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Poema de amor para Catherine

en Poesía Erótica

               POEMA DE AMOR PARA CATHERINE

 

Catherine, ma belle, mon amour.

Estoy mirando tus grandes ojos

inmensos como el mar, como el océano,

negros como la noche más cálida,

como la noche más afectuosa,

como la noche del amor.

 

Me has enviado un retrato de tu cuerpo

pero puedo ver tu alma en esos ojos,

un alma sensible, un alma tierna,

pero también un alma triste,

puedo percibir en ellos la melancolía,

la resignada mirada del adiós.

 

Sé que has dicho adiós alguna vez,

tú misma me lo has contado,

pero aunque no lo hubieras hecho

yo lo sabría, porque tus ojos lo dicen.

Es aún más triste cuando te dicen adiós,

cuando te dejan con el amor en los labios,

con la sonrisa en la boca,

con el alma entregada,

con la confianza a toda vela.

 

 

 

Entonces tú también dices adiós,

sin volver la mirada,

sin volver la cabeza,

recogiendo los restos

del naufragio de un alma.

Tu mirada me interroga,

tu mirada me taladra,

como queriendo llegar

a lo profundo de mi ser.

Es como si me preguntaras:

¿también me traicionarás,

también me dejarás atrás,

también me dejarás con el amor

en mis labios hechos para amar?

 

Es como si pensaras:

¿De qué sirve la belleza,

de qué entregar mi cuerpo de diosa,

desnudar mi cuerpo, desnudar mi alma,

alimentar el fuego del amor?

La dulzura de tus ojos

me derrite el corazón,

la tristeza de tus ojos

angustia mi alma.

¿Quién puede dejar de amar

la dulce y tierna belleza

de ese rostro cincelado

por dioses mitológicos?

¿Quién buscará otro cuerpo

cuando conozca ese cuerpo;

quién buscará otros labios

cuando bese esa boca?

¿Quién apreciará otro refugio

cuando descanse la cabeza en tus pechos,

pechos para el amante,

pechos para el amado,

pechos maternales,

pechos para el deseo,

pechos para el corazón?

 

Y le pregunto a mi alma,

y le pregunto temblando,

¿tú también traicionarás

a esta diosa de fuego,

nacida para el amor,

nacida para el deseo,

nacida para la Eternidad,

una eternidad sin límites

como el océano de sus ojos?

Y respondo sin vacilar:

no cuando la tenga en mis brazos,

cuando bese sus dulces labios,

sus labios sensuales,

sus labios que prometen la dicha.

Cuando acaricie su rostro,

suave como la seda de oriente

dulce como la miel de la entrega,

bello como el sol primaveral.

Cuando bese esa peca

colocada por un esteta bromista,

para hacer humano un rostro de diosa.

No cuando sienta el calor de su cuerpo

la infinita suavidad de su piel,

cuando mis dedos acaricien su cara

cuando desciendan por su cuello

de cisne mágico, de princesa

del lago de los cisnes,

blanco y fantástico.

No cuando mis labios besen sus pechos

no cuando recorran su vientre,

no cuando sus muslos se abran,

no cuando sienta su sexo palpitante.

Y su cuerpo arderá como el mío,

y su alma será una brisa

acariciante del mar,

y un rayo de luz en la noche,

y un universo inexplorado.

 

¿Podrías traicionarla

cuando esté entre tus brazos,

cuando la entrega sea absoluta,

cuando el deseo sea inextinguible,

cuando el amor te queme por dentro?

No, no podría, le respondo a mi alma.

Pero hasta entonces soy un incrédulo,

yo también he sido traicionado,

también se percibe la mirada del adiós

en mis ojos tristes, tras las gafas.

Conozco las estrategias del deseo,

las trampas de la vida,

el humano apego al viento

que sopla donde quiere,

las jugarretas del destino.

He pasado noches abrazado

a una almohada inerte,

en un lecho solitario,

en un dormitorio silencioso.

He buscado cuerpos desnudos

de mujeres sin rostro,

la promiscuidad del deseo,

la lujuria de una noche,

la compañía de una desconocida.

Conozco mi debilidad, alma mía,

conozco el talón de Aquiles

por donde puede entrar la flecha.

No podría traicionar

su cuerpo entre mis brazos,

su alma en mis labios,

pero sí a una hoja

mecida por el viento,

a una imagen sin nombre,

a palabras escritas,

por desconocidas manos,

a la selva tenebrosa,

a los mercaderes de sueños.

 

Y miro esa dulce imagen

y miro esos ojos, esos labios,

y siento sus brazos alrededor

de mi cuerpo tembloroso,

y siento el calor de sus pechos

y sus muslos abiertos a mi carne,

Y percibo la ternura de su alma

y conozco la belleza de su alma.

