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Segunda Parte La Transformación

en Fantasías Eróticas

Mientras dormí tuve un sueño extraño. Iba a casa de mi abuelita, o de alguna manera sabía que era casa de mi abuelita, pero la casa no se parecía a la que alguna vez fue casa de mi abuela. (De alguna manera a todos nos ha pasado en sueños que estamos en algún lugar o vemos a alguien y aunque no se parezca a al lugar o la persona que conocemos, sabes de alguna forma que se trata de él, ella o ese lugar en particular.)  En mi sueño, yo era una chica, la chica que soy ahora, y saludaba a mi abuela y mi abuela me recibía bien, sabiendo quien era y sin extrañarse de que fuera una chica. Luego llegó uno de mis primos mayores, recuerdo que al verlo de inmediato me atrajo. Sin embargo, el fue totalmente indiferente a mí. No fue rudo, me saludó con cortesía pero por lo demás me ignoró.

                Se sentó a la mesa, yo me senté casi junto a él, quería que me viera, que me notará, solo eso. Noté que llevaba una falda corta, cruce las piernas frente a él, y por la caída de la falda sabía que se miraría mucha piel y sin embargo él no volteo, siguió mirando algo frente a él. Miré su rostro nuevamente y ya no era mi primo, noté que era yo mismo, yo cuando era chico. El chico, que era yo, giró el rostro y me miró directamente y entonces fui dos personas a la vez. Era la chica mirándome a mí, y era el chico mirando a la chica. Entiendo que es difícil de entender, y también es difícil de explicar.

                Era dos conciencias al mismo tiempo y pude comprobar cómo me veía como chico y a la chica en mí, le resulto desagradable y hasta cierto punto triste; y también pude ver cómo me veía como chica, y a la chico en mí le resultó hermosa y sensual. El chico comenzó a excitase y la chica a rechazarlo, todo en una sola mente estaba sucediendo. La sensación fue breve a penas un instante, sin embargo el torrente de conciencia y lo entendí sobre mí, en ese instante tardaría prácticamente toda la vida para comprenderlo plenamente.

Me desperté de golpe y lo primero que vi a Javi mirándome. Cuando notó que había despertado, sonrió —Te movías mucho ¿Estabas soñando en particular?— Me preguntó todavía con la sonrisa en los labios. Estaba terminado de vestirse. Se había puesto una especie de traje de una sola pieza, el pantalón y la parte superior era el mismo conjunto. Era morado y bastante ajustado. Tenía un cinturón que le marcaba la cintura a la perfección y le dejaba ver sus hermosas formas. El traje se cerraba con un zipper y ella no lo traía cerrado hasta arriba, sino que dejaba abierto un escote que permitía mirar el inicio de sus senos.

Pero yo no podía contestar su pregunta “¿Qué le diría?” —No estaba soñando o no lo recuerdo— al decirlo, me giré un poco para volverme a acomodar en la cama, estaba todavía modorra y no había despertado del todo. Al moverme sentí algo que no había sentido jamás. Me quedé boca abajo, quieta en silencio, pero mi mente estaba viajando al cien. “¿Qué esta humedad que siento?” Dentro de mí sentía humedad y noté luego un calor en vientre. Todavía estaba tratando de entender por completo lo que pasaba cuando Javi me dio una nalgada.

Me giré para mirarla y estaba con una gran sonrisa, había sido una nalgada juguetona (aunque lo cierto es que me había dolido un poco); —Tienes un culazo—, me dijo sin dejar de sonreír. Me dio la espalda sacando su propio culo para que pudiera mirarlo, —Lo tienes mejor que el mío—. Yo intenté mirarme el culo desde la posición en que estaba y aunque no era fácil, pude notar que era cierto, así recostada boca abajo, las nalgas y las piernas se me acomodaban de una forma sensual y agradable. —No me importa—, le dije a Javi y volví a hundir mi rostro en la almohada. Tenía unas intensas ganas de llorar, pero no quería que Javi me viera. A pesar de mi esfuerzos una lagrima salió de mi ojo y a partir de ahí no pude contenerme más. Exploté en un llanto que a mí mismo se me antojaba sorprenderte.

