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Uana 4

en Grandes Relatos

Pues sigo contándote.

Al día siguiente le llamé. Mi cabeza me decía que no fuera, me desagradaba su prepotencia y su actitud de machito, pero como me iba al día siguiente y seguía con muchas ganas de llegar a Londres habiendo probado todo lo que pudiera, mi cuerpo se estaba preparando inconscientemente para acudir a la cita. Además su seguridad y autoridad me daban bastante morbo, como si empezara a gustarme ser dominada. Era cómo si yo estuviera haciendo lo contrario a lo que pensaba que tenía que hacer. Finalmente, aunque él y su actitud no me gustaban mucho, las ganas que yo tenía eran tan fuertes que al final fui a su casa.

Hasta el momento en que llamé al timbre, intenté resistirme.

Me hizo pasar y me senté en el sofá. Me preguntó si quería tomar un café, una cerveza o algo más fuerte. Le pregunté si tenía crema de menta y le comenté que algunas de mis amigas decían que lo tomaban porque calma los dolores menstruales y él se echó a reir. Dijo que eso no lo sabía porque no era mujer, pero sí que sabía que a las chicas les daba un punto cachondo, pero que no tenía, así que me dio una copa de vino.

Estuvimos charlando sobre nosotros de la manera más natural, pero yo estaba recordando todo el rato cuando me metió la mano por debajo de la falda la noche anterior y sentía un cosquilleo por las ingles que hacía que se me mojaran las bragas, aunque ese día llevaba unos pantalones tejanos.

Dejamos de hablar un momento y entonces comenzó a mirarme con la mirada y la sonrisa que me había puesto tan nerviosa en la disco y sin decir nada más, se levantó del sofá y se puso de pie delante de mi. Se bajó los pantalones y los calzoncillos y se sacó la polla. Aquel fue el primer día en que probé el sabor del zumo de polla.

La acercó a mi cara y me dijo que era para mi, que la cogiera. Yo sin experiencia, la cogí con las dos manos, me la puse en la boca y empecé a

chupar la cabeza mojándola con mi saliva. Llevaba muy poco chupando cuando él dijo que me iba a enseñar cómo mamarla, que era una puta, pero sin experiencia. Que con lo guarra que era, seguro que aprendería y que él me pondría a punto. Eso me sobresaltó al principio y temí que se pusiera violento, pero no hizo nada más que insultarme y la verdad es que me dio algo de morbo que me dijera todo eso.

Me cogió la cabeza con las dos manos para sujetármela y me dijo que no se la tocara con los diente.

Lentamente fue metiendo y sacando su polla de mi boca hasta que no entraba más. Se quedó apretando hacia dentro hasta que me entraron arcadas, pero aguantó un poco más y salió.

Me dijo que las arcadas hacían vibrar la polla y le gustaba.

Estuvo así un buen rato y yo ya me había dejado llevar. Como la noche anterior, perdí todo pudor y vergüenza. Yo tenía ganas de mover la cabeza y chupársela como había visto en vídeos, pero él me la sujetaba para que no la moviera mientras me follaba la boca. La sensación era como de estar sometida. Como no podía cerrar la boca y me daba miedo hacerle daño con los dientes, la baba mezclada con lo que le salía a él de su polla me resbalaba por la barbilla.

Se levantó y me dijo que me desnudara. Lo hice con prisa, con ansia de que me volviera a follar. Me volví a sentar en el sofá, pero me hizo poner de rodillas con las piernas abiertas y los brazos apoyados sobre el respaldo.

Se puso detrás de mi y empezó a lamerme por los lados del coño y como yo me mojo mucho, me dijo que cuando tuviera sed que me llamaría.

Luego ya metió la lengua dentro y me fue dando lametones de arriba abajo por todos los labios. He escuchado decir a algunas chicas que la primera vez no gusta demasiado, pero en mi caso no ha sido así en estos últimos días en que he estado probando todo lo que he podido. Me gustaba muchísimo y seguía moviendo el culo para que llegara más adentro. Luego fue subiendo e hizo lo mismo con mi agujerito trasero. Ya sabes que siempre he pensado que ese es otro de mis agujeritos de placer y de vez en cuando, a parte de algún dedito, me he metido alguna cosa dentro. Pero esa fue la primera vez que sentí una lengua chupándome el culo y me hizo temblar.

