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Uana 12

en Grandes Relatos

Como ya he comentado en alguno de estos relatos, lo que más me gusta aparte del sexo es escribir, pero tengo un problema; no sé ficcionar. Me gustaría mucho escribir novelas o relatos de otro tipo, pero no sé. Solamente puedo escribir sobre las cosas que me pasan y si intento inventarme una historia, no puedo, me suena falsa.

No te lo tomes mal, pero creo que a la parte del relato que me has mandado le pasa lo mismo. Ya te he dicho que eres el corresponsal que más caliente me pone diciendo lo que me harías y lo que haces con tu mujer.

De los vídeos ni te cuento, pero tu inicio de relato me suena a fantasía y eso no me pone. Explica lo mismo que me dices a mi y ya verás!!!

*         *          *

El miércoles llamé a Vicente y le dije que iría a la cena a la que me había invitado con una amiga y me dijo que muy bien, que seríamos él, su mujer, su amigo el editor y nosotras.

La verdad es que me sorprendió un poco, no sé por qué pensaba que estarían los dos solos, pero ahora ya sabía que estaba casado. Debe ser que mi mente calenturienta ya me había jugado una mala pasada y me había hecho imaginar que estaríamos ellos y nosotras, aunque no creía que Marta hiciera nada, pues ya me había contado que de hombres nada de nada.

*         *         *

Desde el martes no he visto a Marta y hoy que ya es viernes, nos veremos un rato antes de ir a esa cena.

Aunque ya le expliqué cómo soy y además le mande un pdf con todos mis relatos para que tuviera claro que no me cuelgo de nadie, que lo que me gusta es el sexo, me preocupa que se piense que vamos a seguir.

Sí, me comió el coño como una maestra y el suyo, una vez atravesado el bosque de vello, estaba también muy rico, pero ahora y debido a los correos, fotos y vídeos que me mandas, tengo unas enormes ganas de tragarme una polla y sentirla dentro de todas las entradas de mi cuerpo.

Llevo tres días con la mano en el coño y en el culo (he conseguido un vibrador que uso para ese agujerito mientras me froto por delante) sintiendo como entra en mi boca y en mi chichi ( o coñito si te gusta más) y tengo que reconocer que antes de saber que esta noche estará la mujer de Vicente tuve la fantasía de que me follaban dos pollas maduras, una por cada lado!! Por supuesto me corrí imaginándomelo.

Otra cosa que me ha dado por hacer últimamente es mearme en las bragas. Sentir el líquido calentito bajando por mis piernas me produce un placer extraño y me gusta.

Ver cómo te follas a tu mujer y cómo te la mama también me pone a mil y cómo te dije, me encantaría poder hacer un 69 con ella mientras te la follas y te voy chupando la polla al mismo tiempo que le chupo lo suyo. Pero el último vídeo que has mandado es una pasada!!! Ver cómo te follas a tu mujer con la palma de la mano y ver la cascada de flujo que le sale del coño y tu mano chorreando cuando la sacas, oír sus gemidos y cómo le dices que es una puta me flipa. Me gusta mucho lo guarra que es y lo morboso que eres tú. Esta noche lo volveré a ver y me voy a correr a vuestra salud más de una vez.

Buufff. Ya estoy otra vez, pero me he masturbado tanto estos días, que me voy a contener. Nunca se sabe lo que puede pasar esta noche, aunque tengo claro que voy a ir a por todas por conseguir que el editor amigo de Vicente me de algo de trabajo.

*          *          *

Hoy es sábado y esta mañana he llamado al pub y le he dicho al jefe que lo sentía pero que ya no podía ir más y me ha dicho que no me preocupara, que tenía el número de un par de chicas que le habían pedido trabajo.

Creo que en el fondo le he hecho un favor, porque seguro que él seguía con la imagen de su polla hundida entre su barriga y mi boca y quería que se repitiera, cosa que no iba a suceder, yo ya había satisfecho mi morbo y él, por la forma en que me miraba y hablaba quería más.

No me sentí mal dejándole así, no hay compromiso sin contrato. Pero ahora toca contar lo alucinante que fue ayer por la noche.

