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Aprendiendo Inglés XXI

en Lésbicos

-          ¿Están todos los niños? –escuché que Laura hablaba con su compañera, que esta aprovechó rápidamente para agarrarla del brazo y hablar más cerca. Laura y yo habíamos discutido por culpa de esa chica, lo cual no estábamos en muy buen momento.

-          Sí guapa, he pasado lista, están ya todos dentro del bus. –respondió poniéndole ojitos, que rabia me daba, Laura en cambio se hacía la tonta, decía que esa chica no intentaba nada con ella. Decidí darme la vuelta y hablar con los chicos/as.

-          ¿Hará mucho frio lleváis ropa suficiente? –pregunté.

-          Yo llevo todo lo que tenía en casa. –comentó Karina riendo.

-          Uuuuhh tu que nunca has visto la nieve, te vas a helar ehhh. –comentó Federico.

-          Soy latina nada puede conmigo. –reímos todos.

-          Tttss ya me lo dirás cuando tengas las pestañas congeladas y estemos  a -10º bajo cero.

-          ¿Tanto? –puso cara de pez. Y reímos aún más fuerte.

-          ¿Helena que haces aquí? –escuché a mis espaldas que hablaba Laura.

-          Sustitución de última hora, me voy con el grupo de la esquiada… 

*********

+

CAPITULO XXI

-          ¿No había nadie más? –escuchaba como Laura se quejaba.

-          No, pero es perfecto sabes lo que me encanta esquiar. –Helena en cambio parecía ilusionada.

-          Sí.. lo sé. –respondió Laura desanimada.

-          ¿Estás viva? –reaccioné cuando vi unas cuantas manos pasando de lado a lado frente a mis ojos.

-          Estaba empanadísima. –empecé a reír.

-          ¿Qué es eso? –escuché como preguntaba una chica latina la cual no sabía su nombre.

-          Mm.. –pensé un rato ya que no sabía cómo explicarlo-. Es como.. ¿Nunca te has quedado mirando un punto fijo con la mente en blanco? Te quedas como atontado durante un tiempo indefinido. Creo que me he explicado. –me puse a reír reflexionando mis anteriores palabras.

-          Ah vale sí. –pareció entenderlo un poco.

-          Pues bueno a eso aquí en España le decimos estar empanado.

-          Anda empanada sube al bus. –escuché a Helena a mis espaldas acercándose-. Tu como profesora no te las arreglarías eh. –se pusieron todos a reír, yo en cambio aguantaba la risa para hacerme la ofendida, cosa que no resultó ya que terminé riendo.

-          ¿Cómo que vienes tú? –se escuchó a Federico tonteando, ligando con ella.

-          Sustitución de última hora, a saber que habréis echo para asustar a la otra profesora.. –nos miró a todos como si fuéramos muy malvados, a mí con más intensidad.

-          ¿Te gusta esquiar profe? –como siempre tenía a todos los chicos tras ella.

-          Hagamos una cosa, cuando estemos en lo alto de las pistas hacemos una carrera y allí verás si me gusta o no. –realmente le gustaba ser misteriosa.

-          Oooo.. –se escuchó un barullo fuerte de gente haciendo sonido de pelea pero en broma.

-          Así me gusta, eso es una buena profe. –John le guiñó el ojo.

-          Venga va subamos al autobús. –comentó Helena, yo me di la vuelta para observar a Laura, estaba apoyada en el autobús al lado de la puerta con una hoja en la cual marcaba todos los niños que subían, pero frente a ella estaba muy pegada su compañera, la que sabía que me daría problemas-. ¿Estás bien? –Helena se acercó a mí.

-          Sí. Supongo que sí. –respondí desanimada, y Helena echó un vistazo a donde yo estaba mirando.

-          Hey, relájate. –me acarició la espalda-. Es Laura, jamás haría nada de eso. –susurró muy cerca.