Me dio una sensación extraña al principio, No era placer, sino otra cosa algo más morbosa.

Recogió líquido del que me salía del chichi con los dedos y suavemente me metió un dedo en el ojete. Me estuvo follando con él hasta que yo empecé a relajar los músculos de mi ano y cuando lo notó metió dos e hizo lo mismo hasta que volví a relajarme. Al principio me daba apuro porque pensaba que se iba a ensuciar los dedos de caca, pero lo estaba disfrutando y no paré de moverme sobre sus dedos.

Él no paraba de hablarme, me decía que tenía un culo muy guapo, que parecía que me lo habían follado muchas pollas, que seguro que me había tirado a todos los de la clase con esa cara que no parecía lo puta que era. Curiosamente lo que me decía no me molestaba, más bien me ponía más excitada, así que no le dije nada, me estaba gustando mucho lo que me estaba haciendo.

Me apoyé con un brazo sobre el respaldo del sofá y me metí la mano entre las piernas para masturbarme, pero él me la quitó y puso la suya. Yo pensaba que me iba a masturbar así, con los dedos en mi culo, pero sentí como los sacaba y sin dejar de pasarme la mano por los labios de mi coño se agarró la polla y puso la punta sobre mi ano empujando un poco.

Empezó a apretar, pero eso no era lo mismo que los dedos. No es que la tuviera muy grande, pero su glande me apretaba demasiado y me hacía daño. Yo me movía hacia delante al sentir la presión, pero él, con la mano que tenía sobre mi coño, me empujaba hacia atrás sin dejar que me moviera.

Me decía que mi culo iba a dejar de ser virgen y que seguro que me iba a gustar cantidad.

Le dije que parara por favor, pero no me hizo caso y me dijo que esperara un momento. Se separó y yo no me moví de donde estaba.

Miré a ver que hacía y vi que sacó un tarro de un cajón. Era una especie de crema con la que se untó los dedos y poniendo de nuevo una mano sobre mi chichi apretando hacia atrás, me volvió a meter los dedos, esta vez moviéndolos dentro para ensanchar mi ojete.

No te escandalices, pero estaba disfrutando de cada segundo de todo aquello. Incluso el daño que me había hecho intentando meterla era ahora un ligero picor que me hacía sentir como si mi culo fuera mi coño.

Entonces volvió a repetir lo de antes y esta vez sentí como entraba suavemente la cabeza de su polla dentro de mi y también noté como una vez dentro la cabeza, los músculos de mi ano la abrazaron aprisionándola dentro.

Se quedó quieto un momento y me dijo que ahora venía lo bueno. Me dijo que no contrajera los músculos, que cuando él empujara

hiciera como si yo soplara por el culo, como si fuera a tirarme un pedo.

Al principio no podía hacerlo, pero me dio unas palmadas en el culo que volvieron a hacerme sentir un picorcillo agradable y al final lo conseguí.

Con cada empujón la metía más adentro hasta que sentí sus huevos golpeando mi coño por encima de su mano que me estaba amasando todo lo que cogía en su palma que estaba completamente empapada.

Me metió unos dedos de esa mano en mi boca y los chupé. Ya estoy acostumbrada a chuparme los dedos mojados de mi cueva del placer y me pone mucho,

Entonces sí que sus empujones se volvieron más potentes entrando y saliendo y me pasó algo que yo no controlaba. De mi boca salieron palabras que no me habría imaginado decir ni pensé al decirlas. Salieron así como así.

Jadeando porque estaba a punto de correrme le dije que me follara más, más adentro, mucho más y que me iba a correr. Le repetí que me corría mientras lo estaba haciendo y él me dijo lo mismo añadiendo que yo era una puta que le estaba haciendo disfrutar mucho y que me acordara siempre quien me había taladrado el culo y se lo dijera a mis clientes. Te repito que, aunque en otro momento me hubiera ofendido mucho, en aquel, lo que me decía únicamente aumentaba mi excitación.

Después de eso, nos despedimos y me marché a preparar las cosas del viaje que había dejado y aún estaban por preparar, aunque tengo que decirte que lo hice con la cabeza en otro sitio. en el sofá de aquel pedante y arrogante muchacho, quien, por otro lado me “abrió otra puerta” al placer.

Un beso donde tú quieras.

En el momento que mando esto me han pasado más cosas aquí en Londres. Ya he empezado a escribirlas y te las contaré un día de estos.