Sentí como la cama cedió un poco cuando Javi se sentó junto a mí. Su mano me toco la cabeza y comenzó a acariciarme el cabello. —No llores linda, perdón por haberte hecho esto— comenzó a hablar. Yo notaba verdaderamente remordimiento y preocupación en su voz, pero no me moví, aunque el torrente de lágrimas había disminuido un poco. —Pero creo que no podemos hacer nada ya—. Sentí como se inclino sobre mi cuerpo y me beso la cabeza, —por favor, perdóname—. Me dijo bajito. No sé porque, creo que porque sentí un verdadero arrepentimiento y culpa de su parte, le dije: —No te preocupes—, me giré un poco al mismo tiempo y pude abrasarla. Ella me abrazó y se acomodó completamente en la cama. Me abrazó completamente como protegiéndome. Yo me sentí muy bien en sus brazos.

            Pero su abrazo fue breve, se levantó. Por el vestido sabía que ella tenía ganas de salir, pero yo la verdad tenía pocos ánimos. —Vamos—, me dijo. —Levántate y báñate, vístete pero no tardes mucho— me dijo Javi. Yo comencé a protestar que no quería y ella que tenía que salir. Luego de un par de minutos las dos nos comenzamos a molestar porque una no hacía lo que la otra quería.

            Al final Javi fue la primera en desesperarse, me dijo que si quería me quedará, que ella se iba a dar la vuelta. A mí me pareció bien. Me acosté nuevamente. Pero el pleito con Javi me había espantado el sueño. De todas formas, me puse a dar vueltas en la cama. Luego de unos minutos me levante.   Me desnudé, y me acerque al lavabo del baño.

            El espejo sobre el lavabo devolvía un reflejo impresionante. Ya un poco más tranquila pude admirar mi cuerpo lentamente. Mis senos son pequeños pero muy bien formados, no tengo mucha grasa, salvo en la cadera y las nalgas. Mi cadera era ancha, pero no demasiado, perfecta. Mi culo y mis piernas armónicas.

            Mire mi cuerpo, cada centímetro de mi cuerpo lo recorrí con la mirada. Luego me metí a bañar. Incluso el agua se sentía diferente. Toqué mis senos bajo el agua y la sensación fue eléctrica. Todavía me resistía un poco a tocarme en la vagina, pero casi llamaba mi mano, el calor en el vientre volvió pero lo resistí. Salí de bañarme, me seque y me coloque frente al guardarropa.

            Abrí los cajones y empecé a mirar la ropa que ahí estaba. Había ropa interior muy variada, desde bikinis sencillos de algodón, hasta tangas de hilo dental y pantys de encaje, y cada calzoncito tenía su brasier a juego. Saque dos muy sencillos, un bikini color aqua y su brasier y me los probé. Me quedaban perfectos, me mire en el espejo y era una visión agradable. Era sexy, pero no agresivo. Me los quite y me probé una tanguita roja y su brasier, este si era más agresivo, pero otra vez me quedaba exacto, como mandado hacer.

            Me fui probado cada una de las prendas que había en mi guardarropa y ante cada una me miraba en el espejo, casi todas me encantaba como me veía. En algunas me gustaba más que otras, pero la ropa siempre quedaba exacta. Casi sin darme cuenta las horas pasaron. De pronto Javi había vuelto y yo tenía todo tirado.

            Javi tenía en cada mano varias bolsas de compras. Me miró sonriendo y fue a su cuarto. Yo que en ese momento me había puesto un pantalón de mezclilla deslavado, que me hacía ver el culo perfecto y una camisa roja ajustadita y corta que dejaba ver un poco de mi vientre plano la seguí hasta su habitación.

            —Te compré un regalo—, me dijo Javi cuando me llegué hasta su puerta. Pero casi al mismo tiempo yo le pregunté. —¿Cómo te fue? ¿A dónde fuiste? ¿No te pusiste nerviosa?— Javi dejó las bolsas un segundo y me miró. —Pues no, no me puse nerviosa, ¿Por qué?— Yo no contesté nada. —Y me fue bien, los chicos me miraban, un par me sacaron plática y a uno le di mi teléfono—. Yo me admiré de la valentía de Javi. —Bueno aquí está tu regalo—. De una bolsa negra, Javi sacó algo. Al principio no entendí que eran. Luego entendí, lo entendí porque le encontré forma a un dildo enorme de goma, negro, de unos 23 cm. El otro era una caja, pero debía ser algo parecido. Lo tomé y entendí que era, era un consolador eléctrico rosa, de unos 15 cm.

            No me hizo gracia el regalo, pero a Javi parece que si, pues soltaba unas carcajadas. —Deberías ver tu cara—. Yo tomé los regalos y los puse en una mesa de su cuarto y hacía eso, cuando sonó el celular de Javi. Las dos nos miramos con cara de sorpresa y Javi miró la pantalla de su celular. —Es el chico de hoy—. 

