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Aprendiendo Inglés XIV

en Lésbicos

-          C..co.. –respiré hondo-. ¿Cómo que hermanas? –miré con odio a Laura y después a Helena.

-          Yo te lo explico, pero cálmate antes por favor. –dijo con un tono nervioso Laura.

-          Hermanastras de hecho, digamos que nuestra madre tuvo su aventurilla y salió ella. –comentó Helena con cierto rencor. Por eso no pude notarlo en sus apellidos ya que solo conocía su primer apellido, que era de cada padre.

-          ¿Por qué no cierras la boca? –Laura estaba enfureciéndose.

-          ¿Alguien puede explicarme de una maldita vez que cojones pasa? –estaba desatada.

-          Dice la verdad. –murmuró Laura.

-          ¿Qué? –no pude entenderla había hablado muy flojo.

-          Es cierto todo lo que te ha dicho.. –pensó sus palabras-. Helena.

-          ¿Queréis venir a casa a cenar y lo hablamos? –comentó el novio.

-          Claro. –respondió Laura.

-          Mmm.. –yo no tenía respuesta, bueno si pero no sabía cómo rechazarla. Me negaba a volver a aquella casa-. Yo.. no creo que sea buena idea.

-          Quizá mejor un restaurante. –respondió Helena, al menos ella estaba de mi lado en aquella decisión.

-          Claudia. –escuché que me llamaba Laura-. ¿Y si vamos a tu casa? –hice gesto de intentar responder pero no lo logré-. Allí tienes espacio y mucho, podemos hablarlo a solas y con calma. –Laura hablaba.. dulce, Helena no sabía lo sucedido en mi casa, no sabía si habríamos dormido juntas, si habríamos echo el amor, ella no sabía nada. Que tampoco ocurrió nada, pero igualmente yo sentí que la traicionaba.

-          Si va a estar incomoda mejor no. –respondió Helena. Ese día me estaba sorprendiendo más de lo normal, y no solo porque estaba de mi parte, si no porque parecía querer evitar estar cerca de mi.

-          Bueno vamos si. –suspiré-. A mi casa.

-          ¿Puedo ir contigo? No he venido en coche. –comentó Laura rodeando mi coche para entrar por el otro lado.

-          Si.. –respondí poco emotiva-. Supongo que sí. –eso último lo dije en un tono que no pudo percibir.

Helena observaba aquella escena con odio, aunque trataba de disimularlo.

Helena era demasiado, fuerte a simple vista, la típica persona que esconde todo, es más la típica persona que ha sufrido mucho, y por alguna razón ya no confía en nadie.

En nadie, excepto yo. Eso me hacía sentir la persona más especial del mundo.

De camino le envié un mensaje a Caroline de que fuese preparando la mesa para los invitados, y por si acaso un cuarto para los huéspedes.

Al llegar teníamos el salón principal preparado para la cena. Laura ya conocía la casa, pero Helena estaba fascinada, y el novio dejaba un rastro de babas por el camino.

-          Si quieres voy por un cubo. –comentó Laura riendo mientras miraba al chico embobado.

-          Eh.. Bueno, quizá si. Esto es... demasiado. –se trababa mucho intentando hablar, se notaba que estaba distraído.

-          Señores. –se presentó Caroline formalmente-. Les muestro donde está el servicio para así lavarse. Si también desean pasar aquí la noche les tengo preparada una habitación. –dicho esto la siguieron y desaparecieron tras ella. Yo me quedé sola con Laura.

-          Claudia. –me miraba con atención-. Quería decírtelo, no sabía como, pero no era mi intención ocultártelo.

-          Laura yo.. esto es muy grave, esta situación va a ser de lo más incómoda.

-          Lo sé. –hizo una pausa-. Se que te gusta Helena, pero también se que te gusto yo y lucharé porque solo me quieras a mi. –sus palabras en parte me enamoraron, al ver como lucharía por mi, pero a su vez me daba miedo.

-          Sí.. –agaché la mirada.

