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Relatos eróticos virtuales 4

en Grandes Series

  RELATOS ERÓTICOS VIRTUALES

REALIDAD VERSUS VIRTUALIDAD

En la lucha entre estos dos terribles monstruos siempre acaba venciendo la realidad, cuando te despiertas todas las mañanas y abres los ojos legañosos al nuevo y esplendoroso día que te aguarda, sabes muy bien que las paredes están en su sitio y no las podrás atravesar a cabezazos y queso no llegas a la hora al trabajo vas a tener problemas y que si…En cambio en la virtualidad puedes hacerte todas las ilusiones que te apetezca, pensar que ese bombón en braguitas que te visita por la ventana virtual se ha enamorado de ti por tus dotes intelectuales y tu personalidad suprema-extra; puedes imaginar que nadie te engaña, ni te manipula, ni busca tu dinero, ni te gastan bromas, ni intentan sacarte el número de tu cuenta bancaria, que todo es maravilloso y angelical, pero el monstruo de la virtualidad no supera ni el primer “sarpaso” del monstruo de la realidad. No hay color.

Por estas y otras razones decidí olvidarme, por un tiempo, de la virtualidad, de mis contactadas, de mis timos, de mis fantasías y delirios y tomar contacto con la realidad, con la pared, con la carne y la sangre. Estaba harto de perfiles falsos, de carnavales surrealistas y sin sentido. Lo malo de la virtualidad es que en ella todo puede ser falsificado, hasta las videoconferencias. Recuerdo a aquella supuesta francesita que vivía en Grecia y que se encontraba en Costa de Marfil tramitando una herencia de su abuelita. La videoconferencia duró un minuto justo, bueno pongamos dos, luego se cortó y ella alegó que su cámara web era vieja o que la conexión iba mal, pero me pidió que yo siguiera con la cámara enchufada. Esto es jugar con trampa, en el mundo virtual todo el mundo es tramposo, menos yo, pero no tardaré en serlo también, hay que sobrevivir. Incluso me planteo si no será posible enchufar un video al skipe ese y hacer ver que estás en directo, pillado por la cámara web. ¿Qué no se puede? Pues yo lo juraría, porque hay muchas cosas que no me cuadran. Por ejemplo aquella francesita, jovencita, dulce como un caramelito, que estuvo largo rato ante la cámara web, pero no podía hablar porque se le había estropeado el micrófono o lo que fuera. Luego se levantó para ir al servicio y me enseñó un precioso culito ante el que se me hizo la boca agua. Regresó y seguimos chateando, pero algo seguía sin cuadrar porque en algunas de las fotos que me había enviado ella parecía mayor a la chica que supuestamente estaba viendo en directo a través de la cámara web. Estaba claro que o la foto era falsa o el vídeo era falso, las dos cosas verdaderas a la vez no, de ninguna manera. Al final me acabó pidiendo dinero, un signo evidente de la falsedad de todo en el mundo virtual. Cuando un perfil o una foto te pide dinero, creyendo que ya estás perdidamente enamorado y harás cualquier locura por tocar culitos prietos o pechos esplendorosos, o…, malo, todo es engaño y falsedad.

Y al final tú eres el único real porque puedes tocarte, pero hasta comienzas a dudar de tu existencia física. Si algún día quiero suicidarme crearé miles de perfiles falsos en Internet, seguro que con el tiempo acabaré volatilizándome, cada partícula física se transformará en bip-bip virtual. Pero alguien tiene que haber al otro lado y la posibilidad de que una chica que dice ser chica, que se ha creado un perfil de chica y subido unas fotos de chica, sea realmente chica y no chico, al menos es de un cincuenta por ciento, como mínimo. Como aquella sudamericana, preciosa, exótica, divina que chateando a través del skipe ese de los demonios, porque también se le había j… el micrófono (¡qué vaya mierda de micrófonos tienen todas!) y que me permitió verla un poco, un poquito, hasta que también se le estropeó su cámara web, pero solo para transmitir la imagen de su cuerpo esplendoroso, porque me pidió que mantuviera mi cámara activa, y luego como quien no quiere la cosa que me desabrochara los botones de la camisa para ver mi pecho-lobo y lo hice, y luego que me bajara los pantalones y lo hice, y los “eslipis” y lo hice y al final terminé con la cámara en mis partes pudendas, para que se pudiera regodear. Pero yo en cambio no pude ver nada porque todo se les estropea a las pobres. O como aquella…

