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Para salvar a Johana, me follo a Ivanka Trump. 2

en Dominación

Esa noche, soñé con Johana. Su pelo rojizo, sus ojos verdes pero sobre todo la mirada dulce que desprendían sus ojos, poblaron mis sueños. Sabiendo que su futuro se definiría en los siguientes días, no pude dejar de imaginarme como sería nuestro reencuentro. Su secuestro me había quitado el velo que me había impedido hasta entonces reconocer que estaba colado por ella y por eso ya consciente de que mi vida estaba irremediablemente unida a ella, dejé que mi imaginación volara.

Solo una vez la había visto desnuda y fue cuando esa preciosidad, decidida a devolverme una afrenta,  me había hecho un striptease con el único propósito de molestarme.  Aunque había conseguido su objetivo, los rosados pezones que decoraban sus pechos quedaron impresos en mi memoria y de ahí nunca saldrían. Pero no era lo único que tenía grabado, todo su cuerpo  ocupaba un lugar predominante en mis recuerdos. Su piel, su liso abdomen e incluso ese trasero que me volvía loco cuando la veía caminar, llegaron a mi mente esa noche.

Deseaba abrazarla y que posara mi cabeza en mi pecho, mientras le decía lo imbéciles que habíamos sido al dejarnos llevar por nuestro orgullo. En mi imaginación, Johana, mi jefa, la mujer que vendía mi cuerpo por unos dólares, me besó al escuchar de mis labios que la amaba. Siguiendo el guion idílico, se desnudó frente a mí y tumbándose en la cama, me llamó maullando.

En mi fantasía, al ver a ese monumento de mujer, tirada en la cama, pidiendo que acudiera a su  lado, fue más de lo que pude soportar y despojándome de mi ropa, me reuní con ella. La jefa y su actual secuestro desaparecieron en cuanto me tumbé y ante mi sorpresa, me cubrió de besos comportándose como una dulce amante. Contagiado por su pasión, llevé sus pechos a mi boca. Johana no se apartó sino gimió al sentir mi lengua jugando con su areola y tratando de unirse a mí, llevó mi pene a su pubis.

Ni siquiera me había tumbado y ya quería que sentir mi pene en su interior. Comprendiendo que para ella era algo vital, decidí aprovechar la oportunidad y disfrutar de esa mujer. Deshaciéndome de su abrazo, le quité la mano de mi miembro y me puse a observarla. Johana, sin saber cómo reaccionar, se mantuvo pasiva mientras mis manos recorrían su piel.

“Es preciosa”, pensé mirando sus grandes pechos y su sexo casi depilado por completo.

En mis veinticinco y debido a mi profesión, había disfrutado de multitud de coños pero anda mas admirarlo, decidí que era el más bello que nunca había visto. Ante su entrega le separé las rodillas y pasé mi mano por sus bordes sin atreverme a tocarlo.

Mi nueva amante se mordió los labios cuando sintió que uno de mis dedos separaba sus pliegues y curioseando, iba en busca de su clítoris. Cuando lo descubrí, ya estaba esperando mis caricias. Johana se retorció sobre las sábanas cuando le dediqué un leve pellizco. Satisfecho por su entrega, me deslicé por la cama y acercando mi boca a su sexo, probé por vez primera su sabor. Sabor que me embriagó al instante y como un drogadicto ante sus dosis, bebí de su flujo sin hartarme.

Su cueva se trasmutó en torrente y  cuando más bebía de su interior, mas placer brotaba de él. Para entonces, Johana estaba poseída por la pasión y casi llorando, me rogaba que la tomara. Como no era una batalla que tenía que ganar sino satisfacer a mi amada, decidí no hacerlo y por eso, proseguí horadando su agujero con mi lengua. No tardé en oír cómo se corría y buscando prolongar su orgasmo, metí un par de dedos dentro de ella. Absolutamente poseída, la pelirroja empezó a aullar de placer mientras sus cuerpo se convulsionaba.

-Por favor- me rogó gritando desesperada- ¡Fóllame!-

Al ver que no le hacía caso y que seguía enfrascado en mi particular banquete, Johana se levantó y poniéndose a cuatro patas, me miró con deseo. Sus pechos colgando fueron una tentación demasiado fuerte para que colocándome a su espalda no los estrujara  mientras colocaba mi pene en la entrada de su cueva. No me hicieron falta preparativos, y sin contemplaciones, la penetré. Gritó sintiéndose llena, sus uñas se clavaron a las sábanas y moviendo sus caderas, me pidió que la amara.

Lo que en un principio había sido brutal, de repente se convirtió en algo tierno, y disminuyendo el ritmo de mis embestidas, comencé a acariciarla y besarla. En mi mente, esa mujer y yo estábamos hechos el uno para el otro, mi pene se acomodaba en su cueva como una mano en un guante y nuestros cuerpos parecían fusionarse la poseía una y otra vez. No tardé en sentir a Johana licuándose entre mis piernas. Poco a poco, fui incrementando tanto el compás como la profundidad de mis estocadas, hasta convertirlo en vertiginoso.

Entonces y sin previo aviso, se aferró a los barrotes de mi cama, y gritando se corrió. La violencia de su orgasmo, y el modo en que vi retorcerse a su cuerpo, me excitaron aún más, y cogiendo sus pechos entre mis manos, me enganché a ellos sin dejar de penetrarla. La presión que sus músculos ejercieron en mi miembro y sus jadeos rogándome que me corriera, era algo nuevo para mí, y sin poder aguantar más exploté sembrando su interior.

Todavía seguía eyaculando en su interior cuando noté que se separaba y que me obligaba a tumbarme en la cama. Con los brazos en cruz, la vi bajar por mi cuerpo, mientras sus dedos jugaban con mis vellos. Sabía lo que iba a pasar, y mi sexo anticipándose a su llegada, no llegó a ablandarse. Delicadamente cogió mi extensión con su mano, y descubriendo mi glande, recorrió con su lengua todos sus pliegues antes de metérselo en la boca. Lo hizo de un modo tan lento y tan profundamente que pude advertir la tersura de sus labios deslizándose sobre mi piel, hasta que su garganta se abrió para recibirme en su interior.