-          -hizo un sonido como de negación-. ¿Qué dije yo acerca de agachar la mirada? –me reí involuntariamente, con una risa nerviosa-. Eso esta mejor, pero mírame.

Seguía mirando al suelo, estaba nerviosa, todo aquello era demasiado, no podía superar tal chasco. Necesitaba meditar, aclararme. De una manera muy dulce sentí su suave mano acariciar mi mejilla y rodearla con ternura a la vez que me obligaba a levantar la vista.

Cuando nuestros ojos entraron en contacto, posó su otra mano en mi otra mejilla, así teniéndome atrapada. Mi corazón estaba desbocado, palpitaba arrítmicamente, mi piel se erizaba muy lentamente. Cuando unas voces me sacaron de ese trance tan especial.

-          ¿De verdad nos podemos quedar a dormir? –murmuró él.

-          Sí, por supuesto. –estaba tan despistada que ni sabía lo que había dicho. Recibí un codazo de Laura.

-          Siéntense por favor, enseguida llegará la cena. –comentó Caroline.

Nos acomodamos en la mesa, Laura a mi lado, en frente suyo el chico, y delante de mí Helena.

Empezamos a cenar, hablaban entre los tres pero yo seguía pensando en las palabras de Laura, también pensaba en las de Helena de que iba a buscar la manera de reconquistarme. Tenía a dos personas, mejor dicho a dos hermanas, locas por mí, y lo que era peor, yo loca por las dos.

-          Claudia. –su voz me hizo volver-. ¿Estás bien? –pronunció Helena en un tono más dulce de lo habitual, su rostro mostraba preocupación. Sus ojos estaban envueltos de un tono grisáceo, habían perdido su color, pero seguían siendo espeluznantes. Mi piel se erizó de nuevo. Me quedé pensativa observando sus labios. Dios mío, los deseaba, en ese mismo momento, deseaba rodear la mesa y besarla con euforia y a su vez con mucha ternura.

-          ¿Claudia? –esta vez la voz de Laura me sacó de esos deseos. Regresé mi mirada a esos ojos que se veían grises por la preocupación, ignoraba a Laura. Helena torció un poco la cabeza tratando de entender mis pensamientos.

-          Estoy bien. –respondí mientras seguía mirando a Helena, ella frunció el ceño, no me creía, ella ni ninguno de los tres pero Helena parecía desear algo más.

-          Oh mira, ya viene la cena. –respondió el chico tratando de romper el hielo.

-          Sí, mejor vamos a cenar un poco, estás muy pálida. –dijo Laura acariciándome la mejilla con los nudillos, creando una incomodidad muy desagradable en Helena.

Cenamos bastante bien.

-          ¿Desean algo más? –preguntó Caroline.

-          Saca el ballentines. –respondí mirando a Helena.

-          Ahora mismo. –respondió mientras se retiraba.

Nos trajo la bebida con copas grandes con hielo.

Nos sirvió a todos.

-          Bueno cuando queráis podéis comenzar con la historia. –comenté dando un largo trago. Helena me miró con cara de –cálmate-.

-          Bueno. –dio un trago Laura-. No se por dónde empezar.

