miprimita.com

Uana 15

en Grandes Relatos

Como había pensado y predicho algunos días antes cuando consolé a mi padre, mi madre volvió esa misma tarde después de pasarse el día con su hermana y siguieron con su vida de infelizmente casados.

Por la actitud de mi madre, entendí que la causa de su pelea, afortunadamente, no había sido yo. Por un momento había temido que mi padre le hubiera contado algo, no de él y de mi, eso era impensable, sino de mis aficiones.

Mi vuelo salía el lunes y ya tenía el billete. El viernes antes, llamó la tía Fina diciendo que su marido, mi tío, había sufrido un infarto y estaba en el hospital. Ya era tarde cuando recibieron la llamada y acordaron ir al día siguiente por la mañana.

Esa noche mi madre no durmió prácticamente, preocupada más bien por su hermana que por su cuñado, quien nunca le ha gustado demasiado.

Me dijeron que fuera yo también, pero no tenía ganas y la excusa perfecta era que tenía que preparar las cosas que debía llevarme, así que se marcharon por la mañana y yo pasé el día recogiendo y apuntando lo que tenía que hacer, con descansos de vez en cuando para contestar correos de los que me gustan y recordando a Alicia que el lunes nos veríamos, aunque ya estaba avisada hacía días.

Hacia las siete de la tarde más o menos volvieron y me contaron que al parecer había sido un amago y se estaba recuperando bien y que habían dejado a la tía Fina más tranquila, pero mi madre tenía una cara demacrada por los nervios y el hecho de que no había dormido casi la noche anterior, así que se tomó una pastilla de esas que duermen y hacen descansar más profundamente y los dos entraron en su habitación.

Les deseé que descansaran y yo entré en la mía para seguir con mis

tareas.

Mientras seguía seleccionando ropa (llevaba casi todo el día seleccionando) los imaginé en la cama y me vino a la memoria cuando de pequeña, casi cada noche, oía algunos ruidos de la cama y gemidos apagados de mi madre. Ahora, silencio absoluto. Aunque eso no impidió que esos

recuerdos me llevaran a otros más actuales y de manera bastante morbosa me pregunté cómo tendría la polla mi padre. La había visto flácida y días antes, cuando se corrió estando yo sentada sobre él, la había intuido por debajo de los pantalones, pero nunca la había visto tiesa.

No había pasado ni un cuarto de hora cuando escuché unos golpecitos en la puerta de mi cuarto y supe que era él. Sentí un ligero aleteo en mi estómago.

Entró dejando la puerta completamente abierta y me dijo que quería hablar conmigo.

Ya habíamos discutido los tres sobre mi marcha y ellos habían intentado convencerme de que me quedara, en especial mi padre que insistía mucho más que la vez anterior que me había venido a Londres. No sabía si era realmente porque pensaba que mi vida allí no era del todo saludable o porque no quería apartarme de su lado. Creo que las dos, aunque yo también les había asegurado que no tenían nada de que preocuparse.

Después de lo que había visto y había sucedido, ahora estaba mucho más nervioso por mi partida.

Se sentó en el borde de la cama y como yo esperaba insistió en que no me marchara mientras yo seguía con la ropa y cuando se convenció de que no podía hacerme cambiar de opinión me empezó a dar consejos y advertencias. Yo pensé que como padre era su obligación, pero también que a mi edad, sé mucho más yo sobre la vida que él, que únicamente la conoce a través de los libros.

Como había dejado la puerta abierta imaginé que solamente quería hablar, pero súbitamente se levantó, se puso detrás de mi y me abrazó con fuerza apretándome contra su pecho y cogiéndome una mano en la que tenía unas bragas que estaba doblando para meterlas en la mochila.

Al mismo tiempo que noté que tenía una erección apretando contra mi culo, pensé sobresaltada que si mi madre pasaba por delante de mi puerta podría vernos con toda claridad, pero enseguida entendí porque la había dejado abierta.

Yo siempre sé cuando se abre la puerta de su habitación, pues hace un ruido muy característico que las otras no hacen y en caso de abrirse se podría oir si mi puerta estaba abierta, pero no si estaba cerrada.

Mi madre se había tomado una pastilla para dormir y esa era la última oportunidad que él tenía para verme a solas.

En ese momento yo era incapaz de plantearme qué estaba bien y que no, solamente sentía su brazo estrechando mi cuerpo por debajo de los pechos, su mano sobre la mía y la presión de su polla sobre mi culo.

Dejé las bragas sobre la cama y sin apartar la suya, bajé la mano que él acariciaba hasta mi entrepierna y la saqué de debajo de la suya dejándola sobre mi coño.