Fue entonces cuando me desperté y descubrí que era Kim la que tenía mi polla dentro de su boca. La china al percatarse de que estaba despierto volvió a embutírselo hasta el fondo Totalmente absorta  y mientras me regalaba el fuego de su boca, sus manos se dedicaron a masajear mis testículos, quizás deseando que cuando expulsara mi simiente, no quedara resto dentro de ellos.

Aunque esa mujer me desagradaba, la excitación acumulada hizo que el placer recorriera todo mi cuerpo. Ella lo notó incluso antes que pasara y forzando su garganta como si de su sexo se tratara, metió hasta el fondo mi pene, justo cuando empecé a esparcir mi simiente. Lejos de retirarse, disfrutó cada una de mis oleadas, bebiéndoselas con fruición mientras cerraba sus labios para evitar que parte se desperdiciara.

Insaciable, jaló de mi sexo, ordeñándome, hasta que, dejándolo limpio, se convenció que había sacado todo lo que era posible de su interior, entonces y sólo entonces paró y sonriendo me preguntó si me había gustado.

-Vete a la mierda- respondí dándome la vuelta en la cama.

Afortunadamente, el cansancio y la tensión acumulada consiguieron vencerme y aunque esa puta se quedó abrazada a mí conseguí dormirme.

A la mañana siguiente, Kim me despertó con un beso. Asumiendo que quería reanudar lo ocurrido la noche anterior, me levanté dejándola sola en la cama. Pero ella reiniciando su acoso me siguió al baño.

Como la zorra insaciable en que se había convertido, me miró mientras meaba como esperando cualquier recompensa.  La situación era ridícula, yo, de pié, con mi pene en la mano, orinando, y ella, arrodillada, observando. Ante esa actitud, le pregunté:

- ¿Deseas algo? – y viendo que tenía la mirada impregnada de lujuria, decidí comprobar hasta qué punto se había vuelto adicta a mi semen, diciéndole:-Cuando termine, quiero que me limpies.

La oriental no esperó a que terminara e introdujo en su boca mi sexo, de tal forma que tuvo que beberse los últimos restos de mi orín, antes de proceder a dejarlo inmaculado. Como la maestra que era haciendo felaciones, después de asearlo con su lengua, se concentró en mis testículos, lamiéndolos y mordisqueándolos. Mi reacción ser otras y poco a poco fue creciendo en mi interior la calentura, mientras mi cuerpo reaccionaba bombeando sangre hacia mi pene.

En su cara, pude observar la satisfacción de Kim porque me había conseguido excitar como hombre. Decidido a no dejar pasar la ocasión de humillarla, le pedí que se desnudara. Una vez que me había obedecido, me senté con las piernas abiertas, para facilitar sus maniobras.

La china comprendiendo mis deseos, se arrodilló y volvió a meterse mi miembro, en su boca.

-Mastúrbate, zorra- dije.

No se esperaba mi insulto pero en vez de comportarse como la dueña que era de mi destino, como una loca comenzó a frotarse su clítoris, mientras no dejaba de incrementar el ritmo de la mamada. Al ver su premura comprendí que llevaba mucho tiempo usándome como su juguete sexual y por primera vez se sintió controlada. Al notarlo y dejar salir sus emociones, se corrió en seguida.

La suya fue una corrida brutal, retorciéndose sobre el gres del baño no paró de gemir mientras seguía buscando con su boca mi placer. Al ver en sus ojos una especie de agradecimiento, decidí aprovechar esa flaqueza y obligarla a levantarse, le pedí que me montara. Mi sexo la empaló con facilidad, y sus pechos quedaron a mi merced.

En cuanto acerqué mi boca a ellos, un suspiro surgió de su garganta. Nada mas sentir mi lengua jugar con sus pezones, empezó a moverse. Su movimiento que en un principio era suave vaivén, se convirtió en el de un tren a punto de descarrilar. Fuera de sí, clavó sus uñas en mi espalda, coincidiendo con su segundo orgasmo mientras con mis dientes mordía su cuello.

Un sabor dulce inundó mi boca, donde esperaba ver las marcas de mi mordisco, había una pequeña herida de la que manaba sangre. Como un poseso, empecé a beberla, mientras ella, se deshacía en placer. Fue entonces cuando sin avisar, me levanté y Kim cayó al suelo.

Sin saber a qué se debía, me miró alucinada.

La situación me había puesto cachondo, y obligándola con un tortazo, la puse a cuatro patas, tras lo cual, sin más prolegómeno forcé su culo con mi pene. Torpemente intento zafarse de mi acoso pero con mano dura se lo impedí y seguí cabalgándola a mi antojo.

-Puta, ¿No es así como te gusta que te monte? – exclamé mientras le soltaba un sonoro azote en su trasero.

Esa posición permitía que toda mi extensión fuera absorbida por su culo y que mis testículos como en un frontón rebotaran contra ella. Su respiración entrecortada, el sudor que le corría por sus pechos, descubrían a mis ojos su excitación. Sin poder pudo soportar la calentura y con ansia desesperada me pidió:

-Fóllame lo más fuerte que puedas.

-Así lo haré- respondí  mientras mordía el cuello de la oriental, clavándole los dientes en su carne. Su grito coincidió con mi primera eyaculación y usando sus pechos como sujeción, proseguí en mi cabalgada mientras se mezclaba su flujo con el torrente que salía de mi pene. Su movimientos se aceleraron, los músculos de su culo se contraían rítmicamente. Me estaba, literalmente, ordeñando. Exhausto, caí encima de ella, coincidiendo con su propio clímax.

Una vez repuesto, miré el reloj y comprendí que me quedaba poco tiempo para mi cita. Por eso y usando parte de mi recién descubierto poder, le dije:

-Zorra, vístete. Tengo hambre y quiero ir a desayunar que después voy a usarte otra vez.

Esa promesa hizo que mi captora se diera prisa pero sobretodo que no pusiera ningún impedimento en ir a ese restaurante.

Me reúno con la gente de Donald Trump.

Mientras salíamos de la casa, no pude menos que felicitarme por haber descubierto que podía usar la obsesión de Kim por el sexo en mi beneficio.