-          Yo vivía con mis padres, pero estaban pasando una mala racha. –empezó Helena-. Mi madre buscó un nuevo trabajo, entonces lo conoció a él. –dijo en un tono de asco al mencionarlo-. Era su jefe, un hombre bastante explotador, una noche en la cual mi madre trabajaba hasta tarde, por lo visto sucedió algo entre ellos, mi madre llegó borracha a casa, muy despeinada y mal vestida. –hizo una pausa-. Mi padre debió imaginarse lo que pasaba, yo tan solo tenía 8 años por lo cual no sabía mucho. –dio un trago ahora ella-. Con los meses me dijeron que iba a tener un hermanito o hermanita, mi padre se fue de casa un tiempo enfadado dejando sola a mi madre, aquel asqueroso hombre la despidió. Estaba sola, la escuchaba llorar cada noche. Cumplí los 9 años sin mi padre en casa, no sabíamos nada de él. A los pocos meses dio a luz a Laura, estaba feliz por tener una hermana, alguien que me hiciera compañía sin mi padre. Mi madre seguía mal, aun transcurridos varios años. Hasta que mi padre regresó, la había logrado perdonar, mi madre estaba feliz nuevamente. Pero mi padre odiaba a Laura, le recordaba todo lo malo, a veces discutían sobre eso. Yo poco a poco me distancié de ella. Solo podía ver que ella era la culpable de todo eso, de romper mi familia, de entristecer durante años a mi madre y perder otros a mi padre. Con el tiempo entendí que ella no era la culpable, pero mi dolor ya estaba clavado en mi interior. Jamás volvimos a ser las mismas, de todos modos Laura era muy pequeña, apenas recuerda buenos momentos conmigo. –su voz era neutra, pero podía ver en sus ojos como hacía un gran esfuerzo para no mostrarse débil-. Luego ya con los años se sumaron más problemas entre nosotras, aunque lo bueno fue que mi padre la acabó aceptando y queriendo como a una hija, pero ya habían fundado en mi el rencor y no pude superarlo.

Todos escuchábamos atentos esta historia. Pude ver como Laura nunca la había escuchado de ese modo, como parecía ser la primera vez que la oía. El novio puso un brazo encima de Helena dándole un apoyo.

-          No sé qué decir. –respondí milagrosamente, mi voz estaba desaparecida en mi garganta.

-          Tranquila da igual, ya esta todo dicho, todo lo que sucedió después entre nosotras ya fue causa de odio que nos teníamos, nos hicimos la vida imposible, cuando una tenia novio, la otra se lo tiraba, con las amigas igual, hicimos muchas cosas que nos hicieron demasiado daño.

-          Hasta que llegó ella. –comentó Laura interrumpiéndola.

-          Sí. –respondió Helena.

-          ¿Quién es ella? –pregunté curiosa.

-          Conocimos a una chica que veraneaba aquí, era alemana. Muy hermosa. –eso creaba celos en mí-. Pareció haber un flechazo entre nosotras, pero apenas nos entendíamos. Hasta que un día en casa, llegó Helena y se conocieron. –hizo una pausa-. Como ya sabes Helena sabe alemán, por lo cual crearon buenas migas enseguida.

-          En general, me enamoré de ella. –mi corazón recibió la puñalada más fuerte jamás recibida, no sabía ni como podía seguir latiendo-. Ella no podía hablar con nadie más que conmigo, éramos inseparables. Le enseñé poco a poco hablar castellano, era muy graciosa, pero no me di cuenta de que eso hizo que empezara a hablar más con Laura.

-          Sí, empezamos a establecer un vínculo más fuerte, yo también estaba enamorada de ella. –estaba realmente muy celosa, aunque no me dolió tanto saber que Laura la amaba, me dolió más al saberlo en Helena-. Pasaba mucho tiempo en casa, cada noche escuchaba a Helena como la follaba con ganas, escuchaba los gemidos de la persona que me tenía enamorada, y no era yo quien se los proporcionaba. –eso de algún modo me resultaba familiar, no pude evitar mirar a Helena-. Jamás había visto tan enamorada a Helena, tan entregada, era azúcar en estado vivo, muy dulce. Yo en cambio era infeliz, y gracias a eso la alemana se preocupó más por mi. Hasta que empezó un romance conmigo mientras estaba de relación con Helena. Yo lo sabía pero Helena no, hasta que un día nos encontró en su propia habitación follando con los juguetes suyos. –dijo refiriéndose a Helena-. Vi como se le rompía el corazón, como si tuviese rayos X, me sentí la persona más miserable del mundo, no era la primera vez que nos levantábamos la pareja, pero jamás antes habíamos estado enamoradas.

-          Muy bonito esto. –murmuró el novio cobrando vida ya que estaba ausente todo el tiempo, Helena le dio un codazo.

-          Insensible. –murmuró Helena-. Pero da igual, es pasado. –comentó fría.