-          No estamos muy bien últimamente, no sé yo, es probable que duerman en la misma habitación, eso supone que cuando una se duche la otra este cerca.. –Helena me cortó dándome la vuelta y poniendo su mano en mi boca.

-          Tsss.. ¿Y cómo sabes que ella no piensa lo mismo de ti? –su pregunta me dejó pensando varios minutos.

-          Ya pero yo no tengo con quien.. –antes de terminar esa frase capté el mensaje, aunque debo decir que esa idea no entraba en mi mente-. Pero ella sabe que yo..

-          Ella sabe lo mismo que tú sabes de ella. –en eso tenía razón.

-          Puedo retrasar el bus 5 minutos, ve y despídete bien de ella, que estos viajes enfadados son los peores, ¿y si te pasa algo? ¿O a ella? Te arrepentirás mucho, o si bebe y acaba haciendo cualquier locura, o tú la haces, sea como sea es mejor estar bien la una con la otra. –su reflexión era muy buena, enfadadas había más probabilidades que sucediera algo que no queríamos que pasara.

-          Vale.. –puse tono de protesta como cuando a dos niños pequeños que pelean los obligan a darse un abrazo, pero en el fondo quería arreglarlo. Me acerqué a ella lentamente y cuando vio que lo hacía, le dio la hoja a su compañera y se acercó a mí. Ambas íbamos en dirección a los baños del instituto sin hablarnos todavía.

-          Claudia. –musitó cuando entramos al baño y cerramos la puerta.

-          Shh.. –la silencié con un beso apasionado.

-          Claudia. –me cortó rápido-. No me apetece.. –fruncí el ceño.

-          Vamos a estar una semana sin vernos. –protesté con tono de súplica y ella se apartó un poco más.

-          Lo siento, pero no.. puedo. –su lejanía me estaba irritando.

-          ¡Joder Helena! –grité más de lo necesario, acto seguido cerré la boca escondiendo los labios hacía dentro y me tapé con la mano, ella suspiró fuerte y se dirigió a la puerta con la intención de irse-. Lo siento, acabo de hablar con ella, y de decir su nombre hace poco me ha vuelto a salir..

-          Ese es el tema, que te vas con ella una semana. –comentó sin mirarme.

-          Y tú te vas con la otra. –le recriminé rápido.

-          Es distinto.. –parecía no tener excusa.

-          No lo es. Es más, entre tú y ella hay más que Helena conmigo. –era cierto-. Y lo sabes. –continué antes de que ella hablara.

-          Seguramente me arrepentiré pero ahora no me apetece, no estoy de humor. –hizo referencia a besarnos.

-          Okey, pues ya te desahogarás con ella. –abrí la puerta y me fui directa al autobús con paso firme, Helena me observó entrar al autobús pero no dijo nada, me dio mi espacio, acto seguido observó a Laura dirigirse al suyo.

Me acomodé en mi silla, todos me hicieron señas para que me sentara con ellos pero me excusé diciendo que me encontraba mal y quería descansar, con lo cual me senté sola, me puse los auriculares y empecé a reproducir música. Adoraba viajar con música, pero que solo yo la escuchara, me imaginaba cosas, escenas, pensaba con tranquilidad y eso me relajaba mucho. Pero no podía dejar de sentir ese nudo en mi garganta, esa incomodidad con uno mismo. Entonces vi a Helena acercarse a mí y me saqué un auricular.

-           Chicos/as estamos a punto de cruzar la frontera, os recuerdo desactivar los datos móviles. –entonces miré por la ventana y era cierto estábamos a punto de salir del país, con lo cual desactivé todo y solo dejé el Wi-Fi por si encontraba alguno durante el viaje.

Helena hablaba con el otro, que al ser viaje con alumnos adultos solo eran requeridos dos profesores.