            Yo me emocioné, pero Javi y el chico se pusieron a hablar. Noté que no iba a colgar pronto y decidí volver a mi habitación. Tomé mis regalos y me fui a mi cuarto. Mientras caminaba, sentí el peso del dildo de goma en mi mano derecha. Lo mire y note como su “cabecita” se bamboleaba a cada paso que daba. Verlo así, fue extraño, comencé a fantasear sobre usarlo, pero al llegar a mi habitación desterré esas ideas. Guarde los juguetes en el primer cagón debajo de la pantys y lo cerré. Me senté en la cama, un poco insegura de que hacer a continuación, cuando sonó mi propio celular.

            Tome el teléfono y decía “Papá”. “Mierda” pensé, “¿Qué voy a hacer?”. Pero no tenía tiempo, los timbrazos seguían. Contesté e intenté simular mi propia voz de varón, desde el cambio se había hecho más aguada. —Bueno, papá—, mi voz no se parecía a ninguna. —¿Gaby? Mi amor, ¿estás bien?, te escucho algo ronca—. “¿Qué dijo? Me llamo Gaby, nunca me llamaba Gaby: Gabo o Gabriel. Deje de simular mi voz y continue: —No pa, estoy bien, creo que solo fue algo raro—. —Si ya te escucho normal, ¿Cómo has estado?—. La conversación siguió de manera normal, como cualquier plática de padre a hija. Y eso fue lo extraño, mi padre hablo conmigo como si yo hubiese sido chica desde mi nacimiento.

            Luego de quizá tres cuartos de hora de hablar con mi padre, colgué el teléfono y me acerque al cuarto de Javi. Javi estaba en una diminuta tanga morada, y se estaba arreglando el cabello. —¿Vas a salir?— le pregunté. —Sí, Jorge va a venir por mi—. Me dijo casi sin ponerme atención, estaba mirando que vestido se iba a poner: un diminuto y apretado vestido morado, o una diminuto y rojo. —Oye, ¿No has hablado con tu familia, o con alguien que conocieras antes de que nos pasara esto?— le pregunte a Javi, en busca de más información. —No hace años que no hablo con mi familia —, me dijo de manera indolente, mientras seleccionaba el diminuto vestido morado, que hacía juego con la tanga. Javi, no iba a hablar más, al menos no de lo que yo quería preguntar.

            —Que te vaya bien, cuídate—, le dije mientras me alejaba de su cuarto. —Le voy a preguntar si tiene algún amigo para ti, para que no te quedes aquí aburrida siempre—, me dijo mientras me alejaba. —No te preocupes—.

            Entre a mi cuarto y cerré la puerta, por alguna razón estaba enojada con Javi. Me senté en la cama y pensé “¿Por qué me estoy enojando?, ¿es porque ella sale y yo no? O ¿Por qué?” No sabía bien cuál era la respuesta. Me deje caer completamente sobre la cama, tratando de entender lo que sentía. Luego de un segundo de mirar el techo del cuarto me levanté. Miré nuevamente mi habitación y tope prácticamente con mi escritorio, estaban las cosas de la escuela, que no había tocado desde hace dos días.

            Me levanté y me acerque al escritorio. Tenía listo los trabajos para el día siguiente. Tendría que ir a la escuela, “tengo que volver” pensé. Me senté en el escritorio y prepare todo lo del día siguiente. Tarde cerca de hora y media en prepararlo todo. Luego me levante y pensé “¿Cómo me vestiría? ¿Pasaría como con mi papá? ¿Mis compañeros me recordarían como chica?” No sabía las respuestas a esas preguntas pero me acerque al guardarropa y comencé a elegir la ropa del día siguiente. Tenía que encontrar algo lindo y sexy, sin ser vulgar o provocativo.

            Tarde tres cuartos de hora encontrar lo que quería. Eran unos jeans oscuros, pegados al cuerpo, con uno blusa morada, también, pegada. Las dos prendas eran pegadas, pero no super embarradas. Dejaban ver mi cuerpo, pero tampoco eran vulgares, unos zapatitos flats morados, casi del tono de la blusa. Me preparé a dormir y me recosté. Eran cerca de las 12 de la noche.

            Batallaba para dormir, estaba dando vueltas en la cama. Nerviosa por el día de la mañana. A fuerza de dar vueltas, casi sin darme cuenta me fui quedando dormida. Pero cuando ya estaba casi inconsciente, escuche la puerta de la casa. Puse atención, era Javi, inicié el movimiento para levantarme, quería que me contara como le fue. Pero escuché otra voz, me volví a quedar en la cama. No estaba sola.