-          No lo es. –me miró a mí-. Jamás he vuelto a ver a aquella Helena, siempre desde que tengo memoria Helena era fría, debido a todo lo que sucedió, primero el odio entre sus padres, luego su padre la dejó de lado cuando empezó a quererme a mi también, la familia la trataba mal a ella porque me odiaba, todo siempre se lo comió ella y cuando al fin recuperó su dulzura yo se la quité nuevamente. –comentó Laura triste.

-          Lo entiendo. –respondí mirando a Helena que daba un trago gigante acabándose todo el vaso.

Rellené las copas. Mientras no dejaba de pensar en Helena. Laura era dulce, amorosa, cuidadosa, todo. En el tiempo que llevaba se apoderó de todos en la escuela. Embaucaba con su felicidad. Todo el mundo le prestaba atención a ella. Podía sentir el dolor de Helena.

Seguimos bebiendo, esta vez hablaba el novio sobre su familia y sus hermanos que tampoco se llevaba bien.

Les mostré la casa, para finalizar el establo. Entraron Helena y el, cogidos de la mano. Helena me miraba de reojo de vez en cuando. Les perdimos la pista, ya que iban más rápido. Laura me frenaba, para alejarnos. Cuando me agarró la mano y me llevó vuelta atrás hacia la entrada del establo. Me llevó delante del coche de ‘golf’.

-          Me he dejado el móvil. –murmuró buscando entre los asientos-. Ayúdame a buscarlo. –me acerqué a ella y busqué a su lado, tenerla así en frente, su respiración cálida me acariciaba el rostro y moría en mi pecho. Saqué mi móvil con la idea de llamar al suyo y así lo hice, se agachó aun más y lo encontró-. Gracias.

-          No hay de que. –respondí temblorosa.

Estábamos a cuatro patas una en frente de la otra medio metidas en el coche, ella acercó sus labios a los míos, hasta el punto de notar el aire que expulsaba su nariz, tenía mis ojos entreabiertos. Su cercanía me estaba poniendo a mil, olvidé todo, que Helena estaba allí, la historia y todo. La deseaba, después de la otra noche, deseaba conocer sus besos, necesitaba que me acariciase con su lengua. Poco a poco ella se acercó más, cerré mis ojos, no veía nada, tan solo prestaba atención. Sus labios empezaron presionarse contra los míos. Inmediatamente una oleada de flujos salió de mi interior. Me aparté bruscamente y salí de allí hasta quedar en la parte delantera del coche, de espaldas a el mirando la nada. La escuché acercarse lentamente, como esperando mi aprobación. Se acercó y su mano me cogió por la nuca, sin querer eché la cabeza hacia atrás perdiendo levemente el equilibrio, eso hizo que su otra mano se posara en mis riñones, justo encima de donde empezaba mi pantalón. Una brusca palpitación se creó en mi zona íntima, mi clítoris estaba más sobresalido de lo normal, mi interior se contraía rápidamente, y mis flujos iban saliendo sin control.

Lentamente me besó de nuevo. Sin lengua, tan solo conociéndose nuestros labios. No sabía decir si palpitaba más rápido mi corazón o zona que estaba ya empapada, haciendo que notase como traspasaba a mis pantalones. Cuando introdujo su lengua en mi boca, mi cuerpo falló de nuevo, metió una pierna suya entre las mías y su mano en mi nuca fue a parar a mi espalda. La escuchaba agitadísima, parecía perdiendo el control. Luchando contra sus deseos más oscuros. Sin más me agarró las nalgas casi levantándome del suelo, parecía querer explotarlas como a un globo. Gemí en su boca. Eso la excitó aun más. Me apoyó contra el capó del coche, y lentamente me empezó a devorar el cuello, de arriba abajo, de un lado al otro. Suerte de estar apoyada en el coche y con su pierna entre las mías, si no habría caído al suelo. Cada succión que me daba sentía mi corazón fallecer, apenas respiraba a pesar de estar agitadísima, mi cuerpo estaba aprisionado por el suyo, hacía fuera contra mí, se escuchaba el coche haciendo un vacío en el capó de doblarse y desdoblarse. Me subió la camiseta por encima de mis pechos, y lentamente succiono cada parte de ellos que le dejaba ver el sujetador, lo retiró un poco doblándolo hacia abajo y succionó mi ya excitado pezón. Sacándome de dentro un gemido demasiado débil. Eso hizo que se emocionara más. Sentía mi cara arder, estaba sobrexcitada, sentí mi orgasmo arrasarme anunciando su llegada, no podía aguantar, succionaba tan fuerte que no podía soportarlo.