Yo en cambio quería seguir sola, las veces que venían mis amigos a sentarse conmigo les decía que me encontraba mal y me dejaban sola de nuevo. Cuando al fin el autobús hizo la parada final, en el viaje habíamos hecho dos paradas, para que la gente fuera a los servicios, yo no bajé en ninguna, me limité a permanecer en mi sitio hasta la parada final que fue cuando el profesor Leonardo nos avisó de que recogiéramos todo y nos dispusiéramos a salir del autobús. El hotel que teníamos en frente era el nuestro, nada del otro mundo, ese hotel era de lo típico, nada extravagante. Al entrar en recepción esperamos mientras Helena y Leonardo hablaban con la recepcionista. Teníamos invadida la entrada del hotel, toda llena de maletas. Finalmente acabaron de hablar.

-          Muy bien, aquí tenéis las llaves. Son cuatro personas por habitación y en dos habitaciones habrá cinco personas. –empezaron a repartir llaves, cuando me fijé que repartieron todas las llaves solo les quedaba una, significaba que ambos profes dormirían juntos.

-          ¿Cómo nos ponemos? –preguntó Imma.

-          Nada de juntarse chicos y chicas. –afirmó el profesor.

-          Joder.. –protestó John.

-          Yo quiero dormir contigo. –Ana se juntó a mí, ella era una amiga mía de la infancia que ese año había venido a mí misma escuela.

-          Sí, sí así me puedo colar yo en vuestra habitación. –respondió su novio.

-          Ahora enserio aclararos. Hay que decidir. –habló Karina-. Vamos a ver las habitaciones. –al verlas nos dimos cuenta que las habitaciones de 5 eran muy pequeñas para tantas camas, habían añadido una cama de más en una habitación que realmente era de 4, empezaron a discutir con quien se quedaba la ‘pero’ habitación.

-          Chicos, ya está. Listo. –respondí zarandeando una llave en mi mano.

-          ¿De dónde la has sacado?

-          Mientras discutíais he ido a pedir una habitación más, la pago yo. –cogí una de matrimonio, Ana y yo dormiríamos solas.

Nos fuimos cada uno a su habitación, los chicos trataron de coger la habitación más cercana a la mía, por suerte estaba enfrente nuestro, o por mala suerte, quien sabe.

Ana, que me conocía muy bien me interrogó en la privacidad de nuestra habitación, decidí contarle toda la historia de Helena y Laura, nunca se la había contado.

-          ¿Qué tienes pensado hacer? –preguntó al finalizar.

-          No lo sé, pero Laura me tiene algo mosqueada, preocupada, asustada.. ni yo misma se cómo me siento.

-          Bueno mira, olvídate de ellas este viaje, tu ve a tu rollo, hemos venido a disfrutar. –con ambas manos dibujó una sonrisa en mi rostro estirando de la comisura de mis labios.

-          Sí, tienes razón. ¿Vamos a dar una vuelta?

-          Es tarde.. –fui a protestar pero respondió antes-. Así que nos tendremos que abrigar mucho. –sonreí con emoción.

-          Necesito una copa.. –suspiré-. O muchas.

-          Las que quieras. –y me dio un fuerte abrazo.

-          ¿Qué haremos, botellón o disco? –preguntó Ana.

-          ¿Mejor botellón no? –al ser botellón, que es beber en la calle reunidos con los amigos explicando cosas, jugando y riendo.

-          Entonces nos abrigamos bien.

Nos vestimos con anorak, botas gruesas, capucha peluda muy caliente, guantes y muchas cosas para taparnos. Llamamos a la puerta de los chicos que se vistieron rápido después de contarles nuestro plan. A media salida nos encontramos con Leonardo.

-          ¿Dónde vais?

-          A dar una vuelta. –respondí con naturalidad.

-          Me apunto. –respondió y entró a su habitación-. Helena vamos, nos vamos de fiesta. –miré a los compañeros que pusieron cara de fastidio, pero era un profe enrollado con lo que no nos fastidiaría la noche, nos daba más miedo Helena.

