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Señora medianoche: version meperteneces 4

en No Consentido

Rosa vio como la silueta de Lisa desaparecia tras la puerta, temblaba de rabia, cogió el teléfono y llamó.

-hemos de adelantar los planes, suelta a Cobra.

Parecía que la respuesta no le agradaba mucho, apretó el puño y empezó a gritar.

-¡QUE SUELTES A COBRA O ME OCUPO QUE DEPUES DE QUE TE DESGARREN EL ANO CUBRAN TUS NALGAS DE SEMEN PARA QUE TU CULO BLANCO DE SEMEN Y ANO ROJO SANGRE PAREZCAN LA BANDERA DE JAPÓN!

Los de la elite escucharon esas palabras asombrados.

Rosa les devolvió una mirada de ira.

Bastó para que volvieran a lo suyo y algunos… huyeran.

-¡que subasta! ¿verdad? Tal vez debería traer más vírgenes –decia el subastador con alegría (y que alegría, puesto que se queda con el 10% de comisión)

Eso recordó una cosa a Rosa, volvió a llamar.

-mejor espera a que pague, luego la sueltas.

 

La Limusina de Diamont por dentro era una habitacion con joyas, Lisa miraba asombrada la esquisita decoración enjoyada del coche.

Y también con rabia, uno solo de esos pedruscos podría alimentar a diez familias de los barrios marginados durante un año.

-¡a que esperas! – dijo Diamont disgustado.

-¿esperar a que? – preguntó Lisa.

-joder, es cierto que eres virgen – dijo Diamont desabrochándose los pantalones.

Lo que descubrió Lisa la dejó boquiabierta, aquel hombre tenia una polla de 22 cm de largo y 4 cm de diámetro, se quedó mirándola con miedo y… ¿deseo?

No pudo debatir, puesto que Diamont la agarró de los cabellos y la obligó a chupar.

Lisa sentía como la llenaba, como esa polla invadía hasta la garganta, Diamont la obligó a moverse a un ritmo que a Lisa la atormentada, no podia respirar, intentó apretar más los labios para que eyaculara, pero estaba a punto de desmayarse.

Diamont tuvo clemencia y la desacopló de su polla, oxigeno, santo cielo, Lisa aspiraba cada bocanada de aire como si fuese el mayor de los tesoros.

-ya has respirado bastante, continua – dijo Diamont obligándola a chupar de nuevo.

Ese hombre estaba dispuesto a asfixiarla, Lisa hacia lo que podia, pero era la primera polla que chupaba y ese cabrón la obligaba a moverse a un ritmo muy fuerte.

-lubricala bien puta, puesto que tiene que entrar en tu coñito, el coñito más caro de la historia.

¡¿dentro de su coño?! Deseaba escapar, ese hombre seguramente la destrozaría.

De nuevo Diamont la desacoplo, la miró a los ojos decepcionado, pero esperaba esa inexperiencia.

-hazme una paja mientras me lames el capullo – ordenó Diamont.

Las temblorosas manos de Lisa tocaron el símbolo masculino mientras con su lengua lamia ese capullo, cuando era una adolescente deseaba tener a un novio, ese alguien especial y para eso… se envolvió en una gabardina y sombrero y entró en un sexshop.

Era un mundo distinto, un gran surtido de películas de todas clases, látigos y prendas de cuero, vibrado… ¡¿ESO CABE DENTRO DE UNA CHICA?!

Había cogido varias películas y las pagó, tuvo suerte, porque el cajero era una persona apática y estaba entretenido mirando un anime en el ordenador, en cuanto dejó el dinero, no espero la vuelta, se fue corriendo de la tienda, en su casa, vio las películas, intentando aprender todas las técnicas para hacer feliz a su futuro novio.

Solo que su primer hombre era un monstruo que no la trataba como un ser humano, sino un juguete que solo servia para dar placer.

Y pobre de ella como le decepcionase.

Sus manos acariciaron ese falo mientras su lengua recorría el cipote recordando las películas porno que vio, lo masturbaba como si su vida dependiera de ello.

Cosa que era cierta.

-vas mejorando puta, sigue asi.

-me llamo…¡AY!

Diamont Bite la jalo de los cabellos y la miró a los ojos, mostró sus filosos dientes y le preguntó.

-¿Cuál es tu nombre?

Lisa aterrada por esa dentadura respondio.

-p-puta – dijo Lisa con sus ojos llenos de lagrimas.

-¿Qué vas a hacer? – preguntó Diamont.

-hacerle muy feliz.

- ¿Cómo lo haras? – preguntó Diamont.

