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¿Qué es el infierno? 2

en Lésbicos

-          Eres preciosa. –murmuró con afecto. Me sonrojé de inmediato. Sus manos estaban en mis muñecas, intentaba separarlas de mi cuerpo-. Perdona por mi intrusión, mejor salgo. –intenté reaccionar pero ya había salido por la puerta.

Minutos más tarde entraron mis padres, yo ya estaba vestida y lista para el concierto.

-          Mucha mierda cariño. –murmuró mi padre mientras me daba un beso en la frente.

-          Arrasa con ellos. –me sonrió mi madre y salieron de la habitación y yo salí tras ellos.

Me dirigí en busca de mi saxofón y fui al escenario a sentarme en mi lugar. Cuando ya habíamos ensayado dos o tres canciones escuché su voz a mis espaldas. Me volteé lentamente y allí la vi, junto al arpa que parecía ser su instrumento. Ella no parecía haberme visto, hablaba con sus compañeros felizmente, el director indicó el comienzo de la siguiente canción, yo me limité a observarla mientras tocaba, sus manos finas acariciando esas cuerdas, se veía tanta delicadeza, tanta perfección en unas simples manos, al subir la vista a sus ojos me percaté de que me miraba con una sonrisa, posiblemente observando mi rostro al ver como tocaba. Rápidamente volví mi vista al frente y entonces me sentí arder, que vergüenza toda la orquestra me estaba mirando, al distraerme no había estado tocando y rompí toda la canción. El director llamó de nuevo la atención de los músicos y empezamos de nuevo la canción.

Después de esa canción salimos del escenario a la espera de que el público entrara en la sala.

Una vez dentro entramos nosotros y ocupamos nuestros lugares, fue un concierto precioso pero mi mente no podía sacarse esas manos de la cabeza.

-          ¿Estás bien? –preguntó la doctora al terminar el concierto-. Te veo un poco ausente, ¿te sientes bien? –asentí nuevamente-. Mejor te dejo, creo que no soy bienvenida contigo. –se dio la vuelta.

-          Perdona. –murmuré con dificultad, aclaré mi garganta-. No sé qué me ocurre. Ha sido un día complicado.

-          Lo sé. –me acarició la mejilla, sus manos eran aún más suaves de lo que había imaginado-. ¿Cuántos años tienes? –preguntó con interés.

-          Veintiuno, bueno.. hoy ya veintidós. –sonreí tímidamente.

-          ¡Es tu cumpleaños! Felicidades. –me abrazó y un olor delicioso invadió mi ser, mis manos rodearon su cintura y sin darme cuenta la presioné contra mí, deseando que ese olor permaneciera siempre conmigo.

Después de eso se despidió de mí dándome dos besos con simpatía. Volví a casa con mis padres, era más rápido y tranquilo que ir en el autobús.

Estuve durante días en casa descansando, me encontraba mal, tenía sudores y náuseas constantes.

Escuché pasos que se acercaban a mi habitación y golpearon en la puerta.

-          Chloé, ¿puedo pasar? –escuché a Jana al otro lado.

-          Sí claro, pasa. –la invité.

-          ¿Cómo te encuentras? –preguntó sentándose en la cama a mi lado.

-          Bueno.. no muy bien pero ya se me pasará. –intenté sonreír.

-          Esta noche salimos. –me tapó la boca con el índice antes de que interrumpiera sus palabras-. Se que no estás bien pero te ayudaré a que eso mejore, créeme. –por alguna extraña razón creí en sus palabras.

-          Está bien. –hice una mueca de desesperación y ella sonrió con entusiasmo, sus dientes tan blancos me incomodaban y su sonrisa parecía devoradora.

-          Vale pues, te duchas y yo te espero abajo ¿Si?  -asentí a modo respuesta y ella se fue de la habitación.

Una vez ya estuve lista me reuní con ella en el salón principal, hablaba con mis padres naturalmente, ellos confiaban en ella igual que todos.

Mientras nos dirigíamos a algún lugar del cual todavía no sabía el paradero me dedicaba a observar la luna, estaba radiante, nunca la había visto tan grande ni tan cerca de nosotros.

-          ¿Te encuentras mejor?  -me preguntó apoyando su mano en mi pierna, mi corazón se sobresaltó.

-          Sí. –murmuré temblorosa, no entendía por qué me ponía tan nerviosa, era Jana la misma de siempre, pero su contacto me intimidaba.

Llegamos a un restaurante bar italiano que por la noche se ambientaba con música y en el exterior de él había unos chill outs muy acogedores en los cuales nos acomodamos rápido.