Les esperaron en recepción mientras Karina, Anna y yo íbamos a comprar alcohol, vasos, bebida para la mezcla. Al volver ya estaban todos listos y salimos por la ciudad en busca de algún rincón/callejón ponernos a beber. Al encontrarlo empezamos a beber, Helena se resistía pero al final Leonardo la convenció y lentamente le iba rellenando la copa y ella seguía bebiendo. Llegamos a la época confesiones, cada uno comentó privacidades subidas de tono, como que Ana y su novio lo habían hecho en un cementerio, Karina se había ‘tirado’ a su primo, y muchas confesiones de ese tipo. Íbamos entrando en calor, con el alcohol y esos temas, por lo cual nos destapábamos un poco, quitándonos guantes, bufanda, gorros..

En un momento mío de debilidad, me subí a la azotea del edificio de al lado, que no era alta, se subía fácilmente y me puse a admirar el cielo, aunque no se veía gran cosa. Estaba medio tumbada, con las manos en el tejado detrás de mi espalda sujetando mi cuerpo, escuché un sonido y vi a Helena subiendo.

-          No puedo. –dijo riendo a carcajadas, lo que hacía que fuera aún más débil y le costara más escalar, yo la miraba y reía más que ella-. Que me caigooooo, ayúdamee. –protestó a punto de soltarse.

-          Te tengo. –musité al cogerla de la mano, me puse en posición de parto al borde del tejado y con mis manos entre mis piernas estiré de ella para subirla.

-          Dios.. –murmuró al notar como estiraba fuerte de su brazo y de golpe cayó encima mío.

-          Perdón. –sonaba agitada, ambas estábamos agitadas del esfuerzo.

Apenas se movía, estábamos las dos borrachas y eso no ayudaba, nuestros pensamientos y reacciones eran más lentos de lo habitual. Yo tenía su cara a contraluz del cielo, sus cabellos rubios y rizados perfectos caían a los lados de mi cara, su pelo era corto con lo cual no caían mucho. Debo decir que parecía un ángel en la oscuridad.

-          The angel of darkness. –susurré mirándola.

-          ¿Crees de verdad que soy un ángel? –preguntó confusa.

-          Sí. –respondí segura-. Un ángel en la oscuridad, debes lograr salir de ella. –era cierto era un ángel oscuro por su pasado pero podía salir de allí y relucir bien.

-          Thank you..  –susurró suave, algo cayó en mi ojo derecho y lo cerré fuerte-. ¿Qué pasa?

-          Me ha caído algo. –entonces empecé a ver cosas cayendo, y su pelo se llenaba de copos blancos-. ¡Está nevando! –chillé ilusionada.

-          Sí, lo sé. Te ves hermosa.. –suspiró-. Con ese cabello castaño contrastado con la nieve que cae encima. –sonreí tímidamente y algo en mi interior se comprimió.

-          Helena.. –puse mis manos en su cintura para levantarla y alejarla de mí pero mis manos me traicionaron y empezaron a temblar.

-          ¿Tienes frío? –pregunto dudosa.

-          Sí, sí, es frío. –respondí salvada de ese pensamiento suyo.

-          Chicas, vámonos que estamos a seis bajo cero y con la nieve se resfriarán todos y es el primer día. –escuchamos a Leonardo hablarnos desde abajo.

Nos levantamos de aquel sitio, si nos costó subir no cal imaginarse lo que nos costó bajar. Yo era muy ágil pero Helena cayó de cabeza dando suerte que los chicos fortachones estaban debajo para ayudarla a bajar, tampoco dudaron en rozarle el culo o los pechos simulando agarrarla para que no cayera, cosa que igualmente sucedió. A mí me ayudaron también pero me fue sencillo.