“¡Cómo no me he dado cuenta antes!”, mascullé entre dientes. Si hubiera adivinado que esa mujer olvidaba sus deberes por un buen polvo, esa semana hubiera sido diferente. El estricto control al que me tenía sometido se hubiese relajado sin que ello supusiera ningún esfuerzo por mi parte porque al fín y al cabo, había tenido que tirármela siempre que le venía en gana.

Un caso claro era esa mañana, la sola promesa de que a la vuelta yacería con ella, me había permitido acudir a esa cita sin levantar suspicacias en mi captora. Es más, necesitada como estaba de una nueva ración de sexo, Kim fue la que me imprimió prisa para ir al Tony Roma´s.  Mirándola de reojo, descubrí que estaba alegre en comparación con otros días en los que  esas zorra parecía apocada y disgustada por el papel que sus superiores le habían otorgado en esta opereta.

Al entrar en el restaurante, estaba lleno y en contra de lo que ocurría normalmente tuvimos que hacer cola para conseguir una mesa donde sentarnos. El  destino o eso pensé hizo que un grupo de universitarios al ver a mi acompañante, decidieran que estaba buena y amparándose en que eran seis, empezaran a tontear con ella. Kim, que estaba ya caliente antes de entrar, recibió las lisonjas y piropos de esos muchachos con satisfacción y en vez de darle un corte, permitió que siguieran tonteando con ella.  Al mirar mi reloj, vi que era la hora y aprovechando que estaba encantada, le dije que me iba al baño.

Distraída y ocupada en disfrutar de las tonterías de esos críos, me dio permiso y solo me siguió con la vista camino al baño. Ya en él, vi que había un anciano meando en los urinarios y haciendo tiempo, me  acerqué a descargar mi vejiga. Acababa de empezar a mear cuando escuché que el viejo me decía:

-Curioso sitio para quedar.

Al darme cuenta que era el representante de Trump, le expliqué rápidamente lo ocurrido sin guardarme nada. Para no abrumaros con detalles, le expliqué quién era, a lo que me dedicaba, el secuestro de Johana y lo que sabía del lavado de cerebro al que habían doblegado a Ivanka, pero sobre todo enfaticé que yo también era una víctima inocente. El tipo escuchó en silencio mi explicación, tras lo cual, se cerró la bragueta y despidiéndose, me soltó:

-Mañana a la misma hora.

Satisfecho de cómo se había desarrollado el asunto, esperé un minuto antes de salir y cuando lo hice me encontré a Kim sentada con el grupo de chavales.  Al verme se puso roja como si le hubiese pillado siéndome infiel pero, en vez de encabronarme, decidí usa esa circunstancia para profundizar en su sumisión sexual.  Obligándola a moverse un poco, me senté a su lado y mientras me presentaba a los jóvenes, puse mi mano en su pierna.

El chaval que tenía pegado se percató en seguida de que estaba acariciando a la oriental y sin perder de vista mis maniobras me preguntó si era mi novia:

-No- respondí mientras mis dedos subían por sus muslos y le subían la falda-¡Esta zorra es mi esclava sexual!

El silencio que se instaló entre los muchachos me hizo saber que había captado su atención y con una sonrisa, le pedí a Kim que separara sus rodillas. No os podéis imaginar la cara de alucine que observé en los críos así como la calentura con la que recibió la mujer mi orden. El sumun de su fascinación vino cuando habiéndose abierto de piernas la oriental, pregunté quién quería tocarla.

Los dedos de uno de los críos sustituyeron a los míos en la entrepierna de la mujer. Si en un principio tantearon torpemente su tanga, al comprobar que la mujer no hacía ningún intento por evitarlo, metió su mano bajo la braga. El sudor que para entonces  recorría la frente de Kim, me confirmó su calentura y levantándome de mi asiento, pregunté:

-¿Algún voluntario para tocarle las tetas?

Me divirtió ver que fueron tres, los que intentaron sentarse en mi sitio. El más avezado, tras conseguirlo, no tardó en acariciar esos melones mientras su amigo masturbaba a la oriental. Atacada por ambos frentes, la zorra de mi captora no pudo evitar morderse los labios de su boca al sentir la dulce tortura a la que estaba siendo sometida. Muerto de risa, disfruté de los gemidos de placer de Kim mientras me tomaba el café.  Al cabo de cinco minutos y tras varios orgasmos encadenados, me despedí de los chavales quedando con ellos al día siguiente  a la misma hora. Ni que decir tiene que aceptaron al unísono.

Ya en la calle, mientras acariciaba una de sus nalgas, pregunté:

-¿Has disfrutado?

La muy puta fue incapaz de mirarme al contestar:

-Mucho.

Su confesión me indujo a profundizar en esa faceta de la mujer. Aunque no fuera todavía consciente de ello, Kim era una sumisa de nacimiento y soltando una carcajada, me dije que no tardaría en saberlo. Ya en mi piso y sin darle tiempo a reaccionar, nada mas cerrar la puerta, la empujé contra la pared y desgarré su vestido.  La muchacha que en un primer momento intentó defenderse, en cuanto sintió mis dedos pellizcando sus pezones, dejó de debatirse y comenzó a berrear como una cierva en celo.

Una vez desnuda, tiré de ella y lanzándola contra la cama, le pedí que sacara un consolador que tenía en uno de los cajones de la cómoda.  La oriental me miró sorprendida pero obedeció sin rechistar.

-Mastúrbate para mí.

La oriental se excitó de inmediato al saber que iba a contemplarla mientras lo hacía desde el borde de la cama. Asumiendo que no podía ni quería negarse a cumplir mis deseos, se colocó un cojín en la espalda y abriéndose de piernas, pude comprobar que la humedad ya se había instalado en su coño.

-¿A qué esperas? ¡Puta!

Siguiendo mis instrucciones, la oriental comenzó a acariciarse los pezones. Si al inicio sus toqueteos fueron suaves, al darse cuenta por mi expresión de que no eran suficientes, decidió complacerme pellizcándolos con dureza. El gemido que salió de su garganta junto con el modo tan sensual con el que pasó la lengua por sus labios, me hicieron comprender que se estaba calentando.

-Date prisa, ¡Que no tengo todo el día!- le solté recriminando su poca pasión.

