hijo. Eran felices. Merche, pese a su lado oscuro, y mientras se cumpliera que la ignorancia da la felicidad, iba a ser lo que había pensado en principio. Una mujer dulce y encantadora que iba a hacer realmente feliz a su hijo. Le costara lo que le costara.

Bajó hacia la cocina y pronto Merche le siguió.  “Ho… hola. Vengo a preparar el desayuno a mi marido. No recuerda nada… como esperaba. Cuando bebe también le ocurre, incluso sin que lo droguen” pronunciaba ‘marido’ con una mezcla de alegría y nerviosismo. Merche deambulaba por la cocina preparando más café y tostadas en silencio. Nerviosa. Hasta que Silvia le preguntó.

“¿Que te pasa?”

“Estoy preocupada… por ti, por nuestra relación. Ahora que conoces mi lado oscuro… No quiero perderte. Veo que tu relación con Pablo no es tan voluntaria como la de su madre”.

Silvia sabía que la situación de Marta no era exactamente de voluntaria sino una mezcla de aceptación, normalización y profundo amor por su hijo, pese a ser un cabrón malnacido.

“Antes de conocer tu… lado oscuro… pensaba que eras una chica dulce y maravillosa, un regalo del cielo para mi hijo. Ahora que lo conozco aún estoy más convencida que serás incluso mejor de lo que pensaba para mi hijo. Aún te quiero más si cabe por los sacrificios que demuestras para estar con él. Para mi sigues siendo la misma que ayer”

Aparte de que ambas fueran conscientes que ahora que sus estatus con Pablo estaban claros iban a terminar comiéndose el coño más veces, Pablo mediante.

Merche se abalanzó sobre Silvia y la abrazo. No un abrazo como los de la noche anterior Un abrazo lleno de afecto y cariño fraternal. Como el de una hija. “Gracias. No sabes cuánto significa eso para mí”

“Continuo con el desayuno. Esta tarde salimos para mi Luna de miel.” Feliz y pizpireta como una niña inocente preparando el que debería ser uno de los momentos más felices de su vida.

Uno de los momentos más felices de su vida repitió en su mente. Como debería haber sido su noche de bodas. Si el cabrón de Pablo no se lo vuelve a joder, pensó Silvia.

Respiró hondo y tomó una resolución. Esa niña y su hijo no iban a perderse también ese momento. Tenía que pensar una manera de asegurarse que Pablo no los molestase. Tenía que asegurarse que Pablo se dedicaba la siguiente semana a violarla.