Al día siguiente a las 7 am estábamos en recepción, había que hacer muchas cosas, aquellos que no tenían esquís debían ir a alquilarlos, así lo hicieron, estuvieron un rato con lo cual decidimos desayunar los que ya teníamos los esquís nuestros y a medida que iban alquilando venían a nosotros hasta que el último los alquiló y desayunó. Entonces nos fuimos al famoso Telehuevo.

-          Huy, no tengo miedo a las alturas. –protestó Karina.

-          Créeme es mejor y muy rápido. –respondí tranquilizándola-. Subir en coche es horrible, aunque lleves cadenas en las ruedas cuando estás llegando arriba el coche se desliza solo por el asfalto congelado y cuando ves el precipicio que no ves ni el final te acojonas bastante. –eso pareció convencerla de subir aunque seguía asustada.

-          Yo iré en el primero con alguien más. –comentó Helena.

-          Ve con Claudia que sabe ya de esto. –respondió Leonardo-. Yo iré en el tercero, ellos que vayan en el segundo entre nosotros.

Compramos los forfaits para poder subir al Telehuevo y a los telesillas, antes de subir a alguno debías pasar el forfait por un detector y entonces te habría la barandilla para pasar.

Allí llegaba la parte divertida, el telehuevo es una cabina en forma de huevo, también llamada Telecabina, lo que aquí le llamamos Telehuevo. Tiene forma de cabina y se sujeta con un cable, entonces sube en diagonal a lo alto de la montaña, nunca sube recto hacia arriba, sube de lateral poco a poco, el problema era que para subir a eso no se paraba, en el lugar que se sube hay una plataforma en forma de U, que es donde el telehuevo da la vuelta para subir a la montaña, también hay gente que baja en el por lo cual debes esperar a que bajen, todo esto en movimiento sin parar y hay que actuar rápido, poner los esquís al exterior del telehuevo con rapidez y subir dentro. Helena y yo hicimos la demostración y subimos todos los esquís posibles a nuestro huevo, ya que para los novatos les costaría encargarse de ellos. En el segundo subieron casi todos y también en el tercero ya que si no irían apretados y entonces Karina y Leonardo fueron en el cuarto para así el calmarla. Helena y yo estábamos lejos, los observábamos con lejanía ya desde arriba, las vistas eran preciosas, lo que en la ciudad no había nevado suficiente, solo se veía un poco de nieve, entonces no se veía tan bonito como podía ser en realidad. Como algo común y nada extraño el telehuevo se detuvo, a veces pasaba, lo hacían cuando ocurría porque alguien había caído al subir o alguien lesionado debía subir y lo paraban para ayudarle, cosas que no eran peligrosas simplemente lo paraban, a veces era un rato largo pero no era nada.

Nuestro huevo lentamente se iba entelando, los cristales, Helena estaba sentada y yo de pie.

-          Claudia, por favor.. –protestó Helena-. ¿Por qué estás tan caliente? ¿No ves cómo estás poniendo el huevo? –se rio en broma.

-          ¡Serás! –me hice la ofendida, el telehuevo arrancó de nuevo y sin querer caí encima de Helena-. Perdón. –respondí sentada encima suyo.

-          Y dices que no estás caliente, si te lanzas a mis brazos. –bromeó de nuevo.

-          ¿Quieres que me lance? –respondí jugando.

-          No te atreves y lo sabes. –me levanté me abrí de piernas y me senté ahorcajadas.

-          ¿Segura? –pregunté mientras metía mis manos por su cuello dentro de su mono de esquí.

-          Oohhohohaaah.. –gimió y protestó cuando le clavé mi mano helada en la espalda-. ¡Eres mala! –respondió con ganas de vengarse, yo me levanté corriendo para huir de ella.

-          Ggghhs ggggghhs –se escuchó el walkie talkie de Helena-. Helena, Karina se encuentra muy mal. –Helena cogió el Walkie.

-          Ya llegamos, estamos arriba casi. –respondió observando a los laterales.