Dando un aullido, la mujer comenzó a torturar su clítoris con pequeños círculos una y otra vez, tras lo cual, con la respiración entre cortada, se introdujo un dedo en su vagina. Su incursión debió de satisfacerle de sobre manera porque ya no tuve que exigirle que siguiera y ella motu proprio inició un mete-saca infernal cada vez más rápido. Cuando sintió que un dedo no era suficiente, se introdujo dos y cuando notó que eso no le satisfacía, fueron tres los que se encajó en la vagina.

Pensando que era suficiente, le dije:

-Ahora, usa el consolador.

La chinita no se lo pensó dos veces y poniendo la velocidad al máximo, se acuchilló con el enorme aparato. Al notar que estaba a punto de correrse, me acerqué a ella y dándole un bofetón en la cara, le avisé:

-Tienes prohibido correrte hasta que yo diga.

El reproche que leí en su rostro fue total pero obedeciendo como la sumisa que era, siguió torturando su cuerpo con mayor frenesí. Para el aquel entonces, el olor a hembra dispuesta había invadido la atmosfera de la habitación y disfrutando de mi dominio, di otro paso más hacia su completa capitulación con un duro pellizco en una de sus tetas.

-Ahh- se quejó al notar la dura tortura en su pezón mientras sin tregua perseguía  el placer que tenía vedado.

El movimiento de sus caderas y el flujo que recorría sus muslos, me avisaron de que de algún modo esa guarra estaba reteniendo su orgasmo pero que no tardaría en sucumbir a él. Fue entonces cuando casi llorando, me pidió permiso para correrse. Comprendiendo que aunque no se lo diera, no iba a poder soportar mucho más, le dije:

-Córrete mientras vuelvo.

La oriental ni siquiera se dio cuenta de que me iba y pegando un alarido, llegó a ella el placer con una intensidad brutal. Juro que tardé cerca de tres minutos en encontrar lo que buscaba y aun así al volver a la habitación esa mujer seguía convulsionando de gozo, por eso tuve que esperar otro rato a que agotada se dejara caer sobre las sabanas.

Kim quedó tan cansada que nada pudo hacer cuando metiéndole hasta el fondo el consolador, coloqué tapando la salida de su sexo cinta de embalar. Su cara de sorpresa se convirtió en genuina alegría cuando le prohibí quitársela diciendo:

-Quiero comprobar lo zorra que eres. ¡Avísame cuando necesites correrte!

Con el resplandor de la lujuria brillando en sus ojos, me contestó:

-Así lo haré…. ¡Amo!

La gente de Trump me informa de mi destino:

Ese sábado transcurrió de una forma muy diferente a lo ocurrido durante la semana anterior. Kim, con su coño ocupado con el consolador, no tuvo tiempo ni ganas de estarme jodiendo. Durante todo el día, se corrió innumerables veces por la acción del aparato que tenía incrustado en su cuerpo y cada vez que lo hizo como una cachorrita imploró con antelación  mi permiso. Hasta donde llegaba el carácter sumiso de esa mujer me quedó claro, cuando cerca de las tres, se acercó a mí pidiéndome que le dejara quitarse la cinta porque necesitaba mear.

Descojonado la llevé hasta la ducha y poniéndola sobre el plato, le ordené que se meara. La cara de angustia de la oriental fue sublime al comprender que quería que se lo hiciera encima sin quitarse el embalaje que tapaba su coño pero una vez comprendió que no le quedaba más remedio que obedecer, se relajó dejando que le fluyera el orín. Confieso que fui un cabrón y que disfruté de su humillación mientras observaba que debido al tapón, su chocho se anegaba con sus meados y que en vez de un chorro, eran gotas  lo que salía de ese vendaje.

Manteniéndola de pie sobre la ducha, Kim tuvo que aguantar que su orín fuera cayendo lentamente por sus muslos mientras escuchaba mis risas. Curiosamente, sus pezones erectos fueron una muestra clara de que ese ruin tratamiento la excitaba por lo que al terminar, la tumbé en la cama y sin avisarla con anterioridad, desprendí de un solo tirón la cinta que llevaba.

-Ahh- gritó cuando sintió que junto con la tira iban pegados los pelos que hasta entonces decoraban su coño.

Profundizando su desamparo, saqué el vibrador y obligándola a ponerse a cuatro patas se lo enfrasqué directamente por el ojete. Al violar su entrada trasera sin preparación, la oriental se retorció de dolor pero conociendo de antemano que no aceptaría ninguna queja, se quedó con él dentro del culo mientras unas lágrimas recorrían sus mejillas. Satisfecho, le informé que esa noche dejaría que me hiciera una mamada.

Mi oferta alivió en parte su sufrimiento y con voz sincera, me respondió:

-Gracias.

Tal y como le había prometido, al irme a la cama, dejé que esa zorra bebiera mi leche y así ya relajado, dormí a rienda suelta.

El domingo fue Kim quien me despertó, al necesitar ir al baño. Como estaba todavía medio dormido, no caí en que necesitaba sacarse el consolador que todavía portaba en sus intestinos. Fue al darle el permiso cuando con voz tímida, me preguntó:

-¿Me lo quito yo o será usted quien lo haga?

Os juro que aunque sabía que esa zorra una vez se había desprendido de sus prejuicios, se comportaba como una autentica esclava, los límites a los que llegaba no dejaron de sorprenderme. Cómo no me apetecía llenarme de mierda, le ordené que lo hiciera ella. Kim mostró su desagrado con un breve gesto de su boca pero en silencio, se fue a cumplir mi mandato.  Mientras lo hacía me quedé tumbado en la cama, pensando en mis siguientes pasos y en que en menos de una hora había quedado con ese tipo.

“Espero que tengan buenas noticias porque si no estoy jodido” medité oyendo que la china había terminado y que estaba aprovechando para orinar.

No sé si fue el sonido de ella desaguando su vejiga o que ya me tocaba la hora pero lo cierto es que me entraron a mí también ganas de mear. Al entrar en el baño, la mujer seguía instalada en la taza por lo que le pedí que se diera prisa porque me andaba meando. Fue entonces cuando nuevamente me sorprendió porque poniendo cara de puta rastrera, me preguntó:

-¿Puedo ayudarle?