-          Dios mío Laura. –jadeé-. Voy a correrme. –mi voz jamás la había escuchado tan débil. No tenía autoridad ninguna, apenas se escuchaba. Ella aceleró su boca succionando, y su lengua dando golpes contra ese gigante bulto que sobresalía de allí-. Ohhhhhhhh.. –mi voz tembló mientras salía mi orgasmo, no podía silenciarlo, era eterno y a la vez algo entrecortado, era la corrida más larga que había tenido, no cesaba, hasta que sin aguantarlo más me restregué contra su pierna creando el chillido final mientras me agarraba fuerte de su cabello.

-          Joder. –suspiró-. ¿Siempre eres así de sensible? –dijo muy sofocada. Le costaba respirar, era de noche pero podía ver un tono más fuerte en su cara que a la luz se vería rojo. Seguía deseando más, ella sobretodo que estaba prácticamente gimiendo de deseo. Me incorporé para cambiar de posición.

-          Aquí estáis. –escuché decir al chico, menos mal que nos separamos anteriormente.

-          Sí. –respondí salvando a Laura que apenas podía pronunciar palabra.

-          Estoy muy cansada, ¿Podría ir a dormir ya si no os molesta? –comentó Helena en un tono disgustado.

-          Sí.. –la miré sin comprender-. Claro, como tu estés mejor. –traté de sonar amable y dulce pero seguía con la respiración agitada.

-          Aguafiestas. –comentó él-. Pero bueno yo me iré con ella.

-          Okey, pues volvamos a dentro. –subimos al coche y nos dirigimos a la casa principal, al llegar fuimos directos a las habitaciones.

-          Buenas noches. –dijo Helena sin mirarme mientras entraba en la habitación.

-          Buenas noches chicas. –dijo él entrando tras ella y cerrando la puerta.

No pude responder, me sentía extraña. ¿Qué había hecho? Había caído en sus brazos, no podría explicar aquella situación, porque me gustaban las dos, para nada deseaba hacerles daño, en absoluto, yo no era así, me lo habían hecho y sabía lo que era, por lo cual no quería, me hacía daño a mi, pero no podía hacer nada, podía alejarme de ellas sí, pero a la mínima que se me acercaban caía rendida sin pensar, sin tener autocontrol. El poder que ejercían esas hermanas sobre mí no era natural, era muy poderoso.

-          Laura, mejor que durmamos separadas. –dije señalando la habitación de Helena.

-          Sí. Lo entiendo. –comentó triste.

-          Puedes dormir en esta. –estaba más lejos que la de Helena ya que iba la mía primero, la segunda estaba ocupada ya por la pareja y la siguiente era la de Laura, podía irse a otras pero esa era la más cercana libre.

-          Gracias. Buenas noches. –me dio un beso muy cerca de los labios. Me agobié muchísimo, decidí volver al salón.

-          ¿Qué pasa Claudia? –comentó Caroline.

-          Estoy hecha un lío. –murmuré poniéndome las manos en la cara y frotándola de arriba abajo.

-          Cuéntame. –dijo muy paciente. Le expliqué hasta ese punto todo lo sucedido, hasta lo ocurrido en el coche y las buenas noches-. ¿Cuál es el principal problema?

-          Que me gustan las dos. –dije deprimida.

-          Hasta el momento te gusta más Helena por lo que has dicho. –intentaba aclarar parte a parte.