Pasaron dos cosas que no me esperaba: ayer al mediodía me llamó Marta diciendo que lo sentía, pero que por historias de familia no podía ir conmigo a la cena, aunque a mi me pareció más una excusa porque no le apetecía.

Por un lado tengo que decirte que no me importó, porque llegado el momento (si el momento con el que yo fantaseaba llegaba) no sabría como iba a reaccionar ella, pero por otro volví a sentir mis dudas, aunque se disiparon al recordar que Vicente me había dicho que estaría su mujer, con lo cual la posibilidad de que pasara algo era mínima.

La sorpresa fue que cuando llegué a casa de Vicente estaba él con su amigo solamente y me dijo que su mujer se había tenido que marchar esa misma mañana porque su madre, ya anciana, había enfermado. Eso me pareció también una excusa, pero, ya sabes lo guarrilla que soy, me empezaron a aletear las mariposas del vientre.

Era una casa bastante grande y amueblada de un modo un poco clásico y lo más sorprendente para mi fue el crucifijo que había en el recibidor. Uno muy grande con la figura de Jesús clavado. Pensé que debían ser muy religiosos, aunque a mi esa imagen siempre me ha dado repelús.

Su amigo y él no parecían tener nada en común. Él, ahora sin gafas de sol, tenía una cara bastante seria y poco sonriente y cuando sonreía parecía que lo hacia por compromiso. Cabello muy bien cortadito, un polo azul. Vestido muy correctamente, vamos.

En cambio su amigo, al que me presentó como Manuel, aunque también debía rondar los cincuenta, con barba recortada y cabello también gris, lo llevaba largo, un poco desmelenado y era mucho más simpático y sonriente.

Durante la cena, Manuel me hizo bastantes preguntas sobre mi, los estudios, los trabajos que había hecho…

Me dijo que los traductores sobraban y que tenía un fichero con muchos, pero que me mandaría una prueba para ver qué tal.

Le conté lo que me interesó diciendo que había vivido en Londres y que quería volver y a medida que el vino iba haciendo su efecto, las preguntas eran más personales. Pensé para mis adentros que le podía remitir a mis relatos para que supiera más de mi, pero obviamente no lo hice.

Cuando acabamos de cenar, ya estábamos en la sección de chistes y hasta Vicente soltaba una risita; a mi me entró la risa floja y me reía por todo. Me sentía muy relajada y a gusto y después de la copa que nos tomamos, aún más y pensé que de haber sabido que no iba a estar su mujer, me habría puesto un poco más provocativa. Llevaba una camiseta de tirantes,

encima una rebeca corta, tejanos y unas zapatillas, y mis mallas con la faldita corta plisada habría sido lo ideal en ese momento. El ambiente era muy relajado y ya se me habían esfumado las pocas reticencias que tenía al llegar, el aleteo de las mariposas cada vez iba subiendo de intensidad y las miradas de ellos la aumentaban, porque a pesar de aparentar relax y tranquilidad, podía ver que sus ojos cada vez me miraban más intensamente.

Ya sabes a qué me refiero, esa situación en la que vas muy caliente y te gustaría que pasara algo.

Y pasó, como tenía que ser.

Nos estábamos riendo con uno de los chistes que ya empezaban a tener un aire de sexo cuando Vicente me dijo: ¿me dejas que vea tus pies?.

Yo no pude controlar la risa, porque hacía poco, un lector de estos relatos me había pedido que le mandara fotos de mis pies. Sí, ya conozco ese fetichismo, pero que quieres que te diga? Yo nos los considero eróticos.

Le dije que por qué no y me quité las zapatillas.

Yo estaba sentada en el sofá, Manuel en una silla a la mesa y seguía sonriendo, pero Vicente, que estaba más cerca de mi se quedó serio mirándome los pies fijamente y vi cómo su mano hacía un intento de acercamiento a ellos si atreverse a tocarlos, así que se lo dije yo: tócalos si

quieres, pero no me hagas cosquillas, ¿vale?

Acercó la silla y cogió un pie poniéndoselo encima de la rodilla muy suavemente y lo fue acariciando con la yema de los dedos.