Comprendí perfectamente a que se refería y acercándome a ella, puse mi pene a su disposición. La muy perra en cuanto tuvo mi glande a la altura de sus labios, abrió la boca y me pidió que la usara como urinario. Confieso que nunca había hecho semejante guarrería pero la expresión de esa zorra despertó mi lado más oscuro y liberando mi vejiga empecé a mear dentro de su garganta.  Todavía no me explico cómo consiguió absorber el chorro que solté sin atragantarse pero lo cierto es que logró abrir su faringe para llevar mis meados directamente hasta su estómago. No contenta con ello, una vez había descargado dentro de ella, usó su lengua para limpiar mi miembro tras lo cual y con una sonrisa en su cara, me preguntó si me había gustado.

-Mucho- le dije alucinado.

-Me alegro- contestó y viendo que me metía en la ducha, insistió: -¿Necesita que le enjabone?

Ni que decir tiene que le permití meterse conmigo pero cuando intentó llevar a cabo algo más que lavarme, la paré de plano recordándole que habíamos quedado con los muchachos.

-¿En serio quiere ir?- me preguntó.

Malinterpretando sus palabras, creí que no estaba de acuerdo con ello y como para mí era necesario ya que había quedado con la gente de Trump en ese lugar, cabreado le recriminé que se atreviera a contrariarme. Fue entonces cuando la muchacha llorando se arrodilló a mis pies y con la voz entrecortada por el llanto, me soltó:

-Perdóneme. Me avergonzaba reconocer que llevo toda la noche caliente pensando en que usted iba a entregarme nuevamente a esos críos.

Su confesión  me reveló que esa mujer había ya asimilado que le gustaba ser mi sumisa y buscando oír de su boca lo que ya sabía, le pregunté:

-¿Cuál de tus lealtades es más grande?- al ver su cara de desconcierto, insistí: -De llegar el caso y tener que elegir, dime: ¿A quién elegirías? ¿A mí o a tus superiores?

-No lo sé- respondió bajando su mirada.

Mostrando mi enfado, la saqué de la ducha y le dije:

-Tienes hasta mañana para decidirte y mientras tanto, prepara mi ropa.

Con lágrimas en los ojos, la vi marcharse del baño y mientras terminaba de aclararme, comprendí que tenía que seguir emputeciendo aún más a esa mujer para que llegado el momento se pasara a mi lado. Al llegar a mi cuarto ya seco, no me sorprendió ni comprobar que sobre la cama estaba dispuesta la ropa que iba a llevar ni que en un rincón con gesto triste, Kim siguiera llorando.

Sin hacerla caso me vestí y justo antes de salir por la puerta, le ordené que se levantara la falda. Nada mas ver que llevaba bragas, se las quité diciendo:

-Una puta no se merece usarlas.

Aunque mi acto tenía la intención de humillarla, a la china le pudo el morbo de andar por la calle sin ropa interior y en vez de quejarse me dio las gracias. Su rendición era tan evidente que supe que esa mujer ya estaba en mis manos y que se avendría a cumplir todas mis fantasías.

Tal y como había previsto, los muchachos acudieron puntal a la cita. Al cruzar la puerta del restaurante, ya nos esperaban sentados. Con una sonrisa en los labios, me dirigí a ellos y poniendo a Kim a su disposición, les pregunté quién iba a empezar. El más resuelto de ellos, hizo un hueco a su lado y señalando el sitio, me preguntó si podía ser él el primero.

-Por supuesto- respondí, obligando a la oriental a sentarse en ese sitio.

Con satisfacción, observé la reacción de sorpresa del muchacho al descubrir que no llevaba bragas así como sin pensárselo ni un segundo, la empezaba a masturbar mientras los demás jaleaban cada una de sus maniobras. Estaba pidiendo nuestros cafés cuando observé de reojo que la mujer se corría por vez primera, tras lo cual, les dije:

-¿Os apetecería follaros a esta guarra?

Como un solo hombre, todos contestaron que sí. Muerto de risa al ver la cara de estupefacción de la chinita, les solté:

-Iros al callejón con ella. Solo una condición, me da igual si os la folláis o le dais por culo pero no quiero que le dejéis marca alguna.

-Cuente con ello- respondió el que debía ser el jefe, tras lo cual, cogió la mano de la mujer y tirando de ella, todo el grupo desapareció por la puerta.

Supe que no me la devolverían hasta pasada media hora, por lo que con mi taza en la mano, fui hasta el baño. El mismo tipo del día anterior ya estaba esperándome y tras explicarle como me había desecho de mi acompañante, le sugerí que sería más cómodo hablar en una mesa. Aunque se descojonó al oir la historia, prefirió que siguiéramos en el servicio por si la mujer se arrepentía. Tras lo cual y recuperando la compostura, sacó su móvil y me enseño una foto:

-¿Es esta la mujer del Central Park?

-Sí- contesté al reconocer a la arpía.

Con gesto serio, me explicó que era Xiu Liao, una experta en el comportamiento humano. Por su tono comprendí que había problemas y tomando el toro por los cuernos le pregunté en que consistían. El anciano se tomó uno segundos antes de contestar:

-Por lo que hemos conseguido indagar de sus trabajos y lo que hemos conseguido averiguar analizando a Ivanka, el lavado de cerebro al que ha sido sometida es muy profundo…..

-¿Dígame algo que no sepa?- le corté.

Molesto por mi interrupción, decidió ser completamente sincero y sin cortarse un pelo, me soltó:

-En un principio, valoramos la idea de desembarazarnos de usted y “muerto el perro se acabó la rabia” pero al insinuar esa posibilidad a la muchacha casi se desmaya. Su reacción nos hizo indagar en los estudios de esa científica y descubrimos que en uno de ellos había conseguido inducir en los sujetos un estado tal de dependencia que matando a uno, el otro no tenía más remedio que suicidarse. Fue entonces cuando comprendimos que una vez hubiera introducido el virus en nuestros ordenadores, tenían pensado asesinarlo para que la hija de mi jefe se viera impelida a quitarse la vida.

Aunque ese cabrón me había confesado que habían barajado el acabar conmigo, agradecí su franqueza y tratando de aclararme la mente le pregunté en qué habían pensado. El viejo me contestó:

-Tenemos preparado un equipo que al salir de aquí le lleve a un lugar seguro. Como comprenderá nos ocuparemos de su bienestar porque de alguna forma es el de Ivanka.

