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Aprendiendo Inglés X

en Lésbicos

Helena:

No hay mucho que contar,

Lo resumiré en palabras sueltas.

Desnuda, cama y caricias.  00:16

 

Tantos pensamientos cruzaron mi mente, quería saber más sobre aquella habitación, me imaginaba una cama gigante con unas sábanas de esas que te envuelven y te hundes en ellas. Me la imaginaba en medio de ella, pero pronto esa sonrisa se me borró del rostro. Pensé rápidamente que en esa cama no estaría sola, habría un imbécil que posiblemente la estuviese viendo, escuchando o peor aun, tocando.

No pude responder al mensaje, si la calentaba y seguía con eso podría ser que acabara desfogándose con el, eso si no lo estaba haciendo ya.

Después de darle tantas vueltas a eso decidí acurrucarme a mis animales y dormir abrazada a ellos pero vibró nuevamente el móvil.

Me estiré para coger el móvil. Un fuerte sonido se escuchó de algo que caía al suelo.

-          Mierda, mierda ¡¡¡perdona cariño!!! –me sentía fatal por eso-. Perdona Ellen de verdad. –al intentar llegar al móvil se calló la cachorra mastín al suelo.

Me levanté como pude entre aquella manada que me rodeaba, encendí la luz y subí a Ellen a la cama de nuevo. Cogí el móvil ya de pie y me tumbé en medio de todos otra vez.

Helena:

Tranquila, estoy sola.

Está durmiendo en el sofá.

Soy toda, toda tuya.    00:20

 

 

Que bien me conocía. Sabía completamente porqué me había puesto así. Me ilusioné de nuevo. Pero quería hacerme un poco la dura.

Yo no, no estoy sola.   00:25

 

Quería jugar un poco con ella, hacer el juego más divertido.

Helena:

A ver a ver,

¿Que me quiere decir

Con eso Sta. Wilson?    00:26

 

Me encantaba cuando hablaba así en un tono distante y morboso.

Tengo una manada de

Animales rodeándome,

Estoy encajada no puedo

Moverme.  00:26

 

 

Helena:

Se merece un castigo Wilson,

No debe jugar con eso.  00:27

 

 

¿Perdona? Mmm…

¿Yo el castigo? Mejor usted,

Profesora. Le recuerdo que aquí

La soltera soy yo.   00:28

 

 

Helena:

Explíqueme eso de soltera,

¿Qué significa para usted?   00:28

 

 

Que no soy de nadie, puedo

Estar con quien quiera y

Cuando quiera.   00:29

 

 

 

Helena:

Entonces debería estar aquí

Ahora mismo. 00:29

 

 

 

¿Segura de lo que dice?

Podría ir ahora mismo a entrar

Por su ventana.  00:30

 

La amenazaba en forma de juego, deseaba estar allí más que nada en el mundo. Imaginármela desnuda, con lo hermosa que es. Con esos ojos a la luz de la luna que tanto me pierden.

Helena:

Te lo suplico,

Entra. ¿No decías que

No aguantabas más sin

Follarme?

CUMPLE CON TU PALABRA.  00:31

 

 

 

Cierto, no aguanto más.

Si estuvieses sola en la casa,

Haría rato estaría esperándote

Con una gabardina sin nada debajo.   00:32

 

 

 

Pasaba el rato y no respondía. Empezaba a inquietarme y si sucedía eso, ¿y si ahora se estaba desfogando con él? Mis pensamientos me atormentaban y mi grado de excitación no me dejaba pensar con claridad.

Me arriesgué a llamarla.

-          ¿s.. sssi? –esa voz tan… agitada me asustó.

-          ¿Qué pasa? –pregunté nerviosa.

-          Na.. –gemido-. Nada.. –¿me estaba tomando el pelo?

-          Eso no suena a nada.. –mi voz se estaba calentando y no por enfado precisamente.

-          Claudia.. –esa voz cálida y agitada me estaba volviendo loca-. Estoy muy muy mal…

-          Uff.. a mi si que me estás poniendo mal. –susurré.

-          ¿Sí? Eso es justo lo que quiero.. –su voz recorría por todo mi cuerpo, vibraba a cada sonido que ella emitía. Cada vez que respiraba notaba un fuerte hormigueo desde la barriga hasta el pecho.