-          Hazla pensar. Dile que cante, hazle sumar o restar, algo que haga que se olvide del movimiento y el lugar. –comenté presionando el botón del Walkie con mi mano encima de la de Helena, otra vez algo en mí se comprimió.

-          Vale gracias. –se escuchó el sonido final del Walkie.

-          Eso es una buena idea Srta. Wilson. –me sonrió-. Pero no se me olvida lo que me ha hecho.

-          Exagerada.. –traté de hacerla olvidar, me daban miedo sus venganzas-. Esta noche ya verá. –sonrió malvadamente y yo tragué saliva.

Una vez llegamos arriba descargamos todo y ayudamos a los novatos. Casi todos se quedaban con un profesor de esquí que contrataron los de la escuela, algunos chicos ya sabían esquiar con lo cual cuatro chicos y yo nos íbamos con Helena y Leonardo a las pistas negras, que esas son las más inclinadas, en cambio el resto se moverían por las pistas verdes y azules. Estas tenían el cartel más bien una tarjeta con el color de la pista según su nivel, la verde era la más sencilla, era casi sin inclinación.

La azul tenía ya algunas inclinaciones más fuertes pero era sencilla y común, todos los niños la hacían. Luego estaban las rojas, esas ya eran de niveles más difíciles, para gente con experiencia. Por último las negras, esas daban miedo al verlas desde arriba, era como ver una caída libre, eran completamente verticales.

Subimos en el telesillas, este era descubierto, el telehuevo era una cabina cerrada, el telesillas tenia forma de silla y también iba elevado por un cable a bastantes metros del suelo, en ese caso de la nieve. El que cogimos nosotros era largo, teníamos unos 10 minutos en el ya que subía a la montaña más alta, había bastante niebla depende de las zonas, pero cuando llegamos arriba de todo las vistas eran espectaculares.

Helena cumplió la palabra de su carrera contra los chavales, nos sorprendió a todos, tenía unos movimientos de esquí muy profesionales, se movía con estilo de un lado al otro y con velocidad, pero a mí me gustaba el riesgo con lo cual bajaba a su misma velocidad, íbamos todos muy empatados en la carrera, cuando estaba a punto de ponerme en cabeza y adelantar a Helena vi cómo me miraba, se retiraba las gafas de nieve y me guiñaba el ojo. Lo cual aflojé el ritmo, debía dejarla ganar para que así quedara primera contra los chicos. Con lo cual yo quedé segunda, todos asombrados de lo bien que esquiábamos. Nos reunimos todos en una casita que hay arriba en las pistas, son unos mini restaurantes-bares, algunos tienen Wi-Fi con lo cual miré si tenía algún mensaje de Laura pero nada.

Comimos y seguimos esquiando, cada uno a su ritmo. El profesor particular ya había acabado sus horas al día que eran 3 horas de clases que les iba a dar cada día. Con lo cual ahora era tiempo libre, se podía ir a las pistas de salto, con plataformas y barandillas para saltar y hacer cosas.

Al finalizar el día volvimos al hotel, estaban todos molidos, con pies adoloridos, cansancio.. Es algo muy cansado esquiar, aunque no lo parezca agota muchísimo, es de esos deportes de dejarte caer en la cama todo el día siguiente.

-          Chicos para vuestra sorpresa nos vamos al famoso balneario, nos vamos a Caldea. –Era una pirámide de vidrio con un balneario dentro, por la noche se iluminaba de colores la pirámide era espectacular, el balneario tenía de todo.

Estaba reservado para nosotros, con lo cual estábamos solos. Todos se dirigieron a la piscina grande principal.

-          Claudia.. –escuché a Helena-. Ven un momento. –me acerqué a ella y ella lentamente se acercó más y más a mí, llegando a exceder el límite de cercanía haciendo que se volviera incomoda-. Recuerdas.. ¿Qué te dije que me vengaría? –asentí con la cabeza-. Aquí tienes mi venganza. –me empujó y caí encima del agua, el golpe contra el agua fue mortal, era agua helada, con hielo en ella.