No me costó comprender que no podía aceptar esa solución porque significaría sacrificar a Johana y eso era algo por lo que no estaba dispuesto. Tomando aire, le expliqué mi decisión y aunque no la recibió con agrado, comprendió que no me iba a hacer cambiar de opinión. Tras lo cual, agarró su móvil y habló con alguien. Al colgar, me dijo:

-Desde ayer le tenemos bajo estricta supervisión y aunque no creemos que corra riesgo inmediato, cuídese. Debe intentar que lo junten con la secuestrada, una vez reunidos el resto corre de nuestra parte. Le damos veinticuatro horas, si no lo consigue, lo quiera o no, lo sacaremos del país.

Ya se iba cuando recordé que en teoría había quedado con Ivanka al día siguiente. Al decirle si seguía en pie la cita, me contestó:

-Esa reunión nunca tendrá lugar.

De algún modo, me avisó que el conglomerado Trump prefería perder a su heredera a poner en riesgo su sistema informático por lo que por vez primera en ese día temí por mi vida.

“Malditos hijos de puta”, pensé una vez en la mesa. “Esos cabrones se mueven por dinero y saben que incluso Donald Trump es sustituible”.

La certeza que estaba en un aprieto pero también de que había un atisbo de esperanza, me convenció en permanecer sentado mientras esperaba la vuelta de Kim. Todavía tardaron más de quince minutos en devolvérmela y cuando lo hicieron apareció totalmente despeinada pero bien. Agotada pero de buen humor se sentó en frente y viendo su estado no pude mas que preguntarle si la habían tratado bien.

Con un fulgor en su mirada me respondió:

-Estos cerdos me han tomado por todos mis agujeros y no me han dejado hasta que han satisfecho sus oscuras apetencias en mí.

Descojonado, insistí:

-¿Pero has disfrutado?

-Sí- reconoció- ha sido la mejor experiencia de mi vida…. exceptuando, el día en que le conocí,

Descojonado, comprendí que había creado un monstruo y pagando el desayuno, resolví que ya era hora de darme un homenaje.

-¿Dónde vamos?- me preguntó Kim al ver mi prisa.

-Yo, a descansar y tú… ¡A hacerme una mamada!

 

Todo se desencadena.

El emputecimiento de Kim ya era total. Después de llegar a casa y regalarme una maravillosa felación, se dejó atar sus brazos a la espalda y aunque sea difícil de creer, al sentir que le ajustaba unas esposas en sus muñecas, empezó a bramar como descosida y sin que yo la tocara, se corrió sobre la alfombra.

Con la serenidad que da la propia desesperación, le sonsaqué que era lo que había pasado en ese callejón. Kim me confirmó que esa mañana, junto con los muchachos había protagonizado un gang bang y que por turnos se había visto sometida a  toda clase de prácticas. Los críos no solo se la habían tirado sino que la habían dado por culo, le habían obligado a mamársela a un par de ello e incluso se habían tomado la molestia de grabar todo ello en sus teléfonos móviles pero curiosamente me dijo que nada era comparable al placer que sentía cuando estaba conmigo.

Su confesión consiguió reactivar mi alicaído miembro y mientras le daba un azote, le pregunté:

-Dime, ¿Qué tienen preparado tus jefes para mí mañana después de la reunión?

La muchacha se quedó callada, momento que aproveché para introducir mi pene en su sexo. Al sentir que mi extensión le rellenaba su estrecho conducto gimió como desesperada e intentó comenzar a cabalgar usando mi polla como montura. Pero se lo impedí y sacándola de su interior, le dije:

-Si quieres volver a sentirla, ¡Tienes que ser sincera!

-Te lo diré pero por favor ¡Métemela!

Su obsesión por mí era tan brutal que nada más sentir que volvía a penetrarla, llorando, me confesó:

-¡Te van a matar!

Lejos de ponerme nervioso su revelación, me hizo cavilar sobre mi futuro e imprimiendo un lento  ritmo a mis caderas, comencé a follármela mientras intentaba pensar en qué hacer. La tranquilidad con la que me tomé sus palabras, la hicieron comprender que de algún modo ya lo sabía y a voz en grito, me juró que eso era lo último que ella querría.

-¿Y eso? Ya me has dejado claro que entre tus superiores y yo, eliges a ellos- le contesté dando un duro azote en sus posaderas.

Berreando de placer, intentó convencerme de que me prefería a mí pero cuanto más lo intentaba mayor era la violencia de mi nalgada. No sé el tiempo que estuve fustigando su culo, lo que si os puedo confirmar es que cuando exploté en su interior, esa puta lo tenía totalmente magullado y se había corrido innumerables veces.

Dejándola postrada sobre el suelo del salón, me fui a la cocina por un vaso de agua.  Al volver me la encontré arrodillada y con una pistola apuntando su sien. Juro que me quedé aterrorizado al percibir en su mirada tamaño desamparo y que estaba dispuesta a suicidarse.

-¿Qué coño haces?- le grité.

Kim, con unos gruesos goterones recorriendo sus mejillas, me contestó:

-No puedo ver como lo matan, pero si les traiciono me tendrán reservado algo peor que la muerte.

Advertí que había llevado a esa mujer al borde de la muerte y que aunque se había comportado como una arpía al principio, le había agarrado una especie de cariño, por eso acercándome a su lado, retiré la pistola de su frente mientras le decía:

-No tiene por qué ocurrir.

Con sus ojos teñidos de esperanza, me preguntó qué era lo que tenía planeado. Como seguía sin fiarme de ella al cien por cien, decidí solo decirle:

-Llama a tus jefes y diles que si quieren que siga colaborando, exijo ver en persona a Johana y comprobar que sigue viva.

-Me van a castigar- me respondió pero siguiendo al pie de la letra mis deseos, llamó a sus superiores.

Como hablaron en mandarín, no me enteré de nada por lo que tuve que confiar en ella cuando me dijo:

-Te la traerán en una hora- por su tono adiviné que había algo más y tras preguntarle, me lo confirmó diciendo: -Han designado a otra persona para que te acompañe hasta la reunión.