El pelo se eriza, el ritmo del corazón aumenta, la temperatura del cuerpo sube, la respiración se acelera. Tantos síntomas en mi cuerpo con tan solo oír su voz.

-          Y.. –empezaba a costarme hablar-. ¿Qué más quieres? –me atreví a preguntar.

-          Que vengas a..a.. aquí. –esos jadeos acabarían conmigo.

-          Dame la dirección y estoy en unos minutos. –respondí con un acto de valentía.

-          Ca… -otro gemido-. Calle Augustoo.. nu..número 2. –que le costara tanto hablar era lo que más me excitaba, le pediría que me leyera un libro mientras hace eso.

-          Pero espérame no sigas.. –supliqué.

-          Ohh.. sí, sigo. Así vienes máa..aas rápido. –murmuró gimiendo y en un tono aun más sensual.

Salí corriendo dejando a la manada en la cama. Busqué la gabardina, las llaves de casa y las del coche. Salí corriendo bajo la lluvia con el coche. Seguía escuchándola no habíamos colgado.

-          Ccc…claa..claudia.. –me tembló el pie en el acelerador por lo cual el coche tuvo dificultades.

-          ¡No te corras! –respondí más fuerte de lo necesario.

-          Sí.. lo… harée.

-          Como lo hagas ya no voy a tu casa y me follo al cambio de marchas del coche. –amenacé rápidamente.

-          Diooss.. sssi.. fóllate con esoo.. –sus respiración se agitó aun más.

-          Otro día ya estoy delante de tu casa. ¿Cómo lo hago para entrar?

Joder con la casa.. era de un solo piso pero gigante. Con muchas ventanas gigantes que daban a ver el jardín.

-          Rodea….la, e..estoy detrás.. –apenas podía hablar, deduje que su habitación sería la de la parte de atrás.

Aguantando sus gemidos cada vez más fuertes, salté el muro como pude y empecé a rodear la casa. Vi al novio en el sofá, me causó risa pensar en lo que sucedería ahora y el ahí sin saber nada. Seguí andando hasta que la vi allí en una habitación inmensa en la que podías verlo todo, estaba rodeada de velas, supongo que por su sesión de masturbación para mí que me debía de aquella primera noche.

Abrí cuidadosamente aquella ventana que era una pared prácticamente. Aquella imagen me acabó de deslumbrar.

Ella abierta de piernas y dobladas con su mano… acariciando su zona.. no llegaba a verlo la sábana cubría gasta su cintura. Pero podía ver sus senos, se veían perfectos, no muy grandes con un pezón que sobresalía de un modo poco habitual. Se movían al ritmo de su respiración y al de su mano que estimulaba su clítoris.

No me había visto, estaba encerrada en si misma, con los ojos cerrados, solo se escuchaban sus gemidos. Me acerqué cautelosamente hasta que quedé a centímetros de ella.

Creo que podría quedarme aquí en silencio viendo esa escena, empezaba a gustarme el rollo voyeur, y mucho más desde tan cerca.

La boca la tenía semi-abierta, el aire que salía de ella iba propulsado de manera muy agresiva por su respiración agitada y seca. De vez en cuando se escuchaban sus gemidos tímidos y débiles.

Miré sus pechos que ahora se movían más que antes, y me fijé que desde ese lugar podía ver sus piernas abiertas y su mano moviéndose en círculos que hasta a mi me parecieron torturadores.

No aguanté más y apoyándome lo más mínimo con una mano en la cama sin que lo notase, me acerqué lo suficiente para poner la mano libre encima de la suya y sustituirla. Nada más ponerla encima se sorprendió abriendo fuerte los ojos, con la mano que me apoyaba rápidamente le tapé la boca por si chillaba del susto.

Cuando se calmó destapé su boca. Ella se incorporó lo suficiente para quedarse sentada frente a mí. Y empezó a desatarme el nudo de la gabardina. Hoy estaba más hermosa, sus rizos dorados se veían más alocados. Antes de abrir la gabardina quitó por completo el cinturón… podía imaginarme que me haría con él. Cuando al fin decidió abrirla, lo hizo lentamente disfrutando de las vistas.

Me miró de arriba abajo y abajo arriba, a todos lados y finalmente la deslizó por mis hombros dejándola caer al suelo.

-          Dios.. –tragó saliva-. Cada día que te veo eres más perfecta.