Nada, que estoy harto del mundo virtual. En el mundo físico no te ocurren esas cosas, porque puedes ver y palpar…si te dejan, porque puedes mirar a los ojos y ver si hay sinceridad en ellos o cochina mentira. Así que me dispuse a buscar sexo mercenario, es triste, es pobre, es humillante, pero al menos sabes que pagas y tienes, lo que has contratado, lo que has pactado, ya saben, aquello de la parte contratante de la primera parte y la parte contratante de la segunda parte acuerdan que por una tarifa de… pongamos…Vale, estaba tan desfasado que ni siquiera sabía las tarifas actuales de las mercenarias del sexo, de las profesionales. Tuve que regresar al mundo virtual para saber del mundo real, esto es surrealista, pero cierto. Busqué profesionales de la forma más sencilla posible, cliqueando en Google por diversas expresiones, matizando frases y lugares. Al final obtengo media docena de teléfonos. ¿Solo? Me sorprendo, creí que el mundo virtual estaría infectado de mercenarias del sexo, pero no, tal vez no sé buscar donde debo. Esto es lo que hay. Me pongo a llamar a un teléfono tras otro y nadie responde, ni hay buzones de voz, nada. Esto es un cachondeo, así no van a conseguir muchos clientes. Consigo que me conteste a la quinta o sexta llamada una mujer que parece extranjera, tal vez árabe. Me dice que me he confundido. Como soy tan despistado y estoy tan salido es una posibilidad razonable. Pido disculpas y cuelgo. Este vez marco número a número, comprobando, concentrado. Me vuelve a salir la misma y casi me maldice, me hubiera mordido de estar cerca. Una vez calmado el palpitar de mi corazón desbocado me pregunto si le habrán gastado una broma –no me lo creo- si en algún momento fue mercenaria del sexo y ahora no -¿entonces por qué no eliminó el perfil?- o si se trata de una casualidad desgraciada, una mercenaria pone un número de teléfono, en su perfil, se equivoca y resulta ser el tuyo. Estas cosas pasan, pero me va a pasar a mí, que soy un novato, para que me descorazone.

Pues no me pienso descorazonar. Insisto. Al final consigo que me conteste una brasileña. En su perfil era joven, vamos unos treinta y tantos, y con un cuerpo de quitar el hipo y poner la grúa en marcha para subir lo que sea. Tal vez necesite la grúa, no es fácil para un divorciado reciente regresar a los viejos tiempos de la juventud reprimida de posguerra, cuando tu única oportunidad era ahorrar unos duros e irte a un puticlub de carretera. Mira es algo que no se me había ocurrido, aunque tengo la impresión de que las tarifas son más altas y paga una copa y paga otra y… Nada que prefiero el sexo a domicilio. La brasileña se queda pensativa, un poco sorprendida. No lo entiendo. ¿Pero no has puesto un perfil en la Red con tu número de teléfono? Pues no deberías sorprenderte de que un hombre como yo te llame. Que te sorprenda mi caballerosidad, esa voz que todas me han dicho que enamora por teléfono, ese “savoir faire” esa delicadeza con la que pregunto si eres una profesional del sexo… En fin que tampoco es para sorprenderse tanto. Luego pienso que tal vez la policía haga redadas telefónicas, o tal vez no. Estoy tan desfasado que ni siquiera se si irse de putas en estos tiempos es un delito o no. Sí, he escuchado por la tv eso de las multas administrativas y no sé qué más, pero era porque se lo hacían en los portales y en las calles y los vecinos estaban hasta el gorro. Eso lo entiendo. ¿No me estaré metiendo en un lío? ¡Lo que me faltaba! Ni siquiera voy a poder usar el sexo mercenario. Nada que me la corto, me la corto y se acabaron los problemas.