Empezó por el talón y muy lentamente, casi sin hacer presión, fue subiendo los dedos por el lado interior del pie hasta llegar al dedo gordo, por debajo del cual también pasó rozando los otros de dos hasta el otro lado del pie. Cuando llegó al tobillo, pasó la yema de los dedos por el empeine dando otra vuelta.

De cosquillas nada, era una sensación relajante y recliné la cabeza contra el respaldo del sofá cerrando los ojos para poder concentrarme mejor en los dedos que acariciaban mis pies casi sin tocarlos.

En ese momento me di cuenta de que esa agradable sensación de relax que estaba sintiendo se estaba convirtiendo en una sensación más…cómo te diría…erótica y descubrí que realmente los pies son muy eróticos si se saben trabajar y Vicente debía ser un maestro.

Si hubiera llevado puestas las mallas que acostumbro a ponerme y no los tejanos, seguro que Vicente podría haber visto cómo iba creciendo una mancha húmeda entre mis piernas.

Yo seguía con la cabeza hacia atrás y los ojos cerrados cuando sentí que me alzaba un poco el pie y de repente la humedad de una lengua por debajo de la yema del dedo gordo. Fue como si una descarga eléctrica me hubiera subido desde la punta del pie al chichi.

Abrí los ojos y la boca al mismo tiempo. Me estaba lamiendo la yema de todos los dedos del pie y sentí un subidón de libido que me recorrió toda la ingle.

Con todo el morbo que me has mandado esta semana, yo iba tan caliente que no me importaba nada y además, había llegado a ese punto en que decir que parara hubiera sido absurdo, ya se habían dado perfecta cuenta de lo que yo iba buscando.

Se metió todos los dedos de mi pie en la boca y entonces sí que chupó dejándolos llenos de saliva. Volví a cerrar los ojos y ya no disimulé más. De lo más adentro de mi salió un gemido que no dejaba lugar a dudas de que esa chupada de pie me estaba poniendo más aún de lo que estaba al llegar.

Sentí como Manuel se sentaba a mi lado y su voz apagada y un poco ronca preguntándome al oído: ¿tú cobras?

No hace ni un año, como toda chica decente, yo me habría sentido ofendida e indignada, pero ya no soy una chica decente, por lo menos esa clase de decencia hipócrita, así que ni siquiera abrí los ojos, solamente moví la cabeza de un lado a otro sonriendo sin decir nada. Tengo que confesar que esa pregunta me hizo temblar un poco al pensar que seguramente me habrían pagado, pero ese no era el caso, con que me diera trabajo ya era suficiente y no quería empezar pos ese camino aunque pudiera.

Sentí su mano en mi barbilla que me giraba la cara hacia él y me puso la boca sobre la mía, primero muy dulcemente, solamente un roce de labios, pero yo ya estaba motorizada y abría la boca yo sacando la lengua buscando la suya.

Respondió de la misma manera al mismo tiempo que metía la mano por debajo de la camiseta palpando hasta encontrar mis tetas.

Ahora el doble chupeteo cogía más velocidad. Vicente cada vez chupaba los pies con más ganas y Manuel mi boca de la misma manera.

Los tejanos me molestaban y además, los pelos de mi pubis estaban empezando a crecer y me picaban las ingles. Tenía unas ganas locas de rascarme, pero no era el momento.

Me puse en pie y me desabroché el botón de la cintura, pero cuando iba a bajar la cremallera, Vicente, aun sentado delante de mi, me apartó las manos y lo hizo él. Manuel se puso detrás de mi sentado en el sofá mientras Vicente me quitaba los tejanos como si se los estuviera quitando a una niña, que seguramente es lo que yo era para ellos en ese momento.

Me quedé de pie en bragas y con la rebeca puesta aún entre los dos, que seguían sentados y cuyas cabezas quedaban a la altura de mi culo y mi coñito, respectivamente.

Estaba tan excitada que en ese momento no habría tenido la fuerza de negarme a nada de lo que quisieran hacerme, sin embargo, por otra parte

sentía que yo dominaba la situación, me sentía como algo que ellos no se hubieran imaginado que pudieran poseer y eso me hacía sentir en pleno control.