            Me quede en silencio, escuchando. Había pasos, risas, silencios. Subieron, se acercaron a mi habitación y luego fueron al cuarto de Javi. Yo me quede en silencio escuchando. En total silencio me levante de la cama y me acerque a la puerta de mi habitación, escuche, y la abrí intentando hacer el menor ruido posible. No había nadie en la estancia, y el cuarto de Javi estaba levemente iluminado. Salí de mi habitación, cuidando muy bien donde ponía mis pies descalzos. Mientras me acercaba escuchaba a través de la puerta abierta, susurros, risas sordas y lo que solo podían ser besos y chupetes.

            Al llegar a la puerta de Javi, me asomé con cuidado. Pude ver que Javi y el chico estaban en la cama, o más bien, Javi estaba en la cama y el chico sobre ella. El muchacho le había levantado el vestido hasta la cintura y estaba jugando con su vagina, mientras la besaba. Javi, se dejaba querer, y por la posición de sus ojos, lo estaba disfrutando. Yo me escondí un poco y luego volví a asomarme.

            El chico se estaba levantando y se quito la camisa. Y se sentó en la cama, tomó a Javi e hizo que se levantará. Le sacó el vestido por arriba de la cabeza. Javi me daba la espalda, y el chico estaba de frente a mí, pero estaba muy ocupado mirando los senos de Javi. Además esperaba que en donde yo me encontraba hubiera suficiente oscuridad para no ser advertido.

            El chico comenzó a besar el pecho de Javi, el cuello, y lentamente la obligó a hincarse entre sus piernas. Javi comenzó a abrir el pantalón del chico. Esté dejó caer su torso un poco para atrás, apoyándose en sus manos, mirando a Javi mientras trabajaba. Javi con habilidad experta, abrió el cinto, el pantalón y le bajo el pantalón y el calzón hasta los tobillos. Desde atrás solo podía ver el cabello de Javi y el rostro del chico. Pero el subir y bajar de la cabeza de Javi era un ejemplo perfecto de lo que estaba haciendo.

            El chico comenzó a acariciar la cabeza de Javi, el cabello con ternura, aunque su rostro reflejaba placer y lujuria. Javi debía ser una experta mamona porque el chico cerraba los ojos de placer, y lanzaba gemidos y palabras sueltas. De pronto el chico alejo a Javi de su miembro, se levantó. Se sacudió el pantalón, Javi todavía estaba hincada frente a él.

            Pude ver por primera vez el cuerpo del chico. Era tremendo, el chico era alto, de hombros anchos, pero lo que más me llamó la atención era el tamaño de su tranca. Debía medir unos 19 cm, gruesa y se erigía como mástil, debía estar como una piedra. El chico acercó su mástil a Javi y comenzó a golpearla con la verga en la cara. Javi lo soportaba con estoicismo y yo comenzaba a notar un intenso calor en mi entrepierna. Luego el chico tomo a Javi por la cabeza y sin compasión, le metió la verga hasta la garganta, podía escuchar los carraspeos de Javi. El chico comenzó a violarle la boca, y Javi solo lo soportaba. Luego de unos cuarenta segundos de bombeo, veo las manos de Javi intentando separarse del chico. El muchacho notó el intentó de Javi, pero no le importó. Siguió bombeando, Javi se ahogaba, pero el chico siguió unos diez segundo más y luego dejó a Javi respirar. Javi se alejo del tremendo mástil y pude escuchar como daba una profunda bocanada. Pero el chico no le dio mucha tregua, de inmediato se acercó nuevamente y golpeo más la cara de Javi con la verga, ahora un poco más fuerte. Las babas del propio Javi manchaban su rostro, pero Javi de inmediato se adapto y dejó que el chico nuevamente la golpeara. Luego antes de que la respiración de Javi se normalizara, el chico repitió el proceso: le metió la verga hasta la garganta y comenzó a bombear. Igual lo hizo hasta que Javi no lo soportaba y luego la soltaba, hizo la ocasión dos veces más. Y Javi lo soportaba de manera increíble. El rostro de chico se había vuelto una masa de lujuria.