Me ruboricé a pesar de ya estarlo de la excitación.  Ella deslizaba sus manos por mis costados, parecía querer saber que eso era real, que me tenía en carne y hueso. Así lo hice, acerque su cabeza entre mis pechos para que me sintiera completamente.

A los segundos se separó de mí.

-          ¿Sabes que allí no puedo respirar no? –dijo coqueta.

-          No lo digas dos veces que te tengo aquí en medio hasta mañana. –respondí agitadamente.

Me tumbé encima de ella, la sensación de su cuerpo desnudo entrando en contacto con el mío me erizó todo, pude sentir como mi pezón se endurecía, y pedía atención. Ella era suave, su piel me acariciaba y encajaba perfectamente con la mía. Estaba tumbada entre sus piernas, me agarraban con firmeza, prácticamente pedían que la penetrase con algo. Suavemente la besé, ya me costaba por la rapidez en la que yo respiraba, todo aquello me superaba. ¡Era Helena! Mi profesora. Aquella mujer dura, firme. Desnuda a mi merced. No podía creérmelo, seguro era todo otro sueño, pero este iba a disfrutarlo de verdad.

La besaba con euforia y mucha sensualidad, sin prisas. Tenía que explorar bien esa boca, esos labios tan suaves como nunca antes había sentido. Agarré con mis labios el suyo inferior, para así suavemente succionarlo mientras lo acariciaba con mi lengua. Su respiración caía en mi rostro, sus manos descendieron por mi cuerpo hasta agarrarme por las nalgas obligándome a que moviera las caderas contra ella. Gimió demasiado fuerte al primer movimiento que hice.

-          ¿Helena? –escuché una voz lejana.

-          Mierda, está viniendo. –dijo Helena asustada-. No hay tiempo escóndete debajo.

Dicho esto me tapó con las sábanas esas gigantes y gruesas, ella se tumbó con las piernas en la misma posición que la encontré, abiertas y dobladas, solo que esta vez estaba yo en medio de ellas escondida y lo más estirada posible para que no se me viera.

-          Helena, ¿estás bien? –escuché que decía mientras entraba por la puerta.

Yo estaba asustada ahí debajo pero el olor de sus fluidos me desconcentró. Alcé la vista y ahí me encontré frente a esos labios que se veían apetitosos y húmedos. No pude evitarlo y suavemente los acaricié con mi lengua de abajo arriba llevándome conmigo muchos jugos suyos.

-          Siiiiii.. –respondió Helena demasiado nerviosa-. Puedes irte.

-          ¿Seguro? No me parece bien lo que está pasando últimamente. –que hombre tan pesado.

-          L..lo sée.. –jadeó por culpa de que nuevamente la acaricié con la lengua. Eso empezaba a gustarme.

-          Por favor, hablemos. –que insistente.

-          ¡NOOO! –chilló ella al yo succionarle uno de sus labios. Me reí por lo bajo, pero aquello me tenía tan excitada, me encantaría hacer que se corriese así.

-          Sí Helena, ¡ya va siendo hora! –el chico se estaba enfureciendo.

-          Ppp.. –Helena intentó oponerse pero mis succiones no la dejaban hablar. Le costaba suficiente controlar su respiración.

-          ¿Estás bien? Estás muy roja. –comentó el en un tono preocupado y más calmado.

-          Ss..ss..-gemió-. Sí.. –puso sus manos en mi cabeza empujándome para que parase.

-          Cariño, ¿quieres algo? ¿Una pastilla? –la embestí con la lengua como castigo de que el la llamase así.

-          Uuufff.. nn..no..no –gimió ella. Pero esta vez no me apartó me agarró de la cabeza y el cabello y me presionó más contra ella. Pude notar como movía sutilmente sus caderas.

-          Pues te comentaré como me siento yo, y como creo que podemos solucionar esto. –el chico empezó a hablar pero dejé de escuchar que decía.

Me concentre en meterle la lengua a Helena lo máximo que pudiera, que hasta me dieran arcadas de sacar tanto la lengua. Sus paredes me apretaban, no había entrado realmente, estaba en el agujero que me daba paso al interior, pero me costaba entrar, solo lo acariciaba. Que cerrado era.. no conseguía meter la lengua, como pude y sin que se notase acerqué un poco la mano para abrirme paso con un dedo. Se le escapó un gemido que pareció intentar ahogar.

-          N..na..nada, ssson retortijonnnes.. –protestó Helena disimuladamente.