Supe que había caído en desgracia y que de no cumplir con su palabra los hombres de Trump, estaba en francos problemas.

La espera no fue larga, al cabo de una hora, escuché que se abría la puerta de mi piso, para acto seguido oír que unos pasos se acercaban hasta el salón.  Os tengo que confesar que mi corazón dio un vuelco al distinguir a la pecosa entre esos chinos, los cuales pensando quizás en que les convenía, dejaron que me acercara a ella y la abrazara.

Johana, al notar mi abrazo, se derrumbó y mientras no paraba de besarme, me dijo:

-¡Tenía tanto miedo de no volverte a ver!- y creyendo que era su última oportunidad de hacerlo, me dijo: -¡Te quiero!

La confirmación de que la pelirroja sentía lo mismo que yo, me hizo devolverle con pasión sus besos. Justo cuando uno de los enormes orientales estaba intentando separarnos, todo explotó a nuestro alrededor. Los cristales de las ventanas estallaron, dejando entrar a multitud de hombres armados hasta los dientes.

Su irrupción fue tan sorpresiva que nuestro captores nada pudieron hacer, excepto uno que intentando al menos matarme y con ello conseguir parte de sus objetivos, me disparó. Si hoy estoy vivo se debe a Kim, que al percatarse de que me apuntaba se lanzó sobre mí, recibiendo ella el impacto en el hombro.

Aunque no quedó mortalmente herida, su sacrificio fue suficiente para diluir cualquier atisbo de duda que me quedara sobre ella y tras preocuparme por su estado, me dirigí al jefe de los asaltantes, pidiéndole que tuvieran en cuenta que me había salvado la vida.

-No se preocupe, lo tendremos- me contestó mientras la esposaba, manteniéndola al margen del resto de los secuestradores.

Habiendo solucionado en parte el futuro de esa oriental, me giré para reunirme con Johana, la cual debido al cumulo de sensaciones y al cansancio acumulado, dormía plácidamente en uno de los sillones.

Mi exilio dorado en México:

El médico que reconoció a la pelirroja, decidió sedarla para que se recuperara de tan largo cautiverio por lo que la que había sido mi jefa no se enteró de cómo llegamos a un pueblo de México ni de lo que pasó a continuación.

No habían pasado cinco minutos desde el asalto final, cuando ya el equipo que nos había liberado se había llevado a buen recaudo a los orientales, dejando solo una guardia compuesta por dos uniformados y cuando ya creía que había terminado todo, vi llegar a Donald Trump, acompañado de Ivanka.

Nada más saludarme, me agradeció lo que había hecho y sentándose en una silla, me soltó:

-Como ya te había anticipado mi empleado, hemos confirmado que el nexo de unión de mi hija Iv contigo es casi imposible de romper por lo que me veo obligado a hacer un trato.

-¿Qué propone?- le contesté mientras me resultaba imposible apartar la vista de su heredera.

Tomando aire por lo difícil que le resultaba reconocer que la vida de Ivanka dependía de mi bienestar, me dijo:

-Según los especialistas, tanto usted como ella no podrán resistir mucho tiempo sin verse por lo que asumiendo que debe vivir en un sitio a pocas horas de viaje de Nueva york, le propongo: Tengo una hacienda en Martínez de la torre, al norte de Veracruz. Viva en ella, bajo mi cuidado y no se preocupe del dinero. Le pagaremos espléndidamente.

Aunque ya estaba convencido, la mirada de angustia con la que me miró su retoño me derritió y cerré nuestro acuerdo de la única forma que pude:

“¡Dando un beso apasionado a esa preciosidad!

A las cuarenta y ocho horas, Johana despertó aterrorizada en la que sería nuestra cama en el futuro pero al verme a su lado, se tranquilizó y me preguntó qué era lo que había pasado. Tras hacerle un breve resumen de todo lo ocurrido desde que la habían secuestrado, me miró con ternura antes de preguntarme:

-Por lo que me dices, el acuerdo no me incluye a mí.

Muerto de risa, le pasé unos papeles y tras echarle un vistazo, me respondió:

-Esto es un acta de matrimonio-

-Sigue leyendo- contesté con una sonrisa de oreja a oreja.

Tras concentrarse, leyó que nos habíamos casado y sin salir de su asombro me preguntó:

-¿Es cierto?

Soltando una carcajada, le aclaré:

-Al cien por cien. Pero se ve que estabas tan drogada que ni te acuerdas. Si quieres podemos anularlo.

Se quedó muda durante unos instantes. En su mente debió barajar varias opciones pero al final, con gesto serio, me soltó:

-Una sola pregunta, ¿Seguirás siendo prostituto?

-No cariño, Alonso “el prostituto” ha muerto, Tienes enfrente a Alonso “el jubilado”.

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AUNQUE EN EL CAPÍTULO ANTERIOR, DIJE QUE ESTE IBA A SER EL ULTIMO DE LA SERIE DEL PROSTITUTO, DEBIDO A LA EXTENSIÓN DE LA TRAMA, TENGO QUE ESCRIBIR OTRO.

¡JOHANA SE MERECE AL MENOS UN CAPÍTULO COMPLETO!

 

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Os aconsejo revisar mi blog:

http://pornografoaficionado.blogspot.com.es/

En él, encontrareis este y otros relatos ilustrados con fotos de las modelos que han inspirado mis relatos. En este caso he usado a UNA ASIÁTICA HIPER MEGA TETONA  para el personaje de KIM. Su nombre es:

JULRI WATERS

Mas de golfo

Todo comenzó por una partida de póker

No son dos sino tres las putas con las que me casé

Mi mejor alumna se entregó al placer

Mi secretaria. cara de niña y cuerpo de mujer 5

Me llamo Rebeca. Soy una puta, casada e infiel.

Mi secretaria cara de niña y cuerpo de mujer 4

Mi secretaria tiene cara de niña y cuerpo de mujer

Mi secretaria tiene cara de niña, cuerpo de mujer2

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¿Me darías un azote? Descubriendo a mi sumisa

Una nena indefensa fue mi perdición 4

Una nena indefensa fue mi perdición 3.

La puta de mi cuñada

Una nena indefensa fue mi perdición 2.

