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Uana 9

en Grandes Relatos

Antes de que leáis este relato, tengo que aclarar que es un mensaje de correo dirigido a un “amigo” virtual que he hecho.

Me encantan las guarradas que me dice y le dedico este relato, que a fin de cuentas está dirigido a él.

Antes de contar lo que me sucedió, le comenté que alguien quería conocerme. Aunque aún tengo historias que contar de Londres, hace tiempo que no

escribo, pues mi vuelta a Alicante rompió con muchas cosas y me gusta contarlas cuando están frescas y esta lo está.

Por cierto, se ha puesto en contacto conmigo una mujer madura bisexual de aquí, de Alicante que me ha propuesto quedar. Dice que me puede enseñar muchas cosas!!

Aunque molaría mucho quedar con ella, me da un poco de miedo, no es lo mismo si viven cerca.

*                 * *

Estoy en una cafetería con Carmen, la madura bisexual. Ha ido al servicio y cuando vuelva nos vamos a su casa. Tiene casi 30 años más que yo, pero no está mal y cuando me estaba hablando me miraba de una manera que se me han mojado las bragas.

Menuda guarra! Me encanta. Creo que nos lo vamos a pasar de puta madre. Le diré si me deja hacerle fotos

Joder, qué pasada!

Nunca me había visto en una situación así. Un poco más y su marido nos pilla en la cama.

Como te dije, ayer quedé con Carmen por la mañana, dice que su marido se va con la bicicleta y no vuelve hasta las dos o las tres los sábados.

Piensa que se va a ver a otra, aunque sospecha que puede ser “otro”.

Una vez en su casa, me preguntó si quería tomar algo para entonarme y aunque era muy temprano le dije que sí. Un poco de alcohol desinhibe en el sexo, o al menos esa es mi experiencia.

Me dijo que esperara un momento y se fue hacia una habitación. Al cabo de un momento oí que me llamaba para que fuera donde ella estaba y cuando entré me puse a cien, aunque ya iba bastante caliente de la conversación de la cafetería

Estaba tumbada sobre la cama solamente con lencería; un body y unas bragas, pero el body era solamente hasta debajo de sus pechos y por encima salían unas tetas descomunales Tenía una copa de champán en la mano y había otra sobre la mesita junto a la botella.

La imagen tenía un morbo impresionante, y mira que ya he visto unas cuantas tías en pelotas, pero las jóvenes no acostumbran a usar ese tipo de lencería y además unca había visto unas tetas así en directo.

Le dije si podía hacerle una foto y me dio permiso siempre que no se viera la cara.

Dio unos golpecitos con la palma de la mano sobre la cama diciéndome que me sentara y eso hice sin apartar la vista de aquellos hermososa melones que le colgaban por encima del body.

Como vio dónde tenía fija la vista me preguntó si me gustaban y le contesté que me impresionaban.

Tomó un sorbo de champán y me puso la mano detrás de la cabeza acercándomela a la suya y cuando los labíos hicieron contacto me pasó el champán que tenía en la boca a la mia. Era una sensación como si alguien se estuviera corriendo en mi boca con burbujas.

Hasta ese momento yo había estado a la expectativa, pero creo que ya me conoces un poco. Ya no me contuve. Bajé mi boca llena de champán a una de sus tetas y me metí un pezón dentro jugando con el liquido sobre él al mismo tiempo que bajaba una mano poniéndola encima de su coño sobre las finas bragas que llevaba.

Inmediatamente abrió las piernas todo lo que pudo dando más espacio a mi mano. Estaba empapada.

Pasé la mano por debajo de las bragas y le metí dos dedos en el coño, que entraros como por un tobogán de lubricante.

Le follé el coño con esos dedos mientras cambiaba a la otra teta para darle champán también.

Ella movía el culo de un lado al otro haciendo que mis dedos frotaran más los labios de su Chichi. Que Chichi, aquello era una gruta. Pensé en

intentar meter toda la mano, pero no lo hice. Seguí bombeando su agujero con dos dedos a no habría pasado ni dos minutos cuando note que se contraía como si ya estuviera a punto de correrse.