Lisa empezaba a estremecerse, luchaba por no llorar, con esfuerzo y una sonrisa fingida le dijo.

-siendo suya, sumisa, obediente, sus deseos son mi alimento, mi aire, mi vida y se los cumpliré con ganas.

Diamont le gustaba esa respuesta, era pura poesía, lamió las lagrimas y le preguntó.

-¿Qué es lo que quiero que hagas?.

Lisa tembló, se puso frente a el y con la mano temblorosa, guió el pene de Diamont a su vagina, pero antes le preguntó.

-¿me dices que me quieres?

Diamont se descojonó de la risa, para el, esas palabras eran un chiste, pero para Lisa era una ilusión, una ilusión de que reservaba su virgo para alguien especial, necesitaba que esa primera vez fuese por amor, necesitaba la ilusión de que era desvirgada por amor.

No como un producto para usar y tirar.

-adios inocencia mia – dijo Lisa antes de dejarse caer sobre el pene de Diamont, sintió como la llenaba.

Estalló en lagrimas mientras se movia, el dolor punzante, un utero que criaba telarañas se llenó de repente con un obús.

Diamont se sorprendió del placer que le daba, ese coñito era una aspiradora y sus paredes vaginales apretaban con presición, empezó a pensar que ese desproporcionado gasto valia la pena.

-¿lo echaras fuera? – preguntó Lisa sin dejar de bombear, pero con temor a quedar embarazada.

Diamont siguió bombeando, esta vez con más fuerza, es cierto, ya tiene 40 y no iba a estar en este negocio para siempre, necesitaba un heredero.

Y es bien sabido que los heroes mitológicos nacian de vírgenes.

-mirame a los ojos.

Lisa obedeció sin dejar de bombear.

-vas a quedarte conmigo hasta que hayas parido dos varones, si gestas una chica te hare abortar, vas a ser mi pequeña fabrica de bebes.

Duras imágenes invadieron el cerebro de Lisa, se imaginaba a si misma mamando la polla de Diamont encadenada del cuello y con un vientre de madre mientras con una mano sostiene un bebe mamando de sus pechos.

Lo peor, esa imagen la excitaba, la hizo llegar y al hacerlo, su vagina apretaba con ganas el pene de Diamont.

-joder, puta, veo que quieres empezar, ahora te doy gusto.

Diamont empezó a bombearla con violencia, casi destrozando la pelvis de Lisa que inexplicablemente para ella llegó a un segundo orgasmo, oyó que Diamont lanzó un grito gurtural, significaba que la estaba llenando, se sintió hundida cuando el semen empezaba a salir por sus labios vaginales, notaba ese tacto viscoso.

Nooooooooooo, voy, voy a ser madre, pensó Lisa angustiada.

Diamont recuperó el aliento, habían llegado a su destino, Lisa iba a desacoplarse, pero Diamont se lo impidió.

-agarrate a mi – ordenó Diamont.

Ella lo abrazó aquel hombre imponia.

¿o lo deseaba? ¡no! ¡el es su nemesis! ¡su objetivo a vencer! No podía ser suya.

Diamont salió del coche y caminó hacia el ascensor.

-muevete – ordenó Diamont a Lisa.

Ella, obedeció, su utero succionaba el pene de Diamont.

Sus hombres en el ascensor, miraban excitados como Lisa seguía moviéndose mientras decía palabras como ¿te gusta amor mio?, parecía una tontería, pero Lisa necesitaba la ilusión de que entregaba su virtud por amor.

Diamont luchaba por no partirse de risa, pero algo pasaba.

Lisa llegaba al orgasmo, pero su fantasia le hacia abrazarse con fuerza a ese monstruo pensando que es su amor.

Sin saber que estaba comprimiéndolo.

Diamont estaba sorprendido ¿de donde sacaba esa fuerza? Lo único parecido era un cabrón de 200 kilos que le hizo un abrazo del oso.

No, esa niña era mucho más fuerte ¡imposible! ¿con esos brazos tan delgados y esa constitución de niña?

¿se estará haciendo viejo?

-¡no aprietes! - Ordenó Diamont.

Lisa aflojó su abrazo miró a Diamont a los ojos con sus ojos llenos de lagrimas.

Pero el mafioso sonrió y lamió las lagrimas de la virgen mancillada y le susurró al oído.

-ya llegamos a mi cama, tu nuevo hogar.

-yo tengo casa- dijo Lisa.

Pero Diamont le introdujo en su recto tres dedos con fuerza, haciendo chillar a la joven.

-me has costado muy caro, de modo que eres ahora mi putita personal, espero que lo hagas bien o te pondré en el peor barrio de la ciudad haciendo la calle.