Mira, tiro para adelante, y que sea lo que Dios quiera. La brasileña va entrando en una relación interpersonal más cariñosa. Tal vez es que soy un desconocido y la primera vez… ya se sabe. Debe tener una clientela fija y una cierta prevención hacia los nuevos. Le digo con sinceridad que soy novato y pregunto tarifas, y pregunto cuánto me cobraría por una noche entera. Se hace un silencio en la línea, o en el aire, porque estoy llamando desde un móvil. Se ha sorprendido mucho, no debe ser habitual. Hace como que calcula lo que podría perder en una noche y me pide cuatrocientos euritos de nada. Le digo que me parece mucho y rebaja. Bien, le digo con mucho cariño, tal vez lo haga en algún momento. Pero no lo pienso hacer, es muy caro. Me apetecía porque así me hago la ilusión de tener una relación sentimental y estar durmiendo con mi pareja y tener todo el sexo que pueda en una noche… Nada no merece la pena, mejor te lo gastas en varias veces y sacas mucho más provecho. Ahora estoy muy necesitado, mucho, hambriento, casi caníbal, pero no creo que pudiera pasarme una noche ñaka que ñaka, además que soy divorciado reciente y puede que no se me levante, porque estoy en periodo de luto, y muy afectado, y echo polvo sin echar un polvo, y aún no he asimilado lo ocurrido y que estoy solo y triste…Mira, tío, que mejor vas poco a poco.

Quiero saberlo todo. Pregunto. ¿Tengo que pedir hora? ¿Sería por la tarde o por la noche o...? Me dice que la llame y quedamos. ¿No me dices tu dirección? Pues no, y no me la dirá hasta que la llame diciéndole que estoy en la población y dispuesto a buscarla con avidez. Me parecen unas precauciones un tanto ridículas. Si no me conoce ahora no me conocerá cuando le llame, esté donde esté. Si soy un tipo malo puedo hacerme el bueno hasta que esté dentro de su apartamento. Hay cosas que no entiendo. Si te arriesgas…te arriesgas. Pones un anuncio virtual, pues ya sabes que te van a llamar, y hombres a los que no conoces, y que pueden ser buenos o malos. Te arriesgas pues te arriesgas. Si eres buena psicóloga habrás notado que tengo una voz acariciante, que soy tan bueno que tendrías que estarte derritiendo, que parezco de confianza y pagaré la tarifa que me has dicho, que no me parece tanto, considerando que en mis tiempos… He sacado toda la información que deseaba y me he despedido con mucho cariño. En mis tiempos… Parece mentira que tantos años después vuelva a las andadas. La vida es así de imprevisible. Ahora tendré que actuar como si fuera un jovenzuelo, de mi época, aprendiendo todo desde cero. Pero ya no soy un jovenzuelo y estas cosas me cuestan, soy tímido, vergonzoso, y además estoy gordito, y tengo un michelín, y tal vez ellas piensen que la tengo pequeña –comparada con los trombones de las películas porno, sin duda soy un flautín.- y se burlen de mí, aunque no lo creo porque un cliente tiene razón, y más en el sexo, que es tan caro y tan complicado.

Nada, que esto también tiene sus complicaciones, aunque sea real. Pienso en lo bien que me hubiera venido que algún contacto virtual me hubiera dado una cita. ¿Pero quién da citas a un vejestorio como yo en estos tiempos? O que alguna guiri hubiera resultado “real” y no un perfil falso saca-dineros, una mafia africana o rusa o…que intenta sacarle los hígados a idiotas integrales como yo. Nada, mejor la realidad, mucho mejor. Imagino cómo hubiera sido encontrarme con una guiri sin saber idiomas, diciéndole por gestos que quiero sexo y mucho sexo. De risa. Esto del sexo es tan complejo que me dan ganas de cortármela, en serio.

Llego a casa y me pongo a pensar. Escogeré un buen momento para visitar a la brasileña, a una hora que me venga bien, comeré con cuidado, que me conozco, saldré con tiempo, porque me puedo perder, que me conozco… Al final acabo enchufándome al mundo virtual, mirando los correos, contestando correos, haciendo el idiota en las páginas de contactos…La bestia real siempre gana a la virtual, pero hasta que sucede uno se divierte con la virtual, que parece una bestia amable, casi un hada madrina que te concederá todos tus deseos… si los expresas bien, claro.

Continuará.