-          Ooooooooohh. –tensé mi cuerpo sintiendo como se congelaba.

-          Anda sal ya, pone aquí que como mucho 30 segundos. –me ofreció la mano y yo sonreí, ella captó el mensaje pero era tarde ya tenía su mano cogida y estiré de ella.

-          Uuuuuuuuufff. –gimió ella esta vez-. Dios que fría.

-          Sí lo sé. –dije con mi mandíbula que tiritaba.

Salimos corriendo del agua y nos metimos en el agua ardiente que había al lado. Fue como gloria, ese calor rodeándote, más después del frío.

-          Ven vamos aquí. –me llevó a los baños turcos.

-          Uauu, no se ve nada. –musité una vez dentro, se veía todo blanco del vaho, de los vapores no se veía más allá de un metro.

Entraron más chicos, entre ellos Leonardo.  Helena y yo estábamos sentadas cerca, y al entrar ellos Helena se acercó más, de modo que su mano quedó cerca de mi muslo-rodilla, lentamente sentí una caricia en mi pierna. Mi respiración se agitó, sentía mi cuerpo revolucionarse cada vez que soltaba el aire de mis pulmones. Mi pierna empezó a temblar y Helena lo notó ya que sus caricias se hicieron más profundas y lentas pareciendo querer calmarme. Por fin todos nos movimos de allí ya nos estábamos asfixiando. Fuimos a la piscina principal.

-          ¿Qué es eso? –señaló Karina a una cortina que había dentro de la piscina empotrada en la pared.

-          Es la salida al exterior, ¿Queréis ir? –respondí.

-          Pero hará frío.

-          No, para salir por ahí buceas un momento por debajo de la cortina y cuando salgas solo tendrás la cabeza fuera del agua, y el agua allí es más caliente, no notas frío.

Así que lentamente hice que me siguieran, les iba a mostrar una de las cosas más bonitas de ese lugar. Cuando buceé y salí por el otro lado de la cortina allí respiré aire fresco, puro de las montañas, aire de invierno. Estaba nevando de nuevo, estaba todo oscuro era de noche y la pirámide, la punta de la pirámide, hacía colores, cada rato era de un color e iluminaba los alrededores. Esa imagen, la nieve, esas luces, el agua caliente, el aire fresco, era algo maravilloso, pocas veces se disfruta de algo así.

La semana fue transcurriendo muy bien, esquiábamos durante el día y algunas tardes íbamos a Caldea, otras íbamos por la ciudad de compras ya que allí todo era mucho más barato, yo me compré una GoPro para esquiar con ella en la cabeza, cada día era muy divertido, la gente iba cogiéndole el truco a lo de esquiar y cada vez nos lo pasábamos mejor y más en compañía. El día de regreso fue todo triste, nadie quería irse, todos estábamos a gusto, era una experiencia deliciosa, incluso decidimos hacer otro viaje todos juntos así similar en los siguientes meses para volver a vivir esa experiencia.

Nuestro viaje duraba más que el de los demás, un día más en concreto.

Cuando llegamos allí y todos se fueron Helena tenía su coche al lado del mío, tanto el suyo como el mío tenían una nota en el parabrisas.

Al terminar de leerla ambas nuestras cartas nos miramos petrificadas.

-          ¿Se ha ido? ¿Nos ha dejado? –murmuró sorprendida-. Dónde narices está Laura. –comentó bruscamente a la subdirectora.

-          Ha pedido la baja, nos ha dicho que se iba.

-          ¿Cómo? ¿A dónde? ¿Hasta cuándo? –Helena hacía preguntas, yo tan solo miraba la carta, mis manos temblaban-. Claudia.. –se acercó a mí y me acarició la espalda.

-          M.. –Traté de hablar, mis labios temblaban-. Me ha.. –me costaba decirlo en voz alta-. Me ha abandonado.

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