El camarero se nos acercó para ofrecernos bebida, yo dudé en tomar alcohol pero Jana me convenció y nos cogimos dos vasos de whisky. Tras bebernos la primera copa, observé a Jana seguir a alguien con la mirada y con una sonrisa inmensa.

-          Hola guapa. –escuché esa dulce voz y al mirar a mi izquierda la vi, me sentía tonta observándola sentada mientras ella estaba de pie, me sentía hipnotizada.

-          ¡Kate! Qué alegría verte. –respondió Jana a su saludo y dándole dos besos. Así que se llamaba Kate.. la Doctora Kate. Segundos más tarde pareció ver que estaba allí.

-          Y hola.. –pareció dudar-. Mm… No sé tu nombre..

-          Chloé. –respondió Jana al ver que yo no respondía a su pregunta.

-          Bonito nombre, me gusta mucho. –sonrió sentándose a mi lado y dándome dos besos, instantáneamente su olor me invadió de nuevo, igual que la última vez. Mis nervios aumentaban, nunca antes había sentido curiosidad por nadie pero ella me confundía, lograba lo que nunca antes había sentido ni conocido.

Empezaron a hablar, cuando llevábamos varias copas decidimos ir a la discoteca, ellas tenían grandes deseos de bailar. Allí me encontré con mi hermano y sus amigos, cuando Jana y mi hermano se pusieron a bailar juntos, Kate bailaba con uno de los amigos yo aproveché para salir a tomar el aire.

Qué placer sentí al respirar aire puro, el olor de la noche y la tranquilidad.

Algo que me tocaba el hombro me alertó y tenso de nuevo, pero la tensión no era nada en comparación a cuando vi que quien me tocaba era la doctora.

-          Aa..mm.. –intento fallido de hablar, tan solo me dejé en ridículo.

-          Sabes, eres muy dulce cuando te pones nerviosa. –eso si era cruel. ¿Quién le dice a alguien que está nervioso que se pone más bonito al ponerse así? Eso solo lo empeora-. Y dime, ¿tienes novio? –preguntó retirándome un mechón de pelo de la cara.

-          No.. –solo deseaba que la tierra me tragara en ese momento-. Mis padres.. bueno, nunca… -no pude terminar la frase.

-          ¿Nunca has estado con nadie? –se sorprendió.

-          Nunca. –me ofendí por su reacción.

-          ¿Y besos?

-          Tampoco. –eso si pareció enloquecerla. Si era extraño con veintidós años-. Mis padres me han advertido tanto que al final me da miedo hacerlo. –murmuré temblorosa.

-          Eso es bonito, ¿pero no te mueres por probarlo? –mi respiración se agitó, si me moría por probar, pero por probar los suyos, me sentía tan extraña.

-          Supongo que sí. –respondí.

-          ¿Supones? –se acercó a mí-. Eso se tiene claro o no. –mi corazón superó el límite de pulsaciones permitidas.

Se acercó todavía más, hasta que pude sentir su respiración en mí, eso me hico perder toda cordura en la cual había estado sumergida por veintidós años, cerré los ojos, deseaba probar eso, probar sus labios. Su beso no llegaba nunca y de pronto sentí sus labios en mi cuello. Gemí vergonzosamente y me cubrí la boca con mi mano. Su olor se hizo más intenso, me estaba desesperando, no sabía lo que quería pero quería algo, todo en ella lo quería. La separé de mi cuello y me abalancé sobre el suyo, lo succioné con ansias hasta que de pronto sentí su pulso en mi boca, me agité nerviosa y sin control, un profundo y terrible dolor me invadió la boca, esta vez gemí del dolor. Mis dientes parecían reventar entre ellos y sin darme cuenta hundí mis dientes en su cuello hasta que sentí la sangre invadir mi boca, eso era éxtasis, apenas succionaba la sangre entraba sola en mi boca y yo tan solo me dedicaba a saborearla.

Un profundo golpe me separó de mi trance y perdí de vista a Kate para ver a Jana frente a mí.

-          ¿Qué ha pasado? ¿Y Kate?

-          Tu hermano se encargará de ella. –su respuesta me confundió.

-          ¿Qué.. es esto? –sentí agujas en mi boca y con temor acerqué mi mano a mis dientes, di un paso atrás asustada al sentir unos colmillos, al acariciarlos con mi lengua me la corté, eran terriblemente puntiagudos-. ¿Y esto? –vi mi pecho lleno de sangre.

-          Chloé, cálmate. –me acorraló entre sus manos-. Eres un vampiro.

****

Continuará

Muy buenas a todos, aquí el segundo episodio de esta saga.

Espero que os guste.

Saludos desde España.

(Siempre dispuesta a recibir vuestros mensajes)

Lady.

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