Antes de ponerme las manos sobre las caderas e ir acercándolas a mis ingles, Vicente se quedó mirando la mancha de humedad de las bragas y me pasó por la cabeza aquel maduro inglés del pueblo a quien le regalé mis braguitas y que era el propietario de la primera polla que toqué en mi vida, aunque muy tímidamente. Ahora no era ese el caso, estaba esperando y deseando que aquel momento fuera a más, mucho más.

Al fin llegó dónde yo quería y pasó la lengua varias veces por encima de las bragas paladeando su sabor, sentí las manos de Manuel por detrás sobre mis nalgas y unos besos sobre ellas que iban subiendo de intensidad hasta que poco a poco me las fue bajando y ya no pude estarme quieta más rato.

La boca de Manuel se acercaba a la raja de mi culo y me incliné un poco para facilitar la llegada a mi agujerito que estaba también en pie de guerra. Con ese movimiento la boca de Vicente dejó de hacer contacto con mi coñito que ya había empezado a lamer y me puso la mano encima frotando hasta que me metió dos dedos dentro follándome con ellos. Sacó la mano de mi chichi y después de mirar sus dedos empapados se los metió en la boca, los chupó y volvió a meterlos dentro.

Mientras, la lengua de Manuel ya dejaba su humedad en mi culo y les dejé hacer un poco, pero aunque estaba disfrutando de lo más, tenía necesidad de otra cosa de la que hacía ya un tiempo no había disfrutado.

Me separé de ellos y yo misma me quité la rebeca y la camiseta al mismo tiempo, me tumbé en el sofá poniendo una pierna sobre el respaldo y la otra en el suelo abriendo así mis piernas mostrando mi coñito que ya estaba completamente abierto y al alcance de Manuel. Solamente tenía que agachar la cabeza y meterla entre mis piernas y no le di tiempo a hacerlo por él mismo. Le cogí por la nuca y se la bajé hasta que empezó a chupar ruidosamente. No sé si tragaba saliva o zumo de mi chichi, pero se podía escuchar cada vez que tragaba al llenársele la boca.

Durante la cena, por un momento había pensado que quizás ellos estaban enrollados y eran gays, porque la foto de la mujer de Vicente que había sobre un mueble no era en absoluto atractiva y por su aspecto y la parafernalia religiosa de la casa, dudo mucho que cumplieran con su deber matrimonial. Afortunadamente para mi no era así.

Vicente se puso en pie y automáticamente mi mano se dirigió al lugar donde las perneras de los pantalones se juntan. Por un momento temí que no la tuviera dura porque no se veía ningún bulto en ese lugar, pero se bajó

los pantalones y los calzoncillos y dejó al descubierto una polla que sin ser enorme, era ideal para lo que yo quería.

Es curioso, quizás es porque las experiencias con hombres (excepto el chulito que me desvirgó, en Londres con Mimo y un par de jóvenes más) que he tenido, la mayoría ha sido con maduros y creo que al margen del aspecto físico que tengan, si la polla ha sido trabajada y cuidada con esmero es mucho más deliciosa y robusta. Vicente tiene esa clase de polla, con las venas hinchadas que parecen autopistas. Se la agarré y le retiré el capuchón mojado. Tenía la punta llena de humedad y era limpia y sonrosada. La estiré hacia mi y le puse la mano en su pequeño y flácido culo empujando hacia mi boca. No le di ningún lametón previo ni la acaricié, me metí todo lo que pude en la boca y con mi mano hice que cogiera el ritmo para follármela al mismo tiempo que mis caderas ya acompañaban el movimiento de la lengua de Manuel.

Al cabo de un poco sentí como la lengua de Manuel empezaba a subir por mi vientre dejando un reguero de saliva mezclada con mi zumo hasta llegar a las tetas me la pasó varias veces por los pezones que ya no necesitaban nada más para estar tan duros como se me ponen cuando estoy en marcha.