¡prostituida! ¡asi ha acabado Lisa! Tenia la oportunidad de agarrarle el cuello y rompérselo, podía hacerlo, tenia fuerza.

Pero un nuevo orgasmo la invadía, apretaba los dientes mientras disfrutaba del regalo maldito de Diamont.

Pasaron por una habitación, habían diez soldados que se levantaron y saludaron con disciplina férrea.

-bien almas podridas, yo voy a jugar con mi muñeca, vosotros estad atentos, seguramente nos atacaran hoy – dijo Diamont sin parar de bombear a la pobre Lisa.

Los soldados sonrieron, los almas podridas eran la elite de Diamont Bite, los más duros que ha reclutado, los solia entrenar metiendo gente armada en el interior del edificio, normalmente vestidos de policías, los almas podridas los despachaban con gusto.

Pero tenían un nuevo juego, Diamont solia secuestrar a alguna maestra de artes marciales y narcotizarla, luego la disfrazaba de señora medianoche y la colaba dentro del edificio, la chica se despertaba e intentaba escapar, pero ellos siempre vencían, eran los más duros.

Y los más crueles.

No bastaba con matarla, tenían que violarla entre todos, saciar sus enfermos placeres durante horas hasta que al final se aburrían y le pegaban un tiro.

Iban vestidos con armaduras de kevlar, cascos de acero y gafas de visión nocturna, llevaban granadas y rifles de asalto M16A4.

No había guardias más fiables para proteger su sacta sactorum.

Diamont llegó al dormitorio y cerró la puerta con llave y la llevó al baño.

Allí depositó a Lisa en la bañera y encendió la ducha, el agua tibia recorria el cuerpo de la profanada, esa agua la sentía purificante, pero al llevar su mano a su concha, vio algo que la hizo llorar.

Semen, semen de su enemigo.

-aún no ha acabado putita – Dijo Diamont.

Lisa miró con odio a aquel hombre, pero se sonrojo al verlo.

Ya se había desnudado completamente, tenia algo de barriga, pero sus pectorales estaban muy marcados, se notaba que aún estaba en forma y sus brazos aunque algo rechonchos, mostraban una fuerza fuera de lo común.

Diamont la agarró de los cabellos y la puso de pie a pesar de los gritos de Lisa.

¿Qué le pasaba? ¿Por qué no reaccionaba? ¡ella es la señora medianoche! ¡podia con el! ¡podia ganarle!

Pero algo en ella la hacia temer, no, no era miedo, era… excitación.

¡NO! ¡NO PODIA SER ESO!

Pero al pasar la lengua de Diamont por su rostro, su cuerpo se estremeció, su mente decía que el era su enemigo.

Su cuerpo le decía que el era su amante.

Ahora Diamont la agarraba por la boca, la iba a besar.

Su primer beso.

-¡NOOOOOOO! – Gritó Lisa empujando a Diamont con fuerza, el cual se estrelló contra la pared.

Lisa salió de la ducha y le vio, su cabeza sangraba, le… ¿le había matado?

La joven se quedó en blanco, es cierto que era un… monstruo, pero ella ha matado, su primera muerte, se miró las manos y comenzó a llorar, ¿Cómo podía vivir sabiendo que su don podría matar a alguien? ¿y si ese don mataba a uno de sus amigos sin querer?

Abrazó a Diamont llorando, como si se disculpase por haberle robado su vida.

Pero Diamont le lamió las lágrimas otra vez.

-¡KYAAAAAAA! – gritó Lisa asustada.

Diamont ahora lo sabia, esa chica es fuerte, no sabia como con esa patética corpulencia pero era fuerte de verdad.

No pensaba en que fuese posible que fuese medianoche, miraba su vagina.

Que niños más poderosos saldrían de ella.

Riendo diabólicamente Diamont se levantó mientras que Lisa retrocedia poniéndose en guardia.

Diamont también se puso en guardia.

¡es mi enemigo! ¡el enemigo de la ciudad que protejo! Y… ¡mi violador!

Esos pensamientos hicieron que Lisa atacase chillando, lanzó un golpe que destrozaría un muro de granito,

Pero Diamont había visto ese golpe y lo esquivó con facilidad.

Vio como la pared de su lavabo quedó destrozada, Lisa se agarró el puño adolorida, pero el puño empezaba a curarse.

Diamont se fijó en ello y sonrió con su brillante boca que dijo una palabra.

-metahumana.

Lisa escuchó esa palabra ¿sabia ese hombre que significaba?.