Y siento que es real

y siento que es carne

y siento que es espíritu.

Soy un incrédulo creyente,

soy un Santo Tomás,

que cree sin tocar.

Por una mujer así

podría caminar por el desierto,

recorrer la noche sin luna,

dejar que mis labios

se resequen con la sed.

 

Pero me han engañado,

me han traicionado,

he pasado noches solitarias,

con los ojos abiertos,

con el alma angustiada,

con el cuerpo ardiente,

con el sexo enhiesto.

Conozco mi debilidad.

La necesito a mi lado,

poder abrazarla, poder besarla,

poder amarla con el cuerpo

poder amarla con el alma.

 

Y miro su imagen una y otra vez

y beso su imagen una y otra vez

y la amo sin conocerla

y la deseo sin acariciarla.

Y le digo a mi alma:

No, no podría traicionarla,

pero ayuda tú a mi incredulidad,

tráemela en el viento,

tráemela en la noche,

que atraviese mi ventana,

que traspase mi puerta,

que se acueste en mi lecho,

que coma de mi pan

y beba de mi vino,

que acaricie mi oído

con su voz sensual

que me hable en francés,

que yo la entienda en amor,

que la comprenda en sus besos,

que pueda acariciarla,

que pueda desearla,

que pueda abrazarla.

 

Y mi alma me responde:

Tendrás que creer,

tendrás que renunciar,

tendrás que esperar,

porque el amor

es un largo camino,

y el maná solo cae del cielo

para los tontos

que llenan su barriga,

que llenan su panza,

con el fulgor del oro.

Ella es amor

y el amor no cae del cielo,

se busca en la tierra,

se persigue en la sombra,

se espera en la noche oscura.

 

Y miro esa imagen y la vuelvo a mirar.

Caherine, ma belle, mon amour,

tendremos que confiar,

el uno en el otro

y el otro en el uno,

tendremos que esperar

y cuando llegue el encuentro

cada beso nos compensará

de las dudas, del camino,

de las sombras,del desierto.

Y nuestros cuerpos serán uno

y nuestras almas serán una,

y podré decir al fin:

Je t'aime mon amour.

 

 

 

Poème d'amour à Catherine

 

Catherine, ma belle, mon amour.

Je regarde vos grands yeux

vaste que la mer, comme l'océan,

chaud noir comme la nuit,

que la nuit la plus affectueuse

comme la nuit d'amour.

 

Vous me avez envoyé une photo de votre corps

mais je peux voir ton âme dans les yeux,

une âme sensible, une âme douce,

mais aussi une âme triste,

Je peux percevoir dans leur mélancolie,

le regard résigné d'adieu.

 

Je sais que vous avez dit au revoir une fois,

vous ce que vous me avez dit,

mais même si vous ne aviez pas fait

Je voudrais savoir, parce que vos yeux vous disent.

Il est encore plus triste quand vous dites au revoir,

lorsque vous quittez avec amour sur ses lèvres,

avec un sourire sur son visage,

l'âme soumise,

la confiance à pleines voiles.

 

 

 

Ensuite, vous dites aussi au revoir,

sans regarder en arrière,

sans tourner la tête,

recueillir les restes

l'épave d'une âme.

Votre regard me interroge,

votre regard me transperce,

comme pour atteindre

dans les profondeurs de mon être.

Ce est comme si vous me demandez:

Voulez-vous me trahissez également,

vous quittez aussi derrière moi,

Je vous laisse aussi avec amour

sur mes lèvres fait pour aimer?

 

Ce est comme vous pensez:

A quoi bon la beauté,

ce que pour donner mon corps d'une déesse,

nu mon corps, mon âme à nu,

alimenter le feu de l'amour?

La douceur de vos yeux

Je fondre le coeur,

tristesse dans tes yeux

l'angoisse de mon âme.

Qui peut cesser d'aimer

douce et tendre beauté

ce visage ciselé

par les dieux mythologiques?

Qui va chercher un autre corps

quand on sait que le corps;

qui cherchent d'autres lèvres

quand vous embrassez cette bouche?

Qui apprécient un autre abri

au repos votre tête sur vos seins,

seins pour amant,

seins pour le bien-aimé,

seins maternels,

seins le désirent,

seins pour le cœur?

 

Et je demande à mon âme,

Et je demande tremblant,

Vous trahissez aussi

cette déesse du feu,

né de l'amour,

né à désirer,

né à l'éternité

une éternité sans limites

comme l'océan de vos yeux?