El chico siguió hablando, yo tenía la mitad del dedo introducido en Helena, lentamente lo sustituí por mi lengua y se la metí toda. Pude notar como no gimió pero tenso todo su cuerpo y se dejó de escuchar su respiración unos segundos. Helena me apretó más contra ella, me costaba respirar y el oxígeno ahí debajo era demasiado caliente y agobiante. Un sabor muy fuerte a ella me llegó a la lengua… que bien sabía la tia.. seguí masajeando con mi lengua el interior de esa cueva, hasta que sentí nuevamente la tensión de su cuerpo y la presión en mi lengua, su contracción hacía más complicado mi movimiento dentro de ella pero seguí como pude hasta que noté aun mucho mas fuerte su sabor, me encantaba.

Lentamente sus músculos fueron destensándose, seguían teniendo ciertos espasmos pero cada vez estaban más y más relajados. Podría decirse que ella estaba satisfecha, en un modo distinto al habitual ya que el sobreesfuerzo de disimular mientras te estás corriendo no es precisamente fácil.

-          Cielo ve tu al salón, enseguida voy. –murmuró Helena, cosa que me dejó helada aunque estuviese ahogándome de calor allí debajo.

-          Vale amor. –y escuché el sonido de un beso. –la ira habría echo que saliese en ese instante de allí debajo, pero me controlé, ya buscaría mi venganza en otro momento, escuché los pasos alejándose.

Empezaba a marearme, no se si de lo que había escuchado o de la falta de aire.

-          ¿No sales? –preguntó Helena. ¿Me lo decía a mí? No tenía ni idea.

-          Te espero cielo. –que pesado era con los adjetivos de los cojones.

-          Estoy desnuda, date la vuelta al menos. –dijo ella coqueta, uff que rabia tenía.

Noté que se movía la cama y las piernas de Helena se alejaban de mí, yo estaba sudando por favor, menudos edredones tenía esa cama eran gordísimos. Al ella moverse un ligero aire me llegó, me supo a gloria.  Esperé unos segundos supongo en los cuales Helena se vestía.

-          Y.. ¿esta gabardina? –preguntó él-. No sabía que tenías una.. póntela.

-           Es nueva. –respondió ella algo tensa.

-          ¿Por qué está mojada? –no dejaba de preguntar.

-          Antes que he salido a recoger la toalla que se estaba secando fuera y me la he puesto. –seguía con voz nerviosa.

-          Póntela, me gusta. –puso voz sensual.

-          Emmm.. sí, claro.

Tardaron unos minutos no muchos, hasta que escuché a Helena hablar de nuevo.

-          ¿Vamos al salón?

-          Sí, detrás de ti. –dijo fingiendo ser galán.

Escuché el sonido de un golpe y un –Aaahh- de Helena. Me hervía la sangre.

-          ¡Seguro me has dejado el culo rojo! –protestó ella ya más lejos.

Esto si era una pesadilla, la peor. Si ella al menos hubiese sido neutra con él como me prometió a mi me daría igual lo que sucediera, pero ella le coqueteaba, eso me enfurecía y mucho más teniéndome a mi delante.

Fui a salir cuando escuché unos pasos que corrían en mi dirección. Me quede inmóvil.

-          ¿Dónde vas? –oí que chillaba Helena.

-          ¿Tú que crees? Precaución ante todo. –escuché que abría un cajón-. Antes de los niños quiero la boda. –dijo el riéndose. Oh que asco de hombre.

-          Cierto. –dijo ella.

Ahora mi sueño de Helena embarazaba se hacía más fuerte. La odiaba, le tenía asco en ese momento, me sentía defraudada, engañada, utilizada..

Escuché de nuevo que se alejaban, por lo cual salí, maldiciendo todo porque encima no tenía la gabardina.  Me puse los zapatos y una especie de batín que supuse que sería de él. Y cuando fui a salir por la ventana empecé a escuchar gemidos.

Dudaba en si iba a desmayarme, salí corriendo, bajo la lluvia rodeé la casa, y aquel lugar en el que antes me reí al verlo a él dormido ahora vi algo que solo hizo que llorase más. Ahí estaba ella apoyada en la mesa y el detrás follándola con una agresividad impresionante.

El rollo voyeur ya no me gustaba tanto. De golpe Helena alzó la vista mirando al frente y me vio.

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