Una nena indefensa fue mi perdición

Yo, cazador

Mi prima preñada y su dinero, mis mejores afrodisi

Herederas de antiguos imperios

Mi prima preñada y su dinero, mis afrodisiacos 6

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Mi prima preñada y su dinero, mis afrodisiacos 4

Mi prima preñada y su dinero, mis afrodisiacos 3

Mi prima preñada y su dinero, mis afrodisíacos 2

Descubrí a mi tía viendo una película porno 7 FIN

Mi prima preñada y su dinero, mis afrodisíacos

De loca a loca, me las tiro porque me tocan

Mi tímida e inocente amiga me entregó su culo

Me compré una bella esposa asiática por internet.

Mis enormes tetas fueron mi perdición.

La dulce e ingenua doctora que se volvió mi puta 2

Robando la leche de su madre al hijo de mi criada.

La dulce e ingenua doctora que se volvió mi puta

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Descubrí a mi tía viendo una película porno 5

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Duelo de divas en la gran manzana.

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De la cama de mi esposa a la de mi cuñada (2 de 2)

De la cama de mi esposa a la de mi cuñada (1 de 2)

La suegra de mi hijo me entregó su culo.

Me comí el culo de mi abogada, una madura infiel.

Las tortuosas vacaciones de una inocente jovencita

La ingenua alumna que resultó muy puta

Mi nuera me preguntó si podía hacerme una mamada 2

La ex esposa de un amigo nos folló en un congreso.

Mi caliente vecina y yo nos follamos a mi mujer

Pillé a mi vecina recién divorciada muy caliente

La ex esposa de un amigo me abordó en un congreso.

Una diosa MUDA me salvó la vida en la montaña.

Descubrí a mi tía viendo una película porno 2

Mi nuera me preguntó si podía hacerme una mamada.

Descubrí a mi tía viendo una película porno

Dos gemelos me follaron en mitad de un parking

Una amiga me ayuda con el cabrón de mi vecino.

Enculando a la malcriada y a su amiga por zorras

Descubro que mi madre es tan puta como yo.

Mi esposa se compró dos mujercitas por error 2

Mi esposa se compró dos mujercitas por error.

Desvirgando a la super soldado

Me pone super cachonda el cabrón de mi vecino.

De super soldado asexuada a puta sin remedio.

Me follé a la enfermera de mi madre y a su gemela

Educando a una malcriada, la hija de un amigo

Preñé a mi madrastra durante una noche de verano.

Pillé a mi suegra con otro y por eso me la follé

Pillé a la puta de mi suegra con otro.

Mi prima venía a preñarse y la cedí a otra mujer

La enfermera de mi madre y su gemela.

La enfermera de mi madre resultó muy puta

El ídolo 5: Vendo a mi sumisa por dinero.

El ídolo 4: la hija del jefe resultó ser una diosa

El ídolo 3: la profesora y mi compañera, mis putas

El ídolo 2: Las nalgas de la profesora fueron mías

El ídolo 1: Mi compañera no es puta, es ninfómana.

Seducido por la niñera de mis hijos, una exmonja2

Seducido por la niñera de mis hijos, una ex-monja

Mi prima venía a preñarse y salió con el culo roto

Mi jefe me entrega a una jovencita como esclava

Aunque me costó: ¡Por fin me follo a mi mujer!

Mi tía y su amiga me mandan a tomar por culo.

Marina, una perroflauta con la que me casé

Mi tía me regala otra fantasía: una PONY GIRL

Mi tía, su transformación en puta y su amiga 2

Mi tía, su transformación en puta y su amiga

Las enormes tetas y el culo de mi tía, la policia

Las enormes tetas y el culo de mi Tía, la policía

Diario secreto de una suicide girl

Rubia teñida, gorda y obsesionada por el sexo

Sexo inesperado con una negrita en la playa.

Conseguí que mi marido me follara como a una puta.

Sustituí a un amigo con su madre y su esposa

De compañera de trabajo a novia sumisa en 1 noche

Pillé a la puta de mi esposa con otro.

Mi prima me folló gracias a Alonso, un prostituto.

Mi jefa es una hija de puta con su hermana también

La esposa del narco y su hermana. ¡Menudo par!

Mi jefa es una hija de puta con tetas.

La esposa de un narco y su hermana. LA HERMANDAD

La esposa de un narco y su hermana son mis vecinas

Al conocer a mi hija, recuerdo el amor de su madre

¿Me deja adiestrar a la puta? me rogó Susana

Di por culo a la puta de mi cuñada y a mi mujer 2

¿Aceptarías como sumisa a mi amiga? me rogó Susana

Di por culo a la puta de mi cuñada y a mi mujer

¿Me atarías a tu cama? me rogó Susana

¿Me darías un azote? me rogó Susana

La viuda de mi hijo y su madre son mis putas 2

La viuda de mi hijo y su madre son ahora mis putas

Di por culo a la puta de mi cuñada en una playa 3

Mamá descubre que mi tío y yo tenemos una sumisa.

Mi tío me entrega para mi placer a una sumisa.

Di por culo a la puta de mi cuñada en una playa 2

Para salvar a Johana, me follo a Ivanka Trump 1

Mi prima, mi criada y yo somos una extraña familia

Ayudo a la inquilina a follarse a mi puta esposa

Entre mi esposa y yo, nos follamos a la inquilina.

El culo de mi compañera de trabajo fue mi manzana

Consolando a mi vecina, madre joven y recién viuda

¿Te follarías a una embarazada? me soltó mi cuñada

¿Qué te parecen las nuevas tetas de tu secretaria?

¿Me romperías el culito? me dijó un día mi sobrina

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¿Te follarías a mi madre?: preguntó mi esposa

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¡Qué culo tiene esa mujer! La entrego a una amiga

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Historia de un político corrupto: Doña Leonor

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Gracias al padre 4, con la hija y sus amigas

Gracias al padre, estuve con la hija y la madre 3

Gracias al padre, estuve con la hija y la madre 2

Gracias al padre, estuve con la hija y la madre

Sentí sus manos recorrer mi cuerpo

Luna azul mejor que el viagra

Amanda (2: Bárbara, la castiga suavemente)

Amanda