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Aprendiendo Inglés XXII

en Lésbicos

-          ¿Se ha ido? ¿Nos ha dejado? –murmuró sorprendida-. Dónde narices está Laura. –comentó bruscamente a la subdirectora.

-          Ha pedido la baja, nos ha dicho que se iba.

-          ¿Cómo? ¿A dónde? ¿Hasta cuándo? –Helena hacía preguntas, yo tan solo miraba la carta, mis manos temblaban-. Claudia.. –se acercó a mí y me acarició la espalda.

-          M.. –Traté de hablar, mis labios temblaban-. Me ha.. –me costaba decirlo en voz alta-. Me ha abandonado.

 [*******]

HELENA

-          Todo tendrá una explicación, seguro. –comenté, en el fondo no podía ocultar que sentía cierta parte de felicidad de que se hubiera ido, era mi hermana y los últimos meses realmente nos volvimos hermanas y recuperamos eso de la familia pero Claudia era la chica ideal, el amor de mi vida, y aunque por mi culpa la había perdido, no significaba que no la quisiera, y tampoco debe decirse que Claudia fuera a romper nuestra relación de hermanas porqué era al contrario, gracias a ella recuperamos nuestra amistad, era una dulzura de chica.

-          ¡No lo entiendo joder! ¿Qué ha pasado? –chilló Claudia demasiado fuerte.

-          Por ahí se dice.. –escuché la voz de alguien, cuando me giré para ver quién era, era una de las mujeres de la limpieza del instituto.

-          ¿Qué? ¿Qué se dice? –pregunté rápidamente.

-          Que se enrolló con una profesora en el viaje. –pude ver como si a Claudia le clavaran un puñal en el corazón.

-          ¿Eso quién te lo ha dicho? –pregunté un tanto furiosa, Laura no era de esas, era muy fiel.

-          Cosas que se escucharon cuando volvieron del viaje. –respondió la chica un tanto nerviosa.

-          Perdona, no tienes la culpa. Gracias por decirnos lo que sabes. –me despedí de ella y me acerqué a Claudia.

Se lanzó a mis brazos ella sola, me apretaba tan fuerte que notaba la presión en mis costillas. Yo traté de corresponder ese abrazo lo más cariñosa que pude, quería que se sintiera a salvo en mis brazos, sabiendo que me tenía allí y que nunca la abandonaría. Hacía frio pero después de venir de la nieve, era soportable volver a la temperatura de 5-8º por las noches, aun así Claudia tiritaba, temblaba sin control, la abracé más fuerte de modo que mi boca y mi nariz quedaron encima de su cabeza, rozando su cabello. Su aroma, mezclado con un champú de TRESemmé hacían que todos mis sentidos se anularan, olvidando la vista, el tacto.. todo excepto el olfato, me quemaba por dentro. Sus brazos se fueron desenrollando de mi cuerpo hasta quedar a los lados de mi cintura. Ahí empecé a respirar por la boca, me estaba excitando demasiado y no era lo correcto pero mi cuerpo no podía evitar desearla.

-          Gracias.. –y me abrazó de nuevo. Esta vez era peor, su oreja quedaba en medio de mis pechos y su boca prácticamente encima de mis pezones. Empezaba a tener serias complicaciones, intentaba no respirar fuerte ya que los pechos se me moverían más, miré al cielo y puse mis manos sobre su cabeza, mis manos me pedían agarrarla y ahogarla entre mis pechos, hacerla mía ahí en ese parking frente a todas las cámaras, que el mismo conserje se pajeara viéndonos-. ¿Helena estás bien? –su voz me sacó de mis pensamientos-. Es que me estás apretando mucho.. –la solté de golpe, mientras pensaba no me había dado cuenta que estaba presionando su cabeza en mis pechos.

-          Perdona, ha sido sin querer. –respondí algo tensa.

-          Tranquila, lo sé. –desvié mi mirada a un lado-. Pero, me ha gustado. –primero mis ojos regresaron a mirarla a ella, luego fui girando la cara hasta quedar de nuevo frente a ella.