No me interesaba. Yo quería mi parte también y no sabía si ella es de las que tienen un orgasmo y ya está, o como yo, que necesito dos o tres. Saqué los dedos de su coño y se los metí en la boca poniendo la mía sobre ellos compartiendo el líquido en el que estaban empapados. Cada vez respiraba más agitadamente. Estaba como una perra en celo y ella misma se sacó las prendas que llevaba, las tiró al suelo y empezó a pajearse con la intención de correrse.

Hice que parara y me llené la boca de champán, me tumbé encima de ella con mi chichi sobre su cara, le abrí las piernas y me las puse por debajo de los sobacos haciendo que levantara su culo.

La presión de sus tetas sobre mi vientre me parecía deliciosa.

Le abrí el coño todo los que pude con los dedos y dejé caer lentamente todo el champán que tenía en la boca. Ella seguía jadeando con mi chichi en su boca moviendo el culo sin parar.

Con su coño lleno de champán le lamí y le chupé toda aquella raja de arriba abajo. Me mojé un dedo de la saliva que brotaba de mi boca y se lo metí por el agujero del culo que se abría debajo de mis ojos. Le follé el culo con un dedo mientras ella seguía chupándome el chichi como si no hubiera probado ese bocado nunca.

Hice que nos giráramos tal como estábamos quedando yo debajo de ella y fui sorbiendo el champán que le bajaba por los labios del coño como si se estuviera meando.

Yo me lo tragaba a medida que iba entrando en mi boca y cuando no quedó más, le volví a meter dos dedos dentro y a moverlos girándolos al mismo tiempo.

No aguantó más y sentí como sus piernas me aprisionaban la cabeza temblando manteniendo los músculos tensos, señal de que llegaba. Hasta que no se quedó quieta segui chupando su clítoris como si se lo quisiera arranca mientras metía y sacaba los dedos chorreando.

Después se quedó parada, recuperando el aliento y yo me puse de rodillas sobre sus pechos y me froté el chichi con uno de sus pezones llenándolo del zumo que me salía, pero ella se quedó inmóvil.

Le pregunté si ya se había acabado, porque yo necesitaba más y me dijo que se había hecho tarde y tenía que hacer la comida para cuando llegara su marido, pero que podíamos quedar otro día cuando yo quisiera.

Yo tenía muchas ganas de seguir, pero era la invitada y sintiendo aún las ganas de seguir follando tuve que aguantarme. Pensé en hacerme una

paja allí delante de ella, pero la vi tan inquieta y cansada al mismo tiempo que decidí hacérmela en casa.

Me vestí y ella se puso una bata por encima.

Me estaba acompañando a la puerta cuando se oyó una llave girando en la cerradura.

Se abrió la puerta y entró su marido vestido de ciclista y se quedó mirándonos primero a mi y luego a ella. Dijo hola y rápidamente Carmen, empujándome hacia la puerta que aún estaba abierta me dijo: vale, pues me lo pienso y ya llamaré sin dejar reaccionar a nadie.

Solamente dije; vale, adios y salí cerrando la puerta.

No sé si lo tenía pensado o fue espontáneo, pero supongo que me despidió como si yo hubiera ido a venderle algo, aunque no creo que se lo tragara. Yo no tenía pinta de vender nada. Llevaba una camiseta y unos shorts por encima de unas mallas (un poco putilla, vamos), pero aún menos creíble sería justificar que estuviera desnuda debajo de la bata, la botella de champán casi llena y las dos copas sobre la mesita y la cama deshecha y con manchas de humedad de todos los líquidos que scamaos entre las dos.

Bajé las escaleras casi corriendo; no sabía que iba a pasar allí dentro. Por otro lado, aunque lo vi un momento tuve tiempo de ver el cuerpo

de su marido metido en un maillot y unos shorts de esos que levan los ciclistas y pensé que no estaba nada mal. Por supuesto no le vi la polla (seguramente no es tan guapa como la tuya), pero vi un bulto revelador debajo de sus shorts elásticos que me indicó que sí, que quizás le gustaba tanto el pescado como la carne, cosa que en mi opinión es muy sana, como ya sabes.

Hoy es domingo, acabo de escribir esto y estoy esperando algún mensaje suyo diciéndome que pasó. Yo no la voy a llamar, no quiero interferir.

Por supuesto me hice una paja nada más llegar a casa.