-          Sí. –suspiré-. Bueno no lo sé. Ahora ya no lo sé. He sentido algo muy fuerte ahora con Laura, en el coche.

-          ¿Entonces?

-          De verdad no lo sé. –estaba frustrada-. Cada una tiene un motivo especial por el cual quedarme con ella.

-          Dímelos. –seguía en un tono muy calmado.

-          Laura.. yo se que si acabo con ella, tendré una vida muy romántica, calmada, dulce, natural, duradera, muchas cosas que deseo locamente.

-          ¿Si tanto deseas eso cual es el problema? –me interrumpió-. Aunque tenga contras para que no estés con ella si eso que dices es tan importante el resto da igual.

-          Lo sé. Pero sé que ella sin mi seguiría adelante, con mucho esfuerzo, pero ella es dulce, cariñosa, pasional, todo eso que hace que cualquiera se enamore de ella.

-          ¿Y Helena? –preguntó antes de que me diera tiempo a decirlo.

-          Helena.. –suspiré-. Helena es en parte todo lo opuesto, ella es fría, distante, celosa, muy celosa.

-          ¿Y? –respondió al ver que no seguía hablando.

-          Pero, conmigo no lo es. –dije en un tono eufórico-. A mi me trata distinto, conmigo es la persona que no va cubierta de ninguna máscara, y es dulce, cariñosa, muy sexual. –dije riendo en las últimas palabras-. Pero, sé que ella sí que me necesita. Que ella no encontrará a nadie más, que su amor por mí es único. El de Laura también, pero su corazón esta limpio de dolor, eso le permite amar fácilmente. Helena no, Helena pasó de ser lo grande a ser lo ignorado, lo peor para su familia, a perder amores, a muchas cosas y a su edad he podido ver que soy la estrella que ilumina toda penumbra que han creado en su vida. En el fondo Helena tiene miedo a amar, se le nota, sabe que es su debilidad, yo soy su debilidad, jamás querrá a nadie como a mí, ni si quiera lo intentará.

-          Ahí tienes tu respuesta. –comentó acariciándome la espalda.

-          No. –hice una pausa-. ¿Cómo sé que funcionará? ¿Cómo se que no me hará daño de nuevo? Si la elijo y me traiciona perderé a Laura para siempre. En cambio, Laura jamás me traicionaría, pero si la elijo a ella no me podré perdonar nunca dejar a Helena, la duda de si hubiera funcionado, el terror de haberla abandonado, solo yo puedo revivirla.

-          No se me estás confundiendo a mí y todo. Ni yo sé quién escoger. –comentó dudosa y empezando a perder la calma-. Escúchame. Sigue así, debes seguir aguantando un poco más y llegará un momento que sabrás seguro cual se quedará para compartir su vida contigo. Ahora sentirás que juegas con ellas, pero te conozco, eres un ángel que vela por todo aquel que está a su alrededor. Cuidas todo animal que este en tus manos, los rescatas los cuidas, les das hogar, vives curando a la gente, animando a niños sin familias, cuidando a gente de la tercera edad, entreteniendo a niños discapacitados haciéndoles ver que pueden hacer lo que ellos quieran, que nada les impida lo que quieren ser. Todo aquel que algún día haya tenido la oportunidad de estar a su lado, es muy afortunado y a su vez alguien muy penoso por haberte dejado marchar. Cariño, es tu momento, una de ellas es el amor de tu vida, lo sé. Date tiempo a averiguarlo. –me dio un beso en la frente.

-          Gracias. –la abracé mientras unas saladas y calientes gotas rodaban por mis mejillas cayendo en sus hombros.

-          Ahora a dormir. Mañana será otro día. Y sobre todo recuerda eso, vales más que nadie, ya no existen personas como tú, no solo Helena no podrá olvidarte, si no nadie podría olvidarte jamás, todo aquel que haya estado contigo se seguro que se arrepentirá toda su vida de haberte perdido. –dicho esto se fue dejándome pensativa y a su vez animada. Tenía razón, me había abierto los ojos. Poca gente quedaba como yo, y sabía más que nadie que ninguno/a de mis ex, jamás pudieron superarme por muchas parejas que tuvieran seguían acudiendo a mí en busca de consejos sobre amor, sabiendo que cada vez que me veían su amor revivía.