-          Eres preciosa.. –musité sin darme cuenta mientras le acariciaba la mejilla, ella sonrió tímidamente y agachó la cabeza un poco. Aparentaba mucho, era muy liberal y apasionada, pero era muy tímida, ella misma no se creía lo hermosa que era y eso es lo que más admiraba en ella, que no iba de chica que se cree la TOP esté donde esté, al contrario, trataba de pasar tan desapercibida que llamaba aún más la atención con su dulzura. Sus manos se retorcían y se presionaban con fuerza, eso me indicaba que estaba nerviosa, intimidada. Mis caricias en su mejilla no habían cesado, y aproveché de tener allí la mano para levantarle la cara de nuevo-. Cuanto más tímida te pongas más llamarás mi atención. –eso acabo de ponerla nerviosa y se removió un poco en el lugar, no pude evitar reír-. ¿Sabes? Los budistas dicen que cuando encuentras al amor de tu vida no te pones nervioso, ni tiemblas, ni nada de lo que creemos, al contrario, te relaja, te da paz, no sientes nerviosismo en absoluto, ni en el primer beso ni nada, ni adrenalina, nada de nada. Si tienen razón.. entonces no hay nada que hacer con nosotras. –eso ultimo de lo dije en broma para ver como reaccionaba, me encantaban esos juegos de intimidarla, en el viaje de esquiada, hacía todo el rato juegos de esos, pero por ese día ya había suficiente-. Bueno, ¿Nos vamos?

-          ¿Juntas? –preguntó aún más alterada pero en voz bajita.

-          Como tú quieras, pero si prefieres sola, prométeme que estarás bien. Pero si prefieres compañía para no pensar voy contigo. –a pesar de todo, sabía que esa noche se comería la cabeza y no dormiría bien con lo cual yo no tenía problema ninguno en ir con ella.

-          No sé.. –estaba realmente adorable tan confusa y nerviosa.

-          ¿Eso significa que quieres que vaya? –sonrió tímidamente y pareció querer asentir aunque no lo lograba-. Vale, iré. –respondí por mí misma ya que ella parecía darle vergüenza-. Iré detrás de ti.

Ambas nos metimos cada una en su coche, por suerte teníamos fiesta el resto que quedaba de la semana. Escuchaba en la radio la canción de Heathens – twenty one pilots. Cuando llegamos a su casa abrió la puerta grande a la entrada del recinto, luego íbamos lentamente por aquel largo camino hasta el centro del recinto donde tenía la casa, abrió la segunda puerta del garaje y allí metí el coche. Nunca supe si todos aquellos coches que había allí que eran muchos, eran suyos. Tenía un pedazo Range Rover, menudo monstruo de coche. Con ese coche solía transportar al caballo con el remolque, era el más cómodo para eso. Los otros coches eran espectaculares, pero le llamaban la atención dos que había cubiertos con una lona, eran deportivos por la forma que tenían, muy bajos y largos.

-          ¿Claudia, que coches hay allí cubiertos? –mis dudas no podían más y le comenté nada más salir del coche.

-          Míralo tú misma. –dijo mientras recogía las maletas de su coche.

Me acerqué lentamente y en la parte delantera en el morro, empecé a levantar la lona, a medida que destapaba se me aceleraba el cuerpo, era de color negro brillante, cuando finalmente destapé todo el morro y vi el caballo.

-          JO-DER. –solté la lona y me alejé-. ¿Es un Ferrari F12 Berlinetta? ¿Pero? ¿De dónde?

-          La familia de mi padre tiene mucho dinero y bueno digamos que a mi Tía, le encantan los coches entonces por Navidades cada año le regala un coche a uno de la familia, y cuando termina vuelve a empezar, pero tampoco te creas que son muy creídos, al contrario son unos buenazos, tienen un montón de centros para ayudar tanto a los animales como personas, les dan refugio y muchas cosas, pero se ha vuelto una tradición para mi Tía regalar un coche por Navidad. El Ferrari todavía no lo he usado, pero el otro es espectacular conducirlo.

-          ¿Cuál es?

-          Adelante. –dijo riendo. Me acerqué al otro e hice el mismo proceso.

-          ¿Un Lamborghini? ¡Santo cielo! –estaba atontada, ese era plateado.

-          Esta semana ya iremos a probarlos, tengo un recinto a las afueras para poder disfrutar de los coches. –yo feliz de que dijera eso.

-          ¿Y ese camión? –pregunté al ver a la otra punta del garaje a lo lejos aquel bicharraco gigante.

-          Es como una Caravana-camión, es para transportar los caballos, pero tiene una pequeña cocina, un par de camas y un baño, es para viajes largos, entonces los caballos siempre van atados y para descansar se sueltan y dentro tienen un espacio para poder moverse y así no estar en la misma posición mientras el conductor descansa. Es un lujo viajar con eso, tanto para ellos como para nosotros.

-          ¿Y tienes el carnet de eso?

-          Sí. –empezó a reír-. Me lo saqué, el mismo año que nos conocimos.

-          Veo que no has perdido el tiempo. –respondí con amabilidad, para su edad ya había hecho bastantes cosas.

-          ¿Tienes hambre? –preguntó un tanto nerviosa.

-          No mucha, pero nos conviene comer. –me encaminé tras ella en dirección al salón general.

-          Buenas noches doña Helena- escuché a Caroline-. Que alegría volver a verla.