Después de darme unos cuantos lametones, siguió subiendo la cabeza hacia arriba hasta llegar a mi mejilla, que iba subiendo y bajando mientras la polla de Vicente entraba y salía. Me dio unos cuantos besos en la mejilla y entonces me di cuanta de que estaba besando la polla de Vicente por encima de mi cara.

Ni más ni menos, fue acercando su boca a la mía y con la lengua acarició la polla de Vicente mientras entraba y salía de mi boca.

Me había imaginado varias cosas, pero nada de eso. Había pensado que quizás me enseñarían algún truquillo nuevo, quiero decir algún tipo de perversión morbosilla que los maduros suelen tener, pero tonta de mi, no había imaginado lo que estaba viendo y que, por cierto, hacía que me excitara más aún.

Manuel cogió la polla de Vicente por la base, la sacó de mi boca y se la metió en la suya. Se había olvidado completamente de mi chichi y éste reclamaba atención inmediata, así que me empecé a follar a mi misma con los dedos mientras delante de mis ojos Manuel le estaba haciendo a Vicente una mamada de experto acariciándole los huevos, metiéndose los dos en la boca llenándolos de saliva y tragándose la polla hasta el fondo.

Sí, la escena era muy excitante y morbosa, pero yo seguía necesitando sentir por lo menos una polla en alguno de mis agujeritos.

Entonces pasó algo que me sorprendió durante unos segundos.

Vicente cambió radicalmente de actitud, sacó su polla de la boca de Manuel, le puso la mano en la frente y le empujó hacia atrás diciéndole que se estuviera quieto de una puta vez con una voz que me dio algo de miedo.

Yo me había quedado un poco descolocada y él me cogió la cabeza con las dos manos y volvió a meterme la polla en la boca mientras insultaba de una manera bastante sádica a Manuel quien, aún vestido completamente, se quedó tan quieto como una estatua. Me follaba la boca a mi, pero toda su atención estaba puesta en insultar a Manuel.

Entonces Vicente se quitó toda la ropa. Como he dicho era bastante delgado y arrugado, pero se le veía muy fuerte, tan fuerte que me cogió por la cintura y me hizo arrodillar en el sofá con los brazos sobre el respaldo, me puso las manos entre los muslos y bruscamente me abrió las piernas a tope.

Por un momento tuve mis dudas y un poco de nervios, pero eso no hacía más que aumentar mi excitación.

Nos ordenó que estuviéramos quietos los dos y se fue un momento volviendo al cabo de un momento con una caja de condones y un frasco de lubricante. Se puso un condón y yo miré a Manuel (mi posible jefe), que estaba inmóvil al otro lado del sofá con la parte de la cara que no le tapaba la barba muy roja, pero noté que eso era lo que al parecer le gustaba, ser maltratado.

Por mi parte, podían hacer lo que quisieran, pero estaba deseando que Vicente hiciera lo que yo sabía que iba a hacer. Me pasó la mano llena de lubricante por el culo y luego por la polla sobre el condón. Me hizo sacar el culo un poco más hacia fuera y con la mano puso la punta sobre mi agujerito que ya lo estaba esperando, pero supongo que lo inesperado de la situación hacía que yo estuviera algo tensa y no la pudo meter. Me puso un dedo que entró sin dificultad y fue relajando mi esfínter hasta que metió dos dando vueltas ensanchando la entrada mientras seguía insultando de manera cruel a Manuel. Parecía que los dos estuvieran pasando de mi, pero los dedos de Vicente me recordaban que yo estaba allí.

Al final lo tenía ya preparado y metió la punta poco a poco, pero cuando ya estaba dentro, dio un empujón hasta el fondo que me hizo lanzar un grito.

Entonces, dirigiéndose a mi me dijo: calla puta, que seguro que te va a gustar. Tú ya te has metido muchas pollas por el culo y seguro que te gusta.

Aparte de los correos calientes que recibo (especialmente los tuyos) en los que me dicen cosas de ese tipo y más fuertes, fue la primera vez que me decían eso mientras me follaban y pensé que si no pasaba de ahí, la cosa tenía su morbo.