Et je réponds sans hésiter:

pas quand vous l'avez dans mes bras,

quand je ai embrassé ses lèvres douces,

ses lèvres sensuelles,

ses lèvres qui promettent le bonheur.

Lorsque caresser son visage,

lisse comme la soie orientale

doux comme la prestation de miel,

belle comme le soleil du printemps.

Lorsque baiser qui rousseur

placé par un esthète farceur,

de faire une déesse de visage humain.

Pas quand vous vous sentez la chaleur de son corps

l'infinie douceur de sa peau,

quand mes doigts caressent son visage

Lorsque l'automne dans son cou

Magie cygne et la princesse

Swan Lake,

blanc et fantastique.

Pas quand mes lèvres embrassent les seins

pas lorsque vous voyagez sur son ventre,

pas quand ses cuisses ouvertes,

pas quand vous vous sentez sa lancinante sexe.

Et votre corps va brûler comme le mien,

et son âme sera un jeu d'enfant

mer caressant

et un rayon de lumière dans la nuit,

et un univers inexploré.

 

Pourriez-vous trahissez

quand dans vos bras,

lorsque la livraison est absolue,

quand le désir est inépuisable,

Lors de la combustion d'amour à l'intérieur?

Non, ne pouvais pas, je répondre à mon âme.

Mais en attendant, je suis un incroyant,

Moi aussi je ai été trahi,

également perçu le regard d'adieu

dans mes tristes yeux derrière les lunettes.

Je sais que les stratégies du désir,

les pièges de la vie,

attachement humain au vent

qui souffle où il veut,

les tours du destin.

Je ai passé des nuits embrassé

à un oreiller inerte,

dans un lit solitaire,

dans une chambre calme.

Je ai cherché des corps nus

les femmes sans visage,

la promiscuité du désir,

la luxure pour une nuit,

la compagnie d'un étranger.

Je sais ma faiblesse, mon âme,

connaître le talon d'Achille

où vous pouvez entrer la flèche.

Je ne pouvais pas trahir

son corps dans mes bras,

son âme sur mes lèvres,

mais à une feuille

bercé par le vent,

à une image sans nom

mots écrits,

par des mains inconnues,

la forêt sombre,

les marchands de rêves.

 

Et je regarde cette image douce

et je regarde ces yeux, ces lèvres,

et je sens ses bras autour

mon corps tremblant,

et je sens la chaleur de ses seins

et ma chair des cuisses ouvertes,

Et je me sens la tendresse de son âme

et je sais que la beauté de votre âme.

Et je pense que ce est vrai

et je pense que ce est de la viande

et estiment qu'il est esprit.

Je suis un incroyant croyant,

Je suis un saint Thomas,

croit intacte.

Pour une femme comme

je pouvais marcher à travers le désert,

Marcher la nuit sans lune,

laisser mes lèvres

se sécher par la soif.

 

Mais ils me ont trompé,

me ont trahi,

Je ai passé des nuits solitaires,

avec les yeux ouverts,

l'âme angoissée,

avec corps brûlant,

avec le sexe dressé.

Je sais que ma faiblesse.

Je ai besoin de toi à mes côtés,

d'étreinte, de l'embrasser,

à aimer son corps

à aimer son âme.

 

Et je regarde votre photo encore et encore

et je embrasse votre image encore et encore

et l'amour sans le savoir

et le désir sans caresse.

Et je dis à mon âme:

Non, je ne pouvais pas trahir,

mais il vous aide à mon incrédulité,

me l'apporter dans le vent,

me l'apporter dans la nuit,

passant par ma fenêtre,

ils ont transféré ma porte,

de se allonger sur mon lit,

mangez de mon pain

et boire mon vin,

à caresser mon oreille

avec sa voix sensuelle

Je parle français,

Je comprends dans l'amour,

qui comprend ses baisers,

vous pouvez caresser,

Je peux désirer,

Je peux embrasser.

 

Et mon âme répond:

Vous devez croire,

démissionner,

avoir à attendre,

pour l'amour

Ce est un long chemin,

et la manne qui tombe du ciel ne

pour des imbéciles

que remplir son ventre,

qui remplissent votre ventre,

à la lueur de l'or.

Elle est l'amour

et l'amour ne tombera pas du ciel,

cherche sur la terre,

est poursuivi à l'ombre,

prévu dans la nuit noire.

 

Et je regarde cette photo et regarde à nouveau.

Caherine, ma belle, mon amour,

avoir à compter,

l'un de l'autre

et l'autre,

nous devons attendre

et quand le jeu arrive

Chaque baiser nous indemniser

doutes, hors route,

du désert ombres.

Et notre corps sera une

et nos âmes sont une,

et je peux enfin dire:

Je te aime mon amour.