Sentí que llegado ese punto el no se pudo aguantar más y comenzó a mover sus caderas apretando y aflojando como si ya me estuviera follando.

Nunca imaginé ver a mi padre así, estaba súper salido y pensé que en su estado de excitación no podría haber oído ni la puerta ni siquiera una bomba y los jadeos que empecé a oir yo al lado de mi oreja también hacían que a mi me fuera más difícil poder escuchar algo..

Como dicen los curas (que lo saben muy bien), la carne es débil y entre su mano sobre mi chichi, sus apretones en mi culo y sus jadeos yo ya casi estaba perdiendo también la noción de todo lo demás y me entraron unas ganas enormes de comprobar si la imagen de su polla que me había hecho hacía unos minutos se correspondía con la realidad.

Me aparté de él y me senté en la cama con un ojo puesto en mi puerta y una oreja en la suya.

Le cogí del cinturón del batín que llevaba y le atraje hacia mi. Deshice el nudo del cinturón, abrí el batín y me quedé pasmada.

Debajo llevaba unas braguitas que solamente le cubrían la polla y poco más. Eran mías!!

Recordé que con él eran tres los hombres maduros que había conocido que sin ser travestis ni mucho menos, les gusta ponerse lencería por debajo de su ropa normal, pero los otros dos eran ingleses (el del pueblo el año pasado y Tom, el vecino de Londres) y mi padre no.

De todas maneras, eso lo único que provocó fue que mi nivel de morbo subiera incluso algo más e hice algo que seguro que le gustó y era lo que él esperaba.

Los huevos se le escapaban por debajo y puse una mano subiéndolos un poco. Di varios besitos suaves a su polla enfundada en mis braguitas y sentí en mi lengua sus palpitaciones, luego pasé la lengua a lo largo de todo el tronco entreteniéndome en el glande con su punta, jugando con él, haciéndole cosquillas.

Miré hacia arriba y él tenía la cara mirando hacia el techo respirando agitadamente, sin mirar la mía. Eso me recordó algo que yo había dicho en alguna ocasión; si te hacen una buena mamada y no ves la cara de quien lo hace, no importa si es tu hija, tu mujer, un hombre o cualquiera.

Aunque las braguitas eran muy finas y se podía ver perfectamente su pene, al estar oprimidas, aún estando mojadas por mi saliva, no se podía ver en todo su esplendor.

Se las bajé y salió cómo si tuviera un muelle. La polla de mis sueños era lo que me esperaba. Un cilindro que medía un palmo de mi mano casi

perfecto excepto por las venas que se marcaban claramente y un glande grueso y granate por la sangre que le llegaba en ese momento de excitación.

Es muy guapa la polla de mi padre y siento pena de que mi madre no la aproveche, pero yo no la desaproveché en ese momento.

Se la cogí por la base y empecé a lamerle el capullo dejándolo lleno de saliva, se lo chupé entero varias veces succionando cuando apartaba la cabeza y luego poco a poco me lo fui metiendo todo en la boca mamándosela lentamente primero y luego subiendo el ritmo como haciéndole una paja con los labios. Cada vez estaba más excitado, creo que a punto de correrse y mi mano libre se fue instintivamente a mi chichi, pero él paró el movimiento que estaba haciendo para que su polla entrara más en mi boca y se apartó.

Sin mirarme, me hizo tumbar en la cama y me bajó los shorts y las braguitas que llevaba puestas, se arrodilló delante y se quedó un momento quieto, supongo que admirado por la humedad que había por toda la zona, aunque él ya la había notado por debajo de mis bragas unos días antes.

Casi sin poder respirar me comió el coño. Primero a lametones que le empapaban la lengua más aun y que tragaba con un placer que nunca he visto en nadie y luego chupando como si quisiera secarlo. Me estaba corriendo ya y tuve que ponerme una mano sobre la boca para no gritar. Cuando vio que me había corrido se levantó y se empezó a pajear sobre mi, pero le paré la mano y le pajeé yo haciendo que se corriera sobre mi vientre.

Sacó una cantidad considerable de semen blanco bastante denso y se fue calmando poco a poco. Se quedó quieto con los ojos apretados y su mano sobre la mía que aún sostenía su polla.

Sin mirarme se subió las braguitas, se giró y desde la puerta me dijo.

Cuídate mucho.

Le dije que se girara y me mirara.

Yo seguía tumbada en la cama apoyada en los codos con las piernas abiertas y mi vientre reluciente de su leche y desde allí le dije:

Me has hecho muy feliz.Gracias

En parte lo dije para consolarle, pero también porque había sido una de las experiencia sexuales más intensas que he vivido desde el cariño y el amor de verdad, porque el cariño y el amor son conceptos que las únicas limitaciones que conocen son las que ponen los hombres.