Me fui a la cama feliz. Triste de tantos sentimientos pero con euforia. Nadie iba a derrotarme, era fuerte, única, invencible. Me dormí abrazada a mi manada, brotando algunas lágrimas de felicidad al saber que aquella manada estaba viva y feliz gracias a que les rescaté.

Amanecí muy cansada por las emociones, pero estaba dispuesta a arrasar con todo. Iba a descubrir cuál de las dos era mi amor. Con sumo cuidado de no hacerles daño, sin hacer nada extraño, tan solo conocerlas profundamente, conocer su mundo interior.

Era muy pronto por lo cual solo yo estaba despierta, bajé al salón, me senté observando el fuego de la chimenea como me calentaba. Vi el piano y decidí que iba a tocarlo, ya que el saxofón era demasiado ruidoso para tocarlo a esas horas.

Empecé a tocar: Chopin-Impromptu no. 4 in C sharp minor, Op. posth. 66.

Estaba sumamente concentrada en aquella melodía, me la sabía de memoria de haberla practicado tantas veces, pero nunca me cansaba de escucharla. El cielo gris, que estaba amaneciendo, la chimenea inundándome con su brillo, con su calor, con su danza. Cerré los ojos sin dejar de tocar. Cuando terminé, me levanté para volver a sentarme delante del fuego y admirarlo.

-          Oh. –exclamé sorprendida-. Buenos días.

-          Buenos días. –escuché su voz fascinada por la música.

-          ¿Te ha gustado? –pregunté mirando el piano.

-          ¡Me ha encantado! –respondió con alegría.

-          Que sería de esta vida sin música, cuando uno se acostumbra a expresar sus sentimientos a través de algo es fascinante, el poder de transmitir algo con sonidos, con melodías, con un conjunto de notas. Sientes una liberación, tocar es lo único que me hace olvidar el mundo, no pienso ni bueno ni malo, mi cabeza pasa a flotar a un paraíso que me resulta todo de color blanco, perfecto, indestructible. –decía todo esto con sentimientos.

-          Estoy de acuerdo contigo. –comentó fascinada-. La música es un placer exquisito, puede decirte como es una persona sin conocerla, te desnuda el alma. –sus palabras me llevaron al paraíso nuevamente, pero este paraíso era distinto, este tenía unos ojos azules, vivos a diferencia de la noche anterior, en ellos se reflejaba el dorado de las llamas, sentí en ese momento como una fuerza positiva, indestructible nos rodeaba, como si estuviéramos dentro de un campo de fuerza, creo que eso se llama felicidad. Pero lo malo de la felicidad es que suele ser temporal-. Veo que todos duermen. –comentó cambiando de tema.

-          Ehh.. sí. –no entendía nada.

-          Bueno vuelvo a la habitación, solo había bajado a por agua. –se retiró.

-          Helena, espera. –se detuvo pero no me miró-. ¿Qué pasa?

-          Ya estamos en paz. –dijo fría.

-          ¿Qué? –me estaba asustando, mi corazón iba acelerado sin control, sentía nauseas, tenía miedo, terror, mis sentidos me alertaban de algo malo.

-          Estamos igual. –hizo una pausa que me resultaba eterna y maldita-. Tú me viste, y yo también te he visto. –mi corazón se paró-. Y créeme prefiero ver hacerlo con un novio como tuviste que soportarlo tú a que tengas que ver como lo hacen con tu hermana. –me petrifiqué, la había perdido por completo.

**** 

Disculpad la falta de estos días, tomé el fin de semana para un viaje muy especial.

Por cierto, feliz Halloween atrasado.

Gracias a todos esos que me seguís, y que me comentais cada capitulo, os lo agradezco.

Saludos desde España.

Lady.

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