            Finalmente, el chico se sentó en la cama y levantó a Javi, le quitó la tanga la giro, de tal forma que la chica quedaba dándole la espalda. Cuando vi el rostro de Javi era el rostro de una mujer humillada, lagrimas se mezclaban con su propia saliva y el rímel y la sombra se habían corrido. El chico tomó a Javi por la cadera y la guió hasta su mástil. Javi tomó la verga del chico y la colocó en la entrada de su vagina. Luego  fue bajando despacio. De pronto en el rostro de Javi se dibujo un gesto de dolor. El chico impaciente bajo con fuerza a Javi y ésta lanzó un grito.

            —¿Te gusta putita?— preguntó el chico con voz de lujuria. Javi no contesto de inmediato. El chico empezó a bombear, pero Javi le pidió que parara. El chico la obedeció. Javi, se levantó casi hasta la cabecita, y empezó a bajar despacio. Se detenía cada dos o tres centímetros. Fue un proceso lento, pero el chico no se movió ni una sola vez. Finalmente toda la verga estaba adentro de Javi. Luego Javi empezó a levantarse y abajar, despacito primero pero luego un poco más rápido. El chico empezaba a gemir. —Ufff estás bien apretada mamacita—. —¿Te gusta papi?— respondió Javi. El chico ya no dijo nada, solo le dio una nalgadita, la tomó por las caderas y empezó a bombearla con fuerza. El cabello de Javi y sus senos brincaban en cada embate. Me lleve mi mano derecha a mi propia vagina y me sorprendí sentir mi panty húmeda. Metí la mano por debajo de la prenda, hasta mi clítoris y empecé a jugar con él. No sabía bien cómo hacerlo, pero creo que mi cuerpo y mi mano solo sabía lo que tenía que hacer. De inmediato un placer intenso empezó a recorrer mi cuerpo, desde la punta de la cabeza, hasta la punta de mis pies. Creo que un gemido se me escapo, fue un gemido suave. Pero Javi de inmediato miró hacia la puerta. Entre cada subida y bajada intentaba mirar, no sé si me vio o no, pero sonrió y me lanzó un guiño. Y empezó a gemir con fuerza. Escuchar sus gemidos a cada embestida fue increíble. El placer se hizo más intenso, pero no sólo en mi, el chico de pronto se detuvo. Y sacó su verga obligó a Javi a hincarse nuevamente a sus pies y siguió masturbándose. Javi abrió la boca y de inmediato el chico lanzó un sordo gemido y comenzó a eyacular. El semen le cayó a Javi en la cara, en los ojos, la frente y la nariz: casi nada en la boca.

            El chico se relajo, se sentó en la orilla de la cama y Javi se inclinó sobre la verga del chico y comenzó a besarla y mamarla con cariño y  ternura. Yo seguía tocándome, pero el clímax del chico había calmado el mío. Vi como Javi seguía mamando hasta que la verga del chico perdió firmeza. De todas formas era una tranca enorme y gruesa. Luego Javi se limpio el semen con un dedo y se lo llevo a la boca. Lo tragó para placer del muchacho. Intentó besar al chico pero este se alejó, evidentemente, la idea de besar una boca que recientemente había estado llena de semen, le daba asco.

            Se levantó la pasión había terminado y me dio la impresión de que se quería marchar. Eso no me gustó, preferí alejarme e irme a mi cuarto. Me recosté en la cama y seguí tocándome, pero el momento de mayor calentura había pasado. Y en el cuarto de al lado, era innegable que el chico se vestía para irse. Había cogido a Javi y ahora se iba, eso no estaba bien.

            Luego de que el chico se fue, escuché como la puerta de mi cuarto se abrió. Yo estaba ahora desnuda, y Javi se acerco en silencio a mí. Yo trate de simular que dormía. —Te vi—, dijo. Yo seguí simulando que dormía, pero ella llevó su mano a mi clítoris y empezó a jugar. Empezó a besarme, y yo deje los juegos, la bese de regreso. De inmediato comenzó a besarle el cuello, los senos, el abdomen, el ombligo hasta mi vagina. La humedad volvió. Javi era una experta, comenzó a jugar con su lengua en mi pepita, y yo solo sentía estrellas. El placer era increíble, de pronto, el orgasmo más intenso de mi vida hasta ese momento estalló. Y no sólo fue mucho más intenso de los que había tenido como hombre, sino que se prolongo, por lo que se me hizo una eternidad. Al acabar miré a Javi con placer. Ella subió nuevamente besándome todo el cuerpo que estaba extrañamente sensible. Nos abrazamos, Javi comenzó a sollozar, yo sólo la abrace y toda la emoción del día me aplastó. Y casi sin darme cuenta me dormí junto a ella.