-          Buenas noches, lo mismo digo. –respondí distraída observando como Claudia se besuqueaba con las perras, y ellas lloriqueaban de alegría.

-          ¿Qué desean para cenar? –preguntó Caroline.

-          Alguna cosa ligera. –respondió Claudia.

-          Hecho. –respondió desapareciendo del salón en dirección de la cocina.

-          ¿Nos vamos a poner cómodas? –preguntó coqueta, ella no se daba cuenta pero en su naturaleza hablaba de un modo coqueto.

-          Me he dejado la maleta en el coche.

-          Tranquila, te dejo algo. –me hizo una seña para que la siguiera.

Me dejó la ropa junto a una toalla en el baño por si quería ducharme, así lo hice. Aproveché en llamar a Laura pero no respondía, era todo muy extraño. Algo más debió ocurrir en el viaje. Le hice como unas 10 llamadas, y seguro Claudia también la estaba llamando, ella sabía disimular sus emociones bastante bien, pero sus ojos no podían ocultarse ante mí, veía su tristeza.

Después de cenar nos fuimos directas a dormir, cada una en su habitación. Me costaba dormir, con lo cual decidí ir a por un vaso de agua y refrescarme un poco. Escuché un gimoteo al pasar por enfrente de su habitación, no pude evitar detenerme a escuchar. Sin aguantar más abrí la puerta. Se hizo el silencio en la habitación, estaba echa una bola, encogida a más no poder, me daba la espalda, lentamente me acerqué y me senté al otro lado de la cama, poco a poco me acerqué a ella dentro de la cama, hasta acariciarle el brazo. Su respiración cobró vida de nuevo, escuchaba el llanto cortado, ese llanto que tratas de disimular.

-          Ven aquí.. –le dije en un tono muy cálido ofreciéndole mis brazos para que se aferrara a ellos. Así lo hizo, lentamente se dio la vuelta y me abrazó-. Seguro que volverá. –traté de consolarla, estaba siendo egoísta, no quería que volviera, si pero no, quería recuperar a mi hermana pero sin que ellas estuvieran juntas, es lo que tiene el amor, vuelve a uno egoísta.

-          Me da igual, lo que me ha hecho no tiene perdón. –ahí tenía razón, y ojalá fuera así, ojalá no volvieran.

-          Hey, ¿recuerdas lo que te dije con tu ex? Cuando te vi llorando aquel día. –respiré hondo-. No te sientas poca cosa sólo porque alguien no supo apreciarte. Simplemente, hay personas que no saben qué hacer con tanta perfección entre manos. –pude ver que esas palabras la fascinaron, se le iluminó el rostro.

Me abrazó más fuerte y así se quedó dormida, yo trataba de calmarme estaba aceleradísima, la deseaba tanto, estaba enferma por desearla en un momento así, pero es que toda ella me superaba, y tenerla sobre mi pecho durmiendo, abrazada a mi como en nuestro primer viaje a Londres, era maravilloso.

-          I love you.. –susurré mientras ella dormía. Y así después de liberar ese sentimiento, al fin logré dormir.

Por la mañana decidimos ir a probar los coches, todo fue espectacular, hicimos carreras, juegos y muchas cosas.

Por la tarde quería ir a casa a buscar unas cosas mientras Claudia iba a comprar algo en la ciudad, con lo que decidimos que me dejaría en casa, iría a comprar y volvería a por mí. Fuimos en el Range Rover, era el mejor para ir de compras. De camino a mi casa iba anocheciendo, se veía la puesta de sol, el cielo estaba hermoso.

-          Gracias. –musité cuando llegamos frente a mi casa.

-          No hay de que, no vemos aquí en dos horas. ¿te parece bien?

-          Sí perfecto. –respondí con amabilidad-. Hasta ahora. –me despedí saliendo por la puerta, al intentar abrir la puerta de casa no podía.

-          ¿Qué pasa? –preguntó riéndose, al menos eso la alegraba.

-          No puedo abrir. –respondí enrabiada con la puerta, ella bajó del coche para ayudarme.

-          Déjame las llaves un momento. –después de unos minutos logró abrir la puerta.

-          Uff muchas gracias, llamaré a cerrajero, no puede ser que vaya así. –ella parecía despistada, me observaba mucho, ese día la veía contenta.

-          No hay de qué. –me respondió con tanta dulzura que no pude evitar atraparla por la cintura y acercar mis labios a los suyos sintiendo un leve roce, sintiendo su respiración cálida agitarse, sus manos temblar y sus ojos cerrarse indicándome que deseaba más.

Gracias a todos mis lectores por seguir leyendo mis relatos.

Perdonad la tardanza, en estas fiestas navideñas uno esta muy ocupado.

Os deseo un feliz 2017.

Saludos desde España.

Lady.

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