Diamont empezó a reir de verdad, sintió que no había malgastado su dinero, sino que había conseguido una oferta, seguro que esa puta española lo sabia, una metahumana, una chica con poderes, según había oído, en este país solo habían ciento treinta, uno de dos millones.

Y tenia una de esas criaturas delante de ella, además de fuerza y curación rápida ¿Qué habilidades tendría?.

La invitó a pelear otra vez, vio que el puño se había restaurado, una habilidad útil para sus descendientes.

Lisa se enfrentó a el, pero sus puñetazos solo conocían el vacio y paredes que caian bajo su fuerza, empezaba a tener miedo, veía la realidad del combate.

Ella nunca supo pelear, no le hacia falta, con sus poderes podía domar a brabucones y matones de poca monta.

Pero ese hombre, es un luchador profesional, se sentía como una ratita siento el juguete de un gato.

Esta vez Diamont atacó, un poderoso golpe en las costillas, suficiente para romperlas, pero no para afectar órganos vitales.

Lisa se retorcia de dolor, pero se levantó y volvió al ataque.

Diamont esquivó el golpe con facilidad, pero comprobó el lugar donde golpeó a Lisa.

Quedó sorprendido al ver que estaban prácticamente soldadas sus costillas, pero esa distracción fue aprovechada por la superheroina.

Diamont vio como un poderoso puñetazo se dirigía en su cara, por instinto puso su brazo en medio de la trayectoria.

Mientras el potente golpe de Lisa rompia los huesos de su antebrazo, el recordaba su entrenamiento sobre el dolor, la conocida camisa de hierro.

Varios hombres le rodeaban con bates y el estaba desnudo en medio de ellos, ellos le golpeaban con furia y el tenia que resistir sin que el dolor le nublasen la mente, que sus musculos le protegieran del impacto como una armadura, que esos bates se rompieran ante su poderosa carne mientras que el no sufria daño aparente, esa era la camisa de hierro, una disciplina para la mente y un uso del cuerpo para protegerse de los golpes.

Pero esa niña, le ha roto el brazo, no fue un descuido, había roto muchos bates usando ese brazo, pero ella era.

Poderosa.

Diamont se reia mientras agarraba su brazo roto.

-R-rindete – ordenó temblorosa Lisa.

-me gustas chica, tienes unos talentos espectaculares, ¿eres consciente de ellos? ¿no has pensado en usarlos para ser la señora de la ciudad? Imagínatelo tu, yo, el bebe que tienes dentro de ti, tendríamos esta ciudad a nuestros pies ¿quieres un collar de diamantes? Cógelo sin miedo ¿ese vestido de seda? Cógelo, es tuyo por derecho, conozco la desgracia que teneis los metahumanos, sois distintos, los humanos os envidian, seguro que no tienes amigos y si los tienes, es por que no te has mostrado como eres ante ellos.

-¿¡QUE TONTERIAS DICES!? – gritaba Lisa confundida ante esas palabras.

-pero aquí puedes tener tu hogar, serias mi esposa, no tendrías preocupaciones, no vivirías bajo el desprecio de nadie por ser como eres, aquí seras querida, respetada – decía Diamont acercándose.

-¡te equivocas! Tengo amigos, gente que me quiere – decía Lisa retrocediendo.

-¿les mostraste como eres?

Las únicas veces que los mostró fue disfrazada de medianoche, recordó lo que ponía uno de los periódicos “medianoche ¿heroína o monstruo?” recordaba lo mucho que le chocó ese titular, aunque había gente que alababa sus actos, casi todos pensaban que ella era… humana.

Pero el periódico de hoy, hablaron de como levantaba a ese gordo con una mano, oia a la gente que hablaba de esa noticia, ella no les hizo caso, pero frases como “y si se vuelve loca” “¿podemos confiar en esa alienígena?”

-¡NO SOY UN MONSTRUO! – gritó Lisa con rabia.

-eres una diosa, compórtate como tal y ocupa tu sitio – decía Diamont sonriendo.

Pero sonó la alarma, alguien atacaba el edificio.

Diamont se lo esperaba y cogió una pistola.

Pero antes de irse le dijo con una sonrisa.

-si te quedas  conmigo, te amare tanto como desees, ya que tu eres una diosa y como tal, debes ser adorada.

Esas palabras se clavaron en el corazón de Lisa que cayó de rodillas.

Solo hubiera deseado que se las dijera cuando… la desvirgó.

Varios guardias jugaban al póker en el sotano, solia estar tranquilo el lugar, pero de repente, algo enorme los atacó, por suerte, uno de los guardias consiguió tocar el botón de alarma antes de que la criatura lo… engulliera.