Mientras entraba y salía de mi culo cada vez más deprisa yo tenía la cara girada hacia Manuel y vi cómo se desabrochaba los pantalones, pero

Vicente le pegó un grito diciéndole que no se tocara hasta que él no se lo dijera. Vi cómo Manuel obedecía quedándose quieto otra vez, pero yo ya pasé bastante y me concentré en mi propio placer, el que sentía al notar cómo la polla de Vicente se movía dentro de mi cada vez más ancho esfínter. Puse una mano por debajo y me pellizqué el clítoris un par de veces antes de metérmela en el chichi y empezar a follarme a mi misma, pero Vicente me la apartó y sin dejar de bombearme el culo me metió el sus dedos.

Si hubiera estado menos pendiente de lo que estaba pasando entre ellos y me hubiera centrado más en mi, ya me habría corrido por lo menos dos veces, pero mi interés y, por qué no decirlo, el morbo de lo que estaba presenciando no me había dejado, pero ahora sí, con la mano de Vicente en mi coño y su polla en mi culo me corrí como suelo hacer, con un gritito que parece un maullido de gato, o por lo menos eso me han dicho porque cuando lo hago ni me doy cuenta de que lo hago.

Pero él aún no se había corrido y aguanté sus embestidas un rato más. Entonces le ordenó a Manuel que se hiciera una paja mirando como me follaba y él, diligentemente se bajó los pantalones y por fin se pudo tocar. Extendió la mano para tocar a Vicente pero éste se la apartó diciéndole que no le tocara.

El caso es que yo estaba empezando a remontar de nuevo. No me cuesta mucho y ya estaba sintiendo que me subía otra vez ese furor uterino que me pilla a menudo.

Los dedos de Vicente seguían frotando mientras Manuel se la cascaba lentamente para no correrse mirando la polla de Vicente entrar y salir de mi y yo ahora, ya remontada, me moría por sentir una de las dos pollas en mi coño, pero al haber visto la actitud tan dominante de Vicente me contuve hasta que él mismo le dijo a Manuel: y ahora vas a ver como le follo el coño.

Se apartó y me dio la vuelta, cogió otro condón de la caja y so lo puso alzándome las piernas y separándolas todo lo que pudo. Tengo que decir que me dijo que tenía un coño guapísimo, algo amable, por lo menos.

El problema fue que lo tenía tan mojado que cuando entró dentro no lo noté en absoluto y supongo que el tampoco porque salió enseguida, se quitó el condón y se empezó a pajear furiosamente encima de mi. Cuando empezó a hacerlo, Manuel aceleró el ritmo de su mano y yo, ¿qué podía hacer? Pues lo mismo; me puse la mano encima del botoncito del placer y todavía sintiendo el picorcillo que deja una polla en el culo después de salir, me hice una paja controlándola hasta que vi como Vicente estaba a punto de eyacular. Acercó la polla a mi boca con la intención de correrse dentro, pero la desvié y se corrió encima de mis tetas al mismo tiempo que yo aceleraba para correrme también.

El último fue el ignorado Manuel, quién se corrió en su propia mano mirando a Vicente a los ojos.

El cambio fue alucinante. A partir de ahí, los dos volvieron a comportarse como lo habían hecho antes de empezar; simpáticos. Bueno, Manuel sí, porque Vicente seguía con esa expresión un poco dura y, aunque educada, nada sonriente que había tenido durante toda la cena.

Yo la verdad es que me quedé muy a gusto y me excusé diciendo que ya tenía que volver aunque no era demasiado tarde aún.

Manuel me dijo que me mandaría la prueba y Vicente, con una mirada muy insinuante, que podía ir a cenar cuando quisiera y me ofreció llevarme a casa, pero lo rechacé. Por un lado no quería que supiera donde vivo y por otro quería disfrutar de las imágenes de esa noche.

Estaba llegando a casa cuando pensé que ellos seguramente tendrían sesiones más fuertes, pero conmigo se habían comportado muy bien y me habían hecho sentir algo nuevo.

Pensé que no me importaría en absoluto estar presente en una de sus sesiones entre ellos, pero ahora lo importante es que me de alguna traducción para poder volver a Londres. Echo de menos a mis amig@s de allí.